Hay hombres que hacen las cosas y las llevan a término, hombres que por donde quiera que van, siempre les acompaña el orden, la claridad, el éxito.
André Maurois1.
ORÍGENES
D. Manuel Gómez Durán nació en Antas, Ayuntamiento de La Lama, (Pontevedra) el 27 de marzo de 1898. Fue hijo de D. Manuel Gómez Martínez, médico2 rural muy acreditado3,y Dª Amalia Durán Quintana, maestra. Fueron nueve hermanos: Erundina, Manuel, Alejandro, Antonio, José, Valeriano, Amalia Leopoldina, Salustiano e Isabel. D. Manuel, padre, fue también Inspector Municipal de Sanidad de La Lama.
Manuel sintió vocación médica, al igual que su hermano gemelo4 Alejandro5, pero no deseaban dedicarse a la asistencia rural. Ambos hermanos que ingresaron en 1916 en la Facultad de Medicina compostelana tuvieron unos expedientes académicos extraordinarios con 29 y 28 Matrículas de Honor respectivamente. Manuel hizo los ejercicios de grado de Licenciado en Medicina, culminados con Sobresaliente, el 15 de junio de 1923 y Alejandro el día 18, con el mismo resultado. Misterios de la gemelaridad.
SANIDAD MILITAR
Ambos tuvieron en el último año de carrera, además de cinco matrículas de honor en su curso de medicina, otra en Análisis Químico, en la Facultad de Farmacia, que era preceptiva para el doctorado y la única que se podía cursar, a este fin, en las universidades de distrito. A Manuel su expediente le valió el «Premio Fernández Carril» al mejor de la licenciatura en 1923.
Ese mismo año, ingresan ambos hermanos, por oposición, en el Cuerpo de Sanidad Militar, el 28 de septiembre.
Manuel, durante su formación en la Academia como alférez alumno, tuvo que cursar en la Universidad Central, el resto de las asignaturas del doctorado: Historia crítica de la Medicina e Histología y preparó su tesis doctoral titulada: Contribución al estudio de las variedades anastomóticas del plexo lumbar y de su distribución periférica, que leerá y defenderá en 1925, en la Universidad Central de Madrid con Sobresaliente. Al año siguiente la publicará, con el mismo título, en 174 páginas, en la Imprenta de Manuel Tutor.
Alejandro hizo lo mismo, pues se doctorará también en 1925 con la tesis: Contribución al estudio de ramificación de la arteria hipogástrica e interpretación de las anomalías más frecuentemente observadas en su distribución, que editó en la misma Imprenta en 1926.
África
Ambos hermanos fueron promovidos a tenientes médicos, el 21 de mayo de 1924. Alejandro con el número 3 y Manuel con el 4, de una promoción de 30 médicos alumnos. Manuel fue destinado al Hospital Militar de Las Palmas, donde se hizo cargo de las clínicas de Medicina, Infecciosas y Cirugía; dedicando sus escasos ratos libres a preparar las oposiciones a la Beneficencia Municipal de Madrid, en las que consiguió el número 3, de 75 plazas. En 26 de diciembre (D.O. 291) de 1924 sale destinado al Regimiento de infantería Jaén 72, expedicionario en Ceuta, al que no se incorpora hasta el 28 de enero por llevar desde el 27 de noviembre ingresado en Las Palmas por una afección intestinal, sin duda, severa. Presta diversos servicios en esa zona de Ceuta y Tetuán, hasta que el 15 de diciembre de 1926 se traslada a Alcazarquivir, ciudad del norte de Marruecos, cercana a Larache, al Batallón de Cazadores de África nº 12.
El 8 de junio de 1928 se incorpora, destinado, al hospital de Alcazarquivir, donde tiene sus primeras experiencias quirúrgicas. Allí decide prepararse para hacerse cirujano. Por R.O. de 21 de mayo de 1929, ambos hermanos, son declarados aptos para el ascenso a capitán, como números 2 y 3 respectivamente, de una relación de 25 tenientes médicos y ascendidos en la misma fecha. Alejandro había sido destinado del batallón de ingenieros de Tetuán, al segundo grupo de la primera Comandancia de Sanidad Militar. Estando en este destino y en los cursos de especialización en Radiología en el Hospital Militar de Carabanchel, va destinado al regimiento de Infantería Toledo 35, continuando en los cursos. En el mismo D.O. y página, Manuel pasa del Hospital de Alcazarquivir, al regimiento de infantería Guipúzcoa 53, en Vitoria.
Especialidad de Cirugía con Gómez Ulla
En 1929, Manuel, nombrado alumno de la especialidad de Cirugía por R.O de 28 de septiembre (D.O. nº 217) ,llega al Hospital Militar de Carabanchel, junto al capitán Antonio Sierra Forniés y el teniente médico José Villalobos Roldán, a formarse como cirujano. Allí conocería a su maestro, D. Mariano Gómez Ulla, quién, desde 1946, da nombre a dicho hospital. Su afinidad y devoción por el gran maestro compostelano de la cirugía, la manifestó Manuel en 1960, en su discurso de ingreso en la RANM, diciendo, entre otras muchas cosas:
Fue un inolvidable maestro que ejercía un auténtico y efectivo Magisterio, en el más amplio sentido de la palabra; porque no sólo enseñaba clínica y técnicas quirúrgicas, sino que a su lado se aprendían dos cosas, que no pueden enseñarse en los libros: La formación de la conciencia del cirujano y el arte del ejercicio profesional6.
