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Educación Médica

versión impresa ISSN 1575-1813

Educ. méd. vol.11 no.2  jun. 2008

 

EDITORIAL

 

Más alumnos, más facultades. ¿El desorden traerá algo de luz?

More students, more faculties. Will any light come from this turmoil?

 

 

José M. Peinado Herreros

Ex decano de la Facultad de Medicina. Universidad de Granada. E-mail: jpeinado@ugr.es

 

 

El curso académico que ahora termina ha sido uno de los más intensos que han vivido en los últimos tiempos las facultades de medicina españolas. La titulación, sin buscarlo, ha protagonizado un debate en el que se han mezclado intereses políticos, cambios legislativos, inmovilismo universitario, problemas asistenciales y un largo etcétera presidido por el desorden y, en gran medida, la improvisación tan propia de nuestro país1. En apenas cuatro años, el Sistema Nacional de Salud ha pasado del paro y exceso de médicos a una demanda de profesionales imposible de satisfacer con racionalidad. Veamos cómo se llega a esta situación.

El inicio de la formación especializada vía médico interno residente (MIR), junto con un excesivo número de licenciados, supuso para nuestro país, a final de los años setenta, un cambio en la estructura de la profesión hasta entonces desconocido. Sólo unos pocos accedían a la formación especializada. El resto, asimilado a un "cierto" segundo nivel, buscó un hueco laboral básicamente en la atención primaria, en las zonas rurales y en las bolsas del paro2. Además, en 1995 se aplica la directiva europea sobre libre circulación de profesionales, que imposibilita ejercer la profesión sin título de especialista. Surge así el movimiento del 6 = 0 ante la insuficiente oferta de plazas MIR, que se mantendrá hasta principios del nuevo siglo3.

A comienzos de 2002, se realizan las transferencias sanitarias a las últimas 10 comunidades autónomas. En todas se completan carteras de servicios y se potencia la construcción de nuevos centros de salud y hospitales. Nuestro país vive momentos de gran desarrollo económico. La población envejece, pero a la vez crece por la inmigración en más de cinco millones de habitantes. La sanidad privada experimenta un gran crecimiento. En poco tiempo se toman otras dos decisiones, que en boca de nuestros políticos "no mermarían la calidad asistencial": se jubila a los médicos mayores de 65 años en la mitad del país, y se amplia el MIR de familia a cuatro años4 . No obstante, a pesar del subempleo y la precariedad en los contratos, todavía no hay señales de alarma5.

Hace apenas cuatro años comienzan a detectarse, con carácter general, déficit para cubrir bajas laborales y vacaciones. A pesar de que el número de médicos en España, en relación con su población, es uno de los más altos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se comienza a hablar de falta de profesionales. Esta situación, hábilmente manejada en los medios, lleva al convencimiento progresivo de que nuestro país necesita más médicos. Las alarmas saltan definitivamente cuando en la convocatoria MIR 2006-07 quedan sin ocupar 87 plazas, de las cuales 54 son de medicina de familia, a pesar de que la oferta es de 5.946 y el número de candidatos es de 9.5796.

¿Cuál ha sido en este contexto el papel de las facultades de medicina? Durante casi 15 años el número de alumnos de nuevo acceso a las 28 facultades de medicina se había estabilizado en torno a 4.4007 . Si consideramos los estándares europeos, nuestro país cumplía con perfección la mágica cifra de un alumno por cada 10.000 habitantes. De hecho, el mantenimiento del número de alumnos ha permitido a lo largo de estos años una mejora sustancial de la calidad docente8 . De forma progresiva se conseguía la anhelada meta de garantizar la formación especializada a todos los licenciados.

Es en la primavera de 2006 cuando, por primera vez, la Comisión Nacional de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud se dirige al Consejo de Coordinación Universitaria, reclamando un aumento en el número de plazas de nuevo acceso. Ante esta solicitud, los decanos asumieron un incremento en todas las facultades españolas del 5%, aunque la realidad fue que el incremento promedio fue del 9%, que varió desde un 50% en la facultad de medicina de Las Palmas a un 5% en aquéllas que no lo habían solicitado. La Conferencia Nacional de Decanos (CND) intentaba mostrar así su disponibilidad a colaborar con la Administración y responder a las demandas sociales, aunque éstas no tuvieran base científica constatada. Insistentemente se defendía que cualquier incremento debería basarse, de una parte, en la realización de un estudio de necesidades acompañado de un registro de profesionales, y, de otra, en una mejora de los recursos de los centros a fin de mantener la calidad de formación. Sorprendentemente, a fecha de hoy, ninguna de las dos premisas se ha cumplido, más allá de las negociaciones y facilidades que algunos rectores han realizado con sus propias facultades.

