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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría
versión On-line ISSN 2340-2733versión impresa ISSN 0211-5735
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.31 no.4 Madrid oct./dic. 2011
Libros y documentos en la red
Books and documents on the Web
LIBROS
GIORGIO NARDONE, Problem Solving Estratégico, Barcelona. Herder, 2010. 117 pp.
Aunque Giorgio Nardone y Paul Watzlawick sistematizaron estas ideas y las aproximan a la terapia, que evoluciona gracias al trabajo conjunto de la práctica terapéutica y la investigación empírico-experimental desarrollados en el curso de los últimos veinticinco años en el Centro de Terapia Estratégica de Arezzo, la Terapia Breve Estratégica se origina en el Mental Research Institute de Palo Alto. Y sus artífices son Milton Erickson, Gregory Bateson, Paul Watzlawick, Jay Haley y John Weakland.
A diferencia de las tradicionales teorías psicológicas, la Terapia Breve Estratégica no utiliza teoría alguna sobre la naturaleza humana ni tampoco definiciones relativas a la normalidad o patología psíquica, se interesa por la funcionalidad o disfuncionalidad del comportamiento de las personas o su modo de relacionarse con la propia realidad.
La Terapia Breve Estratégica se basa en tres orientaciones principales: la perspectiva sistémica, el constructivismo y el trabajo clínico de Milton Erickson.
Las intervenciones estratégicas conducen a la persona a actuar y a sentir para que aprenda a ver su realidad de forma diferente, provocando cambios de forma rápida y natural. Quizá se parte del "sapere aude" ("atrévete a saber").
Este arte de solucionar complicadas patologías mediante fórmulas aparentemente simples consiste en una síntesis de antiguos conocimientos, como la retórica helenística de la persuasión o el arte chino de la estratagema, y otros modernos, como la epistemología constructivista, los estudios sobre la hipnosis y la sugestión o la resolución estratégica de problemas.
Existen formas mediante las cuales construimos las trampas en las que mas tarde se cae de las que después no se puede salir sin ayuda. Sin embargo, cuando el problema construido no ha llegado a una complicación y rigidez de persistencia excesiva, es probable que no se requiera el acompañamiento exhaustivo de un experto sino que será suficiente el aprendizaje de técnicas eficaces de resolución de problemas como Problem Solving Estratégico.
El modelo de Problem Solving Estratégico es una formulación original del equipo liderado por Giorgio Nardone, y representa la evolución moderna de la tradición de la Escuela de Palo Alto. El modelo puede aplicarse por definición a cualquier tipo de problema y en ámbitos perfectamente diferenciados entre sí, entre los que se incluye el de la investigación empírica, que ha proporcionado el fundamento metodológico para la intervención estratégica en diferentes contextos, aplicada con éxito en miles de casos clínicos y en centenares de problemas empresariales. Debido a estas características, que permiten estudiar las dificultades humanas, y hasta las patologías, como problemas a los que se pueden aplicar procedimientos lógicos rigurosos y también creativos, este Modelo se ha convertido, desde hace años, en una referencia teórica y práctica para estudiosos, psicoterapeutas y directivos de todo el mundo.
Existen ejemplos claros de cómo, frente a determinadas situaciones problemáticas, los procedimientos lógicos de tipo tradicional son resueltamente ineficaces. Consecuentemente, resulta evidente la necesidad de un sistema de análisis de los recursos lógicos que, violando la mera racionalidad y el sentido común, conducen al descubrimiento de soluciones alternativas para problemas que no pueden resolverse con los procedimientos ordinarios. El Problem Solving Estratégico se caracteriza como un modelo metodológico de búsqueda de soluciones para lograr equilibrios funcionales, que sustituyan a los disfuncionales, en contextos de interrelatión humana.
Lo que se inició como un enfoque "artístico", se convirtió con los años en tecnología real de Problem Solving, puesto que los modelos de solución estratégica, desarrollados para los distintos tipos de problemas, fueron evolucionando, aumentando su eficacia y eficiencia y se tornaron reproducibles, transmisibles y con efectos predecibles.
El Problem Solving Estratégico, o arte de hallar soluciones a problemas irresolubles mediante una lógica ordinaria, utilizando recursos que van en contra del sentido común y que ofrecen posibilidades antes inaccesibles porque estaban encerradas en rígidos esquemas. Es necesario seguir los pasos, porque si hay un problema también hay una solución:
• Definir el problema. • Determinar y acordar el objetivo a alcanzar. • Evaluar las soluciones intentadas que mantienen el problema, con la técnica del cómo empeorar, la técnica del escenario más allá del problema, la táctica de los pequeños pasos, la técnica del escalador y corregir el tiro progresivamente. • Introducir el cambio de forma estratégica.
En la actualidad Nardone es psicólogo, psicoterapeuta, fundador y director del Centro de Terapia Estratégica de Arezzo. Es el mayor exponente entre los investigadores de la llamada Escuela de Palo Alto, y en su práctica clínica ha conseguido establecer métodos eficaces para el tratamiento de diversas patologías, como los trastornos fóbico-obsesivos o
En definitiva, este libro desarrolla una herramienta terapéutica eficaz para el manejo y desarrollo de un riguroso método científico, empírico-experimental, y que tiene como objetivos desbloquear las situaciones problemáticas e inducir a la acción de cambio.
Fernando Mansilla Izquierdo.
ANNE-MARIE SOHN, "Sois un homme!". La construction de la masculinité au XIXe siècle, Le Seuil, 2009, 457 pp.
Este libro, de la profesora de l'Ecole Normale Supérieure de Lyon, Anne-Marie Sohn, explora una faceta menos atendida de la historia de género, por cuanto se refiere al masculino, no al femenino, escogiendo una centuria, el siglo XIX, que si fue de gran importancia en la elaboración cultural de la feminidad, no lo fue menos, como se razona brillantemente en este libro, en la de la masculinidad. Apoyándose en la afirmación hecha por Michelle Perrot de que "la virilidad no es más natural que la feminidad" y de que uno no nace, sino que se vuelve, se convierte en un hombre, la autora enfoca su atención no sobre los varones maduros, ya hechos (en los que la masculinidad, perfectamente interiorizada, resultaría invisible), sino sobre los jóvenes, concretamente sobre el tramo de edad que discurre entre los catorce y los veinticinco años ya que a su juicio los procesos experimentados en esa etapa de la vida constituyen una vía de acercamiento privilegiada para entender las masculinidades (puesto que no habría una sola, un único modelo). Para estudiarlas, escoge un periodo largo, desde la Restauración de los Borbones en Francia en la persona de Luis XVIII, hasta la Gran Guerra de 1914-1918, cien años aproximadamente, "a fin de observar las eventuales inflexiones y recomposiciones de las masculinidades que son a la vez diversas y divergentes". El ámbito de estudio elegido, es Francia, habiendo muy pocas referencias en el libro a procesos similares vividos por los jóvenes de otros países (cabría citar aquí, para el caso español, los estudios de Nerea Aresti o de Jorge Uría).
En su obra se propone seguir, pues, a los jóvenes franceses en las pruebas que debían vencer para dominar el habitus y los ritos masculinos, pues se trataba de un verdadero reto, de una esforzada prueba la que había que superar para convertirse en un hombre y ese esfuerzo se condensaba en el imperativo, Sois un homme! ("¡Sé un hombre", "¡Compórtate como un hombre! "), que Sohn ha escogido como título para el libro. Pero seguir de cerca todo este proceso a fin de hacer la historia de la masculinidad es una tarea ardua, tanto porque la misma se sitúa en las proximidades de otras dos historias que califica como "balbuceantes": la de los hombres y la de los jóvenes, porque lo masculino, precisamente porque era enfocado como algo natural, se entendía muy frecuentemente como algo implícito; o, en fin porque la masculinidad era una noción extraña a los hombres del siglo XIX, que no conocerían sino una "virilidad" reducida a sus fundamentos biológicos. Precisamente por ello, la autora considera a la primera como una categoría analítica mucho más útil con vistas a estudiar procesos y modelos sociales propuestos a los hombres y cómo, por ejemplo, ciertos rasgos físicos y sexuales de los varones se transmutaron en atributos sociales.
