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Revista Española de Salud Pública

versión On-line ISSN 2173-9110versión impresa ISSN 1135-5727

Rev. Esp. Salud Publica vol.81 no.6 Madrid nov./dic. 2007

 

ORIGINAL

 

Capacidad para las actividades de la vida diaria en las personas mayores que acudieron a centros de convivencia en Zaragoza capital en 2005 (*)

Functional Capacity for Daily Living Activities among Senior Citizens Attending Community Centers in the City of Zaragoza, Spain, 2005

 

 

Angelina Lázaro Alquézar (1), Encarnación Rubio Aranda (2), Antonio Sánchez Sánchez (3) y Julio César García Herrero (4)

(1) Facultad de Derecho. Universidad de Zaragoza.
(2) Facultad de Medicina. Universidad de Zaragoza.
(3) Facultad de Económicas. Universidad de Zaragoza.
(4) Servicios Sociales. Ayuntamiento de Zaragoza.

(*) Este trabajo ha contado con la financiación de la Diputación General de Aragón al grupo Envejecimiento y Dependencia en Aragón (EDA). Proyecto S42 de los Grupos Emergentes de Investigación.

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Fundamento: Estudiar la dependencia asociada al envejecimiento resulta de especial interés en Aragón, cuya población es una de las más envejecidas de España. El objetivo del trabajo es cuantificar el grado de dependencia funcional para las actividades de la vida diaria (AVD) e identificar las características personales asociadas a la misma en personas de 65 y más años que, viviendo en sus hogares, asisten a Centros de Convivencia de la ciudad de Zaragoza.
Métodos:
Estudio transversal con 380 individuos elegidos por muestreo bietápico. Se aplicó el cuestionario OARS-MFAQ mediante entrevista personal, analizando cuestiones que valoran la capacidad funcional para desarrollar las AVD y su puntuación (variable dependiente), variables sociodemográficas, salud autopercibida y ayuda informal real e hipotética (variables independientes). Se aplicó chi-cuadrado y se valoraron los residuales tipificados (p<0,05) y análisis de correspondencias múltiples.
Resultados:
El 9,6% de los sujetos presentaba “dependencia grave/absoluta”, porcentaje que aumentaba a 15,5% y a 18,7% para las personas mayores de 75 y 80 años respectivamente. La “dependencia leve/moderada” está relacionada con ser mujer (p<0,01), salud autopercibida mala-regular (p<0,0001), ser viudo/a (p<0,01), y sin estudios primarios (p<0,01).
Conclusiones:
Son más dependientes las personas más mayores, mujeres, viudos/as, con menor nivel de estudios y peor salud autopercibida. Prácticamente una de cada diez personas de 65 y más años no institucionalizadas presenta deterioro grave en su capacidad funcional. Extrapolando, casi 11.000 personas en Zaragoza capital requerirían ayuda diaria para las AVD o deberían permanecer institucionalizadas.

Palabras clave: Ancianos. Actividades de la Vida Diaria (AVD). Autonomía personal.


ABSTRACT

Background: To study the dependence related to aging is of particular interest in Aragon, where the population is one of the most aged in Spain. The objective of this study is that of quantifying the degree of functional dependence for daily living activities (DLA) and identifying the personal traits related thereto among individuals age 65 and above who are living at home and attend Community Centers in the city of Zaragoza.
Methods:
Cross-sectional study with 380 individuals selected by two-stage sampling. The OARS-MFAQ questionnaire was used by way of personal interviews, analyzing questions which assess the functional capacity to carry out the DLA’s and their scoring (dependent variable), sociodemographic variables, self-assessed health condition and actual and hypothetical informal help (independent variables). The chi-square was used for evaluating classified residual data (p<0.05) and multiple correspondence analyses.
Results:
A total of 9.6% of the subjects showed “major/total dependence”, this percentage increasing to 15.5% and 18.7% for those individuals above age 75 and 80, respectively. The “minor/moderate dependence” is related to being a female (p<0.01), health condition self-assessed as poor-passable (p<0.0001), being a widow(er) (p<0.01), having no elementary school education (p<0.01).
Conclusions:
Those individuals who are more elderly, females, widow/widowers, having a lesser degree of education and worse self-assessed health condition are more dependent. Practically one out of every ten non-institutionalized individuals 65 years of age or over shows a severe deterioration of their functional capacity. Extrapolating, nearly 11,000 individuals in the city of Zaragoza would require daily help for the DLA’s or should stay institutionalized

Key words: Elderly. Activities of Daily Living (ADL). Personal Autonomy.