También tuvo Gómez Durán, en esa circunstancia, un recuerdo para su vieja Escuela compostelana y su influencia en Gómez Ulla:
Este equilibrio de poderes del hombre integral, daba a su persona una aureola de prestigio, distinción y prestancia inconfundibles, de gran señor que inspiraba a un tiempo, respeto y cariño, admiración y afecto. Así parecía ensamblar de modo admirable y único, el atuendo, el rito y modales solemnes, de sus venerables Maestros de la Universidad Compostelana, don Timoteo Sánchez Freire y don Maximino Teijeiro, con la elegancia, corrección y estilo de los grandes cirujanos franceses: Pierre Duval, Antonin Gosset y Victor Pauchet, con los que convivió y colaboró en la primera guerra mundial.7
La admiración fue mutua, ya que, según Martín Lagos:
Desde el momento de la entrada de Gómez-Durán en Carabanchel, el Maestro se da cuenta de las condiciones personales de su nuevo discípulo y paisano, y pronto le hace uno de sus ayudantes predilectos, le llama para que colabore activamente en las grandes intervenciones, y le confía el estudio de los enfermos más delicados8.
En esa ocasión solemne de su ingreso en la RANM, la sesión acabó con un emocionado abrazo con el otro gran superviviente de la cirugía militar de África y de la Guerra civil--que la hizo en el Madrid revolucionario--D. Manuel Bastos Ansart. (Esteban Hernández, 1984).
A los efectos de continuar los estudios de especialización, el rey les prorroga un trimestre a partir del 1 de abril de 1930, con derecho a percibo de las dietas reglamentarias a los cirujanos capitanes alumnos D. Antonio Sierra Forniés y D. Manuel Gómez Durán, además de a dos otorrinolaringólogos y dos radiólogos. Nuevamente se prorroga por R.O. de 17 de septiembre de 1930. (D.O nº 211 de 19 de septiembre de 1930.p.705) y por R.O. Circular de 4 de abril de 1931, (D.O. nº 77 de 7 de abril de 1931.p.42), diez días antes de proclamarse la II República. 3 días antes de esta, Alejandro es nombrado Jefe de Radiología del Hospital de Tetuán9.
En el Hospital de Tetuán: Un mago del bisturí
En 1931, ya cirujano, contrae matrimonio, el 6 de mayo, con Dª María Lafleur Roca y se incorporó a Tetuán. El Hospital Militar de Tetuán era un magnífico y colosal centro de dos mil camas, inaugurado en 1921. Manuel era Jefe del Servicio de Cirugía y Alejandro del de Radiología10 (fig. 2). Veamos como lo describe (fig. 3) un paciente, periodista, llamado Alfonso Guizán11 en un artículo titulado: Cartas a una donostiarra: Noches de Hospital, dedicado a Luz Aguado y Baza, amorosamente12:
Es alegre y sombría a la vez la traza de este hospital que me cobija. Por fuera, es de ladrillo rojo y piedra sin afeites. Sus recios muros de un tono gris y adusto, sobrecojen (sic) un poco el ánimo del enfermo que va a entrar en él.
Al trasponer el umbral, cambia por arte de encantamiento el pétreo decorado: Mármoles blanquísimos y espejeantes, caprichosos zócalos, claras y espaciosas salas llenas de sol que se tamiza, gozoso, a través de los amplios ventanales emplomados. Por todas partes, limpieza, aseo, pulcritud.
El pabellón de cirugía, donde me hallo, está bajo la dirección de un pontevedrés: don Manuel Gómez Durán. Su labor fecunda oscurece todo elogio que de él pudiera hacerse: Diremos solamente que es un mago del bisturí.
Manuel Gómez Durán y la J.A.E.
En dos ocasiones 1934 y 1935, Manuel solicita beca de la Junta de Ampliación de Estudios13 para ampliar conocimientos quirúrgicos y de organización sanitaria en Europa.
En carta firmada en Tetuán, a 24 de enero de 1934, como Jefe del Centro Quirúrgico del Hospital Militar de Tetuán, Manuel solicita, tras una extensa exposición de motivos, una beca de formación con tres objetivos fundamentales a conseguir:
Nuevas orientaciones y perfeccionamiento de la técnica quirúrgica de la Gran cirugía cavitaria.
Iniciación en las cuestiones prácticas de cirugía experimental.
Formación en coordinación de los distintos servicios de una gran clínica quirúrgica.
Solicita una estancia de dos meses (lo que le permite su cargo) en el Centro de clínica quirúrgica de la Salpêtrière en París, dirigido por el Profesor Antonin Gosset. Detrás de esta petición debía estar una indicación de Gómez Ulla, que había estado trabajando con el Dr. Gosset en la I Guerra Mundial.
Argumenta que la cuantía de la pensión no puede fijarla por carecer de datos para calcularla en cuanto a viajes, estancia, inscripción en el centro quirúrgico etc. y que conoce el francés. Acompaña su brillante expediente, desde la Facultad hasta ese momento, y no se le concede.
Nuevamente, se dirige a la J.A.E el 16 de enero de 1935, explicando la Importancia de la cirugía de hipófisis, y la necesidad de formación especializada para acometerla. Solicita una estancia de uno o dos meses, a comenzar en octubre, en el servicio del Profesor M.P. Lemaitre, del hospital Lariboisiére.
Tampoco le fue concedida. No debía tener buenos contactos en la extensa y tupida red clientelar y endogámica de la JAE, pues personas generalmente en relación con la Institución Libre de Enseñanza, con bastantes menos méritos que él, fueron becados una o más veces. Esta es la relación de méritos que aportaba14:
Certificación de hoja de estudios con 26 Matrículas de Honor (nosotros hemos contado 29 en el original, D. Manuel debió escribir de memoria) y dos sobresalientes.
Certificación de Alumno Interno por oposición de la Facultad de Medicina. (Anatomía).
Certificación de Premio «Fernández Carril» de la Facultad, al alumno con mayor aprovechamiento.
Certificación del grado de Doctor con calificación de sobresaliente15.
Certificación de haber ingresado mediante oposición en el cuerpo de Sanidad Militar.
Certificación de haber ingresado mediante oposición en el cuerpo de la Beneficencia Municipal de Madrid.