La metodología que propone para realizar ese estudio es la de fijar la atención en primer término en lo que denomina marcadores de masculinidad, para extraer de ellos los mecanismos y las modalidades de su interiorización por parte de los jóvenes varones. Se trataría de signos, de huellas contenidas en fuentes elaboradas para otros fines que habría que leer de una manera nueva, desvinculándolos de su función inicial (en sus palabras, habría que llevar a cabo una labor de deconstrucción). Dicha lectura sería deductiva, aunque eso solo no bastaría ya que se impone ir más lejos e inferir de hechos y gestos lo que estaba silenciado y, aún más, que los jóvenes se vuelvan visibles, por lo que recomienda fijar la atención sobre determinados acontecimientos que atraían sobre ellos la mirada delos adultos y que permiten al historiador, por su lado, penetrar en su universo mental. Sucesos ocurridos en ámbitos como los centros de enseñanza secundaria, que posibilitan una aproximación privilegiada por lo que hace a la adolescencia burguesa; los lugares de ocio -el cabaret, el baile-, o los espacios públicos que frecuentaba la juventud. Entre otros sucesos, aquellos que facilitan una indagación más rica en torno a los atributos de la masculinidad son las riñas, las "guerras" entre pueblos vecinos, con un desenlace a menudo sangriento, los amotinamientos en los liceos, los desórdenes que suscitaban los estudiantes en las facultades y teatros, los desfiles y mascaradas juveniles, etc.
La exploración que lleva a cabo Sohn, no obstante, discrimina entre diferentes grupos juveniles: la juventud rural, la escolar, la obrera, y, por otro lado, establece cesuras, momentos de cambio en el largo periodo estudiado, especialmente por lo que respecta al paso de una masculinidad ofensiva, que descansaba sobre la necesidad imperiosa de demostrar el valor personal, sobra una susceptibilidad extrema respecto del honor y que conducía a adoptar actitudes desafiantes y violentas, a una masculinidad dominada que se acompañó de un retroceso de la violencia y de un rechazo de la disputa, aunque ese paso, que se detecta claramente desde la década de 1850, no se produjo de una manera lineal y no implicó un neto abandono de la primera en favor de la segunda. Todavía en 1895, el caso Lemarchand, el de un joven obrero en busca de pelea que acabó encontrando la muerte, pondría en evidencia la coexistencia conflictiva de dos regímenes de masculinidad en la Francia de finales del siglo XIX.
La autora -que da detalles en un apéndice final sobre las características de las fuentes que utiliza: diversas series de los Archivos nacionales franceses, así como de los departamentales-, se ha valido de una muy rica documentación, de carácter policial, judicial, o procedente de la administración educativa, que evidencia la minuciosidad y la voluntad de control sobre el territorio y sus habitantes del Estado centralizado francés, mucho más eficaz, en ese sentido, que el español, y más tratándose del siglo XIX (la abundancia de información procedente, por ejemplo, de los archivos departamentales galos, no parece comparable con la de nuestros gobiernos civiles, y lo mismo cabría aventurar por lo que hace a las secciones de los archivos estatales respectivos en materia de instrucción pública). Lo cierto es que el análisis de esa abundante información en torno a los "marcadores" de la masculinidad, y su inteligente ordenación temporal le permiten dibujar con precisión el modelo de hombre que se imponía a los jóvenes franceses en la centuria citada, pero también su evolución a lo largo de la misma. Como se ha dicho antes, el modelo, o el régimen de masculinidad al que tuvieron que ajustarse los jóvenes de la etapa de la Restauración fue, en efecto, muy distinto al que estaba vigente en los años que preceden a la I Guerra Mundial.
¿Cuáles son las huellas que permiten percibir dichos modelos? Pues, por ejemplo, las que evidencian la voluntad de alcanzar, o de dominar el habitus masculino, asemejándose físicamente a los adultos (la barba), adoptando sus apariencias o actitudes corporales o equiparándose a ellos por lo que respecta al uso y abuso del tabaco y del alcohol, tan ligados por otra parte a las amistades y sociabilidades masculinas y provistos de unas connotaciones de trasgresión y de emancipación. La autora subraya, además, cómo el alcohol está relacionado con todos los ritos de paso masculinos: la frecuentación del cabaret o del café, las operaciones del reclutamiento para el servicio militar, la contestación política, incluso. La apropiación, en ocasiones ruidosa y tumultuaria de determinados espacios reservados a los hombres informan también sobre el proceso de elaboración de la identidad masculina. Un proceso que, por descontado, conlleva y exige la exclusión femenina. El cabaret, el café, ya mencionados, el salón de baile, el burdel, conformarían a ese respecto una "geografía nocturna de lo masculino", en donde se iniciarían los jóvenes durante las douze heures noires (expresión utilizada por Simone Delattre en su libro del mismo título), y donde llevarían a cabo sus proezas masculinas, en uso de una libertad de la que carecían las chicas. Esa apropiación lo sería también del paisaje sonoro, pues los jóvenes se querían mostrar como hombres gritando o elevando mucho el tono de voz, riéndose de forma estruendosa o cantando, imponiéndose a los otros. Todas esas conductas ruidosas, en efecto, merecen ser interpretadas como una afirmación viril, y eso lo advierte tanto entre los jóvenes obreros como entre los estudiantes. Tales demostraciones, no obstante, comenzarían a decaer a partir de la década de 1860.
Pero, más allá de la apariencia, sería en su comportamiento donde los jóvenes estarían obligados a demostrar que eran hombres, en particular en todo lo que hacía referencia a la defensa del honor y a las demostraciones de valor personal, de una virilidad avasalladora y, con frecuencia, brutal, en una época en la que la capacidad de batirse y el "derecho a la violencia" continuaban siendo todavía (en palabras de Pascale Molinier), atributos "asociados a los hombres y a la masculinidad", cuya posesión les exigía superar una serie de pruebas. El recurso a la burla cruel, a la mirada retadora, a una gestualidad ofensiva, a la provocación verbal, al desafío, a la agresión misma, en esta dinámica guiada por el propósito de aprender el arte de la dominación masculina, son estudiados con agudeza por la autora, que los cataloga como "tests de masculinidad". Llama la atención de modo pertinente sobre cómo estas conductas, que les estaban vetadas a las chicas, eran explicadas a menudo, en la documentación manejada, como la manifestación de un determinado temperamento o carácter regional o local -en particular, por lo que hace a la Francia meridional-, aunque remitirían en realidad a una construcción social, designando bajo los rasgos de un supuesto "carácter", una masculinidad incorporada e interiorizada que se hace preciso descifrar.
