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Revista de Bioética y Derecho

versão On-line ISSN 1886-5887

Rev. Bioética y Derecho  no.40 Barcelona  2017  Epub 02-Nov-2020

 

Biblioteca de Bioética

Reseña del libro “El origen de la bioética como problema”, del Dr. Manuel Jesús López Baroni

Mina Piekarewicz-Sigal1  , Socióloga. Máster en Bioética y Derecho, Universitat de Barcelona. Miembro del Colegio de Bioética A.C., México

1Universitat de Barcelona. Spain

"El origen de la bioética como problema". López-Baroni, Manuel-Jesús. Ediciones Universitat de Barcelona: 2016. ISBN: 978-84-475-3988-8. 192 páginasp.

Estamos frente a un libro revelador e inquietante. Para quienes deseamos comprender lo que la bioética ha sido desde sus inicios, lo que es en la actualidad y cuál es su proyección futura, Manuel Jesús López Baroni nos brinda una lectura indispensable. El autor analiza los orígenes de la bioética ―campo del conocimiento en que confluyen múltiples disciplinas―, documenta las transformaciones que ha experimentado y las corrientes que la conforman, y razona desde una perspectiva crítica y profusamente documentada los problemas y desafíos que la acompañan desde su gestación. Si bien el título alude al origen, el análisis abarca las más de cuatro décadas de existencia de nuestra materia.

El origen de la bioética como problema aborda una perspectiva poco explorada. El hecho de que la bioética no tenga un origen único ha motivado numerosas disputas por la paternidad del neologismo y de su contenido; disputas que constituyen el hilo conductor de la obra de López Baroni.

En la "Introducción", siendo fiel a la premisa de que "no se pueden abstraer las ideas del contexto en el que se producen", López Baroni presenta de manera sucinta los elementos históricos, filosóficos, científicos, socioeconómicos, políticos y culturales que han acompañado a la bioética en su devenir y que en cada momento impregnan el pensamiento de los iniciadores y de las diversas corrientes que se han incorporado a la esfera bioética: 1. El sesgo teológico, característico de las dos primeras décadas; 2. La imposición del dogma católico sobre el inicio y el final de la vida; 3. El colapso del comunismo, con el consiguiente fin de la Guerra Fría y la irrupción de la Globalización; es entonces cuando la cuestión cultural irrumpe en bioética; 4. El desarrollo vertiginoso de la biotecnología y la posibilidad de modificar el genoma de todos los organismos vivos, incluidos los humanos. La bioética ha reorientado su atención a la genética, en tanto que la ética clínica ha perdido primacía.

Asimismo, en la "Introducción" López Baroni explica el modelo de análisis integrado por las variables "Origen de la bioética/origen del neologismo" y sus cuatro combinaciones posibles, en las que el grafismo (I) indica la relevancia de la variable y el (0), su irrelevancia.

En el primer capítulo, "Origen de la bioética (I)/origen del neologismo (I)", las dos variables resultan relevantes. Es el modelo comúnmente utilizado: legitima a la vez el contenido que cada uno de los iniciadores atribuyó al neologismo y al nuevo campo del conocimiento. La conquista de la legitimidad es el incentivo que motiva las disputas por la paternidad de la bioética.

Al referirse a los protagonistas de esas disputas, despunta el hecho de que "Bioética: ciencia de la supervivencia", publicado en 1970 por el estadounidense V. R. Potter, le hizo acreedor a la paternidad del neologismo y de la disciplina a lo largo de tres décadas. No fue sino hasta 1997, cuando emergieron los escritos del alemán Fritz Jahr de los años 1927 y 1934, que se puso en evidencia que el término había sido acuñado con anterioridad y que la paternidad correspondía a Jahr. Debido a la fe luterana que profesaron tanto Jahr como Potter, a ambos inquietó el incremento de la población en las regiones más pobres del planeta y la presión que ello ejercía sobre los recursos naturales; de ahí que uno y otro imprimieran a la bioética un sello ecologista "en el sentido propio del ascetismo protestante".

Entre Potter y los jesuitas de la Universidad de Georgetown se produjo una áspera disputa en 1971 debido a la incorporación del término bioética al nombre del Centro Kennedy para la Investigación de la Reproducción Humana y Bioética. Potter reclamó, sin éxito, que se usurpara el neologismo. Los jesuitas infundieron un sentido nuevo y distinto a la bioética: el de la ética clínica, entendida por ellos como una "cruzada contra el aborto".

La Iglesia católica no disputó la paternidad del término aun cuando ―nos dice López Baroni― impuso "el contenido mismo de lo bioético, esto es, qué es ético (y qué es) inmoral". La bioética pasó a formar parte de la misión evangelizadora de Roma: "no existe diferencia alguna entre formar a bioeticistas y evangelizar".

