INTRODUCCIÓN
La escasa eficacia en el largo plazo de los tratamientos para la obesidad requiere, entre otras estrategias, identificar los fenotipos y subfenotipos de comportamiento alimentario que funcionan como mediadores entre el genotipo de un individuo y el proceso de ganancia de peso a lo largo del ciclo de vida (1-3).
Múltiples dimensiones del comportamiento ingestivo conforman patrones específicos. Estos diferentes patrones de alimentación individuales incluyen, entre otros, el uso de la comida como estrategia de afrontamiento emocional (ingesta emocional o relacionada con el estrés), una mayor sensibilidad a los alimentos agradables o indulgentes (ingesta hedónica), una pérdida de control sobre la ingesta calórica (compulsividad o desinhibición) o falta de moderación en la ingesta (hiperfagia) (4-7). Cuando los estilos ingestivos se consolidan, forman agrupaciones de fenotipos alimentarios que determinan en gran medida la variación individual en la autorregulación de la ingesta calórica y, por tanto, la posibilidad de la ganancia de peso.
Los fenotipos de la conducta alimentaria en personas con sobrepeso y obesidad se han constituido en un área de investigación de creciente interés que permitirá enfoques no farmacológicos y farmacológicos basados en la medicina de precisión (8,9).
OBJETIVO
El presente estudio tuvo como objetivo evaluar las propiedades psicométricas de la Escala de Fenotipos de Comportamiento Alimentario (EFCA) previamente diseñada (10) como herramienta para caracterizar fenotipos de conducta alimentaria. Específicamente, su validación en una muestra no clínica respecto de la consistencia interna, la validez de criterio y la validación del constructo, identificada en el estudio previo.
MÉTODOS
PARTICIPANTES
Un total de 300 sujetos hispanohablantes mayores de 18 años fueron seleccionados aleatoriamente de una muestra de 1096 participantes reclutados a través de redes sociales (Instagram, Twitter, Facebook y Whatsapp) en la República Argentina del 7 al 25 de mayo de 2020. El tamaño de la muestra se estimó en base a las recomendaciones de diferentes autores, que sugieren una proporción de 10 participantes por ítem y un mínimo de alrededor de 200 participantes (11-13). Después de dar su consentimiento informado, los participantes completaron un formulario electrónico autoadministrado que incluía datos demográficos (edad, sexo, nivel educativo), altura, peso y la Escala de Fenotipos de Comportamiento Alimentario (EFCA). Los participantes no recibieron ningún pago ni compensación económica. El presente estudio se realizó de acuerdo con los estándares éticos de la Asociación Médica Mundial y la Declaración de Helsinki.
EFCA
La EFCA (Escala de Fenotipos de Comportamiento Alimentario) es una encuesta autoadministrada, diseñada para identificar los fenotipos conductuales de la alimentación en adultos (10). Consta de 16 ítems estructurados en una escala de tipo Likert de cinco opciones (de nunca a siempre), cada una de las cuales describe una actitud específica hacia la comida. Los participantes deben indicar con qué frecuencia expresan esa actitud específica.
Los diferentes rasgos de conducta alimentaria conforman cinco subescalas o subfenotipos alimentarios, definidos como: desorganizado: saltearse al menos una de las comidas principales o un período interprandial mayor de 5 horas; hedónico: deseo de comer desencadenado por el aparato sensorial (visual, olfativo) y/o por estímulos cognitivos; compulsivo: ingesta rápida y excesiva de alimentos en cortos períodos de tiempo; emocional/picoteador: uso de la alimentación como estilo de afrontamiento desencadenado por emociones negativas (ansiedad, aburrimiento, soledad, miedo, enfado, tristeza y/o cansancio) o refrigerios repetidos, frecuentes y pequeños entre las comidas principales; hiperfágico: consumo de porciones excesivas o más de una porción en una sola comida. La estructura factorial de la EFCA mostró un buen ajuste a los datos, con cargas factoriales superiores a 0,40 en todos los casos. El coeficiente alfa de Cronbach indicó una fiabilidad aceptable de 0,86 para la escala total y de entre 0,73 y 0,88 para las subescalas obtenidas (subfenotipos: picoteador/emocional: α = 0,88; hiperfágico: α = 0,84; hedónico: α = 0,73; desorganizado: α = 0,73; compulsivo: α = 0,83). La versión completa de la EFCA se puede encontrar en la tabla I. La puntuación total resulta de la suma de cada ítem (1 = nunca a 5 = siempre, excepto en la pregunta 9, cuya puntuación debe invertirse). En la tabla II se encuentra el descriptivo de los puntajes.