El aprendizaje sexual por parte de los adolescentes requiere de una relectura a través del prisma de la masculinidad, enfocada siempre como una construcción cultural. Dicho aprendizaje, realizado generalmente entre los camaradas, descansaba sobre la trasgresión, el desafío, y hasta la violencia, y conducía a los jóvenes a interiorizar la idea de que poseían el derecho a acceder a las mujeres y a la sexualidad a la medida de sus deseos. Anne-Marie Sohn se detiene aquí en los abundantes testimonios, extraídos sobre todo de la documentación escolar, sobre el empleo, por parte de los adolescentes, de un lenguaje obsceno, escatológico, el hallazgo entre los papeles que les eran incautados, de dibujos de ese carácter, el gusto por las canciones verdes o picantes, con matices frecuentemente anticlericales. También sobre la iniciación en prácticas sexuales que irían desde la exhibición del miembro viril a las caricias y la masturbación recíprocas y que pueden abarcar lo que la autora califica de "situaciones de homosexualidad", más que de homosexualidad propiamente dicha (aunque algunos de los casos aducidos, entrarían claramente dentro de ese campo), un concepto anacrónico para la época estudiada, entre otros motivos porque, en el siglo XIX, no existiría contradicción entre identidad masculina y prácticas que hoy calificaríamos como homosexuales. Todo ello en un contexto de relaciones interpersonales exclusivamente masculinas, como era el de los internados de los liceos y colegios. La prueba más decisiva, no obstante, para un adolescente, de su masculinidad se condensaría en la expresión faire une femme: el acoso a las chicas, de palabra y de obra y la experiencia del burdel que, más aún que el café, aparecía como la "casa de los hombres". Dicha práctica se realizaba frecuentemente en grupo, lo que facilitaba los desbordamientos de carácter violento, ya fuera de palabra o de obra, a veces sobre las mismas prostitutas, unos incidentes que revelarían en quienes los ejecutaban, la convicción, muy arraigada, de que para un hombre era legítimo imponer su sexualidad por la fuerza y por el dinero. No obstante, el papel creciente del amor en la elección de pareja y en el imaginario sentimental iría limitando el impacto de las fanfarronerías sexuales y de la instrumentalización de la mujer.
Sohn se ocupa asimismo de otras vertientes que estima muy importantes en la construcción de la masculinidad en el siglo XIX, tales como el ejercicio, reservado exclusivamente a los hombres, de los derechos de ciudadanía, o el monopolio de las armas. Como bien subraya, "el elector y el soldado constituyen así los dos polos de la masculinidad pública y política". No resulta extraño por ello que los adolescentes y los jóvenes franceses de aquella época trataran de imitar las maneras o los atributos del soldado, trasladando en ocasiones al ámbito civil unos comportamientos casi guerreros y que vieran en la iniciación militar la prueba última que les convertiría en hombres. El servicio militar sería, a ese respecto, un rito de paso decisivo y esto explica la abundancia de marcadores o tests de masculinidad que proporciona toda la casuística relacionada con las operaciones de reclutamiento, muy ricamente documentada (el servicio militar, debido al peso de una tradición que se remontaba a las guerras de la época revolucionaria, contaba con mucha más aceptación social en Francia que en España, pese a la existencia de algunas regiones refractarias al mismo). Pero también las luchas políticas servirían para que los jóvenes, que desde la adolescencia se definen como futuros ciudadanos, se forjaran un temperamento masculino, lo que pondría de manifiesto, al propio tiempo, la profunda fosa que les separaba de las chicas. Lo mismo que el anticlericalismo, ya que desafiar a la religión, ridiculizar a los ritos y sus ministros, perturbar el culto formaba parte de los aprendizajes juveniles ordinarios, al menos en la Francia descristianizada o escéptica. Citando a Philippe Boutry, la autora aduce que el alejamiento de la Iglesia, el anticlericalismo silencioso o militante fueron, en el siglo XIX, "fenómenos exclusiva y ostensiblemente masculinos". No es extraño por ello, que ella misma asocie a los esprits forts con el sexo fuerte.
El libro se completa con otros capítulos finales en que se aborda el papel de los adultos, de los padres en especial, en la construcción de la masculinidad en un siglo en el que el respeto debido a los mayores no experimentó ninguna discusión. Es interesante en este terreno concreto la comprobación que efectúa la autora acerca del comportamiento generalmente indulgente de los padres, acerca de los excesos de sus hijos en sus demostraciones masculinas, lo que remitiría a la convicción -compartida expresamente también por sus madres-, sobre que los jóvenes tenían el derecho de manifestar una efervescencia o una turbulencia propias de su edad. Ese laxismo masculino se evidenciaría también en la indulgencia demostrada por las autoridades escolares, por los magistrados que entendían en litigios en que estaban encausados adolescentes o jóvenes revoltosos. Finalmente la autora, en el último capítulo y en la conclusión general aborda ese aspecto apuntado al comienzo de esta reseña, del paso de una masculinidad agresiva a otra dominada, un paso que se acentuó con la III República y en el que se destaca el papel desempeñado por la escuela.
Rafael Serrano García.
TAMIKI HARA, Flores de verano, Impedimenta, 2011, 136 pp.
En estos años, se ha recuperado el escrito fuera de serie del médico Michihiko Hachiya: Diario de Hiroshima de un médico japonés, 6 de agosto / 30 de septiembre de 1945 (Turner, 2005). También se ha divulgado un relato más bien documental, Lluvia Negra (Debolsillo, 2009), construido por Masuji Ibuse, que nació en un pueblo al este de Hiroshima, y que hace un barrido de vidas a partir de ese día infausto. Pero se dispone ahora de un nuevo libro, breve y capital, sobre ese gigantesco terror colectivo: el escrito por Tamiki Hara, escritor nacido en Hiroshima, en 1905, y que se hallaba en esa ciudad en agosto de 1945.
Flores de verano narra la experiencia devastadora en un país entonces belicista (pues esa ciudad tenía un gran arsenal, como recuerda varias veces su autor, al inicio del libro). Está dividido en tres capítulos, dispares, originalísimos, cuyos títulos carecen de concesiones: "Preludio a la aniquilación", "Flores de verano" -que son flores para poner en las tumbas japonesas, el 15 de agosto- y "De las ruinas" tras la explosión. Para el escritor y premio Nobel, Kenzaburo Oé -que en 1963, fue allí por su parte para hacer un reportaje: Notas de Hiroshima-, Tamiki Hara es seguramente el autor, en verdad, más excepcional de los supervivientes de ese, no tan alejado, verano de 1945.
Empieza Tamiki Hara describiendo en pocas páginas la tensa situación de espera e incertidumbre, dos días antes de que Truman ordenara enviar la bomba, el 6 de agosto (los científicos y colaboradores sugirieron hacer sólo un "aviso" del arma en la costa, sin tocar en absoluto la ciudad). El cielo está tranquilo y despejado, dice, en una ciudad peligrosamente resguardada hasta entonces; y narra una espera enrarecida. El segundo capítulo de Flores de verano se inicia con unas flores que el protagonista prepara para la tumba de su mujer, antes del día de los muertos que se celebra en Japón, en ese momento se libra casualmente él de unirse de inmediato a éstos -tras el inmenso resplandor, que es su fantasma-; y Tamiki Hara describe con sencillez la peor de las pesadillas, el homicidio en tropel, las desapariciones y encuentros dolorosos de mutilados o agonizantes, cierto removerse negruzco entre insectos que parecían surgir reforzados. Finalmente, las peticiones de agua, las quemaduras, los calcinamientos, las pieles renegridas, en fin, las muertes continuas son voces y visiones entre las ruinas amontonadas en ese "interminable bosque" de la destrucción donde no hay silencio, donde "siempre hay alguien que buscaba a alguien".
Lo sucedido con esa masacre es una herida no cauterizada; los efectos psicológicos de dos bombas atómicas sobre poblaciones japonesas además queda resaltada hoy de otro modo por la catástrofe de Fukushima. Fue esa bomba un acto completo e instantáneo. Produjo luego un moverse de aquí para allá, sin fin alguno muchas veces, un modo de deshacer cuerpos y conciencias que este libro ofrece en un terceto nada estridente de textos.
