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Dynamis

On-line version ISSN 2340-7948Print version ISSN 0211-9536

Dynamis vol.32 n.1 Granada  2012

 

 

Reseñas

 

 

Arnau de Vilanova. Tractatus de humido radicali, edición crítica de Michael McVaugh y estudio introductorio de Chiara Crisciani y Giovanna Ferrari, Barcelona: Universitat de Barcelona-Fundació Noguera; 2010, 636 p. ISBN 978-84-9775-076-7, € 48.

En 2011 se ha celebrado el séptimo centenario de la muerte de Arnau de Vila-nova (c. 1240-1311). A pesar de que la investigación y el interés internacional en torno a su figura y su obra, tanto médica como religiosa, se han mantenido constantes a lo largo de las últimas décadas, hay que reconocer que el aniversario ha pasado prácticamente inadvertido fuera de los círculos académicos. La responsabilidad de esta situación recae sobre todo en los escasos esfuerzos que los "arnaldistas" hemos invertido en aprovechar esta oportunidad para dar a conocer a un personaje de su talla a un público más amplio. Sin embargo, en el ámbito académico contamos con la celebración del tercer encuentro internacional sobre Arnau de Vilanova, de nuevo gracias a la iniciativa de Josep Perarnau, y con una cosecha especialmente fértil de publicaciones. Entre ellas podemos citar la versión francesa del De vinis, publicada bajo el nombre de Arnau de Vilanova, aunque su autenticidad es dudosa (Le livre des vins, introducción y traducción de Patrick Gifreu, Perpiñán: Les Éditions de la Merci; 2011), y la catalana del De amore heroico (Tractat sobre l'amor heroic, introducción de Michael McVaugh y traducción de Sebasti Giralt, Barcelona: Barcino; 2011), además del estudio Amor fina e complida. Arnau de Vilanova i les teories medievals de l'amor de Jaume Mensa (Barcelona: Cruïlla; en prensa). Pero sin duda las publicaciones más destacables son la magna obra con la que Antoine Calvet culmina su larga investigación acerca la tradición alquímica pseudoarnaldiana (Les oeuvres alchimiques attribuées Arnaud de Villeneuve, París - Milán: ARCHÈ; 2011) y un nuevo volumen de los Arnaldi de Villanova Opera Medica Omnia (AVOMO), objeto de la presente reseña, que no ha llegado a nuestras manos hasta 2011, aunque la fecha de impresión sea diciembre de 2010.

Iniciados en 1975 por Luis García Ballester, Michael McVaugh y Juan Antonio Paniagua, los AVOMO se han convertido no sólo en el eje fundamental de la investigación en torno a la obra médica arnaldiana, sino también en uno de los espacios más destacados para el avance en el conocimiento de la medicina medieval. Los catorce volúmenes de esta colección aparecidos hasta ahora ofrecen cuidadosas ediciones críticas acompañadas de profundos estudios introductorios que no se suelen restringir a la obra en cuestión, sino que la sitúan en una perspectiva de su contexto intelectual mucho más amplia. La participación de investigadores procedentes de campos diversos -historia de la medicina y de la filosofía, filología latina, hebrea y árabe- garantizan el rigor y el enriquecimiento de un enfoque pluridisciplinario.

En esta ocasión los AVOMO nos vuelven a proporcionar una magnífica edición crítica. El De humido radicali nos llega de la mano de Michael McVaugh, uno de los mayores historiadores actuales de la medicina medieval, quien además tiene en su haber una larga experiencia en la crítica textual: solo en esta serie ha publicado ocho textos y tiene tres más en preparación. A partir de los ocho manuscritos conservados, McVaugh nos proporciona un texto muy legible, apoyado por un stemma codicum clarificador, con un aparato crítico depurado y un útil aparato de fuentes. Aunque, quizá llevado por un interés personal, lo que echo de menos es ver situadas en la tradición textual las ediciones renacentistas. Es perfectamente legítimo no tomarlas en consideración para la edición crítica cuando se tienen suficientes testimonios, como es el caso, pero en mi opinión no hay que olvidar la importancia que tuvieron para la difusión de la obra en la era moderna.

La espléndida y extensa introducción, realizada por Chiara Crisciani y Giovanna Ferrari, no se limita a estudiar el tratado que se edita, sino que tiene el inmenso mérito de ser el primer estudio de conjunto acerca del húmedo radical y su fortuna. En la medicina galenista y la filosofía natural de la baja edad media el húmedo radical es un concepto fundamental: se interpreta como un fluido disperso por todo el cuerpo, indistinguible pero cuya presencia o ausencia se deduce de los efectos en el organismo. Procede del esperma de la concepción y se va consumiendo a lo largo del ciclo vital, lo que explica que la vida tenga un límite temporal. Sus funciones son básicas para la salud y la vida puesto que garantiza la permanencia del cuerpo y la cohesión de sus partes. Por ello, no resulta sorprendente que dicho concepto trascendiese de la medicina hacia otros saberes más o menos cercanos. Tras explorar el concepto y su desarrollo desde la tradición hipocrático-galénica hasta la formulación decisiva de Avicena, a quien también se debe su difusión, el estudio dedica sendos capítulos a la atención que despertó el húmedo radical en la teología (a partir de textos de Giacomo da Viterbo, Buenaventura, Joan de Rocatalhada, entre otros) y en la filosofía natural (en las obras de Alberto Magno, Pedro Hispano, Ramon Llull).

A continuación Ferrari se centra en el De humido radicali, que constituye la primera obra monográfica consagrada al húmedo radical. Según declara en el prefacio, Arnau la escribió con la finalidad de esclarecer para sus colegas las confusiones que, a su modo de ver, ciertos filósofos coetáneos propagaban acerca de este concepto. La estructura responde a esta intención polémica, puesto que los dos libros que componen el tratado dejan entrever su probable origen en dos questiones disputate, como se denomina al género escolástico que vehiculaba las discusiones públicas acerca de problemas determinados en el marco de la docencia universitaria. Una de esas questiones versa sobre la definición del húmedo radical y la otra sobre si era posible restaurarlo. En buena parte las confusiones que Arnau critica en esos filósofos indeterminados derivan, al parecer, de ciertos aspectos oscuros de la exposición del Canon de Avicena y la base para reconsiderarlas en el tratado son las categorías naturales de Aristóteles. Por otra parte, algunos argumentos parecen ir dirigidos a ideas que se remontan a Pedro Hispano y Alberto Magno. Arnau defiende que el húmedo radical es restaurable pero de modo incompleto, con un límite marcado por el calor vivificador. Por ello la medicina no permite alargar la vida más allá de ese umbral, aunque sí puede intentar evitar que el ser humano muera antes de llegar a él. El De humido radicali se revela, pues, como un escrito con una orientación fundamentalmente filosófica, pues se aproxima al tema desde la búsqueda de la verdad natural, no desde la utilidad terapéutica, según el criterio de la doble verdad, de origen aviceniano, que el mismo Arnau expone en el De intencione medicorum y que en el tratado que ahora nos ocupa le permite, por ejemplo, salvar los aparentes desacuerdos entre Galeno y la doctrina aristotélica.

Entre el siglo XIII y XIV, al generalizarse el Canon como libro de texto en el curriculum médico universitario, el húmedo radical pasó a ser tema de obligada atención y por consiguiente fue tratado en comentarios, tratados y questiones, algunos de los cuales son revisados en la introducción. Se dedica un capítulo específico a los médicos más cercanos cronológicamente a Arnau que abordan el tema: Bernat de Gordon y Pietro d'Abano.

Otros campos a los que traspasa el húmedo radical, por su relación con la duración de la vida, son los tratados de prolongevidad y de alquimia, en los que se centran los dos últimos capítulos de la introducción y que nos abren camino en el corpus pseudoarnaldiano. Los tratados de prolongevidad giran en torno a los recursos para retrasar la llegada de la vejez y alargar la vida. Si bien no pertenecen a la medicina académica, se basan en ella, con una orientación muy práctica y una doctrina simplificada, en la cual el húmedo radical ha sido sustituido por el húmedo natural. Además de las muestras más difundidas del género (el Secretum secretorum y los escritos atribuidos a Roger Bacon) aquí se contempla el que circuló apócrifamente bajo el nombre de Arnau de Vilanova, el De conservanda iuventute et retardanda senectute. Finalmente Crisciani, hoy día una de las mejores conocedoras de la alquimia medieval, se adentra en la fortuna del húmedo radical en la tradición alquímica, en especial en el corpus pseudoarnaldiano y en el pseudoluliano, en los que este fluido se relaciona con la piedra filosofal, el elixir y el oro potable. De todos modos, en esas derivaciones del húmedo radical el tratado arnaldiano no parece haber tenido ningún papel. Ello no es sorprendente, habida cuenta que los manuscritos que lo transmiten son más bien pocos y que tampoco hay indicios claros de su uso por parte de los autores médicos que tratan el mismo tema. Así pues, parecen premonitorias de la escasa repercusión que iba a tener las últimas líneas del De humido radicali, en las que se auguraba que apenas un profesor de Montpellier sería capaz de entender el tratado. Como otras obras de gran calado teórico de Arnau, su difusión sería escasa, en contraste con el éxito de algunos de sus escritos prácticos.