 

Introducción

El estudio de la dependencia asociada al envejecimiento poblacional resulta de especial interés en Aragón, comunidad que posee el 20,47% de la población con 65 y más años, frente al 17,57% de Zaragoza capital, por encima del 16,74% en España en 20061. Interés que se acrecienta si se atiende a las previsiones de diferentes fuentes internacionales sobre la evolución de la población a mediados de siglo. Por ejemplo, Eurostat2 define a nuestro país como el “más viejo” en la Unión Europea en 2050: un 35,7% de la población española tendrá 65 y más años, frente al 29,9% en la Europa de los 15.

En términos del Consejo de Europa3, la dependencia se define con base a tres dimensiones: la limitación física, la psíquica y la intelectual que minoran las capacidades de la persona. De acuerdo con la definición, el análisis de la dependencia en la tercera edad ha adoptado como variable proxi de la dependencia funcional la incapacidad para el desarrollo de actividades de la vida diaria de forma independiente, con la consiguiente necesidad de asistencia o cuidados por parte de terceros.

La cuantificación de la población mayor dependiente ha sido objeto de atención desde los años 60 del siglo pasado con la publicación del Índice de Katz de Independencia en las Actividades de la Vida Diaria4, también conocidas como Actividades Básicas de la Vida Diaria, que incluye actividades de higiene y cuidado personal, y del Índice de Lawton-Brody de Actividades Instrumentales de la Vida Diaria5, que incluye actividades necesarias para residir en la comunidad como comprar, limpieza del hogar y preparación de comidas. En la medida de la dependencia funcional es deseable incluir ítems de actividades básicas de la vida diaria (ABVD) y actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), de manera que pueda medirse un mayor rango de dependencia6. Los estudios difieren en el modo en que se combinan estos dos grupos de actividades. Unos las mantienen de forma separada tratándolas de forma diferenciada7. En otros análisis se incluye información de dependencia en AIVD sólo para aquellos individuos con dependencia en las ABVD8. Un tercer grupo de trabajos trata de desarrollar una puntuación de deterioro funcional que sintetiza toda la información sobre las limitaciones funcionales en ABVD y AIVD6.

La cuantificación de la dependencia funcional a través de la información sobre el desempeño en las ABVD y las AIVD es el método adoptado por el cuestionario multidimensional OARS-MFAQ (Older Americans Resources and Services Program-Multidimensional Functional Assessment Questionaire), creado en la universidad de Duke en 19789 y revisado en 198810. Dicho cuestionario se ha convertido en una herramienta aceptada para la valoración integral de los ancianos no institucionalizados y para orientar la asignación de recursos para esta población11,10.

A lo largo de las últimas dos décadas numerosas investigaciones han profundizado en el estudio de dependencia en la población mayor en nuestro país12. Un grupo de éstas se centran en pequeñas poblaciones, geográficamente limitadas, estudiando la dependencia mediante cuestionarios específicamente diseñadas para ese fin. En Aragón únicamente tenemos constancia de un análisis realizado en un Centro de Salud de la ciudad de Zaragoza13,14.

El trabajo que presentamos se refiere a personas mayores no institucionalizadas con un nivel de dependencia en principio reducido o nulo, puesto que asisten a los Centros de Convivencia de su ciudad, donde desarrollan actividades recreativas: baile, manualidades, juegos de mesa… En la literatura revisada la dependencia no ha sido estudiada previamente en una población con estas características.

El objetivo del presente trabajo es cuantificar el grado de dependencia funcional para las actividades de la vida diaria, básicas e instrumentales, mediante la aplicación parcial del OARS, en personas de 65 y más años que, viviendo en sus hogares, mantienen la capacidad de acudir a centros recreativos de la ciudad de Zaragoza. Al mismo tiempo se pretende identificar las características personales de la población que exhibe diferentes grados de dependencia.

