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Educación Médica

Print version ISSN 1575-1813

Educ. méd. vol.15 n.4  Dec. 2012

 

EDITORIAL

 

Una rara avis: la evaluación continua

A rara avis: continuous assessment

 

 

Arcadi Gual, Jordi Palés-Argullós

Fundación Educación Médica (FEM). Facultad de Medicina; Universitat de Barcelona. Barcelona, España.

Dirección para correspondencia

 

 

A nadie sorprenderá el interés que la Fundación Educación Médica (FEM) ha puesto en analizar y explicar el proceso de Bolonia y muy concretamente lo que representa este proceso para las enseñanzas de las ciencias de la salud en general y de la medicina en particular. Bolonia no es sólo una inflexión en el grado, la primera etapa del proceso de aprendizaje de los profesionales; Bolonia es un punto y aparte. Pero hoy no pretendemos hacer una reflexión general, sino simplemente exponer una preocupación concreta: la evaluación en los estudios de grado.

Los nuevos planes docentes han introducido la 'evaluación continua' argumentando que es lo que pide Bolonia. Cierto es que desde el inicio el Ministerio de Educación, responsable y competente en esta materia, no ha ayudado. Además de la evaluación continua, la ley obliga a una evaluación de toda la asignatura, como la de siempre. Pero eso lo podríamos pasar por alto, como si fuese una minucia. Una vez puestos en materia, la evaluación continua se pone a disposición de cada profesor para que la aplique a su asignatura. Bolonia habla de evaluación continua de competencias, competencias que presumiblemente se adquieren con los contenidos aportados por varias asignaturas y, por tanto, la evaluación exclusiva por asignaturas pierde sentido. Pero eso también lo podríamos pasar por alto, como si fuese una minucia. Cada profesor, versado en técnicas de evaluación o iletrado al respecto, aplica su criterio y posibilidades a la evaluación continua de su asignatura. No es posible a lo largo de un cuatrimestre desarrollar muchas pruebas porque no se dispone de tiempo, de los recursos materiales ni tampoco de profesorado suficiente para ello; una o dos pruebas es lo habitual, y excepcionalmente tres o cuatro cumplirán el requisito de llamar 'continua' a la evaluación. Pero como el propio profesor no confía mucho en lo que significa en términos de aprendizaje su propuesta de evaluación continua, decide que su evaluación continua valdrá, junto a la prueba final de síntesis, para la nota final. Pero no valdrá mucho, no sea que los estudiantes aprueben sin saber la asignatura. El promedio de la evaluación continua de cualquier universidad española no llega a un valor de un 50% de la nota final. Pero eso también lo podríamos pasar por alto, como si fuese una minucia. Los estudiantes aprietan, lógicamente, y piden que las pruebas de la evaluación continua sean eliminatorias. Argumentar a los estudiantes que la 'evaluación continuada eliminatoria' no sólo no existe en ningún país del mundo, sino que es una contradicción en sí, resulta mucho más difícil que inventar la rueda cuadrada: por ello hemos inventado la 'evaluación continua eliminatoria', sobre la cual no encontrarán referencia bibliográfica alguna. Si han llegado a leer hasta aquí, aceptarán que en los grados en ciencias de la salud en las universidades españolas la evaluación continua de verdad es un fenómeno excepcionalmente infrecuente, una rara avis.

La responsabilidad de la evaluación en el grado es cosa de todos, los docentes, los discentes y la administración, incluidas las agencias de calidad universitaria, más cercanas a la propia administración que a la sociedad civil y los consejos sociales. Pero en estos momentos la evaluación de calidad en el grado, ajustada a estándares internacionales, no parece ser una preocupación para ninguno de los tres sectores. En el mejor de los casos se sigue evaluando como siempre, cuando no peor. ¿Es tan difícil leer un poco? Información y artículos de calidad contrastada sobre la evaluación continua los hay a cientos, quizá a miles. ¿Cuántas facultades han elaborado planes de estudio incluyendo un programa global de evaluación? La norma ha sido dejar la evaluación en manos de los responsables de cada asignatura. La institución responsable de un grado no puede garantizar a la sociedad una formación de calidad si no dispone de un programa de evaluación, un programa integral e integrado, organizado a lo largo de todos los años de formación. Si sólo se dispone de una evaluación compartimentada por asignaturas no estamos frente a una buena evaluación.

