INTRODUCCIÓN
La salud ocupacional es un tema sumamente investigado en la actualidad, sin embargo, todavía no existe suficiente información sobre los riesgos psicosociales en el trabajo en los países latinoamericanos. En el Perú, por ejemplo, la Ley de Seguridad y Salud Laboral vigente (N° 29783) se promulgó el año 2012 y dos años después se emitió su reglamento correspondiente, pero, aunque se menciona el estrés laboral como un factor de riesgo psicosocial, el énfasis está puesto en los riesgos físicos y biológicos. En tal sentido, el personal sanitario o de salud, está expuesto a una diversidad de riesgos de esta naturaleza, tales como factores de riesgo biológico como brucelosis, tuberculosis, leptospirosis, salmonelosis, VIH, Hepatitis B o C1. Aunque muchos de ellos pueden evitarse utilizando equipos de protección personal, su uso es todavía limitado. En el estudio de Muñoz, se reportó que solo el 39% de trabajadores de dos instituciones de Colombia disponía de los elementos necesarios para prevenir el contagio de tuberculosis2. En España, entre el 1986 y el 2001, se detectaron 550 accidentes con VIH, con una media de 34.4 casos por año3. Otros estudios reportan que la principal causa de muerte del personal sanitario son los tumores malignos, siendo más frecuentes entre el personal de enfermería que en los médicos4. De hecho, el personal de enfermería suele estar expuesto a accidentes laborales como punciones, traumatismos y cortes, que se relacionan con condiciones deficientes del entorno laboral5.
En ese sentido, es muy importante que el puesto de trabajo se adecúe a las necesidades y las condiciones físicas y psicológicas del trabajador6, ya que la deficiente organización del puesto de trabajo se ha asociado a fatiga y lesiones músculo-esqueléticas7, siendo estas últimas las que más afectan la productividad del trabajador, aunque no sean las más frecuentes8. Asimismo, de todo esto se desprenden costos económicos debido al tiempo que el trabajador se ausenta por incapacidad9, que repercuten en la satisfacción del paciente10. A esta compleja situación, se suman los factores de riesgo psicosocial, que también perjudican la actividad laboral y la calidad de vida del trabajador, entendiendo por esta última, aspectos tales como la salud laboral, la satisfacción, la motivación y el rendimiento de los trabajadores11. Es sabido que la satisfacción laboral se relaciona con el estrés y el rendimiento laboral en los trabajadores de salud12, y que las relaciones interpersonales conflictivas en el trabajo, también impactan negativamente en el desempeño laboral13. En un estudio previo, realizado en Arequipa, segunda ciudad del Perú, se encontró que el clima organizacional óptimo en un hospital oncológico, se correlacionó inversamente con las manifestaciones del síndrome de burnout del personal médico, asistencial y administrativo14. Mientras que, en México, la insatisfacción de los trabajadores y su baja motivación se asociaron con la poca seguridad laboral11, en Argentina las situaciones de alto riesgo psicosocial de 844 trabajadores de 23 hospitales públicos, fueron las exigencias psicológicas del trabajo, el apoyo social y la calidad de liderazgo15; en tanto que, en Chile, la satisfacción laboral fue el principal predictor de la calidad de vida laboral de los trabajadores del sector público de salud16.
De este modo, tomar en cuenta factores psicosociales, puede aportar a la reducción o eliminación de los accidentes laborales17, y a la promoción del bienestar del personal de salud18. En tal sentido, se han desarrollado diversos instrumentos para valorar diversos aspectos del riesgo psicosocial19,20,21 y se han formulado marcos teóricos que explican sus causas, consecuencias y ocurrencia. Uno de los puntos nodales del riesgo psicosocial en el trabajo es el estrés laboral, que, desde diversos enfoques, es concebido como un desencadenante de múltiples padecimientos físicos y mentales, con el consecuente deterioro de la salud, y la merma del bienestar y la productividad. Un reciente meta-análisis sobre el estrés en personal sanitario reportó que el 46% de trabajos de investigación se realizan en enfermeras, el 39% en trabajadores no sanitarios del ámbito de la salud, y solo el 15% en médicos. Además, se señala que parece haber una disminución del estrés laboral, según las cifras reportadas en los estudios revisados. Asimismo, los modelos teóricos más empleados para valorar los riesgos psicosociales fueron la teoría demanda-control de Karasek y la teoría de esfuerzo-recompensa de Siegrist, mientras que el estrés se asoció en la mayoría de estudios al síndrome de burnout22.
