Introducción
El término “sector informal” se ha empleado activamente desde 1972 en donde se empezó a plantear como un área no reportada en las estadísticas económicas. Desde entonces su uso ha sido muy amplio; para unos caracteriza un sector económicamente eficiente con una pequeña escala de producción, tecnologías simples y un bajo capital; para otros es sinónimo de “economía gris”, y para otros, hace referencia al “sector privado”1,2, sin embargo, esta última condición no es la más frecuente dentro del sector informal de la economía, y más considerando que al interior de este sector pueden encontrarse los trabajadores de las plazas de mercado en América Latina.
Dados los ajustes económicos en todo el mundo, el trabajo informal sigue siendo la principal fuente de empleo, especialmente para los países en desarrollo. Este se caracteriza por presentar condiciones laborales de fácil ingreso, muchas veces dentro de un contexto familiar, y que cuentan con una operación a pequeña escala que requiere poca formación escolar, una alta intensidad de trabajo, y un mercado poco regulado1,3.
Según los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) realizada en las 23 principales ciudades de Colombia, para el tercer trimestre de 2018, la informalidad representa entre el 48,0% y 61,1% de la actividad laboral nacional; sin embargo, en esta se presenta diferencias tan marcadas como 28,5% para la ciudad de Manizales y 68,0% para Cúcuta4,5. Además, no es impreciso suponer que, en poblaciones en área rural, la proporción de informalidad tiende a asemejarse más al último reportado.
Al evaluar el trabajo informal junto al sector formal se evidencia el impacto que tiene el primero en la productividad laboral en Colombia. Así, mientras se estima que un trabajador colombiano tiene una productividad relativa equivalente al 40,0% de la de uno en Estados Unidos, la productividad laboral media, en la que se incluye el sector informal, pasa a ser alrededor de 20,0%. En este punto es importante considerar que el nivel de dicha productividad se ha asociado con el nivel de vida en el tiempo para los habitantes de un país en desarrollo, en una relación directamente proporcional6.
En lo que tiene que ver con las mujeres, aunque su participación en el sector formal se ha aumentado notablemente, pasando de ser el 38,0% en 2009 a ser el 43,0% en 2017 aunque su ingreso base de cotización, en ciudades como Bogotá, que tiene las mayores tasas de formalidad de las mujeres, se evidencia en 3,2 millones de pesos colombianos; 400,000 por debajo de los hombres. Además, la mayor proporción de trabajadores formales se encuentra entre 26 y 35 años de edad, siendo alrededor del 33,0% de la población. A medida que se observan edades más avanzadas, estas se acompañan de menores tasas de formalidad, particularmente para los mayores de 56 años, lo cual implica que esta población se vea más avocada a la informalidad como empleo de subsistencia. El trabajo formal predomina en zonas urbanas y en empresas con más de 200 trabajadores. Por último es de destacar que el sector público se compone en 81,0% de personas entre los 26 y 55 años, es donde está la mayor participación de la mujer, y dónde además, ganan casi 10,0% más que sus pares que ejercen en otros campos del sector formal6.
Adicionalmente, en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) se evidencia que el 51,0% y 92,2% de la población trabajadora refiere cotizar a pensiones y estar afiliado al Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS), respectivamente. Adicionalmente, el 58,0% está afiliado como cotizante al régimen contributivo de este sistema; el 11,1% como beneficiario, y el 22,6% está afiliado al régimen subsidiado4.
Según el Diagnóstico Nacional de Condiciones de salud y Trabajo del Sector Informal de la Economía de 20 departamentos de Colombia (DNCSTI), 28,8% de los encuestados asisten enfermos al trabajo y 21,54% ha tenido accidentes laborales; situación que se ve agravada por el deficiente control y su escaso aseguramiento en riesgos laborales7, el cual en algunas poblaciones es inexistente. Estas condiciones se hacen más complejas ante la heterogeneidad de los oficios que se consideran dentro del grupo “trabajos informales” y en los que se incluyen quienes laboran en las plazas de mercado3. Por esta razón es de particular interés en términos de la salud pública, aportar evidencia desde la caracterización de las condiciones laborales de trabajadores con oficios particulares, al interior de la economía informal, tal como ocurre para quienes ejercen diversas labores en las en las plazas de mercado, situación que facilitará el avance desde evidencia científica, para mejorar sus condiciones de vida y de salud.
