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Revista Española de Enfermedades Digestivas

Print version ISSN 1130-0108

Rev. esp. enferm. dig. vol.107 n.6 Madrid Jun. 2015

 

REVISIÓN

 

Neuropatía entérica asociada a diabetes mellitus

Enteric neuropathy associated to diabetes mellitus

 

 

José Antonio Uranga Ocio1,2, Sonia Bastús Díez1, Drissa Delkáder Palacios1, Noemí García Cristóbal1, Miguel Ángel Leal García1 y Raquel Abalo Delgado1,2,3

1Departamento de Ciencias Básicas de la Salud. Universidad Rey Juan Carlos. Alcorcón, Madrid.
2Unidad Asociada I+D+i. Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL). Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Madrid.
3Unidad Asociada I+D+i. Instituto de Química Médica. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Madrid

Financiación del Ministerio de Educación y Ciencia (SAF2009-12422-C02-01; SAF2012-40075-C02-01), Comunidad de Madrid (S2010/BMD-2308) y Fundación Mapfre (Ayudas a la Investigación-Promoción de la Salud 2009: Alimentación y Ejercicio Físico).

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

La diabetes mellitus (DM) es un conjunto de enfermedades de gran prevalencia en la actualidad. Sus diferentes variantes se caracterizan por producir síntomas muy semejantes con complicaciones agudas y crónicas. Entre estas se encuentra la dismotilidad gastrointestinal (GI) asociada al desarrollo de neuropatía en el sistema nervioso entérico (SNE). El objetivo de este artículo es revisar los conocimientos sobre la dismotilidad GI y la neuropatía entérica asociada a diabetes mellitus.
Para ello se describen las diversas alteraciones funcionales y estructurales encontradas en el sistema digestivo tanto en el hombre como en diversos modelos animales de diabetes. Para finalizar, se hace un breve resumen de las estrategias de tratamiento y prevención de la neuropatía diabética entérica que se han considerado hasta la fecha.
En conclusión, entre las alteraciones descritas en la DM destaca especialmente la pérdida de inervación intrínseca inhibidora. Como posibles estrategias terapéuticas y/o preventivas se propone desde el uso de insulina, el factor de crecimiento nervioso y antioxidantes hasta el trasplante de neuronas mientéricas.

Palabras clave: Diabetes mellitus. Dismotilidad gastrointestinal. Gastroparesia. Neuropatía entérica. Plexo mientérico. Sistema nervioso entérico.


ABSTRACT

Diabetes mellitus (DM) is a group of diseases highly prevalent nowadays. Its different types produce very similar symptoms with acute and chronic complications. Amongst these, gastrointestinal (GI) dysmotility, associated with the development of neuropathy in the enteric nervous system (ENS) is recognized. The objective is to review the current knowledge on GI dysmotility and enteric neuropathy associated to diabetes mellitus. The different functional and structural alterations within the digestive tract in diabetic patients and animal models are described. Finally, the therapeutic and preventive strategies tested so far in the context of enteric diabetic neuropathy are briefly summarized.
In conclusion, amongst the alterations described in DM, the loss of inhibitory intrinsic innervation of the gut is most remarkable. Different therapeutic and/or preventive strategies, including the use of insulin, nerve growth factor or antioxidants, as well as myenteric neuron transplantation, are proposed.

Key words: Diabetes mellitus. Gastrointestinal dysmotility. Gastroparesia. Enteric neuropathy. Myenteric plexus. Enteric nervous system.


Abreviaturas

DM 1 y 2: diabetes mellitus 1 y 2.
GI: gastrointestinal.
SNE: sistema nervioso entérico.
STZ: estreptozotocina;
ZDF: Zucker diabetic fatty;
ICC: células intersticiales de Cajal;
ICC-MP: células intersticiales de Cajal del plexo mientético;
NOS: óxido nítrico sintasa;
NA: noradrenalina;
ASPA: aspartato ciclasa;
FNM: fibras nerviosas de la mucosa;
GDNF: factor de crecimiento derivado de células gliales.

