Hace unos meses fallecía en Canadá uno de los referentes internacionales en educación médica, el conocido y prestigioso Luis Alberto Branda, dedicado a la innovación docente en educación superior, tarea en la cual fue galardonado con múltiples premios.
Branda, con su calma sureña, nos invitó a muchos docentes comprometidos a la reflexión pausada, a orientar sin dirigir, a facilitar, a detenernos por un instante en el camino, a acompañar al estudiante en su proceso de aprendizaje, a educar en la autorresponsabilidad al alumno…, y a éste, a aprender a aprender, a entender, a ser autónomo incluso en la travesía, a disfrutar del viaje y a encontrar por sí mismo sus propias respuestas.
Parafraseaba, como humanista que era, a Comenius: 'los maestros, a enseñar menos; los alumnos, a aprender más'. Con él aprendimos la metodología del aprendizaje basado en problemas y el maestro nos animó a implementarla poco a poco en las materias que impartíamos. Nos ayudó en nuestros miedos, resolvió nuestras dudas, siempre formulándonos alguna pregunta mientras nos observaba de frente y a los ojos con cierta chispa de desafío en la mirada.
Lo conocí un verano en el Institut de Ciències de l'Educació de la Universitat Autónoma de Barcelona. El destino quiso que tiempo después trabajáramos juntos en la Unidad de Educación Médica de la Universitat de Girona, y debo al azar la suerte de esos años. Nos enseñó habilidades y actitudes en igual medida, a deshacernos de antiguos roles, y nos retó a ser valientes, a romper viejos arquetipos, a ser pacientes, a no pretender almacenar los mares…
Cuando los grandes maestros parten, nunca nos dejan solos. Luis Branda nos deja un gran legado fundamentado en las buenas prácticas docentes, la evidencia, la observación sistemática y el análisis crítico, además del buen hacer educativo y una actitud vital por y para los estudiantes y docentes, y en última instancia, también para los pacientes. Una lección de vida.