Precisamente, un estudio con 989 profesionales de la salud de seis países de Latinoamérica, señala que Chile, Perú y Colombia presentan mayor riesgo de estrés laboral según el modelo de Karasek; de modo que Venezuela fue el país con menores demandas y mayor control y apoyo social, mientras que Perú y Chile fueron los que presentan menor apoyo y menor control, y Colombia el que presenta mayores demandas psicológicas23. Esto implica que las demandas laborales son una fuente de estrés importante, que dicho sea de paso según ciertos reportes, son mayores en las mujeres24, debido al conflicto entre sus roles laborales y familiares. Además, los roles laborales de las mujeres en el sector salud, suelen implicar una escasa participación en la toma de decisiones, haciendo sus trabajos pasivos y tornándolos en fuentes de riesgo psicosocial, que pueden afectar su salud, sobre todo en condiciones de mayor vulnerabilidad como la gestación, ya que estudios en Cuba han reportado que los hijos de trabajadoras del sector salud que presentaron altos niveles de estrés (mediados por las demandas laborales excesivas y el bajo control), nacieron con bajo peso25. Otros estudios se centran más en los factores organizacionales, como el contenido del trabajo, el grado de responsabilidad del trabajador, la ambigüedad de sus funciones, los contactos sociales, el clima organizacional, la sobrecarga laboral, los horarios de trabajo, el ambiente físico, la preparación profesional y el contacto con los pacientes26.
En ese sentido, el contacto con los pacientes suele ser una fuente potencial de estrés, en tanto que se tiene la responsabilidad de aliviar sus dolencias, y se experimentan formas vicarias de sufrimiento que desgastan a quienes los tratan y atienden27. De hecho, el personal sanitario registra mayores tasas de suicidio, si se les compara con las cifras de la población general, sobre todo en el caso de las enfermeras, los odontólogos y los médicos28. Otros reportes ubican en primer lugar a los psiquiatras29 y los emergencistas26, pero siempre con altos índices de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización profesional; que son los síntomas patognomónicos del síndrome de burnout, una consecuencia del estrés laboral crónico que se ubica en la categoría de enfermedad laboral30. Descrito inicialmente por Freudenberger31, y delimitado conceptual y metodológicamente por Maslach32,33; ha generado un importante cúmulo de investigación, que ha tomado como profesiones más vulnerables a aquellas de servicios humanos, como las profesiones de salud, los profesores y el personal policial30.
En ese sentido, el síndrome de burnout se consideró primero como un cuadro específico de profesiones de servicio caracterizado por el agotamiento emocional, que se refiere a una baja de energía del trabajador y falta de motivación en el trabajo; la despersonalización, que tiene que ver con una conducta cínica para con el paciente que implica un trato distante en el que el usuario del servicio es tratado como «cosa»; y la baja realización personal, que hace alusión a sentimientos de ineficacia en el trabajador33. Asimismo, las primeras explicaciones teóricas apuntaban a una causa del síndrome en las relaciones interpersonales entre los trabajadores y las personas que atendían. Estas relaciones suelen ser asimétricas, porque el paciente depende del trabajador y porque es éste quien asume la responsabilidad de la atención del primero, sin embargo, las explicaciones más recientes, han enfatizado, las condiciones organizacionales del trabajo, como la sobrecarga laboral, el clima organizacional y la estructura de la empresa y organización del trabajo30.
