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Nutrición Hospitalaria
versión On-line ISSN 1699-5198versión impresa ISSN 0212-1611
Nutr. Hosp. vol.22 no.4 Madrid jul./ago. 2007
Efectos beneficiosos en niños sanos del consumo de un producto lácteo que contiene dos cepas probióticas. Lactobacillus coryniformis CECT5711 y Lactobacillus gasseri CECT5714
Beneficial effects of consumption of a dairy product containing two probiotic strains, Lactobacillus coryniformis CECT5711 and Lactobacillus gasseri CECT5714 in healthy children
F. Lara-Villoslada, S. Sierra, J. Boza, J. Xaus y M. Olivares
Departamento de Inmunología y Estudios preclínicos. Puleva Biotech. Granada. España.
Dirección para correspondencia
RESUMEN
Objetivo o antecedente: En las últimas décadas la manipulación de la microbiota intestinal mediante el uso de probióticos ha adquirido un gran interés en el tratamiento y prevención de determinadas patologías infantiles. Además actualmente existen multitud de estudios que demuestran que las bacterias probióticas podrían tener un importante papel en el desarrollo del sistema inmunitario. Estudios recientes sugieren que dos cepas probióticas, Lactobacillus coryniformis CECT5711 y Lactobacillus gasseri CECT5714 mejoran la función intestinal de adultos sanos y potencian la respuesta inmunitaria. Dado que son muy pocos los estudios que analizan el papel de los probióticos en niños sanos, principales consumidores de estos productos, el objetivo del presente trabajo fue analizar los efectos de la administración conjunta de estas dos cepas probióticas en un producto lácteo fermentado en niños sanos.
Intervenciones: Se reclutaron 30 niños de entre 3 y 12 años sin patología gastrointestinal conocida. Además de su dieta habitual, durante las 3 primeras semanas los niños recibieron 200 ml de un yogurt convencional que contenía Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus. A continuación este yogurt se sustituyó por 80 ml de un producto probiótico (Max Defensas® Puleva FOOD S.L.) que contenía la misma cantidad de Streptococcus thermophilus y donde el L. bulgaricus fue substituido por la misma cantidad de una mezcla de las bacterias probióticas objeto del estudio: L. coryniformis CECT5711 y L. gasseri CECT5714. Se tomaron muestras de heces y de saliva al comienzo del estudio, a las 3 semanas y al finalizar el estudio. Durante estas 6 semanas los niños no tomaron otro yogurt o probiótico que no fueran los citados anteriormente. Se analizó la microbiotafecal de los niños, la toxicidad de las aguas fecales y la capacidad de éstas para inhibir la adhesión de Salmonella cholerasusis ssp. cholerasuis a mucinas intestinales. Finalmente se determinó la concentración de IgA en heces y en saliva.
Resultados: El consumo del producto probiótico objeto del estudio fue bien tolerado por todos los niños. Se observó un aumento del número de lactobacilos en las heces tras 3 semanas de consumo del probiótico. Además la toxicidad de las aguas fecales fue significativamente inferior tras el consumo del probiótico (P < 0,05). La inhibición de la adhesión de S. cholerasuis a mucinas intestinales fue significativamente (P < 0,05) mayor con las aguas fecales de los niños tras el consumo del probiótico en comparación con los homogeneizados iniciales y los obtenidos tras el consumo del yogurt convencional. Porúltimo, el consumo del probiótico aumentó significativamente la concentración de IgA en las heces y en la saliva (P < 0,05).
Conclusiones: La administración de un producto probiótico que contiene L. coryniformis CECT5711 y L. gasserii CECT5714 mejora la flora intestinal de niños sanos, favoreciendo la defensa frente a agresiones e infecciones gastrointestinales por inhibición de la adhesión de patógenos y potenciación de la respuesta inmunitaria.
Palabras clave: Probióticos. Niños. Tracto gastrointestinal. Sistema inmunitario.
