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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.20 no.3 Granada jul./sep. 2011

https://dx.doi.org/10.4321/S1132-12962011000200014 

MISCELÁNEA

CARTAS AL DIRECTOR

 

El paciente en las estancias prolongadas

The patient in prolonged hospitalization

 

 

Dirección para correspondencia

 

 

Sr. Director: Los pacientes operados de prótesis de cadera reclaman mi atención por ser un colectivo en su mayoría de edad avanzada, y con múltiples patologías asociadas a la edad, así como problemas o necesidades en el ámbito social. Cuando ingresan por urgencias en un centro hospitalario tras una caída, ya sea en la calle o en el domicilio particular, que ha desencadenado una fractura de cadera, ignoran el escenario que se van a encontrar, y en el que, debiendo ser los protagonistas, parecen no participar del proceso. Se trata de cirugías con pocas complicaciones y con alta resolubilidad, que por falta de comunicación del equipo interdisciplinar y de una atención centrada en el sujeto, conlleva unas estancias medias hospitalarias que triplican las contempladas como ideales por la bibliografía.

Nos situamos como escenario en un hospital terciario de carácter privado, en el Servicio de Traumatología, que ocupa la mitad de la primera planta de hospitalización del centro, con un único control de enfermería con 2 enfermeras por turno y 37 camas a su disposición. El observador forma parte del equipo asistencial, sin ser elemento clave en el desarrollo evolutivo de la patología, puesto que no en todos los casos interviene. Quizá por este motivo, o porque la función del fisioterapeuta (observador) es en parte reeducar la marcha y en parte escuchar las necesidades del paciente para intentar devolverle la autonomía en las actividades de la vida diaria lo antes posible, el profesional en cuestión observa el proceso desde un punto de vista más externo, más social, más global.

El paciente es ajeno al proceso y, en consecuencia, no sabe que a pesar de la simpatía, la educación e incluso el cariño con el que son tratados por las enfermeras, tiene detrás todo un proceso emocional difícil de sobrellevar día a día. El sujeto pregunta cuándo se va a ir de alta, y obtiene diferentes respuestas: "depende de la analítica", "según lo que diga el médico", "cuando le valore el internista", "cuando haya plaza en el centro concertado para el traslado"... pero nadie se ha preocupado de preguntarle al paciente qué hay detrás de esa pregunta, nadie se ha molestado en sentarse al lado del paciente y entender sus miedos y sus preocupaciones. Quizá los motivos sean que las enfermeras tienen mucho trabajo, muchos pacientes a su cargo, más o menos graves, y más o menos demandantes, porque las estancias tan prolongadas (15 días de media) hacen que el paciente, y la familia, sean cada vez más exigentes y más "puntillosos" con la atención solicitada y la recibida. Por tanto, es comprensible que las enfermeras no tengan "tiempo" de escuchar las necesidades de los pacientes de este tipo. O quizá piensen que es una función del traumatólogo averiguar qué necesidades tiene el paciente y cómo se le puede ayudar desde la institución, algo que quizá visto desde fuera se debería hacer desde el día del ingreso, con una simple "entrevista indagatoria" al paciente, detectando sus necesidades y sus expectativas ante la situación en la que se encuentra inmerso. Desde la perspectiva del observador, es un tema que parece que nadie quiere abordar, porque las enfermeras no saben cómo solucionarlo, y los cirujanos dicen que no depende de ellos. Es un ir y venir de preguntas sin responder, de boca en boca, de unos profesionales a otros, algo que da la sensación de falta de organización, de comunicación y de previsión de los problemas de atención a un tipo de paciente con unas necesidades claras y definidas, por la frecuencia de intervenciones en el centro.

Desde la posición del observador, en un contacto más íntimo si cabe con el paciente, que pone en mi toda su ilusión, pues soy la persona de referencia que para él le va a "devolver" la facultad de poder caminar, se puede abordar más de cerca la situación real del paciente, su miedo cuando pregunta qué día le van a dar el alta. Porque por un lado, se sienten más seguros en el hospital, y quisieran irse a casa totalmente recuperados, caminando sin ayudas técnicas, tal y como lo hacían antes de sufrir la caída y la intervención; pero son conscientes de que eso no es posible, porque no es asumible por el sistema. Entonces, su preocupación real es cómo resolver la situación sin involucrar a la familia, a los hijos, porque "todos tienen sus hijos, sus trabajos, y no quiero ser una carga para ellos", así cómo la ansiedad generada por sentirse momentáneamente "inválidos" y dependientes, sin capacidad para valerse por sí mismos. Eso les genera miedo, inseguridad y les hace más dependientes. Esa ansiedad produce un "bloqueo emocional" que no les dejar ver más allá de la realidad, de que van a poder manejarse con un andador, y que con las medidas necesarias que quizá no le habían explicado concienzuda y detenidamente hasta el momento, iba a ser capaz de llevar una vida dentro de la normalidad.

Si los profesionales que atienden directa y diariamente a estos pacientes conocieran la situación real de su "enfermedad", entendiendo no sólo el proceso quirúrgico sino una atención centrada en el paciente, podrían desarrollar protocolos de atención adecuados a las características de los pacientes, abordando los "problemas sociales" y no solo los médicos desde el día del ingreso del paciente en el hospital, facilitando información acerca de la cirugía, del proceso evolutivo esperado, de la situación final en la que se encontrará el paciente el día del alta y las ayudas técnicas que necesitará en los primeros meses de recuperación, así como las prestaciones sociales ofertadas por la institución o por el sistema de salud de la Comunidad. De esa manera, el paciente y la familia vivirían desde dentro el problema, conociendo las necesidades reales del mismo y las vías de solución de los problemas, disminuyendo la ansiedad y reduciendo las estancias, porque no demandarían retrasar el alta hospitalaria, puesto que esa acción ya no supondría una barrera a saltar.

Desde la perspectiva de las enfermeras, el tener uno de los problemas de su labor asistencial bajo control, reduce su carga de trabajo y su sentimiento de pérdida de control, pues el paciente está tranquilo, reduce el nivel de exigencia y demanda y conoce a la perfección el proceso del que forma parte y es además protagonista. Al enfocar la atención al paciente anciano con fractura de cadera hacia la atención centrada en la persona, y no sólo en el procedimiento quirúrgico, se obliga de alguna manera a que los participantes de la asistencia sanitaria prestada al paciente no sean sujetos individuales, sino que funcionen como grupo, desde una perspectiva multidisciplinar, ofreciendo al observador una perspectiva de perfecto trabajo en equipo.

 

Elena García García
Enfermera, Doctoranda en Salud Pública

 

 

Dirección para correspondencia:
Avda. Laura García Noblejas 63Ñ,
28670 Villaviciosa de Odón (Madrid) España

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