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Temperamentvm

versão On-line ISSN 1699-6011

Temperamentvm vol.18  Granada  2022  Epub 17-Abr-2023

https://dx.doi.org/10.58807/tmptvm20225137 

ARTÍCULOS

Revisión de la obra sanitaria de Fernando Camúñez del Puerto (1883-1952)

Review of the sanitary work by Fernando Camúñez del Puerto (1883-1952)

Francisco Herrera-Rodríguez1  , David Ogalla-Castro2  , Antonio Jesús Marín-Paz3 

1Facultad de Enfermería y Fisioterapia, Universidad de Cádiz. Cádiz, España

2Unidad de quirófanos de partos, Hospital Universitario de Jerez de la Frontera. España

3Facultad de Enfermería, Departamento de Enfermería y Fisioterapia, Universidad de Cádiz. Algeciras, España

Resumen

En este trabajo presentamos la biografía académica y el estudio de las publicaciones científicas realizadas por Fernando Camúñez del Puerto (1883-1952), incluyendo su tesis doctoral sobre la leishmaniasis, defendida en 1913 y publicada al año siguiente. Exponemos también sus cargos profesionales en el Laboratorio Municipal de Higiene, el Instituto Provincial de Higiene y la Facultad de Medicina de Cádiz. En esta última institución fue Escultor Anatómico y profesor de Histología. Concluimos nuestro estudio aportando documentación sobre los últimos años de su vida y su enfermedad, relacionada con su ejercicio profesional.

Palabras clave: Fernando Camúñez del Puerto; Cádiz; Laboratorio Municipal; Instituto Provincial de Higiene; Facultad de Medicina; Sanidad; Leishmaniasis

Abstract

In this work, we present the academic biography and the study of the scientific publications made by Fernando Camúñez del Puerto (1883-1952), including his doctoral thesis on leishmaniasis, defended in 1913 and published the following year. We also present his professional positions in the Municipal Laboratory of Hygiene, the Provincial Institute of Hygiene and the Faculty of Medicine of Cadiz. In this last institution, he was an Anatomical Sculptor and Professor of Histology. We conclude our study by providing documentation on the last years of his life and his illness, related to his professional practice.

Keywords: Fernando Camúñez del Puerto; Cadiz; Municipal Laboratory; Provincial Institute of Hygiene; Faculty of Medicine; Health; Leishmaniasis

Introducción

La historia de la sanidad en la provincia de Cádiz, en la primera mitad del siglo XX, cuenta ya con una serie de estudios centrados en diversas perspectivas de la misma. A pesar de esto, aún es necesario profundizar en esta línea de investigación, especialmente en la vertiente de instituciones sanitarias, epidemias, endemias, y profesionales sanitarios.

En líneas generales, se debe destacar que la ciudad de Cádiz a principios del siglo XX, especialmente a través de la Cruz Roja, seguía asistiendo a soldados procedentes de la Guerra de Cuba.1 No obstante, la falta de infraestructuras sanitarias en la misma, determinaron la necesidad de la construcción de un nuevo hospital que pudiese atender a toda la población de Cádiz evitando la fragmentación hospitalaria local durante la segunda mitad del siglo XIX, toda vez que sirviese de referencia provincial para la atención sanitaria especializada y traslados hospitalarios. Así, en 1904, coincidente en año con la Ley de Instrucción General de Sanidad, abrió sus puertas el Hospital de Mora.2

A medida que se desarrollaba la medicina preventiva en el país, junto con el proyecto de “demostración sanitaria” en Cáceres,3,4 se constituyeron las brigadas sanitarias provinciales que, junto con la publicación de los Reglamentos Provinciales y Municipales de Higiene en 1925, determinaron la creación del Instituto Provincial de Higiene de Cádiz a finales del mismo año,5 aspecto sobre el que insistiremos en este artículo. Ello implicaba un centro especialmente dedicado a la detección, diagnóstico y prevención de las enfermedades “evitables” que asolaban a la población hasta entonces.6 Asimismo, su actividad estaría reforzada por la existencia de Centros de Higiene Rural y dispensarios antipalúdicos, entre otros.

No podemos olvidar que incluso, en la ciudad de Cádiz, la viruela estuvo presente, como por ejemplo en la epidemia de 1924,7 estableciéndose una serie de medidas preventivas.I Además, en pro de mejorar la asistencia sanitaria, se establecieron una serie de instrucciones por correo a los Inspectores municipales, así como secretarios de las Juntas municipales de Sanidad, que fueron publicadas en el Boletín Oficial del 13 de agosto de 1925.II,8

De hecho, en parte, esta red de infraestructuras sanitarias en la provincia fue consecuencia de la aparición de continuos brotes epidémicos desde el último cuarto del siglo XIX hasta la posguerra española.9 Asimismo, se debe destacar que, en las localidades rurales, junto con la campiña de Jerez de la Frontera, se concentraba la mayor morbilidad y mortalidad por enfermedades transmitidas por vectores, siendo especialmente el paludismo la más frecuente.10 Aparte de las consecuencias que provocó la epidemia de gripe española en la provincia, especialmente en Cádiz y Vejer de la Frontera,11-13 no podemos olvidar tampoco la provocada por el tifus exantemático, en la que jugaron un papel determinante como vectores los piojos, afectando a la población de varias ciudades de la provincia de Cádiz entre 1942-1945.1,14,15

En la parcela referida a los profesionales sanitarios, no fueron pocos quienes se dedicaron a la labor preventiva de estas enfermedades infecciosas, pero encontramos que la vida y la obra sanitaria de Fernando Camúñez del Puerto (1883-1952), junto con su actividad docente y de laboratorio para el análisis y diagnóstico de enfermedades parasitarias, ha contado con poca atención hasta el momento, salvo excepciones muy concretas en que se ha catalogado alguna de sus obras, se ha presentado su perfil biográfico, o se ha relacionado su influencia en alguna figura de la sanidad de la provincia de Cádiz.16-17 Por este motivo, pensamos que es necesario estudiar su producción científica y sus aportaciones a la sanidad gaditana.

Nos proponemos, pues, con este trabajo desarrollar una síntesis biográfica que acerque a la realidad sanitaria y preventiva en la provincia de Cádiz durante la primera mitad del siglo XX, referida a su trayectoria como profesional de la sanidad y también como profesor de la Facultad de Medicina.

Metodología

Se trata de un estudio cualitativo de carácter biogŕafico, basado en la hermenéutica, el análisis documental de las fuentes de información historiográficas y la historia oral.18-21

En cuanto a los registros consultados en el estudio, hemos recurrido a la documentación existente en el Archivo de la Universidad de Cádiz (AUCA), en el Archivo Histórico Municipal de Cádiz (AHMC), en la Biblioteca José Celestino Mutis (BJCM), en la Biblioteca Pública Provincial de Cádiz (BPPC) y en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (BFMUCM). Asimismo, se ha consultado el Archivo personal de su hija doña Matilde Camúñez Benjumea (AMCB), con la que hemos mantenido entrevistas personales o telefónicas. Asimismo, se ha utilizado documentación del Archivo de Francisco Herrera Rodríguez (AFHR).

