Para quienes tenemos la labor de trabajar directamente con y para las personas, cada día, se vuelve más importante el humanizar la atención. Dependiendo del país, habrá una mayor o menor cercanía entre los pacientes y los farmacéuticos. Sin embargo, y sin diferencia alguna, todos hemos tomado el papel de paciente, o bien, lo tomaremos en algún momento.

¿Cómo te has sentido en ese papel?, ¿tranquilo, con todas tus dudas aclaradas, con la mejor actitud frente a tu enfermedad y por la situación clínica por la que estás pasando? O bien, con grandes dudas, sin saber si te funcionará el tratamiento, con miedo a los efectos adversos que puedas presentar, a las complicaciones de la enfermedad, los gastos económicos para el tratamiento, una alimentación especial, etc.

Probablemente, una misma condición patológica sea muy distinta para un paciente u otro solo por el hecho de la situación económica en la que se encuentre. El panorama cambia drásticamente conforme a los distintos países, donde la mayoría de estos ofrece un servicio de sanidad pública muy limitada y solo una minoría de la población puede acceder a tratamientos de alta calidad, sin falta de medicamentos y con atención y seguimiento clínico personalizado.

Es creíble que, desde inicios de la pandemia, como farmacéutico y por ajustes de la economía, ahora tengas que hacerte cargo de más tareas y un mayor número de pacientes de los que habitualmente estaban en tu rutina de trabajo, incluso una reducción de salario que no te favorece.

En el trayecto, nos hemos encontrado con diferentes tipos de pacientes. Por lo general, pocos de ellos conocen con gran detalle su medicación, enfermedades, complicaciones que pueden tener, etc. Otros, tienen la mejor disposición para cuidarse y seguir las indicaciones médicas, pero tienen diversas barreras para alcanzar lo deseado, por falta de transporte, poco apoyo por parte de sus familiares, ingresos económicos reducidos, falta de información de su medicación, condicionantes físicas u otras causas.

Algunos de ellos no tienen la capacidad de leer, ya sea por alguna secuela de sus patologías, como lo son las cataratas por edad avanzada o complicaciones de la DM2 y otros tantos que no saben leer; mucho más en países de escasos recursos. En ocasiones, los pacientes, son cuidados por personas de edades avanzadas, que también cuentan con limitaciones físicas, de educación y por qué no, hasta de su estado de ánimo.

En torno a este tema y como farmacéutico la pregunta sería, ¿te has hecho el espacio para tratar digna y humanamente a cada paciente y explicarle con detalle su medicación?

¿Las dudas que tenga sobre su enfermedad hasta donde te sea posible y te corresponda explicarle sobre ello?, o bien, ¿darle a conocer que su mejoría dependerá de un todo?

Incluso, a nivel comunitario y cuando es necesario y válido realizar algún ajuste conforme a la legislación de cada país en la medicación del paciente y hasta donde tus facultades profesionales lo permitan, ¿te cercioras de que el medicamento sea el más adecuado conforme a su patología, reacciones adversas que pudieran presentarse, costo, etc.? Todo ello para brindarle una atención farmacéutica con la responsabilidad que conlleva, pero también porque nos preocupamos por la persona en sí.

Qué tal el poder platicar con su familia, cuando así sea posible e involucrarlos en el avance del paciente, que comprendan que tendrá momentos de mejora, pero tal vez otros momentos no tan buenos y que es parte de ese proceso, dependiendo de su enfermedad. Que un punto fundamental es su estado de ánimo y actitud frente a lo que padece, mucho más si se trata de padecimientos crónicos. Es importante respetar sus creencias religiosas, hacerle también saber que su alimentación se vuelve de las mejores medicaciones naturales que puede tener, que cada vez que pueda realizar ejercicio y conforme a lo indicado por el médico, también éste le ayudará.

El persuadir a sus hijos/nietos, para que compartan momentos de calidad con ella o con él; bailar, cantar, acompañarlo y ponerle la música que le gusta, ver una serie o película que disfrute, prepararle una de sus comidas favoritas y expresarle que su presencia y avances en su salud, tienen un gran valor para ellos como familia.

Estos son nuestros pacientes, no es un individuo más que va a la Farmacia para completar el registro de las medicaciones entregadas, o un individuo que participa en un ensayo clínico de un medicamento o vacuna nueva.

Hagamos que cada espacio sea a nivel comunitario u hospitalario, un lugar de escucha, de interés, de comprensión, de “ponerse en la piel del otro”, de reflexionar si la actitud que tenemos con nuestros pacientes está siendo la más ética y profesional, si estás siendo congruente entre lo que pides a tus pacientes y entre el trato que quisieras recibir o bien, lo que serías capaz de hacer. No podemos cambiar la situación económica de cada paciente, ni la cura definitiva del mismo, pero sí sus condiciones de atención y apoyo farmacéutico.

Esta es una invitación para que cada paciente encuentre en nosotros como farmacéuticos, un apoyo, un refugio, una sonrisa y sí, también de esta manera contribuir en su recuperación.