Tamiki Hara, nacido en 1905, describió esos días, esos tres capítulos, entre 1946 y 1949. El libro fue censurado, como buen fragmento de "memoria histórica" que era y es, preciso, directo, certero. Y vale más que muchos otros documentos paralelos, seguramente por su falta de grandilocuencia, por elegir un ángulo medio anónimo para contar los hechos, por situarse casi en el plano de nadie. El autor se suicidó en 1951.
Alicia Merisi
BENOIT PEETERS, Derrida, Flammarion, 2010, 748 pp.; Trois ans avec Derrida, Flam-marion, 2010, 252 pp.
Ante un pensador de la huella como Jacques Derrida, tan exigente y meticuloso, era difícil decidirse a hacer su biografía con gracia y rigor. Derrida fue muy celoso de sus huellas, y en una primera etapa -que culminó en 1967 con De la gramatología, La escritura y la diferencia o La voz y el fenómeno- se mantuvo del todo resguardado de fotografías, entrevistas y demás apariciones. Ello contrastó con la cuidadosa "exposición" de su figura que tuvo lugar en las dos décadas que precedieron a su muerte el 8 de octubre de 2004, a los 74 años. Además, con La carte postale, de Socrate à Freud et au-delà (1980) y sobre todo Circonfession (1991, en su libro hecho con G. Bennington), su giro fue manifiesto: por toda la evidencia de un drama amoroso, en el primero, y por la agonía misma de su madre, contada a la par que su propia circuncisión y la marca familiar tan mantenida en él durante su vida, en el segundo. Libros como La contre-allée, No escribo sin luz artificial, De quoi demain (con É. Roudinesco), y Point de suspension, dieron paso luego a diversos biografemas suyos.
Faltaba una mirada de conjunto exacta, y Benoit Peeters acaba de leer magníficamente toda su obra, la ha sopesado bien, ha tratado y dialogado con todos sus conocidos, amigos y familiares, entre los que destacan la mujer de Derrida desde 1957, Marguerite Aucouturier, traductora y psicoanalista y sus dos hijos, uno de ellos filósofo, escritor el otro. También logró hablar con algunos de sus "enemigos". Peeters, no ligado al mundo académico ni al filosófico (pero formado en este campo), sosegado degustador de una persona a la que conoció y trató -y al que leyó a menudo- es un escritor extraño que ha conseguido elaborar un libro fuera de serie, por su punto de vista a la vez individualizado y ambientador de una vida agitada y rica, por su tono discreto, pero profundo hasta donde hay que llegar (sin ponerse nunca por delante) y por su alejamiento de toda reconstrucción abusiva.
Peeters muestra, con cartas novedosas y plurales, todo su recorrido vital. Los años iniciales en los suburbios de Argel, la vida judía desjudaizada de su familia, el racismo padecido en 1942 al ser expulsado de su instituto fueron determinantes para quien no quiso nunca renunciar a sus orígenes y fue un "romántico" que nunca dejó de tener en cuenta el valor de la Ilustración. Luego, pormenoriza las clases preparatorias en su exilio parisino, las dudas y depresiones como normalista desde 1952, su amistad con Althusser, sus lecturas, su beca en Harvard, que le abrirá las puertas al inglés y en el futuro a las universidades estadounidenses (Johns Hopkins, Yale, Nueva York) y a los lectores americanos.
Peeters muestra la presencia obsesiva de Argelia, que tanto padeció con la política francesa, lo cual repercutió en la vida del filósofo: en su visión de África (así del heroico Mandela), y en sus recelos ante Europa y sus violencias. Pues además de tener allí a su parentela hasta la independencia, Derrida de joven fue maestro en una escuela para hijos de soldados cerca de Argel y enseñó francés e inglés a jóvenes argelinos o franceses. El biógrafo va valorando sus decenas de amigos o conocidos (Hyppolite, Poulet, Barthes, Vernant, Lévinas, Nancy, Lacoue-Labarthe, Kofman, Foucault, Deleuze, Paul de Man, H. Miller). Su detención y atropello en Praga están claramente expuestos; sus matices políticos se ven iluminados en unas décadas conflictivas (1960-1980, y luego hasta su muerte), de modo que el alabado Espectros de Marx no es sino una plasmación intempestiva y comprometida del pensamiento derridiano en acción. Y otro tanto sucede con sus problemas con Lacan y con sus relaciones con el psicoanálisis o con sus propios vaivenes sentimentales, veladamente narrados.
Los libros de Derrida salen a la luz aquí sin tecnicismos. Pero con respecto a las críticas de su presunta "falta de lógica" (era un argumentador implacable, como se puso de manifiesto por ejemplo en los debates que hizo en nuestro país), lo niega su texto densísimo antepuesto a su versión del husserliano El origen de la geometría, que ya en 1964 le hizo obtener el premio de epistemología Ca-vaillès, gran lógico y matemático. Y asimismo frente al vergonzoso intento de impedirle un doctorado honoris causa en Oxford - filosofía y nacionalismo son enemigos- ha de recordarse que tuvo hasta el final el apoyo del severo e inteligente historiador de la ciencia Georges Canguilhem. Pero todo ello sin olvidar que Derrida fue el filósofo en el que el inconsciente -con ayuda de Nietzsche y obviamente Freud-, logró entrar con un poder y un rigor antes inexistentes.
Peeters le muestra como un gran filósofo y como un gran escritor. Derrida pensaba con la escritura misma, removía ideas de Hegel, Husserl y Heidegger, las mezclaba con las implícitas reflexiones de escritores como Blanchot, Ponge, Joyce o Artaud. En él, pensamiento y literatura se solaparon y se ayudaron; así, la lengua francesa ha reverdecido doblemente con él, como sobresaliente creador que fue, tanto verbal como conceptualmente. Derrida nunca renunció a esta doble filiación, que supone un goce gemelo en la lectura de sus libros, y realizó el sueño del filósofo-artista que vislumbró Nietzsche, con todos los excesos que hubo de sortear en consecuencia.
Nos lo hace ver bien este libro hermoso, tan exacto; pero el placer de reconocerlo se redobla porque Peeters escribe y piensa con el cuidado de un narrador muy fiel e inteligente, nada mimético, que contrasta bien todos los datos. Y además hace una experiencia paralela con su Trois ans avec Derrida, bello libro de notas donde la construcción autobiográfica de su nuevo Derrida aparece narrada agudamente, en paralelo a la experiencia biográfica del propio Peeters.
Mauricio Jalón
JOYCE CAROL OATES, Memorias de una viuda, Alfaguara, 2011, 474 pp.
Sólo al final de este escrito poco clasificable, Oates reconoce abiertamente -a punto de salir ya a flote de su quiebro vital-, que las páginas que acabamos de leer son el análisis de un duelo, de una experiencia crucial a sus setenta años (nació en 1938). Pues A Widow's Story de 2011 describe lentamente los efectos de la desaparición súbita, en 2008, de Raymond J. Smith, su marido y compañero editorial con quien había vivido, sin hijos, durante casi medio siglo.
Libros suyos recientes, como La hija del sepulturero o Mamá, parten de avatares de su familia cercana, pero no son comparables con este memorial nada novelado. Memorias de una viuda es una larga secuencia de escenarios de aislamiento, vividos sin respiro entre febrero y agosto de 2008, en los cuales retornan los fantasmas de una superviviente:
"Los muertos no tienen obligaciones con los vivos". En su cortejo de notas, recurrentes en esos meses, aparece la idea de desaparición ("estoy borrándome") hasta el punto de no identificarse ya con su nombre -ella entremezcla Oates y Oasis (palabra asimismo inglesa)-; muestra lo insoportable de la propia imagen y el consiguiente huir de los espejos; se tortura ante los demás, pues "les aterra verme"; proyecta su duelo, al ver a las mujeres casadas como futuras viudas; revisa las formas de suicidio, y acumula fármacos tentadores. Al mismo tiempo, describe el peso muerto de su vida actual, pues todo movimiento le resulta imposible, además de que sería una "traición" al desaparecido.
