Introducción
La hematuria persistente es un signo habitual en el ámbito de los cuidados paliativos que, a pesar de las diversas opciones de tratamiento, sigue siendo un desafío, considerándose la mayoría de los métodos estudiados hasta el momento experimentales1. En la bibliografía disponible sobre el tratamiento paliativo de este signo se observa que la elección terapéutica depende, en la mayoría de los casos, de la etiología de la misma2. En el caso de la neopasia de vejiga, se ha podido observar una tasa de respuesta favorable de hasta el 90% con mínimas complicaciones empleando técnicas endovasculares como la embolización, con el objetivo de ocluir la arteria que origina el sangrado2. Otras técnicas que se han utilizado en la medicina paliativa, que no requieran el desplazamiento del paciente al hospital, son los lavados manuales con distintas soluciones medicamentosas. que favorezcan el fin del sangrado. Una de ellas es la compuesta por ácido tranexámico, con la cual se ha podido objetivar que la resolución del sangrado, al menos durante las 24 horas siguientes a la perfusión del lavado, fue significativamente superior con ácido tranexámico que con placebo, aunque este beneficio no se reflejó en el número de transfusiones que precisaron los pacientes3. Sin embargo, el uso de este medicamento puede exponer al paciente a un riesgo de trombosis, con la consecuente obstrucción de la sonda vesical4. Ante esta complicación, se ha estudiado la respuesta de los coágulos a lavados con soluciones de peróxido de hidrógeno al 3% combinado con suero salino fisiológico, resultando eficaz en la disolución de dichos coágulos en un 87% de los casos5. Es por este riesgo de obstrucción de la sonda por lo que no se empleó inicialmente ácido tranexámico en el caso clínico expuesto a continuación, optándose por lavados con adrenalina y suero salino fisiológico, objetivándose mejoría del sangrado en los sucesivos controles. Aunque no existe mucha bibliografía en el momento actual sobre este uso de la adrenalina como hemostático en la hematuria, ya se ha utilizado este fármaco con éxito6.
Desarrollo de la experiencia
Se presenta el caso clínico de una paciente de 78 años derivada a la Unidad de Hospitalización a Domicilio (UHD) para tratamiento y control evolutivo de hematuria macroscópica en el contexto de fractura iliopúbica derecha que requirió ingreso hospitalario prolongado. Durante el mismo, presenta episodio de trombosis venosa profunda izquierda y tromboembolismo pulmonar que requiere de anticoagulación con heparina de bajo peso molecular 100 mg/24h.
En un primer contacto, se inician lavados continuos con suero salino fisiológico (SSF) mediante sondaje vesical cediendo inicialmente el sangrado. Sin embargo, al día siguiente vuelve a presentar hematuria franca en siguiente visita (Figura 1), por lo que se decide realizar analítica de control para valorar hemoglobina (Hb), objetivándose Hb 10.5 mg/dL. Se opta en ese momento por reducir la pauta de anticoagulación a 40mg/24h y añadir a los lavados manuales media ampolla de adrenalina en 3000cc de SSF. En la siguiente consulta a las 48 horas, persiste hematuria, aunque de menor intensidad y en nueva analítica de control se objetiva empeoramiento de Hb hasta 9.6 mg/dL. En base a evolución clínica y analítica, junto con el estado general de la paciente, se comenta situación con la familia y se decide retirar anticoagulación por el momento. En controles sucesivos cada 24-48 horas, presenta progresiva mejoría de la hematuria (Figura 2) y buena tolerancia hemodinámica a la adrenalina, por lo que se mantiene actitud con lavados manuales añadiendo al lavado en perfusión media ampolla más de adrenalina (una en total).
En los siguientes controles, presenta orina colúrica sin restos de hematuria macroscópica ni coágulos, permaneciendo hemodinámicamente estable, y mejorando progresivamente hasta objetivarse una orina mucho más clara. Es en ese momento en el que se decide retirar adrenalina y realizar lavados con 2 ampollas de ácido tranexámico (no realizado antes por el riesgo de obstrucción de la sonda por coágulos). Tras 48 horas permanece orina de aspecto claro por lo que se retiran los lavados continuos.
Conclusiones
El uso de adrenalina en lavados vesicales puede considerarse una alternativa en casos refractarios a tratamiento exclusivo con suero fisiológico o en los que exista riesgo de obstrucción de la sonda por coágulos en tratamiento con ácido tranexámico. Sería interesante contar con nuevos estudios que continúen investigando el uso de adrenalina como opción terapéutica de la hematuria.