Tras ser invitada a participar como vocal de investigación de SCAMFYC en el laboratorio de proyectos de las V Jornadas de Investigación en Atención Primaria de Castilla-La Mancha, dirigido a residentes y cuyo objetivo era poner en marcha estudios de investigación con ellos, estuve reflexionando sobre mi experiencia en investigación durante mi época como médico interno residente.

Yo no investigué con mis tutores, José Luis Turabián Fernández y Luis Fernando Álvarez Cueli, ambos muy buenos tutores, muy queridos y muy respetados por mí. El empujoncito en investigación lo recibí de mi Unidad Docente, la de Medicina de Familia de Toledo, pero no supe valorarlo. En esa época de mi vida pensaba que debía formarme como médico de familia asistencial y la formación en investigación que nos daban era muy larga, tanto que me dio tiempo a ser madre antes de concluirla. Con el paso de los años me di cuenta de la suerte que había tenido de recibir el curso de búsqueda bibliográfica, el de lectura crítica de la literatura científica y el de metodología de la investigación. Todas esas horas de dedicación hasta que mis compañeros, el coordinador de la unidad docente y yo, llevamos el estudio a un congreso nacional y conseguimos publicarlo, servían para algo y eran tan necesarias para mí como médico de familia defensora de lo biopsico-social, como mi formación en entrevista clínica, genogramas o atención a la familia.

Y reflexionando sobre esto, no sé muy bien el porqué, ese empujoncito en investigación que me dio mi unidad docente me recordó al que recibí el día que mi hermana pequeña y yo, aprendimos a montar en bicicleta. Hijas pequeñas de una familia muy numerosa, el empujoncito antes de soltarnos solas nos lo dio una hermana mayor. Ese día fue muy feliz para mí, me encanta montar en bicicleta, pero mi hermana pequeña se encontró con un muro, una alambrada que le regaló una cicatriz en el cuello para toda la vida y muy pocas ganas de volver a intentarlo. Supongo que ese muro debe de ser muy parecido al que encuentran muchos residentes con la investigación y les termina separando de este camino.

En definitiva, lo de iniciarse en la investigación para mí es como aprender a montar en bicicleta. Hay quien consigue hacerlo solo, a veces cuesta abajo y sin frenos, en ocasiones hasta con éxito. Hay quien se sube a una bicicleta tándem con su tutor y teóricamente investiga tanto como él, o puede que no. Y otros, en mi opinión los más afortunados, reciben una adecuada formación y un empujoncito de su tutor, del tutor de otro residente o de su unidad docente, antes de soltarse solos y continuar investigando.

Respecto al muro, por desgracia el muro está ahí para todos, a veces en forma de falta de tiempo o de ganas o de ilusión, otras en forma de determinados CEIm o de puertas cerradas o de falta de formación y en ocasiones hasta adopta la forma de la crítica poco constructiva de un compañero. El muro no debería existir, y menos durante la formación especializada, periodo en el que lo que deberíamos hacer todos es motivar al residente, no desgastarlo.

Lamento haber hablado de investigación sin haber mencionado variables, intervalos de confianza, test estadísticos o factor de impacto; quería hablar de personas, de personas que investigan, de sus bicicletas y de sus muros.

Espero con ilusión que tutores, residentes y unidades docentes, expertos y menos expertos, vengáis el próximo año a Toledo, a nuestras VI Jornadas de Investigación en Atención Primaria.