El desarrollo de la psicología científica y profesional ha estado muy influido por la circunstancia histórica en que se promovió su investigación y su aplicación como instrumento de cambio personal e intervención social. Queda lejos la concepción religiosa cristiana de la psicología, que tanto condicionó la investigación, la docencia, e incluso la actuación técnica de quienes aspiraban a convertirse y actuar como psicólogos. La progresiva laicización y positivización propiciaría una investigación experimentalmente anclada, que otorga sentido a una praxis diversificada, y en algunos casos legalmente definida. La tradicional primera fuerza, la psicología experimental, fisiológica y correlacional, desbancó de los lugares de poder, tanto en la Universidad, como en el Colegio Oficial de Psicólogo-COP, a las más débiles epistemológicamente segunda y tercera fuerzas, el psicoanálisis y el humanismo. Esta situación disciplinar ha propiciado que la comunidad psicológica tenga hoy una imagen social y profesional sólida, aunque no exenta de lagunas, y una gran proyección internacional (Tortosa, Santolaya y Civera, 2015).
Ese proceso resulta inentendible sin atender al papel desempeñado por el COP. Tras una primera etapa marcada por la supervivencia y la consolidación, por los primeros intentos de definición profesional, en plena lucha interna entre Escuelas científico-tecnológicas y profesionales no siempre coincidentes, con una ruptura de la cohesión interna provocada por la proclamación del COP Cataluña, con un enfrentamiento no siempre explícito con la universidad, una segunda etapa comenzaría en 1993 (Padilla, 2008; Tortosa et al., 2021). En ésta se transformará la estructura del COP, se definirán perfiles, y comenzará una reorganización interna y una expansión externa, que desembocará en un Consejo General de Colegios, que desempeñará un papel decisivo en la psicología española.
La historiografía de la psicología no ha prestado una atención excesiva a las organizaciones psicológicas nacionales, como los colegios profesionales, salvo en contados casos (López-López et al., 2021). El presente artículo, desde un presentismo internalista responsable, que se apoya en un análisis de fuentes primarias y un rigor metodológico no ingenuo (Vera, 2008), estudia el papel de la organización colegial en la definición, consolidación y proyección internacional de la psicología española, al tiempo que analiza los principales cambios en la estructura organizativa de esta Corporación de Derecho de Público, que agrupa y representa la comunidad psicológica.
LA DÉCADA DE 1990. !POR FIN LOS ESTATUTOS¡
Los primeros años del COP tuvieron su principal centro de poder en Madrid. En la cuarta convocatoria de elecciones a la Junta de Gobierno Estatal, triunfa una candidatura no vinculada a la Delegación de Madrid ni a la Junta de Gobierno que acababa mandato (Hernández, 1993). La nueva Junta, vinculada a la estructura representativa territorial del COP, comienza una nueva etapa, descentralizada, en la que, desde una estructura reorganizada, hay una idea fuerza, mejorar la colaboración entre la Junta y las Delegaciones, con el fin de lograr la participación de un mayor número de colegiados en la dinámica colegial (Junta de Gobierno, 1993)1.
En el marco de una psicología que crece2 incesantemente (Figura 1), el nuevo Decano (Santolaya, 1993), junto al perenne objetivo de lograr la aprobación de los Estatutos, asignatura pendiente desde hacía ya una década, plantea varias líneas de acción. Pretende modernizar y federalizar la estructura colegial para, convirtiendo las Delegaciones en Colegios autonómicos, lograr crear un Consejo General de Colegios que coordine y defienda la profesión a nivel nacional (Vera, 1994). Plantea incrementar la prestación de servicios, mejorando así las condiciones de base de todas las personas colegiadas. Aspira a consolidar el Rol Profesional, para lo cual las Secciones profesionales tendrán que definir los perfiles (de formación y desempeño). Por último, intentará ahondar en una internacionalización dirigida tanto a los países europeos, como a los iberoamericanos.
La proyección internacional del COP discurre en paralelo al esfuerzo hacía dentro. Se potencia su presencia en la Administración pública, en los medios de información, en la Conferencia de Decanos, en las Universidades, en los procesos legislativos que atañen a la profesión, y en todos los lugares en donde se requiera la voz de la psicología. Mientras, se amplía y consolida la internacionalización. El COP consolida una política de creciente presencia en los foros internacionales, y favorece la creación y el desarrollo de organismos y sociedades internacionales que tengan interés por la psicología y sus practicantes, en concordancia con la importancia de su volumen de afiliación y del desarrollo de la propia psicología (Fernández, 1995)3.