Desarrollo

Síntesis biográfica

Fernando Camúñez del Puerto nació en San Fernando (Cádiz), el 8 de febrero de 1883.III Su padre era el conocido médico y poeta Servando Camúñez Echeverría.22,23

La localización de su certificado académico del Instituto de Cádiz, nos permite conocer sus estudios de bachillerato, por este documento sabemos que verificó el examen de ingreso, con la calificación de aprobado, en el Instituto de Jerez el 28 de septiembre de 1892. Las asignaturas del bachillerato las cursó entre los años académicos 1892-93 y 1896-97; verificó los ejercicios del grado de Bachiller, en el Instituto de Cádiz, el 28 de junio de 1897, con la calificación de Aprobado. Estudió los idiomas alemán y francés en los cursos académicos que abarcan de 1894-95 a 1897-98.IV

Y llegó el momento de ingresar en la Facultad de Medicina de Cádiz. Cuando lo hace, en el curso académico 1898-99, la carrera tiene una primera parte de “estudios preparatorios”, con las asignaturas de “Ampliación de la Física”, “Química General”, “Mineralogía y Botánica” y “Zoología”. En todas ellas obtuvo la calificación de Aprobado, excepto en Mineralogía y Botánica, que consiguió la de Bueno. Una vez superadas estas materias comenzó la licenciatura. En el primer año, en el curso académico 1899-1900, estudió Anatomía, Histología e Histoquímica y Disección. En el curso 1900-1901 se matriculó de Anatomía de 2º, técnica de 2º, Fisiología e Higiene Privada. En el curso 1901-1902 se enfrentó a la Patología General, a la Terapéutica y Anatomía Patológica. En 1902-1903 cursó Patología Quirúrgica, Patología Médica, Obstetricia, Anatomía Quirúrgica y Oftalmología. En 1903-1904 se matriculó en Clínica Médica 1º curso, Clínica Quirúrgica 1º curso, Clínica de Obstetricia y Enfermedades de la Infancia. Y en el año académico 1904-1905 cursó la Clínica Médica 2º curso, Clínica Quirúrgica 2º curso, Higiene y Medicina Legal. En el mes de junio de 1905 concluyó la carrera. En su expediente se pueden consultar dos ejercicios manuscritos, relacionados precisamente con los ejercicios finales de la licenciatura, ambos fechados y firmados en Cádiz en junio de 1905. Estos son: el tema 41 (“Síntomas y diagnóstico de la tuberculosis pulmonar crónica de forma ulcerosa en los distintos períodos de su evolución”) y el tema 2 (“Conformación exterior, conexiones, estructura del hígado. Aparato biliar excretor”).IV

Debemos añadir que durante la carrera ejerció el cargo de alumno interno numerario, por oposición, con destino en la cátedra de Medicina Legal, donde obtuvo previamente la mejor calificación en su expediente, puesto en el que tomó posesión el 7 de enero de 1904 y cesó el 10 de junio de 1905, “por haber verificado los ejercicios del grado de licenciado en Medicina y Cirugía”. En estos ejercicios obtuvo la calificación de Sobresaliente, obteniendo el premio extraordinario de la licenciatura mediante oposición.III

Así, pues, comprobamos que Fernando Camúñez realizó la carrera entre los años 1898 y 1905, siendo un alumno que mantuvo la regularidad con calificaciones generalmente de Aprobado, algunas calificaciones de Bueno y Notable, y un Sobresaliente en la asignatura de Medicina Legal, disciplina en la que hemos apuntado que fue alumno interno numerario [Figura 1].

Fuente: AMCB.

Figura 1. Fernando Camúñez del Puerto (1883-1952). Fotografía realizada por “Cepillo”, en torno a 1905. 

Años más tarde, en 1913, se doctoró en la Universidad Central de Madrid, cuestión que abordaremos en otro apartado de este artículo. Sabemos también que desde abril de 1912 hasta marzo de 1914 ejerció como médico supernumerario del Hospital de la Misericordia y de San Juan de Dios de Cádiz, así como médico de guardia en el Hospital de Mora de Cádiz. Fue vocal de la sección técnica de la Junta Provincial de la lucha antituberculosa y, por oposición, perteneció al Cuerpo de Médicos Titulares. Un detalle más en cuanto estudios es que consiguió el título de Inspector Municipal de Sanidad, que fue expedido por el Director General de Sanidad, con fecha de 11 de junio de 1927.III

Si estudiamos con atención los documentos de su expediente profesional en el Archivo de la Universidad de Cádiz, observamos que su labor profesional estuvo centrada en tres instituciones concretas: la Facultad de Medicina de Cádiz, el Laboratorio Municipal y el Instituto Provincial de Higiene.

En la Facultad de Medicina, al finalizar sus estudios de licenciatura, ganó por oposición una plaza de Ayudante Escultor Anatómico, tomando posesión de la misma el 1 de julio de 1905, ejerciendo este puesto durante décadas. En 1914, durante varios meses, ejerció como Auxiliar interino gratuito en la Facultad, aunque en ese mismo año, en el mes de diciembre tomó posesión de Auxiliar interino, a propuesta del claustro, ejerciendo este puesto durante 4 años, 8 meses y 15 días. En agosto de 1919 tomó posesión como Auxiliar temporal y fue confirmado en dicho cargo por una Real Orden de 6 de julio de 1920, ejerciéndolo durante tres años, 8 meses y 15 días. En este puesto tuvo una prórroga por Real Orden de 1 de mayo de 1924, cesando “por orden de la Superioridad” el 30 de septiembre de 1928. Es interesante resaltar que como Auxiliar Temporal sustituyó en distintas ocasiones en las cátedras de Patología General, Fisiología Humana, Higiene y Prácticas de Bacteriología Sanitaria. En lo que se refiere a la cátedra de Histología, Histoquimia y Anatomía Patológica, por excedencia del catedrático, Fernando Camúñez ejerció la docencia desde el 27 de mayo de 1916 hasta el 11 de enero de 1918. Posteriormente, al estar vacante esta cátedra, la ejerció durante un período largo desde el 1 de octubre de 1923 hasta el 20 de febrero de 1928. Sabemos también que realizó una oposición para la plaza de Auxiliar Numerario del grupo 3º (Fisiología e Higiene), en la Facultad de Medicina, obteniendo dos votosIII [Figura 2].

Fuente: AMCB.

Figura 2. Fernando Camúñez del Puerto realizando estudios microscópicos. 

En lo que se refiere al Laboratorio Municipal de Cádiz, ingresó como Auxiliar Meritorio el 24 de febrero de 1906, manteniéndose en esta condición durante 2 años, 10 meses y 7 días, hasta que el 1 de enero de 1909 tomó posesión como Auxiliar Numerario hasta el 1 de septiembre del referido año en que alcanzó la Jefatura de la Sección de Micrografía, puesto en el que cesó voluntariamente en enero de 1925.III Es preciso destacar que en este puesto Fernando Camúñez recibió elogios de la superioridad, en septiembre de 1924, concretamente por la Delegación de Beneficencia y Sanidad. Leamos:

El estudio realizado por la Sección Bacteriológica de ese Centro de su digna dirección, sobre vacunas, acredita una vez más el celo y competencia tantas veces probada del personal técnico que lo forma, y muy singularmente del Jefe de dicha Sección D. Fernando Camúñez del Puerto, al que ruego a V.S. haga llegar mis plácemes más sinceros por tan notable trabajo, plácemes que el Sr. Alcalde me ruega transmita también en su nombre”.V

En lo que se refiere al Instituto Provincial de Higiene, tomó posesión en noviembre de 1925 en el puesto de Director Técnico Interino de la citada institución, cargo que mantuvo hasta el 1 de febrero de 1926, en que cesó por encargarse de este puesto el Inspector Provincial de Sanidad, quedando entonces Fernando Camúñez como Subdirector Técnico Interino, durante tres meses. Tomó posesión el 30 de junio de 1926, tras ganar la oposición, de la plaza de médico del Instituto Provincial de Higiene, puesto en el que cesó por excedencia voluntaria el 1 de marzo de 1927.III