Nombramiento, en virtud de concurso, de Médico de varias sociedades benéficas de Madrid.
Certificación de haber desempeñado servicios de cirugía en los Hospitales militares de Las Palmas y Alcazarquivir.
Certificación de haber ingresado mediante concurso-oposición en los cursos de Cirugía, cuya duración era de dos años en el Hospital Militar Central de Madrid.
Nombramiento como cirujano Diplomado del Hospital Militar de Tetuán.
Certificación de los servicios prestados como cirujano en dicho hospital.
Más de quince trabajos publicados en distintas revistas sobre cuestiones de cirugía. (hasta esa fecha, de 1934, datamos 17 en la bibliografía).
GUERRA CIVIL
Al iniciarse la guerra civil, y durante toda ella, la actividad quirúrgica y organizativa de Manuel es frenética. Recogemos y sintetizamos lo siguiente de su Hoja de servicios.
El 8 de agosto sale con su equipo en trimotor, por orden del general Franco, incorporándose al Ejército de operaciones del Sur. El 11 parte con su equipo quirúrgico para Mérida, donde llega el 12 y organiza un hospital de sangre de 150 camas. El 24 se traslada a Trujillo hasta el 27, en que organiza otro hospital en Navalmoral de la Mata de 80 camas, en el convento de las Esclavas Concepcionistas. El 7 de septiembre organiza el hospital de sangre de Talavera de la Reina (San Prudencio), de 150 camas, el 27 del mismo mes va a Torrijos donde organiza otro hospital de 168 camas en el Grupo Escolar. El 30 se traslada a Toledo donde organiza otro hospital de 120 camas, en el Colegio de las Doncellas Nobles, permaneciendo allí hasta el 5 de octubre, día en que vuelve a Torrijos, donde reorganiza el hospital y permanece hasta el 28, en que se traslada, siempre con su equipo, a Valmojado, donde organiza otro hospital de 120 camas, en el Grupo Escolar. Allí está hasta el 28 de diciembre en que pasa al hospital de sangre de Griñón. Aquí termina el año 1936. En todos estos hospitales actúa operando y atendiendo a todos los heridos por ser hospitales de extrema vanguardia.
A partir de entonces, en 1937, actúa en Boadilla del Monte, Pozuelo, Aravaca, Las Rozas y Majadahonda. Vuelve a Griñón donde atiende a los heridos de las batallas del Jarama y Pingarrón. El 28 de febrero se traslada al frente de la Ciudad Universitaria al hospital de sangre de la Escuela de Arquitectura, donde recibe multitud de heridos de los combates de primera línea. Amplia recursos en la misma Escuela, creando otro hospital de sangre, en el que opera sin descanso. Luego vuelve, hasta el 21 de abril, a Griñón y, posteriormente a Getafe, donde organizó un quirófano y varias salas hasta el 8 de julio.
Expulsados del Ejército por el Gobierno republicano
En el D.O. del Ministerio de Defensa Nacional del gobierno republicano de 8 de junio de 1937 «Causan baja en el Ejército, sin opción a derechos pasivos, y sin perjuicio de lo que en su día resulte de la información que se instruye, al efecto, como comprendida en el decreto de 21 de julio último (Gaceta nº 204)», numerosos oficiales, entre ellos muchos médicos. En concreto 5 coroneles médicos, como el luego general, Miguel Parrilla Baamonde (alcanzaría el generalato a los pocos días de acabar la guerra); 16 tenientes coroneles; 87 comandantes médicos; 169 capitanes médicos (los Gómez Durán figuran en los puestos 72 y 73) entre ellos el Dr. Piédrola Gil, que llegará a General y a Catedrático de Medicina Preventiva; Leandro Martín Santos, también discípulo predilecto de Gómez Ulla; Miguel Parrilla Hermida, que, como su padre, alcanzaría el generalato; otro médico compostelano, Camilo Pintos, y 48 tenientes médicos. Un total de 325 médicos militares de carrera. Por lo que, es de imaginar, el magro estado en que quedó la Sanidad militar profesional en el lado republicano, a pesar de contar con figuras como Gómez Ulla, durante un tiempo, hasta que fue encarcelado (a finales de 1938, fue canjeado en la frontera por el socialista Dr. Bago) y el prestigioso traumatólogo Manuel Bastos Ansart. Además, considerando que la gran mayoría eran capitanes, gente joven, pero muchos ya especializados y, al menos los más antiguos, bregados en los frentes de África, tanto en los aspectos médicos como castrenses.
Continúan las operaciones: Brunete y la Ciudad Universitaria
Con motivo de la durísima batalla de Brunete lo trasladan a Valmojado donde actúa como Director del Hospital de sangre y Jefe de equipo hasta el 31 de agosto, en que retorna a la Ciudad Universitaria, hasta el 30 de septiembre en que se le envía a Toledo, hasta el 26 de octubre, en que marcha al Hospital de Sangre de Pinto y luego al de Valdemoro. El 21 de noviembre recibe órdenes de trasladarse a Daroca, en el frente de Aragón, donde organiza un hospital en el colegio de los Escolapios. El 8 de diciembre es trasladado de modo urgentísimo a Sigüenza, desde donde, a las pocas horas de llegar, ha de marchar a Anquela del Ducado, donde organizó otro hospital de sangre en La Resinera (La Avellaneda). Por los servicios prestados en la Ciudad Universitaria, en durísimas condiciones, se les concede la Cruz Laureada de la Real y Militar Orden de San Fernando (colectiva) a las fuerzas que guarnecían la Ciudad Universitaria, entre ellos a Gómez Durán y su equipo. La altísima distinción fue, finalmente, concedida por resolución de 11 de mayo de 193816, Curiosamente, en la relación de unidades militares intervinientes y premiadas que se hace, únicamente se cita de modo nominal al Capitán D. Manuel Gómez Durán, como jefe del Equipo quirúrgico nº 1 y al Capitán Prats, al mando de las piezas antitanque17.
