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Nutrición Hospitalaria

versión On-line ISSN 1699-5198versión impresa ISSN 0212-1611

Nutr. Hosp. vol.35 spe 5 Madrid  2018  Epub 06-Jul-2020

https://dx.doi.org/10.20960/nh.2092 

Trabajos Originales

Crisis nutricional y brecha social en la España de la autarquía. Un estudio de caso a partir de la talla adulta

Nutritional crisis and social inequality in the Spanish autarchy. A case study from adult height

José Cañabate Cabezuelos1  , José M. Martínez Carrión2 

1Universidad de Murcia. Murcia, España

2Departamento de Economía Aplicada. Universidad de Murcia. Murcia, España

Resumen

Objetivos:

este artículo examina la crisis nutricional y la brecha social durante la autarquía franquista. Considera el municipio de Hellín (Castilla-La Mancha) prototipo de población agraria tradicional.

Métodos:

usa la estatura de 8.947 mozos medidos a los 20-21 años entre los reclutamientos militares de 1930-1969. Analiza las diferencias de talla por residencia rural-urbana, educación y ocupación. Las profesiones se agrupan acorde con la metodología Hisco-Hisclass en cinco grandes grupos.

Resultados:

la altura por año de reemplazo registró un deterioro al final de la Guerra Civil y se estancó hasta 1953. El valor más alto de la década de los treinta (en 1937) no se recuperó hasta 1960. La brecha rural-urbana apenas fue significativa, aunque el promedio de la altura urbana estuvo en valores ligeramente más altos que el de la altura rural y aumentó para los nacidos en la autarquía. Los analfabetos eran más bajos que los alfabetizados y sus diferencias aumentaron para los que vivieron su adolescencia inicial entre 1930 y 1955. El deterioro de la altura en la década de los cuarenta fue mayor para los trabajadores menos cualificados y los jornaleros agrícolas, menor para los labradores (agricultores) y apenas significativo para los trabajadores no manuales más cualificados, incluidas las élites. Este grupo fue el que más progresó en bienestar físico entre 1930 y 1960.

Conclusiones:

el estado nutricional empeoró para los que vivieron los inicios de su adolescencia en los años treinta y cuarenta. La brecha social, incluyendo la educacional, aumentó durante los años cuarenta. La desigualdad nutricional aumentó en la autarquía franquista.

Palabras clave: Talla; Desigualdad nutricional; Brecha rural-urbana; Brecha social; Autarquía franquista; España

Abstract

Objectives:

this article examines the nutritional crisis and the social gap during Franco's autarky. It considers the municipality of Hellín (Castilla-La Mancha), prototype of traditional agrarian population.

Methods:

use the stature of 8,947 men measured at ages 20-21 years between the military recruits of 1930-1969. Analyze the differences in height by rural-urban residence, education and occupation. The professions are grouped according to the Hisco-Hisclass methodology in five large groups.

Results:

the height per year of replacement registered a deterioration at the end of the Civil War and stagnated until 1953. The highest value of the 1930 decade (1937) did not recover until 1960. The rural-urban gap was barely significant, although the average of the urban height was in values ​​slightly higher than the rural one and it increased for those born in the autarky. The illiterates were lower than the literate and their differences increased for those who lived their initial adolescence between 1930 and 1955. The deterioration of height in the 1940s was higher for less skilled workers and agricultural day laborers, lower for farmers (farmers) and, barely significant for more skilled non-manual workers, including elites. This group was the one that most progressed in physical well-being between 1930 and 1960.

Conclusions:

the nutritional status worsened for those who lived through the beginning of their adolescence in the 30s and 40s. The social gap, including the educational one, increased during the 1940s. Nutritional inequality increased in the Francoist autarchy.

Key words: Height; Nutritional inequality; Rural-urban gap; Social gap; Francoist autarchy; Spain

INTRODUCCIÓN

La autarquía franquista (1939-1959) está considerada como la etapa más negra de la España contemporánea. Además de la quiebra del Régimen democrático y las trágicas consecuencias de la Guerra Civil (1936-1939) en pérdidas de vidas y capital humano, las décadas de 1940 y 1950 registraron las mayores pérdidas de bienestar económico.