Para el caso de las profesiones del sector salud, algunos reportes en América Latina indican que, en Chile, los trabajadores presentan altas puntuaciones en agotamiento emocional y despersonalización34, mientras que en Brasil, un estudio con 127 profesionales de la salud, reportó que el 36.2% presenta agotamiento emocional, 15.7% despersonalización y 7.9% baja realización profesional; asociando de manera negativa, la edad con el agotamiento, y de manera positiva el feedback de los pacientes con dicha dimensión35. En Argentina, se evaluó a 36 odontólogos de Buenos Aires, encontrando que las mujeres presentan mayores niveles de agotamiento emocional36, mientras que, en Venezuela, se reportó una baja prevalencia del síndrome de burnout, siendo mayor en quienes tiene más de 45 años, están casados y quienes tienen relaciones interpersonales inadecuadas37.
En el caso de los médicos, en Argentina, se ha reportado que, en 123 pediatras, la prevalencia de burnout fue del 24.39%, y que se asoció significativamente con los síntomas de depresión38. En Colombia, la prevalencia del síndrome fue de 9.1% en una muestra de 55 estudiantes de último año de medicina, pero el agotamiento emocional fue alto en el 41.8%, la despersonalización fue alta en el 30.9% y la baja realización profesional en el 12.7% de la muestra39. En México, un estudio con 82 estudiantes de medicina, reportó que 74.4% obtuvo altos niveles de sobreinvolucramiento, y que se asoció con el agotamiento emocional40. En Perú también se ha encontrado que el síndrome de burnout está presente en los internos de medicina con una prevalencia que fluctúa entre 11.49% y 57.2%41, y que los estudiantes de medicina, presentan prevalencias frecuentes de trastornos mentales como hipomanía, depresión y riesgo suicida42. Estos datos en su conjunto, nos indican que el estrés en el sector salud suele iniciarse en el periodo formativo27, mediados por el estrés académico y algunas variables personales, educativas y socioambientales. De hecho, algunos estudios reportan que los estilos de aprendizaje de los estudiantes de medicina no siempre siguen una secuencia lógica43, en otros casos, sus intereses son más prácticos que reflexivos44, aspecto que también podría traerles problemas académicos con la consecuente carga de estrés y patologías asociadas. A nivel de su entorno, un estudio en México, reveló que en 129 estudiantes de carreas de salud, el riesgo suicida fue bajo, pero que un alto porcentaje de ello percibe que su bienestar es bajo y que provienen de familias caóticas45.
En Perú, los estudios sobre el síndrome de burnout comenzaron al finalizar la década de los ‘90, focalizándose primero en muestras del sector salud, y del sector educación después. En Cusco, se evaluó a 64 médicos y 73 enfermeras del Hospital del Seguro Social (EsSalud), y se reportó que el síndrome de burnout fue bajo en el 79.7% de médicos y el 89% de enfermeras. Además, el ser varón, tener más de 12 años de servicio, presentar insatisfacción en el trabajo y tener sobrecarga laboral; fueron factores asociados al síndrome46. En Tacna, se aplicó el inventario de burnout de Maslach a 90 médicos, reportando que el 15% presenta puntuaciones altas del síndrome o sus dimensiones, y que un 42% tenía alteraciones psicofísicas de depresión47. En Arequipa, se evaluó a 172 enfermeras de tres hospitales de Arequipa, hallándose que el 65% tenía niveles altos de síndrome de burnout y que el agotamiento emocional se relacionaba con la sobrecarga laboral y el número de hijos48. Más recientemente, se ha reportado que solo el 21.3% presenta niveles severos del síndrome, y que el tiempo de servicio es determinante en el síndrome de burnout y la baja realización profesional49. En otro estudio, con personal sanitario de un hospital oncológico de la región, se reportó que los niveles de burnout eran bajos, pero que los aspectos del sueldo y el reconocimiento de los trabajadores, eran deficitarios14. Finalmente, en el estudio de Arias et al.50 se reportó que los niveles de síndrome de burnout en una muestra de 111 psicólogos que radican en la ciudad de Arequipa, eran bajos y que el estilo de afrontamiento activo se relacionó negativamente con el síndrome, y mientras que los estilos de afrontamiento pasivo y evitativo se relacionaron positiva y significativamente.