El único estudio asumido por la Administración ha sido el de la excelente economista canaria Beatriz González López-Valcárcel, que indica, consideradas las próximas jubilaciones, la necesidad de proveer al sistema con 7.085 nuevos médicos a partir de 2016. Esto ha dado lugar a la conocida propuesta del Ministerio de Educación -ahora Ciencia e Innovación- de incrementar en un 40% las plazas ofertadas a lo largo de los próximos cinco años. Sin embargo, también se advertía en dicho estudio de las dificultades de planificación en un mercado segmentado en exceso y con gran movilidad. La profesión advirtió de que el número de médicos en nuestro país era superior a la media de la OCDE, que existía una mala distribución geográfica y déficit en especialidades muy concretas. Se preguntó por qué más del 40% de los profesionales colegiados no trabajaba en el sistema de salud; por qué todas las plazas acreditadas para la formación especializada no se ofertaban. Nada tuvo efecto. No se tomaron medidas a corto plazo para solucionar una demanda de hoy, pese a que los decanos planteamos que las decisiones sobre el acceso sólo tendrían efectos dentro de 12 años. Si el problema actual es cierto, ¿las medidas que se deben tomar son proveer de médicos para el 2020? ¿Cómo estará la sanidad en nuestro país entonces? Tampoco se asumió el tema de la calidad en la formación universitaria. Los rectores aceptaron una mayor oferta sin exigir, en general, contraprestaciones de ningún tipo. La suerte estaba echada, nuestros gestores, acostumbrados a nadar en la abundancia, no querían cambiar la agotada política de recursos humanos.

Poco antes de la Navidad de 2007-2008, lo que era presión política a las facultades de medicina existentes para incrementar el número de alumnos se transformó en decisiones firmes para la creación de nuevas facultades. El antecedente no podía ser más catastrófico en un país que asume que las leyes "pueden" retorcerse para hacer "legal" lo "alegal". La Universidad Católica San Vicente Mártir de Valencia, sin reunir los requisitos pertinentes, comienza a impartir el primer año de la titulación de medicina en 20079 . Sin embargo, es el Gobierno catalán quien propone en primer lugar la creación de tres nuevas facultades, Girona y Pompeu Fabra de carácter público, e Internacional de Cataluña de carácter privado, con un total de 220 nuevos alumnos. De nada sirven los esfuerzos de los decanos, los estudiantes de medicina, la Organización Médica Colegial, la Federación de Asociaciones Científico-Médicas de España o el propio sindicato médico, para ordenar la toma de decisiones. Poco después de Navidad, el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, tras comprobar con los decanos madrileños la imposibilidad material de multiplicar por dos el número de alumnos de nuevo acceso con una propuesta de 880 nuevos estudiantes, decide fomentar la creación de cuatro nuevas facultades: Juan Carlos I, pública, y tres privadas concertadas con hospitales públicos, Alfonso X El Sabio, Francisco de Vitoria y Europea de Madrid. Una vez abierta la veda, son muchas las comunidades autónomas que plantean, poco después, la creación de nuevas facultades: Jaén, Almería, Baleares, Católica de Murcia, Castellón, Ciudad Real, Toledo, etc.