 

Introducción

La diabetes mellitus (DM) es una de las enfermedades crónicas más prevalentes en occidente, extendiéndose rápidamente también a los países en desarrollo. En 2013, 382 millones de personas eran diabéticas en todo el mundo y se ha estimado que esta cifra alcanzará los 592 millones en 2035, por lo que la DM constituye un problema de salud pública de primer orden (1). Los tipos más habituales de la enfermedad son el 1 (DM 1) que conlleva la destrucción de las células β y una deficiencia absoluta de insulina, y el 2 (DM 2), caracterizado por déficits variables de insulina y resistencia a la misma (2). Los diferentes tipos de diabetes cursan con un estado hiperglucémico que a niveles elevados ocasiona poliuria, polifagia y polidipsia. Las complicaciones agudas (hipoglucemia, cetoacidosis, coma hiperosmolar no cetósico...) son consecuencia de un control inadecuado de la glucemia mientras que las crónicas (cardiovasculares, nefropatías, retinopatías, neuropatías...) se deben al mantenimiento a largo plazo del estado hiperglucémico (a niveles de glucemia de 200-250 mg/dl, que superan la reabsorción renal) y a los fenómenos oxidativos e inflamatorios por él generados (3). En definitiva, la DM induce alteraciones estructurales y funcionales de las células, tejidos y órganos de todo el cuerpo, incluyendo el tracto gastrointestinal (GI) y su inervación.

 

Objetivo

Revisar el conocimiento actual sobre las alteraciones que produce la diabetes en el tubo digestivo y, muy particularmente, en las neuronas entéricas responsables del control de sus funciones. Para ello, describiremos las alteraciones funcionales y estructurales/histológicas que se presentan en esta patología en el tubo digestivo, los modelos animales desarrollados para su estudio, y las posibles estrategias de tratamiento y prevención.

 

Control motor del tubo digestivo

El control de las funciones del tubo digestivo depende, fundamentalmente, de su inervación intrínseca y extrínseca. El sistema nervioso entérico (SNE) es una red nerviosa que se extiende desde el esófago hasta el esfínter anal interno y que incluye el plexo mientérico o de Auerbach (principal encargado de controlar la motilidad y situado entre las capas musculares) y el submucoso o de Meissner (que regula la microcirculación y la función epitelial). Las neuronas del SNE se acompañan de células gliales y pueden funcionar independientemente del control extrínseco, participando en la modulación de la peristalsis, secreción, percepción del dolor e inflamación (4).

La unidad de la función motora del tracto GI es el reflejo peristáltico que se produce en el plexo mientérico en respuesta a los contenidos luminales (4). Presenta, entre otras, neuronas sensitivas, interneuronas y neuronas motoras excitadoras e inhibidoras de ambas capas musculares. Los estudios electrofisiológicos, morfológicos, inmunohistoquímicos y de marcaje retrógrado han establecido las diferencias entre las poblaciones neuronales (4,5) (Fig. 1). Además, las células intersticiales de Cajal (ICC), consideradas células marcapasos y situadas entre las neuronas mientéricas y las fibras musculares, coordinan las respuestas contráctiles (6).

 

 

