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Avances en Periodoncia e Implantología Oral

versión On-line ISSN 2340-3209versión impresa ISSN 1699-6585

Avances en Periodoncia vol.29 no.3 Madrid dic. 2017

 

Originales

Medicina periodontal (II). Obesidad

Periodontal medicine (II). Obesity

A Bascones-Martínez*  , J Bascones-Ilundain**  , C Bascones-Ilundain*** 

*Catedrático de Medicina Bucal y Periodoncia. Departamento de Medicina y Cirugía Bucofacial. Facultad de Odontología. U.C.M

**Prof. Ayudante Doctor. Departamento de dontologia Conservadora

***Prof. Asociado. Departamento de Medicina y Cirugía Bucal

Resumen

La obesidad y la periodontitis tienen efectos de comorbilidades en la inflamación sistémica y la disregulación metabólica con aumento de los biomarcadores de glucosa, dislipemia y lesión hepática. En este trabajo discutimos diferentes aspectos de esta relación.

PALABRAS CLAVE Obesidad; periodontits

Summary

Obesity and periodontitis have a co-morbidity effect on both systemic inflammatory and metabolic dysregulation biomarkers, with increased glucose dyslipidemia and hepatic damage. In this paper we discuss differents aspects of this relationship.

KEY WORDS Obesity; periodontitis

OBESIDAD

La obesidad es definida como la deposición anormal o excesiva de grasa en el tejido adiposo. Las consecuencias para la salud varían desde efectos metabólicos adversos sobre la presión arterial, colesterol, triglicéridos y resistencia a la insulina, a un incremento en el estrés oxidativo, que conduce a una disfunción endotelial, aterogénesis, y a una agregación plaquetaria aumentada. Según la OMS, se considera signo de obesidad cuando el IMC (índice de masa corporal) es igual o superior a 30 kg/m2. También se considera signo de obesidad un perímetro abdominal aumentado en hombres mayor o igual a 102 cm y en mujeres mayor o igual a 88 cm.

Se ha sugerido que la plausibilidad biológica entre la obesidad y periodontitis envuelve un estado hiperinflamatorio y un metabolismo lipídico aberrante que es prevalente en la obesidad, así como una vía de resistencia a la insulina (Saito et al., 1998; Nishimura & Murayama 2001), resultando todos ellos en un incremento de la pérdida de tejido de soporte periodontal.

Los adipocitos del tejido graso poseen la habilidad de secretar adipocitoquinas, las cuales parecen ser importantes en el control del apetito y peso corporal. Unas de estas citoquinas es la "leptina", la cual juega un papel protector contra la obesidad (Bullon et al., 2009). De hecho, una condición clara de obesidad puede ser descrita como una situación de resistencia a la leptina, con la consecuente leptinemia (El-Haschimi et al., 2000; Zimmermann et al., 2013

Los adipocitos pueden secretar otras citoquinas como la adiponectina y resistina. La adiponectina sérica permanece constante en condiciones normales, lo que en presencia de diabetes, obesidad, resistencia a la insulina y enfermedad cardiovascular disminuye (Nishimura & Murayama 2001). La resistina juega un rol pro-inflamatorio, y que en modelos como ratones, parece estar asociado con la resistencia a la insulina. Sin embargo, muchos investigadores afirman que el mediador más importante relacionado con la obesidad y la resistencia a la insulina es el TNF-, expresado mayoritariamente en tejido adiposo de individuos obesos con una resistencia severa a la insulina. Además, este mediador aparece también en pacientes neoplásicos (Hotamisligil et al., 1995). Tanto el TNF- como el Il-6, secretados por los adipocitos, parecen dificultar la señalización intracelular, provocar la resistencia a la insulina y estimular la producción hepática de proteínas de fase aguda como la proteína C-reactiva (CRP, C-reactive protein) (Rotter et al., 2003). Estudios recientes sobre la murina, demuestran que la inoculación directa de TNF- o LPS, un inductor de TNF-, puede causar una resistencia a la insulina severa; no obstante, en ratones que no presentan TNF- o el gen codificador de receptor de TNF-, y que están sometidos a una dieta grasa, se ha podido observar cierta protección contra la resistencia a la insulina comparados con el grupo control en la misma condición y que además poseían dichos genes (Uysal et al., 1997).

