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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

versión On-line ISSN 2340-2733versión impresa ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.33 no.117 Madrid ene./mar. 2013

https://dx.doi.org/10.4321/S0211-57352013000100013 

HISTORIAS CON HISTORIA

 

Repetición de traumas ancestrales e identificaciones destructivas en la religión y en el antijudaísmo*

Repetition of ancestral traumata and destructive identifications in anti-judaism

 

 

Ángel Garma

Presentado en el Simposio sobre "Anti-judaísmo" organizado por la Asociación Psicoanalítica Argentina, el 13-14 de septiembre de 1963. Texto inédito, primer original en inglés, posteriormente redactado en castellano, y ahora revisado por Iñaki Markez y Carmen Garma.

 

 

Judíos y cristianos

Judíos y cristianos pertenecen a la misma secta ideológica. Ni unos ni otros constituyen una raza especial y sus ceremonias son muy similares. Lo específico del cristianismo es solo una añadidura a la religión de los judíos que mantienen las características de dicha religión. Así judíos y cristianos tienen comidas rituales o comuniones similares y del mismo modo como Abraham quiso matar a Isaac, su hijo sometido, también sometiéndose a la voluntad de su Dios Padre, Cristo se dejó matar. Según su religión, esta muerte de Cristo redimió a los cristianos, similarmente como en la religión judía se redime al primogénito.

 

Los motivos del antijudaísmo

Al antisemitismo debe denominarse con más propiedad "antijudaísmo", porque es un comportamiento dirigido específicamente contra los judíos y no contra pueblos semitas. El término "antisemitismo" supone una generalización inadecuada, hecha con la finalidad inconsciente de enmascarar su verdadero contenido, que constituye algo vergonzoso para la humanidad civilizada. Es un "gentlement agrement" tácito el ser antisemita; por eso no se debe pronunciar su nombre verdadero.

Según Freud el antijudaísmo "tiene sus raíces en los tiempos más antiguos" "wurzeln in langst vergangenen Zeiten" (1) y sus motivos más profundos son el que judíos se practiquen la circuncisión, que impresiona siniestramente por evocar la temida castración y el que los judios se consideren el pueblo elegido de Dios. Freud añade un tercer motivo surgido posteriormente: el rencor del cristiano contra el cristianismo, muchas veces impuesto sangrientamente y que le obliga a grandes renuncias instintivas, sobre todo genitales.

Al revés del judío, el cristiano no está obligado a hacer sufrir la circuncisión a su hijo, aunque esta práctica, por ejemplo en los Estados Unidos, se va extendiendo cada vez más, lo que dada la conexión íntima latente entre circuncisión y castración, no parece muy promisorio para el buen porvenir de nuestra civilización occidental.

Pero aun sin imponerle obligatoriamente la circuncisión, no por eso el cristiano deja de grabar en la mente de su hijo el temor de la castración como castigo contra sus posibles transgresiones genitales. No lo hace cruentamente, sino por procedimientos psicológicos que llegan hasta amenazar al hijo con cortarle el pene, si no se conduce bien. Esta es una evolución parecida a la que han seguido las prácticas judiciales desde los tiempos antiguos. En la actualidad, se ha renunciado por lo menos en teoría, a la tortura corporal y se emplea solamente la tortura psicológica, para obtener la confesión del acusado.

En mi opinión uno de los significados más importantes de "El Mercader de Venecia" -cuando a Shylock le permiten cortar carne de un invitado, siempre que no derrame su sangre- es que en nuestra civilización cristiana la castración simbólica que es la circuncisión hay que realizarla de un modo no cruento.

Aunque no corporalmente, en su psiquismo inconsciente el cristiano, al igual que el judío, tiene una parte de su pene cortada por sus padres, porque estos le imponen absurdas renuncias genitales, las que le disminuyen la capacidad genital. De estas renuncias genitales se puede decir que al cristiano "se le quedan grabadas en su carne", simbólicamente en la libra de carne de Antonio que exige Shylock y sacada del corazón que simboliza el pene.