El sistema nervioso extrínseco modula la función del SNE y está formado por las vías parasimpáticas del nervio vago y de los nervios sacros, que producen excitación de la musculatura e inhibición de los esfínteres, y por el sistema nervioso simpático toracolumbar, con efectos contrarios. El plexo mientérico del estómago y del duodeno proximal está densamente inervado por el nervio vago. Distalmente al duodeno, los ganglios mientéricos inervados por el vago disminuyen rápidamente, aunque la inervación parasimpática vuelve a ser importante en el ciego y el colon proximal (4). Así, tras la ingesta, la relajación del fundus por activación del vago permite la acomodación de la comida en el estómago. Las contracciones peristálticas del antro empujan el contenido gástrico hacia el píloro, que permite el paso de pequeñas cantidades al duodeno cuando está abierto. La llegada de nutrientes a la zona distal del intestino delgado retrasa el vaciado gástrico (reflejo enterogástrico), mientras que la distensión gástrica postprandial promueve el flujo de contenidos luminales al íleon y ciego (reflejo gastrocólico). Finalmente, las hormonas gastrointestinales también contribuyen a regular la motilidad del tubo digestivo ya sea favoreciendo la distensión gástrica (ghrelina), inhibiendo el vaciado (GLP-1, colecistoquinina y secretina) o favoreciendo la motilidad (gastrina, motilina). Por último es de reseñar que algunos de estos péptidos (GLP-1, colecistoquinina, gastrina y ghrelina) son conocidos mediadores del metabolismo de la glucosa al inducir efectos como la síntesis de insulina, la proliferación de células β o la liberación de glucagón (7).

 

Gastroenteropatía diabética: alteraciones funcionales

La DM se asocia, hasta en un 75% de los pacientes, a síntomas gastrointestinales como náuseas, distensión y dolor abdominal, diarrea, estreñimiento y enlentecimiento del vaciamiento gástrico. Además, las alteraciones de la motilidad provocan sobrecrecimiento de la flora bacteriana, lo que agrava el problema, pues puede ocasionar hinchazón, diarrea o dolor abdominal, así como malabsorción, e incluso alterar la estructura morfológica intestinal, tanto micro como macroscópica (8). De todas las alteraciones la mejor conocida es la gastroparesia (9). Se observa tanto en la DM 1 como en la DM 2, en pacientes con y sin complicaciones asociadas de la diabetes, y puede ocurrir hasta en el 50% de los enfermos (10).

La mejor prueba para la evaluación de pacientes con gastroparesia es la gammagrafía nuclear con alimento marcado con Tecnecio 99m. Sin embargo, tiene limitaciones como su alto coste, la exposición a la radiación y la necesidad de un equipo especializado, por lo que se han desarrollado nuevas tecnologías para mejorar el diagnóstico, como la cápsula endoscópica, ecografía 3D, MRI, SPECT o el test del aliento con Spiroulina platensis marcada con 13C (9). La evaluación física se limita a la valoración nutricional y de signos de neuropatía diabética (8).

La DM es la causa más común de neuropatía autonómica y contribuye a los síntomas GI, incluyendo la motilidad intestinal anormal (11,12). El diagnóstico de la neuropatía autonómica GI no es fácil pues puede afectar tanto a la inervación intrínseca (neuropatía entérica asociada a la DM), que es difícil de valorar (requiere muestras que incluyan los plexos entéricos), como extrínseca y, en este caso, las alteraciones cardiovasculares tienen poco valor en la predicción de trastornos motores del tracto GI (11). De hecho, gran parte de la información disponible sobre esta neuropatía se ha obtenido en modelos animales de diabetes, por lo que conviene repasar los estudios realizados en dichos modelos.

 

Modelos animales y estudios in vitro e in vivo

Se han desarrollado muchos modelos de neuropatía diabética, aunque no en todos se ha evaluado la afectación del SNE (13,14). Para la DM 1, aunque existen modelos genéticos como las ratas consanguíneas BB, el más frecuente es el inducido por administración de estreptozotocina (STZ), una toxina que destruye las células β-pancreáticas (15-17). La STZ a las dosis habituales puede ocasionar neurotoxicidad (18), lo que contribuiría a la neuropatía observada en estos modelos. En cambio, dosis más bajas pero repetidas no producen toxicidad en el plexo mientérico o en las ICC de ratones control, mientras que en ratones diabéticos transgénicos RIP-I/hIFNβ permitieron valorar los cambios en la motilidad digestiva debidos a la propia patología y los adaptativos a la polifagia, polidipsia, etc. (19).

