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Ene

On-line version ISSN 1988-348X

Ene. vol.15 n.3 Santa Cruz de La Palma  2021  Epub Apr 04, 2022

 

EDITORIAL

Refugiados en tierra propia. A Propósito de la situación de "duelo social" ocasionado por el Volcán de la Cumbre Vieja en La Palma

Refugees on their land. Social Grieving caused by the Cumbre Vieja volcano in La Palma

Alfonso Miguel García Hernández1 

1Doctor. Profesor titular de la Universidad de La Laguna (España). Coordinador del Grupo de Investigación CUFINVIDA (Cuidados al final de la vida). ULL. almigar@ull.edu.es

Resumen

¿Podemos ayudar a los refugiados en tierra propia? ¿Podemos repensar nuevas fórmulas de hacerlo? Necesitamos ampliar la visión del duelo e incorporar nuevas dimensiones. Quienes han perdido en La Palma a consecuencia de la erupción del volcán de la Cumbre Vieja necesitan de escucha, apoyo y comprensión, de una solidaridad globalizada. Como constructores de significado, se ven obligados a realizar una revisión y transformación de cuanto han dejado atrás y ello nos exige a todos repensar que todos somos uno, que la humanidad somos todos y que vamos en el mismo barco. El presente texto busca en este sentido, tener una mirada que examine fórmulas más saludables que faciliten procesos de duelo adaptativos y creativos más que de resistencia o complicación.

Palabras clave: La Palma; narrativa; duelo social

Abstract

Can we help refugees on their land? Can we rethink new formulas to do it? We need to broaden the vision of grief and incorporate new dimensions. Those who have lost in La Palma due to the eruption of the Cumbre Vieja volcano need listening, support and understanding, of globalized solidarity. As builders of meaning, they are forced to review and transform what they have left behind. This requires us to rethink that we are all one, that humanity is all of us and that we are in the same boat. In this sense, the present text seeks to have a look that examines healthier formulas that facilita-te more adaptive and creative grief processes than resistance or complication.

Keywords: La Palma; narrative; social grief

"Con el sustento de las palabras construimos el reducto de nuestra personalidad".

(Emilio Lledó)

El pasado 19 de septiembre entró en erupción el volcán en la Cumbre Vieja, en el paraje de Cabeza de Vaca, en el municipio de El Paso en la isla de la Palma. Un proceso eruptivo que ha ido avanzando sorprendentemente, sin ocasionar muertes personales, gracias a una correcta gestión del territorio y del movimiento de personas que intenta minimizar los riesgos y acompañar en el proceso de evacuación de viviendas que a día de hoy, ha afectado a más de un millar de familias. En este contexto, siempre propicio para la reflexión, seguimos pensando que es necesaria una reforma intelectual, que compartimente de un modo más certero nuestros espíritus, que no privilegie el conocimiento sobre el cálculo –que ignora lo no calculable, la vida, el sufrimiento, el amor, el bienestar, el malestar- y pone la política al remolque del cálculo económico. Vivimos en la fragmentación de los problemas del día a día que nos hace imposible concebir los problemas fundamentales y los problemas globales.

La regeneración de la vida social, de la vida cotidiana, debe entrar en la política, al mismo tiempo que la política debe entrar en ella, igual que lo ha hecho la ecología, que nos ha transformado a todos. Los problemas ocasionados por el volcán de la Palma –pérdidas, insatisfacciones, malestar y un largo etcétera- abre un debate que comienza con el duelo de quienes han perdido pero que continua con muchas dimensiones que concierne a las vidas individuales y colectivas de quienes han perdido y que deben ser tenidas en cuenta. Movilizando a los individuos y a los colectivos, teniendo el mejor conocimiento posible sobre la realidad social, sin menospreciarlo, encima de la mesa de trabajo.