Dadas las condiciones anteriores, con el presente estudio se aporta desde la descripción de las condiciones laborales de un grupo de trabajadores de una Plaza de Mercado del municipio Ciudad Bolívar, Antioquia, Colombia.
Material y Métodos
Estudio de enfoque empírico-analítico de tipo observacional, descriptivo transversal con intención analítica, realizado a un censo de 194 trabajadores de la Plaza de Mercado del municipio Ciudad Bolívar, en el departamento de Antioquia, Colombia. Datos tomados de fuente primaria mediante encuesta asistida a cada trabajador en su puesto de trabajo en diciembre de 2017.
Los entrevistadores fueron previamente estandarizados en la aplicación del instrumento y se realizó prueba piloto. Para la convocatoria de los participantes, se abordó a cada trabajador en su respectivo puesto de trabajo, y se le explicó las características del estudio, sus beneficios y limitaciones. A quienes voluntariamente aceptaron participar y dieron su consentimiento informado, previa toma de los datos, se les aplicó una encuesta que incluyó sus características sociodemográficas, condiciones laborales, factores de riesgo ocupacional, hábitos nutricionales y estilos de vida, características sanitarias y ambientales de los puestos de venta y su entorno.
Se controló sesgos de selección mediante el censo de los trabajadores; y de información con la sensibilización a trabajadores, estandarización de investigadores, y uso de un instrumento con variable previamente utilizadas en este tipo de población. Se le realizó control de calidad del dato a cada instrumento en físico y en medio magnético.
Los resultados fueron inicialmente digitalizados en Microsoft® EXCEL 2011 y posteriormente se exportaron a IBM® SPSS22 para su análisis estadístico. Las respectivas licencias, aportadas por la Universidad CES, Medellín, Colombia. Se realizaron análisis estadísticos y epidemiológicos descriptivos de las variables, teniendo en cuenta su naturaleza y nivel de medición.
El presente es un subproducto derivado del macroproyecto denominado “Características sociodemográficas, ambientales, laborales y de salud de un grupo de trabajadores informales de la plaza de mercado de Ciudad Bolívar, Antioquia, y sus alrededores, 2017-2018” aprobado mediante acta 123, código de proyecto Ae-162 del Comité Institucional de Ética en Investigación en Seres Humanos de la Universidad CES en el año 2018.
Resultados
Caracterización de la población
De los 194 trabajadores encuestados, 56,7% fueron mujeres. La media de edad para ambos sexos fue de 43,2 ± 16,8 años. Con respecto al estado civil 35,8% manifestó ser soltero y 31,1% casado. Un 57,2% de los trabajadores eran cabeza de familia; de estos, 80,2% tenían entre 1 y 3 personas a cargo, 15,1% entre 4 y 5, y 4,7% de 6 a 7 personas. En lo que tiene que ver con sus ingresos, el 72,7% de los trabajadores ganaban menos de un salario mínimo mensual legal vigente para Colombia (SMMLV), equivalente a $737.717 COP (246,18 USD al momento de la toma de datos). La mitad de los encuestados refirió un nivel de escolaridad por debajo de los 7,5 años de estudio, lo que correspondería a tener entre ningún año de estudio y una primaria incompleta. 95,5% estaba afiliado al SGSSS y 12,0% cotiza a pensiones (Tabla 1).
Actividades sociales y deportivas
El 62,4% de los trabajadores no realizaba actividades deportivas en su tiempo libre, y el 25,8% no realizaba actividades recreativas. Para quienes tenían alguna actividad recreativa, esta era mayoritariamente ver televisión (52,6%). Con respecto al apoyo y solidaridad que percibían de sus compañeros de trabajo, el 81,4% consideró que éstos pueden ser un apoyo social en momentos de dificultad laboral o familiar, para el 90,2% su trabajo era un soporte emocional para afrontar situaciones problemáticas a nivel social y familiar, y el 93,3% manifestó sentirse bien con el trabajo realiza (Tabla 2).