La creciente prevalencia de la DM 2 en los últimos tiempos ha provocado un gran aumento de estudios en modelos de obesidad y diabetes inducidos por dietas hipercalóricas y/o hipergrasas, tanto en ratón (20,21), como en rata (22). También existen modelos genéticos de obesidad y DM 2 en los que se han valorado las alteraciones de la motilidad GI y/o la neuropatía entérica, como los ratones ob/ob, db/db, KK y KKAy (20-24), y las ratas Otsuka Long-Evans Tokushima Fatty (OLETF) y Zucker Diabetic (ZDF) (25,26).

Los estudios in vitro realizados con estos modelos incluyen desde ensayos de contractilidad y respuestas farmacológicas en segmentos gastrointestinales aislados (19), hasta cultivos de líneas de neuronas entéricas o de ganglios mientéricos disecados mediante láser (22). En cuanto a los estudios in vivo, se han utilizado procedimientos invasivos: administración intragástrica de marcadores y análisis de su progresión por el tubo digestivo (19,21), electromiografía de la muscular externa tras inserción de electrodos en la serosa (27), y no invasivos. Estos últimos permiten valorar los cambios funcionales que se producen temporalmente durante el desarrollo de la patología. Así, se han empleado tests de aliento con ácido octanoico marcado con 13C para valorar la gastroparesia (28), y tests de expulsión de bolos fecales artificiales insertados en el colon para valorar la dismotilidad colónica (21). Destaca también el uso de marcadores radiopacos que permiten determinar las alteraciones en el tránsito y en la morfología de cada región GI (26) (Fig. 2).

 

 

Gastroenteropatía diabética: alteraciones estructurales

Tanto en ratas a las que se ha administrado STZ (29), o ratones diabéticos RIP-I/hIFNβ (19), se observa una mayor longitud del tracto GI. Alteraciones macroscópicas aparte, el daño que la DM produce en la pared del tracto GI y en las poblaciones específicas de neuronas entéricas, se ha analizado mediante histología convencional, inmunohistoquímica y microscopía electrónica, como analizamos a continuación.

Mucosa

En la diabetes, la mucosa del intestino delgado sufre cambios que alteran el paso del bolo alimenticio, la secreción de jugos entéricos y la absorción de los productos de la digestión (30). La hiperglucemia aguda en el yeyuno de las ratas no provocó alteraciones en el índice mitótico o en la morfometría de la mucosa intestinal. En cambio, la crónica cursa en la rata con hiperplasia e hipertrofia de la mucosa (30). El aumento en el índice mitótico puede estar relacionado con una adaptación de la capa mucosa a la patogenia crónica.

Por otra parte, se ha observado un aumento de células caliciformes en las vellosidades intestinales del intestino delgado de ratas con hiperglucemia aguda (31) y en las criptas del intestino delgado de ratones diabéticos (32). El mantenimiento de esta población celular permite la conservación de la túnica mucosa como adaptación morfo-funcional a la diabetes crónica (33).

Músculo liso

Las alteraciones en el grosor de las capas musculares depende de la región considerada y del momento en que se realiza el análisis a lo largo del desarrollo de la patología (33). La causa de estas diferencias regionales no está clara y, de hecho, su función intrínseca podría no estar afectada. Así, en los estudios en baño de órganos de preparaciones de musculatura longitudinal de íleon y circular de colon de ratones diabéticos RIP-I/hIFNβ, las respuestas contráctiles fueron semejantes a las de animales control, lo que sugiere que la función de las capas musculares podría adaptarse al daño asociado a la diabetes (19).

Células intersticiales de Cajal

La DM puede influir también en las células marcapasos del tracto GI. Se han observado cambios degenerativos y/o pérdida de ICC por todo el tracto digestivo de pacientes y modelos animales (34,35). Como en los ratones diabéticos, los sujetos con DM 2 con gastroparesia, tienen menos ICC en estómago (34). Además, las ICC pierden su asociación habitual con las neuronas entéricas, lo que se relaciona con una disminución de la actividad eléctrica muscular del antro (10).

