INTRODUCCIÓN
El aceite de palma es apto para el consumo humano y es a nivel mundial el que mayor producción, importación, exportación y consumo doméstico presenta 1. Características como la resistencia a la oxidación, su elevado punto de fusión y su bajo coste han contribuido a la expansión de su uso en la industria alimentaria. En países de Asia, África y Sudamérica es aceite de consumo (crudo o para cocinar); en cambio, en la cultura occidental lo utilizamos principalmente como ingrediente en alimentos procesados, señalados por las sociedades científicas como de consumo ocasional. Comparado con otros aceites vegetales, el aceite de palma contiene mayor proporción de ácidos grasos saturados (AGS) de cadena larga (12-18 carbonos) 2, por lo que se le han atribuido efectos negativos para la salud. Desde hace años, los organismos internacionales recomiendan un aporte energético procedente de ácidos grasos saturados (AGS) inferior al 10% en el marco de una dieta equilibrada 3,4, aunque, como muestra la Tabla 1, no hay consenso entre ellos. En la misma línea, la Fundación Italiana de la Nutrición se ha posicionado incluyendo las grasas saturadas del aceite de palma en el cómputo de la ingesta de AGS, que en total no debe exceder el 10% de las kcal de la dieta 4. La composición del aceite de palma dependerá de la especie de palma de la que se obtiene 5,6, del grado de maduración del fruto 7 y de la parte del fruto de la que se extrae 8, sin olvidar que el procesado del aceite determinará su composición final. En este sentido, el aceite crudo es rojo por su elevado contenido en carotenoides, además de tocoferoles y tocotrienoles, que se pierden en gran parte durante el proceso de refinado, blanqueamiento y desodorización 9.
Elaboración propia a partir de diversas fuentes. AGS: ácidos grasos saturados; AGM: ácidos grasos monoinsaturados; AGP: ácidos grasos poliinsaturados; EPA: ácido eicosapentaenoico; DHA: ácido docosahexaenoico; AHA: American Heart Association; FESNAD: Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética; FAO: Food and Agriculture Organization; OMS: Organización Mundial de la Salud.
Dada la controversia existente, nuestro objetivo es profundizar en el conocimiento sobre la composición del aceite de palma y sus efectos sobre la salud cardiovascular. Para ello, hemos vuelto a revisar los 67 artículos incluidos en las dos principales revisiones sobre el aceite de palma, y alguno más reciente, evaluando su calidad metodológica en base a los criterios que se recogen en la Tabla 2 y cuya evaluación se puede consultar con más detalle en la Tabla 6 del Anexo 1.
COMPOSICIÓN DEL ACEITE DE PALMA
El aceite de palma está compuesto por AGS y AG insaturados (AGI) casi en la misma proporción. Sin embargo, algunos factores pueden favorecer un perfil menos saturado. Las diferentes especies de planta (Elaeis guineensis, E. oleifera y el cruce de ambas, OxG [híbrida]), los tipos de fruto (dura, tenera y pisífera), la parte del fruto que se use en la obtención del aceite (mesocarpio o almendra), así como el procesado al que se someta el aceite, determinarán su composición en AG y su acción fisiológica. La Tabla 3 resume el contenido en diferentes AG del aceite de palma y palmiste, así como sus fracciones.
AGS: ácidos grasos saturados; AGM: ácidos grasos monoinsaturados; AGP: ácidos grasos poliinsaturados, AGI: ácidos grasos insaturados. Elaboración propia a partir de los datos de Codex Alimentarius (14).
PALMISTE
El aceite de palmiste se obtiene de la almendra del fruto de la palma. Su contenido de AGS es muy superior al de AGI (82/18%) 15. Asimismo, se ha encontrado una proporción de 85/15% (AGS/AGI) en el aceite obtenido de E. guineensis, con mayor presencia de AGS que en el de la variedad híbrida OxG (77/23%) y en el de E. oleifera (76/24%) 8. Esto se debe principalmente al elevado contenido en ácidos láurico y mirístico del aceite de palmiste 8,15.
Las necesidades de la industria requieren la utilización de diferentes fracciones del aceite de palmiste, entre ellas la estearina, que por su característica solidez y su bajo coste es empleada a menudo en repostería en sustitución de la manteca de cacao.