ABSTRACT
Objective: In the last decades there has been an increasing interest in the manipulation of intestinal microbiota with probiotics for the prevention and treatment of certain paediatric diseases. In addition, it has been suggested that probiotics could play a role in the development of immune system. Recent studies suggest that the administration of two probiotic strains, Lactobacillus coryniformis CECT5711 and Lactobacillus gasseri CECT5714 improves intestinal function of healthy adults and enhances the immune response. Since there are few studies reporting the use of probiotic in children, the main consumers of these products, the aim of the present study was to analyze the effects of the administration of the mentioned probiotic strains in healthy children.
Interventions: 30 children (age range 3-12) with no gastrointestinal pathology were included in the study. In addition to their usual diet, during the first 3 weeks they received 200 ml of a conventional yogurt containing Lactobacillus bulgaricus and Streptococcus thermophilus. During the following three weeks this yogurt was substituted for 80 ml of a probiotic product (Max Defensas®, Puleva Food S.L.) containing the same amounts of Streptococcus thermophilus and the L. bulgaricus was substituted by a mixture of the target probiotic strains: L. coryniformis CECT5711 and L. gasseri CECT5714. Samples of faeces and saliva were taken at the beginning of the protocol, at week 3 and at the end of the study. Intestinal microbiota, faecal citotoxicity and the inhibition of Salmonella cholerasusis ssp. cholerasuis adhesion to intestinal mucins by the faeces were analyzed. Finally, IgA concentration was determined in the faecal and saliva samples.
Results: Tolerance of the probiotic product was good in all the children included in the study. An increase in faecal lactobacilli counts was shown at the end of the experimental protocol (P < 0,05). In addition citotoxicity of faecal samples was significantly (p < 0.05) reduced after probiotic consumption. The inhibition of S. cholerasuis adhesion to intestinal mucins was significantly higher (P < 0.05) for faecal waters from children in week 6 compared to samples form week 0 and 3. Probiotic consumption was also shown to increase IgA concentration in faeces and saliva (P < 0.05).
Conclusions: The consumption of a probiotic product containing L. coryniformis CECT5711 and L. gasseri CECT5714 improves intestinal flora of healthy children, enhancing the defence against gastrointestinal aggressions and infections both by inhibiting pathogen adhesion to intestinal mucins and enhancing the immune function.
Key words: Probiotics. Gastrointestinal tract. Inmune system.
Introducción
El tracto gastrointestinal humano es el hábitat de una gran cantidad y variedad de microorganismos. De hecho, se calcula que en un adulto la cantidad total de bacterias a nivel intestinal (1014 ufc) es diez veces superior al total de células eucariotas del organismo1 . La presencia de estas bacterias no es casual, sino que juegan un papel importante en el correcto desarrollo y funcionamiento del organismo.
Las bacterias que constituyen la microbiota intestinal son metabólicamente activas e interaccionan continuamente con el ambiente que les rodea (sistema inmunitario de las mucosas, otras bacterias, epitelio intestinal, etc.) por lo que son capaces de influir significativamente en el desarrollo post-natal y, en general, en la fisiología del hospedador2. Por esta razón existe un interés creciente en el estudio de la manipulación de la microbiota intestinal, con objeto no sólo de mejorar la función intestinal sino también conseguir otros efectos beneficiosos. La administración de probióticos, que se definen como microorganismos vivos que administrados en cantidades adecuadas aportan un beneficio para la salud del hospedador3, ha sido muy estudiada en las últimas dos décadas precisamente como medio para modificar la microbiota intestinal e influir en las funciones fisiológicas en las que está implicada.
Así, diferentes estudios clínicos demuestran que la administración de probióticos es efectiva en la prevención y tratamiento de diferentes trastornos gastrointestinales. La administración de probióticos ha demostrado ser eficaz en la reducción de la incidencia y del tiempo de duración de distintos tipos de diarrea: diarrea asociada a antibióticos4, gastroenteritis por rotavirus5 o diarrea nosocomial6. El tratamiento con probióticos se ha probado también en la inflamación intestinal, otra patología en la que la microbiota juega un papel clave. En pacientes con colitis ulcerosa la administración oral de una cepa no patógena de Escherichia coli tuvo la misma eficacia que la mesalazina en el mantenimiento de la remisión de la enfermedad7.