La alteración de las ICC en el intestino es menos clara. Así, en ratones diabéticos RIP-I/hIFNβ, descendió la frecuencia de contracciones espontáneas en el delgado, pero la red de ICC del plexo mientérico (ICC-PM) estaba intacta. Por el contrario, en el colon la frecuencia de estas contracciones fue similar a los controles (19). No obstante, se encontraron áreas con escasez de ICC-MP en íleon y colon de ratones db/db (36) y en la capa muscular del colon de pacientes diabéticos (37).

Inervación extrínseca

Se ha considerado que una neuropatía visceral autónoma o cambios en la inervación vagal son los responsables de las alteraciones del control motor gástrico en la diabetes (38). En ratas diabéticas (BB) con alteraciones en la motilidad del yeyuno, no se demostró la presencia de neuropatía autonómica cardiaca (27). Sin embargo, la expresión de óxido nítrico sintetasa (NOS) neuronal en el yeyuno de ratas es independiente del nervio vago (39), por lo que la neuropatía vagal podría no ser la causa de las alteraciones de la motilidad más allá del duodeno. Tampoco parece que la hiperglucemia sea determinante en estos casos, ya que animales con distinto control de la glucemia mostraron cambios similares (27).

En lo que se refiere a la inervación simpática, los niveles de noradrenalina (NA) disminuyen en el íleon al mismo tiempo que aumentan en el colon proximal y permanecen inalterados en el distal. Además, el descenso de NA en el íleon de las ratas diabéticas coincide con la presencia de varicosidades inflamadas en las fibras nerviosas (40).

Inervación intrínseca: neuropatía entérica asociada a diabetes mellitus

Se han descrito cambios en el número de neuronas y en la expresión de neurotransmisores del plexo mientérico, así como pérdida de neuronas mientéricas en algunas áreas del tracto digestivo en roedores con DM (41), y alteraciones morfológicas en determinados subtipos de neuronas del estómago de pacientes con DM 2 (34,35).

Las distintas subpoblaciones de neuronas entéricas responden de diferente manera a la DM, y la magnitud de los cambios parece específica para el segmento de intestino, modelo y duración de la DM (17). Se ha demostrado la pérdida selectiva de poblaciones neuronales y neurodegeneración del plexo mientérico tanto en rata como ratón (18,41).

La estimulación eléctrica se emplea para generar respuestas musculares dependientes de la actividad neuronal. En estos estudios, la respuesta predominante normal del músculo longitudinal es excitadora, mediada por contracciones colinérgicas, y la incubación con atropina revela la presencia de cotramisión funcional inhibidora seguida de una contracción no colinérgica sensible a tetrodotoxina (TTX). Por el contrario, en el músculo circular la respuesta mayoritaria en condiciones de bloqueo adrenérgico y colinérgico es inhibidora, tanto en rata como en humano (42,43). En ratones diabéticos se observa un leve aumento de las contracciones colinérgicas, un fallo en la neurotrasmisión inhibidora en el íleon y un descenso de las contracciones no colinérgicas en el íleon y, más aún, en el colon. Estos resultados demuestran que ambos componentes, nitrérgico y purinérgico, de la relajación evocada por la estimulación eléctrica están inhibidos. Además, el daño de la inhibición nitrérgica en el colon se evidencia también por la disminución de la actividad contráctil en presencia de inhibidores de la NOS o de tetrodotoxina (19).