PALMA
El aceite de palma se obtiene del mesocarpio del fruto de la palma. Es el más estudiado, principalmente por su composición de AG. A diferencia del aceite de palmiste, presenta una proporción AGS/AGI más equilibrada, con rangos de 49,4/50,5% 15,16 o 46/56% 5. Podría considerarse que el aceite de palma presenta un perfil de AG más saludable que el de palmiste por su mayor concentración de ácidos oleico y linoleico 8, pero la elevada concentración de ácido palmítico, que representa casi la totalidad de AGS, se ha sugerido como un aspecto negativo, que justificaría la asociación del aceite de palma con enfermedad cardiovascular (ECV) 17,18. Sin embargo, la concentración de ácido palmítico se reduce en las fracciones de oleína y superoleina de palma 14. Además, como se explicará más adelante, la posición que ocupan los AG en los triglicéridos (TG) del aceite de palma tiene un papel fundamental en su absorción y biodisponibilidad.
El aceite de palma crudo, o aceite de palma rojo (RPO), debe su característico color a la elevada concentración de pigmentos naturales como los carotenoides y, en menor medida, a otros compuestos antioxidantes como licopeno y xantofilas. El alto contenido en β-carotenos y tocoferoles ha contribuido a que se considere una alternativa plausible para mitigar la deficiencia de vitamina A y E en poblaciones de Asia y África 19,20. La concentración de carotenos ronda los 500-700 mg/kg. El β-caroteno es el mayor precursor de origen vegetal de la síntesis de vitamina A en el organismo humano, con una concentración de 375 mg/kg 15. La alta concentración de tocoferoles y tocotrienoles en el aceite de palma ha recibido especial atención por ser precursores de vitamina E. Su concentración en el RPO se ha situado entre 600 y 1.000 mg/kg dependiendo de los autores 15,21. Tanto los tocoferoles como los tocotrienoles están compuestos por cuatro isoformas análogas (α, β, γ, δ), saturadas en los primeros e insaturadas en los segundos. De la vitamina E total del aceite de palma, los tocotrienoles representan el 70-80% y los tocoferoles, el resto 15,22. La elevada concentración de tocotrienoles ha llevado a sugerir una potencial actividad antioxidante, antiinflamatoria, antitrombótica e incluso anticancerígena 23,24,25,26. Investigaciones recientes con suplementos de tocotrienoles y carotenos procedentes de la palma en función vascular y enfermedad cardiovascular en personas de riesgo no mostraron efectos positivos ni negativos sobre esta patología 27.
La industria alimentaria usa aceite de palma previamente sometido a procesos de refinado, blanqueamiento y desodorización (RBD), durante los que se destruyen la gran mayoría de carotenoides, licopeno, xantofilas, tocoferoles y tocotrienoles, disminuyendo drásticamente los potenciales beneficios del RPO 9,14.
METABOLISMO DE LOS TRIGLICÉRIDOS (LA HIPÓTESIS sn-2)
Como es bien sabido, un TG consta de una molécula de glicerol y tres AG, no necesariamente iguales entre sí. En función de los AG que se unan al glicerol y la posición que ocupen en el TG, así serán las propiedades de la grasa, su metabolismo y los efectos que esta tendrá sobre el organismo 9,28,29. En las grasas de origen vegetal, el ácido palmítico representa casi la totalidad de AGS, ocupando mayoritariamente las posiciones sn-1 y sn-3, y se considera neutro en cuanto a sus efectos sobre el colesterol plasmático. En cambio, en las grasas de origen animal ocupa más frecuentemente la posición sn-2 28. Está bastante extendida la teoría de que durante el metabolismo, dos lipasas liberan los AG situados en sn-1 y sn-3, de modo que los AG absorbidos en los monoglicéridos ocupan la posición sn-2 y los AG libres se emplean en la síntesis de nuevos TG o se eliminan saponificados 29 (Fig. 1). En el caso del aceite de palma, se ha enfatizado en la posición de los AG monoinsaturados (AGM), sobre todo el ácido oleico en sn-2, y la mayor concentración de AGS (ácido palmítico) en las posiciones sn-1 y sn-3, ya que la singularidad de la localización de los AGM en sn-2 puede favorecer una mayor absorción de estas grasas 4,30.