Condiciones de trabajo
El 65,8% refirió trabajar entre 8 y 12 horas al día y el 11,9% más de 12 horas; 27,6% manifestó trabajar más de 6 días a la semana. Para el 86,6% el tipo de venta era estacionario y destaca “local” como tipo de amueblamiento más común (71,6%). Sobre la tipología de venta, la que más se encontró fue “mercancía y cacharros” (26,9%), seguido de “carnes” (23,3%) y “productos de cosecha y perecederos” (21,8%). La mediana de horas de trabajo al día por persona es de 11 (IC=3). Al preguntar por antigüedad en años en el oficio se encontró que 50% de los trabajadores lleva más de 8 años en este, aunque esto fue muy variable y presentó un máximo de 60 años (Tabla 1).
Factores de riesgo ocupacional
Se observó el 27,8% de los puestos de trabajo con pisos, paredes, o zonas deterioradas en su puesto de trabajo o alrededor; 7,7% con cables de energía pelados, tomas sobrecargados o conexiones defectuosas. El 12,9% manifestó que no tiene suficiente espacio para moverse; 16,5% que en su puesto de trabajo no tiene como evacuar en caso de una emergencia; y 49,5% que no tiene como atender el inicio de un incendio.
De los trabajadores que usaban herramientas el 14,4% consideró que éstas no estaban en buen estado. El 29,4% refirió que en su puesto de trabajo sentía calor o frio exagerado en su puesto de trabajo y el 48,5% que se expone a ruidos fuertes que lo hacen hablar en un tono más alto de lo normal; el 25,3% que su trabajo le exige posturas forzadas y 63,4% que le exige realizar movimientos repetitivos y agacharse de manera frecuente en este; 36,1% consideró que debía levantar objetos pesados y 30,9% que transportaba objetos pesados. En total un 80,4% estaba expuesto a algún riesgo ergonómico en su trabajo. De igual forma, 33,5% de los encuestados consideró que puede contaminarse con algún microbio en su puesto de trabajo; el 9,3% que está expuesto a alguna sustancia química molesta; y se evidenció que el 32,0% de los trabajadores no utiliza ningún elemento de protección personal. Quienes vendían cárnicos, el 31,1% no usaba mecanismos de protección ocular, 28,9% no usaba malla protectora ni guantes para realizar sus labores, y 23,2% no usaba botas y delantal.
Discusión
Los resultados de este estudio muestran una población trabajadora joven, predominantemente casada y cabeza de familia. Se destaca un bajo nivel de escolaridad junto a bajos ingresos económicos, una alta afiliación al SGSSS, pero muy limitada afiliación al subsistema de pensiones, lo cual puede suponer que genera en el trabajador la presión de laborar toda su vida por la necesidad de recibir algún ingreso económico, lo mismo que podría explicar aquellos casos de individuos con edades por encima a la edad de pensión. Resultados similares son los reportados en el DNCSTI7.
Frente a los demás entornos en la vida del trabajador, el presente estudio coincide con otros estudios en trabajadores informales en los que se ha evdenciado cómo un menor ingreso, un mayor número de personas a cargo, y un menor estrato socioeconómico se asocian a una mayor disfuncionalidad familiar8. Adicionalmente, se ha descrito cómo las condiciones laborales adversas y de mucho estrés pueden repercutir en el desempeño del trabajador en otros ambientes9. Este planteamiento podría llegar a explicar cómo los trabajadores encuestados, que manifiestan una alta carga laboral - tanto en horas de trabajo al día como en días de trabajo a la semana - superior a lo establecido en el artículo 20 de la Ley 50 de 1990 del Congreso de Colombia (8 horas al día y 48 horas a la semana con excepciones que reducen dichos valores), presentan una alta prevalencia de sedentarismo y “ver televisión” como única actividad recreativa en sus tiempos libres, dejando poco espacio para el desarrollo de sus otras esferas personales.
Es de destacar que en nuestro estudio los trabajadores no sólo identifican a sus compañeros de la plaza de mercado como un apoyo en momentos de dificultad, sino que también refieren sentirse bien con su trabajo, entendiendo que para esta población su trabajo puede actuar como factor protector en salud mental y de base para el afrontamiento situaciones difíciles personales y familiares, sin embargo, aún no se registran reportes de la literatura que hagan referencia a este tema en trabajadores informales, al menos para Colombia.