En cuanto a las causas de la neurodegeneración, se considera el efecto de la reacción inflamatoria provocada por la DM (27). Así, hay inflamación del estómago, intestino delgado y colon en ratas BB, y se acompaña de daño en los plexos mientérico y submucoso y limitación en la función motora (44). La causa del infiltrado inflamatorio no está clara; puede reflejar una alteración de la barrera intestinal (a lo que contribuye el sobrecrecimiento bacteriano), un descenso de la regulación de NOS neuronal (nNOS) por inducción de NOS inducible (iNOS), produciendo elevadas cantidades de NO (45) o muerte por apoptosis. Los cambios en la inmunorreactividad para nNOS persistieron tras la resolución de la inflamación (27). Otra posibilidad sería que la inflamación intestinal tenga un origen autoinmune (46). Estudios en humanos (47) parecen confirmar un comportamiento semejante al de la rata.

Estudios histopatológicos y experimentales in vivo han demostrado que la glía entérica desempeña un papel clave en las patologías asociadas a la disfunción de la barrera y alteraciones motoras del intestino, tales como estreñimiento, la aparición de divertículos y megacolon idiopático, la reducción de la motilidad intestinal y el enlentecimiento del vaciado (48). En este sentido, la actividad normal de la aspartato-ciclasa (ASPA) glial es notable para mantener las neuronas sanas al ser un importante agente inductor de neurodegeneración, estando elevada en el duodeno de ratones diabéticos. La hiperglucemia afecta por tanto a la actividad de la ASPA, pudiendo contribuir a la neuropatía observada en la DM 2 (49).

Por otra parte, se ha sugerido que también los cambios en la vascularización contribuyen a la neuropatía entérica asociada a la DM. La permeabilidad de los grandes vasos sanguíneos mesentéricos está alterada en la diabetes (50), pero el efecto en los capilares del interior de la pared intestinal no se conoce bien. El exceso de permeabilidad capilar puede resultar patológico para las neuronas entéricas y conducir a neuropatía en determinadas regiones intestinales (51). Así, las alteraciones de la pared capilar fueron pronunciadas en íleon y colon, pero no en duodeno. La recuperación de los niveles de insulina impidió las alteraciones estructurales en la pared capilar de íleon, pero no de colon. En el duodeno se observó una regulación al alza de caveolina-1 y NOS en las células endoteliales (eNOS). Esto concuerda con la hipótesis de que los microvasos adyacentes al plexo mientérico son dianas del daño de la DM (52).

La susceptibilidad de los microvasos a la hiperglucemia se relaciona con la prevalencia de bacterias en diferentes partes del tracto GI ya que inducen un estado anaerobio en el intestino distal (53). El daño estructural en el colon es irreversible, en el íleon puede revertirse con aporte de insulina, y en el duodeno el mecanismo que regula la permeabilidad vascular está activo. La hipoxia media la regulación al alza de lipooxigenasa, responsable del compromiso en el funcionamiento de la barrera de la membrana basal en la retinopatía diabética (54). En el colon determinaría un engrosamiento irreversible de la membrana basal tras el primer shock hiperglucémico. Estos estudios demuestran la necesidad de evaluar la participación de los sistemas antioxidantes, la composición de la microflora intestinal, y la regulación de la expresión de lipooxigenasa en los diferentes segmentos intestinales en la diabetes (52).

Inervación de la mucosa

Conviene mencionar los estudios sobre inervación de la mucosa debido a que los trabajos iniciales sobre el nervio vago en la DM son contradictorios (55,56), y porque, aunque los sujetos con DM 2 con gastroparesia tienen menos ICC en muestras de estómago y menos neuronas inhibitorias en el plexo mientérico (34), estas alteraciones no son observables mediante biopsia endoscópica convencional (57). Así, se ha confirmado histológicamente que la neuropatía autónoma afecta a los nervios de la mucosa gástrica de los pacientes con DM 1: ocurre una disminución de la densidad de las fibras nerviosas de la mucosa (FNM) además de una alteración en el patrón de inervación y en su morfología. La densidad de FNM se correlacionó en el antro de forma inversa con la duración de la diabetes y entre los síntomas de gastroparesia, la hinchazón abdominal tendió a asociarse con la densidad de FNM. Sin embargo, ninguna de las medidas de síntomas gástricos, ni los resultados de las pruebas neurológicas, o la densidad de fibras nerviosas cutáneas predijo la deficiencia en las FNM. La gravedad de las alteraciones encontradas en las pruebas de reflejo autónomo cardiorrespiratorio no se correlacionó tampoco con la gravedad de la pérdida de FNM (57). Por tanto, se ha propuesto la densidad de la inervación de la mucosa gástrica como biomarcador de neuropatía autonómica diabética (57).