Puesto que me es un tema caro, permítaseme extenderme en la cuestión de la astrología, que surge al comparar las aproximaciones al húmedo radical de Arnau y Pietro d'Abano, ausentes en el primero, pero presentes en el segundo. Estoy de acuerdo en que, como dice Ferrari, si nos atenemos a las obras de Arnau cuya autenticidad ha sido confirmada, Arnau muestra un tardío interés por la astrología y sus aplicaciones médicas pero, a diferencia de Pietro, no se detiene a explicar con detalle las técnicas ni los cálculos astrológicos. Sería un argumento para considerar espurios los tratados específicamente astrológicos que le atribuye la tradición como el De iudiciis astronomie, aún dudoso, o el De sigillis. Ahora bien, no veo por qué el rechazo de Avicena a la astrología médica hubiera podido "frenar" a Arnau en la identificación del influjo astral como origen de las propiedades ocultas (proprietas), incluyendo la forma específica. El hecho de que en una gran parte de las referencias dispersas por su obra a dichas propiedades no se precise que son provocadas por el influjo astral no significa, a mi parecer, que se ponga en duda su causalidad astrológica: simplemente se puede deber a que, en el contexto en el que se hallan, no es necesario especificarla. Tampoco es una contradicción el que la influencia de los astros no siempre se conciba debida a las propiedades ocultas, porque Arnau reconoce que puede proceder de estas o de las cualidades complexionales de los cuerpos celestes. Más que como resultado de una evolución a partir de las propiedades ocultas, Arnau parece "descubrir" la aplicación (moderada) de recursos astrológicos de repente, a partir de 1300 aproximadamente -por lo cual no la encontramos en el De humido radicali, anterior a esta fecha-, y ello, al parecer, es paralelo a un uso más frecuente de las propiedades ocultas, muy limitado previamente. Por último el hecho de que rechace las especulaciones de astrólogos, adivinos y magos acerca del fin del mundo en sus obras teológicas no se opone al reconocimiento de cierto don profético infundido por las propiedades ocultas que encontramos en su obra médica, ya que va acompañado de la advertencia de no caer en la vana pretensión de vaticinar sobre acontecimientos futuros reservados a Dios.

Por supuesto mis observaciones afectan a aspectos muy menores en el conjunto del volumen y no cuestionan en absoluto la alta calidad y el gran valor de la labor realizada por los tres autores de esta obra, que sin duda está destinada a permanecer como un referente ineludible para el tema que trata.

Sebastià Giralt, Universitat Autònoma de Barcelona

 


Katharina Rowold. The Educated Woman. Minds, Bodies, and Women's Higher Education in Britain, Germany and Spain, 1865-1914. New York, London: Routledge; 2010, 309 p. ISBN: 978-0-415-20587-0, € 76,70.

The Educated Woman versa sobre una cuestión más o menos tratada en cada uno de los tres países en los años objeto de estudio (Gran Bretaña, Alemania y España en la segunda mitad del siglo XIX y en los años del siglo XX que preceden a la I Guerra Mundial): el acceso de las mujeres a la educación superior o universitaria. Pero lo hace, a diferencia de otros trabajos, desde una perspectiva histórico-comparativa e integrando dicho análisis no sólo en el de la evolución y diversidad del movimiento feminista en cada uno de dichos países, sino también, de un modo especial, en el de las controversias y debates que dicho acceso trajo consigo en relación con la mente y el cuerpo de la mujer tanto desde el punto de vista científico -por naturalistas, médicos, ginecólogos, psiquiatras, higienistas, eugenistas, sexólogos, etc.- como social, intelectual y moral. Es decir, en relación con las distintas concepciones en liza sobre la naturaleza, diferencias sexuales o de género y roles sociales de las mujeres.

En cuanto a la estructura del libro, cada uno de los tres países dispone de un capítulo específico que, como indica la autora en la introducción, es posible leer de modo independiente. No obstante, no recomendamos dicha lectura, salvo que, previamente, se hayan leído, al menos, la introducción y las conclusiones. Sólo así se podrá captar algo de la riqueza analítica que aportan las comparaciones efectuadas; es decir, las semejanzas y diferencias observadas. Por lo que respecta a la forma de escribir la historia, la autora se mueve entre un estilo matizado o ambivalente -recurso abundante a los "sin embargo", "esto es así, pero ..." o "es cierto que ..., pero también lo es que..."-, repetitivo -una misma posición, argumento o tema son considerados en páginas diferentes; abundan las remisiones a lo dicho antes o a lo que se dirá después-, y especialmente atento a la complejidad y contradicciones de las distintas posiciones científicas y sociales sobre el tema, así como a proporcionar un análisis fino de los matices de cada una de ellas, ya se trate de personas individuales o de movimientos o tendencias. Todo ello confrontando sus puntos de vista con los de otros trabajos mediante acuerdos y desacuerdos suavemente expresados.

Por de pronto, el objeto central del libro, el acceso de las mujeres a la educación universitaria -una cuestión en la que hay que distinguir entre el acceso como oyentes, con derecho a examen y calificación pero no a la obtención de grados, a los grados universitarios y, por último, a los grados y a las profesiones relacionadas con los mismos - ofrece claras diferencias entre los tres países analizados. En Gran Bretaña dicho acceso tendría lugar entre 1869 (año de creación del primer college femenino) y 1922 (en Cambridge, si bien las mujeres no pudieron acceder a la condición de full membership en esta universidad hasta 1947); es decir, de modo gradual e independiente entre unas universidades y otras. En Alemania, entre 1900 y 1909 según el Land de que se trate, aunque ya en las décadas de los 60 y 70 del siglo XIX algunas mujeres de clase media habían accedido a la universidad como oyentes. Y en España en 1910 mediante una específica disposición legal, aunque también pueden señalarse con anterioridad algunos casos aislados y excepcionales de mujeres que fueron admitidas como oyentes en las aulas universitarias. En síntesis, como ya observó Giner de los Ríos en 1893 -y la autora destaca (p. 200)-, la mayoría de los médicos y políticos alemanes estaban todavía dominados, a finales del siglo XIX, por las viejas ideas sobre la incapacidad y especial misión de las mujeres, opuestas a su presencia en la universidad, en abierto contraste con los avances experimentados en este aspecto en los países anglosajones. Baste decir que en Inglaterra se admitía ya de modo general hacia 1890 que las mujeres podían obtener grados universitarios, y que en 1900 representaban ya el 16 % del total de estudiantes universitarios.

Lo novedoso del libro se halla tanto en su índole comparativa como en el acercamiento al tema objeto de análisis. Lo que a la autora le interesa no es tanto el acceso de las mujeres a la universidad en sí mismo, cuanto las controversias y debates generados en torno a dicha cuestión. Y, dentro de dichos debates, las posiciones, argumentos e ideas en relación con el cuerpo y la mente femenina manejados por científicos, naturalistas, médicos, eugenistas, sexólogos, feministas, antifeministas y personas de distintas ideologías en la defensa u oposición a dicho acceso. Las ideas científicas y médicas sobre las diferencias fisiológicas, mentales, sexuales y sociales entre hombres y mujeres sirvieron, en efecto, tanto para redefinir las nociones, identidades y campos profesionales masculinos y femeninos, como para rechazar o defender el acceso de la mujer a los grados universitarios y a las profesiones relacionadas con los mismos. Entre ellas, a los estudios de medicina y a la profesión médica. Un aspecto clave si se tiene en cuenta el papel que desempeñaron en estos debates, tanto en Inglaterra como en Alemania -menos en España-, las primeras mujeres que ejercieron la medicina. En Gran Bretaña, las dos primeras mujeres en ser incluidas en el British Medical Register serían Elizabeth Blackwell en 1858-59, que había estudiado medicina en Estados Unidos en los años 40, y Elizabeth Garret que había obtenido el título de boticaria en 1865. Ellas dos serían, junto con Sophia Jex-Blake, que obtendría el grado de medicina en Berna en 1877, las promotoras en 1874-76 de la London School of Medicine for Women.

Las controversias sobre la influencia positiva o negativa del acceso de la mujer a la universidad -en especial de las mujeres de clase media, cuyo estilo de vida se tachaba de superficial, frívolo, ocioso y malsano-, y del surmenage intelectual que ello implicaba en la fisiología y en la mente femenina, y, sobre todo, en la procreación, maternidad y crianza de los hijos y en la salud de las mujeres -y, yendo más allá, de la raza, de la nación o del futuro de la humanidad-, o sobre lo que era natural, innato, genético y no modificable y lo que era medioambiental, artificial y modificable -todo ello combinado con las tesis lamarckianas sobre la transmisión por herencia de los rasgos adquiridos y, por tanto, la posible mutabilidad de la naturaleza femenina -, tuvieron lugar con mayor o menor intensidad, antes o después, en los tres países. Pero dichas controversias estuvieron impregnadas y condicionadas por aspectos y cuestiones peculiares a cada uno de ellos.

En Gran Bretaña, por ejemplo, tales debates tuvieron lugar con cierta anterioridad y en un contexto marcado por el más temprano desarrollo del movimiento feminista y de las ideas eugenésicas -el término eugenesia sería acuñado por Francis Galton en 1883 y la Eugenics Education Society, en la que las mujeres representaban en 1914 el 48,7%, se creó en 1907 y su revista, Eugenics Review, en 1909-, por la intervención de médicos y científicos, por la difusión de las ideas darwinistas -en especial, a partir de la publicación en 1871 de The Descent of Man donde Darwin trata el tema de la educación de las mujeres-, y por una cierta antropología "imperial" que, por un lado, identificaba a las mujeres con las razas o pueblos primitivos no evolucionados, y, por otro, relacionaba la cuestión con la mejora de la raza y la expansión del Imperio inglés frente a otros pueblos o razas inferiores.

En Alemania, en un contexto, asimismo, caracterizado por la temprana aparición de sendos movimientos feminista y antifeminista organizados -en 1865 se fundaría en Leipzig la Asociación General de Mujeres Alemanas, en 1889 la Asociación para la Educación de las Mujeres y los Estudios Universitarios, y en 1912 la Liga para Combatir la Emancipación de las Mujeres-, y de las ideas eugenésicas relativas a la "higiene racial" -fundación en 1904 de la Liga para la Protección de las Madres y en 1905 de la Sociedad para la Higiene Racial-, así como por el apoyo del movimiento socialista - Die Frau und der Sozialismus de August Bebel se publicaría en 1879-, los debates se centraron, sobre todo, en las consecuencias que el acceso de las mujeres a la universidad tendría sobre la Bildung, y en los aspectos y consecuencias psicológicas, mentales y sexológicas del mismo.