Reforzará esa política de internacionalización publicando, en inglés y formato electrónico, una “revista de revistas”, Psychology in Spain (1997-2011), que ofrecía anualmente una selección a partir de jueces independientes de los mejores artículos publicados en las revistas del COP, según criterios de excelencia e interés5. Completaba ese esfuerzo con PSICODOC, una Base de Datos con interfaz multilingüe, que iniciaba su andadura también en 1997 (Gallardo, 2019)6. Formaba parte de un ambicioso programa de comunicación iniciado desde la Secretaría Estatal, a semejanza del que practicara la American Psychological Association (VandenBos, 2018).
Congresos (nacionales e internacionales), guías, documentos de diverso tipo, y sobre todo revistas, muchas revistas7, de clara orientación profesional y, en muchos casos, sectorizadas (Tortosa, González, Santolaya y Aguilar, 2019)8. Entre estas últimas destaca el canal oficial de comunicación, Papeles del Psicólogo, que, desde el nº 58 (1994), iniciaba su III época, viéndose acompañada, desde el nº 68 (1997), del suplemento informativo Infocop, que agilizaría el contacto con los colegiados. Pretende ser portavoz de los avances y del desarrollo de la Psicología, al tiempo que sirve de espacio de reflexión técnico-profesional sobre temas de actualidad e interés para el colectivo de la psicología española, sobre todo para el profesional9.
Con el objetivo de satisfacer su finalidad última, ordenar el ejercicio profesional, y, al tiempo, luchar contra el intrusismo, la Junta de Gobierno Estatal tomó la iniciativa de definir y delimitar los perfiles de las principales especialidades psicológicas. Pretendía, además, con ello, marcar directrices que orientasen al colectivo respecto de cuáles son sus funciones, procedimientos y técnicas de intervención según el área en la que se desarrollase su actividad, así como orientar sobre contenidos formativos. El fruto de ese proyecto sería un número monográfico sobre Perfiles del Psicólogo (Varios, 1995), y el influyentes libro Perfiles Profesionales del Psicólogo (COP, 1998), que recogía los ocho definidos y los amplios grupos de trabajo que participaron en el proyecto. Complementariamente, el 1/6/1996, la Junta General ratificaba la creación de Divisiones Profesionales10, lo que ayudaba a operativizar la estructura del COP. Eran pasos necesarios para definir laboral y socialmente campos de intervención especializados, así como para orientar al colectivo hacia una formación de post-grado adecuada y, en el futuro, a su reconocimiento o acreditación por parte del COP, como experto o especialista en una determinada área profesional (Santolaya, 1996).
El colectivo profesional mostraba diferencias respecto del que había caracterizado Hernández (1984) una década antes. Seguía siendo joven, pero menos, un 30% se situaba por debajo de los 30 años, y un 15,4% superaba los 40, y mayoritariamente femenino (64%). El paro se había reducido a la mitad, un 10,5%, por debajo del de la población general. Trabajan sobre todo por cuenta propia, aunque todavía algo más de una cuarta parte de quienes trabajan, practican la psicología a tiempo parcial o se dedican a actividades que no son propias de la profesión (Quintanilla & Díaz, 1994).
Nuevas elecciones en 1996, que daban paso a una Junta de Gobierno constituida por todos los presidentes de las Delegaciones del COP. Un paso más hacia la consecución de un Consejo General de Colegios, solución organizativa que era una perenne pretensión del Colegio. Entre sus objetivos, ahondar en las políticas de comunicación, para incrementar y matizar y positivizar la percepción social y política, respecto del papel y conocimientos del colectivo, así como su utilidad para el tejido productivo. Todo ello, sin olvidar la promoción de acciones comunicativas de carácter científico-profesional (Jornadas, Encuentros y Congresos, Revistas representativas de los perfiles, participación en foros y estructuras de toma de decisiones), la defensa y promoción de la profesión, el desarrollo de la estructura colegial, la ampliación y mejora de los servicios a colegiadas/os, y la proyección y relaciones internacionales (Berdullas, 1996).