Obras más destacadas de Manuel Gómez Durán
Nos ceñiremos fundamentalmente a los libros pues la producción de artículos y trabajos breves de Manuel Gómez Durán es de tal extensión que resulta imposible de analizar aquí. Podemos, sólo orientativamente, referirnos a las siguientes obras:
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Cirugía de guerra. 2 vols. I. Cirugía cavitaria. II. Cirugía de las extremidades. Madrid. Ed. Nacional. 811 Págs. De él dijo el maestro de la Historia de la Medicina D. Luis Sánchez Granjel:
En el Ejército del general Franco, durante la guerra civil, sobresalió la actuación como cirujano de Manuel Gómez Durán, quién recopiló los resultados de su actividad en un texto de Cirugía de guerra publicado en 193818.
Heridas penetrantes de cráneo. (1940) Valladolid. Lib. Santarén. 350 págs.
Contribución al estudio de las secuelas postraumáticas: los síndromes deficitarios fisiopáticos de los traumatismos. (1947) Barcelona-Buenos Aires. Salvat. 325 págs.
Aportación de la Cirugía de Guerra al progreso quirúrgico actual. Discurso para ingreso en la Real Academia de Medicina del Académico electo Excmo. Sr. D. Manuel Gómez Durán, leído el día 10 de junio de 1960, y contestación del Académico numerario Excmo. Sr. D. Francisco Martín Lagos. Madrid. Instituto de España. Real Academia Nacional de Medicina. 305 páginas. Es un discurso, denso, documentado, extenso, ameno, sistemático y claro que nos ha parecido una joya de la materia.
Cirugía de guerra, a la que podemos considerar un compendio de las demás, fue un libro de amplia difusión, anunciándose profusamente en la prensa de la época19. Tiene la ventaja evidente de que es un libro vivido, sale de la experiencia y cuidadosas anotaciones que Gómez Durán hacía de los numerosísimos y variados casos que tuvo que atender, en su dilatada labor bélica.
El Dr. Josep Mª Massons Esplugas, catalanista moderado y católico, insertado, por circunstancias geográficas, como capitán médico de las Brigadas Internacionales, autor de la monumental obra Historia de la Sanidad Militar Española, también habla de él. En relación con la actitud ante las heridas de guerra, sobre si suturarlas o no y la famosa «cura española», cuyo éxito, denuncia Massons, se autoatribuyó el Dr. Josep Trueta, comenta lo siguiente.
El cirujano militar M. Gómez Durán refleja el modo de pensar y actuar de la mayoría de los cirujanos del bando nacional en su obra Cirugía de Guerra, que podemos sintetizar así:
Cómo es natural propugnaba la limpieza quirúrgica de la herida, incluso después de las seis horas de su producción, conducta que siguieron los cirujanos de los dos bandos.
El dilema entre sutura o no sutura, después del Friedrich, lo matizaba así: nunca suturar una herida de no tener la absoluta seguridad de que la limpieza había sido total; en consecuencia, nunca suturaba una herida por metralla, y recomendaba una extremada prudencia a la hora de decidir la sutura en los otros casos.
Contemplaba tres clases de sutura: a) la de la piel y sólo la piel, recomendada por Böhler; b) la de piel y también de planos profundos, y c) la de piel después de haber taponado la herida (en caso de hemorragia en sábana), taponamiento de gasa que retiraba a las 48 horas a través de la brecha resultado de saltar un par de puntos.
Nunca se refería a la cura cerrada de las heridas20.
En relación con este tema refiere Massons que, al inicio de la contienda todo el mundo trataba las fracturas por arma de fuego suturando la piel, hasta que el profesor Joaquín Trías y Pujol, que antes de ganar la cátedra, había sido médico militar, les hizo ver lo errada que era esta actitud, ya que lo que funcionaba en la paz, no era igual en la guerra. Pues, suturar una herida en cuya profundidad quedase metralla, trozos de ropa, etc. era condenar al paciente a una gangrena gaseosa. Su consejo era que había que practicar el Friedrich a conciencia, desbridando la herida cuanto fuese necesario y después dejarla abierta. Y en cuanto a la fractura por arma de fuego, más que convertirla en cerrada lo más sensato era considerarla una osteomielitis crónica. De aquí que fueran tratadas con el método de Orr que consistía en recubrir la superficie cruenta con gasas empapadas en vaselina líquida y aplicar, a continuación, un escayolado. Esto dejaba en reposo el foco traumático y se impedía cualquier fenómeno de retención de exudados. Se aplicó también el mismo principio en las grandes heridas de partes blandas. Así nació el impropiamente llamado método de Trueta. Según Massons, Trueta pudo estudiarlo gracias a disponer de un gran número de camas en el hospital de San Pablo, pero que: «Los trabajos de Trueta en Oxford sobre isquemia renal y otros le confirieron fama universal; no necesita, por tanto, apropiarse de un método que no era suyo porque, en realidad, fue de muchos, aunque, en honor a la verdad si se quisiera otorgar su paternidad a alguien, yo se la otorgaría a Joaquín Trías»21.
Años después, Massons, casi centenario, repite esto en sus memorias. (Massons 2013).
En este punto, coincide con Massons, Moral Torres22, que le llama «Método Español» o Técnica de Orr-Bastos-Trueta, afirmando que Trueta no fue su inventor pero sí un gran divulgador del mismo, lo que hizo que autores extranjeros le atribuyesen su paternidad.
La postura del Dr. Moral nos parece más acertada pues le atribuye la iniciativa a Bastos Ansart, al menos parcialmente, ya con los heridos de la Revolución de Asturias del año 1934, con cuya experiencia publicó un librito titulado: Algunos aspectos clínicos de las heridas por arma de fuego, que se publicó en 1936, dos meses antes de empezar la guerra civil23, que fué de uso canónico para cirujanos de ambos bandos, en el que explicaba perfectamente la fisiopatología de «el método español»24.