Hemos señalado más arriba que los reglamentos provinciales y municipales, en 1925, determinaron la creación del Instituto Provincial de Higiene a finales del mismo año.5 Este período de creación tuvo que pasar por diversas vicisitudes hasta su constitución definitiva, no debió ser fácil dotar al Instituto de un local propio con los medios suficientes para realizar su importante tarea, esto queda reflejado en una Memoria de la Provincia que abarca de los años 1923 a 1928,VI de la que extraemos el siguiente párrafo:

Preocupación primordial fue a la par que cumplir obligatorio precepto, dotar a la provincia de los más elementales medios de prevención y defensa contra las enfermedades infecciosas y así se ha llegado a la constitución del Instituto Provincial de Higiene, el que inaugurado en Enero de 1927, y regido en la actualidad por la reglamentaria Junta Administrativa, posee adecuados y suficientes laboratorios de bacteriología, vacuna química, tratamiento antirrábico, producción local de vacuna antivariólica, parque de desinfección y transporte con dos ambulancias, estufa de vapor a presión sobre chasis automóvil y cuantiosos medios de material, hasta la suma de 180.000 pesetas, a más de un edificio propio donde se han de instalar los servicios en el centro de la población en unión de los del Dispensario antivenéreo de la Junta Provincial de Sanidad (…). La labor desarrollada por el Instituto y sus diversas estaciones locales, se ha concretado al análisis de productos patológicos, aguas, alimentos, desinfecciones y transporte de enfermos y muy especialmente la vacunación antivariólica, con el suministro de noventa mil dosis en 1928, tratamientos antirrábicos que desde su inauguración llegan a la respetable cifra de 165, y la lucha antipalúdica, con un total de 1.800 enfermos asistidos en 1928, y un reparto gratuito de treinta kilos de quinina en la campaña de la misma época”.VI

En cuanto a Fernando Camúñez, sabemos que el 14 de febrero de 1928 tomó posesión de la plaza de Jefe de la Sección de Bacteriología y Vacunación del citado Instituto.III En la década de los treinta colaboró estrechamente con el entonces director del Instituto Provincial de Higiene de Cádiz, Leonardo Rodrigo Lavín.5,17 Aunque ya colaboró estrechamente con él, años antes, con motivo de la Real Orden de 25 de febrero de 1914, sobre la información estadística de la lepra en la provincia de CádizIII [Figura 3].

Fuente: AMCB.

Figura 3. Fernando Camúñez del Puerto, a la derecha, en el Instituto Provincial de Higiene de Cádiz (calle Soledad nº.12). Años treinta. Junto a él: Leonardo Rodrigo Lavín (1867-1950), director del Instituto en esa época. 

Cuando falleció Fernando Camúñez, tema sobre el que volveremos en el apartado final de este artículo, seguía manteniendo relación laboral tanto con la Facultad de Medicina, donde recuérdese que muy tempranamente había ganado una plaza de Escultor Anatómico, y con el Instituto Provincial de Higiene.

Aunque en esta síntesis biográfica, no podemos olvidar que, dadas sus cualidades artísticas, ejerció puntualmente algunos puestos, por ejemplo: Ayudante meritorio de Anatomía pictórica de la Escuela de Bellas Artes de Cádiz (1909); Ayudante meritorio de la Sección de Escultura (1910); Ayudante meritorio de la Escuela Industrial de Cádiz (1912); Profesor interino en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz (1913-1914) y Ayudante meritorio de la Escuela Industrial y Artes y Oficios de Cádiz (1917).III

Procedemos a continuación a comentar sus publicaciones de carácter sanitario.

La tesis doctoral sobre los protozoos parásitos del género Leishmania y las leishmaniosis (1914)

Fernando Camúñez publicó su tesis doctoral en 1914, pero la defendió en la Facultad de Medicina de Madrid el día 3 de julio de 1913, ante un tribunal compuesto por los siguientes profesores: Presidente (Francisco Criado Aguilar); Vocales: Antonio Fernández Chacón, Gustavo Pittaluga Fattorini, Enrique Pérez Zúñiga; y secretario: Ricardo Becerro.VII Camúñez presentó una revisión bibliográfica del tema y debe tenerse en cuenta que tiene presente en el tribunal a uno de los grandes especialistas en esta cuestión: Gustavo Pittaluga Fattorini (1876-1956). El propio Camúñez destaca que en España están haciendo experiencias con los parásitos hallados, los doctores Pittaluga, García del Diestro y Vilá, “teniendo inoculados perros (por vía intrahepática), de cuyos resultados todavía no tenemos noticias”.VII La calificación fue de Aprobado [Figura 4].

Fuente: AMCB.

Figura 4. Portada de la tesis de Fernando Camúñez del Puerto, defendida en 1913 y publicada en 1914. 

Es sabido que William B. Leishman (1865-1926), en 1901, descubrió el parásito que produce la enfermedad, publicando su hallazgo en 1903, fecha en que Charles Donovan (1863-1951) consiguió el hallazgo de este parásito. De ahí el nombre de este protozoo como Leishmania Donovani. En 1903, James H. Wright identificó en la India otra especie de protozoo, la Leishmania tropica, responsable de una de las leismaniasis cutáneas, y más adelante se hallaron nuevas leishmanias causantes de formas cutáneas. Fue en 1911 cuando Charles Morley Wenyon (1878-1948), comprobó experimentalmente que las moscas del género Phlebotomus transmiten al hombre el parásito (en las formas cutáneas). Posteriormente, se conoció que insectos del mismo género transmiten la leishmania de la forma visceral, tanto al hombre como a ciertos animales que actúan como reservorios.24

Lo primero que plantea Camúñez es que los parásitos del género Leishmania son protozoos que, aunque presentan caracteres comunes con los flagelados, poseen caracteres de gran afinidad con los parásitos endoglobulares y endocelulares, y muy especialmente con los Piroplasmas. Plantea el problema de la determinación de su verdadera situación taxonómica, ya que Mesnil y Brimont han descrito un parásito endoglobular, muy parecido a los tripanosomas, denominado Endotrypanum Schaudinni, como tipo de paso entre los hemosporidios y flagelados. Por este motivo Camúñez se pregunta si pudieran incluirse con estos e independizarse constituyendo un orden intermedio entre flagelados y hemosporidios.VII

Expone que las leishmanias habitan en el huésped vertebrado, incluidas en el protoplasma de las células; pero con predilección, en la médula ósea, en el bazo, en las grandes células macrófagas, en las células hepáticas, en las endoteliales vasculares tanto hepáticas como esplénicas y ganglionares linfáticas, en las epiteliales del tegumento externo y de las mucosas del aparato digestivo y primeras porciones del respiratorio, también se han encontrado incluidos en algunos leucocitos polinucleares y se supone que también pueden parasitar los glóbulos rojos.VII

Describe tres especies de leishmanias, causantes “de otros tantos procesos morbosos”: Leishmania Donovani, Leishmania trópica y Leishmania infantum. La primera de ellas “fue descubierta simultáneamente por Leishman y Donovan (en Madras) en el año 1903”.VII Estas tres especies de parásitos, según expone Camúñez, producen en el hombre tres procesos patológicos, de los cuales, dos ellos, siempre graves, han sido confundidos antes del hallazgo de Leishman y Donovan de una parte, y de Pianese y Nicolle de otra, como formas caquécticas del paludismo, leucemias, pseudoleucemias esplenomegálicas, anemias esplénicas, etc. No olvida destacar que Pittaluga, catedrático de Parasitología de la Universidad Central de Madrid, descubrió varios casos de Leishmaniosis por Leishmania infantum, en Tortosa, en agosto de 1912.VII

