Más allá de aspectos estrictamente formales, en ocasiones y desde distintos ámbitos se cuestionan las bondades del profesional de la Enfermería del Trabajo en las organizaciones. A continuación se introducen algunos elementos que invitan a un debate constructivo y a la reflexión autocrítica.
Una de las claves para mantener la eficacia en el funcionamiento de las empresas es el concepto de bienestar de las personas, aspecto que trasciende del mero estado de salud de la población laboral1. Total Worker Health® (TWH) es una iniciativa del National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH) que aboga por un enfoque más holístico de la salud y la seguridad de los trabajadores y trasciende de la atención exclusiva en los lugares de trabajo. En definitiva, una visión más integral tanto de los factores relacionados estrictamente con el trabajo como de las circunstancias extralaborales que mejoran o limitan su bienestar2.
En este escenario con perspectiva global propuesto en el programa TWH®, la especialidad de Enfermería del Trabajo cuenta con una larga trayectoria en el ámbito de la atención especializada por su formación específica y presencia en los centros de trabajo. Esta continuidad contribuye a la construcción de una identidad colectiva y a la búsqueda de la excelencia en la práctica profesional. De esta forma, con la publicación de la Orden SAS/1348/2009 de 6 de mayo por la que se aprueba y publica el primer programa formativo de esta disciplina, se define un nuevo marco de actuación basado en el desarrollo y aplicación de las competencias aprobadas en las siguientes áreas: preventiva, asistencial, legal y pericial, gestión, docencia e investigación, realizando el proceso de adquisición en las unidades docentes multidisciplinares mediante el sistema de residencia3.
Distintos referentes nacionales e internacionales han profundizado en el desarrollo de sus atribuciones profesionales específicas coincidiendo en una cuestión concreta, los especialistas consideran más relevantes todos los aspectos relacionados con las competencias en el ámbito de la prevención4,5. En concreto, encuadran este cometido como una actividad prioritaria de la Enfermería del Trabajo dentro de su cartera de servicios. Esta circunstancia encuentra su justificación en la histórica trayectoria de estrecha vinculación con las organizaciones, la preparación específica durante el periodo formativo, la necesaria adaptación a la evolución constante de los requerimientos de salud, la presencia continuada en las empresas y, por último, al constituir el grupo profesional más numeroso que presta cuidados de salud en los centros de trabajo.
Los sucesivos informes nos ofrecen una visión panorámica de la especialidad. La Enfermería del Trabajo es miembro de la Comisión Permanente de la International Commission on Occupational Health (ICOH) desde su constitución en Milan (1906); organismo que en la actualidad está integrada por 93 estados miembros. Con motivo de la celebración de su decimoquinto congreso, la Comisión recibe el encargo de elaborar un primer documento sobre la aportación de la especialidad a la salud de los trabajadores (1969)6 1, Años más tarde, la propia Comisión publica otro informe que describe la evolución de las competencias en los últimos treinta años. Las conclusiones invitan al análisis, sin abandonar su rol más tradicional basado en la atención a los accidentes de trabajo y prestación de primeros auxilios, la especialidad tiende hacia un escenario de competencias más amplio. Centra sus actuaciones en una mayor autonomía e independencia profesional, la promoción de hábitos saludables y la educación para la salud dirigida a los trabajadores (Scientific Committee on Occupational Health Nursing, 2005)7.
El exhaustivo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS)8 que detalla las competencias transversales y específicas de la especialidad defiende su aplicación en base a las demandas de los trabajadores y a las expectativas de los empresarios. NIOSH9 da un paso más y reconoce su importancia mediante la aplicación de criterios de coste-efectividad. El posicionamiento institucional de la sociedad profesional específica más representativa (American Association of Occupational Health Nurses, AAOHN) no admite dudas, cita en primer lugar esta actividad entre la escala de prioridades de la profesión10. En la misma línea se muestra la Federation of Occupational Health Nurses within the European Union (FOHNEU)11 e idéntica postura toma la Comisión Nacional de la Especialidad de Enfermería del Trabajo en España, encabezando la faceta preventiva el listado de competencias que deben adquirir los futuros especialistas durante el periodo de formación. Prioritario también se considera en el catálogo de actividades concretas en este ámbito señaladas en el art. 33 de la Ley 33/2011 General de Salud Pública12. Adquisición de roles que se muestran en sintonía con las propuestas incluidas en la Estrategia aprobada por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud13. En el caso concreto de la Canadian Nurses Association, esta atribución ocupa el segundo contenido más amplio en el proceso de acreditación del futuro especialista. Con anterioridad, en un documento de adhesión redactado por profesionales de la salud laboral, considera la prevención un aspecto primordial en el ámbito de la vigilancia de la salud14.