Coinciden con esta postura los Dres. Moratinos Palomero, Moratinos Martínez, Galán Torres y Guijarro Escribano en su trabajo de 200125.
En resumidas cuentas, la herida se desbridaba y limpiaba escrupulosamente, cuanto antes, se dejaba un drenaje y se tapaba con gasas vaselinadas y escayola. Al tiempo iba saliendo una mancha en la escayola que cada vez olía peor, hasta que se levantaba, se limpiaba y debajo de la purulencia se descubría una herida limpia y con tejido de granulación. Este método exitoso en España fue adoptado posteriormente por numerosos ejércitos, en las sucesivas contiendas, con una muy significativa reducción de la morbi-mortalidad. No obstante es poco o nada creíble que Gómez Durán no conociese esa técnica por varios motivos:
Si Bastos la llevaba practicando desde 1921, es claro que formaba parte del cuerpo de conocimientos de los cirujanos del Hospital de Carabanchel, donde se formó Gómez Durán de 1929 a 1931.
El libro de Bastos, como hemos dicho, de abril de 1936, que comienza diciendo «Reunimos en esta obra las observaciones sobre heridas por arma de fuego que venimos haciendo desde hace años en nuestro servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatológica del Hospital Militar de Madrid-Carabanchel», va dedicado al director del Hospital Tcol. Médico Bouthelier «a quién somos deudores de tantas atenciones y alientos» y a Mariano Gómez Ulla: «Nos honramos poniendo en el frente de nuestra aportación a la Cirugía de Guerra española el nombre venerado de don Mariano Gómez Ulla, Jefe de los Servicios quirúrgicos del Ejército»26 revela la existencia de un magnífico ambiente, en el que, sin duda, se intercambiaban experiencias en las sesiones clínicas o en las charlas más o menos formales. Cosa distinta es si durante el conflicto bélico o después, empeoró la relación entre Bastos y Gómez Ulla, cosa más que probable.
Por ello, no parece lógico que los buenos resultados de Bastos y su técnica fuesen desconocidos para quienes operaban en los mismos quirófanos que él, en un ambiente que él mismo califica «de satisfacciones constantes y el calor de cordialidad que ahora y siempre hemos encontrado en Carabanchel» Refiere esta obra y ambiente «a los últimos tres lustros», o sea el período 1921-1936 que recogen, acertadamente, en su trabajo Moratinos et al.
En este sentido, hemos examinado el epígrafe Táctica quirúrgica en los fracturados de Guerra (T. I. págs 202-216) de Cirugía de Guerra27 de Gómez Durán, donde hace una reflexión mucho más completa que esta de la que hablábamos. Considera todo tipo de fracturas, partículas, situación hemodinámica del enfermo, tiempo transcurrido desde la fractura, retraccciones, desbridamientos, esquirlectomías, retirada de cuerpos extraños: tierra, tejidos, etc. En síntesis, da una auténtica lección magistral práctica sobre la materia, de acuerdo con el estado de la ciencia en el momento y los criterios de Orr, Leriche, Bergmann, etc. etc., en aras de la recuperación del enfermo. En cuanto a las inmovilizaciones, es partidario de férulas firmes, pero ligeras, que permiten hacer cura oclusiva de la herida pero, a la vez poderla levantar, y valorar su evolución y los beneficios de la herida a cielo abierto contra los gérmenes anaerobios. Se muestra a favor de la sutura, unicamente en los casos claros y meridianos de lesión incisa, reciente, y con absoluta seguridad de ausencia de cuerpos extraños.
Asimilado a Comandante
Por resolución de S.E el Generalísimo de los Ejércitos nacionales, se habilita para ejercer el empleo superior inmediato al Capitán médico D. Manuel Gómez Durán, asesor quirúrgico del Ejército de Levante28. Pocas semanas después, le sigue su hermano Alejandro, que pasa del Hospital Militar de Tetuán, a disposición de la Dirección de los Servicios sanitarios del Ejército de Levante, en comisión, acompañado del personal y material de su Equipo.29
Los médicos del Cuerpo de Ejército de Galicia. La Reunión de Luarca
Para situar a los lectores en el contexto bélico y científico quisiéramos hacer unas consideraciones de la actividad que desplegaban los compañeros de Facultad de Gómez Durán que fueron a acabar la guerra a Levante, al igual que D. Manuel.
Un número considerable de médicos gallegos, compañeros e incluso profesores en la Facultad de Medicina de Santiago, de Gómez Durán, formaron parte como médicos militares o militarizados del Cuerpo de Ejército de Galicia. Tras la campaña de Asturias, irían a Levante. A la par que ejercían su actividad profesional en la guerra, no descuidaron el ir recogiendo sus experiencias médicas y quirúrgicas. Esto cuajó en una reunión, en Agosto de 1937, en la villa asturiana de Luarca, presidida por el defensor de Oviedo y Jefe de dicho Cuerpo de Ejército, General D. Antonio Aranda Mata. Las observaciones y experiencias se recogieron en un libro30 que coordinó Lorenzo Gironés Navarro31, catedrático de Patología Médica en la Universidad de Santiago de Compostela, Capitán Médico asimilado, y Jefe de los Equipos de Transfusión del VIII Cuerpo de Ejército.