En primer lugar, se centra Camúñez en el Kala azar, enfermedad que entre otros ha recibido el nombre de Kala azar indiano, esplenomegalia tropical, fiebre negra del valle Bramaputra, leishmaniosis tropical, enfermedad de Sahib, fiebre dum-dum, etc. Es una enfermedad endémica en varios puntos de la India y de África y que es producida por el protozoario denominado Leishmania Donovani. Después de un período de incubación breve, comienza con fiebre elevada, de tipo remitente, durando de dos a seis semanas, y vómitos. En este período el hígado y el bazo se hipertrofian. Se alternan períodos de fiebre y de apirexia, en forma intermitente, pero no de una manera regular, “y al cabo de un período de tiempo que puede durar muchos meses, se restablece la fiebre de tipo más o menos permanente y que no excede de 38,5ºC. Sobrevienen diarreas, adelgazamiento; el hígado y el bazo están notablemente hipertrofiados, apareciendo edemas en los miembros, en la cara, y a veces se encuentran pacientes con ascitis muy pronunciada y hemorragias (especialmente gingivales)”. Asimismo, Camúñez subraya los datos que proporciona la fórmula hemática, ya que “el número de glóbulos generalmente está disminuido, pero no todo lo que pudiera imaginarse, dado el estado caquéctico de los enfermos”. Presentan también los pacientes una leucopenia exagerada, que recae principalmente sobre los polinucleares.VII

A continuación, Camúñez se centra en el Botón de Oriente, también denominado Botón de Alepo, Botón de Biskra, Botón del Nilo, Botón de Bagdad, Botón de Bombay, Botón de Delhi, Botón de Filipinas, Úlcera tropical, etc. Esta afección está producida por la Leishmania trópica. Define el Botón de Oriente como una leishmaniosis cutánea, benigna, que cura espontáneamente y que según Guiart, “confiere una marcadísima inmunidad contra otro nuevo ataque”. Después de un período de incubación, que puede durar de algunos días a algunas semanas, la enfermedad comienza con una pápula parecida a la que produce la picadura de un mosquito, “pero que aumenta de volumen y se recubre después de escamas; como la lesión es muy pruriginosa, el rascado da lugar al desprendimiento de las escamas, quedando al descubierto una pequeña ulceración que se cubre de una costra, bajo la cual progresa; la caída de estas costras deja ver una úlcera mayor que la anterior, que a su vez vuelve a recubrirse y así sucesivamente…”. Camúñez no olvida citar un caso clínico, citado por Gustavo Pittaluga en el Informe de la Comisión del Instituto Nacional de Higiene de Alfonso XIII, “…el referido enfermo tenía dos ulceraciones en el tercio medio de la pierna izquierda, y cuyas dimensiones eran próximamente del tamaño de una moneda de 5 pesetas, de fondo excavado e irregular y de bordes prominentes y duros; presentaba también edema de la pierna. Se hace constar la intensa eosinofilia que manifestaba el indígena en cuestión”.VII

Sobre el diagnóstico, con la observación microscópica, Fernando Camúñez proporciona una información de gran interés para la historiografía médica gaditana, nos referimos a que señala a Antonio Urtubey Pastorino, como su maestro, aspecto en el que insistiremos más adelante, aunque sobre su figura se ha ahondado en otros trabajos25,26 [Figura 5].

Fuente: AFHR.

Figura 5. Antonio Urtubey Pastorino. 

Ahora nos interesa insistir en la preparación de la técnica para el estudio microscópico:

Mediante la observación microscópica se aclara todo género de dudas. La técnica es sencilla: no hay más que raspar, con un bisturí, el borde de las úlceras y hacer un frottis, colorando después con una de las modificaciones del método de Romanowsky. Para los frottis (sobre todo en parasitología) es conveniente que la capa de sustancia que se extienda sea lo más delgada posible, pues así se pueden hacer buenas observaciones; aunque se rompan algunas de las células parasitíferas, no es obstáculo, pues cuando se trata de hacer, únicamente, el diagnóstico, lo que importa es el hallazgo de los parásitos”.VII

Asimismo, leamos este párrafo que consideramos clave para entender el magisterio de Antonio Urtubey Pastorino:

No cumpliría con uno de mis mayores deberes de gratitud si no hiciera mención de una de las modificaciones que se han hecho del método de Romanowsky y que es debida a mi querido maestro el sabio Dr. D. Antonio Urtubey, Catedrático de Higiene de la Facultad de Medicina de Cádiz y Director del Laboratorio Municipal (…). Como la mayoría de las fórmulas presentan el inconveniente de no conservarse bien, pasado algún tiempo de preparadas, y la obtención del eosinato de azul de metileno, también resulta dificilísimo, por no decir imposible, aun siguiendo las indicaciones de Leishman, se dedicó el Dr. Urtubey a la preparación de dicha combinación colorante, consiguiéndolo al poco tiempo. Esta obtención del eosinato de azul de metileno, que da unas coloraciones brillantísimas, se consigue muy fácilmente y con una rapidez verdaderamente notable”.VII

Camúñez, en su tesis, aborda la tercera especie del parásito descrita con el nombre de Leishmania infantum, que provoca una enfermedad, especial de los niños, “y muy particularmente durante los dos primeros años de la vida, a la que se designa con la denominación de Kala-azar infantil”, estudiada por Pianese y Nicolle, especialmente en Túnez, Calabria, Sicilia y Grecia, “lugares donde se encuentra endémica esta leishmaniosis”. Nuevamente, Camúñez, muy consciente de que tenía en el tribunal a Gustavo Pittaluga y que tenía que demostrar que estaba informado, afirma lo siguiente:

Posteriormente, Pittaluga, en sus conferencias de cátedra, indicaba la posibilidad de que en España y en la costa de Levante, debían existir casos de Kala-azar infantil; estas suposiciones se vieron confirmadas por la demostración de numerosos parásitos (Leishmania infantum) en el material esplénico de un niño atacado de kala-azar infantil, procedente de Perelló, pueblo cercano a Tortosa…”.VII

En cuanto a la sintomatología, en un primer período apunta que está caracterizado por la fiebre y los trastornos gastrointestinales; en el segundo, aparecen “modificaciones hemáticas”, la esplenomegalia es perceptible, y la piel y mucosas palidecen. En el tercer período todos los síntomas aumentan y la piel adquiere la coloración peculiar “de la cera vieja”, además el hígado está infartado, el adelgazamiento se pronuncia, “y los edemas, ulceraciones (noma), púrpuras, etc., hacen su aparición agravando el estado del enfermo de tal manera, que es llevado así a la caquexia y a la muerte”.VII

Una matización más de Camúñez:

Para establecer el diagnóstico del kalazar infantil, lo mismo que para el indiano, no son suficientes los datos clínicos; aun cuando estos fuesen tan evidentes que nos encontrásemos frente a un caso típico, no debemos emitir un diagnóstico firme mientras no comprobemos la presencia del parásito en el organismo del huésped”.VII

En cuanto a la terapéutica, apunta Camúñez, “todos los preparados farmacológicos empleados en el tratamiento de esta afección, como las sales de quinina, el atoxil, arsenobenzol, eacodilatos, electromercuriol, benzoato de mercurio, etc., han dado un resultado negativo”.VII

