INTRODUCCIÓN
El uso de autoinyectores de adrenalina para el tratamiento de reacciones anafilácticas severas está ampliamente extendido; esto ha conllevado un aumento del número de inyecciones accidentales en los dedos que pueden ocasionar vasoconstricción y necrosis isquémica como consecuencia de la descarga alfa adrenérgica1. Sin embargo, no está claramente establecido cual debería ser el tratamiento de elección1-3.
Presentamos un caso de una inyección digital accidental de adrenalina y las diferentes opciones de tratamiento.
CASO CLÍNICO
Mujer de 47 años, médico de familia, que haciendo una demostración del funcionamiento del dispositivo recibe una inyección accidental de adrenalina (0,3mg/0,3ml 1:1000) en la falange proximal del segundo dedo de la mano derecha. Inmediatamente comienza a notar dolor, palidez y frialdad a nivel local, así como taquicardia y mareo (Figura 1).
El tratamiento inicial consistió en sumergir el dedo en agua caliente. Tras 20 minutos sin notar mejoría presentó parestesias, por lo que se consultó telefónicamente con el servicio de cirugía vascular del hospital de referencia. Recomendaron aplicación tópica de pomada de nitroglicerina. Con el paso de las horas la coloración del dedo fue mejorando, no así las parestesias que persistieron más de 24 horas. A las 48 horas la paciente se encontraba asintomática y el dedo había recobrado su coloración normal.
DISCUSIÓN
Los autoinyectores de adrenalina comercializados en España contienen dosis de 0,3mg de adrenalina en 0,3ml en el caso de los adultos y 0,15mg de adrenalina en 0,3ml para niños de entre 15 y 30 kg de peso. Su uso está destinado al tratamiento precoz de las reacciones anafilácticas por parte del propio paciente o sus cuidadores cercanos, tras un correcto entrenamiento sobre reconocimiento de los síntomas de una reacción alérgica potencialmente grave y el uso del dispositivo.
El primer pinchazo accidental en un dedo fue descrito en 19894. Desde entonces se han propuesto varias opciones de tratamiento. Algunos autores abogan por la simple vigilancia, ya que el efecto del fármaco tiende a su resolución espontánea3,4. Fitzcharles-Bowe et al5 se autoinyectaron altas dosis de adrenalina en los dedos y en todos los casos la circulación sanguínea retornó sin ningún tipo de tratamiento; sin embargo, el retorno espontáneo de la circulación se asoció con un dolor de reperfusión más severo y neurapraxia más prolongada. Otros autores defienden tratamientos conservadores que incluyen los baños de agua templada, masajes y nitroglicerina tópica6.
El tratamiento más citado en la literatura es la fentolamina. Es un alfa-antagonista que inhibe competitivamente los efectos de la adrenalina. Se emplean dosis de 2 a 3,5 mg y puede ser inyectada en el lugar de la inoculación, administrada intrarterial o como bloqueo digital. Su efecto es rápido, habiéndose documentado el retorno de la circulación varios minutos después de ser administrada. Debido a su escasa vida media, puede ser necesaria más de una inyección. Aunque no se han descrito reacciones adversas tras el uso de fentolamina, dados los posibles efectos adversos de hipotensión y arritmias, los pacientes deberían ser monitorizados en este sentido7.
Dada la incidencia creciente de pinchazos accidentales de adrenalina, consideramos que debería extenderse el conocimiento del correcto manejo de estos dispositivos entre el personal sanitario, pacientes y familiares; así como establecer un protocolo de actuación en los centros de salud y servicios de urgencias. Inicialmente se pueden intentar medidas conservadoras y si la isquemia no revierte estaría indicado el uso de fentolamina con monitorización del paciente.