En productos como margarinas, confitería, bollería, etc., la industria alimentaria requiere aceites con mayor temperatura de fusión, recurriendo al uso de aceite de palma interesterificado (API). Este aceite es sólido a temperatura ambiente y tiene una mayor proporción de ácido palmítico en posición sn-2 (hasta un 40%) que la oleína de palma (10%) 31. El API origina una lipemia posprandial menor que el aceite de palma per se en las tres primeras horas, aunque esta se mantiene elevada durante más tiempo (6-8 h) 31. Esta variación de la lipemia posprandial en el tiempo puede deberse a la diferente tasa de absorción según la posición del ácido palmítico en el TG. A pesar de que la lipemia posprandial con el API es menor que con la oleína de palma en las primeras ocho horas, para obtener conclusiones sobre su impacto en el metabolismo lipoproteico debe considerarse el desconocimiento existente en periodos más largos. Para determinar un posible efecto negativo del API sobre el metabolismo lipoproteico a medio-largo plazo, aumentando el colesterol transportado por lipoproteínas de baja densidad (LDLc) y los TG circulantes, habría que estudiar la absorción del ácido palmítico situado en sn-2 en periodos de tiempo superiores a ocho horas. Algunos autores argumentan que la lipemia posprandial a corto plazo puede no ser representativa del metabolismo lipoproteico 32, lo que cuestiona la transferibilidad de los datos de Sanders y cols. (2011) 31.
La asociación entre la sustitución del ácido palmítico de la dieta y un menor riesgo cardiovascular (RCV) ha sido establecida en varios estudios 33,34-35. Sin embargo, estos investigadores no han determinado las diferentes posiciones del ácido palmítico en los TG del aceite de palma o en la grasa animal, añadiendo mayor complejidad la modificación de la estructura de los TG en el API. Los estudios futuros deberían determinar la posición del ácido palmítico en el TG y usar modelos con una duración superior a ocho horas para determinar su acción sobre el perfil lipídico.
ACEITE DE PALMA Y SALUD CARDIOVASCULAR
Las ECV suponen la mayoría de las muertes prematuras en el mundo, estimadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 17,7 millones/año 36. La dieta y en concreto las grasas ricas en AGS han recibido especial atención por su relación con las ECV 37,38. Además, los AGS se han asociado con alteraciones en biomarcadores del metabolismo lipoproteico. El aceite de palma, y especialmente el de palmiste por su elevado contenido en AGS, es el aceite vegetal más cuestionado a la hora de inducir alteraciones en el metabolismo lipoproteico. Las revisiones realizadas por Sun y cols. (2015) 39 y Fattore y cols. (2014) 40 recogen los estudios más relevantes realizados hasta 2012 en este campo.
Sun y cols. (2015) analizan el efecto del aceite de palma sobre el LDLc comparado con otros aceites vegetales bajos en AGS. Se revisan 38 artículos (siete europeos), con una población total de 764 sujetos. En 27 estudios se compara el aceite de palma con aceites bajos en AGS; en nueve, con aceites parcialmente hidrogenados (trans); y en dos, con grasa animal. Muy pocos de estos artículos hacen referencia al estilo de vida de los participantes en las investigaciones 39. Los hallazgos de Sun y cols. (2015) se resumen en la Tabla 4.
LDLc: colesterol transportado por lipoproteínas de baja densidad; HDLc: colesterol transportado por partículas de alta densidad; TG: triglicéridos. Elaboración propia a partir de Sun y cols. (2015) (37).
Al comparar el aceite de palma con grasas vegetales con poco contenido en AGS, los estudios de mayor calidad metodológica (aleatorizados y doble ciego) muestran un mayor incremento en los niveles de LDLc. Sun y cols. (2015) sugieren que este efecto supondría un aumento del 6% en mortalidad y eventos coronarios totales 39. Los autores realizan un metaanálisis de los valores esperados menos los observados y, según la fórmula de Katan 41, el efecto del aceite de palma es 0,25 mmol/l menor de lo esperado y se concluye que es mayor en las mujeres.
