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FEM: Revista de la Fundación Educación Médica

On-line version ISSN 2014-9840Print version ISSN 2014-9832

FEM (Ed. impresa) vol.16  suppl.3 Barcelona Nov. 2013

https://dx.doi.org/10.4321/S2014-98322013000500003 

 

 

Mesa redonda 2. Papel del hospital en la formación en investigación

 

 


La formación en investigación en el ámbito hospitalario

 

 

José A. Gutiérrez Fuentes

Consejero Honorífico de la Fundación Lilly.
E-mail: jagutierrezfuentes@gmail.com

 

 

En un proyecto internacional del Hastings Center, 'Los fines de la medicina. El establecimiento de unas prioridades nuevas' [1], los representantes de 14 países, industrializados y en vías de desarrollo, unos más y otros menos ricos, cuestionaban de nuevo los fines tradicionales de la medicina. El grupo consideró que los nuevos fines deberían ser cuatro, que, como valores elementales de la medicina, contribuyen a preservar su integridad frente a las presiones políticas y sociales que defienden unos fines ajenos o anacrónicos. Estos fines son:

- La prevención de enfermedades y lesiones y la promoción y la conservación de la salud.

- El alivio del dolor y el sufrimiento causados por males.

- La atención y curación de los enfermos y los cuidados a los incurables.

- La evitación de la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila.

Respecto al futuro, concluyeron que las interpretaciones que se hacen actualmente de los fines de la medicina los dejan expuestos a abusos y usos incorrectos. Y añadieron que su propósito es examinar estas premisas e interpretarlas desde un punto de vista nuevo.

Independientemente de las barreras políticas y geográficas, la medicina debería aspirar a:

- Ser honorable y dirigir su propia vida profesional.

- Ser moderada y prudente.

- Ser asequible y económicamente sostenible.

- Ser justa y equitativa.

- Respetar las opciones y la dignidad de las personas.

Únicamente del esfuerzo común de médicos y pacientes, de medicina y sociedad, depende que ese futuro se modele correcta y satisfactoriamente, y el lugar de donde debe partir dicho esfuerzo son los fines de la medicina.

En los hospitales docentes universitarios coexisten tres subsistemas paralelos: el asistencial, el docente y el investigador. Para Millán et al [2], el mejor desempeño de estas funciones debe reunir una serie de requerimientos:

- Actividad centrada en el paciente y en el alumno.

- Entorno que facilite el desempeño de los profesionales que realizan asistencia, docencia e investigación.

• Prestando asistencia sanitaria de excelencia.

• Ofreciendo una enseñanza de la medicina y de las profesiones sanitarias a todos sus niveles (grado, posgrado, especialistas y formación continuada).

• Liderando activamente la investigación biomédica.

• Con una vocación firme como motor y gestor del conocimiento científico a través de su adquisición (investigación), de su transmisión (docencia) y de su aplicación (asistencia).

• Con capacidad para adaptar su estructura y sus procesos a la consecución de unos mejores resultados en los tres campos de actuación: asistencia, docencia e investigación.

En un reciente estudio sociológico entre 435 formadores clínicos 1 de las nuevas generaciones de médicos en los tres hospitales vinculados a la Universidad Complutense [3] sobre el actual sistema de formación, las carencias, deficiencias o disfunciones que perciben en él, y sus posibles propuestas o sugerencias para mejorarlo, se ponían de manifiesto una serie de aspectos valorados positivamente:

- Alumnos con elevada preparación.

- Alumnos con alto rendimiento académico.

- Programas teóricos completos.

- Inicio de cambios e innovación educativa.

- Orientación a la adquisición de competencias clínicas:

• Definición.
• Entrenamiento.
• Evaluación.

Y otros que, por el contrario, se valoraron como negativos:

- Enfoque teórico excesivo.

- Necesidad de adaptar programas teóricos.

- Algunas carencias formativas específicas: relaciones y comunicación.

- Escaso fomento de la investigación.

- Examen MIR como referente.

- Escisión docencia/asistencia.

- Resistencia al cambio.

En este contexto general del hospital universitario, el desarrollo de las funciones docente e investigadora no se ve facilitado. Escribe Rosenberg [4], profesor en la Universidad de Princeton, que los médicos, en general, se sienten orgullosos de los avances científicos y de las contribuciones de la investigación médica. Como ejemplos, se pueden citar:

- Los descubrimientos de la ciencia básica en genética, biología celular y molecular, neurociencia o inmunología.

- Las técnicas de exploración de los sistemas orgánicos, sean fisiológicas, farmacológicas o de imagen.

- Los pacientes estudiados y los voluntarios que colaboran en los ensayos clínicos.

- Los medicamentos descubiertos y desarrollados por equipos multidisciplinares en la industria.

- La dramática reducción en el siglo xx de las tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas se encuentra entre los logros destacados de la investigación médica y la salud pública.

Sin embargo, hoy, en España, las circunstancias no favorecen el posible desarrollo de sus capacidades investigadoras. Así, el hospital universitario actual se caracteriza por:

- Indefinición conceptual.

- Coexistencia de tres subsistemas paralelos: el asistencial, el docente y el investigador.

- No se perciben las ventajas conceptuales y prácticas de la actividad científica.

A pesar de su enorme presupuesto, el Sistema Nacional de Salud (SNS) en su conjunto participa de forma testimonial en la generación de retornos tecnológicos y en la creación de riqueza nacional. La escasa actividad investigadora existente en el SNS se hace sin conexión con la carrera profesional. En los grandes hospitales, la formación de especialistas carece de objetivos científicos o académicos. Además:

- Los estudios de la licenciatura de medicina se realizan sin la adecuada coordinación con el SNS.

- La investigación biomédica básica que se realiza en las universidades, Centro Superior de Investigaciones Científicas u otros organismos públicos de investigación se hace sin tener en cuenta las prioridades del SNS.

- La gran industria farmacéutica, biotecnológica y de ingeniería biomédica considera al SNS español como mero consumidor, con poca capacidad para la producción propia. Igualmente, la ingeniería biomédica propia es casi inexistente.

De todo ello se deduce una serie de necesidades que el hospital universitario debería abordar:

- Acercamiento de la universidad y los organismos públicos de investigación a los grandes hospitales, con participación recíproca en los órganos de gobierno.

- Creación de unidades asistenciales modernas, con plantillas definidas según la calidad profesional y donde se oferte un conjunto de productos (clínicos, científicos y docentes) inseparables.

- Carrera profesional, con correspondencia de cargos asistenciales y académicos.

- Potenciación, dentro de las unidades asistenciales, de grupos de investigación con espacio y recursos humanos, y con financiación propia obtenida de forma competitiva.

- Reestructuración de la formación de especialistas en los hospitales universitarios, incrementando los contenidos en investigación básica, clínica y epidemiológica, así como en el manejo de instrumentación médica.

- Creación de institutos de investigación biomédica junto a los hospitales universitarios, con una masa crítica investigadora suficiente, formados por grupos básicos y clínicos, y/o epidemiólogos/metodólogos/salud pública altamente competitivos, con vinculaciones estables con el SNS, la universidad, el Centro Superior de Investigaciones Científicas u otros organismos públicos de investigación.