Con motivo del II Congreso Iberoamericano de Psicología, se realizó la I Convención del COP. Reunió a todos los miembros de las Juntas Rectoras de la Delegaciones y a los de la Junta de Gobierno; en ella se realizó un análisis de las futuras líneas de desarrollo político del COP, debatiéndose aspectos tan importantes como las necesidades de formación, la acreditación y la formación continua, la actualización de la estructura organizativa, la integración y el futuro en Europa e Iberoamérica11, los aspectos éticos y deontológicos de la profesión, y el nivel de empleo (Santolaya, 2001).
En esta década de la profesionalización (Santolaya, Berdullas y Fernández, 2001), un hito histórico clave fue la obtención del reconocimiento de la psicología clínica como especialidad sanitaria, a partir de la regulación del título oficial de Psicólogo Especialista en Psicología Clínica (RD 2490/1998)12, un aspecto por el que llevaba el COP luchando mucho tiempo13. La implantación del Sistema de Formación de Psicólogo Interno Residente (PIR) conoció en 1993 una primera convocatoria de 52 plazas con ámbito estatal, tras algún precedente en comunidades autónomas14. Como todas las formaciones vía residencia, pertenecen a la llamada Formación Sanitaria Especializada.
La promulgación del RD de la Especialidad parecía culminar un largo proceso de lucha, definiendo la psicología clínica, homologándola en cuanto a formación y reconocimiento social a cualquier otra especialidad sanitaria. Concurrentemente, servía para protegerlas técnicas, los procedimientos e instrumentos propia de ésta especialidad sanitaria. La obtención de la especialidad era un requisito obligatorio para optar a las plazas de las instituciones públicas, aunque no en otras modalidades de intervención profesional, pero no era necesario para el ejercicio de la profesión en el ámbito privado. Levantó una fuerte oposición en algunos colectivos encuadrados en el ámbito de lo psiquiátrico, incluso en el psicológico, que acabó en los tribunales, pero con sentencias favorable para el Colegio15.
La década se cerraba con otro hito histórico. Veinte años después de la aprobación de unos Estatutos provisionales, en 1999 se aprobaban por fin los Estatutos Generales del Colegio Oficial de Psicólogos de España, resolviendo la endémica situación de provisionalidad en su configuración institucional. Viene a coincidir en el tiempo con el replanteamiento de la situación de la universidad en Europa, que anuncian la Declaración de la Sorbona (26/5/1998) y la Declaración de Bolonia (19/6/1999), que plantean, entre otras cosas, “la necesidad de crear un espacio europeo de la enseñanza superior como medio privilegiado para fomentar la movilidad y la empleabilidad”, aspectos clave desde una óptica profesional16. La psicología española volvía a proyectarse hacia el futuro, ahora menos incierto por su nivel de implantación disciplinar y su penetración social. En cualquier caso, seguía necesitando consolidar una formación, y un reconocimiento legal, que habilitase para trabajar en distintos escenarios, entre ellos el sanitario.
LA DÉCADA DEL 2000. NACE EL CONSEJO
La primera década del nuevo milenio estaría repleta de cambios y esfuerzos adaptativos. Un primer reto fue la transformación descentralizadora del Colegio (Tabla 1). La Junta de Gobierno, de conformidad con lo establecido en el artículo 21 de sus Estatutos, adopta la decisión de segregar sus Delegaciones territoriales, que fueron convirtiéndose en Colegios autónomos (Real Decreto 1902/2000). El proceso culminó con la Ley 7/2005 que creaba el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos17. Los cambios se producen en un contexto de crecimiento constante de la psicología, del que participa plenamente la organización colegial.
El colectivo representado, sigue siendo urbanita y joven, pero cada vez menos, un 23% tiene menos de 30 años, pero el 30% supera los 40, y crecientemente feminizado (73%). El paro ha descendido a un 10%, porcentaje por debajo del de la población general. Trabajan sobre todo por cuenta propia (73%) y todavía existen muchos que se dedican a actividades que no son propias de la profesión.