MATERIAL Y MÉTODOS
El presente estudio es de tipo básico con un diseño de investigación descriptivo-comparativo; que pretende evaluar a diversos profesionales del sector salud que laboran instituciones públicas y privadas de la ciudad de Arequipa, con la finalidad de valorar la prevalencia del síndrome de burnout y analizar las diferencias en función de algunas variables sociodemográficas tales como el sexo, el estado civil, el tiempo de servicios, la profesión, el cargo y la institución de procedencia.
Se emplearon dos instrumentos: una ficha de datos sociodemográficos que comprende datos tales como edad, sexo, tiempo de servicio, ingresos económicos, estado civil, número de hijos, profesión, cargo y el nombre de la institución en que laboran. También se aplicó el Inventario de Burnout de Maslach en su formato validado por Arias y Jiménez30 para la ciudad de Arequipa, que consta de 22 ítems en formato de autoreporte con una escala de respuesta tipo Likert que va de 0 (nunca) a 6 (todos los días), y que cuenta con un nivel de confiabilidad de .76, obtenido mediante el método de consistencia interna con la prueba alfa de Cronbach. Para la calificación del instrumento se tomaron en cuente los siguientes criterios: una puntuación inferior de 19 indica un agotamiento emocional leve, entre 19 y 26 moderado y mayor de 26 severo; para la dimensión de despersonalización, un puntaje menor de 6 indica un nivel leve, entre 6 y 9 moderado, y superior a 9 severo; mientras que un nivel de leve de baja realización profesional está determinado por un puntaje superior a 39, un nivel moderado por puntajes entre 39 y 34, y un nivel severo por puntajes inferiores a 34. Para la valoración global de la escala, un puntaje inferior a 44 indica burnout leve, entre 44 y 88 moderado, y por encima de 88 severo.
Tanto la ficha de datos sociodemográficos como el inventario de burnout se ubicaron en una hoja de respuesta que contenía además de las instrucciones, los objetivos de la investigación y el consentimiento informado en el encabezado.
Se trabajó con un muestreo intencional (no probabilístico), mediante la técnica de muestreo por cuotas, que permitió evaluar a trabajadores del sector salud de la ciudad de Arequipa (Perú), quienes cumplieron con los siguientes criterios de inclusión: ser personal de salud, laborar en las instituciones de salud seleccionadas, participar voluntariamente en el estudio, dar su consentimiento informado. De este modo se evaluó a trabajadores del sector salud de Hospitales de EsSalud, el Ministerio de Salud, el Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas (IREN), el Hospital de la Policía, postas de salud de la zona metropolitana de Arequipa y de centros privados de salud.
Para la evaluación de los trabajadores se solicitaron los permisos correspondientes en las instituciones de salud seleccionadas de manera intencional, tomando como criterio el acceso para la evaluación de la muestra. Se aplicó el instrumento de manera individual a cada uno de los trabajadores que se encontraban en la institución, en el momento de la evaluación. La aplicación del inventario de Maslach se efectuó en diversas áreas (consultorio, salas de espera, cafetería, oficinas administrativas, etc.) según la disposición de los evaluados. Una vez recolectados los datos se procedió a procesar la información, mediante el programa SPSS 19.0 licenciado por Microsoft, de acuerdo con los objetivos de esta investigación. Para el caso de los valores sociodemográficos se han cuantificado a través de estadísticos descriptivos, frecuencias y porcentajes. Para efectuar las comparaciones se ha utilizado la prueba t de Student y el análisis de varianza según el nivel de medición de las variables.
