Con gran pesar hemos conocido el pasado dieciocho de mayo de 2020 la noticia del fallecimiento a causa de coronavirus de Alberto Tejedor Jorge (Figura 1) con quien compartíamos amistad y del que hemos sido compañeros.

Figura 1.  Alberto Tejedor Jorge 

Alberto había nacido en Madrid, en 1957. Se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid, en la que también obtuvo el título de doctor, con Premio Extraordinario. Hizo la residencia en nefrología en la Fundación Jiménez Díaz en el muy prestigioso servicio, dirigido por Luis Hernando Avendaño, al que se le han dedicado unas páginas en esta revista¹.

Completó su formación en calidad de Fellow en Nefrología por la Southwestern University de Texas, realizando posteriormente estudios postdoctorales en París, Montreal y Dallas.

A su regreso a España en 1989 Tejedor se incorporó al hospital Gregorio Marañón donde fue jefe del Laboratorio de Fisiopatología Renal y director del Laboratorio de Nefrología. En el aspecto docente dirigió 20 tesis doctorales y alcanzó la categoría de catedrático en la Universidad Complutense de Madrid.

Parte de su tiempo lo dedicó a la investigación, desarrollando una amplia labor, con numerosos proyectos que se vieron plasmados en más de 150 artículos originales y en varios capítulos de libros. Uno de sus logros más notables fue el descubrimiento de la cilastatina, sustancia protectora del riñón que actualmente se administra por vía intravenosa conjuntamente con imipenem, para evitar su degradación y prolongar sus efectos antibacterianos.

A lo largo de su carrera profesional Tejedor ha recibido diversos premios y distinciones reconociendo sus contribuciones científicas y su trayectoria de entrega a la formación de los alumnos, que así lo han reconocido: “El mejor profesor de la carrera, el que explicaba la nefrona del revés, el que nos alimentaba porque nuestra hipoglucemia era un problema para él y para nosotros…se va un grande”.

Nosotros tuvimos el enorme privilegio de compartir una parte muy importante de nuestra vida con él, los años de la residencia y la carrera .Todos los compañeros de promoción nos hemos quedado huérfanos de la parte de la nefrología. Ya no tendremos a quién acudir en nuestras dudas e incertidumbres de este tipo de enfermedades, pero, sobre todo, hemos perdido al viejo compañero, el que siempre escuchaba con una sonrisa y al que siempre parecía interesarle lo que le contabas, al amigo de siempre. De ti solo podemos decir, Alberto, que en ningún modo merecías morirte (¡te llevas tanto conocimiento médico y tanta bondad!) y menos aún tan joven y de una enfermedad tan cruel.

Desde estas páginas transmitimos nuestras más sentidas condolencias a su mujer Amparo y a su hijos Marta y Alberto.

Descansa en paz, compañero del alma, compañero