En Alemania, el acceso de las mujeres a la universidad ponía en entredicho la concepción específica de la naturaleza y funciones de dicha institución y la importancia concedida a las nociones, sesgadas sexualmente, de Bildung (autoformación por medio de la educación), Wissenschaft (ciencia), Kulturvölker (pueblos creadores de cultura) y Schöpfungskraft (capacidad creativa). Cuatro conceptos estrechamente relacionados con la identidad y posición social de la burguesía culta o profesional con titulación académica (Bildungsbürgertum) y, sobre todo, con su elite, el profesorado universitario. Al ser consideradas dichas nociones como espacios masculinos, sólo posibles desde una mente y un cuerpo masculino, el acceso de las mujeres a la universidad implicaba replantearse tales conceptos así como la identidad de una institución, la universitaria, centrada sobre todo en la investigación científica, y su posible conversión en un Brotstudium (estudio para ganarse el pan) dirigido por motivaciones profesionales. Todo ello implicaba poner en cuestión la noción de "cultura alemana" y, en último término, la identidad nacional alemana.

Por otra parte, en Alemania los neurólogos, psiquiatras y sexólogos tuvieron una intervención más relevante en el debate frente a, por ejemplo, los ginecólogos -Rowold minusvalora, a diferencia de otros autores, la relevancia de la cuestión racial en dicho debate-. Ello condujo a poner el énfasis en sus aspectos mentales, psicológicos y sexológicos. En especial, en relación con temas tales como la llamada "inversión sexual" -homosexualidad masculina y femenina-, o los, asimismo, llamados "tercer sexo" o "estados sexuales intermedios", y la consideración, o no, en la naturaleza humana de una amplia variedad de situaciones bisexuales, a partir de la original bisexualidad del embrión humano, así como de cada individuo como una combinación de rasgos de uno y otro sexo. O, por citar un caso particular, a defender el acceso a la Bildung de las mujeres "invertidas" a las que se les suponía, por su condición de tales, la posesión de ese poder creativo cultural propio de los hombres.

Aun compartiendo con los otros dos países una serie de rasgos generales y la presencia de similares argumentos, a favor o en contra, acerca de los temas o cuestiones implicadas en el debate, el caso español se caracteriza, entre otras cosas, por la debilidad del movimiento feminista organizado -la Asociación Nacional de Mujeres Españolas se crearía en 1918-, el menor desarrollo económico y educativo -en especial en relación con la alfabetización y escolarización femenina-, la más tardía difusión de las ideas evolucionistas, eugenésicas y sexológicas -las primeras jornadas eugenésicas tendrían lugar en 1934-, y la mayor influencia de la iglesia católica en dicho debate. Consecuencia de ello sería, por ejemplo, el mayor peso comparativo de los aspectos religiosos, morales y sociales sobre los científico-médicos, o el que las controversias no alcanzaran la estridencia y repercusión social y política que tuvieron en Gran Bretaña y Alemania. Asimismo, ello explica, por ejemplo, que en las dos primeras lecciones inaugurales de la Sociedad Ginecológica, creada en 1874, uno de los oradores atribuyera a Dios, como causa última, las diferencias sociales entre hombres y mujeres, y el otro mantuviera que el estudio de la fisiología del sistema reproductivo femenino bastaba para convencernos de que el Supremo Creador había designado a las mujeres para la reproducción y no para los estudios universitarios.

Otros aspectos peculiares del caso español, que la autora estudia con cierto detalle, son la importancia que el Sexenio Democrático (1868-1874) tuvo en la difusión de las ideas y argumentos favorables a la educación de las mujeres y a su acceso a la universidad y a determinados espacios públicos profesionales, el papel desempeñado por algunas individualidades femeninas como Concepción Arenal, Bertha Wilhemi, Concepción Gimeno, Emilia Pardo Bazán, Teresa Mañé, Teresa Claramunt, Martina Castells o Concepción Aleixandre en estos debates -lo que permite a la autora distinguir entre un feminismo "relacional" u organizado y otro "individualista"-, la defensa y promoción de la educación de las mujeres desde el krausismo -krauso-institucionismo más tarde- y el anarquismo, y el papel ambivalente que tuvieron en esta cuestión los distintos regeneracionismos tras el desastre de 1898. Un papel ligado a las distintas concepciones existentes sobre las causas del mismo y sobre la responsabilidad de las mujeres en la degeneración o regeneración de la raza hispana.

En síntesis, estamos ante una obra realizada con un buen y completo conocimiento de las fuentes primarias y secundarias, a leer por cuantos se interesan por la historia de los movimientos feministas, de la educación de las mujeres, de la universidad, de la eugenesia, de la ciencia médica, de la sexualidad y, en general, de la ciencia y la cultura.

Antonio Viñao, Universidad de Murcia

 


Francisco Vázquez Gacía y Richard Cleminson. Los invisibles. Una historia de la homosexualidad masculina en España, 1850-1939. Granada: Comares [colección Comares Historia]; 2011, 317 p. ISBN-9788498367836, € 27.

Hacer la historia de la homosexualidad es una tarea poliédrica y con aristas irregulares. El reto que se marcan los autores de esta obra, versión castellana que amplía la publicada por The University of Wales Press (Cardiff, 2007), es reconstruir el itinerario social, jurídico e intelectual de un concepto escurridizo que difícilmente se puede escribir sin entrecomillar. Es, en efecto, la disidencia sexual y la homosexualidad, en particular, habitante de un interregno objeto de múltiples prácticas, discursivas y no discursivas, que le confieren una especificidad propia y, acaso, una fecundidad heurística forzosamente interdisciplinar. Dicho enfoque, de amplias miras, enraizado en el pasado y con la vista puesta en el horizonte, se aviene bien al ejercicio de la filosofía y la historia del conocimiento, saberes metadiscursivos, cuyos presupuestos son programáticamente explicitados por Vázquez y Cleminson. Utilizan transversalmente herramientas epistemológicas de potente alcance como la ontología de los hechos institucionales de John Searle, el nominalismo dinámico de Ian Hacking y los estilos pensamiento o de razonamiento. Asimismo no faltan en el repertorio, sucinta pero elocuentemente explicados, tanto para el iniciado en la problemática como para el amable lector curioso, los clásicos del pensamiento sobre la (homo)sexualidad y sus arsenales de trabajo intelectual. Resultarán didácticamente expuestos al principiante y originalmente actualizados al lector avezado.

La introducción (capítulo I) es suficientemente iluminadora en este sentido. Se apuesta por una manera sensata de intentar hacer la historia de la homo-sexualidad. Para ello localiza los recovecos, anuncia la metodología, recoge las producciones anteriores tanto en sus contenidos como en sus formas de abordarlos. Se trata de un auténtico ensayo, en nuestra opinión, filosófico, en cuanto crítica racional metadiscursiva, y una presentación del conjunto del contenido de la obra. Las acotaciones del estudio nos parecen muy bien traídas. Vienen marcadas por los cambios de enfoque producidos a mediados del siglo XIX y por la brecha sangrante de la Guerra Civil, cuyos efectos en la cultura y las personas no hace falta ahora resaltar.

Abren el desarrollo temático (capítulo II) los procesos por los que viró la explicación de la conducta punible o delictiva, que incluiría la vetusta noción de sodomía, desde condición monomaníaca hasta los frutos de la paulatina introducción de modelos patológicos, tanto neurológicos como psiquiátricos. El avance de las "nuevas ideas" no conllevó el desplazamiento de las anteriores, fueran éstas diagnósticas o moralizantes. Vicio, contagio y tendencia latente se unirían como factores predisponentes y precipitantes de la etiología de la homo-sexualidad. Sin acudir a la declaración, por lo demás ya desgastada, del proverbial retraso de la ciencia española, el hilo explicativo atiende a la disparidad entre especialidades médicas, al fuerte eclecticismo y al esnobismo teórico para rendir cuentas de una "medicalización truncada" y de un interés limitado en el asunto, relacionado posiblemente con la ausencia de una condena legal explícita como herencia del respeto liberal a la vida privada entre adultos.

En el siguiente periodo (capítulo III), se analiza la apertura de la theoria médica y psiquiátrica en un contexto de nuevas exigencias sociopolíticas que vuelve los ojos atentamente a la cuestión sexual en general, y por lo tanto a sus alteraciones. Esta intensificación viene de la mano de otras gestiones y proclamas de calado biopolítico que incluirán preocupaciones sobre la intervención racional en la población, la construcción de la nación y la eugenesia. La conceptualización se centra en el "invertido", revestido de doble desviación (género y sexualidad) sin que ello suponga una sustitución de categorías o conceptos, fueran estos de linaje lego o experto.

Este marco cognoscitivo, requerido para la acción técnico-racional en lo social, también sería el caldo de cultivo de las ciencias pedagógicas (capítulo IV). Las cautelas sobre la infancia en peligro y la necesidad de crear ciudadanos saludables propiciaron el diseño de dispositivos de intervención sobre la masturbación precoz o colectiva, los peligros derivados de la maleabilidad impúber y la nefasta influencia de compañeros o adultos contagiosos. Existía oscilación diagnóstica entre lo congénito y lo adquirido en lo que a la degeneración se refiere.