RESULTADOS
Se evaluó a 213 profesionales que se desempeñan en el área de la salud en la ciudad de Arequipa. El 35.7% fueron varones y el 63.8% fueron mujeres, con una edad media de 37 años con una desviación estándar de ±10.51, dentro de un rango de 23 a 68 años. En cuanto al estado civil, 42.7% son solteros, 52.1% casados, 3.3% eran convivientes, 0.9% son divorciados y 1% son viudos. El 40.8% no tiene hijos, el 12.7% tiene un hijo, 30% tiene dos hijos, 12.2% tiene tres hijos, 3.8% cuatro hijos y 0.5% tiene cinco hijos. Ocupacionalmente, 40.8% son médicos, 22.1% son enfermeras, 8.5% son obstetras, 6.6% son farmacéuticos, 4.2% son dentistas, 3.3% nutricionistas, 10.3% técnicos de enfermería y el resto tienen otras profesiones como psicólogos, anestesistas, etc. El 27.7% trabaja en el Ministerio de Salud, el 24.9% en EsSalud, el 7% en el Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas (IREN), el 3.3% en el Hospital de la Policía, el 20.7% labora en una posta de salud, el 15.5% en el sector privado y el 0.9% no registró este dato. El 5.2% tienen a su cargo una jefatura, el 6.1% son asistentes, el 13.6% son residentes, el 7.5% son internos y el 67.1% son contratados. El 51.6% labora menos de cinco años, el 14.1 de cinco a diez años y el 34.3% más de diez años. el 8.5% percibe un salario mensual por debajo del mínimo ($ 320 USD), el 18.8% recibe un sueldo en torno al sueldo mínimo y el 72.8% más del sueldo mínimo vital.
Los datos de la tabla I permiten apreciar los estadísticos descriptivos del personal evaluado. Se aprecia que la media del síndrome de burnout fue de 65.173, lo que implica un nivel moderado del síndrome, mientras que el agotamiento emocional obtuvo una media de 18.469 que le ubica en un nivel bajo, la despersonalización obtuvo una media de 7.216, que es moderada, y la baja realización profesional, obtuvo una media de 39.488, que implica un nivel leve. Las asimetrías fueron bajas, lo que supone una distribución normal de los datos, y un poco ladeada hacia la derecha, para la baja realización profesional, por ser negativa.
Burnout | Agotamiento emocional | Despersonalización | Baja realización profesional | |
---|---|---|---|---|
Media | 65.173 | 18.469 | 7.216 | 39.488 |
Mediana | 64.000 | 18.000 | 6.000 | 42.000 |
Moda | 57,00 | 21.00 | 0.00 | 48.00 |
Desv. típ. | 14.641 | 11.200 | 6.364 | 8.769 |
Varianza | 214.380 | 125.448 | 40.510 | 76.911 |
Asimetría | .312 | .341 | .685 | -1.033 |
Curtosis | 1.793 | -.463 | -.450 | .475 |
Porcentualmente, el 51.6% de la muestra, se ubica en un nivel leve de agotamiento emocional, mientras que el 25% en un nivel moderado y el 23% en un nivel severo. La dimensión de despersonalización alcanza es leve en el 43.2% de la muestra, moderada en el 23.5%, y severa en el 33.3%. La baja realización personal es leve en el 61% de los trabajadores evaluados, en el 13.1% es moderada y severa en el 25.8%. El síndrome de burnout fue leve en el 3.8% del personal de salud, moderada en el 90.6% y severa en el 5.6%. Esto sugiere que porcentajes importantes de profesionales tienen algunos síntomas del síndrome de burnout, y un bajo porcentaje de trabajadores que tienen el síndrome de burnout como diagnóstico.
También se realizaron comparaciones según el sexo con la prueba t student, cuyos resultados se muestran en la tabla II Como se puede observar solo existen diferencias significativas en la despersonalización, siendo mayores los puntajes para los varones (p= .14), y en el síndrome de burnout como puntuación total, siendo mayor también en los varones (p= .042). es decir, los varones presentan mayor despersonalización y prevalencia de síndrome de burnout que las mujeres.
También se realizaron comparaciones según el tiempo de servicios con el análisis de varianza, encontrándose que en las tres dimensiones de síndrome de burnout y la puntuación total; lo que quiere decir que en los trabajadores que presentan menor tiempo de servicio, el agotamiento emocional, la despersonalización, la baja realización profesional y el síndrome de burnout es mayor (ver tabla III).
Las comparaciones en función de los ingresos económicos de los trabajadores no reportaron diferencias significativas, lo que quiere decir que el factor dinero no muestra valores diferenciales en el síndrome de burnout (ver tabla IV).
Las comparaciones en función del estado civil, tampoco reportaron diferencias significativas entre el personal de salud evaluado (ver tabla V), aunque la dimensión de despersonalización tiene un nivel de significancia que se acerca al mínimo establecido, no puede considerarse significativo, por tanto, no puede decirse que existen diferencias sobre el síndrome de burnout y sus dimensiones en función del estado civil.