Antropometría
El peso (expresado en kg) y la altura (en cm) antes del inicio de la cuarentena, informados por los encuestados, se utilizaron para calcular el índice de masa corporal (peso/altura2). Los sujetos se clasificaron en peso bajo, peso normal, sobrepeso y obesidad de acuerdo con los puntos de corte de la IOTF.
ANÁLISIS ESTADÍSTICOS
Para evaluar la validez de criterios se obtuvieron los coeficientes de correlación de Pearson entre la escala - tanto los valores totales como los de las subescalas - y el IMC de los participantes. Debido a que la EFCA es una escala destinada a evaluar estilos de ingesta poco saludables, se seleccionó el IMC como criterio externo. Para evaluar la fiabilidad por consistencia interna se calculó el coeficiente alfa de Cronbach para la escala total y cada una de las subescalas. Finalmente, se evaluó la estabilidad de la estructura descrita por Anger-Katz y cols. (10), realizando un análisis factorial confirmatorio con el método de estimación de máxima verosimilitud.
RESULTADOS
DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA
La muestra estuvo conformada por 300 individuos, de ellos 262 mujeres (87,67 %), de entre 18 y 76 años (M = 40,86), con IMC entre 17,3 y 48,01 (M = 26,42; DT = 5,67). La tabla III muestra las estadísticas descriptivas de las puntuaciones de la la muestra total y las subescalas.
VALIDEZ DE CRITERIOS
El coeficiente de correlación de Pearson, medido con IMC como factor externo, para la escala total fue de 0,77, con IMC de 0,44 (p < 0,001); para los subfenotipos fue: desorganizado: 0,40, IMC de 0,21 (p < 0,01); hedónico: 0,83, IMC de 0,38 (p < 0,001); compulsivo: 0,73, IMC de 0,38 (p < 0,001); emocional: 0,84, IMC de 0,26 (p < 0,001); hiperfágico: 0,77, IMC de 0,34 (p < 0,001) (Tabla IV).
CONSISTENCIA INTERNA
Se obtuvieron los coeficientes alfa de Cronbach para cada subescala y para la escala total, siendo en todos los casos mayores de 0,70 (Tabla V).
VALIDEZ DE CONSTRUCTOS
Se realizó un análisis factorial confirmatorio para evaluar el modelo de EFCA de cinco componentes propuesto por Anger y Katz (10). Debido a que el test de Henze-Zirkler muestra que no se cumple el supuesto de normalidad multivariada, se utilizó el método robusto de estimación de máxima verosimilitud y se reportaron como índices de ajuste aquellos sugeridos por la bibliografía: CFI (Comparative Fit Index), TLI (Tucker-Lewis Index), RMSEA (Root Mean Square Error of Aproximation) y SMRS (Standardized Root Mean Square residual). Se eligió reportar adicionalmente la prueba del χ2 con corrección de Satorra-Bentler por ser una práctica común. Sin embargo, la bibliografía sugiere que es una medida extremadamente sensible al tamaño muestral y, por lo tanto, cuando se exceden los 200 casos, tiende a ser significativa independientemente del ajuste del modelo. Se trata, también, de un estadístico sensible a variables con altas correlaciones, como es el caso de muchas de aquellas incluidas en este modelo (14,15).