Todas estas acciones que no pasan desapercibidas, nos sirven de punto de partida para reflexionar en la presente editorial sobre cómo afecta o va a condicionar a las vidas de quienes han perdido. Entendiendo el duelo como ese camino personal y único de adaptarnos a la pérdida, que sirva para interrogarnos por la idea de anticipar los duelos individuales y colectivos, que nos conduzca a una comprensión más certera que busca guías que propicien patrones de adaptación, más que de resistencia o complicación en lo que respecta al duelo. Que nos oriente en el camino de intervenciones más adecuadas que van en la línea de avanzar hacia duelos adaptativos. De modo que, comprender lo que sucede, nos ayude a civilizar la parte bárbara de nuestra sociedad y nos ponga en una posición de plantear el problema en nuevos términos, dando sentido a lo que acontece desde una nueva posición que desplaza o descentra al paradigma tradicional del duelo. Siendo cautos a la hora de aventurar cómo será el final de la erupción y de cómo vivirán las personas todos y cada uno de sus procesos de duelo, ya que el presente texto no es un programa, ni un proyecto de sociedad, sino una vía.

Una advertencia metodológica previa es que partimos de una clasificación de los duelos como duelos adaptativos y no adaptativos y es que el duelo tal como lo entendemos es un proceso complejo y heterogéneo, que se desarrolla y manifiesta de múltiples maneras a lo largo del tiempo y, que está sujeto a variaciones y modificaciones culturales considerables. Destacamos los aspectos que reconocen en él su factor subjetivo, puesto que lo que interesa es la percepción individual, familiar o social, ya que los duelos de los que hablamos están ocasionados por condiciones objetivas -pérdida del hábitat, la vivienda, el entorno (colegios, centros de salud, instalaciones deportivas), las explotaciones agrícolas, etc.- y por razones subjetivas tales como pérdidas de origen simbólico.

El constructo duelo es multidi-mensional e incluye normas o estándares, expectativas, posición en la sociedad, ideologías religiosas o estéticas, posicionamiento ante el mundo, etc., y nos permite aludir a dimensiones positivas y negativas del mismo, aunque quienes lo viven se centran fundamentalmente en la ausencia de lo perdido.

En el contexto actual de la población palmera, se suma al precio que ha pagado por el COVID19, el haber perdido su hábitat y entorno de seguridad al que se encontraban vinculados. Somos conscientes que cuando pare el volcán, empezará un nuevo periodo con menos incertidumbre medioambiental para quienes perdieron, un proceso de duelo que ya ha comenzado y en el que muchos viven desde hace más de un cincuenta días. La situación de los dolientes será otra, pero no la anterior. Las vidas volverán pero no cómo antes.

El duelo es una respuesta obligatoria a una pérdida significativa

Los refugiados, los confinados, quienes han perdido en La Palma se ven obligados a realizar una revisión y transformación de cuanto han dejado atrás. Como constructores de significado, nos expresamos a través de lo que narramos, del mundo y de lo que acontece. Por ello contamos historias desde pequeños y seguimos contándolas sin descanso a lo largo de nuestra vida. Narrar, forma parte de nuestra naturaleza y construye la realidad en la que vivimos. Tras una fase inicial con evidentes respuesta físicas (sistema nervioso simpático) una sensación de choque acompañada de un determinado afrontamiento, los dolientes se plantean cómo revertir la pérdida y cómo dar de nuevo sentido a sus vidas.

El mundo de los significados lo podemos concebir, como premisa, como una lucha en pos de creencias que abren un mundo de posibilidades o, en sentido contrario, creencias que delimitan nuestro sentido de la vida y de lo que acontece y que nos puede alejar de un planteamiento constructivo de la vida, más desadaptado. Nuestra salud mental dependerá de que seamos capaces de elegir y cerrar adecuada y repetidamente este ciclo, el cual puede entenderse como un proceso continuo mediante el cual se anticipa, evalúa y se da significado a la experiencia que vivimos.

