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Angiología

versión On-line ISSN 1695-2987versión impresa ISSN 0003-3170

Angiología vol.73 no.5 Madrid sep./oct. 2021  Epub 18-Oct-2021

https://dx.doi.org/10.20960/angiologia.00148 

EDITORIAL

Comités, editores y revisores. Galgos o podencos

Committees, editors and reviewers. Greyhounds or hounds

Francisco S Lozano Sánchez1 

1Servicio de Angiología , Cirugía Vascular y Endovascular. Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA). Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL). Universidad de Salamanca (USAL). Salamanca

La expresión española “galgos o podencos” está tomada de la fábula Los dos conejos, de Tomás de Iriarte. Los galgos y los podencos son dos razas de perro que se parecen bastante. Aun teniendo presente dicha fabula, no voy a entrar en el debate sobre la competencia necesaria para formar parte de un comité científico o ser editor o revisor de una revista científica. Tampoco voy a perder el tiempo elucubrando sobre las características y las responsabilidades de cada uno de ellos, porque corremos el riesgo de criticarnos a nosotros mismos. No obstante, es obligado resaltar que estas figuras son imprescindibles.

Aunque de otro ámbito, es paradigmático el caso de Einstein y su Premio Nobel. Einstein describió la teoría de la relatividad en 1915 y le concedieron el Nobel siete años después. Además de tarde, se lo dieron por otro concepto (el efecto fotoeléctrico), no por su mayor y muy conocida aportación (la relatividad). Lo cierto es que en los sucesivos comités de evaluación de los Nobel tenía detractores, escépticos e incluso ignorantes (un oftalmólogo) (1). En ese contexto, Einstein no asistió a la ceremonia de entrega. Posteriormente pronunció su discurso de aceptación del premio, en el que no habló del efecto fotoeléctrico, sino de la relatividad. Este párrafo no precisa más comentarios.

Los editores y los revisores de las revistas científicas, aparte de necesarios, suelen ser profesionales de reconocido prestigio, pero, como seres humanos, también están sometidos al error. Muchos de nosotros (a mí me ha sucedido) enviamos nuestra mejor investigación a una revista de alto prestigio (o elevado factor de impacto) y nos la rechazan a veces sin más y, en el mejor de los casos, con comentarios por parte de dos o tres revisores cuyas apreciaciones en ocasiones te dejan perplejo. Por el contrario, puede suceder que enviemos el trabajo a una revista de mediano impacto, que lo rechacen y que posteriormente sea aceptado por otra de mayor impacto: casualidad, suerte o diferentes revisores. Lógicamente, excluimos de estos comentarios el rechazo de una publicación cuando el editor nos indica de entrada que el manuscrito enviado no se adapta al ámbito científico (scope) de su revista.

Deseo poner dos ejemplos (por supuesto, muy alejados de nuestras humildes aportaciones científicas) que demuestran como incluso algunos editores y revisores de las revistas más prestigiosas de nuestro ámbito (vascular) también se equivocan.

Primer caso. No creo necesario presentar a Thomas J. Fogarty. Este, una vez demostrada la eficacia de su catéter-balón para realizar embolectomías, quiso, como no podía ser de otra manera, publicar sus experiencias. Pero, parafraseándole, “tres de las revistas más prestigiosas de los Estados Unidos rechazaron mi manuscrito” (2). Aunque los comentarios de los revisores y de los editores variaban, todos tenían una base en común: que el procedimiento era peligroso (que el balón lesionaría el endotelio e induciría una trombosis arterial) y que su dispositivo era inferior a los conocidos.

Afortunadamente, a instancias de John J. Cranley (su mentor y jefe en la Universidad de Cincinnati, Ohio), el consejo editorial de Surgery, Gynecology & Obstetrics publicó en 1963 un breve artículo (de dos páginas y dos ilustraciones) en una pequeña sección llamada “Surgeon at Work” (3). Dos años después, en una segunda publicación (Annals of Surgery), Fogarty explicó con todo tipo de detalles la técnica de embolectomía con la sonda-balón y los resultados en 50 pacientes (4). El éxito final del catéter-balón de Fogarty es conocido y reconocido por todos los cirujanos vasculares.

El segundo caso atañe a Juan Carlos Parodi, otro gran cirujano e innovador que tampoco precisa presentación. En una publicación en la que José Antonio González-Fajardo y un servidor tuvimos el honor de firmar con el propio Parodi, resaltamos que la primera descripción de su endoprótesis en humanos se realizó en español (5), pero esa publicación en una revista argentina, al no aparecer en PubMed, pasó desapercibida para la comunidad médica internacional (6).