El Congreso Médico-Militar de Castellón de la Plana: Una reunión «de innegable vanguardia»
Algo más de un año después, los días 9 a 11 de febrero de 1939, a falta de menos de dos meses de acabar la guerra, tiene lugar otra asamblea científica en Castellón de la Plana, el denominado: Congreso Médico Militar organizado por el Cuerpo de Ejército de Galicia y aprobado por las autoridades Militares y Sanitarias del Ejército de Levante, protagonizado por una mayoría de médicos gallegos, tanto militares como militarizados. Esta asamblea dio lugar a un libro de actas de nada menos que 642 páginas32 cuya cubierta preside una gran Cruz de Santiago. Repitieron presencia en esta reunión varios de los médicos antecitados. Zorrilla Polanco, Forniés, Parrilla Hermida y otros muchos. Asistieron 210 médicos: 1 coronel, 2 tenientes coroneles, 12 comandantes, entre ellos don Manuel Gómez Durán, 46 capitanes, 84 tenientes, entre ellos el Teniente Médico militarizado D. José Botella Llusiá, luego catedrático, rector de la U. Complutense, Académico de la RANM y gran figura de la Tocoginecología española; 11 alféreces, 8 brigadas y soldados médicos y 46 médicos civiles.
Lo llamativo es que se celebró este Congreso, según su prologuista, Julián Rodríguez López, Teniente coronel médico Asimilado, Jefe de Sanidad del Cuerpo de Ejército de Galicia, a menos de 20 kilómetros de la primera línea de trincheras.Esto hace que nuestro Congreso sea tal vez el Congreso Médico militar que más a vanguardia se ha celebrado en todas las guerras.
En este realista y precioso prólogo, el Teniente coronel Rodríguez expone los antecedentes de la reunión de Luarca y sus frutos de mayor compenetración y comprensión entre los médicos militares y los militarizados, así como de la labor de sincronización de los diferentes escalones sanitarios, con la correspondiente desaparición de las anteriores críticas y diferencias entre unas y otras personas y unidades. Comenta la división del Congreso en tres secciones: Quirúrgica, Médica y Militar por las siguientes razones:
Que, si en la guerra en movimiento prevalece el componente quirúrgico, porque el número de heridos sobrepasa al de enfermos, no obstante,
En los frentes estabilizados es vital la labor médica, tanto curativa como preventiva: higiene, vacunación, desinfección, desinsectación, nutrición adecuada, rehabilitación etc. para recuperar cuanto antes al combatiente y no ver mermados los efectivos disponibles para el combate y
Que las labores propias de la Sanidad Militar no son complejas de aprender para médicos acostumbrados a largas sesiones de estudio, pero sí que deben ser enseñadas, como una especialidad más de la Medicina General, lo antes posible, para que los militarizados comprendan las cuestiones logísticas y operativas de movimiento de tropas, equipos, unidades, heridos, enfermos etc. que son vitales para la buena gestión de grandes cantidades de bajas entre los diferentes escalones y la necesidad de una clasificación, asistencia y cirugía, eficaces y veloces.
Termina el prólogo33 agradeciendo a todos su dedicación, en particular a los de cierta edad, ya no militar, que se han unido a esta ardua y patriótica labor, y dando las gracias en especial «al brillantísimo grupo de profesores de facultad, de Médicos de grandes hospitales, o de Sanatorios que nos habéis honrado aceptando colaborar con nosotros y vistiendo nuestro uniforme aunque nunca pueda corresponder la categoría militar que se os ha dado con la categoría científica que poseéis»34.
Excusaron su ausencia enviando su adhesión, el Inspector General de Sanidad Dr. Melchor Camón y el Director General de Sanidad Civil D. José Alberto Palanca Martínez-Fortún, (1888-1973) perteneciente al Cuerpo de Sanidad Militar35, que posteriormente alcanzaría el generalato, era catedrático de Higiene y bacteriología desde 1923, y desde 1929, ocupaba el sillón 17 en la Real Academia Nacional de Medicina. Entre los 28 que se adhirieron al mismo pero excusaron su ausencia, hay figuras como el Tcol. Gómez Ulla, recién liberado de su duro cautiverio y aún convaleciente en Santiago, los Capitanes Barcia Goyanes y Fidel Fernández Martínez, o el teniente Heliodoro González Mogena36, paradójicamente discípulo predilecto de D. Juan Madinaveitia Ortiz de Zárate37, recio maestro de la Beneficencia madrileña, de tendencias anarquistas, y agregado de Patología General de San Carlos, que con más de 70 años, acudió desde Francia a tratar de ayudar en el bando republicano. También excusó su ausencia el Colegio Oficial de Médicos de La Coruña.
En el congreso hubo tres conferencias y numerosas comunicaciones, divididas en las tres secciones referidas: Quirúrgica, Médica y Militar. D. Manuel Gómez-Durán publicará cinco trabajos, una en la militar y cuatro en la sección quirúrgica:
Los ciclos afortunados y las etapas desgraciadas de las penetrantes de vientre. Las fases del optimismo entusiasta y del pesimismo desalentador.
Táctica terapéutica de urgencia de fracturas de guerra en el frente.
Los síndromes deficitarios de los miembros y las contracturas fisiopáticas en los heridos de guerra y
Balística quirúrgica en los penetrantes de cráneo.
En la sección militar publicó:
El discurso científico de clausura fue pronunciado por el gran maestro de la medicina interna D. Agustín Pedro y Pons, catedrático de Patología Médica de Barcelona, sobre Enfermedades por insuficiencia y desequilibrio alimenticio en la población civil de la zona roja durante la guerra.
¡La Guerra ha terminado!
Manuel Gómez Durán está en Levante hasta que, en el BOE de 19 de mayo de 1939, acabada la guerra, se le ordena reintegrarse, con todo su equipo a Tetuán, dentro de una gran reubicación de equipos médicos. En 1940 Alejandro recibe su diploma de especialista en cirugía «como consecuencia de los ejercicios clínico-operatorios realizados en virtud de la convocatoria»38. No debían ser cosa fácil dichos ejercicios pues sólo obtuvieron, en esa convocatoria, el título de cirujano general, 5 oficiales médicos del Ejército de Tierra, uno del Aire; el de oftalmólogo uno de Tierra y el de Otorrinolaringólogo otro del Aire. En 1940, del 4 de septiembre al 14 de octubre, se le encomienda a Manuel una misión de estudios sanitarios en Alemania39 de la que publicará una memoria.