Un capítulo muy especial de la tesis de Fernando Camúñez trata sobre el modo de transmisión de la leishmaniosis, hay que tener en cuenta los conocimientos de la época sobre el tema. Escribe lo siguiente:

El perro padece también de Leishmaniosis y se cree actualmente, según todos los resultados conseguidos con la experimentación, que la Leishmaniosis canina es producida por el Leishmania infantum. Con este motivo, todos los estudios seguidos para buscar el medio de transmisión del parásito en cuestión, han sido orientados hacia los ectoparásitos que sufre la especie canina y que puedan también serlo de la humana, aunque a veces de una manera transitoria. Así, hoy se sospecha y parece ser lo más probable, que los parásitos sean transmitidos al hombre por las pulgas. Basile ha obtenido resultados positivos, examinando el contenido del intestino de las pulgas (serraticeps), encontrando formas idénticas a las que producen la leishmaniosis infantil y la canina. Este mismo experimentador ha logrado producir la enfermedad en un cachorro, empleando como medio de transmisión la misma pulga (serraticeps) y demostró después la multiplicación del parásito en el organismo de este insecto. También dice Basile que la pulex irritans es susceptible de llevar en su intestino las leishmanias y aun de que dichos protozoos se desarrollen en este medio”.VII

Un detalle más sobre esta cuestión apuntado por Camúñez:

Casos verdaderamente curiosos y de que nos dan cuenta Sergent, Lombard y Quilichini, son los de tres atacados de leishmaniosis: un niño, un perro y un gato, que habitaban juntos. Tanto en el niño como en el perro y el gato, fueron encontradas las leishmanias. Esto es un dato más en favor de la transmisión del parásito por las pulgas, y en este caso, probablemente, por el etenoeephalus serraticeps”.VII

Pero aún queda un apartado más en la tesis de Fernando Camúñez, “la orientación que se inicia con respecto a la terapéutica de estas enfermedades, está fundada en la idea de una posible vacunación, que la Escuela de Palermo estudia actualmente, basándose en el hecho, que repetidamente han confirmado de la obtención de anticuerpos específicos, sensibilizando el organismo con cultivos vivos del parásito. Han obtenido también suero-aglutinaciones positivas y desviación del complemento, en enfermos que antes no presentaban estas reacciones de defensa (García del Diestro)”. En esta línea refiere que García del Diestro, apoyándose en los trabajos de Jemma y Di Cristina, “utilizaban como material vacunífero el agua de condensación de los cultivos de leishmanias en terreno Nicolle, más o menos diluída en suero, fisiológico, según la riqueza del cultivo”.VII

A este respecto Fernando Camúñez hace referencia a un artículo suyo publicado en la “Revista Médica Gaditana”, el 31 de diciembre de 1912, titulado “Leishmaniosis”. Su criterio es que ese trabajo “está deficientísimo y en algunos puntos casi ininteligible, siendo la causa, por un lado, mi ineptitud, y por otro, motivos ajenos al que suscribe”.VII Dice así:

Comienzo por confesar ingenuamente, que cuando yo pensaba en una posible vacunación en las afecciones por leishmanias, no tenía la más mínima idea ni conocimiento de que se estuviese trabajando sobre ello; ahora bien, hay una diferencia de origen entre la idea sugerida en los profesores de la Escuela de Palermo, y la mía. La de ellos es sólida y fundada en los hechos recogidos de la experimentación; la mía, procede de datos todavía no confirmados de una manera rotunda, pero de procedencia inmejorable (…). Estos datos son: 1º. La casi unánime opinión de la teoría unicista con respecto a los parásitos Leishmania Donovani y Leishmania infantum, creyéndolo uno mismo; 2º. La teoría de Manson (fundada en datos epidemiológicos incontrovertibles) de que la Leishmania trópica sería una forma atenuada de la Leishmania Donovani, por pases sucesivos en el organismo del camello; y 3º. La afirmación de Guiart respecto a la marcadísima inmunidad que confiere un ataque de botón de Oriente para otro nuevo”.VII

Pero llega la hora de los lamentos de un doctorando al que no le ha faltado el entusiasmo:

Yo hubiera deseado poder disponer de material suficiente para estas investigaciones, pero me fue imposible: pues conocidas son de todos, y especialmente de los que por Laboratorios andan, las dificultades que suponen, no sólo la provisión y estancias de camellos (para este caso particular), sino el acopio del material anejo necesario para llevar a cabo, de una manera seria, esta clase de experiencias”.VII

Las conclusiones de Fernando Camúñez, después de la revisión realizada, son que los parásitos del género leishmania son protozoos, aunque su “situación taxonómica no ha sido aún determinada, considerándolos hoy entre los flagelados y hemosporidios”. Señala al parásito “Leishmania Donovani” como el agente causal del kala-azar indiano, a la “Leishmania trópica” del botón de Oriente y la “Leishmania infantum” del kala-azar infantil. Considera que el Kala-azar infantil es el que más interesa estudiar, “pues su existencia en España y su extrema gravedad hacen necesario un mayor conocimiento de esta afección”. En cuanto a la sintomatología apunta que “los protozoos Leishmania Donovani y Leishmania infantum producen afecciones generales muy graves, caquectizantes y mortales, casi siempre. El Leishmania trópica, afecciones locales (ulceraciones) que curan espontáneamente”. Señala a las pulgas como los agentes transmisores de los parásitos. El diagnóstico hay que establecerlo mediante la investigación de las leishmanias: “punción del bazo para el kala-azar indiano e infantil y raspado de las úlceras para el botón de Oriente”. Se lamenta de que no hay medicamentos que curen ninguna de las formas de leishmaniosis y deja apuntado que las investigaciones tienden al descubrimiento de medios de vacunación “y se han obtenido algunos datos que hacen vislumbrar su posibilidad”.VII Décadas más tarde se insistía aún en el diagnóstico por medio de extensiones de una porción de tejido linfático o de médula ósea que se tiñen y examinan, así como que la curación confiere inmunidad prolongada, también se apuntaba que “la vacunación no es eficaz”.27

En su tesis doctoral, Camúñez deja constancia de los trabajos de Pittaluga, García del Diestro, Fidel Fernández Martínez, Francisco Camacho Alejandre, J. Guiar, E. Brumpt, Kolle y Hetsch, Pulvirenti, Gabbi, Vianna, Flu, Splendore, Escomel, Lavera, Nattan-Larrier, Cochran, Marzinowsky, Migone, Seidelin y Row, estando la bibliografía citada comprendida entre los años 1910 y 1913.VII

Otras publicaciones

Además de la tesis doctoral comentada, encontramos que no fueron muchos los trabajos publicados por Fernando Camúñez del Puerto, pero se deja constancia de los mismos en este apartado, ya que conviene subrayar el interés que tienen en el contexto de su obra.

