La titulación de medicina se considera globalmente como una carrera conformada por estudiantes muy competitivos entre sí, cuyas causas principales son la presión social y el reconocimiento personal. Se considera ser competitivo como una virtud que permite autoexigirse lo suficiente para cumplir una meta personal. Sin embargo, una gran autoexigencia puede provocar problemas de salud mental [1].
Diversos estudios han revelado una alta prevalencia de trastornos de salud mental en los estudiantes de medicina de pregrado en comparación con otras carreras universitarias. Entre los padecimientos que se notifican con mayor frecuencia se encuentran la depresión, la ansiedad, la dependencia de sustancias ilícitas, los trastornos alimentarios, el síndrome de desgaste profesional y la ideación suicida [2,3].
Los problemas de salud mental pueden provocar en el individuo aislamiento social, cambios repentinos de la personalidad y signos de agotamiento. Además, pueden afectar profesionalmente al disminuir el desempeño académico y la empatía hacia los pacientes. Las relaciones de las personas que padecen trastornos de salud mental usualmente son inestables y violentas [3,4].
Las acciones tomadas por algunas facultades de medicina hacia los estudiantes han sido mejorar el acceso a los servicios de salud mental, apoyar la lucha contra el estigma y apoyar campañas de concienciación. No obstante, se requieren estrategias con nuevos enfoques [4].
Los planes académicos exigen una alta inversión de tiempo por parte del estudiante, lo que genera condiciones favorables para padecer problemas de salud mental que podrían provocar el abandono de la carrera universitaria e incluso el suicidio [5].
El presente propone un modelo de formación médica cooperativo donde los miembros de un grupo participen fluidamente para un fin común. Para lograrlo, se requieren componentes como comunicación empática, resolución de conflictos y espacios de integración.
Las guías de práctica hospitalaria se basan en un modelo de atención integral al paciente donde intervengan distintas ramas de las ciencias de la salud, lo que puede resultar chocante para los estudiantes de medicina con un modelo de formación académica que mide los resultados obtenidos de manera individual [6].
La reestructuración de los planes académicos de medicina basada principalmente en el trabajo en equipo podría hacerlos más prácticos, además de ser una nueva medida preventiva de los trastornos de salud mental en los estudiantes de medicina de pregrado.