El corazón -y también otras regiones corporales- simbolizando el pene en relación con la circuncisión puede observarse en la Biblia. Así en el trozo de la Epístola a los Romanos, de Pablo, mencionado más adelante y en el siguiente referente a las lamentaciones de Jehová por las iniquidades del pueblo judio, descritas por Jeremías (6, 9-23): "Así dice Jhavé... ¿A quién hablaré? ¿A quién amonestaré? ¿A quién amonestaré que me oiga?" Tienen oídos incircuncisos. ¡No pueden oír nada! ¡todo Israel es incircunciso de corazón!

Que el cristiano religioso, en cierto modo es un individuo circunciso, ha sido afirmado mas de una vez hace ya muchos siglos por Pablo. En la Epístola a los Romanos, 2, 26-29: "... si el incircunciso guarda los preceptos de la Ley. ¿No sera tenido por circuncidado? Porque no es judío, el que lo es en lo exterior de la carne, sino que es judío el que lo es en lo interior y es circuncisión la deje corazón, según el espíritu..." y en la Epístola a los Kolosenses, 2, 9-11: "Pues en Cristo habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente y estamos llenos de ÉL...en que fuisteis circuncidados con una circuncisión, no de manos de hombre, no por la amputación de la carne, sino por la circuncisión de Cristo".

Es tan importante para el cristiano la circuncisión que hace comenzar la "era cristiana" o sea los 2.000 últimos años de la historia de la humanidad, de la circuncisión de Cristo, y no de un momento, lo que para quienes no estan obligados a la circuncisión, a primera vista parece que es lo que tendrían que reverenciar mas.

El otro motivo del antijudaísmo, el considerarse el pueblo judío el pueblo elegido de Dios, no parece ser algo envidiable, porque tiene características de ser elegido por el sometimiento y de masoquismo. Así en la Biblia, el Dios judío se dirige a su pueblo elegido con frases como la de: "Sólo a vosotros conocí yo entre los pueblos todos de la tierra; por eso haré de vosotros justicia de vuestra iniquidades" (Amos, 3, 2). Y los "cantos de alabanza" del pueblo elegido su elector son (Tobías 13, 1-16): "Bendito sea Dios...porque Él azota y se compadece. Nadie hay que escape de su mano. Él, nuestro Padre, nos azota por nuestras iniquidades...Dichosos cuantos se entristecen por tus azotes, pues en ti se alegrarán". Esto explica que en la última guerra mundial, en plena persecución nazi, en una historia humorística tragica se hiciese exclamar a un judío: "¡Dios mío, porque me habrás elegido!".

"...el pueblo, de Israel sometiéndose se unía cada vez más a su Dios, cuanto más Él lo maltrataba..." escribía Freud (1928). Como ademas de esto y la circuncisión, en los escritos religiosos el pueblo judio a menudo aparece considerado como una mujer, amada de Jehová, su elección por Jehová en algún modo hace recordar la que hizo Dios de Schreber, con la finalidad, nada enaltecedora, de castrarle y convertirle en mujer.

Teniendo en cuenta todo lo anterior y otros aspectos similares bien conocidos de la ideologia religiosa cristiana y judia, se puede concluir que la mutilación genital, ya corporal o bien solo psiquica y otras formas de sometimientos masoquistas antigenitales a representaciones psiquicas de caracteristicas paternas crueles existen tanto en el cristiano, circunciso o no, como en el judio. Por lo tanto, ser antijudio el cristiano por estos motivos, que parecen ser los principales del antijudaismo, significa que el cristiano en el judio se persigue a si mismo en sus aspectos sometidos. En otras palabras, el antijudaismo del cristiano seria la agresión de alguien que es masoquista y se siente castrado y que va dirigida contra otro que presenta estas mismas caracteristicas psicológicas.

En este un tipo de reacción que se presenta en diversas circunstancias, las que tienen como origen común la aceptación de masoquista, impuesta por el superyó, de agresiones exteriores. El masoquismo de esta reacción parece enmascarado por una identificación con el agresor y por una aparente proyección del masoquismo al exterior.

