Introducción
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) se consideran la principal causa de discapacidad y muerte prematura en todo el mundo1.
En la actualidad, sabemos que el tabaquismo, las dietas poco saludables, el sedentarismo, la edad, el sexo y la clase social pueden influir en las tasas de mortalidad general, mortalidad prematura y discapacidad al ser factores determinantes en el desarrollo de la ECV, la diabetes tipo 2 y el cáncer2.
Diferentes estudios demuestran que los hábitos no saludables rara vez se producen de forma aislada, ya que tienden a asociarse entre sí3. Por ello, la identificación de los factores de riesgo que pueden influir en el desarrollo de la ECV es fundamental para establecer las bases de las medidas de prevención y promoción de esta enfermedad4.
En las últimas décadas, debido al progreso tecnológico y del transporte, las personas reducen cada vez más la actividad física en sus acciones cotidianas. Además, los entornos urbanos actuales no suelen favorecer el ejercicio físico, por lo que las personas acaban convirtiéndose progresivamente en sedentarias5. La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de alimentos de origen vegetal, utilizando el aceite de oliva como principal fuente de grasa, y un elevado consumo de pescado y marisco. La dieta mediterránea también incluye un consumo moderado de alcohol6. Este tipo de dieta se considera el modelo de alimentación más saludable y se ha demostrado que previene numerosas enfermedades7,8. Por su parte, el consumo de tabaco es el problema de salud que causa mayor morbilidad y mortalidad en España9.
El objetivo de este estudio es determinar cómo influyen variables sociodemográficas y hábitos saludables en los valores de diferentes factores de riesgo cardiovascular en población trabajadora.
Material y Métodos
Se realizó un estudio retrospectivo y transversal en 1.584 trabajadores de diferentes empresas de tipo manufacturero de Mallorca entre enero de 2017 y diciembre de 2017. De ellos, 127 fueron excluidos (69 por no aceptar participar y 58 por ser menores de 20 años), por lo que finalmente se incluyeron en el estudio un total de 1.457 trabajadores. Los trabajadores fueron seleccionados entre los que acudieron a los reconocimientos médicos laborales periódicos.
Criterios de inclusión: Edad entre 18 y 67 años. Aceptar participar en el estudio.
Todas las mediciones antropométricas y las pruebas clínicas fueron realizadas por el personal sanitario de las diferentes unidades de salud laboral participantes en el estudio, previa homogeneización de las técnicas de medición.
El peso y la estatura se determinaron con una báscula de altura utilizando una báscula SECA 700 y un tallímetro telescópico SECA 220. El perímetro de cintura y cadera se midió con una SECA 20. Se consideró que los valores eran altos cuando eran >88 cm en las mujeres y >102 cm en los hombres10.
La presión arterial (PA) se midió con un esfigmomanómetro automático OMRON M3 y tras 10 minutos de reposo. Se realizaron tres mediciones a intervalos de un minuto, obteniendo el valor medio de las tres. Se consideró que un individuo era hipertenso si presentaba valores de presión arterial superiores a 140 mm Hg de PA sistólica10.
Los valores del perfil lipídico se clasificaron como: colesterol alto >200 mg/dl, LDL alto >130 mg/dl y triglicéridos altos >150 mg/dl. El ácido úrico se consideró elevado cuando los valores eran >5,60 en las mujeres y 7,00 en los hombres. Si un individuo tomaba medicación para alguno de ellos, también se clasificaba como con valores alterados. Los resultados de la glucemia basal se clasificaron en base a las recomendaciones de la Asociación Americana de Diabetes11, por lo que se consideró que el individuo presentaba diabetes si los valores eran >126 mg/dl en dos determinaciones diferentes, si además presentaba HbA1c ≥ 6,5% o si el individuo estaba recibiendo tratamiento hipoglucemiante.
Se consideró que un individuo era fumador si había consumido regularmente al menos 1 cigarrillo/día en el último mes o había dejado de fumar hace menos de un año.
La clase social de los participantes se determinó utilizando las pautas indicadas en la Clasificación Nacional de Ocupación de 2011 (CNO-11) y del Grupo de Factores Sociales de la Asociación Española de Epidemiología12.
La dieta se evaluó mediante el cuestionario de adherencia a la dieta mediterránea13, que se basa en el test Predimed y consta de 14 preguntas, cada una de las cuales recibe 0 o 1 punto. Se consideró que los individuos que obtuvieron una puntuación inferior a 9 tenían una baja adherencia a la dieta, y más de 9 una buena adherencia. La actividad física se determinó mediante el Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ) (14. Se trata de un cuestionario autoadministrado de 7 preguntas que evalúa el tipo de actividad física realizada en la vida diaria durante los últimos 7 días.
La actividad física semanal se mide a través del registro en METs-min-semana. Se toma como referencia: Caminar (3,3 METs), actividad física moderada (4 METs) y vigorosa (8 MET).
