Introducción
Accidente es cualquier hecho o fenómeno traumático o morboso espontáneo que sobreviene en el individuo sano, o en el curso de una enfermedad1. La Comisión de Promoción de Salud de Cuba señala que los accidentes son causados por determinadas circunstancias ambientales y conductas personales, y exhiben un patrón epidemiológico claramente definido, aunque variado, de acuerdo con el país de que se trate, del sexo y la edad del individuo2. Las estadísticas mundiales, y las de Cuba, demuestran que en los últimos años, las tasas de morbilidad y mortalidad por accidentes van en aumento. Por ello, el Ministerio de Salud Pública ha formulado una política que los prioriza3. Existen diferentes tipos de accidentes, entre los que se encuentran:
Estos últimos también son llamados accidentes en el hogar, y se definen como aquellos accidentes que ocurren en la vivienda propiamente dicha y su entorno, en los patios, jardines, garajes, accesos a los pisos o vestíbulos de las escaleras. Todos los lugares pertenecientes al domicilio.
La Comisión de Promoción de Salud de Cuba califica los accidentes domésticos como el lado oculto de los accidentes, una mayoría silenciosa, porque generalmente no se hacen públicos ni se divulgan en los periódicos, ni se comentan con la alarma con la que se transmiten, por ejemplo, los accidentes de tránsito4.
Las causas generales que provocan los accidentes domésticos con más frecuencia son5-6:
Una escasa iluminación.
Los pisos mojados, húmedos o resbaladizos.
Escalones muy altos o estrechos.
Bajar corriendo las escaleras.
La ausencia de barandillas en las escaleras.
Subirse sobre las sillas u otros objetos.
Las camas altas.
El envenenamiento con líquidos o polvos.
Para la prevención de los accidentes, se tienen en cuenta los factores que afectan a la salud en el orden ecológico, donde se incluyen todos los elementos que integran un accidente, y que están dados por: las condiciones socioeconómicas del protagonista, las características de la persona a quien le ocurre, el medio físico y humano que lo rodea y el agente del accidente7.
Presentación del caso
Se trata de una anciana de 72 años de edad, viuda, pensionista, con antecedentes patológicos personales de epilepsia desde la infancia, motivo por el cual seguía un tratamiento con fenitoína y clonazepam. En agosto del año 2013, es encontrada fallecida en la cocina de su domicilio, en el suelo, sobre una gran mácula de sangre, en decúbito lateral izquierdo, con un arma perforocortante (un cuchillo) que penetra en su cavidad torácica. Surgen dudas razonables sobre la etiología médico-legal del caso (Figuras 1, 2, 3).
En el lugar del hecho, durante el levantamiento de cadáver, se constata que se trata de un cadáver femenino, europoide, normolínea, con panículo adiposo conservado, cabello corto entrecano. Viste una blusa amarilla maculada en sangre y un delantal de color gris, manchado con sangre en su región anterior.
Durante la autopsia, se comprueba una frialdad cadavérica generalizada, una rigidez cadavérica intensa, aunque no en todo el cuerpo, una fuerte respuesta a la estimulación mecánica del bíceps y un espasmo cadavérico en la mano derecha. Presenta livideces tenues de color rojo claro, que se observan en planos declives y que desaparecen con facilidad a la digitopresión. Se data su muerte en un espacio de tiempo entre 3 y 6 horas, lo cual no se corresponde con la intensa rigidez encontrada en el cadáver.
Signos de violencia
Tiene una herida de 3 cm de longitud en la región anterior del tórax, en el quinto espacio intercostal izquierdo, penetrante en la cavidad torácica (Figura 4). Se observa además una desviación de la comisura labial, congestión facial y relajación del esfínter vesical.
El examen interior del cadáver presenta, en la cavidad torácica, hemotórax bilateral de más de 1.000 mL de sangre libre en la cavidad. Muestra una marcada palidez de ambos pulmones, con presencia de un edema pulmonar ligero y, en el árbol traqueobronquial, una espuma blanquecina en la zona de su apertura.
El corazón se observa pálido, con una herida de 3 cm de longitud en la zona del ventrículo izquierdo que lo traspasa.
Discusión
Cuando se presencian estos hechos, uno se pregunta: ¿Ocurrió aquí un homicidio, un suicidio, o un lamentable accidente?
Los antecedentes patológicos personales de la occisa más los signos encontrados en el cadáver ayudan a orientar el caso en el camino correcto. El cadáver presentaba una relajación de esfínteres, desviación de la comisura labial, marcada rigidez y espasmo cadavérico localizado en la mano derecha.
Alguien ajeno al tema podría preguntarse:
¿Por qué no se trata de un homicidio? No existía desorden en el lugar, ni señales de entradas forzadas. Se comprobó la ausencia de elementos criminológicos: la mácula hemática bajo el cadáver era de escurrimiento, no existían salpicaduras ni máculas de proyección, los peritajes odorológicos y dermatoscópicos en el cabo del cuchillo fueron negativos, aparte de que no se encontraron huellas de calzado correspondientes a otra persona. En el cadáver, las características de la herida no señalaban hacia un homicidio: era una herida única, sin otros signos de violencia ni lesiones defensivas4.
¿Pudo ser quizás un suicidio? Se descartó el suicidio por la ausencia de cartas, notas de despedida y otros detalles similares en el lugar de los hechos. En los antecedentes, no se aportaba nada de trastornos psiquiátricos, ni móviles que pudieran motivarlo. En el cadáver, se observó un espasmo cadavérico en la mano derecha, no existían heridas de tanteo, tan frecuentes en los suicidas8-9.
¿Por qué un accidente? En el lugar, muy próximo al cuerpo, se encontraba una guayaba (fruta tropical), parcialmente cortada, y un taburete, en el cual, al parecer se encontraba dicha persona sentada. Era muy orientativo el importante antecedente de epilepsia, con la presencia de una única herida, la relajación del esfínter vesical, la desviación de la comisura labial con salida de líquido espumoso por la boca, el espasmo cadavérico en relación con una posible convulsión epiléptica y la presencia de un edema pulmonar ligero y espuma blanquecina en el árbol traqueo bronquial.
Todos estos elementos permitieron llegar a la conclusión de que la muerte de la víctima fue producto de una herida autoinfligida como consecuencia de una crisis convulsiva.
La causa directa de la muerte fue la anemia aguda, que ocasionó el hemotórax bilateral de 1.000 mL, producto de la herida del ventrículo izquierdo del corazón.