Hay una gran variedad de centros públicos en los que desarrollan alguna actividad profesional. Se dedican sobre todo a la clínica, seguida por educativa, trabajo y organizaciones, social y comunitaria, seguridad vial, jurídica, y deporte. En todos sus perfiles, la orientación mayoritaria es la que definen los modelos de orientación conductual (modificación de conducta), hibridados, en muchos casos, con la perspectiva dominante en entornos universitarios (cognitivismo), definiendo la dominante perspectiva cognitivo-conductual. Les siguen en importancia los modelos eclécticos y los inspirados en el psicoanálisis Minoritarios o muy minoritarios los modelos de orientación sistémica y los de inspiración humanista, los inspirados en el Análisis Transaccional, la Terapia Gestalt y las aproximaciones fenomenológicas y existenciales (Santolaya, Berdullas & Fernández, 2002).
El Consejo, en correspondencia al brutal crecimiento que estaba experimentando la psicología, se fue dotando de una importante infraestructura tanto en la adquisición de locales, como en recursos materiales y humanos, de carácter informático, así como administrativos y contables con el fin de poder desarrollar adecuadamente los fines de la Corporación y mejorar sus vinculaciones y servicios un colectivo colegial, que crecía con un promedio anual de casi 1300 colegiados en los 20 años transcurridos. Un crecimiento que no hubiera sido posible sin una buena gestión de la tesorería, que pasó de unos ingresos de 16 millones en 1980 a 1.320 millones en el 2000 (Santolaya, 2001).
Continúa el programa de comunicación e internacionalización (cursos de formación y actualización profesional18, publicaciones, periódicas o no, y jornadas y congresos) destinado a potenciar la promoción y el desarrollo técnico y científico de la profesión, posicionar, delimitar y proyectar la profesión, dar voz a las inquietudes del colectivo, favorecer su movilidad es el nuevo espacio europeo19, y propiciar espacios de encuentro entre profesionales, y entre estos y universitarios.
El programa aúna diseminación, posicionamiento e internacionalización. El Consejo y los Colegios continúan su activa política editorial. Arrancan el milenio con 19 revistas, editadas o coeditadas, patrocinadas o copatrocinadas, así como con una serie de monográficos que son de carácter gratuito para los colegiados. El modelo de Agencias de Evaluación instaurado en aquella década, dejaba fuera del sistema, sin rentabilidad para el profesorado universitario, cada vez más habitual en las páginas de las revistas colegiales, alrededor del 90% de las revistas (Ruíz, Martín & Delgado, 2015). Para afrontar la creciente demanda de espacio cualificado, y ante la ausencia de revistas con Factor de Impacto internacional, Universidades y Sociedades Científicas también mantuvieron o iniciaron revistas, pero la falta de profesionalización y la endémica carencia de recursos no permitió que muchas de ellas entraran en la Web of Science (Tortosa, Osca, Alfaro, & López, 2019), algo que comenzaría a cambiar con la destacable ayuda de la organización colegial (Tortosa, et al., 2019) (Tabla 2)20.
Mientras, la psicología española y la sociedad continuaban cambiando, si bien en un entorno crecientemente globalizado. Uno de los principales motores de la transformación es la organización colegial, que consolida y expande el papel profesional de quienes practican psicología en una sociedad, que es cada vez más consciente de la necesidad de recurrir a aquellos para mejorar sus condiciones de vida y su competitividad. No obstante, continúa viviéndose un contexto de indefinición y lucha por los espacios profesionales. Es cierto que se requiere la intervención psicológica desde un número creciente y diverso de sectores de actividad, como educación, a pesar del fracaso en impedir el registro del título de Psicopedagogía, salud mental, departamentos de recursos humanos, ámbitos jurídicos y forenses, servicios de atención personal y a la comunidad, tanto en el ámbito privado como en las administraciones e instituciones, ... Pero cierto también que los éxitos legislativos no son muchos.
Internamente, para afrontar la situación, funcionaban con regularidad las Coordinadoras Estatales de ámbitos profesionales como Psicología Clínica y de la Salud, Tráfico y la Seguridad, Trabajo y Organizaciones, Jurídica, Drogodependencias, Servicios Sociales, Educación, Deporte, y las Comisiones de Intrusismo y Formación. Además, existían diversos Grupos de Trabajo que de modo más puntual analizan, debaten y potencian temas específicos de interés y otros emergentes21. Las Comisiones Deontológicas ejercen, a su vez, una función arbitral entre colegiados y clientes, siendo garantes del correcto ejercicio profesional.