Esta nueva fiebre, de consecuencias inciertas, coincide con la apertura del plazo por parte de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación para recibir propuestas de titulaciones adaptadas al espacio europeo de educación superior que deseen comenzar en 2009. A mitad del mes de febrero se presentan, para su verificación10 , junto con la ya existente de Navarra, las propuestas de las universidades de Girona, Internacional de Cataluña, Pompeu Fabra -titulación compartida con la Universidad Autónoma de Barcelona-, Juan Carlos I, Europea de Madrid, Alfonso X El Sabio, Francisco de Vitoria, Católica de Valencia y Católica de Murcia. Sólo las cinco primeras se han aprobado. Sorprendentemente, nuestro sistema de verificación se realiza sólo según la documentación aportada por los proponentes. Nadie ha verificado la realidad11 , al no contemplarse la evaluación externa ni la acreditación previa. Una vez aprobadas las titulaciones, se podrán evaluar tras seis años de actividad [sic]. ¿Se imagina alguien qué puede suceder? ¿Alguien puede creer, en nuestro país, que transcurridos seis años, con 1.000 alumnos matriculados, se podrá cerrar una titulación porque no cumplió lo prometido?

A mi juicio, la aparición de nuevas facultades en nuestro país es ya un proceso imparable. El que en esta ocasión algunas no hayan superado el listón burocrático del "programa Verifica" no significa que no lo hagan en la próxima convocatoria. Es sólo cuestión de tiempo. Los que han rellenado los papeles de forma precipitada tendrán ahora más tiempo y lo harán mejor. Los que no lo han hecho lo harán bien. Nuestro país alcanzará los 42-45 centros, superando a cualquier país, con la excepción de Cuba, en número de facultades de medicina por habitante. Ante este desorden, denunciado por la CND, el Gobierno y la Conferencia General de Política Universitaria12 han decidido posponer la decisión y nombrar una comisión de estudio sobre el número de alumnos de nuevo acceso para el curso 2008-09. Podrán existir numerosas facultades de medicina, pero parece deducirse que el número de alumnos para cada comunidad autónoma sí podrá quedar definido. ¡Ojalá ésta sea la decisión final!13 Así, a partir de ahora, cada autonomía reflexionaría sobre la rentabilidad de crear nuevas titulaciones. Creo que sólo la regulación a nivel nacional del número de alumnos de nuevo acceso, junto con la revisión anual de la oferta de plazas MIR, particularmente en las especialidades más deficitarias, puede evitar que el exceso de médicos de los años ochenta y noventa se reproduzca en nuestro país, generando de nuevo frustración y pérdida de confianza.

Por otra parte, la proliferación de facultades de medicina de carácter privado generará situaciones de desigualdad -económica- evidente en el acceso a los estudios claramente injustas e injustificadas. La utilización de hospitales o centros sanitarios públicos para la formación privada añade un plus de desigualdad social que no debería autorizarse14 . Más aún si consideramos que el sistema de formación especializada es fundamentalmente de carácter público. Por otra parte, ¿saben los políticos que los alumnos de los nuevos centros, particularmente los privados, procederán de todo el territorio nacional y la Unión Europea? Nada que objetar si la formación fuera íntegramente privada. Este tema debería también considerarse en los futuros cambios que en el sistema de acceso a la titulación y a la formación MIR se produzcan.

No obstante, debe entenderse que si se han cumplido los requisitos legalmente establecidos en nuestra normativa, las nuevas titulaciones deben aceptarse sin titubeos. Sin embargo, anticipo problemas importantes en su desarrollo, que van más allá de la elaboración de un plan de estudios o la construcción de infraestructuras físicas adecuadas. La formación médica de calidad requiere no sólo la disponibilidad de profesorado debidamente capacitado, sino formalmente acreditado. Esta tarea no será fácil, particularmente en áreas en las que la elevada implicación asistencial dificulta la investigación. Para ello basta con consultar las bases de datos de la Comisión Nacional de la Actividad Investigadora. ¿Es posible autorizar la puesta en marcha de titulaciones sin profesorado?

Una tenue luz de esperanza veo, sin embargo, en este turbio panorama. La puesta en marcha de nuevas facultades, sin los condicionamientos de las estructuras tradicionales ya existentes, podría posibilitar la adopción de nuevas metodologías docentes, más innovadoras, y con una mayor posibilidad de convergencia europea. El trabajo en grupos pequeños, tutorizados, con docencia integrada y una temprana exposición a la realidad asistencial, que plantea la reforma de Bolonia, no casa bien con grupos masificados. Por otra parte, los necesarios cambios en el examen MIR, y la esperada puesta en marcha de la troncalidad, junto con una adecuada planificación de la oferta de plazas MIR, la elaboración del registro de especialistas y políticas de recuperación de profesionales "inactivos", pueden eficazmente ajustar la demanda con la oferta en condiciones laborales dignas.