Se calcula el índice de actividad física multiplicando los METs por la frecuencia y por la duración de la actividad, clasificando la actividad según consta en la Tabla 1:
Análisis estadístico
Se realizó un análisis descriptivo de las variables categóricas, calculando la frecuencia y la distribución de las respuestas para cada una de ellas. Para las variables cuantitativas se calculó la media y la desviación estándar, y para las cualitativas el porcentaje. Se realizó un análisis de asociación bivariante mediante el test de 2 (con una corrección con el test estadístico exacto de Fisher, cuando las condiciones lo requerían) y una prueba t de Student para muestras independientes. Para el análisis multivariante se utilizó la regresión logística binaria con el método de Wald, con un cálculo de Odds-ratio y una prueba de bondad de ajuste de Hosmer-Lemeshow. El análisis estadístico se realizó con el programa SPSS 27.0 y un valor p de <0,05 se consideró estadísticamente significativo.
Aspectos y consideraciones éticas
El estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica del Área de Salud de Baleares (IB 4383/20).
Resultados
La Tabla 2 muestra los valores de las variables antropométricas, clínicas, analíticas, sociodemográficas y de hábitos saludables de la población estudiada. Observamos que los valores son más desfavorables entre los hombres, excepto para el colesterol total y el consumo de tabaco.
Todos los factores de riesgo cardiovascular que se analizaron en el estudio presentaron una disminución de los valores medios a medida que aumentaba el nivel de actividad física. Esto se observó tanto en hombres como en mujeres (Tabla 3).
Un patrón similar se observó en cuanto a la dieta mediterránea, ya que aquellos individuos (tanto hombres como mujeres) que presentaban puntuaciones altas en cuanto a su adherencia al cuestionario de la dieta mediterránea también presentaban mejores valores en todos los factores de riesgo cardiovascular estudiados. Sin embargo, estas diferencias no siempre fueron estadísticamente significativas (Tabla 4).
La prevalencia de valores alterados de todos los factores de riesgo cardiovascular disminuyó a medida que aumentaba el nivel de actividad física, observado tanto en hombres como en mujeres (Tabla 5).
Los individuos que seguían una dieta mediterránea presentaron valores más bajos en los factores de riesgo cardiovascular estudiados, aunque no fue estadísticamente significativo en todos los casos (Tabla 6).
La edad fue la única variable que influyó en los factores de riesgo cardiovascular analizados con la Odds ratio, oscilando entre 1,37 (IC 95% 1,04-1,81) para el LDL-c elevado y 4,54 (IC 95% 2,45-8,43) para la diabetes (Tabla 7).
Discusión
Las personas con altos niveles de actividad física tuvieron mejores valores de todas las variables analizadas y también una disminución de la prevalencia de la mayoría de ellas.
La alta adherencia a la dieta mediterránea mejoró los valores medios de todas las variables relacionadas con el riesgo cardiovascular incluidas en el estudio y disminuyó su prevalencia, aunque no siempre encontramos diferencias estadísticamente significativas.
La mayor edad y el hecho de ser varón provoca valores medios más desfavorables en las variables estudiadas, excepto en las referidas al colesterol total y al consumo de tabaco.
En concordancia con nuestros resultados, encontramos diferentes estudios que obtuvieron valores similares a los obtenidos por nosotros. Así, un estudio reciente en una cohorte con alto nivel de ECV indicaba que el mayor tiempo de actividad física moderada o vigorosa se asociaba inversamente con la prevalencia de obesidad y algunas características del síndrome metabólico15. Algo similar encontró la National Health and Nutrition Examination Survey 2003-2006, según la cual la actividad física moderada o vigorosa determinada por un acelerómetro se asociaba estrecha y negativamente con el IMC y el perímetro de la cintura16
Un estudio realizado en 28 hombres con sobrepeso y obesidad comparó los efectos de seis semanas de entrenamiento a intervalos de alta intensidad frente a un entrenamiento continuo de intensidad moderada para mejorar la composición corporal, la presión arterial y los lípidos sanguíneos, entre otros. Se observaron mejoras en el porcentaje de grasa corporal, el perfil lipídico y la presión arterial en ambos grupos17.
Aunque no coincide con las edades de nuestro estudio, se analizó un estudio realizado en 77 adolescentes españoles en el que se evaluaba la influencia del ejercicio físico regular sobre la composición corporal, y se concluyó que los que realizaban ejercicio tenían valores más bajos de perímetro de cintura y porcentaje de grasa corporal, mientras que las puntuaciones del IMC no variaban18,19.
Al igual que en nuestro estudio, diferentes investigaciones han demostrado que las personas normotensas e hipertensas muestran una disminución de los niveles de presión arterial basal después del ejercicio20. Un estudio demostró que los individuos que realizan ejercicio físico con regularidad presentan aumentos menos pronunciados de la presión arterial con el envejecimiento. Además, una revisión bibliográfica también descubrió que el 65% de los estudios observaban una disminución de entre 8 y 10 mm Hg en la PA diastólica y sistólica con el ejercicio físico regular21.