La producción de saberes expertos para la intervención social se concierta con el llamado regeneracionismo y las aprensiones por los males nacionales. La obcecación por el declive español y su asociación con la desvirilización y al afeminamiento centran algunas de la obsesiones del periodo (capítulo V). La decadencia nacional sería entonces consecuencia de su falta de valor masculino y del brote del varón feminoide, figura afín al disidente sexual. Tanto en este punto, como en otros, destacan los autores la presencia subyacente de cierto modelo mediterráneo de sexualidad, que en contraste con el modelo identitario nórdico, es más suspicaz con las cuestiones de género (masculino-femenino) y rol (pasividad-actividad). El afeminamiento será asunto todavía más alarmante con la visibilización del invertido o el afeminado en la vida de las grandes ciudades. Estas comunidades de homosexuales se exploran en el capítulo VI. El análisis de estas subculturas es siempre complejo debido a los fuertes sesgos introducidos por los agentes racionales (y emocionales) en interacción. La intersección de discursos y otras prácticas que elucidan las teorías clasificatorias de Hacking quedan aquí como telón de fondo. El estudio pensará e informará sensatamente sobre las encrucijadas de los discursos expertos (medicina, pedagogía...), los discursos de lo punible (derecho...), y la producción artística (literatura...) que llegará a anunciar la palabra en primera persona como reacción al imaginario científico y social. La misma interacción que encontrar en los propios estilos de vida y modelos de intervención social.

La historiografía de la homosexualidad, merced a la particular idiosincrasia del concepto historizado, no ha podido soslayar el verse inmersa en debates de profundo calado filosófico como los derivados de la dicotomía esencialista-construccionista, los avatares de la clasificación de los seres humanos y la emergencia de "clases de gente" (making up people). Los autores ni obvian los entramados ni los reconducen a nuevos atolladeros, sino que, haciéndose deudores de ellos, los reconocen como su propio utillaje de análisis haciendo de la ontología social y la metodología de la ciencia una herramienta para desbridar lúcidamente las realidades y su dinamismo. Es, al estilo de la propuesta de Bourdieu, una teoría y una metateoría que están bien entretejidas con la historia y los estudios empíricos. La clasificación, de manera genérica, y la de los seres humanos de forma específica, constituyen un episodio inagotable de análisis crítico. En este quehacer, el estudio de Vázquez y Cleminson es, además de un ejercicio de profunda erudición y rigor investigador, una ilustración de la crítica que la filosofía del conocimiento mencionada puede ejercer. Es por ello que, más allá de la cultura histórica, literaria y sexo-sociológica que contiene, consideramos su lectura altamente formativa para los practicantes y expertos de esos saberes biomédicos y pedagógicos, en la medida en que desde la perspectiva de la gestión de las poblaciones pueden ser considerados saberes tecnosociales.

No podemos eludir que una empresa de estas características es forzosamente ambiciosa y puede tender a volcarse hacia uno de los aspectos que conforman la problemática. En ese particular, la obra es equilibrada y, en gran medida, dicha estabilidad le viene dada por la indicada epistemología nominalista dinámica, que posibilita armonizar fecundamente los discursos expertos, la creación (making up) de sujetos que surgen al tiempo que son clasificados, las interacciones entre discursos y sujetos, y la propia conformación de una noción que se desliza de lo moral, social y teológico, a lo legal, artístico y patológico al tiempo que mantiene semánticas históricas paralelas y solapantes de diferente índole (sodomita, invertido, perverso, homosexual...).

Cualquier debilidad que los analistas de la historia de la homosexualidad encontraran en el proyecto de Vázquez y Cleminson, en la tendencia a dar más peso a unas fuentes que a otras, no afearía el resultado ni le restaría éxito, dado que, al menos desde nuestro punto de vista: (i) introducen el bisturí histórico-filosófico en un periodo inexplorado cuyas acotaciones están historiográficamente avaladas, (ii) lo hacen centrándose en la medicina legal, la pedagogía y sus propensiones correctivas y las propias comunidades de homosexuales, lo que proporciona elementos de juicio para un panorama de la construcción de la noción aunque pudiesen incluirse otros más propios de la casuística penal o de las llamadas "historias de la vida privada" y (iii) la riqueza documental y el rigor analítico, basado en las mencionadas herramientas metodológicas, le confieren un carácter programático para ulteriores investigaciones que podrán profundizar en los diferentes filones, bien tratados exhaustivamente por los autores, bien sugeridos en el cuerpo de la obra. La posibilidad de otros enfoques metodológicos complementarios no resta valor al producto de los escogidos y, en todo caso, la obra no está proyectada como una discusión epistemológica u ontológica de identidades médicas, científicas, sociales o jurídicas.

El carácter comparativo del texto (conclusiones) que atañe a los contrastes que los autores establecen con otros casos nacionales coetáneos, es uno de los resultados más destacados de la producción. En la historia de la sexualidad (o, si se quiere, de las sexualidades) el enfoque comparativo es sumamente enriquecedor. A la fuerza, dado el carácter monográfico de la obra, han de hacerlo de una forma sumamente sintética, sin perder por ello profundidad. Sí echamos en falta, la presencia del caso portugués; pero consideramos que los conocedores del estado de la cuestión pueden comprender fácilmente el motivo. Los estudios sobre el país vecino están todavía mucho más en ciernes que lo que pudieran estarlo los estudios del caso español, lo que dificultaría una historia ibérica de la (homo)sexualidad. Nos consta, no obstante, que los propios autores son conscientes de esta deficiencia, no ya de la obra, sino de la propia historiografía sexológica, y están ya contribuyendo a paliarlo, tanto con sus propias investigaciones como con la dirección académica de proyectos al respecto.

Queremos destacar la detección de la continuidad temporal-conceptual de las diferentes identidades. En efecto son paralelas y llegan a solaparse. Así, del sodomita (relapso), no se pasa sin más al homosexual (especie, enfermo...), ni siquiera con la figura intermedia del invertido. Debemos, subidos a los hombros de gigantes, de Foucault en este caso, matizar al maestro: las identidades no se sustituyen sin más. Se montan unas sobre otras, se recombinan, se tuercen y retuercen, producen ciclos de retroalimentación lego-experto, evocan mimetismos y metamorfosis. Todo ello hace que, en ocasiones, el discurso del técnico (médico, jurista, pedagogo...) no haga más que recoger el imaginario popular haciendo su versión racionalizada o posibilitar la confluencia de conceptos clasificatorios de incoherente estirpe. Estos últimos no resisten los principios de lo que en la más pura taxonomía formal llamaríamos adecuación.

La filosofía y la historia de la medicina andarán con la vista puesta no sólo en su materia primera, sino en diálogo con las propias filosofías e historias del derecho, la educación, los sistemas sociales y las demás producciones culturales. Vázquez y Cleminson nos están ofreciendo una historia social de la medicina que es también una historia de la medicina social y para ello necesitan no poca filosofía. La figura del peligroso social y la prevención correccionalista que recorren los dos siglos pasados sirven de indicadores de los procesos anunciados. Se hace preciso explorar las complicaciones entre lo higiénico y lo socialmente aceptable, lo aceptable y lo legal, así como las interacciones de todo tipo entre los sujetos agentes en el espectáculo social vinculado. La expedición es llevada en esta obra mediante su generosidad interdisciplinar. La necesidad de la filosofía de la ciencia junto a la historia de la ciencia no necesitaría a estas alturas de mayor justificación. Sea como sea, esto también tiene un balance satisfactorio al recorrer las epistemologías mencionadas todo el hilo conductor de los procesos de construcción elucidados.

Los estudios sobre la homosexualidad en España estaban por hacer y, en gran medida, lo siguen estando. Cumplen ampliamente los autores al recopilar en sus notas y bibliografía lo más señero de dicha producción tanto en nuestro entorno como en el de otros países. La investigación anterior ha sido, como era de esperar, interdisciplinar, y en muchos casos ha estado ligada a los movimientos más o menos politizados de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y queer (LGTBQ) sin un impacto muy relevante en la academia. La politización de la investigación es un sesgo difícilmente eludible en una materia que afecta diacrónicamente a los sujetos bajo el estigma, la represión o incluso el exterminio. Así y todo, es un desiderátum heurístico que los tópicos a investigar vayan adquiriendo la autonomía académica suficiente que permita el rigor intelectual, sin cargar las tintas, no incompatible con su utilidad práctica (ético-política) posterior. Los invisibles de Vázquez y Cleminson constituye una contribución inestimable a la historiografía de la homosexualidad que exhibe esa interdisciplinariedad y un potente rigor intelectual y académico. Eso la convertirá en un clásico de los estudios sobre el tema, exento de disquisiciones ideológicas. Esa exención es debida a una concepción de la filosofía como crítica de las ideologías. Por otra parte será útil para la proyección práctica en cuanto que, la calidad de la reflexión histórico-filosófica sobre las diferentes producciones de la cultura humana, desde la ciencia biomédica a la literatura y el estudio de la vida cotidiana, son perfectas propedéuticas para la reflexión racional orientada a la emancipación de los seres humanos de cualquier condición. Ese loable proyecto tendrá como inseparable la propia reflexión intelectual y profesional de los especialistas que han de habérselas con la disidencia, sea en materia sexual, sea en lo que llamamos, en general, identidades.

Francisco Molina Artaloytia, UNED

 


Marisa Miranda. Controlar lo incontrolable. Una historia de la sexualidad en la Argentina. Buenos Aires: Editorial Biblos, 243 p. ISBN 978-950-786-876-4, € 10,36.

Este libro, excelente, ofrece un diagnóstico acerca de la actualidad de la regulación de la sexualidad en Argentina, apoyándose en el análisis histórico. Como se deja bien claro desde el comienzo no se trata de una historia de los comportamientos sexuales ni de las mentalidades acerca de la sexualidad. Se está más bien ante lo que podría llamarse, en clave foucaultiana, una historia de las problematizaciones. Esta consiste en un examen crítico de las propuestas tendentes al gobierno de la conducta sexual como parte del gobierno biopolítico de la población argentina. Lo estudiado consiste en programas de intervención, el modo de gestionarlos, su eventual conformación como propuestas legislativas y los efectos de su aplicación.