El primero de ellos, titulado “Leishmaniosis”, es citado en la propia tesis de Camúñez que hemos comentado en el apartado anterior, es un artículo breve en el que de forma resumida expone las formas clínicas, realiza reflexiones sobre el período de incubación y sobre el cultivo en “Agar-sangre”.VIII

En 1913 publicó un artículo muy breve, apenas dos páginas, pero muy interesante sobre la fiebre recurrente en Marruecos, lo firma como miembro del Laboratorio Municipal de Cádiz. Fernando Camúñez resalta que en Cádiz se extendieron rumores de la existencia en Larache de casos de peste levantina. Precisamente, fue comisionado en el Hospital de San Juan de Dios de Cádiz para las investigaciones micrográficas y bacteriológicas, de los pacientes que procedían de la Campaña de África. Sin ofrecer detalles estadísticos precisos, sí apunta que “un tanto por ciento alzado de dichos enfermos eran palúdicos, por las tres especies de hematozoarios conocidos y aceptados hoy, algunos tíficos y paratíficos, y otros con afecciones sifilíticas y venéreas”. Pero llama la atención de Camúñez dos enfermos procedentes de Larache, ambos habían sufrido picaduras de garrapatas; mientras estuvieron en el hospital, uno de ellos tuvo siete accesos febriles y el otro seis, acompañados de vómitos y diarreas, trastornos oculares y tinte subictérico. La sintomatología, los caracteres del espirilo, la procedencia de los enfermos y el que hubieran sido picados por garrapatas, inducen a Camúñez, aunque no de forma concluyente, que se trata de casos de tick-feber o fiebre de las garrapatas, afección “que, como es sabido, está hoy comprobado como agente patógeno de ella, la especie spirochaeta Duttoni”. Finalmente, matiza que los trabajos que conoce sobre esta espirilosis no citan ningún caso en Marruecos, pero se ha identificado su existencia en Uganda, Congo, Sudán, Angola, Abisinia, Egipto y Argelia.IX

En 1917, Fernando Camúñez acude a Sevilla al Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, presentando dos trabajos: “Nota sobre una modificación del método de Telemann para la investigación de parásitos intestinales”.X y “Datos para el estudio higiénico de la composición en la ciudad de Cádiz”.XI

En el primero de estos trabajos sobre la investigación de parásitos intestinales, Fernando Camúñez lo firma como Auxiliar de la Sección de Bacteriología del Laboratorio Municipal de Cádiz, y lo presentó en el congreso en la sesión del 8 de mayo de 1917. Es una comunicación muy breve, pero precisa, en la que expone que el empleo del líquido de Telemann tiene la ventaja de eliminar de los excrementos una porción de materias que se separan por disolución en ácido clorhídrico y en el éter, dejando un residuo que, con alimentación previa, exenta de vegetales puede llevarse a un mínimo bastante reducido, quedando en este residuo los huevos de los parásitos intestinales. Sin embargo, Camúñez señala que este método tiene el inconveniente de atacar las partes métálicas de las centrifugadoras y microscopios, por la acción de los vapores ácidos que se desprenden. Para evitarlo, Camúñez propone lo siguiente: centrifugación de la mezcla de excrementos y reactivos en tubos con capuchones de caucho; una vez centrifugadas y separadas, por vuelco rápido, las capas superior y media, añadir agua destilada y centrifugar nuevamente; después de separada el agua destilada, y escurrido lo mejor posible el tubo, añadir una pequeña cantidad de lactofenal de Amann. Camúñez piensa que, procediendo de este modo, no sólo se obtiene el material en un medio aclarador, sino también conservador, pudiendo hacerse con esta última mezcla preparaciones definitivas, empleando como cierre el betún de Krönig.X

La segunda comunicación presentada en este congreso sevillano, es más bien una declaración de intenciones, ya que dificultades sobrevenidas han impedido llevar a cabo la investigación por los miembros del Laboratorio Municipal de Cádiz. La idea era presentar en el Congreso: “…traer coleccionados los datos recogidos para determinar el estado higiénico en las calles y plazas del centro de la población y de los barrios extremos a distintas horas, y en distintos días, en los teatros, escuelas, centros docentes, almacenes del Monte de Piedad, Mercados, etc.”. Un trabajo muy ambicioso, que tiene como modelo los estudios de Heuriet y Bouysty, realizados en Montsouris, presentados en un congreso de Química celebrado en Londres en 1909, con el título “Sobre el origen del ozono atmosférico. Relaciones entre sus variaciones y las del ácido carbónico”. Lamentablemente, los miembros del Laboratorio Municipal gaditano, se excusan y posponen la entrega de los resultados para más adelante o para la próxima Asamblea. El estudio abarcaría la composición del aire en la ciudad de Cádiz, además de la composición del polvo atmosférico recogido en diferentes días y sitios, y a distintas horas.XI

En mayo de 1927 se celebra en Cádiz el XI Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias. Enrique Rousselet y Fernando Camúñez, profesores Auxiliares de la Facultad de Medicina de Cádiz, presentan un trabajo titulado “Contribución al estudio de la etiología de la viruela”, que publicaron en la Revista de Medicina y Biología.XII En este trabajo, aunque no aparece como firmante, colaboró Juan Mato Salgueiro. Se trata de un caso clínico en que el paciente presenta accesos febriles y se hizo una observación microscópica de la sangre para investigar la presencia de parásitos del paludismo, pruebas que resultaron negativas, pero algo llamó la atención a los autores de este trabajo:

“…pero nos extrañó la presencia, en la sangre de dicho enfermo, de unos corpúsculos que, por su disposición y estructura, no nos recordaban a ninguno de los elementos normales de la sangre, ni a los hematozoarios por nosotros conocidos. Únicamente pudieran parecerse a hematíes basófilos con granulaciones azurófilas, o bien a trozos de hemohistiocitos; pero no nos han parecido los primeros por estar el protoplasma completamente desprovisto de hemoglobina (…), y con relación a los segundos tampoco, por el aspecto de elementos de forma definida (a no ser que el producto de la clasmocitosis pueda adoptar en el torrente circulatorio (formas más o menos esféricas)”.XII

A las 24 horas de la toma de la sangre había presentado el paciente una erupción de viruelas, que posteriormente se hizo confluente y falleció a consecuencia de esta enfermedad. Lo que hace pensar a Rousselet y Camúñez:

El primer recuerdo que tuvimos al observar esto, después de conocer la declaración de la viruela fue el de los corpúsculos de Guarnieri, tan discutidos, pero tan evidentes en los diagnósticos de viruela y de vacuna, mediante la escarificación de la córnea del conejo; y al contemplar las distintas formas observadas en la sangre creíamos ver las mismas que Guarniere describe y las de Funck y Dombrowski, formas que muchos autores estiman como despojos de células, consecutivos a la acción letal del virus. Y creemos que no es descabellada la idea, ya indicada por Kolle y Hetsch, de que una infección que tiene síntomas generales antes de que el agente morboso se localice en el tejido predilecto, haya tenido una fase de parasitismo sanguíneo; caso que está perfectamente demostrado en otros procesos morbosos”.XII

El estudio se acompaña de fotomicrografías, hechas por Fernando Camúñez y por el alumno de Medicina Servando Estrade Camúñez, llegando los autores del trabajo a la conclusión de que posiblemente estos corpúsculos sean protozoarios y que sean los mismos que Guarnieri ha descrito, y que tengan una forma de reproducción por fragmentación tan extrema que esas pequeñas partículas puedan atravesar “algunas bujías”.