En cuanto al lugar de trabajo o institución donde laboran, puede verse que el análisis de varianza, ha reportado que los trabajadores que tienen como centro de trabajo, un hospital, presentan mayor despersonalización, que quienes trabajan en postas de salud. Estos valores fueron altamente significativos (p= .002). La tabla VI muestra los valores de las comparaciones en cada una de las dimensiones del síndrome de burnout y el puntaje total.
Al hacer comparaciones en función del cargo del personal de salud, puede verse en la tabla VII, que aquellos trabajadores con un cargo jerárquico más alto (jefaturas o asistentes) tienen menos niveles de despersonalización y de baja realización personal; siendo estas diferencias altamente significativas (p< .005).
En cuanto a la profesión, las comparaciones mediante el análisis de varianza, indican que los trabajadores del sector salud, que son médicos y enfermeras, presentan mayores niveles de despersonalización, baja realización profesional y síndrome de burnout, que aquellos que pertenecen a profesiones tales como psicología, nutrición, obstetricia y odontología. Estad diferencias son significativas en los casos mencionados (p< .05) (ver tabla VIII).
Finalmente, se aplicó la prueba de correlación de Pearson para valorar el grado de correlación entre las dimensiones del síndrome de burnout y la edad, y se encontraron relaciones significativas entre la edad y la despersonalización, aunque esta fue baja y negativa (r= -.293; p= .000). El agotamiento emocional se relacionó de manera positiva y moderada con la despersonalización (r= .592; p= .000), de manera negativa y moderada con la baja realización personal (r= -.300; p= .000), y de manera fuerte y significativa con el síndrome de burnout (r= .843; p= .000). La despersonalización se relacionó de manera moderada y negativa con la baja realización personal (r= -.485; p= .000), y positivamente con el síndrome de burnout (r= .598; p= .000). La baja realización personal se relacionó de manera baja, positiva y significativamente, con el síndrome de burnout (r= .159; p= .05).
DISCUSIÓN
El presente estudio se ha valorado la prevalencia del síndrome de burnout en 213 trabajadores del sector salud de la ciudad de Arequipa, en el sur del Perú. Los datos sugieren que, aunque la prevalencia del síndrome es baja (5.6%), sí hay una presencia alta de despersonalización (33.3%), baja realización profesional (25.8%) y agotamiento emocional (23%). Estas cifras se encuentran por encima de las reportadas en provincias como Cusco46 y Tacna47, aunque tales estudios son de hace más de diez años. Es importante en ese sentido, realizar mayor cantidad de estudios en trabajadores del sector salud, pues, aunque la psicología de la salud ocupacional es un tema emergente en el país51, los factores psicológicos del riesgo psicosocial, no reciben la atención que se requiere para disminuir las altas tasas de déficit de salud mental en los trabajadores de este sector.
Por otro lado, diversos factores sociodemográficos y laborales, han revelado diferencias significativas que merecen ser comentadas. En primer lugar, se encontró que los varones en comparación con las mujeres presentan mayor despersonalización y prevalencia de síndrome de burnout, dato que contradice lo reportado en diversas investigaciones, donde las mujeres presentan mayor sobrecarga laboral y por ende mayor estrés, debido al conflicto trabajo-familia, y a otras condiciones laborales, que son más perjudiciales para ellas24,25. La explicación a nuestros resultados podrían relacionarse con el hecho de que los varones suelen ser menos sociables que las mujeres, lo que implicaría un trato más distante con los pacientes, y por ende una mayor propensión hacia la despersonalización, cuyos puntajes afectan directamente a la puntuación total del síndrome de burnout, ya que se relaciona de manera moderada y significativa con este (r= .598).
