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Acción Psicológica

On-line version ISSN 2255-1271Print version ISSN 1578-908X

Acción psicol. vol.13 n.2 Madrid Jul./Dec. 2016

https://dx.doi.org/10.5944/ap.13.2.17816 

Artículos del monográfico

Competencias socioemocionales y percepción de la comunidad ante la conducta agresiva en adolescentes que viven en entornos de riesgo

Socioemotional competences and perception of the community versus the aggressive behavior in adolescents living in risky environments

Norma A. Ruvalcaba-Romero1  , Patricia Murrieta-Cummingsy1  , Alejandra Arteaga-Velázquez1 

1 Universidad de Guadalajara, México.

Resumen

Según las encuestas internacionales, los jóvenes de América latina se muestran preocupados por el clima de violencia en sus comunidades. Este trabajo busca identificar el rol de las competencias socioemocionales como factor de protección ante las conductas agresivas en los jóvenes. Se encuestaron a 970 estudiantes de secundaria que residen en contextos considerados como de riesgo psicosocial. Los resultados apuntan a que la percepción del riesgo parece tener un mayor impacto en los varones, manteniendo su nivel predictivo incluso al controlar las competencias socioemocionales, no así con las mujeres. Estos hallazgos se discuten a la luz de otros estudios en los que se señala la vulnerabilidad del sector masculino ante la violencia comunitaria. Así mismo se destaca el rol del manejo del enojo, las competencias interpersonales y la generación de un estado de ánimo positivo con la finalidad de sugerir acciones sociales destinadas a la reducción de la violencia.

Palabras clave: percepción de riesgo; competencias socioemocionales; agresión; adolescentes

Abstract

According to international statistics, Latin America young people are shown concerned by the violence climate in their communities. This paper seeks to identify the role of socioemotional competences as a protection factor against aggressive behaviors in young people. 970 middle school students which inhabit in a context of psychosocial risk were inquired. The results showed that risk perception seems to have bigger impact in men, keeping its predictive level, even when it controls socioemotional capabilities, unlike women. These findings are discussed at the light of other studies in which vulnerability of male sector against communitarian violence is highlighted. Likewise, anger management’s role, interpersonal capabilities and the formation of a positive mood with the aim of suggesting social actions targeted towards violence reduction are pointed out.

Keywords: risk perception; socioemotional competences; aggression; adolescents

Introducción

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa de importantes cambios biopsicosociales que a su vez se ven influenciados por los riegos del entorno que varían de acuerdo a la percepción de los adolescentes. En México los adolescentes se ven expuestos a diversos riesgos sociales que pueden hacerlos más vulnerables a experimentar situaciones de violencia, entre ellos el pandillerismo, narcotráfico, violencia y la accesibilidad a sustancias nocivas para la salud.

Según cifras proporcionadas por la Encuesta Nacional de Identidad y Valores (Flores, 2015), realizada por la Universidad Nacional Autónoma de México, el 52 % de los mexicanos consideran que la inseguridad pública es el principal problema del país y a nivel Iberoamericano, el 33 % de los jóvenes expresan que su mayor preocupación la delincuencia y la violencia (Organización Iberoamericana de Juventud, 2013).

Algunos determinantes de la violencia en los adolescentes están altamente relacionados con el vecindario y la cultura. Un factor de riesgo asociado con el vecindario fue la relación de la percepción de peligro en el vecindario con la internalización de actos o conductas violentas en los adolescentes. Es tal la relevancia y el impacto que tienen los factores de riesgo del vecindario a los que se ven expuestos los niños y adolescentes que autores como Guerra y Dierkhising (2011) prefieren utilizar el término de violencia comunitaria para referirse a todo acto de violencia interpersonal de parte de la comunidad en la que no intervine la familia y que la exposición a la misma puede ser de forma indirecta, como el ver o escuchar un acto violento, así como de forma directa, donde no sólo se presencia sino que se es víctima de un acto violento como tal.