Estas problematizaciones o tipos de racionalidad sirvieron a una modalidad de biopolítica y a una serie de tecnologías igualmente específicas. Se trata de la biopolítica, entre interventora y autoritaria -por emplear conceptos que hemos articulado en otro lugar- desplegada en un periodo particularmente accidentado de la historia argentina, caracterizado por la alternancia entre ciclos democráticos y fases de golpismo militar. Las tecnologías en cuestión tienen que ver con la eugenesia. Aquí la autora perfila un concepto especialmente fecundo; el de eugenesia latina, una trama de procedimientos y de discursos marcada por la hibridación de perspectivas ambientalistas y hereditaristas; la relativa armonización con los planteamientos de la iglesia católica en materia de moral sexual y familiar y la filiación con la biotipología italiana formulada por Nicola Pende, antes que con la eugenesia ortodoxamente galtoniana. La importancia de esta variante eugenésica en la biopolítica argentina del periodo considerado es espectacular. El libro lo muestra poniendo de relieve la existencia de poderosas asociaciones (como el Museo Social Argentino, la Sociedad Eugénica Argentina y la Liga Argentina de Profilaxis Social) e influyentes personajes (como Arturo Rossi, Carlos Bernaldo de Quirós o Aráoz Alfaro) que irrigaron con sus planteamientos eugenésicos la administración de la población argentina -desde las políticas sociales del justicialismo hasta el genocidio emprendido por la última dictadura militar- y todo ello hasta fechas increíblemente recientes.

En esta preferencia por la indagación de las estrategias eugenésicas la autora se ocupa de todo lo relacionado con lo que Foucault denominó el "cuarto eje" del dispositivo de la sexualidad: la socialización de las conductas procreadoras, esto es, la gestión, subordinada al interés público, de las conductas sexuales en tanto involucradas en los procesos reproductivos. La autora pasa revista a este asunto en el curso de los seis capítulos que se ocupan respectivamente de la construcción científica de la otredad (esto es, el aval científico de la estigmatización de los diferentes en materia sexual); el noviazgo (consulta prenupcial, certificado prenupcial, etc..); el matrimonio y el divorcio (profilaxis antivenérea y políticas de la prostitución incluidas); las uniones ilegítimas y la acción contra la soltería; la maternidad y la lactancia mercenaria y, finalmente, la hegemonía heterosexual (en la medida en que el homosexual ostentaba un placer inútil, sin rendimiento procreativo).

En cada uno de estos apartados se explora con solvencia el papel desempeñado por los distintos expertos, asociaciones y organismos implicados en los diversos dispositivos de intervención. Se ponen de relieve las alianzas, pero también las fricciones y tensiones entre las diferentes lógicas y agentes implicados (Iglesia, ejército, judicatura, corporaciones médicas y asistenciales, partidos políticos, Parlamento, etc.). Tiene mucho interés la continua alusión, mediante análisis comparados y de recepción, a los modelos de intervención eugenésica articulados en la Italia fascista (especialmente a la obra de Pende y a las medidas biopolíticas mussolinianas) y en la España franquista (con la remisión primordial a la obra de Vallejo Nájera). Para el historiador de la sexualidad en España el libro ofrece interesantísimas pistas acerca de la recepción de la obra de Marañón en Argentina, de las implicaciones del caso Hildegart en el país andino o del peculiar periplo intercontinental del cantante Miguel de Molina.

Aunque la referencia al enfoque genealógico de Foucault y a su noción de biopolítica son de obligado cumplimiento en un libro como este, su autora propone también -sabiendo disimular con maestría lo teórico bajo el trabajo empírico- otros ejes de lectura que rectifican y enriquecen el clásico relato foucaultiano. La preocupación constante por captar el sesgo excluyente, es decir heterófobo, de las estrategias eugenésicas desplegadas vincula a este libro con el análisis de la lógica inmunitaria presentado por Roberto Esposito en sus trabajos sobre biopolítica. Esta orientación le permite al mismo tiempo calibrar la virtual supervivencia de restos excluyentes (por ejemplo en las políticas arbitradas en la prevención del VIH) en la actual biopolítica argentina, más allá de la actitud favorable ante unas propuestas (como la reciente ley de matrimonio igualitario) que apuntan a la inclusión ciudadana.

Por último, la autora incorpora en su investigación el enfoque en términos de género. La trama biopolítica que subtiende a la regulación de la sexualidad en Argentina tiene como blanco la población y su optimización, pero se dirige también a conformar un tipo de familia caracterizado por el afianzamiento de la división dicotómica entre los géneros. Pues bien, también en este caso se detecta la tendencia actual -aquí es crucial la referencia al movimiento de las madres y abuelas de Mayo- a un cierto aunque limitado debilitamiento de esa estructura dicotómica.

En su trabajo, la autora mantiene relaciones muy fructíferas con el grupo de investigación radicado en el Instituto de Historia de la Ciencia del CSIC (Raquel Álvarez, Rafael Huertas, Ricardo Campos, Andrés Galera, Álvaro Girón, etc.), que tanta importancia ha tenido para el desarrollo de la historia de la eugenesia y de la sexualidad en el mundo español e hispánico, en general. Al mismo tiempo, su obra pone al descubierto el excelente y creciente plantel de estudiosos argentinos que se ocupan de estas materias. Esperemos que esta valiosa contribución sirva para tender puentes entre los investigadores de ambos lados del Atlántico, haciendo posible algo que ya es hora de reclamar: una historia comparada de la eugenesia y de la sexualidad en el mundo latino.

Francisco Vázquez García, Universidad de Cádiz

 


Steven Palmer. Launching Global Health. The Caribbean Odyssey of the Rockefeller Foundation. Ann Arbor: The University of Michigan Press; 2010, 427 p. ISBN 978-0-472-07089-3, US$ 70,00.

Lo primero que puedo decir de este libro es que se lee bien. El autor se expresa con una claridad no exenta de elegancia, combina con agilidad sus poderosas fuentes archivísticas americanas con sus conocimientos de Centroamérica, voces y representaciones de jefes y de subordinados, del poder oficial y de las estrategias resistentes, lo que en unión de una académicamente precisa organización de la narración hace que la lectura resulte una experiencia gozosa. Esto ya constituye una buena noticia en si misma.

Lo segundo que debo decir es que el libro es original en un doble sentido, por su objeto de estudio y por el modo de hacerlo. Se trata de un relato analítico de la experiencia fundacional del trabajo sanitario internacional patrocinado por la Fundación Rockefeller, es decir la intervención contra la anquilostomiasis en algunas colonias británicas en el Caribe y en cuatro países del istmo, curiosamente muy poco estudiada hasta ahora pese a la apodíctica afirmación de John Farley de que "todo empezó por la anquilostomiasis". Esta actividad, iniciada en la Guayana Británica en 1914 y seguida por actuaciones en Costa Rica, Panamá, Guatemala, Nicaragua y Trinidad en 1915, fue la primera ordenada desde la International Health Commission bajo la dirección de W. Rose, y, apoyada en la anterior experiencia de combate contra la misma parasitosis en el sur de los EE.UU., se convirtió, junto con la fundación de la Escuela de Salud Pública de Johns Hopkins, en la matriz del impresionante desarrollo del dispositivo sanitario de la IHC -luego International Health Division- en el periodo de entreguerras. El estudio de Palmer tiene interés de cara a sus consecuencias en los propios países intervenidos, naturalmente, pero también de cara a la formación del dispositivo Rockefeller. Desde luego, el libro de Palmer da prioridad al segundo aspecto, pues, como agudamente sugiere, mirar el momento fundacional en diversos contextos locales, cuando todavía el modelo no ha cuajado, nos permite advertir la contingencia de determinados propósitos, el olvido o discontinuidad en determinados elementos y la aparición de desajustes que la ortodoxia historiográfica ha pasado por alto para construir una máquina perfecta al servicio del imperialismo norteamericano.

Ayuda mucho su empeño en analizar comparativamente los diferentes procesos de aclimatación según las circunstancias históricas, las de la declinante colonización británica, las del pujante estado-nación costarricense o las de la atrozmente escindida y dictatorial Guatemala, pasando por la semi-independiente Panamá, limitada por el leonino Tratado del Canal, y la militarmente ocupada Nicaragua. Este abordaje le faculta para apuntar a la multiplicidad de resultados finales, del todo alejado de cualquier concepción mecánica: el ideal de la erradicación "se olvida en seguida" (p. 118), la subordinación a los gobiernos locales oscila desde formar parte de ellos a pasar desapercibidos y ninguneados sus enviados; la fuerza de la necesidad impone continuas negociaciones y sutiles alianzas, comenzando por la fusión con los sistemas médicos locales, que son muy distintos, pues pasan del modelo colonialista de Guatemala, auténtica medicina en enclaves para las grandes plantaciones, con olvido de los poblados indígenas, al civilizado aparato estatal costarricense con acceso masivo de la población.

