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Temperamentvm

versão On-line ISSN 1699-6011

Temperamentvm vol.17  Granada  2021  Epub 27-Jan-2023

 

BIBLIOTECA

La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos, por Nellie Bly. Capitán Swing Libros, Madrid, España, 2018; 431 págs.

Francisco Herrera-Rodríguez

Bly, Nellie. La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos. Madrid, España: Capitán Swing Libros, 2018. 431p.

Nellie Bly en un frenopático de Nueva York (1887)

En la infancia y en la adolescencia descubrimos a escritores como Mark Twain, Julio Verne o Emilio Salgari; pero más que en los nombres de estos autores, reparábamos en los de sus personajes, que llenaron tantas horas de lecturas y ensoñaciones: Tom Sawyer, Huckleberry Finn, Sandokan, etc. En mi caso, ya en la edad adulta, reafirmé mi devoción por Mark Twain con algunos de sus libros como Pasando fatigas; releí también novelas de Julio Verne, y descubrí que las aventuras de Sandokan/Salgari estaban inspiradas muy libremente en la figura de Carlos Cuarteroni, que tan magistralmente biografió Alicia Castellanos Escudier en su libro Cuarteroni y los piratas malayos (1816-1880). Todo esto que digo, como dice Fernando Savater, es la infancia recuperada (Savater, 2004), y es que la literatura todo lo hace posible.

El lector de esta reseña se preguntará por qué traigo a colación a estos autores y estas obras, sencillamente porque he tenido la fortuna de encontrar un libro que me ha llevado a sentir sensaciones similares a las que me han ofrecido y me ofrecen los escritores citados. Ese libro está firmado por Nellie Bly y se titula La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos…, obra que ha sido traducida al castellano por Silvia Moreno Parrado y que cuenta con un prólogo de Maureen Corrigan, y una esclarecedora introducción y notas de Jean Marie Lutes.

Elizabeth Jane Cochran, más conocida por el seudónimo de Nellie Bly, [Figura 1] nació en 1864 en Cochran's Mills (Pensilvania) y falleció en Nueva York en 1922. Nellie Bly no puede dejar indiferentes a los lectores de este libro, que contiene un puñado de reportajes periodísticos que realizó durante varios años de su vida, quizás el más conocido es el que da título a esta publicación, en el que nuestra periodista realizó un viaje alrededor del mundo en 72 días (1890), batiendo la marca establecida en la ficción por Phileas Fogg, mítico personaje de Julio Verne, de su novela La vuelta al mundo en 80 días; por cierto, no se pierdan en el libro que reseñamos el capítulo impagable en que Nellye Bly se entrevista con Julio Verne.

Figura 1. Nellie Bly en la contraportada de La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos…

En este libro de Bly, también leemos artículos y reportajes como corresponsal en México del periódico Pittsburg Dispatch (1886), o sobre la vida de las obreras en una fábrica de cajas (1887), o el papel de la mujer en la política (1888) o su labor como reportera de guerra en Europa durante la I Guerra Mundial (1914-1915), en esta labor periodística también fue pionera la almeriense Carmen de Burgos ("Colombine").

En más de una ocasión para realizar sus reportajes, Nellie Bly, se inventó personajes, infiltrándose en agencias de colocación como criada que busca trabajo para denunciar las prácticas corruptas, como obrera en una fábrica o como madre soltera que pretende vender a su hijo. No ha faltado quien la ha calificado como pionera del periodismo, pero también como aventurera y referente del feminismo.

En esta reseña no podemos detenernos en el análisis de cada uno de los capítulos del libro; pero sí debemos hacerlo particularmente con uno, que puede tener interés para las páginas de Temperamentvm, me refiero a los dos reportajes enmarcados en el capítulo "En el manicomio", realizados en el año 1887, y que llevan por título "Tras los barrotes del sanatorio" y "Dentro del manicomio", trabajos que realizó para el New York World de Joseph Pulitzer. Nellie Bly se infiltró durante 10 días en el frenopático de mujeres de Blackwell's Island. Merece la pena repasar algunas cuestiones reflejadas, ya que contienen apuntes descarnados sobre la citada institución manicomial, también sobre los profesionales (médicos y enfermeras), sobre la higiene, la alimentación e incluso el maltrato físico. No podemos olvidarnos aquí del excelente artículo "El debate en torno a los manicomios entre los siglos XIX y XX: el caso de Nellie Bly", publicado por Pérez-Fernández y Peñaranda Ortega (2017), autores que estudian las prácticas de internamiento en instituciones mentales, poniendo ejemplos concretos, extraídos del informe periodístico de Nellie Bly.