Acero, Escobar-Córdoba y Castellanos (2007) realizaron una revisión documental con estudios realizados entre 1966 y 2006, cuyo objetivo era identificar los factores involucrados en el desarrollo de la violencia juvenil; el ser hombre y el pertenecer a un estrato socioeconómico bajo fueron los principales factores de riesgo asociados con la violencia en niños y adolescentes, aunque también se encontraron como factores ser víctima de violencia intrafamiliar, tener antecedentes de trastornos de conducta, hiperactividad, tener alta irritabilidad e intentos de suicidios, ser parte de pandillas, pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa, consumir sustancias alcohólicas, utilizar armas, tener baja escolaridad y vivir en condiciones de pobreza. También bajo la misma metodología de revisión documental, McDonald y Richmond (2008), señalaron que la exposición crónica a la violencia comunitaria influye sobre las conductas agresivas y el estrés postraumático en adolescentes que habitan zonas urbanas.

En un estudio realizado en América Latina y el Caribe, Buvinic, Morrison y Shifter (1999) consideran factores de riesgo sociales el percibir ingresos de forma desigual, la violencia transmitida por los medios de comunicación, el fácil acceso a las armas y drogas, las normas establecidas socialmente y la ineficiencia de instituciones para el resguardo de la seguridad. Como factores del vecindario influyen el nivel de pobreza, la tasa del crimen, así como las características del ambiente de la comunidad.

Diversos estudios, entre ellos el realizado por Bass y Lambert (2004) indican que la percepción de inseguridad social del medio ambiente del adolescente se ve influenciada por la ubicación geográfica del vecindario donde se vive. Asimismo, indicadores como la delincuencia y la pobreza mostraron importantes variaciones en la percepción del adolescente en la violencia del vecindario. Dichos resultados confirman los hallazgos de Frías-Armenta, López-Escobar y Díaz-Méndez (2003) que, tomando en cuenta el modelo ecológico del desarrollo de la conducta de Bronfenbrenner para realizar la investigación, encontraron que el exosistema, conformado por el vecindario, las relaciones sociales y el área laboral, influye directamente en el microsistema, conformado por la familia y el sistema de creencias, lo que a su vez propicia la violencia en el vecindario.

Frías et al. (2003) y Banda y Frías (2006) señalan que el ambiente del barrio como la involucración en pleitos vecinales, ingesta de alcohol y drogas, así como la presencia de adultos transgresores, influye en la dinámica familiar y este a su vez en la presencia de una conducta antisocial en los adolescentes mexicanos. Esto se debe a que el contexto cultural, permeado de violencia, también influye sobre las relaciones familiares y, por ende en la forma en la que los jóvenes se desenvuelven en su contexto.

Estudio realizado por Villatoro, Domenech, Medina-Mora, Fleiz y Fresán (1997) indica que la percepción de riesgo social, es decir, la forma en la que los jóvenes visualizan que tan segura es su cuidad, la colonia en la que habitan, así como la vulnerabilidad que sienten de ser asaltados, se presenta hasta en un 90 % de los jóvenes que consideran a su ciudad como un espacio inseguro. Esta percepción de inseguridad social relacionada con una menor percepción de riesgo personal representa una alta probabilidad de que el adolescente se involucre en el consumo de drogas. Por su parte, Slatteri y Meyers (2013) concluyen que las conductas violentas en la comunidad representan un alto impacto en la presencia de la conducta antisocial en adolescentes.

Ante este escenario, es importante identificar qué factores pueden funcionar como protectores de los adolescentes que viven en contextos de riesgo psicosocial. El objetivo de este estudio es identificar si además de la percepción de riesgo, las competencias socioemocionales pueden cumplir dicho papel, definiendo a éstas como un conjunto de competencias, habilidades y factores facilitadores que relacionados entre sí determinan nuestra efectividad para entender y expresarnos, comprender a los otros, relacionarnos adecuadamente con ellos y enfrentar los retos (Bar On, 2006). Cabe señalar que hay evidencia de que altos puntajes en inteligencia emocional están relacionados negativamente con la tendencia a involucrarse en conductas agresivas o antisociales (García-Sancho, Salguero y Fernández-Berrocal, 2014; Salovey, Mayer y Caruso, 2005, p. 164). En términos más específicos Lomas, Stough, Hansen y Downey (2012), encontraron una relación negativa significativa entre las conductas agresoras en los contextos escolares y el entendimiento de las emociones de los demás, pero no con el manejo de las propias emociones. Asimismo, se ha observado que específicamente el manejo del enojo tiene un papel mediador en la generación de conductas agresivas (físicas y relacionales) en adolescentes femeninas, incluso en aquellas que han sido víctimas de violencia (Gower et al., 2014).