La vida, al igual que los procesos de duelo, la entendemos como un proceso de construcción y reconstrucción sucesiva de significados en el que nosotros imponemos un orden, incluso incorporando acontecimientos que aparentemente están desconectados y fruto de ello, organizamos nuestro mundo, para hacerlo predecible y ordenado, mediante la construcción de patrones fiables que nos permiten relacionarnos con el mundo que nos rodea y con nuestro propio mundo interior. Por ello, las pérdidas que se han dado y, siguen dándose en La Palma, colocan a todos y cada uno de quienes las viven en una situación de "transición", facilitando o impidiendo el progreso que les lleva a una transición saludable y en la que los factores personales, comunitarios o sociales pueden facilitar o limitar los procesos y resultados de transiciones saludables y condicionar su experiencia.

Al analizar las observaciones de cómo responden las personas a las pérdidas no sólo de los seres queridos sino de las cosas que desaparecieron, de sus posesiones, de su casa, de las cosas familiares, de la seguridad, del entorno. Las reacciones de estas pérdidas pueden estar vinculadas a otras cuestiones diversas y quedar suficiente explicitadas al dar voz a quien lo vive,, tal como refiere Cándida, una estudiante de segundo de Enfermería de La Palma:

"La situación límite a la que se nos ha expuesto obligadamente como motivo del volcán hace que en muchas ocasiones desplazarnos a la facultad nos resulte casi tan infierno cómo vivir de primera mano esta situación alarmante.

El no poder descansar adecuadamente debido a los rugidos que se escuchan por la actividad explosiva del volcán y los movimientos sísmicos continuos, llegando a unos 150 por día, que no cesan, el no poder mantener una concentración adecuada debido a lo difícil que se nos hace muchas noches conciliar el sueño, no pu-diendo dormir, en ocasiones más de cuatro horas, que como resultados nos crea un estado de ansiedad, nerviosismo, preocupaciones continuamente, que termina en una carga emocional, que supone además, el ver cómo muchas personas de tu entorno lo pierden todo ante la mirada atónita de todos (y la tuya propia). Se convierte, a veces, en uno de los peores duelos que ni siquiera tiene como motivo una pérdida absoluta, sino la propia incertidumbre indefinida producida por esta catástrofe. El no saber si cuando retomes el camino de vuelta todo estará igual o por el contrario, todo estará distinto o simplemente no estará, se ha convertido en las últimas semanas en una rutina.

Sin embargo, este mensaje no es para expresar lo obvio: el dolor y la impotencia; sino todo lo contrario, para tratar de apostar por alternativas que nos beneficien a todos, optando por facilitarnos estos momentos tan duros para nosotros y sobre todo priorizando la situación de los que sufrimos la misma directamente. En ocasiones, el depósito de ceniza en las carreteras dificulta mucho nuestro desplazamiento por las mismas, sobre todo a primera hora de la mañana, teniendo que salir mucho antes de nuestros domicilios y de la misma forma que también nos marca un reto arduo cuando volvemos a casa y tenemos que retirar dicha ceniza forzosamente de nuestras casas (tejados, terrazas, balcones) vehículos y pertenencias, para reducir también las posibilidades de perder estas. Como a veces ocurre con nuestra esperanza. "

Las complicaciones en el proceso de duelo no siempre conducen a la melancolía (depresión) porque hay diferentes niveles de complicaciones o gravedad.

Y qué debemos hacer "empati-zar y comprender para acoger"

Ser conscientes de las identidades de los grupos afectados, de los elementos específicos, de sus identidades y de los rituales que realizaban para protegerlos. Hay belleza en la diversidad humana y la podemos disfrutar cuando no estamos preocupados por las presiones y las ansiedades asociadas a lo cotidiano. Reconocer e intentar mantener esta belleza requiere y exige de trabajo, de esfuerzos interdisciplinarios para resolver problemas diversos y en ocasiones complicados pues los espacios y las fronteras han cambiado: las fronteras personales, familiares y comunitarias.