Estos son algunos detalles de los centenares de observaciones diarias sobre su tristeza, que revelan un gran esfuerzo: psíquico y físico. El valor del texto está unido a la calidad de su autoanálisis y de su escritura, no evidentemente a los síntomas. Oates dijo una vez que la literatura americana tiene cierta ambición de subjetividad, a la que ella añade personalmente cierto gusto por la travesura (visible en las últimas páginas de las Memorias), así como una curiosidad por el crimen y, desde luego, por la culpa.
Como si agrupase a varias escritoras, Oates tiene muy diversos registros, pero normalmente se destaca en ella una observación social sin contemplaciones (como los conflictos callejeros de Ellos, hace cuarenta años, en Detroit), y la presencia de rasgos inquietantes que comprenden persecuciones a mujeres, agresiones o abusos sexuales que algunos denominan tétricos o góticos. Este aspecto parece cultivarlo con su propia figura delgada y romántica, casi fantasmagórica; pero lo desmiente su vida académica rutinaria y su largo matrimonio, que son antitéticos en una doble vida real. La dimensión de ese desorden, social o íntimo, es imaginativa. Su literatura no es violenta, como se dice a menudo, aunque se haga eco sin tapujos de una violencia estadounidense, que va desde Vietnam hasta Irak (como ella recuerda), o que va desde el racismo hasta la presencia abrumadora de armas. Lo cual se refleja en la vida diaria. De hecho, ella nos expone casi siempre vidas casi idílicas aunque amenazadas; muestra existencias tranquilas y dispersas que pueden verse perturbadas brutalmente.
Por otro lado, además del peso de la tradición decimonónica americana en su literatura, conviene no olvidar sus lecturas, ya desde 1961, de Pascal, Spinoza o Nietzsche ("ese psicólogo profundo", dice), y también de Dostoyevski o Kafka, de los existencialistas o Beckett. De ahí la presencia también de fuerzas oscuras, que se manifiestan en ciertas obsesiones, en su ambigua exploración de detalles, en cierta atracción por las patologías medicinales. Con fuerza narrativa lanza su relato hacia delante (a veces, mortífera o desmedidamente), ya que para ella la prosa es movimiento en el espacio y en el tiempo.
Precisamente el final de Memorias de una viuda muestra que ha habido una transformación, en este caso interna. Resulta ejemplificada con su lectura cautelosa de un viejo relato inédito de su marido, Black Mass, donde descubre aspectos de la familia católica de éste, de su apartarse de la religión, de los jesuitas que le conformaron, y capta por añadidura su dolor ante esa hermana suya a la que practicaron una lobotomía en 1949 (junto a otras cuarenta mil personas en los Estados Unidos) o ciertos rasgos de su posible puritanismo, que no llega a ponderar, pero que seguramente incidiese en sus relaciones mutuas. Raymond J. Smith no había leído los abundantes libros de literatura de Oates; ella ahora hace lo contrario, y esta lectura dubitativa del único texto literario que él dejó guardado parece mover su punto de vista ante el fallecido. Con ello también logra despegarse al fin de la brea del duelo.
Mauricio Jalón
ROBERT WHITAKER, Anatomy of an epidemic. Magic bullets, psychiatric drugs and the astonishing rise of mental illness in America, Crown Publishers, New York, 2010.
Periodista independiente, el estadounidense Robert Whitaker tiene una curiosa historia personal en su interés por la Psiquiatría, que él mismo describe en el prólogo de este libro. A mediados de los 90 divulgaba desde una agencia de publicidad las virtudes de los psicofármacos y la importancia de los ensayos clínicos como piedra angular de la investigación. Poco después tuvo conocimiento de hechos que le escandalizaron y que denunció en una serie de artículos: la provocación de psicosis experimentalmente en pacientes esquizofrénicos, las muertes no comunicadas en ensayos con antipsicóticos de segunda generación, ciertas experiencias para determinar el riesgo y velocidad de la recidiva en pacientes con antipsicóticos... En particular, esto último le sumió en la perplejidad y le indignó, ya que su vinculación previa con la industria le había hecho concebir que los antipsicóticos son "como la insulina para los diabéticos" y, razonaba, a ningún médico en su sano juicio se le ocurriría jamás retirar la insulina a un diabético.
Pero concluida la serie de artículos se le quedaron dos espinas clavadas en forma de sendos datos inquietantes: por un lado, según la OMS, el pronóstico de la enfermedad mental grave en los países en vías de desarrollo, donde solo recibe antipsicóticos un 16% de los pacientes, es mejor que en los que ocupan la cúspide socioeconómica, como EEUU, donde la disponibilidad de fármacos para esas patologías es mucho mayor y más variada. Por otro, el curso de estos trastornos parece peor en la actualidad que hace cinco o seis décadas, cuando no existían psicofármacos o se empleaban con menor profusión que en la actualidad. Fruto de su inquietud llegaría a publicar un primer libro, Mad in America (1), que analizaba críticamente la historia del tratamiento de la enfermedad mental en los eeuu.
Y pasados unos años llega Anatomy of an Epidemic, una obra extremadamente crítica, que debería mover a la reflexión y que ha dado lugar a una reseña de Marcia Angell que producido un pequeño revuelo en el mundillo, llamémosle, editorial médico norteamericano. Angell, exeditora del New England Journal of Medicine, ha reunido en un solo comentario para el New York Review of Books, tres textos recientes que cuestionan la validez de los psicofármacos. Se trata de Unhinged - The trouble with Psychiatry, del psiquiatra Daniel J. Carlat, The Emperor's New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth, del psicólogo Irving Kirsch (comentados ambos en esta misma sección, ver número 109 de la revista o http://www.documentacion.aen.es/pdf/revista-aen/2011/109/109.147-libros.pdf) y, por último Anatomy of an epidemic - Magic bullets, psychiatric drugs and the astonishing rise of mental illness in America, de Whitaker. Por coherencia, apreciación del libro y respetuosa emulación de Angell nos vemos obligados a completar esta improvisada trilogía con un comentario sobre el libro de Whitaker.
Aclaremos antes que Marcia Angell es una prestigiosa profesional, internista y anatomopatólogo de formación, que llegó a ser la primera mujer en detentar el alto cargo de editora ejecutiva de la que pasa por ser la revista científicomédica más influyente del mundo. En 1984, New England se convirtió en la primera revista que determinó que los autores que pretendieran publicar sus artículos en ella debían revelar sus vínculos financieros (becas, consulting, relación laboral directa o indirecta) con las compañías farmacológicas que fabricaban los productos sobre los que versaban los trabajos. Más adelante, se fijó una norma más estricta para los editorialistas, que debían revelar sus conexiones con cualquier compañía relacionada con los productos mencionados en las editoriales o incluso con productos análogos fabricados por otras empresas. Huelga decir que esto hizo cada vez más complicado encontrar un editorialista inmaculado y, de hecho, la propia revista se vería con el tiempo en la obligación de reconocer que se le habían colado muchos editorialistas maculados; en un gesto de pública expiación de culpas, no sólo lo reconoció, sino que facilitó la relación de estas personas. En mayo de 2000, la revista publicó un artículo sobre el tratamiento de la depresión con un antidepresivo, con psicoterapia o con ambas (2). En sí mismo, este trabajo no suscitaba ninguna sospecha, pero las vinculaciones financieras con los laboratorios que desvelaban sus autores llamaban poderosamente la atención. Eran tantas, tan variadas y tan extensas que en un editorial acompañante que la Dra. Angell escribió cuando estaba a punto de abandonar su cargo en la revista, confesaba que la revista había optado por resumirlas en la versión en papel para economizar espacio; eso sí: quien desease conocerlas podía leerlas en la versión electrónica del New England. Esta constatación llevaba a la editor in chief a cuestionarse si la medicina académica, o universitaria, o doctrinal no estaría en realidad vendiéndose a la industria farmacológica (3). La preocupación por la cuestión de la complicidad de la medicina académica con la industria era uno de los temas centrales de un libro que pocos años después escribiría Angell con la proclamada intención de desvelar la verdad sobre las compañías farmacéuticas y, como explicaba en el mismo título de su obra, cómo nos engañan y qué hacer al respecto (4). Desde entonces, Angell se ha convertido en una fundamentada crítica del sistema sanitario norteamericano, y de sus múltiples vicios, entre los cuales no es el menor el de lo que podríamos llamar laboratoriodependencia.