Por otra parte, estudios con intervenciones para el desarrollo de competencias socioemocionales como la empatía en los estudiantes (Castillo, Salguero, Fernández-Berrocal y Balluerka, 2013) o la promoción de estrategias de enseñanza basadas en el aprendizaje socioemocional, han demostrado reducir significativamente los niveles de hostilidad además de favorecer el trabajo colaborativo (Merwe, 2011).

El objetivo de este trabajo, es identificar la posible influencia que tiene la percepción del entorno comunitario y las competencias socioemocionales para la generación y/o prevención de la violencia escolar.

Método

Participantes

La muestra se obtuvo de manera intencional, no probabilística. Participaron 970 estudiantes de secundaria que residen en comunidades de marginación social en la Zona Metropolitana de Guadalajara. El 50 % fueron hombres y el 50 % mujeres, cuyas edades oscilaban entre los 12 y los 17 años de edad, con una media de 13.7 años.

Instrumentos de evaluación

Se aplicó un breve cuestionario de características sociodemográficas para explorar la edad, género, lugar de residencia y escolaridad de ambos padres.

Para evaluar las competencias emocionales se utilizó el inventario de competencias socioemocionales para adolescentes: EQi-YV (Bar-On y Parker, 2000) adaptado al castellano en México por Ruvalcaba, Gallegos, Lorenzo y Borges (2014). Se trata de un instrumento de 48 ítems que evalúa a través de una estructura tipo Likert, seis factores de las competencias socioemocionales: Adaptabilidad (α = .843), Competencias Intrapersonales (α = .768), Competencias Interpersonales (α = .772), Manejo del Impulso del Enojo (α = .818), Emociones Positivas (α = .731), así como Optimismo y Autoestima (α = .863).

Para identificar la percepción que tiene el adolescente sobre su comunidad se aplicaron las subescalas de riesgo distal, es decir la percepción de peligro en la comunidad (α = .694) y la sensación de seguridad (α = .776), ambas forman parte de la Escala de Inseguridad Social Percibida (Villatoro, Domenech, Medina, Fleiz y Fresan, 1997).

Finalmente, se aplicó la Escala de Conducta Violenta en la Escuela (Little, Henrich, Jones y Hawley, 2003), que diferencia cuatro tipos de agresión en base a dos variables: la forma de agresión (manifiesta o relacional) y las funciones de la misma (reactiva o instrumental): Agresión manifiesta reactiva, Agresión manifiesta instrumental, Agresión relacional reactiva y Agresión relacional instrumental.

Procedimiento

Previa obtención del consentimiento informado por parte de las autoridades del plantel, se procedió a la aplicación de manera grupal de los instrumentos. La información se sistematizó con el paquete estadístico SPSS v.21.

Resultados

Considerando que algunos de las variables utilizadas en este estudio, han demostrado presentar diferencias significativas entre los géneros, en la Tabla 1, se muestran los datos significativos con el respectivo análisis de la varianza (ANOVA). Se puede observar que las mujeres se sienten más seguras en sus comunidades, así como también perciben mayores habilidades interpersonales, más vivencias de emociones positivas, pero menos optimismo y autoestima. Finalmente, y concordante con los estudios de prevalencia, respecto a la agresión, son los hombres quienes puntuaron significativamente más alto que las mujeres en este tipo de conductas.

Tabla 1 Estadísticos descriptivos y análisis de la varianza por género 

Nota. * p < .05. ** p < .01. *** p < .001.

Con el objetivo de identificar la relación existente entre las variables, se realizó un análisis de correlación, cuyos resultados podemos observarlos en la Tabla 2.

Tabla 2 Correlaciones entre las variables percepción de la comunidad y competencias socioemocionales y las conductas agresivas 

Nota. * p < .05. ** p <.01.