Recientemente, la Fundación Lilly publicó los resultados de III Foro de Ciencia, titulado 'La investigación biomédica en los hospitales' [5]. El estudio analiza cómo perciben y valoran el actual sistema de investigación en los hospitales españoles los investigadores que desarrollan su labor en este ámbito, y cómo creen que, de manera ideal, dicho sistema debería estar configurado y funcionar. El ámbito geográfico de la muestra fue nacional, con un universo de la totalidad de los investigadores que solicitaron ayudas para la financiación de proyectos al Fondo de Investigaciones Sanitarias (2008) y un tamaño de la muestra de 272 investigadores que trabajaban en el medio hospitalario.

Se pretendía obtener información sobre la situación general de la investigación biomédica en los hospitales españoles; la participación e implicación del equipo médico y otro personal sanitario en investigación; la opinión sobre algunas iniciativas, como los contratos de investigación para los MIR establecidos por el Fondo de Investigaciones Sanitarias (Instituto de Salud Carlos III); el impacto de la investigación; el reconocimiento de la labor investigadora; la coordinación y colaboración de otros centros en el terreno de la investigación biomédica; la organización e integración de las labores asistencial e investigadora en los hospitales; la valoración de los sistemas de información; la traslacionalidad; la administración de los recursos disponibles y la necesidad de mayor dotación; y la evaluación y priorización en la investigación. Entre los resultados llamativos, cabe destacar:

1. Situación general de la investigación:

- Moderado estado de satisfacción con el 'sistema' actual.

- Lo peor valorado:

• Participación de la atención primaria (1.4.2): 2,8; y enfermería (1.1.3): 3,5.
• Articulación entre asistencia, docencia e investigación (1.5.1): 3,6.
• Reconocimiento de la labor investigadora por los compañeros (1.3.2): 4,3; y por la gerencia (1.3.3): 4,9.
• Escasa satisfacción con la participación MIR en investigación (1.1.1): 4,6.

- Lo mejor valorado:

• Relación con la industria farmacéutica (1.4.4): 8.
• Translacionalidad de los resultados (1.7.1): 8,6.

2. Administración de los recursos disponibles y necesidad de mayor dotación (se demanda):

- Investigadores a tiempo completo.

- Unidades centrales y laboratorios de apoyo.

- Impulso a los biobancos y otras plataformas relacionadas.

- Mayor reconocimiento a la actividad investigadora.

3. Evaluación y priorización en la investigación:

- Se demanda la existencia de órganos, comités o comisiones de expertos (preferiblemente externos) que velen por la calidad y pertinencia de los proyectos de investigación.

Todo ello suscita reflexiones sobre:

- ¿Quiénes deben dedicarse a la investigación?

- ¿Es posible hacer investigación en todos los hospitales?

- ¿Existe un exceso de hospitales universitarios?

- ¿Qué importancia (y apoyo) dan las administraciones de los 17 servicios autonómicos de salud a la investigación en los hospitales?

- ¿Por qué no se valora más al investigador-médico?

- ¿Se evalúa correctamente la actividad investigadora?

- ¿Se prioriza antes de emprender la investigación? ¿Basándose en qué criterios?

- ¿Se hace una investigación que tenga aplicación clínica, genere patentes y repercuta en el bienestar de los ciudadanos?

De entre las posibles actuaciones para estimular la formación y actividad de los médicos investigadores, Vidal-Vanaclocha destaca [6]:

- Incluir materias sobre el método científico en los estudios de grado de medicina.

- Flexibilizar los programas de posgrado, favoreciendo el desarrollo de actividades de investigación durante la especialización de los médicos.

- Crear tutorías y plazas de internos para la formación profesional y el desarrollo académico de alumnos de pregrado y posgrado con intereses en investigación.

- Desarrollar medidas para proteger la trayectoria profesional de los médicos investigadores, como la creación de institutos de investigación, la estabilización laboral, los incentivos económicos y la disponibilidad de tiempo.

- Apoyar el desarrollo académico y asistencial de los médicos investigadores desde fundaciones, industrias y centros de salud.

Las instituciones sanitarias deben ser algo más que centros de gasto. La asistencia, como la docencia o la investigación, pueden ser actividades productivas, tanto de servicios como de conocimiento y recursos o beneficios económicos.

La década que termina, en relación con la precedente, se ha caracterizado por generar un menor número de invenciones innovadoras en el área de la farmacología convencional. Sin embargo, no hay duda de que estamos en los umbrales de una nueva etapa de descubrimientos en otros dominios de la biomedicina hasta ahora casi vírgenes y que, por tenerlos todos presentes en la cabeza, no hace falta enumerarlos. Por eso, debemos estar preparados, y la investigación producida en nuestros hospitales (y también fuera de ellos) debe aspirar a un grado mayor de excelencia. Tenemos que convertirla en una actividad con unas prioridades bien establecidas, una financiación suficiente y clara, una organización más flexible, unos profesionales mejor formados y más reconocidos en su quehacer, y un sistema de evaluación mucho más exigente. En fin, urge una ciencia más orientada a producir luz que a reflejarla. De suerte que, como ocurre en los países más prósperos, los resultados de nuestra investigación tengan una mayor capacidad de traslacionalidad y de generar patentes, lo que redunda en más riqueza y bienestar para la sociedad, pues conviene no olvidar que la investigación se financia, en gran medida, con los impuestos de los ciudadanos.

Bibliografía

1. Los fines de la medicina. Cuadernos de la Fundació Víctor Grífols i Lucas2004; 11.

2. Millán Núñez-Cortés J, Civeira-Murillo F, Gutiérrez-Fuentes JA. El hospital universitario del siglo xxi. Educ Med 2011; 14: 83-9.

3. Rosenberg LE. Exceptional economic returns on investments in medical research. Med J Aust 2002;177: 368-71.

4. Puerta JL, Martín-Moreno JM, Bravo S, Gutiérrez-Fuentes JA. Valoración de la investigación que se realiza en los hospitales españoles. Rev Clin Esp 2011; 211: 169-78.

5. Vidal-Vanaclocha F. La formación investigadora de nuestros médicos: historia y presente. Origen asistencial de la investigación médica. Educ Med 2009; 12 (Supl 3): S1-53.


1 En el sentido específico del término tal y como lo define la Real Academia Española: 'Perteneciente o relativo al ejercicio práctico de la medicina basado en la observación directa de los pacientes y en su tratamiento.'


La investigación clínica en el entorno hospitalario universitario, una necesidad

 

 

José V. Castell, Ana Monzó

Director General y Director de Investigación del Instituto de Investigación Sanitaria Hospital La Fe. Facultad de Medicina, Universitat de València (J.V. Castell). Subdirectora de Docencia y Formación del Hospital Universitario y Politécnico La Fe (A. Monzó). Valencia, España.
E-mail: jose.castell@uv.es

 

 

Investigación en el hospital, una necesidad

La prestación de una asistencia sanitaria de calidad ha formado parte consustancial de la misión de los hospitales del Sistema Nacional de Salud (SNS) desde su creación [1]. Asimismo, la incorporación de hospitales al mundo universitario, mediante los correspondientes acuerdos, ha hecho que éstos se integren de manera activa en la docencia en todos sus niveles (pregrado, posgrado, especializada y continuada). De esta manera, los hospitales del SNS no sólo reciben médicos, farmacéuticos, químicos, biólogos, etc., para su formación como especialistas, sino que, además, muchos de ellos son 'universitarios', es decir, acogen a estudiantes de grado (antes licenciatura) para su formación teórico-práctica [2,3].