La Asociación Internacional de la Seguridad Social (AISS) analizó el impacto económico de la aplicación de medidas preventivas en una muestra de 300 empresas en 15 países. Entre las conclusiones se observa que la relación coste-beneficio de la inversión en prevención suponía un rendimiento relevante, por cada euro invertido se obtuvo una rentabilidad de 2,2015. En la Universidad de Harvard, Baicker et al. establecen un intervalo de ahorro similar sobre un horizonte de tres años, entre 2,70 y 3,27 dólares por unidad destinada al programa16. Esta rentabilidad se ve incrementada en una reciente revisión sistemática realizada por la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo (2018), cada euro destinado a este tipo de intervenciones preventivas genera un retorno entre 2,5 y 4,8 en supuestos de absentismo y de entre 2,5 y 5,9 en costes de enfermedad17.
La AAOHN revisa mediante un proceso Delphi las competencias de la especialidad cada cuatro años desde 1999. Posteriormente, realiza un estudio de las competencias más valoradas por los empresarios con el fin de adaptar la formación del especialista a las necesidades de la realidad sociolaboral. En materia preventiva, casi el 60% considera favorable implementar programas de promoción de la salud. Numerosos autores están interesados en cuantificar la relación coste-efectividad de instaurar programas de promoción de la salud en los espacios de trabajo18,19, pero es Aldana quien encuentra evidencia de una asociación positiva entre dichos programas, un menor absentismo y el descenso de los costes de los cuidados de salud20 (el propio autor acuña en este contexto el término culture of wellness21. Estas conclusiones se ratificaron un metaanálisis basado en 42 investigaciones del mismo tenor22. Además, en un estudio internacional donde participaron 450 enfermeros del trabajo, la promoción de la salud constituye una de las cinco competencias que el especialista realiza de forma independiente23, siendo la tercera actividad más frecuente en un estudio similar patrocinado por el Col·legi Oficial d´Infermeria de Barcelona (2009). En un trabajo posterior subvencionado por NIOSH, el 47% de los profesionales incorpora un consejo preventivo en cada acto enfermero24. En sus respuestas señalan esta competencia como aquella de donde han recibido más formación e información complementaria25. En esta línea, entre las conclusiones del primer estudio mundial sobre las competencias de los profesionales de la salud laboral que analizó 118 específicas y transversales a través de 222 instituciones autorizadas de 89 países, destaca las preferencias formativas de los profesionales en países desarrollados, entre ellas señala los contenidos específicos relativos a la salud laboral26.
Entre las limitaciones o impedimentos que condicionan el desarrollo de esta actividad preventiva podemos citar las siguientes: escaso apoyo a esta iniciativa en el entorno de trabajo, conocimientos específicos deficientes, acuerdo entre profesionales, escasez de tiempo, carencia de incentivos, necesidad de herramientas auxiliares, centrar la práctica profesional en la atención al proceso de enfermedad y limitaciones en las habilidades personales27,28,29, circunstancias todas ellas determinantes de la verdadera integración en la práctica clínica diaria. En consecuencia, su efectividad está modulada por cuestiones laborales y la influencia creciente de los cambios que puedan acontecer en el entorno social y cultural30.
Estos aspectos pueden encontrar cierto estímulo en un informe de la OMS donde señala que la presencia de la Enfermería del Trabajo en las organizaciones contribuye a mantener y promover la salud de los trabajadores e influye positivamente en el desarrollo industrial de un país31. Conscientes de esta realidad, distintos organismos implicados han diseñado guías que incluyen directrices para crear una cultura saludable en las organizaciones, Centers for Disease Control and Prevention (CDC)32, American College of Occupational and Environmental Medicine (ACOEM)33, NIOSH34, Red Europea de Promoción de la Salud en el Lugar de Trabajo (ENWHP) con su Declaración de Luxemburgo35 y el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST)36.
En definitiva, la Enfermería del Trabajo se encuentra en una posición privilegiada para identificar las necesidades de las organizaciones en el ámbito de sus competencias. Considerando el papel activo que desempeña en su contexto de trabajo, su contribución es manifiesta para garantizar el bienestar de las personas objeto de sus cuidados, la población laboral. Y su futuro viene de la mano de prestar unos cuidados de calidad coste-eficientes37.