En Canción dulce la autora nos enfrenta con la realidad de la crianza: ¿qué supone para una pareja de profesionales jóvenes criar a sus hijos?, ¿se están cumpliendo sus expectativas?, ¿es esto lo que realmente querían y esperaban?

Poco a poco cada uno va desvelando sus anhelos personales y profesionales, sus contradicciones en cuanto a lo que suponían que la crianza de sus hijos les iba a aportar, la realidad en la que viven y en qué medida les afecta a ellos mismos como pareja.

¿Y qué sienten los niños?, ¿cuáles son sus anhelos, cuáles sus necesidades de verdad, qué es lo que esperan recibir en su día a día?, ¿cómo cambia con el tiempo su percepción del cuidado que reciben de sus adultos de referencia?

Y a todos les cambia la vida cuando entra a formar parte de la familia la nanny, la cuidadora, con sus propios anhelos y proyectos personales.

El drama se va gestando paso a paso hasta su final inesperado que, con gran maestría, la autora nos presenta en la primera hoja.

Es una obra coral donde cada personaje es magistralmente retratado por la autora, haciéndonos empatizar con ellos, convirtiéndonos en cómplices de sus anhelos, sentimientos y miedos, de su intimidad. Y nos va conduciendo, poco a poco, al desenlace final.