No obstante, el efecto de los probióticos no se limita a la mejora de la función intestinal, sino que diferentes estudios clínicos han demostrado que estas bacterias podrían tener también efectos sistémicos y participar en la regulación del sistema inmunitario. Así, Schiffrin y cols., han demostrado que el consumo de ciertas cepas de probióticos durante tres semanas aumenta la capacidad fagocítica de leucocitos periféricos en adultos sanos8. También se han observado efectos interesantes en la respuesta a vacunas, y así se ha demostrado una mejor respuesta a la inmunización frente a Salmonella cholerasuis en voluntarios que consumieron un yogurt con probióticos9.
A pesar de sus demostrados efectos beneficiosos, los estudios sobre el uso de probióticos en niños se han limitado al tratamiento de ciertas patologías, especialmente la diarrea. Por ejemplo, se ha demostrado que la administración de Bifidobacterium bifidum y Streptococcus thermophilus reduce la incidencia de diarrea aguda en niños hospitalizados5. Sin embargo el uso de probióticos en niños sanos está muy poco documentado, a pesar de que constituyen el principal colectivo consumidor de estos productos. El reciente descubrimiento de bacterias probióticas en la leche humana10, y su posible relación con los efectos beneficioso de la lactancia, avala la utilización de estas bacterias también durante la edad infantil, en la que podrían jugar un importante papel en el correcto funcionamiento del tracto gastrointestinal y en el desarrollo del sistema inmunitario.
Recientes trabajos de nuestro laboratorio han demostrado que la administración conjunta de Lactobacillus coryniformis CECT5711 y Lactobacillus gasseri CECT5714 mejora la función intestinal de adultos sanos11 y estimula la respuesta inmunitaria innata y también la específica12. Dados los resultados positivos del estudio en adultos sanos y la escasez de estudios clínicos que evalúen los beneficiosos de los probióticos en niños sin patología gastrointestinal, el objetivo de este estudio fue analizar si la administración conjunta de las dos cepas probióticas citadas anteriormente tenía efectos beneficiosos en niños sanos, evaluando la función intestinal y los posibles efectos sobre el sistema inmunitario.
Material y métodos
Voluntarios y protocolo del estudio
Todos los voluntarios incluidos en este estudio fueron niños con edades comprendidas entre los 3 y los 12 años sin enfermedad gastrointestinal conocida. La prescripción facultativa de tratamiento antibiótico en algún momento de las 6 semanas de duración del estudio supondría la exclusión del voluntario del mismo. Sin embargo se consiguió reclutar a 30 niños (17 niños y 13 niñas) de edad media 5,53 ± 2,87 y todos ellos completaron el estudio.
El protocolo se dividió en 2 periodos: las 3 primeras semanas los niños consumieron diariamente, además de su dieta habitual, 200 ml de un yogurt (Puleva Food S. L., España) que contenía 2 x 107 ufc de Lactobacillus bulgaricus sp. delbrueki y 5 x 105 ufc/ml de S. thermophilus, con el propósito de homogenizar la población objeto de estudio y habituar a los voluntarios al consumo de este producto. Las 3 semanas restantes los voluntarios consumieron diariamente un producto probiótico consistente en 80 ml de una leche fermentada (Puleva Max defensas®, Puleva Food S. L., España) que contenía la misma concentración de S. thermophilus que el yogurt anterior pero se sustituyó el L. bulgaricus por una mezcla de L. coryniformis CECT5711 (1,8 x 107 cfu/g) y L. gasseri CECT5716 (0,2 x 107 cfu/g). Durante todo el estudio los voluntarios no tomaron ningún producto lácteo fermentado que no fueran los descritos anteriormente. El protocolo se llevó a cabo de acuerdo con la declaración de Helsinki y se obtuvo consentimiento informado de los padres de los niños.