Nuestro país, por falta de planificación e intereses políticos miopes, está más cerca de perder una oportunidad clara de mejora de la formación médica, y del propio Sistema Nacional de Salud, que de incorporarse a las nuevas dinámicas de la universidad, vigentes en Europa y Estados Unidos. Es necesario un gran consenso nacional entre todas las instituciones implicadas. No obstante, visto lo visto, aunque reconozco cierto pesimismo, creo que los próximos meses serán, sin duda, apasionantes. De ello depende nuestro sistema de formación médica en los próximos 25 años.


1. "Es difícil hacer una política sanitaria sensata sin tener un registro fiable de datos de especialistas". D. Marcos Peña, director general, Ministerio de Sanidad y Consumo, 1992.
"La adecuada planificación de los recursos humanos del Sistema Nacional de Salud es un elemento fundamental para garantizar una asistencia sanitaria de calidad. El grupo de trabajo que está abordando esta cuestión ha realizado notables avances, entre los que destacaría la necesidad de instrumentar un registro de profesionales sanitarios. Este registro nos permitirá a las administraciones sanitarias dotarnos de un instrumento clave para la ordenación de recursos, que se complementará con el estudio de necesidades de especialistas que se está elaborando". D.ª Elena Salgado, ministra de Sanidad, 13 de septiembre de 2006.

2. En numerosas ocasiones actuaron como médicos especialistas, aunque sin título, lo que más tarde originó otra situación paradójica a la que hubo que poner remedio: los MESTOS.

3. En el año 2000, siendo ministro de Sanidad Romay Beccaria, se producen manifestaciones estudiantiles en toda España exigiendo una mayor oferta de plazas MIR.

4. La aplicación del estatuto marco se produjo en Andalucía, Aragón, Asturias, Cantabria, Cataluña, La Rioja y Valencia. En 2008, en torno a 1.500 médicos no se podrán incorporar al mercado de trabajo. Algunos gestores, ahora, postulan su incorporación profesional sui generis tras el tercer año, sin finalizar la residencia. ¿Sic?

5. Sólo la fundación CESM analizó en 1999 el número de médicos en España.

6. En esta convocatoria, 2007-08, el número de plazas no ocupadas ha sido aún mayor, 253, de las cuales 189 han sido de medicina de familia y una de medicina preventiva. El resto, como el año anterior, de escuelas. La oferta de plazas ha sido de 6.388 para 10.564 candidatos. Todo esto refleja, a mi juicio, dos aspectos. De una parte, hay una gran recirculación de residentes en el sistema. De otra, son muchos los candidatos que renuncian a elegir ante la posibilidad de volver a realizar el examen al siguiente año.

7. Véase el Libro Blanco de la Titulación de Medicina. La creación de la Facultad de San Pablo CEU no supuso incremento, dado que compartía dichos alumnos con la Universidad Complutense.

8. En cualquier caso, hay que considerar que nuestro sistema de acceso a la formación especializada -examen MIR- ha facilitado el predominio de la enseñanza conceptual en la universidad, frente a la formación en habilidades, asumiéndose que esto era competencia de la formación especializada.

9. Sólo ante la presión de la CND, se reconvertirá a un título propio, pero con la esperanza de que sus alumnos no pierdan el curso en una próxima verificación del título, que de momento no se ha producido.

10. El programa Verifica de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación evalúa las propuestas de los nuevos planes de estudio, valorando recursos, objetivos, sistemas de acceso, sistemas de garantías de calidad, calendario de implantación, etc.

11. El diccionario de la Real Academia Española define verificar como "comprobar o examinar la verdad de algo".

12. Regulada en el RD 546/2007, de 27 de abril, está constituida por los representantes de las comunidades autónomas y cinco miembros designados por el Ministerio.

13. A fecha de hoy, 17 de junio, se desconocen las decisiones de dicha comisión.

14. Resulta sorprendente que algunas comunidades autónomas hayan decidido derogar los convenios de hospitales públicos con universidades públicas para suscribirlos con universidades privadas.

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