El primer informe acerca de la relación entre obesidad y enfermedad periodontal apareció en 1977, cuando Perlstein y cols. (Perlstein & Bissada 1977) observaron que la reabsorción del hueso alveolar era mayor en ratas obesas que en ratas no obesas. Dos revisiones narrativas han estudiado la relación entre obesidad y enfermedad periodontal (Chaffee & Weston 2010; Dahiya et al., 2012). Mientras que esta relación está apoyada por estudios recientes realizados en Corea (Kim et al., 2011), Jordania (Khader et al., 2009) y Finlandia (Saxlin et al., 2011), un estudio reciente de 4 años de seguimiento de 396 adultos de origen finés, no encontró asociación significativa entre el índice de masa corporal (IMC) y bolsas periodontales profundas (Saxlin et al., 2010). Un análisis de los datos arrojados por la tercera encuesta nacional de salud y nutrición estadounidense (NHANES III), mostró una relación significativa entre la forma corporal y enfermedad periodontal en adultos, siendo las diferencias más significativas para el ratio muñeca-cadera, seguido del índice de masa corporal, masa libre de grasa y por último la grasa subcutánea (Wood et al., 2003). Varios estudios han indicado que la grasa abdominal central se asocia con mayor fuerza con la periodontitis que la grasa subcutánea.

Pese a que la base metabólica de la relación entre obesidad y enfermedad periodontal no está confirmada, es plausible que la secreción aumentada de mediadores inflamatorios puede modificar el comportamiento de los tejidos periodontales frente al ambiente oral, y que la producción excesiva de adipoquinas puede producir este efecto. Existe evidencia que relaciona la enfermedad periodontal al síndrome metabólico así como con la obesidad abdominal, el metabolismo anómalo de las grasas, la hipertensión, la resistencia a la insulina, los altos niveles de fibrinógeno en el plasma y la proteína C reactiva elevada.

Todo ello refuerza los argumentos que afirman que la enfermedad periodontal y ciertas enfermedades sistémicas relacionadas con la obesidad están asociadas mediante un mecanismo inflamatorio, considerando la alteración del metabolismo de las grasas como un importante factor contribuyente.

DIABETES

Definición: La diabetes mellitus (DM) es un grupo de enfermedades metabólicas caracterizadas por hiperglucemia causada por defectos de la secreción de insulina, la acción de la insulina o ambas. La hiperglucemia crónica está asociada con el deterioro, disfunción y fallo de varios órganos: ojos, riñón, nervios, corazón y vasos sanguíneos.

CLÍNICA

Tras años de controversia en los criterios diagnósticos de la diabetes, se ha llegado a un consenso entre las diferentes sociedades científicas (American Diabetes Association 2003, American Diabetes Association 2013). El diagnóstico de la enfermedad se establece de acuerdo con una de las cuatro siguientes situaciones (American Diabetes Association 2012):

  • Glucemia en ayunas mayor de 126 mg/dl (7 mmol/l) en dos ocasiones.

  • Glucemia al azar mayor de 200 mg/dl (11,1 mmol/l) en presencia de síntomas de hiperglucemia.

  • Hemoglobina glicosilada (HbA1c) mayor de 6,5%.

  • Glucemia a las 2 horas de la prueba de sobrecarga oral de glucosa (test de tolerancia oral a la glucosa, 75 gramos de glucosa oral) mayor de 200 mg/dl (11,1 mmol/l).

Sin embargo, los criterios diagnósticos para la DM difieren en dos aspectos. El cambio más reciente ha sido el de incluir la cifra de hemoglobina glicosilada (que previamente se utilizaba solo como parámetro de control metabólico) como medida diagnóstica, cuando sobrepasa el valor de 6,5%. Otra diferencia es la de bajar el nivel con el que se diagnostica la glucemia en ayunas de 140 mg/dl a 126 mg/dl. En la práctica clínica, el diagnóstico de la DM tipo 2 (DM2) se establece tras la detección de una hiperglucemia en ayunas realizada tras analítica rutinaria, que se confirma en una segunda extracción, en general completada con la determinación de la hemoglobina glicosilada (Pombo & Arno, 2013).

Plausibilidad biológica de la diabetes adaptada del artículo de Preshaw y cols. 2012. 

La clasificación de DM y categorías de riesgo se detalla en la Tabla 1 (American Diabetes Association 2012). La DM tipo 1 (DM1) se presenta en personas delgadas que sufren de forma aguda síntomas de diabetes y presentan cetosis y pérdida de peso importante. Precisan la administración de insulina para sobrevivir. Suele iniciarse antes de los 30 años, pero puede aparecer a cualquier edad. En el 90% de los casos presenta marcadores autoinmunes órgano-específicos como los anticuerpos frente a la decarboxilasa del ácido glutámico (anti-GAD), anticuerpos frente a los islotes pancreáticos (ICA) u otros. La forma idiopática se concentra en las etnias africanas y asiáticas y no presenta marcadores inmunológicos. (Pombo & Arno, 2013).