En 1928, Fernando Camúñez publicó en Archivos de Cardiología y Hematología un artículo titulado “Sobre la posibilidad del origen leucocitario de las plaquetas”, en el que expone las distintas hipótesis que explican el origen de las plaquetas. Algunos autores piensan que proceden de los hematíes, otros del núcleo de los leucocitos o que son residuos protoplásmicos de los glóbulos blancos, mientras que otros defienden que su origen puede ser múltiple, admitiendo, la procedencia del glóbulo rojo, del leucocito y de las células endoteliales. Además, otros autores suponen que no son elementos celulares sino productos de transformaciones físico-químicas de materiales del plasma, mientras que también se ha señalado su origen megacariocítico, incluso que son productos de la fragmentación del citoplasma de varias clases de células.XIII

Camúñez alude a su práctica diaria en el laboratorio clínico, concretamente al análisis de la sangre de dos niños enfermos, “que creemos puedan servir para reforzar las doctrinas de los partidarios del origen de las plaquetas como procedentes del citoplasma de los leucocitos”. Lo resume de la siguiente manera, refiriéndose a las imágenes que adjunta el trabajo:

En otras figuras se ve una plaqueta con un granulo-basiófilo (sic). Ahora bien, la existencia, en sitio muy próximo de la preparación, de un leucocito con algunas granulaciones de igual afinidad colorante pudiera hacernos pensar que la plaqueta procediera de dicho leucocito. En otra ilustración, que corresponde a una preparación tratado con ácido acético antes de su coloración, se ve, que tanto las plaquetas como el citoplasma de los leucocitos han perdido afinidades colorantes, y en cambio, los núcleos se han teñido intensamente. Esto nos hace suponer que la cromatina no entra en la constitución del componente de las plaquetas. Con estos datos pudiéramos establecer la siguiente conclusión provisional: que las plaquetas, en algunas circunstancias, proceden del citoplasma de los leucocitos, engendrándose en plena circulación”.XIII

En 1928, Fernando Camúñez, publica en la revista Medicina de los Países Cálidos, un trabajo titulado “Contribución al estudio del parasitismo intestinal en España”.XIV Este artículo, estructurado a modo de informe, es corto, pero presenta nada menos que los resultados de los datos obtenidos en el Laboratorio Municipal de Cádiz de 1918 a 1927 [Tabla 1].

Tabla 1. Parásitos o huevos encontrados. Laboratorio Municipal de Cádiz (1918-1927). 

Parásitos o sus huevos encontrados Número de casos
Ameba coli 1
Ameba disentérica (histolytica) 2
Lamblia intestinal (Giardia) 1
Tenia inerme (saginata) 10
Hymenolepis murina 3
Ascaris lumbricoides 8
Oxiuro vermicular 4
Anquilostomo duodenal 1
Anquilostomo o nécator 1
Tricocéfalos 30
Miriápodos 1
Larvas de múscidos 2
TOTAL 64

Fuente: Camúñez, Fernando. Medicina de los Países Cálidos 1928; (1):273-274 (BFMUCM).

Además de lo expuesto, sabemos que Fernando Camúñez ideó un nuevo método para la determinación cuantitativa de la glucosa, que presentó en 1924 en la Facultad de Medicina, al menos así reza en su expediente profesional; aunque consta como no publicado, y nosotros no hemos tenido la fortuna de encontrarlo hasta el momento.III

Epílogo

No fueron numerosas las publicaciones de Fernando Camúñez, pero sí interesantes; realizó sobre todo una labor muy notable, como hemos indicado, en el Laboratorio Municipal de Higiene y en el Laboratorio del Instituto Provincial de Higiene de Cádiz, y por ello merece ser recordado en el contexto de la historia de la sanidad gaditana de la primera mitad del siglo XX.

Hemos señalado que Fernando Camúñez recibió el magisterio directo, en lo que se refiere a trabajos de laboratorio, de Antonio Urtubey y Pastorino, catedrático de Higiene de la Facultad de Medicina y director del Laboratorio Municipal durante muchos años, así lo reconoce el propio Camúñez, como ya hemos indicado al comentar su tesis doctoral; aunque Antonio Urtubey negó este magisterio, en un artículo publicado en la prensa, en 1925, en el que atribuía todo el mérito a su discípulo, congratulándose a la vez de que fuera nombrado, aunque como hemos visto por poco tiempo, Director del Instituto de Higiene. Así lo expresó Antonio Urtubey:

No es que me ciegue la pasión. Digo, sencillamente, la verdad. No es que dé un ‘bombo', a quien crea mi discípulo, porque, en verdad, aunque él tenga la modestia de llamárselo, y muchos lo crean, no he sido su maestro ni, en realidad, nadie lo fue, al menos, que yo sepa. Lo he tenido a mi lado casi desde que era un niño. Estudiaba entonces los últimos años de su carrera, pero, habiéndolo dejado yo, sólo y abandonado a su solo esfuerzo, tuve la fortuna de poder ver, cómo su inteligencia y su habilidad a veces portentosa, suplían con ventaja a todas las lecciones magistrales, y no digo a las mías (…). Han pasado muchos años, y si entre los dos hay un maestro, el maestro es él. Y yo me complazco en reconocerlo y proclamarlo. Tengo tal seguridad y tanta confianza en Camúñez, que lo que él haga, lo firmo yo, con los ojos cerrados”.XV

A pesar de lo expresado por Antonio Urtubey, una semana después recibió respuesta en la prensa por parte de Servando Camúñez, padre de Fernando; mostrándose en desacuerdo con tanta humildad, señalando su agradecimiento, dado que el resultado fue “nada más lejos que del hijo que yo eduqué y usted cultivó”.XVI

Pensamos que el caldo de cultivo que generó Antonio Urtubey, tanto en la Facultad de Medicina, como catedrático de Higiene, y como director del Laboratorio Municipal, fue determinante para el desarrollo profesional de Fernando Camúñez, así como este lo fue también en la formación de su sobrino José Estrade Camúñez (1904-1973), que lo consideraba su maestro en la medicina de laboratorio, cuestión en la que hemos profundizado en otro trabajo.17

Pero hay un capítulo que no podemos dejar pasar por alto en este artículo, que es el de la enfermedad y muerte de Fernando Camúñez, que tiene relación con su actividad profesional, y del que lamentablemente se han ocupado pocos autores, salvo alguna excepción.16

Fernando Camúñez falleció el 30 de septiembre de 1952, fecha que consta en su expediente de profesor de la Facultad de Medicina; falleció en su domicilio [Figura 6]. La prensa local se hizo escaso eco de su fallecimiento, con la esquela de rigor y notas breves de su fallecimiento.XVII-XIX

Fuente: Fotografía de F. Herrera, 2022.

Figura 6. Calle Valverde, nº 7, 1º. Casa donde falleció Fernando Camúñez del Puerto en 1952. 

Sabemos, por nuestras conversaciones con su hija, doña Matilde Camúñez Benjumea, que su padre contrajo matrimonio en dos ocasiones: en primer lugar, con doña Carmen Lallemand García, que falleció cuando contaba aproximadamente 41 años, y con doña Isabel Benjumea Simón, que al fallecer su marido quedó con tres hijos en condiciones económicas muy precarias.XX

Al interesarnos por las causas del fallecimiento de Fernando Camúñez del Puerto, su hija doña Matilde puso a nuestra disposición una serie de documentos sobre el particular, que impresionan por su crudeza. El primero al que debemos hacer alusión es a un certificado médico del doctor José Jiménez Lebrón, que no está fechado, pero que debe estar redactado en 1952, año del fallecimiento de Fernando Camúñez, por su interés lo copiamos a continuación:

Certificado médico del Dr. Lebrón

Presté asistencia a D. F.C. del P. (sic) de 69 años de edad y vecino de esta capital el que siendo Jefe de la Sección de Bacteriología de este Instituto Provincial de Higiene a raíz de puesta la tercera inyección de vacuna anticolérica, que la Superioridad había ordenado al personal del mismo en 1948 sobrevino abundante hemoptisis con repetición y estableciéndose a continuación una encefalitis (pos vacunal) cuya lenta y progresiva evolución le permitió el ejercicio del cargo hasta que con un síndrome de parkinsonismo postencefálico sucumbió en un momento de hipertonía y colapso consiguiente el día 30 de septiembre de 1952, en el certificado de defunción se hizo constar que el fallecimiento se debió a “Hiperquinesia Parkinsoniana por encefalitis postvacunal”.XXI