 

Estrategias de tratamiento y prevención

El manejo óptimo del paciente diabético requiere una aproximación multidisciplinar y debería, primeramente, tratar de aliviar los síntomas gastrointestinales, así como mejorar el estado nutricional y el control de la glucemia, que puede mejorar la función motora gástrica per se (58,59). El vómito y las náuseas pueden generar pérdidas de peso, deshidrataciones y desregulaciones electrolíticas que no deben obviarse a pesar del posible sobrepeso inicial de algunos pacientes diabéticos. No existe una guía clara sobre la manera de actuar desde el punto de vista nutricional, si bien se considera que las comidas frecuentes y poco copiosas, disminuir la ingesta de grasas y fibra (que reducen el vaciamiento gástrico), así como ajustar la ingesta de carbohidratos en función de la medicación, mejoran los síntomas y el control glucémico (60). La presencia de dolor complica el problema en los casos en que ocurre ya que muchos analgésicos empeoran aún más la función motora GI. En algunos pacientes la gastroparesia puede incluso hacer necesario el tratamiento quirúrgico, ya sea mediante una yeyunostomía (para asegurar la adecuada nutrición del paciente), endoscopia para administrar toxina botulínica en el píloro (que relaja el esfínter y favorece el vaciamiento gástrico) o incluso la cirugía bariátrica (9,61-63).

La estrategia más común para mejorar los síntomas gastrointestinales de la DM es el empleo de fármacos procinéticos. Estos fármacos incrementan la motilidad digestiva favoreciendo el avance de los alimentos y las secreciones intestinales a través de los diferentes segmentos del tracto digestivo. En función de su mecanismo principal de acción, los procinéticos pueden dividirse en fármacos de acción predominantemente dopaminérgica, serotoninérgica, colinérgica o agonistas de la motilina (64). Los principales son la metoclopramida y la domperidona, ambos antagonistas dopaminérgicos del receptor D2, que además de mejorar el vaciamiento gástrico, reducen náuseas y vómitos, aunque la domperidona presenta menos efectos centrales y más efectos cardiovasculares (65). La cisaprida, agonista de receptores de serotonina tipo 5HT4, se empleó profusamente en el pasado, pero sus efectos proarritmogénicos han ocasionado su retirada del mercado hace ya algunos años (66). La eritromicina, un antibiótico macrólido, estimula al receptor de la motilina y con ello a las neuronas colinérgicas (65,67,68). La ghrelina y los agonistas de su receptor (TZP-101), también facilitan el vaciado gástrico (68), del mismo modo que la suplementación con tetrahidrobiopterina o su precursor sepiapterina (70). Los agentes duales como la levosulpirida (antagonista dopaminérgico D2 y agonista 5HT4) y la cinitaprida (agonista 5HT4 y antagonista 5HT2) también son útiles y seguros (64,69). El empleo de antieméticos es igualmente importante para evitar uno de los síntomas más debilitantes de estos pacientes. Además de los antagonistas dopaminérgicos mencionados anteriormente, los usados con mayor frecuencia son las fenotiazinas como la proclorperazina, que actúa sobre los receptores colinérgicos y dopaminérgicos, si bien puede presentar efectos secundarios como discinesia, y no necesariamente mejora el vaciamiento gástrico (63,65,67). Con el mismo fin se emplea la estimulación eléctrica (marcapasos gástrico), que ha demostrado mejorar la calidad de vida, aliviar los síntomas, las alteraciones nutricionales, e incluso el mal control de la diabetes, aunque se reserva a pacientes con síntomas refractarios, especialmente náusea y vómitos (65,67).