Como se puede observar, la percepción de riesgo en la comunidad resulta con una ligera relación significativa con las conductas agresivas para ambos géneros. Por otro lado, cabe destacar que, aunque el coeficiente es bajo, existe una relación negativa entre el sentirse seguro en los escenarios comunitarios como escuela y calle con las conductas agresivas reactivas en las mujeres e instrumental en los hombres. Respecto a las competencias socioemocionales, también se observan correlaciones de bajas a moderadas tanto con la conducta agresiva reactiva como con la instrumental a excepción de las competencias intrapersonales que no guardan correlación alguna.

Finalmente, y con el objetivo de identificar si la percepción de la comunidad y las competencias socioemocionales pueden tener un valor predictivo sobre las conductas agresivas, se procedió a realizar análisis de regresión lineal para ambos géneros.

Como se puede observar en la Tabla 3, la percepción de riesgo en la colonia en la que se vive, aunado a las competencias interpersonales, el manejo del enojo y las emociones positivas predicen en un 20.2 % las conductas agresivas reactivas en los hombres, no obstante, en las mujeres, este nivel se reduce a un 14.9 % y la percepción de riesgo, pierde significancia al controlar las variables de competencias interpersonales y manejo del enojo (Tabla 4).

Tabla 3 Análisis de regresión lineal con las Agresividad Reactiva como variable dependiente en la población masculina 

Variables R2 F β
0.202 19.969**
Percepción de riesgo en la colonia .158***
Adaptabilidad .039**
Interpersonal -.148***
Manejo del Enojo -.342***
Optimismo y Autoestima -.007**
Emociones Positivas -.150**

Nota. *p <.05. ** p <.01. *** p <.001.

Tabla 4 Análisis de regresión lineal con las Agresividad Reactiva como variable dependiente en la población femenina 

Variables R2 F β
0.149 12.007**
Percepción de riesgo en la colonia .066*
Sentirse seguro .005*
Adaptabilidad .021*
Interpersonal -.174**
Manejo del Enojo -.315***
Optimismo y Autoestima -.045**
Emociones Positivas -.018**

Nota. *p<.05, ** p<.01, *** p<.001

Respecto a la agresión instrumental, nuevamente encontramos que la percepción de la colonia como un lugar peligroso, solamente conserva significancia para los hombres (Tabla 5) y en conjunto con la habilidad para manejar el enojo y la vivencia de emociones positivas pueden predecir este tipo de agresión hasta en un 18.3 %, mientras que para las mujeres (Tabla 6) las competencias interpersonales y el manejo del impulso del enojo solo tienen un nivel predictivo de 7.9 %.

Tabla 5 Análisis de regresión lineal con las Agresividad instrumental como variable dependiente en la población masculina 

Variables R2 F β
0.183 15.097**
Percepción de riesgo en la colonia .164***
Sentirse seguro -.003***
Adaptabilidad -.012***
Interpersonal -.051**
Manejo del Enojo -.236***
Optimismo y Autoestima -.101**
Emociones Positivas -.183**

Nota. *p < .05. ** p < .01. *** p < .001.

Tabla 6 Análisis de regresión lineal con las Agresividad instrumental como variable dependiente en la población femenina 

Variables R2 F β
.079 21.215**
Percepción de riesgo en la colonia .076**
Interpersonal -.154***
Manejo del Enojo -.217***
Optimismo y Autoestima .081**
Emociones Positivas -.072**

Nota. *p < .05. ** p < .01. *** p < .001.

Conclusiones

El objetivo de este estudio fue identificar un posible efecto protector tanto de la percepción de seguridad en la comunidad como de las competencias socioemocionales ante la agresividad en los adolescentes que viven en colonias de riesgo psicosocial.

Nuestros resultados indican que como era esperado, las competencias socioemocionales presentan una correlación negativa con la conducta agresiva, como lo muestran otros estudios (García-Sancho, Salguero y Fernández-Berrocal, 2014; Salovey, Mayer y Caruso, 2005, p. 164). No obstante, entre las cuatro variables que mantuvieron su significancia estadística se encuentra el manejo del enojo, coincidiendo también con otros estudios (Gower et al., 2014), aunque hay que señalar que, en nuestros resultados la variable es predictora para ambos géneros. Por otro lado, las competencias interpersonales también aportaron a la varianza de la agresión especialmente en la población femenina mientras que, para los varones, toma relevancia el estado de ánimo positivo.