El hospital universitario, junto con su labor asistencial y docente, debe desempeñar también una tercera función, la investigadora [4,5]. Junto con las dos antes mencionadas, constituye el trípode que le da estabilidad y sentido al concepto de hospital como centro de formación y de avance del conocimiento médico.

La implantación de la actividad investigadora en nuestros hospitales, y en particular en el hospital universitario, es un hecho relativamente reciente, que ha sido consecuencia de la gradual toma de conciencia de sus profesionales [6]. La experiencia vivida en muchas de las instituciones sanitarias constata el hecho de que la promoción y desarrollo de investigación en un hospital no es tarea fácil y requiere voluntad y empeño por parte de quienes dirigen la institución y la incorporación de un número significativo de sus profesionales [7]. Es, en definitiva, el resultado de la suma de voluntades en torno al proyecto, por parte de los facultativos, y de la existencia de una estructura y organización básica que permita acoger la investigación. Afortunadamente, hoy en día, la producción científica de muchos hospitales de ámbito universitario es creciente en cantidad y calidad, y no es sino la constatación de que la actividad investigadora ha ido gradualmente consolidándose en ellos.

Tras la pregunta de '¿por qué hay que fomentar la investigación en un hospital?' está el principio básico de que una atención médica de calidad sólo puede ser tal si se basa en el conocimiento científico [8]. La ignorancia sobre los factores que condicionan la salud, la historia natural de la enfermedad o el tipo de atención que prestamos a los pacientes pueden resultar muy caros a la sociedad, tanto en términos económicos como en bienestar físico, psíquico y social de los pacientes. Los principios de efectividad y equidad obligan a un ejercicio racional de la medicina, aplicando aquellas medidas que estén basadas en la mejor evidencia científica disponible. Dicha efectividad clínica va inexorablemente ligada a la generación de conocimiento científico, es decir, de la investigación clínica, aquélla cuyo objetivo es profundizar en el conocimiento del fenómeno patológico y desarrollar un medio diagnóstico o terapéutico más eficaz para el mismo. Práctica clínica e investigación clínica son dos conceptos ligados entre sí en el quehacer diario de un facultativo sanitario, pero diferenciables. La frontera entre la práctica y la investigación clínicas está posiblemente determinada por la intención de quien realiza dichas acciones. En la práctica clínica, lo que prima es el beneficio del paciente, y no tanto la obtención de conocimiento, como ocurre en la segunda.

La investigación clínica es la base de una medicina basada en la evidencia. En la segunda mitad del siglo XX, hemos visto cómo la medicina basada en la intención clínica, en los términos antes señalados, ha sido gradualmente sustituida por la medicina basada en la evidencia clínica [9]. En ella, el criterio determinante ya no es sólo la intención, sino la validación: parte del principio de que nada debería trasladarse a la praxis clínica habitual si antes no se ha demostrado su eficacia en una etapa previa de investigación clínica.

Fomentar la investigación en el entorno hospitalario tiene un total sentido [8]. El médico que ha investigado y conoce el método y la estrategia de la investigación, con mucha mayor probabilidad, hará una mejor asistencia. Conoce mejor el estado actual del conocimiento en su área, acostumbra a recurrir a fuentes de información más dinámicas, sus conocimientos clínicos están más al día, y está en mejores condiciones de aplicar los nuevos. Por último, acostumbra a describir y racionalizar los hallazgos, a ser crítico ante las evidencias propias y las ajenas, y a transmitir a la comunidad científica la relevancia y factibilidad de lo observado.

En el transcurso de un par de décadas, ha cambiado notablemente el perfil de investigador clínico de nuestro entorno, y hemos pasado del 'a propos d'un case...', en el que el investigador clínico describía y analizaba aquellas manifestaciones singulares de la fisiopatología de un determinado paciente y enfermedad, integrando datos clínicos y analíticos con el fin de mejorar una estrategia de actuación en dicha patología, a un nuevo enfoque y cambio de paradigma en la manera de comprender y entender la enfermedad, donde la evolución y la respuesta individual al tratamiento son interpretadas desde la perspectiva de las ómicas (variabilidad, polimorfismos) y la integración en la biología de sistemas (system biology of disease).

La investigación en el hospital requiere un entorno y atmósfera adecuados

La consolidación de la actividad investigadora en el hospital requiere toda una serie de medidas y condicionantes que globalmente podríamos denominar 'implantar la cultura de la investigación'. Por un lado, exige una racionalización y ordenamiento de los grupos que hacen investigación en un plan estratégico que contemple no sólo a los grupos de investigación consolidados, sino también a aquéllos con actividad investigadora 'incipiente' u 'ocasional'. Por otra parte, es necesaria una estructura básica de apoyo que facilite el desarrollo de la investigación y medidas incentivadoras para el fomento de la investigación. Finalmente, es esencial configurar una estrategia de viabilidad y sostenibilidad económica que permita una actividad investigadora continuada en el tiempo, y capaz de resistir los vaivenes económicos.

La labor iniciada por el Fondo del Descuento Complementario de Medicamentos de la Seguridad Social, promovido por el profesor José M.a Segovia Arana, a la sazón secretario de Estado del Ministerio de Sanidad (1980), y continuada por el Fondo de Investigaciones Sanitarias de la Seguridad Social, hoy en día subdirección del Instituto de Salud Carlos III, han sido determinantes en la implantación de esa cultura de la investigación en los hospitales del SNS, por cuanto durante años, y gracias a las convocatorias de ayudas económicas de muy diversa índole, fue posible el despegue y la consolidación de unas incipientes unidades y grupos de investigación en el seno de los hospitales.

La creación de 'unidades de investigación', agrupadas en torno a la Red de Unidades de Investigación del Sistema Nacional de Salud (REUNI, 1996) [10], supuso un primer intento para establecer una estrategia de organización de los recursos de investigación del SNS y la oportuna coordinación entre los agentes implicados. A esto siguió, en algunos hospitales, la creación de unidades mixtas de investigación con entidades académicas, generalmente las universidades con las que dichos hospitales están asociados (Clínic-IDIBAPS). Mucha menor participación en este tipo de actuaciones ha tenido el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que, pese a tener muchos grupos muy activos y de reconocido prestigio internacional en el área de la biomedicina, su integración y estrecha colaboración con los hospitales del SNS ha sido y todavía es muy escasa.

Un salto cualitativo muy importante en este contexto ha sido la creación de los institutos de investigación sanitaria por parte del Instituto de Salud Carlos III [11], cuya idea central consiste en situar al hospital como centro de la actividad investigadora biomédica en el que se integren de manera eficaz grupos de investigadores de otros centros académicos. La acreditación como instituto de investigación sanitaria es un auténtico reto para los hospitales que quieren acceder a dicha acreditación, por cuanto implica cambios organizativos y estructurales importantes en la estrategia, gestión y desarrollo de la investigación en el seno del hospital, que en última instancia redundarán en una mejor y más eficaz gestión. La idea ha sido ciertamente acogida con interés por el mundo hospitalario, y prueba de ello es el actual número de institutos de investigación acreditados (18) y los que se encuentran en fase de adaptación con vistas a una futura acreditación (20).