Hemos de contribuir a crear en la situación propicia pues estamos en una situación difícil y con las dificultades añadidas por los efectos del volcán, una catástrofe natural de grandes dimensiones. Por ello hemos de facilitar y propiciar un entorno saludable de encuentro, de amistad, de apoyo, un entorno cultural adecuado que permita un buen desarrollo del proceso pese al trauma.

Hemos de cuidar los distintos entornos: 1. El entorno inmediato de quienes han perdido, 2. El entorno afectivo: amigos, familia, el barrio, la escuela y el 3. El entorno verbal: cómo contamos lo que ha sucedido que nos permite la reflexión y posibilite la tranquilidad, pues con los discursos construimos la realidad, los discursos de quienes han perdido, de los escolares, de los científicos… Pues cuidar estos tres entornos facilita un proceso de duelo adaptativo. Debemos atenderlos y cuidarlos para sentirnos seguros y tranquilos para que nosotros y el mundo que nos rodea tenga sentido para nosotros.

Hemos de permitir y en ocasiones propiciar que los dolientes atesoren sus recuerdos (los objetos y fenómenos vinculantes no deben confundirse con los recuerdos). Todos atesoramos recuerdos para evocar lo que perdimos (objetos o personas, sueños o ilusiones). El recuerdo no funciona como un depósito en el que se externaliza un duelo complicado, sino que por lo general proporciona una continuidad entre el tiempo anterior a la pérdida y el posterior a la misma, a modo de una continuidad generacional si lo que perdimos perteneció a una generación anterior.

Somos más vulnerables tras la tragedia, de modo que debemos participar de la transformación del entorno, así potenciaremos los factores protectores del duelo, a nivel de salud física, mental y de recuperación pues conociendo y teniendo apoyo será más aceptable para nosotros y, minimizaremos los factores de riesgo que pueden hacernos vivir el proceso como un duelo desadaptado. Necesitamos averiguar si las actividades que realizamos consiguen mitigar la ansiedad compartida y el prejuicio hostil. En un entorno en el que el papel del Estado debe pivotar en torno a la justicia, la organización territorial, la importancia de lo identitario, en entendimiento de la funcionalidad o disfuncionalidad de las desigualdades y un largo etcétera, sin miedo a la discusión ideológica y el debate público.

Tenemos pues un largo camino por delante y un desafío enorme que nos llama a la reconquista del presente, a la regeneración del pasado y fundamentalmente a la reconstrucción del futuro que permita resucitar de nuevo la esperanza, lo cual redundará en las vidas y los duelos de quienes han perdido. Vidas que ansían llevar de nuevo en su corazón el principio de la esperanza y del sentido y no de la incertidumbre y de la angustia que debemos minimizar con la participación, en el amor y la fraternidad, en la acción y con la ayuda de la política que lleve en ella el impulso, la participación y la esperanza.

BIBLIOGRAFÍA

García-Hernández, A. M. (2012). La pérdida y el duelo. Una experiencia compartida. España: Editor Bubok Publishing S. L. [ Links ]

García, A.M: (2019). Homo narrator. De cómo contamos historias a lo largo de la vida. Cultura de los Cuidados (Edición digital), 23 (55). Recuperado de http://dx.doi.org/10.14198/cuid.2019.55.01Links ]

Volkan, V. D. (2019). Inmigrantes y refugiados. Trauma, duelo permanente, prejuicio y psicología de las fronteras. Barcelona. Herder. [ Links ]

Wikipedia. (8 de noviembre de 2021). Erupción volcánica de La Palma de 2021. https://es.wikipe-dia.org/wiki/Erupci%C3%B3n_volc%C3%A1nica_-de_La_Palma_de_2021Links ]

Recibido: Noviembre de 2021; Aprobado: Noviembre de 2021

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