 

Sujetos y métodos

Población y muestra: Se adopta un estudio transversal cuya población objeto son 53.632 personas de 65 y más años no institucionalizadas con la particularidad de que acuden con regularidad a los centros de Convivencia de Zaragoza capital (Listado de Socios de la Red Municipal de Centros de Convivencia de Mayores. Ayuntamiento de Zaragoza, 2004). El cálculo del tamaño muestral se realizó mediante la ecuación para proporciones con poblaciones finitas15, para un nivel de confianza del 95 % (a = 0,05), una potencia del 90% (ß = 0,1), p = q = 0,5, exigiendo una precisión superior al 90%. Tras excluir las encuestas con más de 7 fallos en el cuestionario preliminar, con varias preguntas esenciales sin rellenar o con inconsistencia entre preguntas similares, el tamaño muestral ascendió a 380, siendo el error absoluto final como máximo de 0,087 (n = 342) y, por lo tanto, la precisión, como mínimo, del 91,3%. La selección de la muestra adoptó un muestreo bietápico. Se estratificó a la población en primer lugar por zona de residencia (Distrito) y se eligió, de forma aleatoria, un Centro de Convivencia (conglomerado) de cada Distrito. En una segunda etapa se seleccionaron las personas por muestreo aleatorio sin remplazamiento, siendo el número de individuos elegido proporcional al número de socios en cada centro.

Recogida de información y definición de variables: El cuestionario empleado para valorar la dependencia es el OARS-MAFQ (OARS) en su versión validada y adaptada al castellano16,17. La encuesta se llevó a cabo mediante entrevista personal a lo largo de diciembre-marzo de 2004-2005. Del exhaustivo cuestionario OARS se han seleccionado las preguntas que valoran la capacidad funcional en el área de AVD, considerando la puntuación final de éstas como variable dependiente, así como variables sociodemográficas, estado de salud autopercibido, ayuda informal real (que reciben) e hipotética (que podrían recibir en caso de necesitarla), como variables independientes.

La edad de los individuos ha sido recodificada en dos categorías y de dos formas distintas. Por una parte se ha dicotimizado en “menores de 75 años” y “de 75 y más años” y por otra parte en “menores de 80 años” y “de 80 y más años”. Esta elección responde a que, dadas las características particulares de la población estudiada, el porcentaje de individuos en los grupos de mayor edad es reducido y a que se observa, en el estudio más amplio de la encuesta, que es en este quinquenio donde se produce un punto de inflexión respecto a la utilización de los servicios sociosanitarios y, por lo tanto, se intuye que también respecto a la dependencia. El estado civil, en tres grupos: solteros (incluye solteros-separados-divorciados), casados (o conviviendo con pareja estable) y viudos. Esta agrupación responde a que las tres categorías del primer grupo se comportan de forma similar respecto a la variable de interés, a diferencia de los viudos que presentan un comportamiento diferente, con mayor necesidad de ayuda. El nivel de estudios ha sido dicotomizado en “primaria sin terminar” y “primaria terminada”. Para conocer como percibe el encuestado su salud, se pregunta: “¿Cómo valora actualmente su estado de salud?” Con la respuesta dicotomizada en “mala-regular” y “buena-excelente”. La disponibilidad de ayuda en el presente se analiza mediante la pregunta “¿recibe ayuda para las actividades anteriores?”, haciendo referencia a las AVD evaluadas en el cuestionario. Si la respuesta dicotómica sí/no es afirmativa se pregunta “¿quién?” es la persona que la proporciona. La disponibilidad de ayuda futura o hipotética en caso de necesitarla se valora mediante la pregunta de respuesta dicotómica “¿alguien le ayudaría si estuviera enfermo o inválido?”.

Medida de Dependencia: El OARS contempla 7 ítems referentes a las actividades básicas o dirigidas al cuidado personal (ABVD): Comer, Vestirse/Desnudarse, Andar sin ayuda (excepto el bastón), Cuidar de su apariencia, Acostarse/levantase, Bañarse/ducharse y Uso del retrete; y 7 relativos a actividades instrumentales o ambientales (AIVD): Usar el teléfono, Llegar a los sitios (viajar), Comprar, Hacer la comida, Hacer tareas de casa, Tomar los medicamentos y Administrar su dinero. Para nuestro estudio estas variables se han dicotomizado en las categorías: “no puede o puede con alguna ayuda” frente a “sí puede sin ayuda”, al entender que la capacidad de realizar las actividades con ayuda es una forma de incapacidad.

Tras la valoración conjunta de los ítems señalados, el estado funcional ha sido clasificado en tres categorías: ausencia de dependencia para la realización de las AVD (puntuaciones 1-2); dependencia leve o moderada, que recoge individuos que requieren ayuda en alguna actividad pero que son capaces de pasar algún día sin ayuda (puntuación 3-4); y dependencia grave o total si necesitan cada día ayuda de otra persona para desempeñar las AVD (puntuación 5-6).