Así los negros en los Estados Unidos tienen juegos, en los que se insultan los unos a los otros, llamándose "negros". En Argentina hay menos antisemitismo que en muchos otros países cultos. Pero como existe, mis psicoanalizados judíos, cuando temen ser designados despreciativamente con este nombre, a veces tienen ocurrencia de llamarse con el término desvalorizado con el que en ocasiones se designa en Argentina a mis connacionales. De los campos de concentración nazis de la última guerra mundial se cuenta que lo más penoso eran las agresiones de los otros prisioneros que habían introyectado al comportamiento de los nazis. Es también lo que suele ocurrir en el seno de una familia donde hay padres crueles; al igual que cristianos y judíos y por los mismos motivos, los hermanos se suelen maltratar entre sí, con lo que obedecen fielmente a la ideología paterna de crear dolor y no placer para sí y los demás.

Dada la génesis del antijudaísmo en el masoquismo y en el sometimiento a la castración, el antijudaísmo existe también en el judío. Por eso en la época nazi pasada, a veces se oía decir a algún judío que si él no lo fuese, reaccionaría como Hitler. Y siglos atrás, en España, varios de los inquisidores, entre ellos el primero e históricamente más conocido Torquemada, tenían antecesores judíos.

No contradice la motivación del antijudaísmo en un sometimiento masoquista y castrador, el que a menudo el antijudío considere al judío, no como un castrado, sino como poseedor de una sexualidad fuerte, aunque perversa. Así los nazis acusaban a los judíos circuncisos de querer violar a inocentes jóvenes alemanas. Ocurre esto, porque siendo el antijudaísmo en cierto modo un castrado, considera al otro de mayor potencia genital que él y por eso le teme y busca destruirle. Pero además en esta consideración de mayor potencia sexual interviene también un fenómeno de proyección. En situaciones de sometimiento intenso a un superyó castrador, como es el caso en el antijudío, el individuo se reprocha a si mismo intensamente a una sexualidad que no realiza. Freud demostró que tiene mayor sentimiento de culpabilidad por sus instintos el que los reprime que el que los satisface. Así, los santos cristianos, a pesar o mejor dicho, justamente por su vida de castidad se han considerado siempre a si mismo, como grandes pecadores, lo que no le ocurre al común de los mortales.

 

Idealización y rebajamiento de la madre

Freud describe como "...en el transcurso de los siglos la religión se convirtió cada vez más en una religión de la renuncia instintiva". Hubo "renuncia a las madres y a las hermanas deseadas genitalmente con ardor" (1). Esta renuncia tan intensa al incesto en judíos y cristianos trajo como consecuencia una idealización de la madre, a la que se le negó la genitalidad y se ensalzó de un modo oral digestivo, alimenticio. Muestra de ello son las representaciones psíquicas comunes, que muchas personas resultan conmovedoras, de la madre judía y la virgen María, aun en el caso en que el malvado del padre los abandonase. De la "indische Mame" se dice que daría hasta la última gota de su sangre por alimentar a sus hijos. La virgen María, casta en extremo, suele estar representada como dando un hermoso seno a su hijo inocente.

Las representaciones de madre casta y de prostituta están unidas en el psiquismo inconsciente. En los años inmediatamente anteriores a la pubertad, el niño niega la genitalidad de la madre. Suele decir "a su iniciador sexual: Es posible que tus padres y otras personas hagan eso, pero los míos no...Cuando, más tarde, no puede mantener ya aquel)as normas que excluían a los padres de las bajas normas de la actividad sexual, llega a decirse, con lógico cinismo, que la diferencia entre la madres y la prostituta no es, en último término, tan grande, puesto que ambas realizan en el mismo acto". (Aportaciones a la psicología de la vida erótica. La elección de objeto XIII, 79) (2) "... el adolescente rebaja a su madres al nivel de la prostituta. Tales fantasías tienden a constituir un puente sobre el abismo que separa las dos corrientes eróticas (cariñosa y sensual) y busca, degradando a la madre, ganarla para objeto sexual" (3). Dicha conexión íntima entre estas representaciones de madre casta y prostituta puede demostrarse también aun a través de narraciones religiosas judías y cristianas.