Acabando la década arrancan las Divisiones22, muchas con revistas como órganos de expresión. Las Divisiones más numerosas a día de hoy, son las relacionadas con la psicología clínica y de la salud, prácticamente explican el 60% de las personas inscritas (Tabla 3). En poco más de 10 años se ha pasado de 2 a 11, y de menos de 2.000 a más de 13.000 miembros. No obstante, solo poco más del 17% de las personas colegiadas forman parte de ellas, lo que indica que es necesaria una importante labor didáctica por parte del Consejo y los Colegios para incrementar esa afiliación.
En 2003 se promulgaba la Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias-LOPS. La Ley define la psicología como profesión sanitaria, pero sólo en el caso de los Psicólogos Especialistas en Psicología Clínica, dejaba fuera la Licenciatura en Psicología de la lista de profesiones consideradas sanitarias, un supuesto que generaba una situación de inseguridad jurídica para numerosos profesionales en ejercicio activo, la mayoría en el ámbito privado, que atendían pacientes. pero carecían del título oficial de especialista, algunos tramitando su homologación23. La situación, para un colectivo muy orientado hacia la práctica clínica, estaba muy lejos de ser clara24.
La publicación en poco más de un mes del RD 1277/2003 de Autorización de Centros, Servicios y Establecimientos Sanitarios, y de la LOPS, dio un vuelco al pretendido reconocimiento del rol sanitario de los psicólogos, probablemente por presiones de tipo corporativo de otros grupos profesionales (Junta de Gobierno, 2003; Santolaya, 2004). Para intentar revertir la situación y, además, conseguir que la Licenciatura estuviera en la Rama de Ciencias de la Salud, el COP comenzó una serie de acciones (Duro & Martínez, 2004), que se alargaron en el tiempo, de las que se informó al colectivo mediante Infocop. Acciones en los medios, en los tribunales, en los despachos, incluso en sede parlamentaria y en las calles con grandes movilizaciones. Un proceso en el que contó con el apoyo explícito y participativo de la Conferencia de Decanos y el colectivo estudiantil, así como de algunos partidos políticos, sindicatos, organizaciones sociales, sanitarias y científicas (Consejo General, 2004)25.
Mientras en la Universidad, un auténtico sinsentido legislativo venía afectando los planes de estudios26. El milenio empezó intentando responder a los planteamientos de un Espacio Europeo de Enseñanza Superior, con la Ley Orgánica 6/2001 de Universidades. Primer documento marco de un aluvión legislativo. Para afrontar los cambios, la Conferencia de Decanos de Psicología, contando con el Consejo, se embarca en el ambicioso proyecto de definir la formación psicológica, aparentemente con el visto bueno del Ministerio. Fruto de ese esfuerzo son las propuestas de Proyecto de Diseño de Plan de Estudios y Título de Grado en Psicología y de Programa Oficial de Postgrado en Psicología, que, finalmente no serían tomadas en cuenta por el Ministerio de Educación. Fue un esfuerzo baldío en un marco en el que primaban intereses políticos sobre los científico-técnicos, y en los que los juicios de los expertos se orillaban ante los objetivos político-ideológicos. A pesar de todo, la Psicología seguía creciendo. Dadas las carencias de los grados, la formación continua y los postgrados adquirieron protagonismo, si bien con un alto grado de improvisación y sin un modelo definido. No obstante, la colaboración UniversidadConsejo acabó favoreciendo que el Consejo de Coordinación Universitaria decidiese situar los estudios de psicología dentro del marco de las ciencias experimentales y de la salud27.
La década finalizaba con la creación de la Fundación Española para la Promoción y el Desarrollo Científico y Profesional de la Psicología-PSICOFUNDACIÓN28. Incorpora un decidido compromiso del Consejo con la investigación, si bien en este caso orientada desde objetivos profesionales, normalmente minimizados en las convocatorias públicas. Fiel reflejo de este propósito, pocos años después, será el cofinanciado Proyecto PsicAP (Cano, Muñoz, Moriana, Ruíz, Medrano, & González, 2021), que ya empieza a arrojar sus frutos en algunas comunidades, y se replica en otros países.