Análisis Estadístico: Primero se realizó un análisis descriptivo del porcentaje de individuos, con su intervalo de confianza al 95%, ubicado en cada una de las tres categorías en que se ha clasificado la puntuación final obtenida en AVD. La relación de dependencia entre las AVD y las variables sociodemográficas se ha valorado mediante el estadístico chi-cuadrado y para analizar qué característica de las variables independientes influye más en la incapacidad para realizar las AVD, se han tenido en cuenta los residuales tipificados corregidos. A modo de resumen, se ha procedido a realizar un análisis gráfico de correspondencias múltiples que ayude a la interpretación de las relaciones entre las categorías de las variables18. En todos los casos el nivel de significación elegido ha sido p<0,05. El programa estadístico utilizado ha sido SPSS 13.0.

 

Resultados

El perfil de los entrevistados correspondió en un 56,8% a mujeres, con una edad media de 75,6±6,7 años, sin concluir la educación primaria (61,8%), eran casados (43,8%) o viudos (43,8%), valoraban su estado de salud como bueno (63,6%), recibían apoyo informal (34,5%) y piensan que lo recibirían en caso de necesitarlo (86,7%) (tabla 1).


En la tabla 2 se observa que los hombres son menos dependientes: el 72,8% de la población masculina exhibe una capacidad funcional excelente o buena frente al 56,8% de las mujeres. Al analizar la situación de dependencia grave o total, se observa que más de un 10% de los hombres se hallaban en esta situación frente al 8,9% de las mujeres, aunque esa diferencia no resultó significativa. En relación con el estado civil, los viudos presentaban mayor nivel de dependencia, moderada (35,5%) o severa (6,6%), frente a la población soltera o casada (p=0,002); siendo los casados los que presentaban menor deterioro funcional: un 78,3% se clasificaban como independientes. En la muestra general, el porcentaje de dependencia grave o total fue similar para los individuos con diferente nivel de estudios, mientras que entre los que presentaban dependencia leve o moderada, un 32,3% poseía un menor nivel de estudios y el 18,7% poseía estudios de primaria o superiores (p=0,01). Por grupos de edad, entre los menores de 75 años, el 3,8% exhibían incapacidad total, porcentaje que aumentaba hasta el 15,3% para los individuos de 75 y más años. Si se adoptó como punto de corte los 80 años, el 6,7% de los menores de 80 años y el 18,7% de los individuos de 80 y más años la presentaban (p<0,0001). Si se definía la puntuación en las categorías “independiente” y “dependiente”, aunque sea parcial, el 36,1% de la muestra necesitaría algún tipo de ayuda para las AVD; si se analizaban sólo los de 80 y más años, este porcentaje aumentaba hasta el 56,1%. Recibían ayuda informal el 1,1% de las mujeres y el 0,4% de los hombres (p=0,008). Del total de individuos a quien nadie ayudaría si estuviese enfermo (13,3%), un 28,3% se hallaban en situación intermedia de dependencia, es decir que necesitaban ayuda para algunas actividades, aunque no todos los días. Los mayores que evaluaban su estado de salud como bueno eran los que exhibían significativamente puntuaciones mejores en las AVD y viceversa (p<0,0001).

El análisis de correspondencias múltiples (tabla 3), a través de las variables incorporadas en el estudio, indicó que la solución con dos dimensiones explicaba el 57,1% de la varianza. La figura 1 ilustra las relaciones múltiples entre las categorías consideradas. Se observa cómo con la categoría “dependencia leve/moderada para el desempeño de las AVD” se relacionaban las categorías mujer, estado de salud autopercibido malo-regular, viudo/a y sin estudios primarios. Con la categoría “independencia” se relacionaban casado, menor de 75 años, estado de salud bueno-excelente, con estudios primarios y hombre.



El análisis individualizado de las actividades para las que los individuos presentaban algún grado de dificultad se aprecia en la figura 2. Los datos ponen de manifiesto que la incapacidad era mayor para el desarrollo de las AIVD, básicamente la limpieza del hogar (30%), que para las ABVD, donde era ducharse o bañarse la que presentaba más dificultad (18,7%).