Fattore y cols. (2014) realizaron una revisión sistemática analizando 53 estudios 40, de los cuales 24 también fueron analizados por Sun y cols. (2015) 39. La muestra total incluye 1.526 sujetos de entre 16 y 70 años en su mayoría normocolesterolémicos. La grasa de las dietas aportaba entre el 28 y el 53% del total de calorías. Se analiza el efecto de sustituir dietas ricas en determinadas grasas por dietas ricas en aceite de palma (RPO, oleína de palma o ácido palmítico no sn-2). Se evaluaron marcadores de ECV y enfermedad coronaria: lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL), apolipoproteína (Apo) A-1, ApoB, CT, LDLc, colesterol transportado por lipoproteínas de alta densidad (HDLc) y los cocientes CT/HDLc y LDLc/HDLc (40). Los cambios significativos se resumen en la Tabla 5. Se encontró un mayor efecto sobre las concentraciones de colesterol total (CT) y LDLc al aumentar la edad y la cantidad de energía procedente de la grasa (> 30%) en las intervenciones.
AGM: ácidos grasos monoinsaturados; AGP: ácidos grasos poliinsaturados; LDLc: colesterol transportado por lipoproteínas de baja densidad; HDLc: colesterol transportado por partículas de alta densidad; TG: triglicéridos; Apo: apolopoproteína; CT; colesterol total. ↓ disminuye la concentración o ratio; ↑ aumenta la concentración o ratio. Elaboración propia a partir de Fattore y cols. (2014) (40).
Una revisión posterior a las de Fattore 40 y Sun 39 concluye que hasta ahora no hay asociación del consumo de aceite de palma con ECV y que serán necesarias nuevas investigaciones a largo plazo para establecer el impacto del consumo de aceite de palma sobre "un corazón saludable", como los que ya se han realizado con otros aceites como el de oliva 42.
Recientemente, Ismail y cols. (2018) han publicado una revisión sistemática centrada en el consumo de aceite de palma y el RCV. Se analizan cuatro estudios para la revisión final de enfermedad coronaria y aceite de palma, y uno para analizar la asociación de accidente cerebrovascular y aceite de palma. Se excluyeron los trabajos que empleaban aceites vegetales distintos al de palma y las intervenciones no relacionadas con el objetivo de estudio (ECV y mortalidad asociada) y se incluyeron los que diferenciaban la composición de los ácidos grasos. Todos los estudios utilizados para determinar la asociación de RCV y aceite de palma se han realizado en Costa Rica y pertenecen a la misma investigación a lo largo del tiempo. Por lo que, tal como indican los autores, las conclusiones tienen que ser consideradas con cautela. Se concluye que no existe evidencia de asociación entre el consumo de aceite de palma y el riesgo de muerte por ECV. Los autores indican las necesidades detectadas en relación a la investigación futura en aceite de palma, como evaluar el consumo de aceite de palma cuantitativamente, analizar el consumo de aceite de palma independientemente de otros alimentos, ajustar por los factores de RCV conocidos cuando se realiza el análisis estadístico o incluir en los estudios los países con alto consumo de aceite de palma, ente otros 43.
Desde 2012 se ha seguido investigando sobre el aceite de palma. Un estudio reciente realizado en Tanzania asocia el uso culinario del aceite de palma con un incremento del CT de 15 mg/dl y de LDLc de 17 mg/dl en sujetos normocolesterolémicos 44. Está muy limitado por la escasez de marcadores lipídicos analizados, el pequeño tamaño de la muestra y el perfil lipídico de los participantes y no es extrapolable a España.
La mayoría de las publicaciones científicas se centran en el efecto del aceite de palma o del ácido palmítico de forma aislada sobre el perfil cardiovascular. Entre los pocos que contemplan el aceite de palma como ingrediente en el contexto de una dieta, se pueden mencionar dos estudios de intervención en humanos. En el primero de ellos se incluyen en la dieta habitual de los participantes magdalenas (muffins) elaboradas con aceite de girasol o con aceite de palma, ambos refinados, durante siete semanas, ajustando la cantidad para una ganancia ponderal del 3% 45. Los autores observaron que, ganando el mismo peso (1,6 kg), el grupo que consumía más AGS acumuló más grasa hepática, visceral y total y tenía menos masa magra que el grupo que consumía más ácidos grasos poliinsaturados (AGP). Concluyen que el tipo de grasa consumida en la dieta determina la distribución de la grasa corporal, el acúmulo de grasa hepática y la composición corporal en las ganancias moderadas de peso. Mencionan también que esto no se debe al aceite de palma per se, sino a los AGS en general 45. El segundo estudio es una intervención consistente en ingerir una mayonesa con base aceite de soja o con base oleína de palma dentro de un sándwich 46. Eran dietas muy controladas, elaboradas y servidas en un comedor colectivo. El objeto del estudio era el aceite de soja y el de palma se empleaba como control, ya que en Malasia es la principal grasa culinaria. Las cantidades consumidas eran suficientes para variar la composición lipídica de la dieta entre ambos grupos. La dieta con aceite de soja disminuyó más los valores de CT, HDLc (ambos p < 0,001) y LDLc (p = 0,016), atribuyéndose parte de estos resultados al alto contenido en ácido linoleico del aceite de soja. Tras el periodo de aceite de palma, también se observó un ligero descenso de los niveles de CT y LDLc, atribuible al alto contenido en ácido oleico de la oleína de palma empleada en la mayonesa (45%). Con el aceite de soja disminuyó el número total de partículas LDL, así como de las grandes e intermedias, sin variación en las LDL pequeñas (las más aterogénicas) 46.
