Sr. director:
Hemos leído el editorial de Fernández-Samos Gutiérrez (1) en el que se aborda, entre otros temas, la capacidad de las inteligencias artificiales para facilitar la recopilación de información. Nos gustaría reflexionar sobre el futuro de las revisiones sistemáticas en el ámbito de las publicaciones académicas considerando el progreso de estas nuevas tecnologías.
Antes de la existencia de inteligencias artificiales como ChatGPT y otras de uso abierto, ya se contaba con programas que permitían automatizar ciertos procesos de análisis de información para revisiones sistematizadas. Herramientas como Rayyan, Covidences o Distiller (2) brindaban una valiosa ayuda para acelerar su elaboración (3). Sin embargo, las inteligencias artificiales están teniendo un papel que trasciende la mera asistencia, asumiendo tareas que anteriormente eran exclusivas del investigador. En el año 2022, la inteligencia artificial llamada ARTS fue cargada con información existente hasta el año 2015 de la revista Computational Materials Science y se le pidió que identificara posibles líneas de investigación. El sistema ARTS logró desarrollar un enfoque autónomo para la selección de temas, demostrando que podía predecir líneas futuras al verificarse que los temas seleccionados por la inteligencia artificial efectivamente se estudiaron con posterioridad al 2016 (4).
Con la aparición de inteligencias artificiales de acceso libre, como Chatpdf (https://www.chatpdf.com), que permite cargar un artículo y generar un resumen de forma automática, o Humata (https://www.humata.ia), que puede cruzar información entre múltiples artículos, elaborando discusiones y conclusiones a partir de ellos, se ha producido una proliferación de cursos a nivel universitario enfocados en capacitar a los docentes para la creación de revisiones sistematizadas (5), lo que sugiere un probable auge de este tipo de publicaciones en un futuro cercano.
Es entonces cuando surge la pregunta: si una inteligencia artificial puede seleccionar líneas de investigación, extraer datos relevantes y generar discusiones y conclusiones, ¿qué sucede con el rol del investigador en la autoría? ¿Puede considerarse una persona como autor si la creación fue principalmente realizada por inteligencia artificial? Aunque existen herramientas para la detección de contenido generado por inteligencia artificial (6) y algunas revistas han implementado políticas que prohíben el uso de textos generados por ellas (7), su identificación se vuelve cada vez más compleja y la responsabilidad ética recae en el autor más que en la capacidad de las editoriales para detectar su presencia.
Estamos en el umbral de una nueva era en el ámbito de las publicaciones académicas, donde los aspectos éticos desempeñarán un papel fundamental para garantizar la calidad y el futuro de la divulgación científica. La colaboración entre humanos y la inteligencia artificial puede resultar en avances significativos, pero es complejo lograr establecer los límites éticos concretos.
El uso de la inteligencia artificial en el análisis de la literatura biomédica presenta grandes oportunidades para mejorar la eficiencia y la calidad en la recopilación de evidencia científica. Sin embargo, es necesario abordar los desafíos éticos y establecer criterios claros para garantizar la validez y el rigor en las publicaciones académicas en esta nueva era de colaboración entre humanos y la inteligencia artificial.