Al relacionar las AVD de manera pormenorizada con el resto de variables (tabla 4) se observaba, respecto al sexo, que las mujeres presentaban significativamente (p<0,05) mayor incapacidad en las actividades desplazarse (viajar), hacer la compra, manejo de dinero y vestirse; esta última con diferencia cuasi-significativa (p=0,058). En cuanto al estado civil, eran los viudos los que presentaban más dificultad para todas las AIVD (p<0,05); estas diferencias desaparecían en las ABVD, excepto para caminar (p<0,001). Por nivel educativo, los individuos que no completaron los estudios primarios presentaban más dificultad que aquellos con mayor nivel de estudios, prácticamente en todas las AVD (p<0,05). La población de 75 y más años poseía una mayor dificultad para todas las AIVD (p<0,05) aunque no era estadísticamente significativa en el caso de uso del teléfono y desplazarse (viajar). Respecto a las ABVD, los de más edad tenían mayores problemas para acostarse/levantarse (p<0,05), ducharse/bañarse (p<0,0001) y uso del retrete (p<0,05). Para ancianos de 80 y más años, a las anteriores dificultades se añadían las relativas a asearse y vestirse (p<0,05).

 

Discusión

El cuestionario OARS ha sido empleado en nuestro país en escasas ocasiones y con distintas poblaciones en una versión restringida19 o completa20-22. Un resultado llamativo de nuestro análisis es que, en términos globales el 9,6% de la muestra objeto de estudio presenta una capacidad funcional grave o absolutamente deteriorada. Es decir que casi uno de cada diez ancianos no institucionalizado requiere ayuda para su vida diaria.

Entre los análisis que adoptan el cuestionario OARS, el 18% de la población en una comarca de Burgos se hallaría en una situación de dependencia grave o absoluta19, si bien se trata de un área geográfica con un índice simple de envejecimiento del 27%, alrededor del 10% de la población no institucionalizada de 65 y más años de la ciudad de Córdoba21, o en OARS-Vigo, del 9,5%20. Salvando las distancias espaciales, la proximidad de estos dos últimos datos al presentado para la muestra de Zaragoza refuerza la validez de los resultados. Ahora bien, al adoptar una muestra de población que acude a Centros de Convivencia regularmente, es posible que la capacidad funcional obtenida esté sobredimensionada; por ello, debería interpretarse como un límite inferior a la población con incapacidad funcional grave o total.

En conjunto, el contraste revela que las mujeres poseen peores resultados en AVD que los hombres: un 56,8% de las mujeres frente al 72,8% de los hombres no presenta ningún deterioro funcional, porcentaje superior al de otros estudios. Así, en la población de Córdoba21, el 52,7% de las mujeres y el 59,8% de los hombres son independientes y, para la ciudad de Vigo20, 53,4% frente a 64,3%.

Si nos fijamos en el porcentaje de población con dependencia grave o absoluta, para los mayores de 75 años, 1 de cada 6 se catalogaría como dependiente grave o total. Son los más jóvenes los que no exhiben dependencia para las AVD o presentan una dependencia moderada frente a los más viejos (p<0,0001). Un 6,7% de los menores de 80 años posee un grado de dependencia grave, mientras que para los de 80 y más años el porcentaje asciende a 18,7%, es decir, se multiplica casi por tres la incapacidad total o absoluta. Que la dependencia aumenta con la edad es una constante en todos los trabajos, ya sea a partir de los 75 años23,19,24 o de los 8513, 25.

Atendiendo a la puntuación de la capacidad funcional para las AVD según el OARS, si definimos la puntuación en “independiente” y “dependiente”, aunque sea parcial, un 64% de la población presenta un elevado nivel de autonomía; 1 de cada 3 mayores de 65 y más años necesitaría algún tipo de ayuda para las AVD; y los que tienen 75 y más años, 1 de cada 2; proporción que se mantiene en los individuos de 80 y más años, si bien la dependencia severa aumenta en algo más de tres puntos porcentuales en estos cinco años. De entre los que presentan incapacidad, la mayor dependencia se produce en las AIVD, dado que se trata de actividades que requieren un gasto de energía física importante, la utilización de habilidades cognitivas26 e implican una mayor complejidad neuropsicológica5. Resultado generalizado en otros trabajos empíricos22,23,25, siendo la limpieza del hogar la que presenta mayor dificultad en una de cada tres personas mayores. De las ABVD, bañarse o ducharse es la actividad con más dificultad o incapacidad.