Estrategias para la mejora de la calidad en investigación en el entorno hospitalario: la experiencia del Hospital Universitario y Politécnico La Fe

El Hospital Universitario y Politécnico La Fe, en el que me baso a la hora de formular estas reflexiones, es un hospital terciario que inició su andadura en 1968 con un número de camas cercano a las 2.000 y que se ha ido consolidando como de referencia en múltiples patologías. Ocupa un lugar preeminente entre los hospitales del SNS.

Poco después de su inauguración, en 1973, se creó el centro de investigación, un espacio de aproximadamente 2.600 m2 destinado a la investigación y que contaba con plantilla propia y diferenciada de la asistencial (20 facultativos investigadores y personal auxiliar), y cuya estructura se ha mantenido en gran medida hasta la fecha. A través del concierto con la Universidad de Valencia, adquirió en 1987 el carácter de hospital universitario. La Fe es uno de los hospitales que se incorporó tempranamente a la red REUNI promovida por el Instituto de Salud Carlos III (1989).

A finales de la década de los noventa, y con el horizonte del proyecto de una nueva sede para el hospital, se pusieron en marcha toda una serie de iniciativas y estrategias para la racionalización y mejora de la calidad de la investigación en nuestro entorno hospitalario. Un hecho particularmente significativo lo constituyó la creación de la Fundación para la Investigación del Hospital La Fe. La fundación, que comenzó sus actividades a principios de 2003, introduce nuevos y más eficaces elementos para la gestión de los recursos económicos derivados de la investigación. Mediante la firma de un acuerdo marco con la Conselleria de Sanidad del Gobierno autonómico de la Comunidad Valenciana [12], se reguló su marco de actuación dentro del entorno hospitalario, y se le dotó de la capacidad legal para poder gestionar la investigación biomédica y los productos de ella derivados. De esta manera, la fundación deviene en un gestor integral de toda la actividad biomédica llevada a cabo en el hospital y su área de influencia (departamento sanitario). La fundación, en virtud del mencionado acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana [12] y renovado en dos ocasiones [13,14], asume competencias en la gestión de la investigación y de la formación (excluida la regulada por los acuerdos con la universidad y la formación especializada).

Con ese marco jurídico y una mayor agilidad en la gestión económica de los recursos, la fundación, que tiene el carácter de fundación pública desde 2011, acometió un ambicioso plan estratégico con el fin de hacer de la investigación una actividad: a) claramente identificable y discernible de la actividad clínica habitual; b) de excelencia, de acuerdo con los parámetros de calidad reconocidos internacionalmente; y c) autosostenible desde el punto de vista económico.

La consolidación del actual proyecto tuvo un punto de inflexión en 2009, con la acreditación como instituto de investigación sanitaria otorgada por el Instituto de Salud Carlos III, y que vino a reconocer que la estructura implantada casi una década antes para el fomento y desarrollo de la investigación en el hospital, así como la estrategia diseñada para hacerla posible y desarrollarla, se regían por criterios de excelencia y de calidad en la gestión.

Un hecho importante, y que creo determinante del posterior éxito, ha sido considerar a la fundación parte integrante del hospital y no al margen del hospital. El hecho de pretender que la investigación fuese una actividad claramente identificable no se hizo sobre la base de que estuviese al margen de la actividad del hospital, ni basado en la creación de subestructuras yuxtapuestas a las del hospital. Así, se acordó que la figura de la dirección de la fundación (y desde 2009 instituto de investigación sanitaria) coincidiese con la de dirección de investigación del hospital, que los comités preexistentes en el hospital (de investigación, docencia, éticos, etc.) formasen parte de la estructura operativa de la fundación, y que el hospital y sus distintos representantes formasen parte de la junta de gobierno del instituto, órgano colegiado en la toma de decisiones. Buscar la amalgama entre ambas estructuras, instituto y hospital, ha sido determinante y, con el paso del tiempo, se ha demostrado extraordinariamente acertado y eficaz para evitar eventuales disensiones.

El papel desarrollado inicialmente por el instituto de investigación sanitaria del Hospital La Fe (IIS-La Fe), en lo que se refiere al fomento de la investigación en el hospital, ha estado básicamente estructurado en torno a dos niveles básicos de actuación:

- Fomento de la cultura de la investigación entre los profesionales del hospital, que incluye, entre otros: acreditación de grupos de investigación; programas de reciclaje científico y sabáticos; valoración de la actividad investigadora e inclusión en los pactos por objetivos del hospital.

- Promoción de la investigación entre los especialistas en formación, que engloba las siguientes iniciativas: programa formativo complementario en investigación para residentes; ayudas económicas para la realización de la tesis doctoral; premios fin de residencia, en los que se valora la actividad investigadora; contratos de investigación para post-MIR/FIR/QUIR, con reconocimiento curricular por la Conselleria de Sanidad.

Dentro del primero de los apartados, y por la considerable trascendencia que ha tenido en el devenir del IIS-La Fe, cabe señalar el proceso de 'acreditación de grupos de investigación'. El objetivo era el de afrontar el problema del excesivo mosaicismo existente de pequeños grupos de investigación (la mayoría de ellos con no más de tres componentes). El fin último era lograr su agrupación voluntaria basada en nexos o intereses científicos compartidos, es decir, fomentar la creación de grupos de investigación traslacionales, que, en su gran mayoría, superan las fronteras de un servicio, con suficiente masa crítica, actividad científica continuada y financiación estable y sostenible, para de esta manera fomentar la mutua colaboración científica y económica, así como la participación en proyectos científicos de mayor envergadura alineados con la estrategia global del hospital.

Un grupo acreditado debe cumplir una serie de criterios básicos, entre los que cabe señalar:

- Masa crítica: un tamaño mínimo de 10 miembros activos.

- Ser coordinado por un investigador con una trayectoria científica destacable.

- Contar con la participación de investigadores básicos y clínicos con una acreditada trayectoria científica. En el caso de grupos 'consolidados', además, acreditar la existencia real de una colaboración previa y continuada en el tiempo.

- Una actividad científica destacada que abarque los diferentes aspectos de la investigación (proyectos de investigación en concurrencia pública; proyectos de I+D con empresas, ensayos clínicos, etc.).

- Capacidad docente y formativa para nuevos investigadores, integrando investigadores en formación (predoctorales), investigadores jóvenes (posdoctorales), especialistas en formación y personal técnico.

- Contar con alianzas científicas establecidas con otros grupos ajenos al hospital (constatable mediante publicaciones, proyectos conjuntos etc.).