Como decíamos, desde su tribuna en el New York Review of Books, Angell ha decidido fundir en un solo comentario los tres títulos a que hacernos referencia, a los que acompaña, para situar algunas de sus opiniones, nada menos que del DSM-IV. Es tanto lo que le cabe decir que tiene que dedicar dos entregas (5, 6) a una crítica que más que en los libros se centra en la Psiquiatría, sus lagunas, sus excesos y su a todas luces desmedida autoconfianza. Su diatriba, por cierto, ha dado lugar a algunas reacciones, como la defensa de los antidepresivos que hace Peter D. Kramer (autor de Listening to Prozac] en el New York Times (7).
Anatomy of an Epidemic parte de la constatación de que el número de personas diagnosticadas de enfermedad mental en los EEUU está creciendo de una manera espectacular. El diagnóstico no solo es clínico, sino también administrativo, en forma de las prestaciones, "beneficios" y derechos que conlleva la presencia de una enfermedad en aquel país y que grosso modo podríamos asimilar a las derivadas de los reconocimientos de grado de discapacidad o de dependencia en nuestro país. Así pues, no es en absoluto exagerado decir que la enfermedad mental, en sentido amplio, es toda una epidemia en los EEUU.
Partiendo de este dato, Whitaker da un repaso a la Psiquiatría actual, a su modelo médico dominantemente farmacológico y a sus excesos. Con una amplia y fascinante documentación que no es precisamente circunstancial ni anecdótica, sino que se nutre de artículos publicados en las más prestigiosas revistas de la especialidad, nuestro autor señala los excesos diagnósticos, muy especialmente en niños, critica el recurso a los psicofármacos como terapia hegemónica y cuestiona la eficacia a largo plazo de los remedios químicos, y muy especialmente, la hipótesis de que las principales patologías psiquiátricas se deben a un desequilibrio o anomalía de neurotransmisores (chemical imbalance). Razona, siguiendo la propuesta de Hyman y Nestler (8), que los psicofármacos actúan precisamente generando desequilibrios al inhibir o exacerbar, según su caso, determinados circuitos neuroquímicos, lo que desata una reacción homeostática cerebral que provoca nuevos fenómenos clínicos, no siempre beneficiosos para el paciente. Desempolva así Whitaker conceptos hoy en día relativamente olvidados como la up-regulation receptorial o la psicosis por hipersensibilidad dopaminérgica que le permiten plantear una hipótesis inquietante y herética pero no por ello desdeñable: los psicofármacos no solo no mejoran la enfermedad mental, sino que son los responsables de que el curso de la depresión, la esquizofrenia y, muy significativamente, el trastorno bipolar, haya empeorado en las últimas décadas. La Psiquiatría y sus fármacos serían, pues, los responsables de la Epidemic que denuncia el título de su libro.
Mención aparte merece el estudio que Whitaker realiza de la reactivación y dinamización de la Psiquiatría, desde finales de los años 70, como una rama de la Medicina, fenómeno que relaciona con la necesidad que tenían los psiquiatras estadounidenses de mejorar su estatus profesional y económico, muy de capa caída por aquellas fechas. Para ello, explica, se terminó creando una coalición de intereses entre la APA, la industria, la administración (National Institute of Mental Health) y las asociaciones de familiares de enfermos (National Alliance on Mental Illness), que aportaban las cuatro patas, respectivamente, de cientifismo, financiación, respetabilidad y moralidad necesarias para estabilizar el mueble de la moderna Psiquiatría Biológica.
Como bien señala Angell en su doble reseña, el libro de Whitaker es mucho más transgresor y crítico que los de Kirsch o Carlatt, pero hay que aclarar que la oposición del autor a los psicofármacos no es cerril ni "antipsiquiátrica". Aunque critica su dispensación a largo plazo, les reconoce un posible efecto beneficioso si se utilizan de forma ocasional, intermitente o episódica, en función del estado de los pacientes. Para ello aporta una descripción de primera mano de diversos enfoques alternativos que limitan o evitan el uso de fármacos, entre las que destaca el abordaje psicoterápico familiar de Seikkula en Laponia Occidental (9).
Cualquier revisión de la bibliografía, como cualquier descripción de la realidad, es sesgada. Cada autor dispone de completa libertad para colocar la lupa de su atención en las investigaciones cuyos resultados más le convengan para sostener su tesis. Evidentemente, se puede reprochar a Whitaker que sus propuestas parten de una lectura interesada de la bibliografía o de una selección amañada de sus fuentes, entre las que figuran reconocidos críticos como David Healy o Peter Breggin. Pero también hay que reflexionar sobre la mínima capacidad de la Psiquiatría para cuestionarse la validez y la utilidad de sus intervenciones, entre ellas la de la toma continuada de psicofármacos, que es un dogma en el tratamiento de la esquizofrenia y el trastorno bipolar y empieza a serlo también en la depresión. Estudios de seguimiento demuestran que un porcentaje representativo de pacientes esquizofrénicos pueden tener una evolución favorable después de abandonar los antipsicóticos (10, 11), incluso mejor que los que siguen en tratamiento. También, como demuestra una reciente experiencia, es cuestionable que los pacientes en tratamiento crónico deban tomar medicación oral a diario (12).
Whitaker interpreta que estos resultados apoyan un efecto deletéreo de los fármacos. Una visión alternativa que no chocase con las prácticas clínicas habituales sería concluir que hay ciertos pacientes que pueden evolucionar favorablemente sin un tratamiento antipsicótico prolongado, con lo que evitarían, entre otras cuestiones, la exposición a los efectos secundarios de los fármacos. Si es así, y los estudios más amplios de seguimiento parecen indicarlo, la Psiquiatría, lejos de descalificar las propuestas de Whitaker, tiene ante sí el reto de identificar a estos pacientes y facilitarles el tratamiento más sencillo, cómodo y exento de riesgos. Libros como Anatomy of an Epidemic o críticas como las formuladas por Angell son por lo tanto una oportunidad para que la Psiquiatría se autoexamine, considere la adecuación de sus dogmas y actuaciones y busque intervenciones que consigan una mejor calidad de vida para las personas a quienes atiende.
Bibliografía
(1) Whitaker R. Mad In America: Bad Science, Bad Medicine, And The Enduring Mistreatment Of The Mentally Ill. Cambridge, MA: Perseus Publishing, 2002.