En el conjunto documental existente en el Archivo de doña Matilde Camúñez Benjumea, existen cartas de la viuda de Fernando Camúñez, doña Isabel Benjumea Simón, algunas de ellas suscritas también por don José Jiménez Lebrón, al Director General de Sanidad, José Alberto Palanca y Martínez Fortún, y al Inspector Jefe de Sanidad, Victoriano Lenzano, todas ellas escritas solicitando una pensión extraordinaria, dada la situación económica tan precaria en que quedaba la familia. Creemos que merece la pena copiar aquí algunos párrafos de la que dirigió, por ejemplo, al Presidente de la Mancomunidad Sanitaria de Cádiz, en la que hace referencia al problema de la vacunación, que también afectó al doctor Donato Fuejo García, Jefe Provincial de Sanidad. Leamos:

La que suscribe, Isabel Benjumea Simon, viuda de Don Fernando Camúñez del Puerto (…), con el máximo respeto y consideración expone:

Que en el año 1948 con motivo de la presentación de casos de cólera en países del Oriente Medio y Norte de África, ante la necesidad de material sanitario y el temor de propagación a España, se dispuso por la Superior Autoridad Sanitaria Nacional la preparación de vacunas con gérmenes vivos, y en este Instituto Provincial de Higiene fueron oficialmente encargados de ello Don Donato Fuejo, Inspector Provincial, y mi esposo Don Fernando Camúñez, Jefe de la Sección de Bacteriología los que por lo mismo y en virtud de órdenes recibidas para la vacunación del personal, fueron los primeros en vacunarse con vacuna procedente de Madrid cuya dosificación no estaba establecida aún y fue modificada en el curso de los tratamientos instituidos, siendo mi marido el único que recibió la dosis máxima del comienzo por obedecer plenamente a lo mandado. Todos los vacunados reaccionaron violentamente de modo general y local. Don Donato enfermó seguidamente con hemoptisis repetidas, reactivándosele antiguo proceso, dormido, pagando con su vida tan altruista acción. Don Fernando Camúñez al término de su tercera inyección reaccionó violentamente también con repetidas y abundantes hemoptisis que pusieron en grave peligro su vida, instalándose a continuación, lentamente, una encefalitis de la que no se repuso llevándole igualmente al sepulcro, como se puede acreditar con la adjunta certificación facultativa.

El Sr. Camúñez se encontraba en plenitud de salud y vida como lo atestigua en su certificado el médico de familia y de su asistencia y como podrán testimoniar sus familiares, amigos y conocidos, y, sobre todo, el personal del Laboratorio, (Instituto), en el que ininterrumpidamente prestó sus servicios y entre los que se mantiene como evidente la relación VACUNA/ENFERMEDAD Y MUERTE (…).

Me he extendido en estas consideraciones para hacer patente a V.I. que mi marido enfermó y murió como consecuencia directa del hecho señalado, en acto de servicio, por lo que debe ser comprendido en el caso previsto en el artículo 67 de la Ley de Clases Pasivas para la concesión de pensión extraordinaria a su Viuda e Hijos, tres pequeños quedan en condiciones económicas extremadamente débiles (…).XXII

El Director General de Sanidad, José Alberto Palanca, escribió a José Jiménez Lebrón, médico de la familia, sobre lo sucedido a Fernando Camúñez, aunque en su carta equivoca el nombre, consta “Servando Camúñez”, y hace alusión a “lo que le sucedió con la vacuna anticolérica en el año 1948”. En la misma se lamenta de conocer “ahora” lo sucedido, “porque si lo que Vd. propone en su carta, lo hubieran propuesto en tiempo oportuno, hubiera sido el momento de iniciar un expediente para el percibo de pensión extraordinaria, pero después de los años transcurridos aunque se iniciara el expediente, tengo la seguridad de que sería rechazado por Hacienda”.XXIII

Las cartas y solicitudes realizadas por la viuda de Fernando Camúñez, Isabel Benjumea Simon, y por el médico y amigo de la familia, José Jiménez Lebrón, fueron infructuosas, ya que la citada pensión extraordinaria no se concedió.

Conclusiones

Con este artículo hemos tratado de poner en valor la figura de Fernando Camúñez del Puerto, como hombre clave en la transmisión de los saberes de la medicina de laboratorio en la primera mitad del siglo XX en Cádiz, ya que fue discípulo de Antonio Urtubey Pastorino, y a su vez maestro de José Estrade Camúñez, que se formó con él en el Instituto Provincial de Higiene de Cádiz, y que posteriormente realizó un trabajo notable dirigiendo el Laboratorio Municipal de Jerez de la Frontera.

Durante la redacción de este trabajo, hemos cobrado conciencia de la necesidad de seguir profundizando en los problemas y en los profesionales del Laboratorio Municipal de Cádiz, así como del Instituto Provincial de Higiene. Esperamos que en el futuro podamos aportar nuevos datos sobre estas importantes instituciones, claves para entender la evolución de la sanidad gaditana en la primera mitad del siglo XX.

Agradecimientos

A doña Matilde Camúñez Benjumea, por su amabilidad y por poner a nuestra disposición la documentación que sobre su padre obra en su poder.

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Fuentes archivísticas y Notas

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XIIRousselet, Enrique; Camúñez y del Puerto, Fernando. Contribución al estudio de la etiología de la viruela. Revista de Medicina y Biología 1927; (42):221-227. AMCB.

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XIVCamúñez del Puerto, Fernando. Contribución al estudio del parasitismo intestinal en España. Medicina de los Países Cálidos 1928; (1):273-274. BFMUCM.

XV“Don Fernando Camúñez”. Diario de Cádiz, 13 de noviembre de 1925, p. 1. BPPC.

XVI“A D. Antonio Urtubey”. Diario de Cádiz, 20 de noviembre de 1925, p. 1. BPPC.

XVIIEsquela de D. Fernando Camúñez del Puerto. Diario de Cádiz, 1 de octubre de 1952, p. 3. BPPC.

XVIIINota breve del fallecimiento de Don Fernando Camúñez del Puerto. Diario de Cádiz, 3 de octubre de 1952, p. 2. BPPC.

XIXNecrológica del Dr. Fernando Camúñez del Puerto. Diario de Cádiz, 17 de octubre de 1952, p. 3. BPPC.

XXEntrevistas con doña Matilde Camúñez Benjumea, en su domicilio de Cádiz, mantenidas los días 5 de junio de 2021 y 8 de septiembre de 2021. Conversación telefónica el día 4 de octubre de 2021.

XXICertificado médico, sin fecha, del doctor Lebrón sobre la enfermedad y muerte de don Fernando Camúñez del Puerto. AMCB.

XXIICarta de doña Isabel Benjumea Simón al Ilmo. Sr. Presidente de la Mancomunidad Sanitaria de Cádiz, fechada en Cádiz el 31 de octubre de 1952. AMCB.

XXIIICarta de José Alberto Palanca, Director General de Sanidad, a don José Jiménez Lebrón, fechada el 2 de octubre de 1952. AMCB.

Recibido: 12 de Julio de 2022; Aprobado: 11 de Agosto de 2022

Correspondencia: fraherod57@gmail.com (Francisco Herrera Rodríguez)

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