Todos los indicadores macroeconómicos y del nivel de vida reflejan el desastre ocasionado por las políticas económicas del primer franquismo: la producción agraria e industrial, el comercio exterior y la inversión, el consumo y la renta per cápita, los salarios reales y hasta la educación, como principales indicadores económicos y del bienestar en general, exhibieron pérdidas importantes, sobre todo en la década de los cuarenta. Las restricciones energéticas y de abastecimiento de agua, así como las duras condiciones laborales, agudizaron los problemas de escasez para los más pobres 1,2,3,4,5,6. Fueron años de estraperlo, hambre y pobreza, cuyas mayores repercusiones se manifestaron en las clases populares. Las poblaciones subalternas o más vulnerables de las ciudades y del campo padecieron el impacto de la crisis nutricional, también conocida como "gran depresión alimentaria" 7.

Los indicadores del bienestar y de la salud física tuvieron diferentes trayectorias. Acabada la Guerra Civil, el panorama fue desastroso para la mortalidad infantil en general y la esperanza de vida masculina. Sin embargo, ambos indicadores mejoraron notablemente durante el transcurso de la década, hasta completar en la siguiente el proceso de modernización demográfica iniciado a comienzos del siglo XX 8,9. Mientras los avances de la salud eran implacables debido en buena medida a la introducción de los fármacos que posibilitaron el declive de la mortalidad, el estado nutricional medido por la altura de los mozos llamados a filas (y de los reclutas) se deterioró entre 1936 y 1947. Los datos muestran que la altura se estancó hasta finales de la década de los cuarenta. La talla promedio de 1935-1936 no se recuperó hasta casi dos décadas más tarde 10,11. Aunque la magnitud del deterioro de la altura varió de una región a otra 12, los datos sugieren que la altura se retrasó como consecuencia de las carencias en la etapa adolescente, en plena fase del estirón puberal, que en los chicos suele acabar a la edad de los 18 años, aproximadamente, apenas dos años anteriores a la medición de los reclutamientos.

La dimensión de la crisis alimentaria de la posguerra ha recibido enorme atención por la historiografía desde diferentes especialidades. Por parte del campo de la historia económica (principalmente, desde los estudios sobre el estado nutricional) los datos son irrefutables: la caída de la ingesta calórica, proteica y lipídica por habitante y día fue alarmante hasta 1947 13,14. El consumo de leche y de productos lácteos (en general, de proteínas animales), que son fundamentales para el crecimiento infantil, era escaso y no tuvo protagonismo hasta la década de los sesenta 15,16. Desde la historia de la ciencia y de la medicina se ha destacado la construcción de toda una "neurología del hambre", que denunciaba la avitaminosis y las enfermedades casi epidémicas padecida por la población entre 1936 y 1947 17,18.

Los efectos del hambre en este periodo fueron analizados muy tempranamente por Grande Covián y otros médicos especializados en fisiología y nutrición en diversos trabajos en la Revista Clínica Española. En la actualidad, la malnutrición infantil durante la Guerra Civil y la posguerra española está bien documentada. Numerosos estudios muestran la prevalencia de enfermedades del hambre durante la década de los cuarenta 8,19,20,21. Los resultados revelan que aumentaron las enfermedades inflamatorias del intestino, las enfermedades pulmonares crónicas, las cardiopatías y las relacionadas con las infecciones del aparato digestivo: enteritis, gastroenteritis, fiebres tifoideas y otras que provocan vómitos, diarreas, inflamación del abdomen y profundo malestar intestinal, al menos hasta mediados de la década. Algunas enfermedades relacionadas con la miseria fisiológica y la pobreza nutricional, como la tuberculosis pulmonar, se prologaron toda la década. Pese a los esfuerzos del Régimen franquista por mejorar la atención sanitaria de la población más necesitada y movilizar a sus instituciones más comprometidas con la difusión de la higiene infantil y la educación maternal (Sección Femenina y Auxilio Social), los problemas se agravaron por falta de infraestructuras. Las zonas del país más afectadas eran las más pobres y atrasadas económicamente, como revelan las enormes desigualdades en la mortalidad infantil 22.