Puede considerarse a Abraham como el padre de todos los judíos. Es el "patriarca" o sea "padre antiguo" máximo. Al seno de Abraham desea ir a parar todo buen judío después de su muerte. La esposa de Abraham, Sara, es la madre judía por excelencia, el prototipo de la "indische Mame". Pero la Biblia describe bien claramente, sin ningún enmascaramiento, que Sara fue una prostituta. Además que se prostituyó siguiendo mandatos de su marido, el patriarca Abraham. Su amante fue el faraón. Con lo que Abraham consiguió grandes ventajas materiales que la Biblia parece describir con suma complacencia: ¡A Abraham le trataron muy bien por amor de ella, y tuvo ovejas, vacunos y asnos, siervos y siervas, asnos y caballos" (Génesis, 12, 16).

La intervención de Jehová, extrañamente no contra Abraham, sino contra el faraón, a quien "afligió con grandes plagas" le obligó a interrumpir sus amores con Sara, que el faraón no sabía que eran adulterinos, porque Abraham había dicho que era solo su hermana. A pesar de todo esto, Abraham no sintió remordimientos y volvió a intentar prostituir a Sara, con otro hombre también muy importante, como era Abimelech de Guerar, el rey de los filisteos. Jehová nuevamente no reprochó nada a Abraham, sino que sólo tronó contra Abimelech, aunque éste, que todavía no había consumado el adulterio, desconocía el parentesco conyugal entre Sara y Abraham. También a consecuencia de esta relación de Sara con Abimelech, Abraham consiguió grandes riquezas: "ovejas y bueyes, siervos y siervas" (Gen. 20, 14).

Lo que hacen los padres, repiten los hijos. Siguiendo totalmente el modelo paterno, hasta en la fórmula de decir que su esposa era su hermana, lo que en el caso de él no era cierto y en la elección del mismo amante, Isaac, el hijo único de Abraham y Sara, intentó también prostituir a Rebeca con Abimelech. Pero la desconfianza de éste, que podría provenir de su experiencia anterior con Sara, le hizo fracasar (Gen. 26, 1-10).

 

Pasemos ahora a la religión cristiana.

Si con visión psicoanalítica se lee en los evangelios el episodio de la fecundación y nacimiento de Cristo, se llega a pensar que con María, José y otros hombres ocurrió algo similar a lo de Abraham y Sara con el faraón y Abimelech, aunque no está descrito con tanta claridad, sino a través de lo que parecen enmascaramientos comprensibles, motivados en diferente nivel cultural y, consiguientemente, en el nivel de la represión instintiva.

Ante todo en la madre de Cristo, en María, resulta extraña su fecundación por alguien que no era su marido y la insistencia en afirmar a pesar de todo su virginidad. Luego también llama la atención los episodios de la estrella, en el evangelio de Mateo (2, 2-11) y el de la luz en Lucas (2, 2), teniendo en cuenta que posiblemente también en los tiempos antiguos una mujer dedicada al comercio sexual público podía anunciar su presencia en un lugar mediante una luz, que hasta podía ser roja. Fue una estrella o luz la que condujo al pesebre de Belén a varios hombres, los magos y los pastores.

Estos, como los clientes de una prostituta, significativamente eran de diferente clase social y color de piel y de ellos se refiere que llevaron consigo sus donaciones. Algunas eran valiosas o sea que los dadores se comportaron como reyes- en la Biblia no se menciona reyes, sino solo magos, que tampoco eran tres, ni tenían nombres- y según se refiere, otros llevaban productos de la tierra o animales, al igual que lo hizo Judá, con su nuera Tamar, cuando tomándola por una prostituta, como no tenía dinero consigo, le prometió un "cabrito del rebaño" antes de "entrar en ella". Es asimismo significativo que ni magos, ni pastores, volviesen donde María y su familia, después de su gran excitación previa". Actuaron como si una vez satisfechos, ya no les interesase más, lo que resulta totalmente incomprensible, si María fuese alguien que hubiesen valorado muchos. Prostituyendo a Sara, Abraham se condujo como alguien psíquicamente castrado y poco inteligente: en el pesebre ("pesebrero" se denomina en Argentina al que cuida un prostíbulo) de Belén había un buey y un burro o sea un animal castrado y otro de bajo nivel intelectual. Además a José, el esposo de María, en las imágenes religiosas se le suele representar calvo, lo cual simbólicamente indica castración y tal vez también poca intelectualidad.