Los grupos han de presentar una memoria de acreditación, cuyos elementos esenciales son el plan estratégico y el plan de acción para los siguientes cinco años. La evaluación de su idoneidad la llevan a cabo evaluadores externos (propuestos por el Instituto de Salud Carlos III). Los grupos pueden acreditarse en alguna de las siguientes categorías:

- Grupos consolidados: son aquéllos que reúnen las características antes señaladas y pueden, además, constatar una colaboración sostenida entre la mayor parte de sus miembros en los pasados 10 años, en forma de proyectos de investigación conjuntos, publicaciones conjuntas, etc.

- Grupos de nueva creación: son aquéllos que, constituidos con los criterios señalados en la tabla de autovaloración, tienen una trayectoria de colaboración entre sus miembros más reducida o in-existente.

- Grupos emergentes: los constituidos por investigadores que no cumplen todos los criterios esenciales antes señalados (2), con o sin historial común previo, pero organizados en torno a una temática común y a un plan estratégico y objetivos científicos compartidos, para desarrollar en tres años.

- Grupos asociados: son grupos de investigadores que, por su tamaño, difícilmente puedan acceder a alguna de las anteriores categorías, y que se adhieren a un grupo ya acreditado mediante acuerdo e incorporación de la nueva línea de investigación.

Los grupos acreditados suscriben un pacto por objetivos con la dirección del IIS-La Fe, en el que se establece toda una serie de indicadores para el seguimiento de su actividad investigadora. A cambio, los grupos reciben una compensación económica del IIS-La Fe, que pueden utilizar con total flexibilidad y sin fecha de caducidad. Se trata de fondos que le permiten al grupo afrontar diversas iniciativas y situaciones sobrevenidas.

Fomento de la cultura de la investigación en el entorno hospitalario: Programa de Formación Complementaria en Investigación para Residentes

Una iniciativa particularmente exitosa de cara al fomento de la cultura de la investigación en el hospital ha sido la implantación del Programa de Formación Complementaria en Investigación para Residentes (PFCIR), una iniciativa docente organizada conjuntamente por la Comisión de Docencia y el IIS-La Fe, y amparada por un acuerdo específico suscrito con la Universidad de Valencia. Se trata de un programa complementario a la formación especializada en el que se proporcionan conocimientos avanzados sobre la metodología de la investigación clínica y básica, con el fin de proporcionar a los futuros especialistas conocimientos y herramientas que permitan desarrollar su vocación investigadora, tal como recomiendan de manera explícita los actuales programas formativos de las distintas especialidades. Es un programa abierto y flexible; la oferta global de créditos es de 32 (Fig. 1), y abarca distintos aspectos formativos. Está estructurado en módulos teórico-prácticos, de los que el residente debe cursar un total de 25 créditos ECTS a lo largo de sus años de formación como especialista.

 

 

Cada módulo consta de distintas actividades (lecciones teóricas, prácticas, seminarios y tutorías), que conforman un paquete docente dirigido a conferir al residente en formación los conocimientos y habilidades necesarias en una determinada área. A modo de resumen informativo, se recoge el cuadro de actividades típicas del módulo 1 (Fig. 2).

 

 

El programa está concebido para que pueda ser cursado cómodamente durante el período de la residencia, y distribuido de manera que sea compatible con su formación como especialista (Fig. 3). La asistencia a las actividades presenciales es obligatoria. La falta de asistencia no justificada, superior al 20% de la duración total de un módulo, puede suponer que los créditos correspondientes no le sean reconocidos. Como parte de los créditos obligatorios que el residente ha de realizar para obtener el certificado final, está la realización de un trabajo de investigación, que deberá ser publicado como artículo original en una revista indexada, y en el que figure el residente como primer autor.

 

 

Los cursos de este programa pretenden dar al residente la formación suficiente para que, durante su estancia formativa en el hospital, pueda incorporarse de manera eficaz a un equipo de investigación y, de esta manera, durante el período de formación como especialista, pueda llevar a cabo la parte experimental de una eventual tesis doctoral. El objetivo último del PFCIR es que cada residente, durante su estancia en el hospital, complete los 25 créditos del curso, adquiriendo las competencias necesarias para poder realizar investigación biomédica de calidad.

Este programa está reconocido por la Universidad de Valencia, en virtud del acuerdo suscrito con el IIS-La Fe el 11 de junio de 2010, y proporciona a quienes lo cursan la formación complementaria a la que hace referencia la disposición adicional duodécima del Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre. En virtud del mencionado acuerdo, los alumnos que superan favorablemente la evaluación del PFCIR reciben un certificado acreditativo que les permite inscribir y defender posteriormente su tesis doctoral sin otros trámites.

El programa se implantó en el Hospital La Fe en la segunda mitad de 2011, y hasta el momento se han realizado tres ediciones, una en 2011 y dos en 2012. Está abierto a los más de 450 residentes de las 46 especialidades acreditadas que tiene el hospital. El programa está globalmente coordinado por el IIS-La Fe y la comisión de docencia del hospital. Cada módulo tiene un profesor responsable designado por su perfil docente y área de conocimiento. Existe una comisión mixta de seguimiento, formada por representantes de la universidad y del hospital, que periódicamente supervisa el desarrollo del programa.

La razón de la puesta en marcha de este programa de formación específico en investigación para residentes fue, en primera instancia, la de mejorar los objetivos docentes de los programas formativos de los especialistas, fomentando en ellos la vertiente investigadora. Pero cumple, asimismo, otra importante función; el fomento de la cultura investigadora entre los residentes. La implantación de esta iniciativa, junto con las convocatorias de contratos de investigación clínica para quienes han finalizado su período de formación como especialistas (contratos pos-MIR), está siendo un factor determinante para que cada vez más un mayor número de jóvenes especialistas sanitarios se incorporen a una actividad investigadora sostenida. Puede, pues, afirmarse que el Programa Formativo en Investigación Biomédica del Hospital La Fe se consolida como una oferta docente innovadora, que se ha valorado bien, y reconocida por sus agentes de interés.

Programa especial de tutela institucional de residentes para la realización de la tesis doctoral

La anterior iniciativa docente se ha visto complementada por un programa especial de tutela institucional dirigido a facilitar la realización de la parte experimental de la tesis doctoral a los residentes del Hospital La Fe, durante su período de formación como especialistas, y su presentación y defensa al final del período de residencia. El objetivo que se trata de alcanzar es que un número significativo de residentes finalicen su estancia en el hospital con una 'doble titulación', la de especialistas y la de doctores.

Intervienen en este programa tanto las nuevas áreas clínicas (que engloban a los antiguos servicios) como la Unidad de Docencia y el IIS-La Fe. La adhesión al programa por parte de los residentes es voluntaria e implica un compromiso en firme de dedicación horaria adicional al programa.