Determinaciones
Se tomaron muestras de heces y saliva al principio (t0) a las 3 semanas (t3) y al final del estudio (t6). Las muestras de heces se utilizaron para analizar la composición microbiana, contenido de agua, concentración de IgA y toxicidad de las aguas fecales. Además se analizó la capacidad de las aguas fecales para inhibir la adhesión de Salmonella cholerasuis ssp. cholerasuis a mucinas intestinales. Las muestras de saliva se utilizaron para determinar la concentración de IgA.
Análisis de la composición microbiana de las heces
Para evaluar la composición microbiana, las muestras de heces fueron homogenizadas en agua de peptona tamponada. Diluciones apropiadas fueron cultivadas en superficie en placas de los medios adecuados a cada bacteria: MRS agar (Oxoid, Basingstoke, UK) para lactobacilos, MRS agar suplementado con 0,5 mg/L dicloxacilina, 1 g/L LiCl y 0,5 g/L hidrocloruro de L-cisteína para bifidobacterias, Reinforced Clostri-dial suplementado con 20 μg/ml de polimixina para clostridios, Esculine Bile Agar para bacteroides. Para el cultivo de enterobacterias y aerobios totales se utilizaron Petrifilms (3M St Paul, MN). Las placas fueron incubadas a 37 ºC durante 24 h en condiciones de anaerobiosis para la cuantificación de lactobacilos, bifidobacterias, bactaeroides y clostridios y en condiciones de aerobiosis para la cuantificación de enterobacterias y aerobios totales. Las concentraciones finales fueron expresadas en log ufc/g de heces. Las colonias de lactobacilos en las muestras del t6 fueron identificadas mediante el método de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para comprobar cuántos de los voluntarios presentaban las cepas administradas (L. coryniformis y L. gasseri).
Determinación del contenido de agua de las heces
El contenido de agua de las heces se determinó por diferencia de peso antes y después de secar las muestras en estufa a 60 ºC durante 3 días. Los resultados se expresaron en porcentaje de agua.
Citotoxicidad de las aguas fecales
Las heces de los voluntarios se resuspendieron en agua de peptona tamponada a la concentración de 100 mg/ml y se centrifugaron a 13.000xg durante 5 min para recoger los sobrenadantes que son las denominadas aguas fecales. Para analizar la actividad citotóxica de estas aguas fecales se utilizó un ensayo de lisis celular previamente descrito14. Se utilizó una línea celular de adenocarcinoma humano (HT-29). Las células se cultivaron en DMEM (Life Technologies, Rockville, MD) con suero fetal bovino (100 g/l), L-glutamina (300 mg/L), penicilina (100.000 U/L) y estreptomicina (100 mg/L) a 37 ºC en una atmósfera humidificada con 5% de CO 2 . Las células fueron cultivadas en placas de 96 pocillos (50.000 células/pocillo). Tras centrifugar los homogeneizados fecales, los sobrenadantes fueron filtrados (filtros de 0,45 μm de diámetro de poro) y añadidos a 50 μg/ml a las células. Los cultivos fueron incubados durante 24 h y posteriormente las células se lavaron dos veces con tampón fosfato y se fijaron con formaldehído al 4% durante 30 min a temperatura ambiente. A continuación y después de dos lavados en agua bidestilada las células se tiñeron con cristal violeta al 0,1% durante 20 min. Finalmente después de dos lavados más las células se dejaron secar a 37 ºC y se procedió al revelado con HCl 0,1 M durante 5 min, midiendo la absorbancia a 630 nm. Se utilizaron como control negativo algunos pocillos en los que no se añadió sobrenadante y cada punto se midió por cuadruplicado.