Pese a las mejoras del nivel de vida a comienzos de los sesenta, las carencias nutricionales permanecieron hasta finales de la década. Casi una treintena de estudios sobre la alimentación de la población española publicados desde 1958 a 1966 en Anales de Bromatología y encuestas publicadas en otras revistas pusieron de manifiesto las privaciones de aportes calóricos y proteínas animales y del déficit de vitaminas A, B1 (tiamina), B2 (ribaflavina) y C, de calcio y de ácido nicotínico. Los resultados evidenciaron una importante desigualdad nutricional entre clases sociales hasta la década de los sesenta 23,24. Un documentado informe dirigido por Gregorio Varela en 1971 denunciaba así la situación: "La anarquía más completa existe en este sector (el de la nutrición). La gran importancia de la alimentación no ha calado en ninguno de los estratos nacionales y menos de los ejecutivos" 25.

La gravedad del problema nutricional en las zonas rurales y en algunos pueblos y barrios marginales de las ciudades hasta comienzos de los años sesenta hicieron impulsar en 1961 el Programa Edalnu, tras la creación del Servicio Escolar de Alimentación y Nutrición (SEAN) en 1954, con ayuda de la FAO 26,27. Gracias al programa, la difusión del complemento alimenticio lácteo fue decisiva para el crecimiento de los escolares españoles. El hecho fue especialmente relevante en el medio rural, donde la leche alcanzaba un bajo nivel de consumo y era considerada como una especie de "alimento-medicamento", reservada para grupos vulnerables, como mujeres gestantes y lactantes, ancianos y enfermos 7. La leche en polvo empezó a distribuirse en las escuelas desde 1959 y la leche líquida desde 1962. En 1966 el Estado impulsó la Gerencia de Productos Lácteos (Prolac), que contrató con las centrales lecheras la distribución de leche líquida del SEAN y otros organismos coordinados 8,28.

Este trabajo analiza el impacto de la crisis nutricional y la dimensión de la brecha social durante la autarquía franquista. Pese a que abundan los hallazgos sobre el deterioro del estado nutricional durante las décadas de 1930 a 1950, sobre todo en los años de la Guerra Civil y la posguerra, conocemos menos el impacto social de las políticas autárquicas en los niveles biológicos de vida. Este artículo estudia la cuestión desde una perspectiva antropométrica con datos de la altura física de los quintos en la población de Hellín, un municipio situado al sureste de Castilla-La Mancha, prototipo de población agraria tradicional.

MATERIAL Y MÉTODO

Empleamos las Actas de Clasificación y Declaración de Soldados (ACDS) y los expedientes personales que formaron parte de la documentación de las quintas para el reclutamiento militar. Usamos las tallas de 8.947 mozos medidos a los 20-21 años entre 1930 y 1969. Analizamos la estatura física por residencia rural-urbana, educación y ocupación. Las profesiones se agrupan por clases sociales de acuerdo con la metodología Hisco-Hisclass en cinco grupos. La Tabla I y Tabla II muestran el número de observaciones por periodos quinquenales y documentan las características socio-profesionales de la población en los principales sectores económicos.

Tabla I. Número de observaciones (1930-1969) 

Fuente: AMH, elaboración propia a partir de las ACDS.

La población de Hellín es representativa de la población española, caracterizada por actividades agrarias de tipo tradicional, con predominio de la agricultura mediterránea de secano (cereales, principalmente). En este periodo, es el segundo municipio más poblado de la provincia de Albacete y uno de los de mayor entidad demográfica de Castilla-La Mancha. Alberga tanto población urbana como rural dispersa. La ciudad o el casco urbano alcanzaron algo menos de dos tercios de la población municipal hacia 1930 y más de la mitad hacia 1950. La población rural está compuesta por 12 pedanías, con un componente de poblamiento disperso importante en caseríos y pequeñas aldeas. Los núcleos más relevantes por su tamaño demográfico (superiores a 1.000 habitantes) son Agramón, Isso y Las Minas. Encontramos que la población de los quintos residentes en las pedanías rurales sigue una tendencia similar a la del contexto local y nacional (Tabla II).