Un aspecto a destacar, es el efecto diferencial del género y la agresividad, ya explorado en estudios anteriores, por ejemplo, Acero, Escobar-Córdoba y Castellanos (2007) quienes encontraron que para las mujeres los factores familiares de riesgo como la falta de cohesión familiar tienen mayor relevancia que para los hombres. A su vez en el consumo de cigarro, antecedentes de delitos no violentos, así como la presencia de ira fueron factores asociados con la vulnerabilidad a ser victimario en los hombres.

Un dato importante arrojado en nuestros resultados es que la percepción del riesgo en la comunidad, parece sólo impactar a la población masculina, esto nos remite a aspectos diferenciales en los que al parecer al hombre se le incita más a reaccionar con agresividad ante las condiciones de riesgo; no obstante hay que señalar el posible efecto de la victimización en el caso de las mujeres como lo señalan evidencias presentadas por Hijar-Medina, López-López y Blanco-Muñoz (1997), donde los incidentes violentos en las mujeres suceden en tres cuartas partes de los casos en el hogar y en los hombres se presentan en la vía pública.

Estos resultados coinciden también con Buka, Stichick, Birdhistle y Felton (2001), quienes resaltan que el hecho de ser hombre, residente de zonas urbanas y pertenecer a minorías étnicas, potencializan el riesgo que implica la exposición continua a la violencia generando problemas extrenalizantes de conducta, entre ellos la agresión. Gracia, Fuentes y García (2010), encontraron una interacción entre el género y la percepción de riesgo en el entorno inmediato, donde también parece ser mayor la influencia en los adolescentes varones. Al respecto sería importante tomar como prospectiva de investigación, indagar en los efectos que tiene el miedo, en este caso derivado de la percepción de riesgo sobre la agresión, cumpliendo con la función de protección ante la sensación de acorralamiento y la incapacidad para escapar tal, como lo sugieren distintas teorías ya sea desde la perspectiva neurológica como de la psicosocial (Carrasco y González, 2006) y en dónde a los varones responden con agresión ante la victimización de la violencia comunitaria.

Por otro lado, parece evidenciarse el efecto de las competencias socioemocionales que corresponden más al ámbito educativo en casa y en escuela, es decir el entorno inmediato del adolescente y no necesariamente como una acción de su entorno comunitario, al respecto, los estudios previos parecen ser ambiguos en cuanto a las conclusiones respecto a los factores que pueden proteger a los adolescentes frente a la exposición a los vecindarios de riesgo, ya que algunas posturas plasman que son las características familiares como la cohesión y las características de los padres, mientras que en otros estudios estas variables parecen no ejercer un efecto mediador (Buka et. al, 2001; Frías et al., 2003; Gracia, et. al 2010; Sheidow, Gorman, Tolan y Henry, 2001; Slattery y Meyers, 2013).

Considerando que la práctica de las competencias socioemocionales ayuda a mejorar la adaptación al contexto y favorece el afrontamiento exitoso a diversas situaciones de la vida, mejoran en sí la interacción persona-ambiente (Bisquerra y Pérez, 2007), es importante identificar y promover espacios para los adolescentes en la generación de emociones positivas, además de hacer énfasis en la educación emocional y en competencias específicas como la empatía como un factor protector entre la violencia comunitaria y las conductas agresivas.

Como prospectiva de investigación, se sugiere generar otros estudios que incluyan a menores que viven en zonas de menor riesgo psicosocial.

Referencias

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Cómo referenciar este artículo/How to reference this article:Ruvalcaba-Romero, N. A., Murrieta-Cummings, P. y Arteaga-Velázquez, A. (2016). Competencias socioemocionales y percepción de la comunidad ante la conducta agresiva en adolescentes que viven en entornos de riesgo [Socioemotional competences and perception of the community versus the aggressive behavior in adolescents living in risky environments]. Acción Psicológica, 13(2), 79-88. http://dx.doi.org/10.5944/ap.13.2.17816

Received: September 15, 2016; Accepted: November 22, 2016

Correspondencia: Norma A. Ruvalcaba-Romero. Departamento de Psicología, Universidad de Guadalajara. Email: norma.ruvalcaba@cucs.udg.mx

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