Inhibición de la adhesión de Salmonella cholerasuis ssp. cholerasuis a mucinas intestinales
La adhesión de la bacteria a mucinas se determinó siguiendo un método previamente descrito15. De forma breve, 100 μl de una solución (1 mg/ml) de mucina de cerdo (Sigma, St Louis, MO, USA) en solución salina tamponada HEPES Hank (HH) fueron adicionados a cada pocillo de una placa de poliestireno de 96 pocillos. Después de una incubación de 12 h a 4 ºC, los pocillos se lavaron con 250 μl de la solución HH. En paralelo la bacteria se cultivó durante 12 h a 37 ºC en Tryptic Soy Broth (TSB) en tubos de 1 ml. Tras centrifugación de estos tubos los sedimentos se resuspendieron en 10 μl de una solución de carboxifluoresceína 10 mM (Sigma) y se incubaron a 37 ºC durante 20 min. Finalmente las bacterias se sometieron a 3 lavados con la solución HH y resuspendidas en 1 ml de HH. 50 μl de cada suspensión de bacterias fluorescentes (5 x 107 cfu) fueron añadidos a cada pocillo junto con 50 μl de las aguas fecales o 50 μl de tampón fosfato potásico como control. Tras 1h de incubación a 37 ºC los pocillos se sometieron a 2 lavados en solución HH con objeto de eliminar las bacterias no adheridas a la mucina.
Las células adheridas fueron despegadas mediante incubación a 60 ºC durante 1h en presencia de 50μl/pocillo de una solución con lauril-sulfato sódico (1%) y NaOH (0,1 M). Por último, se midió la fluorescencia mediante un lector automático (Tecan Austria GMBH, Salzburg, Austria). La adhesión se expresó en porcentaje de células adheridas en función de las células iniciales. Los homogeneizados fecales de cada voluntario fueron analizados por cuadruplicado.
Determinación de la concentración de IgA
Se utilizó un método de ELISA comercial (Bethyl laboratories) siguiendo las instrucciones del fabricante.
Análisis estadístico
Los resultados se analizaron con el programa SPSS (versión 12.0, Chicago, EE.UU.) y se expresan como media ± error estándar medio (EEM). El análisis del efecto longitudinal de los productos fermentados en los diferentes tiempos se llevó a cabo mediante ANOVA de una vía con medidas repetidas seguido del test-t pareado. Las diferencias fueron consideradas estadísticamente significativas para valores de P < 0,05.
Resultados
El producto probiótico fue bien tolerado por todos los voluntarios sin que ninguno de ellos manifestara ningún efecto adverso relacionado con el consumo de dicho producto. Además las características organolépticas del producto fueron muy bien aceptadas. La evaluación de los voluntarios reveló que la salud de los participantes fue buena durante todo el estudio. La flora fecal de los voluntarios fue analizada al inicio del estudio y al final de cada etapa del protocolo (t3 y t6). Como se observa en la tabla I, la ingesta de 200 ml de un yogurt convencional no modificó de forma significativa la microbiota fecal de los voluntarios (t0 vs t3). Sin embargo, tras 3 semanas de ingesta diaria del producto que contenía L. coryniformis y L. gasseri el número de lactobacilos en las heces de los voluntarios aumentó de forma significativa (t3 vs t6) (P < 0,05). Además las colonias de lactobacilos obtenidas a las 6 semanas (t6) fueron identificadas por PCR, encontrándose L.coryniformis en el 97% de los voluntarios y L. gasseri en el 50% (datos no mostrados). El resto de poblaciones bacterianas no se vieron afectadas de forma significativa (P < 0,05) por el consumo del yogurt convencional ni por el producto que contenía las cepas contenía las cepas probióticas objeto de estudio. Tampoco se modificó la consistencia de las heces de los voluntarios, como se demuestra por el contenido de agua que no se vio modificado de forma significativa a lo largo del estudio.
