Sr. Editor,
A tenor de una reciente revisión sobre las recomendaciones para el tumor papilar mucinoso intraductal (TPMI) 1, queremos reflejar que diferentes estudios han demostrado limitaciones a la hora de identificar aquellos TPMI de rama secundaria con potencial malignidad. Tanto los criterios de Fukuoka (CF) de 2017 2 como los de la Asociación Americana de Gastroenterología 3 presentan una especificidad y un valor predictivo elevados 1,4 (Tabla 1). Sin embargo, la ausencia de criterios de malignidad no disminuye totalmente el riesgo de displasia de alto grado (DAG) o carcinoma invasor (CI). TPMI sin criterios de malignidad pueden presentar riesgo de CI a cinco años del 2-3% 1.
AGA: American Gastroenterological Association; S: sensibilidad; E: especificidad; VVP: valor predictivo positivo; VPN: valor predictivo negativo.
El tamaño del quiste como criterio de malignidad continúa siendo controvertido. En el estudio elaborado por Sahora y cols. 5, un 6,5% de pacientes sin criterios de malignidad y con tamaño < 3 cm tenían riesgo de presentar DAG. Además, el tamaño > 3 cm como único factor de riesgo aumentaba la posibilidad de CI hasta un 18%. Por tanto, el tamaño de quiste debe valorarse con cautela y se debe realizar un seguimiento estrecho de estos pacientes. De hecho, un crecimiento > 5 mm en dos años de seguimiento se ha incluido como signo de alarma en la última revisión los CF 2.
Actualmente, la ecoendoscopia asociada a punción aspiración con aguja fina se presenta como prueba fundamental para el manejo de los TPMI, incluyéndose tanto la elevación de CA 19-9 como la atipia citológica en los CF de 2017 como signos de alarma 2.
Por tanto, pretendemos reseñar que, si bien las distintas guías de consenso publicadas en relación al diagnóstico y el manejo de estas lesiones suponen un punto de partida para llevar a cabo la evaluación de nuestros pacientes, hay que ser prudentes a la hora de aplicar los algoritmos de manejo que describen.