Algunas fracciones del aceite de palma (oleína, superoleína), permiten obtener perfiles más insaturados. Aunque aún no se han publicado estudios en humanos con estas fracciones, los realizados en animales presentan el aceite de palma como una buena alternativa. Hay un estudio de intervención con diferentes suplementos de aceite de palma (superoleína, oleína y RPO) en ratas viejas e hipertensas y en un grupo control durante 15 semanas 47. El 15% del aporte calórico procedía de las grasas y se evaluaron presión arterial sistólica, frecuencia cardiaca y biomarcadores (TG, CT, HDLc, LDLc y CT/HDLc). Solo LDLc y CT/HDLc descendieron significativamente en los grupos de superoleína y RPO, mientras que con oleína no hubo cambios significativos. La reducción de la presión arterial sistólica fue significativamente mayor con superoleína y oleína de palma que con RPO. La frecuencia cardiaca disminuyó significativamente solo en los grupos de superoleína y oleína.
Generalmente, los antioxidantes son muy sensibles al calor. El calentamiento repetido reduce las propiedades antioxidantes del aceite y aumenta la peroxidación lipídica, lo que incrementa la formación de radicales libres, que tienden a unirse a lípidos, proteínas, carbohidratos y ADN en el organismo, aumentando el estrés oxidativo. Este se asocia con el desarrollo de aterosclerosis por daños en la pared arterial y aumento de la captación de lípidos, y con hipertensión por una menor biodisponibilidad de óxido nítrico 48,49.
En general, recalentar los aceites, además, favorece la formación de compuestos nocivos y tóxicos, como grasas trans 50, acrilamida 51 o compuestos polares 52, entre otros.
DISCUSIÓN
La ingesta de AGS centra el foco de las recomendaciones nutricionales en la prevención de ECV y enfermedades metabólicas. Tradicionalmente se ha asociado el aceite de palma con un elevado contenido en AGS. Sin embargo, su perfil lipídico pone de manifiesto una gran variabilidad en su composición según sus diferentes fracciones 14. Esta revisión presenta las diferencias en la composición de AG en el aceite de palma, palmiste y sus fracciones 14. La proporción AGS/AGI presenta un perfil más favorable de AGI en el aceite, oleína y superoleína de palma, mientras que las concentraciones más elevadas de AGS se encontraron en el aceite de palmiste y sus fracciones 14. En la misma línea, otros estudios indican el elevado perfil de AGS en el aceite de palmiste, solamente superado por el aceite de coco 9,15. En el caso del aceite de palma y sus fracciones, la concentración de AGS es menor y aumenta la de AGI 8,14. Por tanto, en las investigaciones, es necesario distinguir los diferentes efectos sobre los biomarcadores lipídicos según el tipo de aceite consumido. Mientras el aceite de palmiste, rico en ácido láurico, ha demostrado incrementar LDLc y CT séricos 2,35,53, es menos conocido el efecto de fracciones del aceite de palma como oleína y superoleína sobre el perfil lipídico en humanos. La alta concentración de ácido oleico en esta última sugiere una repuesta fisiológica similar al aceite de oliva respecto a la lipemia posprandial 54. Sun y cols. (2015), por su parte, concluyen que el aceite de palma incrementa la concentración de LDLc comparado con aceites vegetales bajos en AGS 39. Hay que puntualizar que en esta revisión no se diferencia entre aceite y oleína, a pesar de ser contemplados ambos en los criterios de búsqueda, e incluso en algunos artículos se usan como sinónimos. La principal diferencia entre ambas recae en el mayor porcentaje de ácido oleico en detrimento del ácido linoleico. Además, se excluyen los estudios con RPO, aceite de palmiste y estearina de palma. Se ha demostrado que, a diferencia del aceite de oliva, la oleína de palma no disminuye significativamente los niveles de LDLc 55. En cambio, el aceite de palma OxG comparado con grasa trans vegetal y estearina de palma no incrementó LDLc, TG, CT, ApoB o CT/HDLc 56.