La actividad metabólica de la microbiota intestinal y la cantidad de agua de las heces tienen una gran influencia en la concentración de metabolitos tóxicos en el intestino. Para analizar este aspecto se estudió la toxicidad de las aguas fecales de los voluntarios sobre una línea celular de intestino humano. Nuestros resultados demuestran que la ingesta diaria del probiótico produjo una disminución significativa de la citoxicidad de los homogeneizados fecales (fig. 1). Este resultado, junto con el mayor contenido de lactobacilos en la heces de los voluntarios, sugiere que el probiótico modifica la flora intestinal de los niños reduciendo la producción de metabolitos tóxicos. Uno de los efectos beneficiosos más documentados de los probióticos es la capacidad de prevenir las infecciones gastrointestinales por microorganismos patógenos. Con objeto de analizar este aspecto, se midió la capacidad de inhibición de adhesión de Salmonella cholerasuis a mucinas intestinales por los homogeneizados fecales. La figura 2 muestra cómo las aguas fecales del t6 producen una inhibición de la adhesión de Salmonella a mucinas intestinales significativamente mayor que las muestras del t0 y t3. Estos datos sugieren que las cepas de lactobacilos incluidas en el probiótico podrían ser las responsables de este efecto. Por último, se trató de evaluar el impacto que tenía el consumo del probiótico en algunos parámetros inmunológicos de niños sanos. Concretamente se determinó la concentración de IgA, puesto que esta inmunoglobulina es la principal responsable de la defensa específica frente a microorganismos patógenos a nivel de las mucosas. Nuestros resultados muestran que la concentración de IgA en las heces de los voluntarios aumentó de forma significativa a las 6 semanas (fig. 2). Este aumento se vio también reflejado en las muestras de saliva, lo que sugiere que las cepas L. coryniformis y L. gasseri tienen un importante efecto potenciador de la defensa frente a microorganismos patógenos que además no se limita al ámbito gastrointestinal sino que se extiende a otras mucosas.
Discusión
Diferentes estudios clínicos han demostrado que el consumo de probióticos es eficaz en la prevención y tratamiento de determinadas enfermedades infantiles, especialmente aquellas que afectan al tracto gastrointestinal. Sin embargo son pocos los estudios que han evaluado el efecto beneficioso de estas bacterias en niños sanos, probablemente debido a la dificultad de tomar determinadas muestras en este tipo de voluntarios. Por esta razón nos propusimos como objetivo analizar los efectos beneficiosos de dos cepas probióticas: L. coryniformis CECT5711 y L. gasseri CECT5714 en niños sanos de entre 3 y 12 años. Se analizaron los beneficios de estas bacterias a nivel gastrointestinal y también su posible implicación en la respuesta inmunitaria frente a microorganismos patógenos. Nuestros resultados muestran que el consumo del probiótico durante 3 semanas modifica la flora intestinal de niños sanos, aumentando el contenido de bacterias del género Lactobacillus. Está ampliamente descrito que este tipo de bacterias tiene importantes beneficios en la mejora de la función intestinal y también existe un creciente interés en el estudio de sus posibles efectos inmuno-moduladores16. En un reciente estudio clínico llevado a cabo en nuestro laboratorio ya se demostró que el consumo del mismo producto probiótico objeto de este trabajo aumenta el número de lactobacilos presentes en las heces de adultos sanos11. Además este producto mejoró la función intestinal de los voluntarios, aumentando el volumen y la frecuencia de las deposiciones y mejorando su percepción de bienestar.
En el presente trabajo, el aumento de lactobacilos en las heces de los niños estuvo acompañado de una menor actividad citotóxica de dichas heces, lo que sugiere que estas bacterias podrían favorecer el proceso de detoxificación a nivel intestinal. De hecho se ha publicado que el consumo de probióticos reduce la carga de agentes genotóxicos a nivel intestinal y se ha relacionado este efecto con una posible actividad anticarcinogénica en un modelo animal de cáncer de colon17.