Tabla II. Estructura socioprofesional de los mozos de Hellín (1920-1969) 

*La categoría "jornalero" engloba a personas que trabajan a cambio de un jornal o pago por día de trabajo, aunque con carácter extensivo se aplica a los trabajadores agrícolas, categoría que también aparece como ocupación de los mozos que no tienen posesión de tierras, a diferencia de los agricultores, que engloba a los labradores.

La categoría de mozo "estudiante" hasta la década de 1950 se asocia básicamente con la enseñanza universitaria.

Fuente: AMH. Expedientes de reemplazo y reclutamiento. Elaboración propia.

El municipio de Hellín, extenso territorialmente (tiene 781,19 km²), está situado en el límite meridional de La Mancha y las sierras prebéticas. Las distancias existentes entre algunos poblados rurales y la ciudad llegan a ser significativas: mientras seis de ellos se hallan a más de 10 km del casco urbano, que aglutinó la actividad administrativa y la mayoría de los servicios asistenciales, la pedanía de Las Minas se situaba a 26 km. En un contexto histórico determinado por las privaciones, sobre todo en la población rural de las aldeas al hallarse más incomunicadas, las distancias pudieron condicionar el acceso a los servicios básicos, como la educación y la sanidad, y ser decisivas para la brecha rural-urbana.

Dentro del casco urbano hay un alto porcentaje de población que trabaja en el campo, algo habitual en las ciudades de la España meridional (andaluzas y manchegas, principalmente), por lo que Hellín podría catalogarse como "agrociudad" hasta bien avanzado el siglo XX. El porcentaje de mozos rurales en el municipio aumentó entre 1930 y 1950 conforme avanzó la colonización y el auge de la actividad agraria, impulsados por la política económica de la autarquía. El incremento de la población rural en el municipio analizado es consistente con lo que acontece en buena parte del país. Así, el porcentaje de mozos rurales alcanzó el 45,9% en el periodo 1940-1944. La población rural se estabilizó por encima del 40% hasta 1959 y disminuyó fuertemente en los sesenta; al final de la década, los quintos rurales solo representaban el 27% de la población como consecuencia de la intensa emigración, que años más tarde provocó el abandono de los caseríos y la despoblación de buena parte de las aldeas.

Presentamos los promedios de altura estimados por fecha de reclutamiento y de nacimiento, asumiendo que la altura alcanzada a la edad de 20-21 años cumplidos (edad en la que fueron medidos los mozos) recoge el ambiente vivido durante la infancia y la adolescencia. Conviene insistir en este punto, pues la bibliografía señala que, además de los primeros años de vida, es decisivo el periodo del estirón puberal que exhiben los chicos hasta la edad de los 17-18 años, aproximadamente. Un ambiente de mala nutrición en los años de la infancia y de la adolescencia puede retrasar el crecimiento 29,30. Asimismo, las guerras civiles ocasionan graves trastornos nutricionales, sobre todo entre la población infantil, que se ve privada de nutrientes necesarios para el crecimiento 31.

En otros trabajos hemos señalado las características de las fuentes del reclutamiento para el siglo XX con datos del municipio de Hellín 32,33. Tampoco hay problemas de truncamiento. Las tallas analizadas presentan una clara distribución gausiana. Solo cabe señalar que durante la Guerra Civil aumentó el número de prófugos (ausentes por diferentes motivos que no llegaron a medirse). Durante el quinquenio 1935-1939 la ratio de prófugos alcanzó el 34,1% y en el siguiente fue de 23,4%, cuando el promedio para todo el periodo analizado se estima en un 16,3%.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Previa a la presentación de los resultados antropométricos, mostramos la evolución de la salud en Hellín. La Figura 1 muestra la "tasa de supervivencia" (número de mozos vivos a la edad de 21 años por cada 100 mozos nacidos, según los datos del Registro Civil de Hellín, que se compara con la esperanza de vida masculina al nacimiento).

Fuente: Estimamos como tasa de supervivencia el número de mozos vivos a los 21 años por cada 100 mozos nacidos en Hellín. Datos de España de esperanza de vida, en Blanes (2007). Correlación entre ambas series respecto a la esperanza de vida entre 1930 y 1970: 0,893918175

Figura 1. Esperanza de vida masculina al nacimiento en España y tasa de supervivencia en Hellín: 1930-70. 