La DM2 se caracteriza por un inicio insidioso o silente, ausencia de cetosis y presencia de antecedentes familiares. Se asocia a obesidad o sobrepeso con aumento del perímetro abdominal. Los pacientes presentan grados variables de déficit de secreción así como de resistencia a la acción de la insulina. Constituyen un grupo heterogéneo sin marcadores genéticos definidos (Pombo & Arno, 2013).

En el grupo de otros tipos específicos de diabetes se incluyen los defectos genéticos (ya sean de la función de las células o de la acción de la insulina), enfermedades del páncreas exocrino, enfermedades endocrinológicas, diabetes inducida por fármacos o infecciones y formas infrecuentes de origen inmunitario o genético. (Pombo & Arno, 2013).

Plausibilidad biológica de la diabetes adaptada del artículo de Tone i y cols., 2013. B: bacteria; Ath: ateroma; H: estudios en humanos; V: estudios in vitro; A: estudios animales. 

Por último, la diabetes gestacional se define como una alteración del metabolismo de la glucosa detectado durante el embarazo en mujeres previamente no diabéticas. Por tanto, esta categoría no incluye mujeres con diabetes previa a la gestación.

La periodontitis es una enfermedad inflamatoria crónica en la que la inflamación en los tejidos periodontales está estimulada por la presencia prolongada de biofilm subgingival (placa dental). La respuesta inflamatoria se caracteriza por una secreción no regulada de mediadores inflamatorios y de destrucción tisular derivados del huésped. Los más extensamente estudiados son IL-1, IL-6, prostaglandina E2 (PGE2), TNF-, RANKL y las MMPs (particularmente MMP-8, MMP-9 y la MMP-13), así como células T reguladoras de citoquinas (e.g. IL-12, IL-18) y de quemoquinas. La complejidad del entramado de citoquinas en la patogénesis de la enfermedad periodontal es bastante alta, existiendo además una considerable heterogeneidad en la naturaleza de la respuesta inflamatoria entre individuos. Esta heterogeneidad existe no sólo entre individuos, sino también en el mismo individuo a lo largo del tiempo; y está influenciada por factores genéticos, epigenéticos y ambientales. La cantidad de respuesta inflamatoria en los tejidos periodontales determina el patrón y el grado de progresión de la enfermedad (Preshaw et al., 2012; J. J. Taylor et al., 2013).

La inflamación es la característica más central en la patogénesis tanto de la diabetes como de la enfermedad periodontal. Tanto la diabetes tipo 1 como tipo 2 están asociadas a elevados niveles de marcadores sistémicos de la inflamación. El elevado estado inflamatorio existente en la diabetes contribuye a complicaciones tanto macro como microvasculares, además de que la hiperglucemia puede resultar en la activación de vías que incrementan la inflamación, estrés oxidativo y apoptosis.

La diabetes incrementa la inflamación en los tejidos periodontales. Por ejemplo, los niveles en el fluido gingival crevicular (FGC) de PGE2 y IL-1 son mayores en pacientes con diabetes tipo 1 y con gingivitis o periodontitis en comparación con individuos no diabéticos con el mismo grado de enfermedad periodontal. En un estudio en pacientes con diabetes tipo 2, los pacientes con HbA1c > 8% tuvieron unos niveles de IL-1 significativamente mayores en el FGC que aquellos pacientes que tenían la HbA1c < 8%, siendo la HbA1c y los niveles de glucosa un predictor independiente de un nivel elevado de IL-1 en el FGC (Preshaw et al., 2012; J. J. Taylor et al., 2013).

Tras el daño provocado por el lipopolisacárido, los monocitos en pacientes diabéticos tipo 1 producen altas concentraciones de TNF-, IL-1, y PGE2 de manera significativa, que los monocitos de pacientes no diabéticos. Incluso, diversos estudios han demostrado consistentemente defectos en la actividad de los leucocitos PMN en pacientes diabéticos, incluyendo una alterada quimiotaxis, fagocitosis y funciones bactericidas. Los PMNs requieren energía para realizar estas funciones, y estos defectos pueden estar relacionados con los cambios metabólicos que ocurren en la diabetes. Se ha demostrado que los pacientes diabéticos con periodontitis avanzada muestran tener una quimiotaxis disminuida comparada con la quimiotaxis en pacientes diabéticos con una periodontitis leve, así como una apoptosis de PMNs defectuosa, la cual puede dar lugar a un incremento en la retención de PMNs en los tejidos periodontales, lo cual lleva a una mayor destrucción tisular por la continua secreción de MMPs y especies oxígeno reactivas (ROS, reactive oxigen species). La diabetes prolonga la respuesta inflamatoria a la Porphyromonas gingivalis con el incremento en la producción de TNF-, como mediador inflamatorio. No obstante, el tratamiento periodontal consigue una reducción de los niveles séricos de mediadores de la inflamación como son IL-6, TNF-, CRP y MMPs en pacientes con o sin diabetes (Preshaw et al., 2012; J. J. Taylor et al., 2013).