(2) Keller MB, McCullough JP, Klein DN, Arnow B, Dunner DL, Gelenberg, AJ, et al. A Comparison of Nefazodone, the Cognitive Behavioral-Analysis System of Psychotherapy, and Their Combination for the Treatment of Chronic Depression. N Engl J Med 2000; 342:1462-1470.
(3) Angell M. Is Academic Medicine for Sale? N Engl J Med 2000; 342:1516-1518.
(4) Angell M. The Truth About the Drug Companies: How They Deceive Us and What to Do About. New York: Random House, 2004.
(5) Angell M. The Epidemic of Mental Illness: Why?. New York Review of Books, 23 de junio de 2011 [Accesible en: http://www.nybooks.com/articles/archives/2011/jun/23/epidemic-mental-ill-ness-why/?pagination=false; visitado el 4-911].
(6) Angell M. The illusions of Psychiatry. New York Review of Books, 14 de Julio de 2011 [Accesible en: http://www.nybooks.com/articles/archives/2011/jul/14/illusions-of-psychiatry/?pagination=false; visitado el 4-9-11].
(7) Kramer PD. In Defense of An-tidepressants. New York Times, 9 de Julio de 2011 [Accesible en: http://www.nytimes.com/2011/07/10/opinion/sunday/10antidepressants.html?_r=2&pagewanted=all; visitado el 4/9/11].
(8) Hyman SE, Nestler EJ. Initiation and adaptation: a paradigm for understanding psychotropic drug action. Am J Psychiatry 1996; 153: 151-62.
(9) Seikkula J. Open dialogues with good and poor outcomes for psychotic crises: examples from families with violence. J Marital Fam Ther 2002; 28: 263-74.
(10) Harrow M, Grossman LS, Jobe TH, Herbener ES. Do patients with schizophrenia ever show periods of recovery? A 15-year multi-follow-up study. Schizophr Bull 2005; 31: 723-34 [Accesible en: http://schizophreniabulletin.oxfordjournals.org/content/31/3/723.full.pdf+html; visitado el 4/9/11].
(11) Harrow M, Jobe TH. Factors Involved in Outcome and Recovery in Schizophrenia Patients Not on Antipsychotic Medications: A 15-Year Multifollow-Up Study. J Nerv Ment Dis 2007; 195: 406-414.
(12) Remington G, Seeman P, Feingold A, Mann S, Shammi C, Kapur S. "Extended" antipsychotic dosing in the maintenance treatment of schizophrenia: a double-blind, placebo-controlled trial. J Clin Psychiatry 2011; 72: 1042-8
Juan Medrano
DOCUMENTOS EN LA RED
• Adicciones
Guerra a las drogas. Informe de la Comisión Global de Política de Drogas.
Este documento, que cuenta entre sus firmantes con ilustres actores (retirados, muchos de ellos) de la política mundial, se abre con el prístino reconocimiento de que "La guerra global a las drogas ha fracasado, con consecuencias devastadoras para individuos y sociedades alrededor del mundo. Cincuenta años después del inicio de la Convención Única de Estupefacientes, y cuarenta años después que el Presidente Nixon lanzara la guerra a las drogas del gobierno norteamericano, se necesitan urgentes reformas fundamentales en las políticas de control de drogas nacionales y mundiales". Entre sus recomendaciones, "terminar con la criminalización, la marginalización y la estigmatización de las personas que usan drogas pero que no hacen ningún daño a otros", "alentar a los gobiernos a que experimenten con modelos de regulación legal de las drogas a !n de socavar el poder del crimen organizado y para salvaguardar la salud y la seguridad de sus ciudadanos", "ofrecer servicios de salud y tratamiento a los que los necesiten", "comenzar con la transformación del régimen mundial de prohibición de drogas" y, a modo de corolario, "romper el tabú acerca del debate y la reforma. Ahora es el tiempo de actuar". Accesible en español en: http://www.globalcommissionondrugs.org/Report
Adicciones a medicamentos - Addiction to medicine: an investigation into the configuration and commissioning of treatment services to support those who develop problems with prescription-only or over-the-counter medicine
La agencia británica para el tratamiento del abuso de sustancias ha elaborado este documento, que estudia la adicción a medicamentos, ya sean de prescripción obligatoria o de dispensación sin receta, y plantea la situación real al tiempo que se exploran diferentes enfoques de tratamiento: http://www.nta.nhs.uk/uploads/addictiontomedicinesmay2011a.pdf
• Ética y derechos de los pacientes
El uso del aislamiento y la contención en Psiquiatría - The Use of Seclusion and Restraint in Psychiatry.
La asociación canadiense de Psiquiatría publicó hace más de 10 años unas propuestas sobre el uso de estas dos técnicas: indicaciones, cautelas, garantías para los pacientes. Llegada la hora de una revisión o reconsideración el número de agosto de 2011 El Canadian Journal of Psychiatry publica un Position Statement firmado por Gary Chaimowitz, y que fue desarrollado por el comité permanente sobre estándares profesionales de la propia asociación. http://publications.cpa-apc.org/media.php?mid=1185
Personas con discapacidades y participación política
La llamada Comisión de Venecia de la UE para la Democracia a través de la Ley emitió en octubre de 2010 una declaración en la que interpretaba el Código de Buenas
Prácticas en Material Electoral de la Unión, aplicándolo a las personas con discapacidades y su derecho a la participación política. El documento -Interpretative declaration to the code of good practice in electoral matters on the participation of people with disabilities in elections- es accessible en Internet (http://www.venice.coe.int/docs/2010/CDL-AD%282010%29036-e.pdf).
En respuesta a este pronunciamiento, diferentes ONGs han elaborado otro documento - Joint Statement of Non-Governmental Organisations on the Venice Commission's 'Interpretative Declaration to the Code of Good Practice in Electoral Matters on the Participation of People With Disabilities in Elections- que formula algunas puntualizaciones.
Este escrito está accesible igualmente en Internet (http://www.mhe-sme.org/assets/files/publications/political_participation.pdf), con el membrete del Mental Disability Advocacy Center (MDAC), una organización internacional de Derechos Humanos con base en Budapest que promueve los derechos de los niños y adultos con "discapacidades intelectuales y psicosociales" (http://mdac.info/).
Ética para profesionales de la salud. Guía práctica
El Comité de Ética de la Fundación Servicios Residenciales y Asistenciales, SARqua-vitae, ha elaborado una guía práctica titulada "Ética para profesionales de la salud", que se centra en pacientes en la fase final de la vida, atendidos tanto en medio residencial como en su domicilio.
http://www.sarquavitae.es/content/110620%20GUIA%20PRACTI-CA%20170x210_cast_0.pdf
• Guías
Promoción del bienestar mental en el trabajo.