Ayuda también su empeño en "capturar las polifonías", es decir su atención cuidadosa en registrar la voz de las personas enfermas, además de las de los gobiernos, en un contexto pluriétnico y pluricultural, atender a la formación de los equipos de trabajo locales, donde apunta la preferencia por los hindúes frente a los negros en el Caribe, y no sólo a sus jefes norteamericanos y tener en cuenta los antecedentes propios de cada lugar respecto a la enfermedad, su definición, diagnóstico y tratamiento, así como a las fórmulas autóctonas ante-Rockefeller de sanidad pública. Por ejemplo, en Costa Rica se había identificado la anquilostomiasis por médicos locales en 1894, en 1907 se había realizado una inspección de todo el territorio, con diagnóstico y tratamiento de miles de personas y en 1910 se había montado un laboratorio central e iniciado una auténtica campaña nacional basada en los médicos de distrito, que fue la que encontró la Fundación cuando desembarcó allí en 1914 (p. 35-42) y a partir de la cual obtuvo sus cuadros medios y el impulso para desarrollar una auténtica administración sanitaria con base en la medicina escolar. El establecimiento de genealogías y tradiciones autóctonas locales -cuando, de hecho, los principales elementos del conocimiento médico de la parasitosis fueron aportados por autores "periféricos" o trabajando desde la periferia (Italia, Egipto, Brasil, etc.)- permite a nuestro autor la licencia poética de comparar la organización creada por la Fundación (IHC-IHB-IHD, según los momentos) con un parásito, pues se nutría de los recursos diversos procedentes de los lugares en los que asentaba (p. 53). Original es también su interpretación sobre la amenaza pandémica de la anquilostomiasis. En contra del discurso sobre la amenaza de un "chorro infeccioso" procedente de los trópicos primitivos popularizado por Rose y aplicado en las negociaciones para abrir intervenciones sanitarias de la Fundación, la responsabilidad primera en la generación de amenazas parasitarias procedería de la propia sociedad industrial, que con su exigencia de mineral dispara la producción de esta industria rural (modelo de expansión principal en Europa) y que a través de la capitalización de la agricultura destruye la producción de subsistencia para generar modelos de agricultura intensiva para la exportación, procesos que, a su vez, producen altas tasas de migrantes y asentamientos de elevada densidad. Y, desde la perspectiva histórico-cultural, resulta no menos llamativa su propuesta de entender el pluralismo médico centroamericano y caribeño como "la" forma que adopta la hegemonía biomédica, alcanzada a través de los distintos "encuentros culturales" entre las medicinas tradicionales autóctonas y la medicina académica, de los cuales sin duda "los más masivos, íntimos y sostenidos" fueron los producidos por las campañas de la IHC/IHD (p. 145).

No cabe duda de que se trata de un libro importante en el ámbito de la inagotable historiografía de la salud pública, la creciente producción sobre la Fundación Rockefeller y el prometedor, en tanto que territorio en construcción, de la salud global. Pero incluso si lo dicho hasta ahora no motiva al lector, pruebe a visitar Cultures of Health: A Historical Anthology, un blog en cuatro idiomas (inglés, español, portugués y francés) que mantiene Steven Palmer, titular de una Cátedra de Salud Internacional en la Universidad de Windsor, Ontario. Allí podrá encontrar artículos originales, librerías digitales, enlaces diversos con Bibliotecas y exposiciones accesibles por vía electrónica, contactos con revistas y noticias diversas. Le podrá la curiosidad.

Esteban Rodríguez Ocaña, Universidad de Granada

 


Jerònia Pons Pons; Javier Silvestre Rodríguez, eds. Los orígenes del Estado del Bienestar en España, 1900-1945: los seguros de accidentes, vejez, desempleo y enfermedad. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza; 2010, 306 p. ISBN 978-84-15031-30-7, € 28,00.

Este libro recoge trabajos presentados al curso homónimo organizado por la Institución Fernando el Católico en Zaragoza en noviembre de 2008. Se compone de un breve prólogo de los editores, donde se define el objeto de la edición y se aporta un escueto análisis historiográfico, ocho capítulos de distintos autores y una bibliografía común. El título es sumamente descriptivo y ni oculta ni engaña, se trata de una puesta al día en los conocimientos sobre la implantación de los seguros sociales en España, como situación intermedia entre los viejos esquemas liberales y el modelo de estado de Bienestar, no tanto en sus aspectos institucionales, bastante conocidos a estas alturas, cuanto en sus efectos o "su impacto", como indican los editores, que pretenden un acercamiento al modo cómo la práctica del seguro afectó la vida de las personas y la vida social en general. En este sentido, recoge las aportaciones de una nueva generación de estudiosos de las políticas sociales que enriquece y profundiza las aportaciones anteriores sobre la materia, a partir de esa cumbre inicial que fue la magnífica edición en tres volúmenes del Ministerio de Trabajo (1988) sobre los Seguros Sociales en España y de las aportaciones monográficas que se han sucedido desde entonces.

El contenido se compone, a su vez, de un capítulo introductorio, general, firmado por Francisco Comín, sobre seguros sociales y estado del bienestar en la España del siglo XX (p. 17-50), y un epílogo o capítulo de balance, por Lina Gálvez Muñoz (p. 247-275). Los seis restantes son obra, respectivamente, de Alfonso Herranz (difusión internacional de los seguros sociales hasta 1945, p. 51-83), Margarita Vilar (socorros mutuos obreros, 1839-1935, p. 85-122), Javier Silvestre y Jerònia Pons (el seguro de accidentes de trabajo, 1900-1935, p. 123-149), Alexander Elu (pensiones de vejez, 1908-1936, p. 151-181), Sergio Espuelas (el seguro de desempleo en la II República, 183-215) y Jerònia Pons (los inicios del seguro de enfermedad, 1923-1945, p. 217-246).

No creo que haga falta defender el interés que el estudio de la política social encierra para la historia de la medicina y de la salud. No sólo porque la dimensión salud forma parte del corazón de las políticas sociales, en última instancia nacidas de la misma matriz de preocupación poblacional que la sanidad pública, sino porque prevención y previsión sirvieron como horizonte ideológico de toda la actividad profesional, en connivencia con el Estado, para conseguir la universalización de la práctica médica y el consiguiente dominio exclusivo sobre los cuerpos en la sociedad contemporánea. Es pues un profundo vínculo ideológico el que conecta los seguros sociales con la agencia médica contra la pobreza y la exclusión social, como es determinante el vínculo económico y sociológico con que el desarrollo de aquéllos (accidentes, maternidad, enfermedad) acompaña el proceso moderno de medicalización.

Por ello, este repaso a la historia de la implantación inicial de seguros sociales en España encierra una mirada necesaria sobre uno de los capítulos cruciales de la historia contemporánea de la profesión médica española. Los distintos trabajos se esfuerzan por resumir las aportaciones más recientes, en particular en lo que se refiere a los efectos directos e inmediatos de su puesta en marcha. Lo que a nosotros nos llama la atención en este camino es la poca contribución de los historiadores de la medicina, pues posiblemente el caso de la atención sanitaria es el tema concreto donde menos bibliografía existe disponible, y aún no aparece toda recogida, por ejemplo el trabajo de José Martínez publicado en La medicina ante el nuevo milenio: una perspectiva histórica (Cuenca, 2004). En especial por lo que respecta al seguro de enfermedad es llamativa la ausencia de aportaciones.

Los trabajos están escritos con claridad, si bien la puesta en común de la bibliografía no impide cierta reiteración en las introducciones de cada capítulo, dándose el caso extremo de quien, en el capítulo sexto, consigna una nota a pie de página para explicar qué es el Instituto Nacional de Previsión (p. 191), del cual se habla a partir del capítulo primero en todos los referidos a aspectos concretos de los seguros en España, como es obvio. Se explica claramente el retraso español en la constitución del estado del bienestar y sus servidumbres en una compleja tradición organizativa, la relación de las políticas sociales con la conflictividad y sus consiguientes desequilibrios actuariales, dada la tradicional cicatera aportación del estado. En suma, una obra de interés y que debe servir de estímulo también para los historiadores de la medicina.

Esteban Rodríguez Ocaña, Universidad de Granada

 


Iris Borowy, Coming to Terms with World Health. The League of Nations Health Organisation 1921-1946. Frankfurt am Main: Peter Lang; 2009, 510 p. ISBN 978-3-631-58687-7, € 87,80

Desde comienzos de la década de los 1990 los trabajos de Michael Worboys, Paul Weindling, Marcos Cueto y Charles Webster, entre algunos otros, dieron impulso a estudios sobre el movimiento sanitario internacional que habían iniciado décadas antes otros autores como Howard-Jones. Inspirados en la tremenda importancia para la salud de los organismos internacionales creados en torno a las dos guerras mundiales, sus trabajos se centraron particularmente en la labor de la Sociedad de Naciones, la Organización Panamericana de la Salud, el Comité de Higiene Internacional de la Fundación Rockefeller y la Organización Mundial de la Salud, y en los orígenes de los sistemas nacionales de salud. Aportaciones posteriores se han ocupado también de la filantropía sanitaria, particularmente del papel de la Cruz Roja Internacional. En los últimos años las aportaciones de Amy L. S. Staples, Mark Harrison y la propia Iris Borowy, cuya monografía ahora reseñamos, han hecho de las investigaciones sobre la sanidad internacional una corriente que sigue dando nuevos frutos y renovadas perspectivas de análisis. En unos momentos en que la historiografía científica sobre la circulación del conocimiento y su influencia e interacción sobre las prácticas sociales, en la que las relaciones entre ciencia y política, los estudios sobre la ciencia y sus públicos o sobre la objetividad negociada como modelo científico en el siglo XX, han establecido nuevas derivas historiográficas, la internacionalización de los conocimientos y las prácticas científicas tiene que ocupar un lugar central, capaz de poner en cuestión esquemas tradicionales como el modelo centro-periferia, y aportar instrumentos de análisis sobre las pautas de negociación en la ciencia contemporánea y las relaciones entre conocimiento científico y poder.

Evidentemente, el libro de Iris Borowy, Coming to Terms with world Health. The League of Nations Health Organisation 1921-1946, no está enfocado hacia la discusión de estas cuestiones, sino que tiene un objetivo bien distinto y más específico, como es el de llevar a cabo un análisis minucioso y bien documentado de los orígenes, principales líneas de actuación y los factores que influyeron en la labor de la Organización de Higiene de la Sociedad de Naciones. La historia que Borowy cuenta no hace referencia a un desarrollo lineal, sino que se detiene en analizar los proyectos, las personas, las vicisitudes y los impedimentos que marcaron el cuarto de siglo entre 1922 y 1946 en que la Organización de Higiene de la Sociedad de Naciones fue un referente para la salud pública internacional y uno de los principales impulsores de la medicina social en el mundo entero. El final de los imperios, la reorganización política y la crisis internacional que caracterizaron al período de entreguerras lleva a la autora a plantearse de qué modo surgió una comunidad internacional de naciones, el papel esencial de la salud y la enfermedad en ese contexto y los objetivos que legitimaron la inmediata creación de una organización sanitaria internacional.