LA DÉCADA DEL 2010. LA DÉCADA DE LA PSICOLOGÍA SANITARIA
La nueva década comenzaba con buenas noticias. Tras siete años de lucha, se publica la Ley 5/2011 de Economía Social. Su disposición adicional sexta regulaba el ejercicio de actividades sanitarias por titulados universitarios de Licenciado en Psicología o Graduados en el ámbito de la Psicología. Esta disposición venía a paliar, todavía de forma provisional, la extrema situación de precariedad existente en la actividad sanitaria por no especialistas en el ámbito. Vino a crear de facto la profesión sanitaria de psicólogo generalista, y ponía plazo (doce meses) a una solución regulatoria. Los psicólogos ya no deberían tener ningún problema para trabajar en un centro sanitario privado, bien como autónomo o por cuenta ajena (Santolaya, 2011). No obstante, quedaban fuera de la regulación los psicólogos que trabajaban en el Sistema de Salud público o concertado, lo que abría un nuevo frente.
Siete meses después, la Ley 33/2011 General de Salud Pública modificaba la LOPS, creando la profesión de Psicólogo General Sanitario (Disposición Adicional Séptima), reconociéndole la condición de profesional sanitario de nivel de licenciado de acuerdo con el artículo 2 de la LOPS, y estableciendo sus competencias profesionales. Regula, además, las vías de acceso al ejercicio profesional, mediante la creación de un próximo Título Oficial de Master en Psicología General Sanitaria-PGS con directrices propias, al que solo se accederá con el Grado en Psicología. Tras treinta años de lucha se culminaba una muy ansiada meta, la regulación legal del ejercicio profesional en el ámbito sanitario. La Ley regula una diferenciación entre dos tipos de profesionales sanitarios, especialistas en psicología clínica (vía PIR y homologación), y psicólogos generales sanitarios (vía Master PGS y habilitación sanitaria)29 (Duro, 2021). La Ley situaba la Psicología entre las profesiones que gozan de protección legal, y mantenía su condición de profesión colegiada.
De hecho, en la Estadística de Profesionales Sanitarios Colegiados de 2012, que identifica a quienes tienen una especialidad profesional sanitaria, aparece, por primera vez, el grupo de psicólogos30. Desde entonces, las diferencias interprofesionales se han mantenido. La oferta de Psicología se ha mantenido escasa año tras año (Figura 2), por lo que la ratio de solicitantes/plaza continúa siendo la más elevada en comparación con el resto de las especialidades (Anónimo, 2020a).
Poco después, con retraso sobre lo legislado, se publicaba la Orden ECD/1070/2013, que establecía los requisitos para verificar el habilitante título universitario oficial de Máster PGS31. La orden colmaba las ilusiones de muchos, pero provocó contestación interna. La Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR) interpuso un recurso por vía contencioso-administrativa contra la Orden que regulaba este postgrado. El Consejo y la Conferencia de Decanas/os alinearían objetivos contra el recurso, que sería desestimado tres años más tarde (Anónimo, 2016), pero la sentencia no cerraba el tema, abría otros frentes, como el de los itinerarios formativos, las acreditaciones profesionales, o las funciones profesionales de las figuras y su alcance, lo que ha dado lugar a lecturas contrapuestas de esta parte del proceso y del propio proceso en su conjunto (Carrobles, 2013, 2015; Fernández, 2003; Fernández, 2017; Fernández, Santolaya & Santolaya, 2017; Olabarría, 2018; Olabarría & García, 2011; Prado, Sánchez, Gimeno & Aldaz, 2019; Sánchez, Prado y Aldaz, 2013).
La diferencia no sólo está en las convocatorias, y en las ratios por 100.000 habitantes, sino, desde el principio, en el número de especialidades (RD/183/2008). Hasta el presente, a diferencia de Medicina, que cuenta con decenas de especialidades en Formación Sanitaria Especializada, en Psicología solo existe una especialidad con reconocimiento oficial. Se trata, valga el oxímoron, de un especialista generalista, ya que debe ser competente en cualquiera de los ámbitos de su actuación profesional. Para intentar favorecer la existencia de posibilidades de preparación intensiva en áreas específicas pueden plantearse diversas alternativas (Jarné & Pérez, 2020).