La participación en este programa especial por parte de las áreas clínicas y los grupos de investigación incluidos en ellas es, asimismo, voluntaria. Las áreas clínicas que desean 'acoger' a residentes básicamente deben comprometerse a dos obligaciones: a) ofrecer los elementos y contexto idóneo al residente (tema adecuado, medios, director, supervisión, etc.) y b) facilitar el desarrollo de la actividad experimental, permitiendo al residente el encaje horario de ambas actividades dentro de un horario extendido de permanencia en el hospital. Las áreas clínicas que desean acoger a este tipo de residentes presentan su solicitud, en la que se identifican los temas propuestos, los doctores que asumirán la responsabilidad de la dirección de los trabajos experimentales de los residentes, el calendario de trabajo y su capacidad económica para llevarlo adelante. La idoneidad de dichos grupos para acoger a residentes del programa especial viene determinada por una evaluación conjunta en la que intervienen el IIS-La Fe y la Comisión de Docencia, y que toma en consideración la trayectoria científica del grupo y su capacidad docente acreditada. Las áreas clínicas y unidades acreditadas para este programa son reconocidas como tales a los efectos de un apoyo institucional de muy diversa índole por parte del Hospital y del IIS-la Fe. La permanencia en el programa especial está sujeta a evaluación periódica por parte de la Comisión de Docencia y el IIS-La Fe en cuanto al cumplimiento de sus compromisos con los doctorandos, y pueden perder su condición de grupos receptores para dichos residentes.

Por parte del área de docencia, hay una supervisión directa del desarrollo del programa, en particular seleccionando a los residentes que entran en el programa; colaborando con las áreas clínicas para mejor asignarlos en las unidades o servicios más apropiados; designando tutores o posibles directores; y atendiendo las posibles quejas de malfuncionamiento tanto por parte de los residentes como de los grupos receptores. Se asigna un tutor al residente para que supervise el desarrollo de su participación en el programa especial. Es la persona que en primera instancia atiende al residente y trata de resolver las posibles dificultades o desencuentros entre las partes; da, asimismo, traslado a la Comisión de Docencia y al IIS-La Fe de la existencia de un problema grave que dificulte el normal desarrollo del programa.

Por parte del IIS-La Fe, existe un apoyo económico al grupo receptor, estableciendo para él prioridades a la hora de otras posibles solicitudes que requieran cofinanciación por parte del IIS (Sara Borrell, Miguel Servet, técnicos de laboratorio, equipamiento especial, acceso a préstamos internos, etc.). Los residentes aceptados al programa pueden acceder a ayudas que permitan sufragar gastos de la realización de la tesis o la condonación de los importes de la matrícula del programa especial formativo, una vez finalizado y superado con éxito.

El elemento más crítico es el acceso al programa especial por parte de los residentes en formación. El acceso lo es por un procedimiento de concurrencia competitiva basado en méritos (currículo, expediente académico y nota normalizada por especialidades del MIR) y en haber superado el PFCIR. Los seleccionados pueden optar por cualquier grupo de investigación en el que deseen desarrollar su tesis de entre los aprobados para este programa. Hay una evaluación anual y el residente puede perder su condición de VIP tras una evaluación negativa.

Conclusiones

La existencia de una adecuada atmósfera de investigación en los hospitales es un elemento determinante no sólo para la calidad asistencial que prestan, sino para la formación de los especialistas sanitarios que el siglo XXI demanda. Parafraseando una idea expuesta por Joan Rodés, es más fácil crear un buen laboratorio en torno a un gran hospital, que crear un gran hospital en torno a un centro de investigación. Los elementos descritos en este artículo son los pilares sobre los que se asienta la estrategia de fomento de la investigación clínica en el Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, y son en gran medida aplicables a otros hospitales. Forman todos ellos un marco que ha permitido un desarrollo consolidado de la actividad investigadora, incorporando no sólo a los facultativos de la estructura asistencial del hospital, sino, sobre todo, a los residentes en formación. Es una estrategia que apuesta por conseguir que un número relevante de ellos adquiera conocimientos y habilidades en investigación biomédica. La investigación en el IIS-La Fe se ha organizado bajo patrones de gestión de calidad, que han hecho que ésa sea una actividad no sólo competitiva desde el punto de vista científico, sino autosuficiente y autosostenida.

Bibliografía

1. Ley 14/1986, General de Sanidad. BOE n.o 102. 1986. p. 15207-24.

2. Ley 44/2003, de Ordenación de las Profesiones Sanitarias. BOE n.o 280. 2003. p. 41442-58.

3. Real Decreto 183/2008, por el que se determinan y clasifican las especialidades en ciencias de la salud y se desarrollan determinados aspectos del sistema de formación sanitaria especializada. BOE n.o 45. 2008. p. 10020-35.

4. Ley 14/2007 de Investigación Biomédica. BOE n.o 159. 2007. p. 28826-48.

5. Ley 16/2003, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud. BOE n.o 128. 2003. p. 20567-88.

6. Font D, Trilla A, Bigorra J, Piqué JM, Rodés J. Organización y modelo de funcionamiento de las estructuras de investigación biomédica. Situación y retos de futuro. Med Clin (Barc) 2008; 130: 510-6.

7. Soriguer F. El fracaso de la investigación clínica en España. Med Clin 2009; 132: 219-21.

8. Rodés J. ¿Hospitales universitarios o centros de investigación? El Mundo.es, 26 de enero de 2009.

9. Sackett DL, Haynes RB, Richardson WS. Evidence based medicine: what it is and what it isn't. BMJ 1996; 312: 71-2.

10. Pozo F, de la Cal MA. Centro coordinador REUNI. Una estrategia de investigación en el Sistema Nacional de la Salud (III): Red de Unidades de Investigación del Sistema Nacional de la Salud (REUNI). Med Clin 1996; 107: 500-8.

11. Real Decreto 339/2004, sobre acreditación de institutos de investigación sanitaria. BOE n.o 63. 2004. 11409-12.

12. Acuerdo Marco de Cooperación entre el Hospital Universitario La Fe de Valencia y la Fundación para la Investigación del Hospital Universitario La Fe de la Comunidad Valenciana. DOGV n.o 4562. 2003. 21234-7.

13. Acuerdo Marco de Cooperación entre el Departamento de Salud 7, La Fe-Valencia, de la Agencia Valenciana de Salud de la Conselleria de Sanidad, y la Fundación para la Investigación del Hospital Universitario La Fe de la Comunidad Valenciana. DOGV n.o 5552. 2007. 28839-43.

14. Acuerdo Marco de Cooperación entre la Agencia Valenciana de Salud y el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, Fundación para la Investigación del Hospital Universitario y Politécnico de La Fe de la Comunidad Valenciana. DOGV n.o 6912. 2012. p. 34533-7.


Barreras para la investigación en el MIR

 

 

Fernando Rivas Navarro

Vocal nacional de médicos en formación de la Organización Médica Colegial.
E-mail: frivasnavarro@me.com

 

 

La investigación en el ámbito de la formación médica especializada lleva años siendo un tema de recurrente debate y escaso reconocimiento, que a día de hoy sigue siendo el pilar más débil de los que deberían desarrollarse durante esta etapa de la formación médica. Estos tres pilares, recogidos muy claramente en los decretos que regulan la actividad laboral y formativa del MIR [1,2], son la asistencia, la docencia y la investigación, hasta el punto de que todas ellas deben tenerse en cuenta tanto para la evaluación anual del facultativo en formación, como para la acreditación de unidades docentes. Pero lo cierto es que el sistema de formación MIR se fundamenta en un modelo primordialmente asistencial, en el que la docencia y la investigación quedan relegadas a un segundo plano.

Si nos paramos a analizar cuáles son las barreras que un médico interno residente se encuentra para desarrollar investigación durante su período formativo, podríamos definir tres limitantes fundamentales.