Si bien la venta de mercancía y cacharro la tipología de venta más prevalente, con una prevalencia poco menor a la del DNCSTI, así como para los productos de cosecha y perecederos. Llama la atención que más del 23,0% de los trabajadores tenían como tipología de venta los productos cárnicos, situación que podría estar en relación con una mayor prevalencia de trabajadores con tipo de venta estacionaria por la naturaleza de los productos que venden. De igual manera, por la misma naturaleza del espacio de una plaza de mercado, era esperable encontrar la mayoría de los puestos de venta en la modalidad estacionarios y con un amoblamiento tipo “local”.
A pesar de la heterogeneidad en años en el oficio de cada trabajador, para muchos de estos su oficio no representa una actividad temporal o de emergencia, sino una forma permanente de subsistencia, similar a lo registrado en la Primera Encuesta Nacional de Condiciones de Salud y Trabajo en el Sistema General de Riesgos Profesionales10,11. Estos hallazgos refuerzan el planteamiento realizado por Arango y Hamann12 en el que se ilustra cómo la poca preparación de la mano de obra, y los altos costos de la creación de empresa en Colombia, hacen del trabajo informal una opción de supervivencia e independencia económica a pesar de todos los bemoles que esta conlleva.
Frente a los factores de riesgo ocupacionales, la mayor prevalencia fue observada en el ergonómico, similar a lo reportado en la DNCSTI, y en el estudio realizado en el mercado de Bazurto, en Cartagena7,13. Estas condiciones de riesgo ergonómico, junto con la alta carga laboral, podría llevar a que se evidencia en esta población una alta prevalencia en desórdenes musculoesqueléticos como otros estudios lo han evidenciado en otros campos del sector informal14. Es igualmente destacable la baja capacidad de respuesta ante emergencias reportada por los trabajadores y verificada en campo, así como la importante exposición a ruido que los obliga a hablar más fuerte. Además, al puntualizar en los tipos de actividades laborales, el manejo de cárnicos, cuyo riesgo puede ser tanto físico como biológico, presenta un limitado uso de los implementos de protección personal requeridos. Aunque este es un aspecto de especial interés, la literatura a nivel nacional no registra reportes que permitan contrastar este hallazgo.
A diferencia del sector informal, en Colombia los trabajadores del sector formal de la economía pueden hacer efectivos sus derechos laborales, y de accesos a los servicios de salud mediante la Ley 100 de 1993, y Ley 1562 de 2012, las cuáles orientan las obligaciones propias de la relación laboral, y la cotización al Sistema General de Pensiones. Ante esto vale la pena anotar que el 60,0% de la población laboral formal cotiza por más de 9 meses al Sistema General de Riesgos Laborales, y que la mayoría de los afiliados trabajan en empresas de más de 100 empleados. Adicionalmente, se ha descrito que al igual que se ha evidenciado en la población informal, existe una tendencia a favor de los hombres en el empleo, para la mayoría de grupos etarios, y las mujeres tienen una menor edad promedio aunque esta no sea tan marcada5.
En Colombia un 80,0% de los trabajadores ocupados en el sector formal de la economía, ganan menos de 2,5 SMMLV mientras que para el 20,0% restante se presenta una alta dispersión en el salario. A esto se le suman los beneficios económicos estipulados en las obligaciones de la relación con el empleador. Adicionalmente, se reporta una mayor estabilidad económica en quienes cuentan contratos laborales de larga duración. Así, se ha reportado que alrededor del 66,0% de contratos vigentes, tienen una duración de más de 24 meses6.
Así entonces, es de vital importancia entender que, si bien la informalidad se destaca por sus inseguridades laborales y económicas, incluso en situaciones de mayor crecimiento económico no se puede pretender que esto impulse la disminución del trabajo informal; por el contrario, ante el aumento de la congestión urbana, y de los requerimientos económicos de la población, esta tiende al aumento, e incluso, el crecimiento económico por su cuenta ha evidenciado no tener la capacidad de curvar el aumento de la informalidad1,3. Es este sustento, y las situaciones abordadas en este texto, los que hacen fundamental el reconocimiento y caracterización de la población trabajadora informal, con la intención de aportar evidencia para la formulación de políticas direccionadas de acuerdo a las particularidades de esta población trabajadora procurando mejoras sensatas y oportunas en sus condiciones. Para esto es imperativo dejar a un lado el estigma de la economía informal y adelantar procesos que, en vez de su reducción, busque su dignificación en un contexto de trabajo mutuo, entre un estado con la capacidad de extender su protección social, y aquellos directamente implicados.