Cada vez son más notorias las repercusiones sanitarias del mundo del trabajo. No solo son desestabilizadores el desempleo o la precariedad en las condiciones laborales o contractuales, sino que también pueden serlo la propia actividad, la dinámica relacional con compañeros, superiores o -en su caso-clientes. Por este motivo, el National Health Service británico se ha propuesto reducir los problemas psicosociales en el trabajo, con el fin de prevenir la aparición de enfermedades cuya atención termina inevitablemente recayendo en el servicio sanitario. Fruto de este afán es una guía ("Promoting mental wellbeing through productive and healthy working conditions: guidance for employers") destinada a todos cuantos desempeñen algún papel en la promoción del bienestar mental en el trabajo. Se cita expresamente a empresarios y directivos de empresas de cualquier dimensión y de cualquier sector, público o privado.
http://www.nice.org.uk/nicemedia/live/12331/45893/45893.pdf
• Asistencia social y sanitaria
El Gasto Farmacéutico en España
Estudio realizado por el Strategic Reasearch Center del EAE Business School. Analiza el gasto público y privado en esta área, y presta una especial atención a la evolución de los genéricos. Destaca que por vez primera, ha descendido el gasto farmacéutico público en nuestro país. Accesible a través de Acta Sanitaria.
http://www.actasanitaria.com/fileset/doc_65031_FICHERO_NOTICIA_49552.pdf
Informe de evolución de la Ley de Dependencia cuatro años después
Elaborado por Observatorio para el Desarrollo de Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, viene a cumplir la Disposición final primera de la Ley, que establece que "transcurridos los tres primeros años de la Ley se realizará una evaluación de los resultados".
http://www.elmedicointeractivo.com/docs/documentos/29611n15.pdf
• Atención en salud mental y polémica
Analyse d'accidents en psychiatrie et propositions pour les éviter
Informe de la Inspection générale des affaires sociales (IGAS) francesa que estudia los incidentes graves que han tenido lugar en centros psiquiátricos franceses (20 homicidios en cinco años), destaca los aspectos estructurales e incluso profesionales que podría ser necesario mejorar para contrarrestar la situación. El informe se ha publicado en un momento de tensión y controversia en Francia ante un Proyecto de ley sobre los derechos de las personas objeto de cuidados psiquiátricos, que se dice es la reacción al fallecimiento de un estudiante a manos de un enfermo mental y que está inspirado en la idea expresada en su momento por el presidente de la república en el sentido de que todos los enfermos mentales son potencialmente peligrosos y potencialmente criminales.
http://lesrapports.ladocumentationfran-caise.fr/BRP/114000287/0000.pdf
Juan Medrano
LIBROS DE LA A.E.N.
(Disponibles a la venta en www.tienda-aen.es)
Estudios
1. M. González Chávez (ed.), La transformación de la asistencia psiquiátrica, 1980.
2. A. Portera, F. Bermejo (eds.), Demencias, 1980. (agotado)
3. S. Mascarell (ed.), Aproximación a la histeria, 1980.
4. T. Suárez, C. F. Rojero (eds.), Paradigma sistêmico y terapia familiar, 1983. (agotado)
5. V. CorcÉS (ed.), Aproximación dinámica a las psicosis, 1983. (agotado)
6. J. espinosa (ed.), Cronicidad en psiquiatría, 1986.
7. J. L. Pedreira Massa (ed.), Gravedad psíquica en la infancia, 1986. (agotado)
8. J. A. Fernández Sanabria, J. Maura Abril, A. Rodríguez Gómez (eds.), I Jornadas de la Sección de Psicoanálisis de la A.E.N., 1986. (agotado)
9. R. Inglott (ed.), El quehacer en salud mental, 1989. (agotado)
10. C. Castilla del Pino (ed.), Criterios de objetivación en ρsicopotología, 1989.
11. A. Bauleo, J. C. Duro, R. Vignale (eds.), La concepción operativa de grupo, 1990.
12. R. Fernández, M. A. García Carbajosa, J. L. Pedreira Massa (eds.), La contención, 1990.
13. M. Desviat (ed.), Epistemología y práctica psiquiátrica, 1990.
14. A. Ingala, R. Gómez, J. Frère, A. González, II y III Jornadas de la Sección de Psicoanálisis, "El malestar en la cultura", 1992.
15. P. Sanromán Villalón (ed.), Jornadas sobre salud mental y ley. Malos tratos a menores, malos tratos a mujeres, separaciones y divorcios, 1993.
16. C. F. Rojero, T. Suárez (eds.), Psicosis de la infancia y la adolescencia, 1993.
17. V. aparicio Basauri (ed.), Evaluación de servicios en salud mental, 1993.
18. J. Mas Hesse, A. Tesoro Amate (eds.), Mujer y salud mental. Mitos y realidades, 1993.
19. A. Fernández Liria, M. Hernández Monsalve, B. Rodríguez Vega (eds.), Psicoterapias en el sector público: un marco para la integración, 1997. (agotado)
20. R. Gómez Esteban (ed.), Grupos terapéuticos y asistencia pública, 1997.
21. J. Leal Rubio (ed.), Equipos e instituciones de salud (mental), salud (mental) de equipos e instituciones, 1997.
22. C. Polo, Crónica del manicomio, 1999.
23. F. Santander (ed.), Etica y praxis psiquiátrica, 2000.
24. F. RlVAS (ed.), La psicosis en la comunidad, 2000. (agotado)
25. E. González, J. M. Comelles (eds.), Psiquiatría transcultural, 2000. (agotado)
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Historia
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2. Robert Burton, Anatomía de la melancolía I, 1997. (agotado)
3. Anselm von Feuerbach, Gaspar Hauser, 1997. (agotado)
4. Robert Burton, Anatomía de la melancolía II, 1998. (agotado)
5. Robert Gaupp, El caso Wagner, 1998.
6. Gerolamo Cardano, El libro de los sueños, 1999.
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9. Tomaso Garzoni, El teatro de los cerebros. El hospital de los locos incurables, 2000.
10. Juana de los Ángeles, Autobiografía, 2001.
11. Francois Leuret, El tratamiento moral de la locura, 2001.
12. Robert Burton, Anatomía de la melancolía III, 2002. (agotado)
13. Laurent Joubert, Tratado de la risa, 2002.
14. Samuel-Auguste Tissot, El onanismo, 2003.
15. Daniel Paul Schreber, Sucesos memorables de un enfermo de los nervios, 2003. (agotado)
16. Raymond Queneau, En los confines de las tinieblas. Los locos literarios, 2004. (agotado)
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21. Patrick Declerck, Los náufragos, 2006.
22. Giovan Battista della Porta, Fisiognomía I, 2007.
23. John Donne, Biathanatos, 2007.
24. Giovan Battista della Porta, Fisiognomía II, 2008.
25. Edgard Zilsel, El genio, 2008.
26. Gladys Swain, Diálogo con el insensato, 2009.
27. José Luis Peset, Las melancolías de Sancho. Humores y pasiones entre Huarte y Pinel, 2010.
28. André Du Laurens, De las enfermedades melancólicas. Jourdain Guibelet, Del humor melancólico, 2011.
Cuadernos Técnicos
1. Salud mental en el mundo: problemas y prioridades en poblaciones de bajos ingresos. 1995. (agotado)
2. La Psicología Clínica en los Servicios Públicos. 2000.
3. La Asociación Española de Neuropsiquiatría y la situación de los enfermos mentales. 2000.
4. Hacia una atención comunitaria de salud mental de calidad. 2000. (agotado)
5. Formación especializada en salud mental. 2000.
6. Rehabilitación Psicosocial del enfermo mental severo. Situación actual y recomendaciones. 2002. (agotado)
7. Observatorio de Salud Mental de la AEN: Análisis de la situación de la atención a la salud mental en las Comunidades Autónomas a diciembre de 2005. 2007.
8. Consenso sobre la promoción de la salud mental, prevención del trastorno mental y disminución del estigma de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. 2007. / Spanish Association of Neuropsychiatry 2007 Consensus on the Promotion of Mental Health, the Prevention of Mental Illness and the Reduction of Stigma. 2007.
9. El ejercicio profesional del Psicólogo Clínico en el Sistema Nacional de Salud. 2008.
10. Consenso sobre Atención Temprana a la Psicosis de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. 2009.
11. Escuela de Salud Mental de la AEN. 2009.
12. Grupo de trabajo de la Asociación Española de Neuropsiquiatría sobre Hospitales de Día. 2009.
13. Situación de la Enfermería de Salud Mental en el Sistema Nacional de Salud. Un estudio descriptivo.
14. Informe sobre la salud mental de niños y adolescentes. 2010.
15. Observatorio de Salud Mental 2010 de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. 2011.