Uno de los aspectos más rocambolescos del reportaje de la periodista estadounidense, realizado cuando tiene tan solo 23 años de edad, es la trama que urde para que la tomen por loca y la ingresen en el manicomio sin levantar sospechas, inventando incluso un nuevo seudónimo: Nellie Brown. Peripecia que ha traído a mi memoria a Floriano y Erifila, personajes de Los locos de Valencia, de Lope de Vega, que sin estar enfermos y por diferentes motivos, terminan en el referido hospital, pero esto es otra historia. Lo que importa es que Nellie se va a vivir a una casa de huéspedes para obreras del Lower East Side, simulando allí extraños comportamientos, algunos de ellos ensayados ante un espejo, que alarmaron a las inquilinas y a la encargada de la casa que no dudó en llamar a la policía, de allí fue conducida al tribunal de Essex Market, ante el juez Duffy, y de allí al ala psiquiátrica del hospital Bellevue, donde la declaran "loca sin remedio", destinándola finalmente al frenopático de Blackwell's Island donde permanecerá recluida durante 10 días, convirtiéndose en observadora pero también en sufridora de los comportamientos y prácticas que allí eran tan frecuentes, denunciados en el reportaje que comentamos, que por cierto a pesar de haber pasado más de 130 años desde que fue publicado no deja de sorprendernos por la valentía, la capacidad de observación y la eficacia narrativa de la autora, también como testimonio histórico.

Todo hay que decirlo, Bly fue examinada al menos por cuatro médicos; algunas de las exploraciones y anamnesis son lamentables, incluyendo coqueteo entre médico y enfermera; ejemplo de que más o menos allí importaba poco la persona una vez sentado el diagnóstico inapelable de "loca", así difícilmente se podría salir de la "ratonera", esa ratonera en que la esperanza y la caridad parecen palabras innombrables. Leamos a nuestra periodista:

El frenopático de Blackwell's Island es una ratonera para humanos. Es fácil entrar, pero, una vez, dentro, es imposible salir. Yo había intentado que me internaran en los pabellones de las violentas, la Cabaña y el Retiro, pero, tras conseguir el testimonio de dos mujeres cuerdas, decidí no arriesgar mi salud -ni mi pelo-, así que no me puse violenta.

Uno de los apartados que no podemos dejar de apuntar en esta reseña es el que concierne a los médicos y enfermeras; en el caso de los médicos aparecen con nombres y apellidos, son identificados por el paciente trabajo de anotación que realiza en este libro Jean Marie Lutes. Aparecen citados, en ocasiones, de forma muy crítica por sus comentarios y comportamientos, estos son: James F. O´Rourke, Matthew Dickenson Field, E.C. Dent, y también Frank H. Ingram, que terminaría siendo amigo de Nellie Bly, que deja una descripción muy favorable de su persona:

Vi que era bueno con las desamparadas que tenía a su cargo. Cuando empecé con mis quejas habituales sobre el frío, hizo llamar a la señorita Grady a su despacho y le ordenó que diera más ropa a las pacientes.

En cuanto a las enfermeras normalmente son citadas por sus apellidos: Señorita Ball, Señorita Scott, Señorita Gruppe, Señorita Grady y Señorita Burns, de esta última deja un testimonio agradecido:

Quisiera dejar claro que la enfermera nocturna, Burns, del pabellón 6, se comportaba con bondad y paciencia con la gente pobre y desgraciada.

Es inevitable que al leer el número de este pabellón venga a la memoria un gran libro de Chéjov: El pabellón número 6, que merece ser leído y releído; pero a lo que íbamos, también recibe elogios la asistenta Mary, no todo se circunscribe a las descripciones negativas, aunque abundan. Otras enfermeras, en cambio, salen mal paradas, bien porque insultan o provocan a las pacientes, o responden a las quejas con brusquedad diciendo que donde están es en una institución benéfica y que no se puede esperar mucho más; muy duro, pero a algunas las califica de "…perezosas y tiránicas". No faltan las agresiones a las pacientes, tanto por parte de enfermeras como de médicos. Incluso señala un hecho relevante: la utilización de mujeres ingresadas para limpiar el hospital:

…no eran las asistentes quienes mantenían la institución en tan buenas condiciones para las pobres pacientes, como había pensado, sino las propias pacientes, que lo hacían todo ellas mismas, hasta limpiar los dormitorios de las enfermeras y encargarse de su ropa.

Y otra cuestión, una equiparación/estigmatización: loco/criminal. Impresionante como describe a las enfermas "violentas", que salen atadas unas a otras como presas:

Algunas chillaban, otras maldecían, otras cantaban, rezaban, o imploraban, según les diera, y conformaban el conjunto humano más miserable que jamás hubiera visto. Cuando el estrépito de su presencia se atenuó en la distancia, llegó otra visión que nunca podré olvidar: una larga cuerda atada a cinturones anchos de cuero, bien asegurados alrededor de las cinturas de cincuenta y dos mujeres…

Nellie Bly, en esta crónica que podríamos calificar de terriblemente goyesca (me acuerdo ahora del célebre cuadro manicomial del pintor de Fuendetodos), deja constancia del frío, de la falta de ropas que abrigan o de una calefacción que no funciona hasta el mes de octubre, también de los ruidos nocturnos que impiden el descanso: gritos, enfermeras hablando en voz alta, ruido de tacones y de las cocinas donde se fríen huevos. Apunta detalladamente los alimentos que reciben las ingresadas y los que reciben médicos y enfermeras. Y la supuesta higiene de las pacientes, sin cambiar el agua, utilizando las mismas toallas y los mismos peines, más detalles para el lector interesado en el capítulo titulado "En el baño".