La Figura 2 muestra la mortalidad infantil comparada con el promedio de la de España. Los datos sugieren que la salud, medida por la supervivencia, siguió un curso ascendente en el periodo y registró grandes avances en la década de los cincuenta, aunque estuvo algo por debajo del promedio español de esperanza de vida 34. Igualmente, la mortalidad infantil protagonizó un acusado descenso en la década de los cuarenta después de haber atravesado un dramático incremento a finales de la Guerra Civil y la inmediata posguerra, muy por encima del promedio registrado en España. La tendencia posterior a 1942 sigue la misma tendencia que la registrada por el promedio de la tasa de mortalidad infantil española 35.

Fuentes: Hellín, elaboración propia a partir de los datos del Registro Civil; España, Gómez Redondo (1992). Correlación de ambas series de mortalidad infantil entre 1930 y 1970: 0,91680554

Figura 2. Mortalidad infantil (menos de un año) en España y Hellín (1930-70). 

La Figura 3 muestra la evolución de la talla media en Hellín comparada con el promedio estimado para España. La altura en Hellín fue dos centímetros menor con respecto al promedio español entre los reemplazos de 1930 y 1951, y tres centímetros menor frente al promedio del Levante mediterráneo en la década de los cincuenta10. El incremento posterior fue notable, lo que permitió acortar distancias con el promedio de España. Los datos sugieren que los niveles de vida, y, sobre todo, las condiciones del estado nutricional, fueron peores en Hellín que en otras partes, lo que aumentó la brecha en los años de la autarquía como consecuencia de la amplitud de la pobreza y de la malnutrición en la zona estudiada.

Fuente: Hellín: AMH, elaboración propia; España, a partir de los datos facilitados por Quiroga (2002). Hasta 1953, la talla promedio de España proviene de una muestra realizada por la autora; desde 1955 son datos de las estadísticas de Reclutamiento y Reemplazo del Ministerio de Defensa (INE)

Figura 3. Tallas promedios (en cm) en Hellín y España, reemplazos de 1930-1970. 

Frente al promedio español, el inicio de la crisis nutricional se observa algo más tarde. Los datos sugieren que la población de Hellín, bastante alejado del territorio analizado hasta el final de la Guerra Civil, no sufrió directamente los embates de la guerra ni los rigores del frente militar. La talla alcanzó el pico más alto en 1937, a diferencia de España (en 1934) y del Levante (en 1936). La intensidad de la caída de la talla media puede deberse al tamaño de la muestra, pero revela el grave deterioro que sufrió el estado nutricional en los cuarenta. Mientras la recuperación de la talla en España se observa a comienzos de los cincuenta, en Hellín se produce más tarde, hacia 1960. La cubeta depresiva se ahonda en el caso estudiado, con un deterioro nutricional más acusado que en otras partes.

La Figura 4 muestra las diferencias de talla según residencia por periodos quinquenales. Los datos ponen de manifiesto que la nutrición era peor en el campo que en la ciudad y que el deterioro nutricional ligado a las restricciones alimentarias de la guerra y la posguerra fue algo más tardío en la población rural. Aunque el impacto fue acusado en el mundo urbano, el mundo rural sufrió más, como prueba el incremento de la brecha en los años cuarenta. El incremento de la altura y su recuperación se produce entre los reemplazos de 1950 (nacidos en los años treinta), con más fuerza en la ciudad que en el campo. La mayor brecha se produce en los reemplazos de comienzos de los años sesenta. Los datos sugieren que al final del periodo, en pleno desarrollismo económico, los progresos del nivel de vida biológico y de la nutrición fueron más intensos en la ciudad que en el campo, probablemente por el mayor acceso a las fuentes de nutrientes de calidad y a los servicios de provisión social, pero también por los salarios y la riqueza de buena parte de las ocupaciones. La divergencia rural-urbana hacia 1960 revela la gravedad de la crisis nutricional en el campo, que tiene su origen en las cohortes nacidas entre 1934 y 1949: los mozos que vivieron su estirón adolescente en plena autraquía.