Además de mejorar la función intestinal, el producto probiótico que contiene L. coryniformis y L. gassseri podría tener efectos muy beneficiosos en la defensa del niño frente a infecciones gastrointestinales. Nuestros resultados muestran que tras 3 semanas de consumo del probiótico las heces de los niños presentaban una actividad inhibitoria de la adhesión de Salmonella cholerasuis a mucinas intestinales. Aunque habría que analizarlo en mayor profundidad, la producción de sustancias antimicrobianas por parte de las bacterias probióticas podría estar implicada en este efecto. Este aspecto no se ha evaluado en el presente trabajo, pero diferentes estudios demuestran que estas bacterias producenácidos grasos de cadena corta que disminuyen el pH creando un ambiente hostil para las bacterias patógenas18. También se ha demostrado la producción de sustancias antimicrobinas por diferentes especies del género Lactobacillus19.La inhibición de la adhesión de bacterias patógenas al epitelio intestinal, que supone un primer paso en el proceso infeccioso, podría deberse también a la competición que se establece entre estas bacterias y los lactobacilos. En este trabajo se han utilizado aguas fecales, que no contienen bacterias, y por tanto la competición entre bacterias no sería válida para explicar el efecto observado. Sin embargo este mecanismo de competición ha sido previamente descrito en varias publicaciones que demuestran que ciertas especies del género Lactobacillus inhiben la adhesión de patógenos como Escherichia coli a células intestinales20. Parece que las adhesinas recientemente encontradas en la superficie de estas bacterias probióticas podrían jugar un papel clave en este efecto antiinfeccioso20. Otro posible mecanismo a través del cual las bacterias probióticas podrían proteger frente a infecciones es su posible efecto inmuno-modulador. En este sentido nuestros resultados demuestran que el consumo del producto probiótico durante 3 semanas aumenta significativamente los niveles de IgA, no sólo en las heces de los niños sino también en las muestras de saliva. Los efectos inmuno-moduladores de L. coryniformis y L. gasseri en adultos sanos han sido recientemente publicados12. Según este estudio, el consumo de este mismo producto probiótico durante 4 semanas produjo un aumento significativo de IgA en el suero de adultos sanos, aunque la concentración de IgA en heces no se modificó de forma significativa. Además se observó un aumento significativo de la actividad Natural Killer y de la fagocitosis en los adultos que consumieron el probiótico durante 4 semanas. También se observó un aumento de la IL-10 en el suero de los voluntarios. Esta citoquina inmunomoduladora podría ser responsable de la mayor producción de IgA, ya que se ha descrito que la IL-10 favorece la respuesta Th3 en la que la producción de IgA está favorecida. Aunque por motivoséticos no se pudieron tomar muestras de sangre de los niños, el aumento de IgA en las heces y en la saliva, junto con los resultados observados en adultos, sugiere que las cepas L. coryniformis y L. gasseri tienen actividad inmuno-moduladora también en niños, favoreciendo la defensa frente a infecciones. La interacción de los probióticos con el sistema inmunitario ha cobrado un gran interés y se ha relacionado con los efectos positivos de los probióticos en patologías frecuentes en niños como la alergia a la proteína de la leche de vaca o la dermatitis atópica22. Sin embargo, hasta ahora no existían estudios que mostraran esta actividad inmunomoduladora en niños sanos.
En definitiva podemos concluir que el consumo durante 3 semanas de un producto probiótico que contiene L. coryniformis y L. gasseri es bien tolerado por niños de entre 3 y 12 años, modificando la microbiota intestinal de éstos. Probablemente debido a esta alteración de la microbiota, el producto probiótico estudiado reduce la presencia de tóxicos a nivel intestinal y mejora la defensa del niño frente a infecciones intestinales. Además, y aunque serían necesarios más estudios para confirmarlo, nuestros resultados sugieren que el efecto inmuno-modulador del probiótico no se limita al intestino sino que podría extenderse a otros tejidos.
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Dirección para correspondencia:
F. Lara-Villoslada.
Departamento de Inmunología y Estudios Preclínicos.
Puleva Biotech.
Camino de Purchil, 66.
18004 Granada.
E-mail: flara@pulevabiotech.es
Recibido: 17-XI-2006.
Aceptado: 21-V-2007.