POSTGUERRA
En el retorno a la paz, Manuel Gómez Durán fue convirtiéndose en la principal figura de la Cirugía del Hospital Militar Central de Carabanchel, actividad que simultaneaba con su cargo de Profesor de Cirugía de Guerra de la Academia de Sanidad Militar. Allí formó a numerosos especialistas militares y algunos civiles, como es el caso del que llegaría a ser destacada figura de la cirugía cardiovascular internacional, Catedrático y Académico, Diego Figuera Aymerich que, andando el tiempo, le sustituiría en el sillón 21 de la Real Academia Nacional de Medicina que, en su discurso de ingreso40, escribió lo siguiente:
Yo siento mucho que sea la costumbre la que imponga hacer aquí mención de mi predecesor en el Sillón que voy a ocupar a continuación. Lo siento, porque la costumbre quita espontaneidad a mis palabras. Aunque no fuera habitual, yo no podría dejar de recordar aquí, con amor y gratitud, a mi Profesor, Maestro y amigo D. Manuel Gómez Durán……..
En el servicio del Clínico aprendí mucho junto al profesor Martín Lagos, viendo operar y ayudando. Pero las posibilidades que tenía de operar yo mismo eran mínimas. Me enteré entonces de que en el Hospital Militar Gómez Ulla, necesitaban gente. Entre promoción y promoción de médicos militares que iban a diplomarse (Especializarse), algunos departamentos quedaban desguarnecidos y utilizaban voluntarios civiles. Entré en contacto con el doctor Manuel Gómez Durán, jefe de cirugía de dicho hospital. Era un hombre afable, fino, educado y encantador que me recibió muy bien como asistente voluntario sin remuneración alguna. Mire, me confesó, aquí dinero, nada de nada, pero trabajo todo el que quiera....El doctor Gómez Durán no sólo operaba muy bien, sino que lo hacía con sumo cuidado y delicadeza. Trataba los tejidos como partes de un ser humano, no como materiales de carpintería. Verle y ayudarle, era siempre muy útil. Representaba lo que yo he definido en alguna ocasión como «el estilo en cirugía» algo especial, difícil de definir, pero fácil de apreciar. Creo que él marcó en mí un modo de hacer cirugía que siempre he tratado de seguir y perfeccionar. También he procurado enseñarlo no sé si con éxito...
D. Manuel era un gallego cauteloso, sutil, de fina y profunda inteligencia, era un técnico lógico y extremadamente cuidadoso. Tenía un repertorio técnico limitado, pues había procesos en los que no quería intervenir, aduciendo, con ejemplar honestidad, que había otros que lo hacían mejor que él. Pero lo que hacía lo realizaba con una perfección técnica poco común. En la cirugía del estómago yo he aprendido de él detalles técnicos que me han servido toda mi vida. Nada hacía recordar en él al cirujano militar, forjado en ambiente castrense y autor de varios libros excelentes sobre cirugía de guerra. El cirujano militar es, por fuerza, improvisador y apresurado. Él, por el contrario, nunca improvisaba y operaba siempre con una técnica reposada y cuidadosa, que imprimía seguridad y confianza.
Por aquella época operó a mi madre.
Admiraba además de él su empeño en tratar a todos los enfermos por igual, con la misma devoción y cariño, olvidando en todo momento su graduación.
En este sentido, cuenta el Dr. Figuera una anécdota que, de milagro, no acabó en tragedia:
Tenía (Gómez Durán) verdadera obsesión en tratar a todos los enfermos por igual, olvidando su grado militar. El transporte de enfermos de un pabellón a otro se hacía, en Carabanchel, en camilla de ruedas y algunos obstáculos se salvaban a brazo. Un día, en el transporte, se les cayó un General que salió rodando por el césped. El incidente por fortuna, no tuvo trascendencia, pero la preocupación de D. Manuel fue grande y repetía…«Si esto ha pasado con un General, qué no pasará con los soldados».
Fue un gran cirujano, un gran maestro, un gran hombre y siempre un caballero. Al honor que la Academia me hace en este momento, se une mi satisfacción de ocupar el Sillón del Dr. D. Manuel Gómez Durán.
Honores y distinciones
Con antigüedad de 9 de mayo de 1940 se concede al Comandante Médico en activo D. Manuel Gómez Durán, la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.41 Y, en Marzo de 1943, la Cruz del Mérito militar con distintivo blanco pensionada42. ABC publica el 5 de marzo de 1952 p. 20 que el día 6 el ministro del Ejército impondrá en la Academia de Sanidad Militar a las 19:30 la Cruz Blanca del Mérito Militar, pensionada, con distintivo Blanco, a los Tenientes coroneles médicos D. Mariano Madruga Jiménez y Manuel Gómez Durán. Por Orden de 23 de julio de 1953, le se concede la Cruz del Mérito Naval de segunda clase con distintivo blanco43. Ascendió a coronel por orden de 16 de noviembre de 1957, quedando agregado al HMC Gómez Ulla como cirujano consultor, cargo que es renovado el 22 de marzo de 196044.
Actividades civiles y Sociedades Científicas
Como Médico de la Beneficencia Municipal de Madrid, actuó en Casas de Socorro y en visita domiciliaria. Fue también cirujano y Director Técnico del Hospital General de San Pedro, de Presbíteros Seculares de Madrid y Director del Cuadro Médico de la Mutual del Clero. Por estos servicios, el Papa Juan XXIII lo nombró Comendador de la Orden Ecuestre de San Gregorio Magno.