El primero de todos es el propio sistema, que, como se ha dicho previamente, busca más la eficiencia en términos asistenciales que en producción científica. Los residentes encuentran en los modelos de su entorno una falta de interés, generada por el inmenso volumen de pacientes que tienen que ser atendidos. España es el tercer país en número de consultas médicas por habitante según datos del informe de la OCDE del año 2011 [3]. La hiperfrecuentación de pacientes trae consigo una desatención del ámbito investigador fuera del horario laboral, que conlleva tener que asumir esta actividad en un espacio y tiempo que no muchos están dispuestos a otorgar. Las evaluaciones anuales, aunque tienen en cuenta la producción científica del residente, no miden su importancia en el currículo, por lo que en ocasiones puede darse el caso de que no participar en ningún programa de investigación no conlleve ninguna variación en la evaluación anual o final que un residente recibe.

El segundo limitante es la falta de inversión. Conocemos que la inversión que realiza el Estado en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) no ha alcanzado este año los 6.400 millones de euros, lo que supone un 25% menos que en el año 2011. Esta desinversión perjudica principalmente a proyectos de investigación que se desarrollan en universidades y centros especializados, lo que dificulta mucho el acercamiento a las investigaciones básicas de muchos médicos interesados en éstas. La inversión privada, generalmente enarbolada en nuestro ámbito por industrias farmacéuticas, tampoco atraviesa su mejor momento y generalmente está destinada a grupos de investigación de grandes centros de referencia, donde los MIR pueden optar como becarios para poder participar en ellos. El papel que suelen interpretar los médicos en formación en este tipo de investigaciones es generalmente secundario como reclutadores y gestores de datos. Este papel les suele abocar a un papel muy intrascendente dentro de la investigación y, en muy pocas ocasiones, aunque no está cuantificado, no resulta en un trabajo original que desemboque en una tesis doctoral. Pero ni siquiera el papel en los artículos publicados en muchas de estas investigaciones está claro para los residentes.

Finalmente, la tercera barrera es la falta de incentivación. Los médicos jóvenes no son apoyados para iniciar tareas investigadoras, a pesar de que los programas de especialización hablan de que sería recomendable terminar el período de residencia con al menos el diploma de estudios avanzados. Además, el valor de los trabajos derivados de la investigación se sabe que es poco relevante en términos de oposiciones para consolidación de plazas. Un ejemplo de esto es el valor que tiene una tesis doctoral, que en la mayoría de los casos es igual o menor a hacer un máster cualquiera o a desarrollar actividades como tutor de residentes durante un período de cuatro años. En la década pasada, el valor que tenía la tesis doctoral en la prueba selectiva de acceso a la formación médica especializada (conocida como examen MIR) incentivó a mucho médicos a completarla para después presentarse a dicho examen con mayores garantías. Esto lo podemos ver reflejado en la figura 1.

Después del año 1995, un numerosísimo número de médicos accedió a una especialidad vía MIR para poder ejercer en el Sistema Nacional de Salud. Los médicos especialistas sin título oficial (MESTOS) optaron o bien por las pruebas para obtener la acreditación para seguir ejerciendo la medicina general, o bien por realizar una especialidad vía MIR. A éstos se sumaron el gran número de médicos que seguía egresando de las facultades de medicina y que, en su conjunto, generaba una bolsa de médicos nacionales que competían por un número escaso de plazas. Este hecho se compensó en el año 2005, en el que el número de aspirantes se aproximó mucho a la oferta de plazas. Hasta esa fecha, muchos médicos sabían que presentarse a la prueba selectiva con la tesis doctoral suponía un aumento en la nota del expediente que podía hacer subir muchas posiciones en los resultados definitivos y, por tanto, dar acceso a una especialidad con más facilidad. Esto parece explicar la tendencia a la baja que desde este año se observa en el número de tesis inscritas y que sólo se rompe en el curso 2009/2010, con un ascenso marcado. Pero otro dato que debe hacer reflexionar es el escaso número de tesis inscritas, ya que apenas un 13% de los MIR (si tenemos en cuenta que cada año entran unos 6.000 médicos al programa de formación) inscriben un proyecto para ser defendido y obtener el grado de doctor. Por desgracia, no disponemos de datos sobre cuántas son finalmente defendidas ni sobre su temática, pero sí que podemos asegurar que la falta de incentivación, ahora más que el expediente académico apenas aporta un 10% de la calificación final tras el examen MIR, ha repercutido negativamente en el desarrollo de tesis doctorales.

Lo cierto es que los obstáculos con los que se encuentran los médicos internos residentes pueden desmotivar a muchos. Pero no acaban con el espíritu innovador intrínseco a la juventud que la mayoría tratan de desarrollar. Es cierto que el sustrato presenta muchas irregularidades y que es muy dependiente de las personas que intervienen en la formación del MIR. El desarrollo de nuevos programas motivados por el nuevo modelo de formación troncal deberá, en todo caso, tratar de incentivar y aclarar el papel de la investigación en el período de formación especializada.

Bibliografía

1. Real Decreto 1146/2006, por el que se regula la relación laboral especial de residencia para la formación de especialistas en Ciencias de la Salud. BOE n.o 240. 2006. p. 1-7.

2. Real Decreto 183/2008, por el que se determinan y clasifican las especialidades en ciencias de la salud y se desarrollan determinados aspectos del sistema de formación sanitaria especializada. BOE n.o 45. 2008. p. 1-16.

3. OCDE. Informe OCDE salud 2011. OCDE; 2011.


Instrumentos de gestión de la investigación en el hospital

 

 

Francisco Sánchez-Madrid, Javier Aspa, Mara Ortega

Instituto de Investigación Sanitaria IIS-IP. Hospital Universitario de La Princesa.
E-mail: fsanchez.hlpr@salud.madrid.org

 

 

El entorno dinámico en el que se encuentra la investigación biomédica, tanto en nuestro país como a nivel europeo y mundial, ha propiciado que en los últimos años se haya fomentado el desarrollo de la planificación estratégica en los hospitales universitarios.

Para ello es importante plantear y llevar a cabo las acciones estratégicas que permitan a corto y medio plazo anticipar los cambios, unificando e integrando las decisiones acordadas, haciéndolas así coherentes.

En el año 2003, la Ley de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud estableció la configuración de institutos de investigación sanitaria mediante la asociación de centros que serían acreditados por el Ministerio de Sanidad y Consumo. Uno de los elementos primordiales de esta estrategia es la constitución de institutos de investigación sanitaria con la participación de diferentes centros de investigación a fin de desarrollar e integrar de manera armónica la investigación básica, clínica y de salud pública. Se establece, como núcleo básico de los institutos de investigación sanitaria, los hospitales universitarios, que aunarán sus alianzas con otros centros públicos y/o privados. Desde este momento, la investigación en el ámbito hospitalario se ha ido desarrollando para que, con la creación de estos institutos de investigación, se reconociera el trabajo de investigación que de manera natural se había llevado a cabo dentro de los centros hospitalarios, y se les concediera un marco institucional organizado.

