INTRODUCCIÓN
Los aneurismas venosos poplíteos son los más frecuentes dentro de la patología venosa aneurismática. Pueden asociarse a complicaciones como enfermedad tromboembólica venosa (tanto trombosis venosa profunda como embolismo pulmonar) y enfermedad venosa crónica.
Presentamos el caso de una mujer de 59 años intervenida de varices en miembro inferior izquierdo hace 16 años en otro centro, sin otros antecedentes destacables, que acude a consulta por recidiva de varices en miembro inferior izquierdo. Se realiza ecografía Doppler y se objetiva dilatación de vena poplítea de unos 3 cm. Se completa estudio con angiorresonancia en la que se confirma el aneurisma de vena poplítea de 3 cm (Fig. 1A) con la paciente asintomática. Se interviene a la paciente de manera programada: se realiza una aneurismectomía tangencial con venorrafia lateral (Figs. 1B y 1C) con abordaje de hueco poplíteo por vía posterior, con anestesia raquídea y bajo heparinización sistémica.
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Figura 1 1A. Angiorresonancia del aneurisma de vena poplítea. 1B. Imagen intraoperaoria del aneurisma de vena poplítea mediante abordaje por vía posterior. 1C. Resultado tras aneurismectomía tangencial con venorrafia lateral.
La paciente es dada de alta a las 24 horas de la intervención, sin complicaciones, con compresión elástica y anticoagulada con heparinas de bajo peso molecular durante tres meses. La anatomía patológica demostró un aumento de tejido fibromuscular en la pared del vaso. En el seguimiento temprano, a los dos meses, la paciente no ha presentado complicaciones. Existe permeabilidad de la reconstrucción vascular, sin nueva degeneración de la pared.
Cuando hablamos de aneurismas venoso poplíteo nos referimos a una dilatación sacular (más frecuente) o fusiforme de la vena poplítea mayor de 20 mm (1). Es una patología rara, con una prevalencia inferior al 0,5 % (2).
En cuanto a su etiopatogenia, se cree que se debe a la degeneración de las fibras elásticas y a la disminución de las células musculares lisas debido a la inflamación.
Su diagnóstico puede ser de manera incidental, por la existencia de una masa en fosa poplítea (20 % de los casos [3]) o por clínica de enfermedad tromboembólica venosa (45-80 % [4]). La ecografía Doppler es suficiente para establecer el diagnóstico. El estudio se completa con angiorresonancia magnética o angiotomografía computarizada para mejor valoración anatómica, sobre todo de cara a plantear intervención quirúrgica.
Se considera que la anticoagulación como único tratamiento es insuficiente para prevenir la enfermedad tromboembólica venosa. En la actualidad, no está recomendado el tratamiento endovascular (5), sino la cirugía como primera opción de tratamiento, incluso en pacientes asintomáticos, dado el riesgo de enfermedad tromboembólica venosa. La técnica más comúnmente realizada es la reconstrucción quirúrgica mediante aneurismectomía tangencial con venorrafia lateral. Otras opciones son la resección del aneurisma con anastomosis primaria, interposición de bypass de vena safena o protésico si no fuese posible el anterior (asumiendo más riesgo de trombosis). También se ha descrito la ligadura y la sección de la vena femoral por debajo del cayado de la safena grande (3). Después de estos procedimientos, se recomienda anticoagulación durante 3 a 6 meses.
Queremos también con este artículo poner en valor el papel de la cirugía abierta en nuestros servicios de angiología, cirugía vascular y endovascular. Es importante conocer y realizar el abordaje vía posterior en bayoneta empleado en nuestra paciente, así como otras técnicas y abordajes tan en desuso hoy, para poder ofrecer a los pacientes el mejor tratamiento vascular posible.