Por otro lado, la acumulación de AGEs en los tejidos periodontales juega también otro rol en la sobreexpresión de inflamación periodontal en individuos con diabetes. La unión del AGE a su receptor (RAGE) da lugar a la sobreproducción de mediadores inflamatorios tales como IL-1, TNF- y IL-6 (Preshaw et al., 2012; J. J. Taylor et al., 2013). La formación de dichas moléculas, provoca la producción de ROS que incrementa el estrés oxidativo, y los subsecuentes cambios celulares que ocurren, contribuyen al daño vascular implicado en muchas de las complicaciones de la diabetes (Bullon et al., 2009; D'Aiuto et al., 2010; Nibali & Donos 2013; Chapple et al., 2013; Marchetti et al., 2012). Los AGEs también aumentan el estallido respiratorio en los PMNs, el cual tiene un potencial para incrementar el daño tisular localizado en la periodontitis. Además, los AGEs tienen un efecto perjudicial sobre el metabolismo óseo, llevando a una reparación y formación de hueso dañada, y a una producción reducida de matriz extracelular. La apoptosis puede también realizar un papel en la susceptibilidad aumentada a la periodontitis asociada a diabetes, y la apoptosis de células productoras de matriz puede limitar las oportunidades de reparación en tejidos inflamados. De hecho, el daño tisular provocado por la inoculación de P. Gingivalis resulta en una mayor proporción de apoptosis de fibroblastos en ratones diabéticos que en el grupo control, lo que indica que hay otro mecanismo por el cual la diabetes puede interferir en la capacidad de reparación de tejidos periodontales inflamados (J. J. Taylor et al., 2013).

La asociación entre enfermedad periodontal y diabetes ha sido ampliamente estudiada dentro de la evidencia científica en medicina periodontal. Existen numerosos estudios transversales, casos y controles, estudios de cohortes, así como revisiones de literatura, revisiones sistemáticas o estudios de intervención.

Un grupo de investigadores provenientes de la Universidad de Nueva York han publicado un amplio número de artículos en los que documentan el estado periodontal de los indios Pima, la cual es una población con una alta prevalencia de diabetes tipo 2, para así poder establecer la asociación entre diabetes y enfermedad periodontal. Shlossman y cols. (Shlossman et al., 1990) primero determinaron el estado periodontal de 3219 individuos de dicha población. Diagnosticando diabetes tipo 2 con un test de tolerancia a la glucosa, se observó una alta prevalencia tanto clínica como radiográfica periodontitis en diabéticos versus no diabéticos, siendo la edad un factor independiente

En 1996, Taylor y cols. (G. W. Taylor et al., 1996) realizaron un estudio longitudinal con 88 individuos Pima, en el que se centraron en ver el grado de asociación entre la presencia de periodontitis y el incremento del riesgo de complicaciones de la diabetes. Demostraron que la periodontitis avanzada está significativamente asociada con un riesgo de empeoramiento en el control de la glucemia (hemoglobina glicosilada), unas 6 veces más en un período de dos años.

Sin embargo, en los últimos años, diferentes revisiones han establecido claramente la influencia de la diabetes sobre las enfermedades periodontales. La periodontitis avanzada está asociada con la HbA1c aumentada en individuos diabéticos o no tipo 2. En individuos no diabéticos, la progresión de la periodontitis en 5-10 años estaba asociada con el incremento de la HbA1c, y a una tolerancia a la glucosa dañada.

Por otro lado, no hay estudios que consideren un nivel mínimo de enfermedad periodontal al que se le pueda atribuir que el riesgo de complicación sea bastante probable. Considerando la evidencia disponible, los sujetos que presentan gingivitis están frecuentemente mezclados con pacientes periodontalmente sanos en el grupo control o de referencia.

Existen diversos marcadores bioquímicos de la diabetes que son afectados por la enfermedad periodontal. La HbA1c ha sido consistentemente usada como medidor de la glucemia. Ocasionalmente, tanto los test de tolerancia oral a la glucosa como los test de glucosa en ayunas o al azar han sido también usados como parámetros. La resistencia a la insulina se evalúa por la evaluación del modelo de homeostasis. Según el Workshop de 2013 sobre diabetes (Chapple et al., 2013), por todo ello se focaliza en la HbA1c como variable respuesta estándar del control de la diabetes.

Recibido: 10 de Mayo de 2017; Aprobado: 20 de Mayo de 2017

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