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FEM: Revista de la Fundación Educación Médica

On-line version ISSN 2014-9840Print version ISSN 2014-9832

FEM (Ed. impresa) vol.21 n.2 Barcelona Apr. 2018

https://dx.doi.org/10.33588/fem.212.942 

EDITORIAL

Acreditación y reconocimiento de la acción tutorial en España: hacia una propuesta estatal

Accreditation and recognition of mentoring in Spain: towards a state proposal

Amando Martín-Zurro1 

1Vicepresidente de la Fundación Española de Educación Médica

Sigue siendo demasiado habitual en nuestro sistema sanitario el papel marginal de la docencia dentro de unos centros en los que la asistencia y, en menor medida, la investigación adquieren el mayor protagonismo y desequilibran la -en teoría- reconocida y necesaria tríada de asistencia, investigación y docencia como conjunto de funciones básicas de las instituciones sanitarias y sus profesionales.

El tutor es una figura clave en el proceso de aprendizaje de los médicos especialistas en formación, actúa como referente y modelo y, por tanto, ha de reunir una serie de características que garanticen que desarrollará con efectividad sus funciones. Además de los requisitos profesionales y académicos, es preciso que el tutor tenga unas condiciones humanas en las que resalte la capacidad de relación y comunicación con los pacientes y su entorno, y con los profesionales del centro. También es muy importante que tenga un grado suficiente de motivación y de disponibilidad para las tareas de la tutoría, con especial énfasis en las actividades docentes. La figura del tutor existe en la mayoría de los países, aunque a veces con otro nombre, como 'supervisor' o 'mentor', y su misión va más allá de la docencia directa para centrarse en un papel de supervisión y guía durante todo el proceso de aprendizaje.

Los procesos de acreditación y reacreditación de los tutores solamente serán posibles y eficaces cuando la oportunidad de ser nombrado como tal tenga los suficientes elementos de incentivación y atractivo personal y profesional para generar un cierto grado de competencia en el acceso a esta situación. Constituye un elemento primordial y condición indispensable para poder implementar un sistema de acreditación de tutores. No se puede exigir más rigor ni pedir cuentas a los tutores acerca de su actividad docente si no están adecuadamente reconocidos e incentivados.

Tal como describí en distintos medios hace ya bastantes años, los ámbitos principales del reconocimiento explícito de la acción tutorial son los siguientes:

  • -Documental, mediante certificados oficiales del propio centro y de otras instituciones de ámbito estatal o autonómico.

  • -Reordenación de la actividad asistencial, que permita disponer de un número de horas suficiente para la tutoría.

  • -Económico, como parte de la retribución variable establecida por la consecución de objetivos en el marco de la entidad o empresa.

  • -Formativo, facilitando y priorizando la participación de los tutores en actividades docentes, especialmente de tipo metodológico.

  • -Desarrollo profesional continuo y carrera profesional, valorando adecuadamente el mérito de la propia tutoría en el contexto del desarrollo profesional continuo individual y en la promoción en el seno de la empresa y del centro.

A partir de las consideraciones previas se hace palmaria la evidencia de que los procesos de acreditación y reacreditación de los tutores no pueden caminar separadamente de los de reconocimiento e incentivación de la acción tutorial. A pesar de ello, numerosos políticos, gestores y directores de centros y servicios parecen no asumir que si quieren disponer de un número suficiente de tutores, y que éstos tengan una preparación y motivación óptimas, han de abordar de forma conjunta y con visión amplia y de futuro estos dos ámbitos.

En los últimos tiempos estamos asistiendo a una cierta proliferación de iniciativas de formación dirigidas a los tutores de posgrado, presentes o futuros, promovidas por instituciones diversas, entre ellas la propia Organización Médica Colegial. También se están poniendo en marcha vocalías específicas de tutores en distintos colegios de médicos. Sean bienvenidos estos proyectos en la medida en que contribuyan a visibilizar las necesidades de este colectivo de importancia nuclear en la docencia posgraduada. Dicho esto, no puede ni debe olvidarse que estas y otras propuestas serían mucho más coherentes y efectivas si estuvieran adecuadamente contextualizadas en el marco de una propuesta estatal de acreditación y reconocimiento de la acción tutorial.

En el diseño y puesta en marcha de esta iniciativa estatal deberían desempeñar un papel protagonista compartido el Consejo Nacional de Especialidades de Ciencias de la Salud y sus comisiones, las organizaciones profesionales médicas y de enfermería, y las de los propios tutores y residentes. La propuesta debería centrarse en aquellos aspectos de los procesos de acreditación y reconocimiento de cumplimiento obligado en todo el sistema nacional de salud, sin entrar a pormenorizar aquellos que respondan a competencias transferidas a los servicios de salud de las distintas comunidades autónomas.

Es obvio que en un editorial no se pueden desarrollar con detalle todos y cada uno de los componentes de la propuesta estatal, pero sí se pueden apuntar algunos de sus elementos nucleares.

En el terreno de la acreditación y reacreditación de los tutores es importante establecer con claridad los requisitos y mecanismos para poder acceder a esta condición: titulación(es); perfiles profesionales clínico, docente e investigador; experiencia profesional previa, global y específica en el campo docente, etc. También es necesario definir con precisión los motivos y mecanismos por los cuales puede perderse esta característica, así como la periodicidad con la que ha de renovarse la acreditación. Los procesos de acreditación y reacreditación de los tutores y sus resultados concretos deberían formar parte de la documentación necesaria para solicitar la acreditación inicial o su renovación por las unidades docentes, centros y servicios. Un elemento a considerar en esta línea podría ser el Diploma de Acreditación en Acción Tutorial que la Dirección General de Ordenación Profesional ya ha presentado a la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud.

En el campo del reconocimiento de la acción tutorial es preciso abordar, ubicándolos en el mismo nivel de importancia, todos y cada uno de los ámbitos señalados antes. Desarrollarlos parcialmente, dejando de lado uno o varios de ellos, tal como han hecho algunas comunidades autónomas, es un error que puede contribuir a dificultar la solución del problema y en ningún caso a facilitarla.

El bajo nivel de prioridad que conceden a la docencia numerosos responsables políticos y gestores de sanidad se traduce en reconocimientos parciales e insuficientes de la acción tutorial, habitualmente centrados en el ámbito documental y poco más. Hay que insistir en todas las instancias en la importancia de abordar todos los ámbitos, incluido el económico. Para conseguir este objetivo irrenunciable es primordial que la propuesta estatal sea asumida por los distintos actores con el mismo nivel de convencimiento sobre la bondad de sus planteamientos y de responsabilidad sobre el control de su desarrollo.

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