Durante muchos años, el Hospital Universitario de La Princesa ha venido realizando de manera conjunta trabajos de investigación tanto a nivel básico como clínico. Este hecho ha potenciado la investigación traslacional, con una mejor transferencia de los avances científicos obtenidos en la prevención y tratamiento de los problemas de salud más prevalentes en nuestro país.

En octubre de 2010, nuestro centro es acreditado como Instituto de Investigación Sanitaria Hospital Universitario de La Princesa (IP) por el Instituto de Salud Carlos III, reconociendo así la labor continuada de los investigadores. Es importante para el crecimiento y desarrollo del IP haber desarrollado previamente un buen plan estratégico para conocer cuáles eran los puntos fuertes y potenciarlos, y cuáles las debilidades y mejorarlas. La realización de este análisis proporciona una herramienta imprescindible para gestionar cualquier aspecto de la investigación dentro del ámbito hospitalario.

Para potenciar el IP es necesario tener una buena gestión, dado que el núcleo central y fundacional es el Hospital de La Princesa, y el personal que lo integra es un grupo muy heterogéneo, pues hay tanto personal que realiza investigación básica, como un gran número de investigadores que compaginan la tarea asistencial con su labor científica. Por ello se hace necesario gestionar tanto aspectos científicos como económico-administrativos. Para poder tener buenos resultados y potenciar la investigación, hay que llevar a cabo, primero, una buena labor de estructuración, y posteriormente desarrollar la gestión. Para organizar el instituto de investigación, tuvimos en cuenta los siguientes aspectos.

Organización de la investigación y liderazgo científico

En este punto, se hace imprescindible realizar un estudio de toda la producción científica que se había realizado durante los años anteriores, para identificar cuáles eran aquellos investigadores que realizaban una labor científica más activa y productiva. Es importante establecer unos parámetros objetivos para conocer quiénes son estos investigadores. Estas medidas han de poder cuantificarse, y dado que en nuestro IP se lleva a cabo tanto investigación básica como clínica, había que tener en cuenta no sólo la producción científica de cada grupo, sino también los proyectos de investigación concedidos y financiados por organismos públicos y privados, las patentes y propiedad intelectual, así como todos aquellos ensayos clínicos que se realizan (Tabla I).

Plan estratégico: priorización de áreas y líneas de investigación

El plan estratégico debe representar los logros que el IP ha realizado y también los que quiere alcanzar. Después de tener identificados a los investigadores con mayor actividad científica, ha sido esencial establecer de manera organizada las principales áreas de investigación y distribuir a todos los investigadores en grupos complementarios y sinérgicos que potenciaran la tendencia natural de los trabajos de investigación conjunta. Para ello se analizaron las publicaciones existentes en la última década de todos los miembros del IP, y así se pudo establecer alianzas naturales de trabajo. Se establecieron, por tanto, tres grandes áreas (Fig. 1), y, dentro de cada una de éstas, varias líneas. Estas líneas englobaban grupos tanto de investigación básica como clínica, pero cuya colaboración potencia los resultados obtenidos dentro de ella.

 

Análisis cuantitativo de producción y calidad científicas

Una vez establecidos los grupos de investigación, había que llevar a cabo el análisis cuantitativo de producción y calidad científicas. Para ello, se analizaron todas las publicaciones originales y revisiones y se cuantificaron siguiendo los parámetros internacionales del Journal Citation Report (JCR), medio sistemático y objetivo para evaluar de manera crítica las revistas más importantes del mundo. Éste es el único recurso de evaluación de revistas que brinda información estadística basada en los datos de citas. Tras llevar a cabo este análisis de todos los investigadores, se observó que en nuestro IP no sólo se llevaban a cabo un gran número de trabajos que daban lugar a la publicación de artículos de investigación, sino que, además, se realizaba una investigación de calidad, pues los artículos se publicaban en las mejores revistas de cada una de sus áreas y acumulaban un elevado número de citas (Fig. 2).

 

Estructura organizativa y de gestión del IIS-IP

Después de tener estructurado el IP, hay que desarrollar y coordinar todos estos aspectos. En la gestión del IP no sólo es necesario tener un órgano gestor económico-administrativo, sino también estructuras que, a nivel científico, colaboren en el desarrollo del propio Instituto de Investigación Sanitaria La Princesa.

El Hospital Universitario de La Princesa cuenta desde el año 2003 con la Fundación para la Investigación Biomédica, cuyo fin es promover la inves-tigación científico-técnica, así como la formación y docencia en el área de las ciencias de la salud, con el objetivo de potenciar la calidad asistencial. A la firma del convenio de colaboración entre los distintos organismos que conforman el IP, la Fundación para la Investigación Biomédica se reconoció como el órgano de gestión del IP, 'sin perjuicio de las distintas funciones de los distintos órganos de gobierno, mediante acuerdos específicos para tal fin'. La fundación cuenta con una comisión encargada de supervisar y aprobar los aspectos económico-administrativos del IP.

Un aspecto crítico que hay que tener en cuenta en la gestión de la investigación en el ámbito hospitalario son los aspectos científicos. Éstos, son evaluados por dos órganos consultivos, uno a nivel interno y otro externo.

A nivel interno, existe una comisión de investigación propia, que impulsa y asesora el correcto progreso de las actividades científicas desarrolladas. Una de las funciones de esta comisión es definir las líneas de investigación priorizadas previamente, planificar la investigación y política científica, así como velar por su continuidad.

A nivel externo, el IP cuenta con un comité científico, que tiene como principal objetivo mantener el elevado grado de calidad en las actividades de investigación desarrolladas en el centro. Este comité está constituido por investigadores de otros centros, cuya trayectoria profesional está ampliamente reconocida no sólo a nivel nacional, sino en el ámbito científico internacional.

Proyección futura

Dentro del plan estratégico, es importante responder a la siguiente pregunta: ¿qué queremos lograr? Nuestro objetivo es el desarrollo y consolidación del IP para actuar como centro referente en el ámbito no exclusivamente nacional, sino también en el internacional (Tabla II). Hay que desarrollar, por tanto, planes de acción a realizar por los profesionales para lograr los objetivos estratégicos cuyo resultado se traduzca en un crecimiento de la investigación de calidad. Teniendo en cuenta que los grupos de investigación están liderados tanto por investigadores con una larga trayectoria profesional como por jóvenes investigadores, se hace necesario desarrollar un plan de actuación para incrementar la calidad de la investigación realizada por nuestros profesionales. Este apoyo se ha de desarrollar en todos los ámbitos posibles (dotar de espacios e infraestructuras a todos los grupos que así lo soliciten, crear unidades de apoyo, tanto administrativas como científicas, impartir cursos de formación de acuerdo con las necesidades de los investigadores, detectar oportunidades de colaboración con otros grupos, etc.). Estos planes de actuación han de llevarse a cabo no sólo para aquellos investigadores cuyo trabajo se centre en aspectos más básicos, sino también para el personal facultativo que desarrolle tareas de investigación, ayudándole a disminuir la carga de trabajo y así permitir que este personal disponga de tiempo para desarrollar sus actividades científicas. Esto permitirá la integración de este personal con otros facultativos, y de ese modo se acortará el intervalo transcurrido entre la producción de un nuevo conocimiento y su transferencia y aplicabilidad en la práctica médica.

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