En el modelo animal, el consumo de superoleína y oleína de palma redujo significativamente LDLc y CT/HDLc 47.
Tanto en la revisión de Fattore y cols. (2014) 40 como en la de Sun y cols. (2015) 39 deben realizarse algunas puntualizaciones. Gran parte de los estudios analizados utilizan el aceite para fritura o en consumo líquido, incluyéndolo dentro del menú. Dos de ellos emplearon únicamente fórmulas líquidas como dietas y suplementos vitamínicos 53,57. Los estudios en que el aceite o la oleína de palma se usan como ingrediente incluyen solamente los realizados con patatas fritas, galletas, magdalenas y margarinas. En estos casos se plantean dificultades metodológicas añadidas debido a la composición de los productos. Sun y cols. (2015) 39 analizan un estudio que emplea margarinas en la dieta clasificadas como "palm margarine", cuya composición era 80% aceite de palma, 11% aceite de soja y 9% aceite de colza 58. Otro estudio, que incide en las características funcionales de los AG en los alimentos, consiste en una intervención con grasa rica en ácido palmítico libre de trans vs. grasa rica en ácido oleico con una pequeña cantidad de trans. Ambas grasas fueron integradas en productos en diferente proporción (80% en margarinas, 17% en galletas, 24% en magdalenas, 35% en pasta de chocolate y 23% en patatas fritas) 59.
Fattore y cols. (2014) incluyen estudios de intervención que utilizan aceites mezclados, basándose exclusivamente en la concentración de ácido palmítico 40. En estas publicaciones se clasifican las intervenciones según el contenido de ácido palmítico, lo que no es equiparable al aceite de palma, ya que las concentraciones de ácido palmítico varían incluso entre las diferentes fracciones del aceite de palma 14. Analizando la composición de los AG del aceite de palma en los estudios de esta revisión encontramos inexactitudes, como considerar la oleína como aceite de palma. Esto puede deberse a que en el momento de la publicación no se conocieran bien las fracciones, pero es necesario realizar esta distinción para poder hacer comparaciones con otros tipos de aceites, ya que, por ejemplo, presentando la oleína de palma una concentración de ácido palmítico muy similar al aceite de palma per se, la concentración de ácido oleico es considerablemente mayor 14.
El objetivo de la revisión de Sun y cols. (2015) es comparar el aceite de palma con aceites bajos en AGS, por lo que el aceite de coco, con un perfil más saturado, queda excluido. La diferencia de edad en la población de estudio muestra mayor efecto de aceites bajos en AGS sobre el perfil lipídico. Además, la mayoría de la población de estudio mayor de 50 años presenta una moderada hipercolesterolemia, mostrando un efecto positivo en los niveles de CT y LDLc con el aceite vegetal bajo en AGS, y negativo con aceite de palma 39. Este metaanálisis concluye que el aceite de palma produce efectos diferentes según con qué grasa se compare. Se sugiere que los ácidos láurico y mirístico afectan a todas las fracciones del colesterol más que el palmítico, y este las aumenta más que el esteárico. Los autores comparan el efecto del aceite de palma con el de AG específicos, metodología que puede ser cuestionada, ya que lo correcto sería comparar AG entre sí o aceites entre sí 39.
Según lo revisado, las investigaciones deberían considerar intervenciones en humanos con dietas elaboradas con fracciones de aceite de palma diferenciadas, como las comentadas del modelo animal. Algunas fracciones del aceite de palma presentan perfiles lipídicos con diferente proporción de AG y con tendencia a una composición más "favorable" para la salud cardiovascular por su mayor contenido en ácido oleico.
Al no haber encontrado estudios realizados con aceite de palma como ingrediente de alimentos en un contexto de dieta mediterránea, donde el principal aceite culinario es el de oliva, consideramos necesario realizar estas investigaciones que serían las extrapolables a nuestro entorno.