Se sabe que la actividad física regular disminuye el perfil lipídico22, hecho también observado en nuestro trabajo.
La actividad física se asocia a una reducción de la prevalencia de la enfermedad cardiovascular, la hipertensión, el síndrome metabólico y la diabetes tipo 223,24, datos que coinciden con nuestros resultados. Un estudio brasileño evaluó el impacto de la inactividad física en la enfermedad coronaria o la diabetes tipo 2, para lo cual se calculó la fracción atribuible a la población por inactividad física en estas condiciones y se estableció que la ausencia de ejercicio físico era responsable del 3-5% de ellas25.
En España se ha observado un cambio sustancial en la dieta de la población en los últimos 25 años, pasando de una dieta mediterránea a otra en la que predominan los productos lácteos y cárnicos. A pesar de ello, la mortalidad por ECV ha disminuido en nuestro país, en contraste con otros países industrializados. En este paradójico contexto se diseñó el proyecto DRECE (Dieta y Riesgo de ECV en España). El cambio en los patrones alimentarios se ha asociado a un aumento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad, como ocurre con la prediabetes y la diabetes. Lo mismo podría decirse del aumento del perfil lipídico y de la prevalencia del síndrome metabólico26.
Quizá la dieta mediterránea ejerza sus efectos a través de diferentes mecanismos fisiopatológicos no relacionados con la pérdida de peso, como la mejora del perfil lipídico, la modulación de la inflamación, la mejora de las propiedades antioxidantes y la reducción de la presión arterial y la resistencia a la insulina27.
Nuestros resultados muestran que una alta adherencia a la dieta mediterránea mejora todos los factores de riesgo cardiovascular. Esta tendencia se ha observado en diferentes investigaciones: El estudio Predimed27 analizó los efectos de la dieta mediterránea en la incidencia de enfermedades cardiovasculares. Se establecieron tres grupos: Dieta mediterránea complementada con aceite de oliva virgen extra, dieta mediterránea complementada con frutos secos y una dieta baja en grasas. Se evaluó anualmente durante cinco años. El estudio mostró una disminución del 52% en la incidencia de la diabetes de tipo 2 entre los grupos de dieta mediterránea (tanto en la complementada con aceite de oliva virgen extra como con la completada con frutos secos) y de dieta baja en grasas. Estas variaciones se observaron sin cambios en el peso corporal ni en la actividad física28.
Hemos encontrado varios estudios realizados en poblaciones del mismo ámbito geográfico que han obtenido resultados similares a los nuestros, como un estudio transversal realizado en trabajadores de las Islas Baleares, que analizó la relación entre variables sociodemográficas con parámetros y escalas que se relacionan con el riesgo cardiovascular. Se observaron diferencias según la clase social en la mayoría de los factores de riesgo cardiovascular, así como en función del grupo de edad y del sexo. Las diferencias en los niveles de obesidad según la clase social en las mujeres aumentaron con la edad, mientras que en los hombres disminuyeron. La hipertensión presentó más diferencias según la clase social entre las mujeres que entre los hombres, y en ambos sexos estas diferencias aumentaron con la edad. El perfil lipídico en las mujeres mostró importantes diferencias según la clase social, que se acentuaron con la edad, especialmente en el caso de los niveles bajos de colesterol HDL. En todos los parámetros, los peores valores se encontraron en las clases sociales más desfavorecidas29. Un segundo estudio realizado en las Islas Baleares mostró que las clases sociales más favorecidas tenían una menor prevalencia de hipertensión arterial. Al estratificar por clase social, no había diferencias en los hombres en cuanto a la prevalencia de hipertensión arterial, mientras que las mujeres de clases sociales más altas presentaban menos hipertensión. Además, se observó que la prevalencia de la hipertensión arterial aumentaba con la edad30.
Un estudio realizado en 628 adultos de otra área geográfica española también encontró resultados similares entre la clase social y algunos parámetros de riesgo cardiovascular según el sexo. En todos los casos, los valores más desfavorables se encontraron en las clases sociales más bajas31.
Nuestro estudio tiene varias limitaciones, como que se ha realizado en una población laboral y en un área geográfica concreta, por lo que los resultados no son extrapolables a la población general y a todo el territorio nacional. Además, algunos de los análisis se han realizado con tamaños de muestra pequeños, lo que puede haber influido en la significación estadística de algunos resultados.
Los puntos fuertes de este estudio son el elevado tamaño de la muestra, el gran número de variables relacionadas con el riesgo de ECV analizadas y la determinación objetiva tanto de la actividad física como de la adherencia a la dieta mediterránea, ya que se emplearon cuestionarios validados.
Conclusiones
Todos los factores de riesgo cardiovascular analizados en esta amplia muestra de trabajadores españoles presentan valores medios más bajos y prevalencia de valores alterados menores en aquellos que realizan actividad física regularmente y/o tienen una alta adherencia a la dieta mediterránea.