El libro está dividido en cuatro capítulos. El primero de ellos se refiere a la creación y a los primeros años de vida de la Organización de Higiene, analizando su labor inicial de socorro a las grandes tragedias sanitarias de la posguerra, y su interés por dos aspectos fundamentales: la epidemiología y la estandarización, dos asuntos imprescindibles para el desarrollo de la medicina social y la internacionalización así como elementos esenciales para el nacimiento de la industria sanitaria y de una administración pública sobre la salud. Los acuerdos sobre la clasificación de las causas de enfermedad y de muerte, el impulso a la creación de un Servicio Internacional de Inteligencia Epidemiológica en Europa (Ginebra) y en Lejano Oriente (Singapur), o los esfuerzos para la creación de estándares biológicos, tanto sobre hormonas, vitaminas y alimentos, como sobre medicamentos, hicieron de la Organización de Higiene un organismo esencial para la negociación de la objetividad científico-médica en el período de entreguerras y un referente de la autoridad de los expertos internacionales para la puesta en marcha de políticas sanitarias estatales, modelos de atención de salud, o estrategias de formación de especialistas en salud pública. A ello hay que añadir el interés durante los primeros años por la lucha internacional contra enfermedades infecciosas como el paludismo, la tuberculosis, la enfermedad del sueño o el cáncer, los problemas de salud en el medio rural o el consumo y el tráfico de opio.

La pronta creación de Comité Permanente de Higiene en la Sociedad de Naciones dio lugar a comisiones permanentes de expertos en nutrición, epidemiología, estandarización biológica, o lucha contra el consumo de opio. Esos programas permanentes fructificaron y dieron impulso a los mencionados servicios de recogida de datos epidemiológicos internacionales con la publicación de los Anuarios Internacionales de Salud, campañas para la mejora de la salud materno-infantil o acuerdos sobre la clasificación de los diagnósticos de enfermedad y muerte. La creación de escuelas nacionales de salud, la educación sanitaria y los informes sobre Asia, Latinoamérica o África fueron parte fundamental del trabajo de comunicación y contacto entre los estados, para la creación de un marco de referencia internacional.

Pero la gran crisis financiera, económica y política de los años 1930 enfatizó la dimensión social de la salud y la enfermedad, lo que provocó que la Organización de Higiene desempeñara un papel esencial en el desarrollo de la medicina social. Pasaron entonces al primer plano los problemas de la salud en el medio rural, la alimentación y la nutrición de los grupos de riesgo, o el inmenso problema de la vivienda higiénica para los sectores sociales más desfavorecidos.

La monografía de Iris Borowy concluye con un breve capítulo dedicado al declive de la Sociedad de Naciones como consecuencia de los acontecimientos que marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial, el nacimiento de las Naciones Unidas y en su seno un organismo dedicado específicamente a la salud. La monografía ofrece un excelente panorama de conjunto y constituye sin duda la principal obra de referencia de las actividades de la Organización de Higiene de la Sociedad de Naciones. Una obra de consulta que, con seguridad, dará lugar a desarrollos temáticos y sectoriales más profundos sobre aspectos que aquí se analizan de un modo general y que merecen investigaciones específicas: el uso de los nuevos medios audiovisuales para la educación sanitaria, las políticas nutricionales de los estados en período de crisis, el consumo de estupefacientes, el tráfico e niños y mujeres, o los problemas sanitarios en el medio rural en Europa y en el resto del mundo, son algunos de ellos.

Josep L. Barona, Universitat de València

 


Josep L. Barona, ed. El exilio científico republicano. València: Publicacions de la Universitat de València; 2010, DVD + 427 p. ISBN 978-84-370-7831-1, € 35.

Alfons Zarzoso; Àlvar Martínez Vidal, eds. Medicina, guerra i exili. Una generació destruïda per la guerra. Barcelona: Publicacions de la Residència d'Investigadors, CSIC-Generalitat de Catalunya; 2011, 277 p. ISBN 978-84-931588-4-2.

Estos dos libros coinciden en temática y en origen; ambos nacen de sendas reuniones cara al público, asociadas con exposiciones: las conferencias adjuntas a la exposición sobre Metges Catalans a l'Exili, organizada por el Museo de Historia de la Medicina de Cataluña y el Colegio de Médicos de Barcelona durante enero de 2008 en la Residencia de Investigadores del CSIC y el congreso dedicado a El exilio científico republicano. Un balance histórico 70 años después, celebrado en noviembre 2009 en la Universidad de Valencia, que se acompañó de una exposición homónima abierta hasta marzo de 2010 en los locales del Instituto López Piñero. Sus respectivos editores comparten trabajos en ambos libros, y dedicación al estudio de este problema. Barona ya editó en 2003 una compilación sobre Ciencia, salud pública y exilio (España, 1875-1939) (Valencia: Seminari d'estudis sobre la Ciència), desde su anterior línea de trabajo sobre la escuela de Negrín y en concreto sobre la figura de José Puche, a través del cual conectó con el exilio mejicano, sobre el que se realizaron unas primeras jornadas en la Residencia de Estudiantes en 1994 (actas publicadas en 1998), reiteradas luego alternativamente en México y España. En 1999 la Universidad de Valencia alojó un primer congreso internacional sobre L'exili cultural de 1939 seixanta anys després, cuyas actas fueron editadas por M.a Fernanda Mancebo, Marc Baldó y Cecilio Alonso (València; 2001). Por su parte, Zarzoso mantiene una interesante línea de trabajo como proyecto del museo catalán sobre Metges catalans a l'exili, del que es muestra su rescate de la figura del cirujano plástico Pere Gabarró, cuya biografía ha publicado junto con Jaume Masia en 2009 (El Doctor Pere Gabarró i els temps dificils del segle XX, Barcelona), mientras que Àlvar Martínez lleva algún tiempo dedicado al estudio del catalanismo médico en el contexto de la guerra y la inmediata posguerra, cuya contribución más importante hasta la fecha la constituye su recuperación del Hospital Varsovia (Exili, medicina i filantropia: L'Hospital Varsòvia de Tolosa de Llenguadoc, 1944-1950, Catarroja-Barcelona; 2010).

Ambas obras coinciden también en cuanto a la presencia de varios participantes, con ponencias distintas pero similares en ambos lugares, como las de Jaume Claret y Luis E. Otero, los más reconocidos entre los historiadores de la represión franquista sobre el mundo científico y universitario. Barona también ofrece una reflexión general en ambos libros sobre dicho fenómeno y sus consecuencias, que refleja sus conclusiones sobre la materia. Aunque en todos los casos se tenga en cuenta "la edad de plata" para evaluar las consecuencias de la Guerra Civil y del exilio, hay ciertas diferencias entre los autores. Frente a las reiteradas advertencias de un Claret, por ejemplo, insistiendo en la brevedad de la duración efectiva de la etapa republicana, Barona proclama que toda la herencia científica y cultural del primer tercio del XX fue republicana (El exilio..., p. 203) o que, incluso, Julián de Zulueta fue un experto republicano en paludismo, cuando este había abandonado España con 18 años (Medicina..., p. 142). Este personaje, Zulueta, abre el libro valenciano comentando su descubrimiento de una identidad de exiliado de la que había carecido toda su vida hasta escuchar las exhortaciones del editor del libro; sin duda, una interesante muestra del fenómeno sociológico del etiquetaje, esta vez no por designios médicos sino historiográficos, sobre la que merecería la pena reflexionar.

Los contenidos divergen en lo particular, comenzando por la extensión, la estructura y los personajes e historias concretas. El libro editado por Barona presenta seis capítulos escritos con perspectiva institucional o de conjunto, mientras que los 22 restantes tienen protagonistas con nombre y apellidos, de ellos médicos en 10 casos. Aunque algunos de ellos tienen relación con trabajos ya conocidos de los mismos autores, su actualización en el contexto del encuentro resulta en una lectura provechosa. Casos como los de Otero, Chamorro, Folch i Pi, d'Harcourt, Ruesta, Gabarró, Bastos o Vicente Parra, son tan poco conocidos que, aunque cronológicamente no sean los primeros trabajos que se les dedican, su presentación resulta prácticamente un trabajo original, por la riqueza de fuentes empleadas. El capítulo sobre el exilio interior del profesorado en ciencias, medicina y farmacia (Lloret) es original en su enfoque, seguramente el menos considerado como parte de una investigación total hasta la fecha. Si alguna pega se puede poner a este libro de actas es que el orden de presentación no guarda lógica aparente, salvo que empieza y termina con sendas conferencias encargadas por la organización; en este sentido es un típico ejemplar de su clase, con bibliografía y notas por capítulos. El DVD adjunto incluye una edición digital de la revista Ciencia, portavoz de la excelencia científica española en el exilio, publicada en México entre 1941 y 1975 bajo la sucesiva dirección de Ignacio Bolívar Urrutia, Cándido Bolívar y José Puche, lo que constituye un excelente regalo para los historiadores.

El libro coordinado por Zarzoso y Martínez incluye un marco general de coyuntura, con cuatro contribuciones: la medicina de la Generalitat, los efectos del franquismo sobre las universidades catalanas y madrileña y el exilio médico español, al que siguen seis capítulos específicos, comenzando por la reconstrucción historiográfica y la síntesis de lo conocido sobre el exilio médico catalán, en un excelente y minucioso trabajo de Zarzoso, más cuatro contribuciones sobre médicos catalanes en el sur de Francia, la URSS, dos -uno, un caso en el Gulag soviético- y una autobiografía, y terminando con una nueva aportación historiográfica sobre las perspectivas de futuro, donde el editor señala los puntos vacíos y las posibles fuentes o repositorios todavía poco trabajados.