Primero hubo una eclosión de oferta de títulos propios (masters, diplomas de especialización profesional, cursos de experto) por parte de las universidades, que se reorientó con la creación del Master PGS. Pronto, la publicación del RD 639/2015, por el que se regulan los Diplomas de Acreditación y los Diplomas de Acreditación Avanzada orientados a la formación y el desarrollo de la competencia técnica de los profesionales sanitarios abrió algunas posibilidades32. También hubo respuesta desde el COP, el Consejo instauró un proceso de nacional de acreditación no oficial sobre áreas funcionales específicas de la psicología, que ya había tenido algún antecedente en el Colegio de Cataluña y de Madrid. La creación de las primeras Divisiones había generado iniciativas de Acreditación Profesional, al contemplar sus Reglamentos internos las figuras de miembros acreditados. La creación de la Comisión Nacional de Acreditación Profesional afrontó el tema33, y han venido apareciendo acreditaciones, eso sí, sin la validez administrativa necesaria para especializar (Tabla 4). Dominante siempre, por su peso profesional, la oferta en el ámbito sanitario, pero muy diversificada. El objetivo común era garantizar unos estándares de calidad mínimos, e impulsar, con los cursos del FOCAD, los procesos de formación continuada y especializada. El reconocimiento del Colegio supone un aval de competencia profesional por la institución no académica de mayor prestigio, que puede favorecer un mayor reconocimiento social (Jarne et al., 2012).
Coincide con años de continuo crecimiento y diversificación34. La psicología, a pesar del predominio de la psicología sanitaria, continúa diversificándose en todas las facetas del ser humano: actividad social y comunitaria; prevención de riesgos laborales; enseñanza y orientación; trabajo y organizaciones; actividad social y comunitaria; tráfico y seguridad; deporte; relaciones familiares; justicia; instituciones penitenciarias; ejército y cuerpos de seguridad; emergencias, etc. Buena prueba de ello, es el crecimiento de la Universidad (Hernández, 2003; Sánchez et al., 2017), que trata de responder mediante una numerosa y diversificada oferta de postgrados35.
En el curso 2003-2004, 23 universidades públicas (48,94%) y 8 privadas (42,11%) ofertaban enseñanzas de Psicología, casi un 47% sobre el total, triplicando la oferta de las públicas a las privadas, produciendo 6.000 egresadas/os (Hernández, 2003). En el curso 2014-2015 son 52 los Centros donde se oferta el Grado, casi un 63%, 29 en universidades públicas (58%) y 23 en privadas (69,70%), auténtica eclosión (incremento del 130%), que producen 7.168 egresadas/os (Sánchez et al., 2017). En el curso 2020-2021 son 62 (74,70%) las universidades con grados verificados, 32 de las 50 públicas y 30 de las 33 privadas, que producen 8.246 egresadas/os en 201936.
La oferta de Másteres universitarios y Programas de Doctorado es muy amplia, con ventaja para las universidades públicas, especialmente en doctorado, donde 28 públicas ofertan programas, frente a solo 5 privadas. Junto a los perfiles tradicionales (clínica, educación y trabajo), aparecen temas como: atención temprana; dependencia; intervención/rehabilitación psicosocial; actividad física, deporte y alto rendimiento; todo tipo de adicciones; psicogerontología; psicología jurídica y peritación forense; trastornos del lenguaje y de la voz; neuropsicología y neurociencias; y un largo y diverso etcétera. No obstante, los más ofertados son los másteres regulados. Mención especial merece el Master PGS. Ya en su primer año de implantación posible 30 (18 públicos y 12 privados) de los 48 centros que ofertaban psicología lo iniciaron, en muchos casos extinguiendo masters en psicología clínica y de la salud. En 2021, 60 de las 62 universidades con Grado ofertan Masters PGS. En apenas 5 años se ha doblado la oferta. Es más, el Ministerio de Sanidad acaba de publicar, fruto de un trabajo intersectorial en el que ha participado el Consejo, una Resolución de 26 de abril de 2019 por la que se publica el “Marco estratégico para la atención primaria y comunitaria”. Reafirma la necesidad de que la Atención Primaria mantenga un enfoque biopsicosocial, y potencia la figura del psicólogo clínico y la psicóloga clínica en ella, protocoliza los circuitos de derivación, e incluye la formación en este campo en los departamentos o unidades docentes de los centros universitarios de Psicología, creando una nueva vía para el deseado diálogo entre ambas instituciones.