Además, los trabajadores con menor tiempo de servicio fueron los que presentaron mayores niveles de síndrome de burnout, agotamiento emocional, despersonalización y baja realización profesional. Esto se explica porque los trabajadores más jóvenes son quienes tienen menos experiencia laboral y menor tiempo de servicios. La edad y la despersonalización, por ejemplo, se correlacionaron de manera baja y negativa (r= -.293), lo que refuerza lo anteriormente dicho. En ese sentido, la limitada experiencia de los trabajadores con menor tiempo de servicio, puede ser un factor coadyuvante de diversos factores de riesgo psicosocial15. A ello se suma, que los estudiantes de las carreras del sector salud, tienen algunas manifestaciones clínicas que merman su salud mental45, lo que supone dar una mejor preparación académica, profesional y personal a los futuros profesionales de la salud, de modo que estén mejor capacitados para hacer frente a las condiciones desencadenantes de estrés y otros factores de riesgo psicosocial como el burnout.
Por otro lado, los trabajadores que laboran en hospitales obtuvieron puntajes más altos en despersonalización, hecho que tendría que ver con una mayor sobrecarga laboral y, por ende, con un trato más distante y comprometido con los pacientes, dada la alta tasa de atenciones que se suele registrar en este tipo de nosocomios. En un estudio previo en la ciudad de Arequipa, también se registró que quienes laboran en hospitales de nivel III tienen mayor agotamiento emocional que las enfermeras que trabajaban en hospitales de categorías inferiores48. En tal sentido, es importante organizar mejor las condiciones de trabajo, adecuándolos a las necesidades del personal de salud6.
Con respecto al cargo, los profesionales que ocupan puestos de mayor jerarquía son quienes tienen un menor índice de despersonalización y baja realización personal. En ese sentido, el ocupar un cargo de mayor responsabilidad implica mayor control y menores demandas asistenciales23, que podrían tener un efecto protector, pues se reduce el contacto con los pacientes y se tiene mayor libertad para tomar decisiones. Además de ello, el cargo de jefatura o de médico asistente, suele implicar un sueldo superior al de los trabajadores de menor jerarquía, así como condiciones laborales más estables, que favorecen el bienestar psicológico, social y laboral. No resulta sorprendente, por tanto, que se hayan encontrado diferencias significativas bajo este criterio de comparación.
Asimismo, fueron las enfermeras y los médicos quienes presentaron mayor nivel de despersonalización y baja realización profesional. En ese sentido, si se concibe la despersonalización como un mecanismo de defensa para hacer frente al estrés30, es posible que estos grupos profesionales, que tienen actividades más demandantes y riesgosas, sean quienes se distancian más de los pacientes. Por otro lado, la baja realización profesional puede relacionarse con las condiciones físicas de los ambientes laborales en el sector salud, que se encuentran desprovistos de equipos e instrumental adecuado, en la mayoría de los casos.
Para poder mejorar las condiciones de trabajo que permitan revertir las cifras de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización reportadas, es necesario implementar medidas a nivel personal, organizacional y social. Pero se puede comenzar estableciendo turnos de trabajo más equilibrados, fomentar el balance familia-trabajo, promover ambientes de trabajo más agradables y desarrollando políticas sociolaborales que impacten positivamente en la salud y el bienestar de los trabajadores27. Es importante, también que los trabajadores del sector salud valoren más la salud mental, pues, de acuerdo con algunos estudios en el país, el personal de salud, suelen tener concepciones binarias y estigmatizadas sobre dicho constructo52, que obstaculizan desarrollar una comprensión más cabal y fidedigna de los factores desencadenantes del síndrome de burnout y otras formas de riesgo psicosocial. Es importante entender que el síndrome de burnout puede afectar seriamente la salud física y mental de quien lo padece53, así como afectar a los usuarios de los servicios médico-asistenciales. En tal sentido, sería conveniente contar con mecanismos laborales adecuados que mejoren el desempeño laboral de los trabajadores, como mayor retroalimentación, apoyo técnico especializado, reconocimiento de logros, códigos de conducta claros para mejorar la calidad de la atención y el ambiente de trabajo54. Estos mecanismos se relacionan con modelos de alta eficiencia en la actividad asistencial de los servicios de salud55,56, pero deben tomar en cuenta los puntos anteriormente tratados, para lograr que los factores organizacionales jueguen a favor de los trabajadores.