Los editores y la mayoría de los autores son estudiosos reconocidos en nuestro ámbito y de su buen hacer son testimonio ejemplar los textos que aquí se comentan. Los arcanos del patrocinio han hecho, por otra parte, que los frutos del Congreso valenciano de 2009 hayan precedido en la imprenta a los de la anterior reunión barcelonesa. Una vez en la calle ambos volúmenes, sin embargo, pueden muy bien hacerse compañía en el mismo estante, como una importante contribución más en el camino del conocimiento y de la explicación de nuestra realidad como comunidad política y sociocultural. En la p. 199 del libro El exilio... se cuenta (por Juan del Río-Hortega) una anécdota que merece honores de categoría. Se trata de un diálogo entre un joven médico español que quiere especializarse en neurología y busca un puesto en Estados Unidos en 1972. En un hospital de Detroit, su entrevistador "un anciano muy educado, Joseph Bevin" se pasa al castellano para preguntarle por sus motivos para ir a estudiar a los EE.UU. "Porque actualmente el nivel no es bueno en mi país", contesta el aspirante, a lo que Bevin retrueca, con los ojos húmedos: "En el año 1934 yo fui a estudiar a su país". Para evaluar esas pérdidas, son imprescindibles trabajos como los que presentan ambos volúmenes.

Esteban Rodríguez Ocaña, Universidad de Granada

 


Eulalia Pérez Sedeño; Adriana Kiczkowski. Un universo por descubrir. Género y Astronomía en España. Madrid: Plaza y Valdés; 2010, 306 p. ISBN 978-84-96780-88-0, € 19,50.

La historia de la presencia y contribución de las mujeres al progreso del conocimiento cientifico-técnico ha brindado en los últimos años importantes y eruditas publicaciones que nos han devuelto nombres y aportaciones a la ciencia que no formaban parte de nuestra memoria. Igualmente hoy es posible acudir a estudios que dan cuenta de la evolución experimentada y del lugar que en la actualidad ocupan las mujeres dentro de la ciencia española; entre otros, el reciente informe publicado en 2011 por la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación, que es una prueba más no sólo del interés que este tema viene suscitando, sino también de su necesidad para replantear políticas, esfuerzos y voluntades públicas e individuales que contribuyan a reducir los desequilibrios aún tan evidentes entre mujeres y hombres en el campo científico.

En esta línea de aportaciones se sitúa el libro de Eulalia Pérez Sedeño, Catedrática de Lógica y Filosofía de la Ciencia, y Adriana Kiczkowski, investigadora social y en estudios de género, cuyas páginas nos devuelven un trabajo pionero sobre la situación de las mujeres en el área de conocimiento de astronomía y astrofísica en España; sobre cómo han participado y participan las mujeres en la elaboración del conocimiento astronómico.

Se trata de un estudio amplio y documentado que utilizando metodologías cualitativas y cuantitativas desvela la labor de las profesionales de la astronomía y la astrofísica dentro de un grupo científico reducido en cuanto al número de sus integrantes, y asimétrico en la proporción entre mujeres y hombres. La obra ha puesto el foco de observación en las mujeres -aunque también están presentes los hombres- para informarnos no sólo de la actividad científica que desarrollan en el área, sino también para difundir referencias de actuación menos conocidas incluso entre personas atentas al desarrollo de la ciencia.

En una primera parte del libro con el título de "Las mujeres en la Astronomía" se describen aspectos que ayudan a situar el contexto de la temática elegida. El apartado "Los estudios de las mujeres y la ciencia" describe el sentido y la realidad de un campo de conocimiento que ha introducido cambios significativos en las metodologías científicas y en los resultados de las investigaciones.

En la trayectoria que ofrecen en "Un poco de historia" de las mujeres en la astronomía, las autoras sostienen que "ha sido históricamente una disciplina propicia a las mujeres"; desde la antigüedad griega y romana con Aglaonike, Hipatia de Alejandría, o Asclepigenia, en la etapa andalusí con Fátima, "la única astrónoma de la que tenemos noticia incierta", más tarde con la dedicación de Maria Cunitz, Elisabetha Hevelius o Nicole Lepaute, y ya en el siglo XX, centrándose en España, con nombres como Montserrat Capdevilla D'Oriola, Assumpció Catalá o Antonia Ferrín Moreira.

En la segunda parte, "Un universo por descubrir: las astrónomas españolas hoy", después de unas "Consideraciones metodológicas" referidas a las fuentes utilizadas para la recogida de los datos se ofrece una pormenorizada síntesis de cifras sobre las astrónomas españolas, desde las alumnas que están estudiando en la actualidad las licenciaturas y los grados de donde proceden mayoritariamente las que después se dedicarán a la astronomía -sobre todo físicas y matemáticas-, y las que realizan la Tesis de doctorado sobre temas ya más específicos, hasta el número de las que ejercen la docencia de las asignaturas que figuran en los planes de estudio universitarios y las dedicadas a la investigación con proyectos financiados. Se analiza además el lugar relativo que las astrónomas ocupan en su comunidad científica así como su posición comparada con la de otras científicas, concluyendo, de acuerdo con estas estadísticas, que se encuentran por debajo de la media nacional de científicas.

Los datos que se proporcionan han sido recogidos en universidades, centros de investigación y algunos de los organismos dedicados a la astronomía en España; un total de cuarenta y cinco instituciones en donde se realiza docencia e investigación en astronomía y astrofísica, en la actualidad, un campo de conocimiento con importantes aportaciones en misiones específicas y en publicaciones científicas, propias del proceso de claro desarrollo de la astronomía en España, pudiendo afirmar que este país "es el octavo mayor contribuyente a las publicaciones de esta categoría". Cantidad y calidad en esta línea de investigación que lleva a las autoras del libro a plantear que a las astrónomas españolas no se les reconoce el lugar consecuente con este avance dentro del panorama científico nacional e internacional al que contribuyen.

El estudio sociológico al que abre la investigación cualitativa -atendiendo a parámetros no estrictamente numéricos- llena de significados los datos anteriores, pues se enriquecen con las opiniones, percepciones y sentido personal que se desprenden de las catorce entrevistas en profundidad realizadas a las profesionales con mayor experiencia, así como a sus compañeros de trabajo -en el estudio cualitativo se ha indagado en la carrera profesional de mujeres y de hombres-, y de los seis grupos de discusión mantenidos con la generación joven de investigadoras e investigadores. Encontramos así los testimonios directos de las docentes e investigadoras ya consolidadas y los de las jóvenes becarias, la declaración de sus proyectos e inquietudes, de sus experiencias y percepciones; pero igualmente los de sus colegas académicos que se muestran menos conscientes del ambiente en el que sus compañeras desarrollan el trabajo.

El relato contribuye de forma nítida a conocer cómo se están produciendo los itinerarios personales de muchas de estas mujeres; las micro-desigualdades generadas en un entorno laboral y educacional que menoscaba su rendimiento; la dificultad que se aprecia para percibirlas como circunstancias discriminadoras; actitud ésta que coincide con las de los compañeros hombres, en este caso poco conscientes de que pueden estar siendo agentes indirectos de discriminación. Mientras, las jóvenes consideran que la infrarepresentación en el área es un tema heredado, normal, debido a la menor presencia anterior de mujeres en los estudios universitarios; se apoyan en lo positivo, en que hay mejora respecto de épocas anteriores, que ya hay muchos pasos dados y que el resto se producirá por "el discurrir natural" de las cosas. Y aunque es verdad que han mejorado algunas situaciones, se les pide que sean conscientes de que no hay avance social que se transmita y se mantenga por sí mismo.

En el libro se hace un balance de carácter general de la situación del área en España, de su grado de impacto en la sociedad -parece gozar de un reconocimiento más bien difuso-, de las perspectivas de futuro, aportando propuestas para avanzar en las condiciones más igualitarias de las que deben sentirse rodeadas las astrónomas en España.

Incluye al final un Epílogo interesante, "El cielo desde la otra orilla (México)", escrito por una investigadora mexicana, que ayuda al contraste de lo obtenido en España con lo que sucede en ese país centroamericano.

La lectura de Un universo por descubrir. Género y Astronomía en España, será de interés para quienes deseen conocer más sobre el lugar de las mujeres en el espacio del conocimiento humano de la astrología, observado a través de la historia, de las estadísticas y de los testimonios de las personas que lo protagonizan. En él encuentran un diagnóstico que ha aplicado el género como categoría de análisis, lo que ha permitido deducir "que no solamente las mujeres necesitan trabajar en ciencia, sino que la ciencia requiere que las mujeres participen en esta actividad". Pueden constatar que los itinerarios y obstáculos relacionados con la desigual promoción o con el sobresfuerzo añadido, coinciden con los de otras disciplinas porque el problema no está en la ciencia sino en el modo de concebir las relaciones sociales entre hombres y mujeres. Y de todo ello se desprenden indicadores, de permanencia y de cambio, a los que las jóvenes deberán estar muy atentas.

Trabajos como éste son una espléndida referencia para las nuevas generaciones de astrónomas y de otras ciencias por las claves que ofrece de cara a orientar los propios itinerarios personales; y lo es también para las profesionales ya experimentadas, porque entenderán mejor la necesidad de ser mentoras que animen y sirvan de guía a otras mujeres. Un trabajo de utilidad indudable para otras disciplinas que no hayan realizado aún un estado de la cuestión como el que aquí se nos facilita.

Consuelo Flecha García, Universidad de Sevilla

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