130.000 estudiantes egresaron durante el siglo XXI, con una media de 63.000 matriculados. 7.796 egresadas/os del Master PGS entre el curso 2014-2015 y 2018-2019. Casi 77.000 colegiadas/os¡¡ No obstante, continúa presentando una de las tasas más bajas de colegiadas/os no jubiladas/os por 100.000 habitantes (69,71) entre los grupos de profesionales sanitarios, lejos de los de 481,18 y 566,75 de las/los profesionales de la medicina y la enfermería (Tabla 5), y 162 colegiadas/os por 100.000 de población. Son 33.209 psicólogos con especialidad sanitaria en 2019 (Anónimo, 2020b), un 44,75% de los colegiados, pero estamos de acuerdo con Duro (2021) en que existe un “galimatías cuantitativo” respecto del número de profesionales sanitarios activos cuando atendemos a sus perfiles de incorporación37.
También en comunicación y posicionamiento ha sido una década importante. Se ha incrementado y fortalecido las relaciones internacionales (y las nacionales) con un número creciente de actores. Una dimensión en la que la actividad congresual ha sido clave, y, especialmente, la recuperación, frente a la creciente hiperespecialización de este tipo de eventos, de los Congresos Nacionales, tras un parón de 27 años39, y la potenciación de los Iberoamericanos40. Además de atender las áreas profesionales y científicas más relevantes en cada circunstancia, facilitan la comunicación formal e informal entre académicos, pero también entre universidad y profesión. Todo ello, sin olvidar que proyectan ante los agentes sociales, y la población general, la utilidad y relevancia que la disciplina tiene en muchos campos, contribuyendo así a crear una representación social cada vez más compartida.
Ha continuado impulsando su ya activa política de comunicación con el objetivo de divulgar y promocionar el Colegio, la Psicología y lo psicológico entre los grandes agentes sociales, la población general, y los colegiados. Lo ha hecho a través de los medios de comunicación (prensa tradicional, radios, televisiones, agencias de Información, medios digitales, redes sociales, You Tube, revistas de todo tipo). Ha impulsado su programa de revistas científico-profesionales, siendo responsable total o parcialmente del 52,94% (9 de 17) de las revistas españolas de psicología en JCR, donde participa en tres de las cinco en Q1, y SJR, en tres de las cuatro en Q1, además de tener otras siete en Emerging Source Citation Index (Ansiedad y Estrés, Anuario de Psicología, Clínica Contemporánea, Electronic Journal of Research in Educational Psychology, Papeles del Psicólogo, Revista de Historia de la Psicología, y Revista Iberoamericana de Psicología y Salud).
Además, logró que se constituyese la Academia de Psicología de España (RD 378/2015), acontecimiento de múltiples alcances, al menos cultural, social, científico, y profesional. Esta corporación de derecho público de ámbito nacional, tiene como misión general, según sus Estatutos41, “la consecución, promoción y mantenimiento del más alto nivel científico, cultural y social en la Psicología, así como el impulso de su práctica en beneficio de los individuos y la sociedad” (art. 3.1.).
Son cuarenta años caracterizados por un rápido, y tortuoso camino hacia el afianzamiento y la consolidación, repleto de avances y retrocesos, de movimientos de zig-zag, de una no siempre deseada unión, lleno de obstáculos y dificultades de tipo administrativo, y con intereses políticos y corporativos que nada o poco tenían que ver con la calidad asistencial y las verdaderas necesidades y beneficio de la población y los usuarios. Ha habido luces, como el reconocimiento sanitario de la Psicología y el avance hacia la incorporación de los psicólogos en la Atención Primaria, pero también sombras, como el menoscabo a ciertas áreas profesionales, como la educación, o los servicios sociales.
Sus grandes números son desorbitados, parecen mostrar una realidad pletórica, pero no exenta de dudas y problemática interna y externa. Muestran un colectivo necesitado de defensa frente al creciente intrusismo42, con unos desmedidos accesos, que generan un elevado fracaso, con paro importante y demasiado subempleo, con carencias en la formación generalista de grado (problemas en los prácticos y en las clínicas universitarias) y muy acusadas respecto de una formación especializada de postgrado, así como falta de una ordenación, legal acorde con sus potencialidades. Todo ello con una representación social todavía débil y difusa, necesitada de contornos. Viene a coincidir con el hecho de que nuestra sociedad atraviesa por una crisis global importante. Todo ello ha agudizado viejas necesidades, y ha generado otras nuevas en todos los sectores, por lo que la organización colegial debe seguir potenciando su labor ordenadora y de defensa del colectivo, así como mejorando su política de comunicación y su posicionamiento.