Figura 4. Evolución (cm) de la brecha rural-urbana (1930-1969). 

A continuación, mostramos la relación entre la altura y la educación a través de la alfabetización. Dicha relación (Fig. 5) destaca que las estaturas y los niveles educacionales están relacionados, en este caso medidos solo por la alfabetización. Esta relación ha sido examinada en otras publicaciones con datos de una muestra nacional y de la Comunidad Valenciana36,37. Los resultados sugieren que la inversión en educación mejora las expectativas del bienestar en la vida adulta, aunque dicha inversión dependió en buena medida del estatus o de la clase social a la que se pertenecía, de la oferta educativa y de las políticas de escolarización.

Figura 5. Brecha por logro educacional (1930-1969). 

Las desigualdades sociales en función del acceso a la educación son significativas hacia 1930 y 1960, mientras la brecha educativa se amplió entre las cohortes de 1919 y 1943. La Figura 6 muestra, además, las diferencias existentes por educación según la residencia rural-urbana que reflejan diferentes ambientes. Los resultados arrojan que en la ciudad hubo más desigualdad por educación, pero en el campo la pobreza educativa estaba más extendida, hecho que pudo tener secuelas importantes en el estado de la salud nutricional y probablemente también en la productividad laboral.

Fuente: elaboración propia a partir de la clasificación de las profesiones con la Historical International Standard Classification of Occupations (HISCO) y el esquema Hisclass de clases o grupos sociales: 1. No manuales de alta cualificación o más cualificados. 2. No manuales de cualificación media y menos cualificados. 3. Manuales de mediana y menor cualificación. 4. Agricultores y labradores. 5. Los trabajadores menos cualificados, jornaleros y peones agrícolas

Figura 6. Brecha por logro educacional según residencia rural (R) y urbana (U). 

Finalmente, en la Figura 7 presentamos las diferencias de estaturas por clases o grupos sociales. Aplicamos la metodología de clasificación de las profesiones que realizó la Historical International Standard Classification of Occupations (HISCO) siguiendo el esquema Hisclass de clases 38, lo que permite el análisis de la población por grupos socioeconómicos y aproximarnos a los grupos por tipos de rentas e ingresos.

Figura 7. Estatura promedio por clases sociales por reemplazo (en paréntesis, año de nacimiento). 

Hemos ordenado los siguientes grupos o clases:

  1. No manuales de alta cualificación o más cualificados (incluidos los estudiantes).

  2. No manuales de cualificación media (incluyendo también menos cualificados).

  3. Manuales de mediana y menor cualificación.

  4. Agricultores y labradores.

  5. Los trabajadores menos cualificados, jornaleros y peones agrícolas.

Comenzamos por las clases altas y los grupos de población con rentas más elevadas. Los resultados del grupo 1 (trabajadores no manuales de alta cualificación o más cualificados) muestran unos promedios de talla elevados en todo el periodo (superiores a 166 cm), con valores por encima del promedio español. Son estándares de alturas de chicos adolescentes con una nutrición adecuada para la edad y sin graves problemas nutricionales durante la infancia. Se trata de un grupo minoritario dentro de la población analizada que responde al patrón de crecimiento de los grupos de mayor renta y de las élites locales, fenómeno también observado en otros estudios con similar metodología. Aunque la estatura media del grupo 1 disminuye algo en los años veinte, es uno de los grupos que más ganancias obtiene al final del periodo: 2,5 cm para los nacidos en los años cuarenta.

El grupo 2, compuesto por profesiones no manuales de cualificación media y baja, muestra una tendencia muy favorable al crecimiento. En el curso del periodo incrementa su talla 2,7 cm. Este grupo representa principalmente a los trabajadores de cuello blanco, con educación y salarios relativamente mejor remunerados que los trabajadores de cuello azul.

En el lado opuesto encontramos a los grupos de trabajadores manuales, con y sin cualificación, que representan a las clases populares, clases medias bajas y menesterosas. Exhiben promedios de altura más bajos que los grupos 1 y 2, con poblaciones de mayores ingresos. Así, el grupo 3, compuesto por trabajadores manuales o de cuello azul de mediana y menor cualificación, muestra una talla promedio inicial por encima de 163 cm, con una ligera caída en las cohortes de la década de 1930, que se recupera en la década siguiente.