Permítanme, antes de terminar esta reseña, que transcriba algunas líneas que pueden servir de contexto. Se ha dicho que las tensiones nacidas de la Guerra Civil (1861-1865):

…dieron nuevos bríos a los reformadores y pusieron en manos de los servicios públicos recursos y razones de ser; antes de que terminara el decenio siguiente, todos los estados de la Unión, menos dos, contaban por lo menos con un gran hospital para alienados. Sin embargo, cuando los Estados Unidos llegaron a tener 50 millones de habitantes, según el censo federal de 1880, había más de 41.500 locos en los asilos y dos veces más en los hospicios de caridad. En el transcurso de los cuarenta años siguientes, diagnósticos orientados hacia una causalidad orgánica recusaron los fines terapéuticos y los pronósticos optimistas que predominaban en 1843 y 1844… (Postel y Quétel, 1987).

Estos autores han señalado también, y creemos que en este contexto deben leerse estas crónicas de Nellie Bly, la mala reputación de estos asilos, sobre los que antiguos internos hicieron denuncias por los abusos sufridos en el seno de los mismos. También se ha señalado que en los Estados Unidos hubo una transformación gradual que condujo desde el optimismo de la terapia moral a una preocupación por la seguridad y "un consiguiente uso de sedantes", cayendo la calidad de los cuidados (Porter, 2003); en este sentido tampoco faltan alusiones en las crónicas de Bly sobre la utilización, por ejemplo, de medicaciones como el cloral y la morfina.

Esta mujer de 23 años de edad, Nellie Bly, afirmó: "¡La locura! No hay nada que sea la mitad de horrendo". Y si son pocos los ejemplos que hemos citado, añade aún más en este párrafo:

Quisiera que los médicos expertos que me condenan por mis acciones, esas acciones que han demostrado su capacidad, tomen a una mujer totalmente cuerda y sana, la encierren y la obliguen a estar sentada desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche en bancos de respaldo recto, que no le permitan hablar ni moverse durante esas horas, que no le den nada para leer ni le dejen saber nada del mundo ni lo que pasa en él, que le den comida mala y la traten con severidad, y que vean cuánto tarda en volverse loca. En dos meses sería un auténtico desastre físico y mental.

Nellie Bly compareció ante el Gran Jurado y su trabajo tuvo consecuencias prácticas, aunque quizás no todas las que ella habría querido: "…hay algo que me consuela: gracias a mi testimonio, la comisión presupuestaria aporta un millón de dólares más que antes para el tratamiento de los enfermos psiquiátricos".

Cuántas veces a lo largo de mi vida de docente habré explicado las figuras de Joan Gilabert Jofré o de Philippe Pinel, y sus aportaciones a la humanización de la asistencia a los enfermos mentales; ahora al leer este libro de Elizabeth Jane Cochran, Nellie Bly, creo que merece también ser incluida en las programaciones docentes de asignaturas como "Historia de la Enfermería" e "Historia de la Medicina", para que las/los estudiantes analicen su testimonio, escrito en 1887 cuando tenía tan solo 23 años de edad. Claro que sí merece la pena, pero no solo para que lo lean estudiantes y profesionales, también para que sea leído por las ciudadanas y los ciudadanos.

A vuela tecla, y ya para terminar, pienso que esta obra de Elizabeth Jane Cochran, Nellie Bly, es un precedente de libros como Notas desde un manicomio de Christine Lavant, Alguien voló sobre el nido del cuco de Ken Kesey, Mi viaje alrededor de la locura de Ángel María de Lera o Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena, y estos son solo unos cuantos ejemplos que han pasado por mi vida de lector, seguro que se pueden añadir muchos más. Vale.

Bibliografía

1. Pérez-Fernández, Francisco y Peñaranda-Ortega, María (2017). El debate en torno a los manicomios entre los siglos XIX y XX: el caso de Nellie Bly. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq.;37(131):95-112. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352017000100006 [acceso: 15/02/2021] [ Links ]

2. Porter, Roy (2003). Breve historia de la locura. Madrid: Turner. [ Links ]

3. Postel, Jacques; Quétel, Claude (1987). Historia de la Psiquiatría. México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

4. Savater, Fernando (2004). La infancia recuperada. Madrid: Alianza editorial. [ Links ]

Recibido: 22 de Febrero de 2021; Aprobado: 01 de Marzo de 2021

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