En relación con la pérdida de las ICC, y dado el alto estrés oxidativo generado en la diabetes, se ha podido comprobar que la hemina incrementa la expresión de NOS y mejora la gastroparesia diabética en ratones (35). Es de reseñar que la hemina también incrementa la actividad oxigenasa en humanos (67). Por último, la terapia regenerativa con células madre podría también ser útil para restaurar la población de ICC (71).

Entre los variados mecanismos de neuropatía entérica diabética se incluirían (13,14,52) los siguientes: disfunción endotelial y microcirculatoria; efectos celulares directos de la hiperglucemia (disfunción mitocondrial y estrés osmótico u oxidativo); metabolismo alterado de los ácidos grasos; cambios en los factores de crecimiento nervioso e interacciones cerebro-tracto GI alteradas; aumento en la apoptosis neuronal. En consecuencia, algunas de las estrategias ensayadas y dirigidas específicamente a preservar o restaurar la inervación del tracto digestivo y, con ello, impedir la neuropatía entérica, han sido:

- Insulina: en modelos animales de DM 1, como los generados tras tratamiento con STZ, es capaz de revertir la pérdida inicial (pero no la secundaria) de neuronas nitrérgicas (16) así como las células gliales (72).

- Factores de crecimiento nervioso: el GDNF (factor de crecimiento nervioso derivado de la glía) revirtió el daño neuronal funcional y morfológico inducido por la hiperglucemia (41).

- Antioxidantes, protegieron las neuronas entéricas y/o las células gliales:

• Ácido lipoico, aceite de onagra o la combinación de ambos (29); ácido oleico (22).

• Ácido ascórbico (73), que también es inhibidor de la aldosa reductasa (74).

• Vitamina E (33), extracto de Ginkgo biloba (75), quercetina (76).

• L-glutamina (77); glutatión reducido (78).

- Modular las señales nitrérgicas (modulación de la biodisponibilidad de S-nitrosotiol) (79).

Finalmente, otra posibilidad que se ha considerado es el trasplante de neuronas entéricas (13).

 

Conclusiones

Existen numerosos estudios, tanto en pacientes como en modelos animales, que demuestran el desarrollo de neuropatía en el sistema nervioso entérico con la progresión de la enfermedad diabética. Esta neuropatía, que afecta sobre todo a las neuronas inhibidoras nitrérgicas, subyace y contribuye a las complicaciones gastrointestinales de la diabetes que interfieren de manera importante con la calidad de vida de los pacientes. Aunque el diagnóstico de la dismotilidad GI es relativamente sencillo mediante pruebas funcionales, el de la neuropatía entérica asociada no lo es tanto y sólo recientemente se ha apuntado a la posibilidad de evaluar la densidad de fibras nerviosas de la mucosa en muestras biópsicas. Las estrategias de tratamiento y prevención de la dismotilidad GI y la neuropatía entérica subyacente pasan por un adecuado control de la glucemia, pero se proponen, además, medidas adicionales como el uso de antioxidantes o factores de crecimiento nervioso. Otras estrategias más sofisticadas, como el trasplante de neuronas mientéricas, podrían también ser adoptadas en el futuro.

 

Agradecimientos

Gema Vera y Pablo Antonio Cabezos han contribuido a la obtención de las preparaciones e imágenes de las figuras 1 y 2.

 

 

Dirección para correspondencia:
Raquel Abalo Delgado.
Departamento de Ciencias Básicas de la Salud
(Área Farmacología y Nutrición).
Facultad de Ciencias de la Salud.
Universidad Rey Juan Carlos.
Avda. de Atenas, s/n.
28922 Alcorcón, Madrid
e-mail: raquel.abalo@urjc.es

Recibido: 24/10/2014
Aceptado: 07/01/2015

 

 

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