El grupo 4, que aglutina a la población campesina que dispone de algunos recursos económicos y de la propiedad de la tierra (son labradores y propietarios), presenta una caída sostenida de la nutrición neta en la década de los veinte y un estancamiento prolongado en los años cuarenta. Entre los reemplazos de 1930 y 1960, el grupo 4 pierde 2,6 cm, lo que demuestra el elevado coste que supuso la política agraria de la autarquía. La pérdida relativa del papel del sector agrario y de las rentas agrícolas puede estar detrás de estos movimientos.

Por último, el grupo 5, compuesto por los trabajadores menos cualificados (jornaleros y peones agrícolas), y que representa al grupo más bajo en la escala social, muestra los promedios más bajos de estaturas. Es el grupo que sufre un mayor castigo en la etapa autárquica durante el estirón adolescente. En la década de 1940 muestra tallas medias por debajo de 160 cm. Este hecho también se ha comprobado con las alturas de los mozos valencianos. Los resultados sugieren que las condiciones de vida y de trabajo fueron realmente duras para este grupo social. Pese al incremento en la talla que registran los mozos nacidos en los años cuarenta, el grupo apenas logra incrementar 0,35 cm al final del periodo.

La brecha nutricional por clases sociales se ve reflejada con bastante nitidez en las diferencias de la estatura. Al final, los ganadores son los grupos 1 y 2, los de mayor renta o mejor situación laboral, dadas la naturaleza de los empleos y de las ocupaciones. Ganan, por tanto, las profesiones más cualificadas y mejor retribuidas, las que presentan las tallas promedio más altas. Los perdedores son los campesinos, principalmente, y los jornaleros; es decir, las clases populares y menos pudientes. Las diferencias entre ricos y pobres llegan a ser abismales para los nacidos en la década de los veinte o, si se prefiere, para los que vivieron su adolescencia tardía a finales de las décadas de los treinta y de los cuarenta. La brecha entre los grupos 1 y 5 alcanzó nada menos que 7,6 cm. Durante los peores años de la autarquía franquista se registró la mayor desigualdad.

CONCLUSIONES

La crisis nutricional que refleja la altura promedio fue más honda que en otras partes de España. De acuerdo al análisis por años de reemplazo, hubo un deterioro del estado nutricional al final de los años de la Guerra Civil y un estancamiento hasta 1953. El valor más alto de la década de 1930, logrado por el reemplazo de 1937, no se recuperó hasta 1960. La brecha rural-urbana apenas fue significativa, pero la ciudad registró valores ligeramente más altos que el campo. Los analfabetos exhibieron tallas más bajas que los alfabetizados y sus diferencias aumentaron para los nacidos entre 1919 y 1938, aquellos que vivieron su adolescencia (11-17 años) entre 1930 y 1955. Los grupos sociales que más sufrieron fueron los campesinos y los trabajadores menos cualificados (los jornaleros y los peones agrícolas). Ganaron los trabajadores más cualificados, incluyendo las élites. Este grupo fue el que más progresó en términos de bienestar físico y de salud nutricional entre 1930 y 1960.

En suma, la brecha social, considerando las diferencias por residencia, educación y ocupación para los nacidos durante la década de los cuarenta, aumentó durante la autarquía franquista. La antropometría afianza los hallazgos que los historiadores económicos muestran con los indicadores del bienestar económico. La conclusión refuerza la dureza de las políticas autárquicas, al incrementar la desigualdad (no solo económica) y su rotundo fracaso en términos de bienestar nutricional.

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Financiación:Trabajo financiado por los proyectos HAR2016-76814-C2-2-P, HAR2013-47182-C2-2-P, Proyecto HAR2010-20684-C02-02 del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO-Fondos FEDER) y 19512/PI/14/ECO de la Fundación Séneca. Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia.

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Correspondencia: José M. Martínez-Carrión. Departamento de Economía Aplicada. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. 30100 Murcia e-mail: jcarrion@um.es

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