Conocedor de esa situación, el lógico interés de Parodi estaba en publicarlo en una revista internacional de reconocido impacto. Para ello envió su manuscrito al Journal of Vascular Surgery. Recuerda Parodi: “Para mí esa revista era la más reconocida en el ambiente de la cirugía vascular de los Estados Unidos. Estaba convencido de que la noticia de la existencia de la endoprótesis tendría repercusión en la comunidad científica internacional. Dos meses después de haber enviado el artículo, los editores de la publicación, aparte de rechazar el trabajo, me respondieron que mi técnica nunca funcionaría, que era una utopía. Supe que de puertas adentro fueron aún más categóricos: calificaron mi técnica de reparación endovascular como una idea loca” (7,8).

Finalmente, un prestigioso cirujano vascular de los Estados Unidos, John J. Bergan (Northwestern University, Chicago, Illinois), le ayudó: “Me invitó a cenar después de asistir a una de mis presentaciones. Me dijo que pensaba que tenía un gran invento. Me preguntó en un momento de la comida, en un restaurante de South Beach: ‘¿Por qué no lo publicas?’. Le conté lo sucedido con el Journal of Vascular Surgery y entonces él se ofreció a llevarlo personalmente a la revista Annals of Vascular Surgery (7,8). El trabajo fue finalmente aceptado y publicado en el número de noviembre de 1991 (9). Esa publicación lleva registrada más de mil citas en la literatura médica.

Evidentemente, algunos editores o revisores se equivocaron y mucho; en los casos comentados se lucieron (¡buena visión de futuro!). Hoy sabemos que entre, las 100 publicaciones más famosas de la historia de la cirugía vascular entre 1897 y 2009, se incluyen dos hitos (10): Thomas J. Fogarty, cuando describió su catéter-balón de embolectomía en 1963, y Juan Carlos Parodi, cuando publicó un artículo sobre endovascular aneuryms repairs (EVAR) en 1995 (11), fecha que no coincide con la publicación original de 1991, posiblemente porque entre las siete grandes revistas quirúrgicas seleccionadas para la revisión no estaba incluida el Annals of Vascular Surgery.

Más recientemente, Peter Gloviczki (12), de la Mayo Clinic (Rochester, Minnesota, Estados Unidos), puso en valor las aportaciones de “Tom” Fogarty y “Johnny” Parodi durante una conferencia ante la Sociedad Europea de Cirugía Vascular (ESVS). Hablando sobre innovación, indicó las doce innovaciones que han revolucionado la cirugía vascular: la número seis es el catéter-balón para embolectomía y la número once, las endoprótesis. Para comprender la dimensión de esas innovaciones, las correlaciono con las doce innovaciones que han cambiado el mundo (el teléfono y el ordenador están situados en los números seis y once, respectivamente).

En conclusión, parece conveniente tener un buen mentor (Fogarty y Parodi lo tuvieron en Cranley y Bergan, respectivamente) para, entre otros aspectos, sobrevivir en el microcosmos de las grandes revistas científicas.

BIBLIOGRAFÍA

1. Margo CE, Harman LE. Allvar Gullstrand, Albert Einstein, and Nobel dilemma revisited. Pharos Alpha Omega Alpha Honor Med Soc;2012. [ Links ]

2. Fogarty T. Historical reflections on the management of acute limb ischemia. Semin Vasc Surg 2009;22(1):3-4. [ Links ]

3. Fogarty TJ, Cranley JJ, Krause RJ, et al. A method for extraction of arterial emboli and thrombi. Surg Gynecol Obstet 1963;116:241-4. [ Links ]

4. Fogarty TJ, Cranley JJ. Catheter technic for arterial embolectomy. Ann Surg 1965;161:325-30. [ Links ]

5. Parodi JC, González-Fajardo JA, Lozano FS. La paternidad del endovascular aneurysm/aortic repair. Las primeras descripciones fueron en español. Angiología 2015;67(1):5-7. [ Links ]

6. Parodi JC, Palmaz JC, Barone HD, et al. Tratamiento con prótesis endoarterial de los aneurismas de la aorta abdominal. Rev Argent Cir 1990;59:228-31. [ Links ]

7. Parodi J. Profile. VascularNews. 18 agosto 2005. [ Links ]

8. Parodi JC. Juan Carlos Parodi. Vida de cirujano. Buenos Aires:Editorial Ariel;2019. [ Links ]

9. Parodi JC, Palmaz JC, Barone HD. Transfemoral intraluminal graft implantation for abdominal aortic aneurysms. Ann Vasc Surg 1991;5(6):491-9. [ Links ]

10. O'Connor DJ, Gargiulo NJ 3rd, Scher LA, et al. One hundred vascular surgery citation “classics”from the surgical literature. J Vasc Surg 2011;53(4):1150-6. [ Links ]

11. Parodi JC. Endovascular repair of abdominal aortic aneurysms and other arterial lesions. J Vasc Surg 1995;21(4):549-55. DOI:10.1016/S0741-5214(95)70186-9 [ Links ]

12. Gloviczki P. ESVS Volodos Lecture:Innovations and the Hippocratic Oath. Eur J Vasc Endovasc Surg 2018;55(5):605-13. DOI:10.1016/j.ejvs.2018.02.006 [ Links ]

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