Disponer de un proceso de evaluación continua de los estudiantes no es un capricho para complicar la vida al profesor. La evaluación continua, indisociable del feedback que debe proporcionase al estudiante, es útil y necesaria para monitorizar la progresión del aprendizaje (feedback) y para tomar decisiones sobre su progreso (pasa/no pasa). Y esto es válido tanto para el profesor que imparte una asignatura como para la facultad que certifica un grado. Por ello, la evaluación ha de ser continua, engranada en un programa de la institución. Además del sentido común, la literatura científica muestra que cuanto más importante sea la decisión a tomar (por ejemplo, certificar la adquisición de un grado), mayor ha de ser el número de actividades evaluativas que se deben disponer a lo largo del periodo evaluado. Solamente un número suficiente de puntos de referencia, estructurados y organizados dentro del programa de la institución, permitirán tomar las decisiones coherentes y justas que la sociedad demanda.

Una última apostilla. Hay demasiadas evidencias que apoyan la necesidad de movernos desde el discurso psicométrico dominante, basado en pruebas estructuradas y tests de toda índole, hacia actividades de evaluación no paramétricas, personalizadas y realmente continuas, en las que el profesorado experto en evaluación saque todo el fruto de su experiencia para mejorar el rendimiento del estudiante. La evaluación continua no ha de servir sólo para la nota final, la evaluación continua es uno de los instrumentos del aprendizaje. Utilizar la evaluación continua como instrumento de formación no es optativo para el profesor, es una obligación. La investigación en el campo de la educación médica nos proporciona cada día nuevos instrumentos para evaluar diferentes aspectos de la formación de los médicos. Entre los instrumentos encontramos de todo tipo, complejos de aplicar o especialmente sencillos. Los hay económicos y los hay caros. Los hay fiables, consistentes y reproducibles. Saber escoger el instrumento adecuado para cada evaluación, en cada momento y en cada lugar no puede ser fruto de la tradición (siempre se ha hecho así y los resultados son buenos), ni tampoco de la moda (es el último instrumento publicado). La elección del instrumento de evaluación no ha de seguir otro criterio que el mismo utilizado en la investigación biomédica, el criterio científico. Expertos en contenidos biomédicos no nos faltan, pero expertos, o al menos buenos conocedores, del proceso evaluador no nos sobran. Entre otras misiones, ésta es una de las relevantes de las unidades de educación médica. Es necesario que los docentes, buenos conocedores de los contenidos específicos, se asesoren de los expertos en evaluación. Es especialmente necesario formar a los docentes en evaluación formativa, la evaluación continua, que como ha quedado claro trasciende a la evaluación de cada asignatura.

La evaluación, y muy especialmente la evaluación continua, sigue siendo una asignatura pendiente en los estudios de grado en ciencias de la salud y en concreto en el grado de medicina. Resolverlo no será fácil, pero la pregunta a formular es: ¿cuándo decidiremos abordarlo?

 

Bibliografía

1. Van der Vleuten C. Validity of final examinations in undergraduate medical training. BMJ 2000; 321: 1217.         [ Links ]

2. Palés-Argullós J. La progresiva adquisición de competencias en la formación médica. Cursos de Verano de la Universidad Complutense. San Lorenzo de El Escorial, Madrid, julio de 2012.         [ Links ]

3. Van der Vleuten C, Schuwirth LWT, Driessen EW, Dijkstra J, Tigelaar D, Baartman LKJ, et al. A model for programmatic assessment. Med Teach 2012; 34: 205-14.         [ Links ]

 

 

Dirección para correspondencia:
Arcadi Gual Sala.
Departamento de Ciencias Fisiológicas I.
Facultad de Medicina.
Universitat de Barcelona.
Casanova, 143.
E-08036 Barcelona.
E-mail: agual@ub.edu

Conflicto de intereses: No declarado.

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