En el presente estudio, las ABVD no presentan diferencias estadísticamente significativas por género. Respecto a las AIVD, una de las críticas fundamentales a su inclusión en el cálculo de la dependencia de la población mayor se basa en su carácter tradicionalmente ligado a las mujeres, tareas como comprar, hacer la comida o ir de compras, o a los hombres, como el manejo del dinero. Sin embargo, los hombres no salen peor parados en las actividades instrumentales, de hecho poseen mayor independencia en el conjunto de AVD, resultado presente en otros análisis13,19,21,24,27,28. Una excepción se halla en los estudios que no encuentran diferencias por sexo25,29 o que concluyen que los hombres son más dependientes14.

La realización de las AVD empeora con la edad. Ahora bien, la población de 75 años y más posee una mayor dificultad para realizar todas las AIVD y, respecto a las ABVD, los más mayores poseen una mayor dificultad para las actividades acostarse/levantarse, andar, ducharse y uso del retrete. Los ancianos de 80 y más años, presentan un deterioro significativamente mayor para todas las actividades excepto para comer. Estos resultados corresponden parcialmente con las jerarquías establecidas en algunos análisis para la aparición de la dependencia funcional en las ABVD. La primera actividad para la que los individuos pierden su funcionalidad es bañarse, seguida por la movilidad, acostarse/levantarse, asearse, vestirse y comer, dado que los individuos vuelven a recuperar la capacidad de desarrollar las actividades en el mismo orden que las aprendieron en la infancia y las pierden en el orden opuesto4,30.

Ante el grado de dependencia de la población, el apoyo prestado por los familiares no es despreciable, posibilitando que los ancianos puedan continuar en sus hogares y acudir a los Centros de Convivencia. En nuestro caso, las mujeres poseen una mejor situación de apoyo familiar que los hombres. Las fuentes básicas de ayuda informal están constituidas por los hijos y, en segundo lugar, por el cónyuge, resultado también presente en otros análisis31. Además, los ancianos en situación de dependencia grave o absoluta dispondrían de apoyo informal en caso de necesitarlo, probablemente porque en la actualidad ya disponen de esa ayuda. Un 13,3% indican que no recibirían ayuda en caso de necesitarla, porcentaje algo superior al encontrado en la ciudad de Córdoba26.

Respecto al estado de salud autopercibido, los mayores que evalúan su estado de salud como bueno son los que exhiben significativamente puntuaciones mejores en la AVD y viceversa. Es decir, la percepción de la mala salud está relacionada con la dependencia o el deterioro funcional en AVD, resultado generalizado14,22,23,27. En nuestro estudio casi el 20% de los ancianos que se hallan en situación de dependencia leve/moderada o grave/absoluta para el desempeño de las AVD expresan que su salud es buena o excelente, resultado que podría entenderse dado que los ancianos aceptan ciertas limitaciones como propias del envejecimiento natural32.

Los resultados previos evidencian que los más mayores exhiben mayor grado de dependencia. Aunque no ha sido objeto de este análisis, la investigación teórica33 y aplicada34 han puesto de manifiesto que la dependencia en población de 65 y más años aumenta de forma exponencial con la edad. Además son las mujeres, la población viuda, aquellos con menor nivel de estudios y peor nivel de salud autopercibida los más dependientes; relaciones que se mantienen controlando por edad. Un 9,6% de la población presenta un deterioro en su capacidad funcional grave o total, dato que constituye una primera aproximación a la prevalencia de dependencia grave o total en la población mayor de Zaragoza capital. Con los datos del Padrón 20071, del total de población en Zaragoza, 647.373 individuos, 113.725 eran personas mayores de 65 años, lo que supone el 17,57% de la población de la ciudad. Pues bien, si asumiendo las limitaciones del trabajo, extrapolamos el nivel de dependencia grave/absoluta obtenido en la muestra a la población zaragozana, considerando que se trata de un límite inferior a la dependencia grave/absoluta, un total de 10.918 personas se hallarían con su capacidad funcional grave o totalmente deteriorada requiriendo, por lo tanto, de ayuda para el desempeño de las actividades de su vida diaria.

Dada la recientemente aprobada Ley de Dependencia35, salvando las diferencias metodológicas respecto a las AVD consideradas en la definición de dependencia, únicamente las ABVD, y respecto a los criterios adoptados para la definición del grado de dependencia, el 9,6% de población catalogada como dependiente grave/absoluta en este estudio se podría aproximar a las categorías de dependencia severa y gran dependencia en la ley.

 

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Dirección para correspondencia:
Angelina Lázaro Alquézar
Departamento de Economía Aplicada. Facultad de Derecho.
Pedro Cerbuna 12. 50009 Zaragoza
Correo electrónico: alazaro@unizar.es

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