Los resultados obtenidos muestran que la estructura propuesta se ajusta adecuadamente a los datos (SB χ922 = 155, p < 0,05; CFI = 0,97, TLI = 0,96, RMSEA = 0,05, SRMR = 0,04). Si bien el SB χ2 resulta significativo, como se mencionó previamente, no se trata de una medida representativa en este caso. Las cargas factoriales estandarizadas, al igual que la covarianza entre los factores, resultaron significativas (p < 0,05) en todos los casos (Fig. 1).
Para facilitar su visualización, la covarianza estimada entre cada factor puede encontrarse en la tabla VI.
DISCUSIÓN
Los programas de tratamiento de la obesidad se basan frecuentemente en la prescripción de una dieta con una determinada composición de macronutrientes, un valor calórico específico y un plan de actividad física. Sin embargo, una gran parte de los enfoques de tratamiento ignoran la capacidad particular del individuo para autorregular la ingesta calórica. Este podría ser uno de los principales factores que expliquen la alta tasa de abandono y fracaso de estos tratamientos.
Existe evidencia respecto a la eficacia de las intervenciones basadas en cambios intensivos del estilo de vida para la pérdida y el mantenimiento del peso corporal, que incluyen asesoramiento Nutricional, ejercicio y un componente comportamental (16,17).
Los fenotipos conductuales alimentarios son dinámicos y modificables mediante intervenciones farmacológicas y no farmacológicas. Algunos patrones de alimentación están asociados positivamente al IMC (18,19).
Ya se han publicado varios instrumentos que miden diferentes dimensiones del estilo de alimentación que pueden facilitar el aumento de peso debido a una mayor ingesta calórica. Los más utilizados evalúan la desinhibición, la restricción asociada al aumento del hambre (20), los episodios de frecuencia de los atracones (21), la ingesta emocional (22) y la adicción a la comida (23,24), que evalúan aspectos de los alimentos indulgentes (25) o se orientan hacia patologías alimentarias específicas o la alimentación en respuesta a señales de saciedad (26).
Se ha encontrado una fuerte asociación entre los fenotipos conductuales de ingesta y los polimorfismos genéticos del transportador de serotonina (27), el gen del receptor de dopamina D2 (28) el receptor opioide Mu (29) y el gen Clock, que impacta en el ritmo circadiano (28). Sin embargo, la nutrigenómica es hasta la actualidad de difícil acceso, ya sea por su costo o por su compleja implementación en la práctica, pues aún faltan estudios concluyentes para personalizar la prescripción dietética. Así, poder definir los fenotipos del comportamiento ingestivo mediante una herramienta sencilla permitiría diseñar tratamientos de mayor precisión y eficacia.
En este sentido, la EFCA permite la caracterización de los perfiles de conducta alimentaria. Los clusters identificados por la EFCA están en línea con los reportados por otros investigadores (30). Debido a la correlación positiva con el IMC obtenida en nuestro estudio, consideramos que la EFCA puede ser útil como herramienta diagnóstica. De hecho, la evaluación periódica del fenotipo de la conducta alimentaria mediante la EFCA podría permitir orientar las estrategias terapéuticas hacia el rasgo conductual predominante que suele funcionar como barrera para la autorregulación de la ingesta calórica (31). Entre sus ventajas podemos mencionar su bajo costo y su facilidad de uso.
CONCLUSIONES
La EFCA muestra buenos indicadores de validez por criterios externos, validez de constructo y confiabilidad. Es una herramienta válida y confiable para evaluar los fenotipos de la conducta alimentaria de los adultos.
Son necesarios estudios futuros para validar la EFCA en poblaciones pediátricas o de adultos mayores, así como para correlacionar los fenotipos de la conducta alimentaria con patologías alimentarias específicas como el trastorno por atracón o el síndrome de alimentación nocturna.