Fue cirujano, por oposición, de la entidad «La Previsión de la Clínica Española». Miembro Numerario de las Sociedades de Cirugía de Madrid, Barcelona, Valencia y de la Internacional de Cirugía de Bruselas. Secretario General de la Asociación Española de Cirujanos. Miembro del Consejo de Redacción de diferentes revistas científicas. Estaba en posesión de las referidas condecoraciones y además de la Cruz de Guerra; Cruces Rojas y Medalla de Campaña; Cruz del Mérito Naval y Cruz de Aviz, de Portugal.
Ingreso en la RANM
El 10 de junio de 1960 tuvo lugar su discurso de ingreso en la RANM. El acto fue presidido por el capitán general, don Agustín Muñoz Grandes; los tenientes generales Asensio, Cuesta Monereo y Alcubilla; presidente de la corporación, profesor Palanca; vicepresidente, doctor Carro, y secretario perpetuo, profesor Matilla. Leída el acta de nombramiento, entró el recipiendario en el salón acompañado de los doctores Albasaz y Mezquita y procedió seguidamente a dar lectura al discurso reglamentario de ingreso, desarrollando el tema «Aportación de la cirugía de guerra al progreso quirúrgico actual». En nombre de la Academia le contestó don Francisco Martín Lagos y finalmente, el presidente de la corporación, en nombre de Su Excelencia el Jefe del Estado, le dio posesión de la plaza de académico de número. El acto, al que asistió gran número de académicos, catedráticos, profesores de todas las Facultades y una representación de la Sanidad militar española, fue muy brillante45.
Últimos años
Del 4 al 9 de diciembre de 1957 realiza una comisión de servicio a Ifni y Sahara, en el África Occidental española, es de suponer que de supervisión de servicios sanitarios de algunas guarniciones.
El 19 de julio de 196046 se le concede, entre otros, la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad47. Se la impone el 12 de diciembre el Director General de Sanidad Dr. García Orcoyen, en el Centro Gallego de Madrid, donde D. Manuel pronunciará la conferencia «Un gallego cirujano ilustre: Mariano Gómez Ulla»48.
El ministro del Ejército Teniente General D. Antonio Barroso Sánchez-Guerra (1893-1982) natural de Marín (Pontevedra), designa a su paisano Manuel Gómez Durán, Director de la Academia de Sanidad Militar «sin perjuicio de su actual cometido» como cirujano consultor del Hospital Militar Central «Gómez Ulla», por orden de 7 de enero de 196149. D. Manuel fue también Director de la Escuela Central de enfermeras de las Hijas de la Caridad, sita en la finca «Najara» de Carabanchel50.
Tras su retiro, en marzo de 1962, fue nombrado Inspector de segunda clase honorario51, asimilado a general de brigada.
Mantuvo un tiempo su actividad privada en los referidos centros sanitarios para sacerdotes, donde se ocupó con otros facultativos ilustres, de la salud del primer Arzobispo de Madrid D. Casimiro Morcillo (1904-1971), padre conciliar del Vaticano II.
El 16 de enero de 1974 leyó el discurso inaugural de curso de la Real Academia Nacional de Medicina sobre el tema: Ciencia, experiencia y conciencia del cirujano.
D. Manuel enviudó de Dª Carmen Lafleur Roca, el 12 de marzo de 1974. Tenían un hijo único, Carlos Gómez-Durán Lafleur, profesor de cirugía torácica de la Universidad de Oxford. El Dr. Gomez-Durán Lafleur ha fallecido recientemente, en junio de 2017, justo al cumplir los 85 años52, tras ser uno de los más destacados especialistas mundiales en trasplante cardíaco, fundador de esta especialidad quirúrgica en Pamplona, en Santander en el Hospital de Valdecilla, en el Hospital Rey Faisal de Arabia Saudí y, por último, en Montana (U.S.A)53.
Manuel Gómez-Durán murió el 23 de febrero de 1984. Ya hacía tiempo que arrastraba mala salud con fractura de cadera y problemas prostáticos, además de deterioro cognitivo, que vino a agravarse por un accidente traumático craneal, en agosto de 1976 en Irún, durante sus vacaciones en Fuenterrabía54.
Le sobrevivieron sus hermanos Antonio, Salustiano e Isabel55.
CONCLUSIONES
El doctor D. Manuel Gómez Durán fue un destacado cirujano militar y civil formador de numerosos especialistas.
Tuvo una producción científica notable que abarcó todas las áreas de cirugía de guerra.
Su técnica quirúrgica, aprendida de su maestro Gómez Ulla, era elegante y depurada y la transmitió a sus numerosos discípulos.
Tuvo un destacado nivel intelectual y científico como se demuestra a lo largo de toda su obra y los numerosos premios y distinciones que recibió, además de haber sido siempre uno de los primeros en todas las oposiciones y actividades que acometió.
Son particularmente destacables su obra en dos volúmenes «Cirugía de Guerra» en la que recoge, cuidadosamente, finos detalles de historias clínicas y claras y sistematizadas técnica quirúrgica, y su discurso de ingreso en la RANM «Aportaciones de la cirugía de guerra al progreso quirúrgico actual».
Desde el punto de vista militar fue un ejemplo por su permanente entrega a los heridos en las situaciones «de mayor riesgo y fatiga» como sus actuaciones en la Ciudad Universitaria que le valieron, entre otras unidades, a él y a su equipo, la Gran Cruz Laureada de San Fernando colectiva.
Allá donde ejerció dejó una estela de caballerosidad y devoción por los enfermos de todas las categorías y clases sociales.
Sorprende que, con su excelente historial bélico y de paz, tanto en el Hospital de Tetuán, como en el Gómez Ulla y en la Academia de Sanidad Militar, que llegó a dirigir, así como su prestigio como académico de la RANM, no se le concediese el ascenso al generalato en activo.
Creemos haber contribuido a ofrecer un ejemplo a imitar a las nuevas promociones de médicos militares y civiles.
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias
Manuscritas
Algunas Publicaciones de Manuel Gómez Durán (Selección).
Fuentes secundarias