En la segunda combinación de variables "origen de la bioética (I)/origen del neologismo (0)", es irrelevante el momento en que surge el término; lo relevante es el contenido de la disciplina. El modelo establece que la bioética ha existido con otros nombres desde tiempos ancestrales, y que cada pueblo ha establecido criterios para normar la relación entre quienes requieren de atención para sanar y quienes les brindan esos cuidados. Así entendida, la bioética "forma parte del patrimonio humano".

No obstante, han proliferado reivindicaciones "geográfico-epistemológicas" de la bioética que recurren a estereotipos regionales con la intención de mostrar la superioridad del pensamiento propio; suelen contrastar las diversas regiones europeas entre sí, y a la Europa continental vis a vis el mundo anglosajón; en particular, el estadounidense. Surge así un conjunto de dicotomías: protestantismo/catolicismo, religiosidad/ateísmo, monoteísmo judeocristiano/ panteísmo, beneficencia/autonomía, legalismo/dinamismo social, Estado social europeo/liberalismo estadounidense.

El tercer capítulo trata de los cambios profundos en la historia mundial de finales del siglo XX y de los que simultáneamente ocurrieron en el ámbito de la bioética; unos y otros de gran complejidad y múltiples consecuencias.

El modelo "origen de la bioética (0)/origen del neologismo (I)" reconoce la existencia del término y de la disciplina pero discrepa del sentido religioso que le imprimieron sus iniciadores y rechaza que a éstos se les confiera legitimidad exclusiva sobre su contenido.

Las corrientes laicistas, feministas y multiculturales (todas ellas en plural, dados sus matices) irrumpen en el ámbito de la bioética en los años 90. Son corrientes de pensamiento que en ocasiones coinciden y en otras se confrontan, conformando un entramado tenso, complejo, ambivalente. Las civilizaciones, culturas y religiones que coexisten en el orbe conciben una "variedad de opciones ante la salud, la vida o la muerte" contrarias a la visión de la Iglesia católica.

El multiculturalismo está compuesto por pluralidad de expresiones: aquellas que reivindican los particularismos como muestra de la riqueza cultural humana; las que impulsan el universalismo en busca de valores compartidos; las bioéticas regionales (que el autor ejemplifica con el caso específico de América Latina y sus variadas corrientes); las que enarbolan la memoria histórica a fin de "reparar, aunque sea simbólicamente, los experimentos, agravios o agresiones cometidas por las culturas dominantes sobre las minorías étnicas en las materias relacionadas con las ciencias de la vida".

López Baroni sostiene que la miopía cultural de los primeros bioeticistas ocasionó la llegada tardía del multiculturalismo y de los científicos sociales al campo de la bioética, lo cual durante largo tiempo mantuvo ajena a la disciplina respecto de la diversidad de paradigmas culturales.

El gran reto que hoy por hoy se le presenta a la bioética es armonizar la pluralidad cultural humana para lograr los consensos universales y transculturales sobre biomedicina y biotecnología que resultan indispensables para prevenir "efectos descontrolados de la intervención en el genoma de los seres vivos".

No sin enormes esfuerzos se logró establecer un mínimo común denominador de contenido ético expresado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de 1997, la Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos de 2003 y la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de 2005.

En el capítulo final del libro, la combinación de variables "origen de la bioética (0)/origen del neologismo (0)", revela la descalificación del término y el recelo hacia la disciplina.

El modelo atribuye a la bioética ser un recurso más que el colonialismo y el neoliberalismo occidentales utilizan para imponer su dominio al resto del mundo, depredar los recursos naturales, utilizar poblaciones marginales como especímenes de laboratorio, convertir a los pacientes en clientes y a los clientes en consumidores. Para quienes postulan este modelo, la bioética "ha servido como caballo de Troya de los intereses occidentales".

Para López Baroni la bioética "no es una esfera aislada, neutral y aséptica [...] sino uno de los frentes de una confrontación aún más amplia, la que atañe a las relaciones de poder y de dominio". Mediante la reflexión crítica el autor identifica logros y carencias de la bioética, documenta abusos que se cometen en su nombre, desarticula dogmas, mitos y tabúes. Le resulta tan relevante lo que se ha dicho y hecho, como lo que se suele omitir e intenta ocultar.

Hay mucho más que descubrir en el libro de López Baroni: reflexiones sobre inteligencia artificial, vida sintética, transgénicos; sobre el uso de la biotecnología más avanzada para el espionaje y para el abuso de comunidades étnicas; sobre el afán comercial ante la desnutrición. No hay ficción: lo que López Baroni expone son realidades de nuestro aquí y nuestro ahora.

El texto permite constatar que la bioética es un campo del conocimiento de enorme amplitud y complejidad, que no cesa de avanzar y enriquecerse. El libro merece ser consultado para profundizar en el itinerario de la bioética, en sus contenidos, en los desafíos actuales y los que despuntan en un porvenir aún incierto, que se aproxima con enorme rapidez.

Correspondencia: Mina Piekarewicz Sigal. E-mail: minacolegio@hotmail.com

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