Es muy dudosa la existencia real de Abraham, Sara e Isaac y la de José, María y Cristo. Hay que considerarlos más bien como personajes mitológicos. Del mismo Cristo, escribe Freud (1): "en realidad apenas tenemos afirmaciones más certeras que las correspondientes al propio Moisés: un hombre del cual ni siquiera sabemos si realmente fue el gran Maestro que describen los Evangelios o si no fueron más bien las circunstancias y el hecho mismo de su muerte, los que determinaron la importancia que su persona llegaría a adquirir. Pablo, llamado a ser un Apóstol, ni siquiera llego a conocerlo personalmente", como tampoco lo conocieron ninguno de sus evangelistas, si es que estos existieron.

Siendo personajes mitológicos, lo que la Biblia refiere de Abraham y Sara hay que considerarlo como proveniente de fantasías colectivas que proyectan en el pasado vivencias actuales, deformándolas en el sentido de satisfacciones de deseos.

La fantasía de la prostitución de Sara resulta de algún modo comprensible, si se tiene en cuenta la larga y penosa servidumbre de los judíos en Egipto. Los judíos trabajaban forzosamente y pasaban hambre y, como en los pueblos sometidos, muchas de sus mujeres deberían ser las concubinas de sus señores egipcios y más frecuentemente aun prostitutas vulgares. Los pobres siervos judíos no podían oponerse a ello. Demostrativamente lo expresan Abraham y también Isaac: "Pues temía decir que era una mujer, no fuera que lo mataran los hombres del lugar por Rebeca, que era muy hermosa" (Génesis, 2 6,7). Siendo inevitable dicha situación, en lo único que podían fantasear con algún placer era que les permaneciesen fieles, por lo menos en la fijación a ellos y que sus mujeres se prostituyesen con alguien muy importante y, más que nadie, con el señor supremo, con el faraón. Y que entonces al esposo como a Abraham, "le tratasen muy bien por amor a ella" (Génesis 12, 16), lo que era una mezquina aspiración limitada a bienes materiales, con los que la familia conseguiría algún bienestar.

También los primeros cristianos fueron pobre gente: esclavos, siervos y plebeyos miserables. Muchas de sus mujeres, como las de los judíos en Egipto, estarían obligadas a entregarse genitalmente a sus señores, sin poderles pertenecer a ellos. Por eso debieron aceptar y hasta considerar placentera una fantasía que se hizo colectiva, análoga a la de Abraham y Sara, imaginada por judíos sometidos a la dominación romana. La fantasía de una esposa y madre que, a cambio de su entrega genital de su prostitución, recibe en Belén dádivas, algunas valiosas, de hombres de diferente condición social.

De los esclavos, siervos y plebeyos la religión cristiana pasó a los señores romanos, cuando ya la grandeza de estos iba declinando. Declinaría tanto que iban a ser subyugados por los bárbaros, lo que les iba a colocar en situaciones similares a las de sus siervos y esclavos. Fue una época en la que como escribe Freud (1) "un creciente sentimiento de culpabilidad se apoderó del pueblo judío y quizás aún de todo el mundo a la sazón entonces civilizado", lo que debió llevar a sus habitantes a identificarse con los miserables, en situaciones de sufrimiento, de opresión y de mezquinas aspiraciones.

Pero desde la época de la redacción del Génesis bíblico hasta la de los evangelios habían transcurrido muchos siglos. A través de la civilización griega y romana, la humanidad había realizado grandes progresos culturales que son a costa de renuncias instintivas y de represiones. En consecuencia, resulta comprensible que la historia del rebajamiento sexual de la madre de alguien considerado divino no pudiese ser ya narrada con la claridad primitiva de la prostitución de Sara. Se imponían enmascaramientos de todo tipo. Entre ellos es muy frecuente en sueño y fantasías de cambiar un contenido en su contrario. De ahí tanta insistencia sobre la total y permanente virginidad de María. Se le hace conservar el himen hasta después del parto; según las enseñanzas religiosas Cristo, al nacer, pasó a través de ella, "como rayo a través de cristal, sin romperlo, ni mancharlo".

En la Edad Media el cristianismo se extendió, en parte también por "las imposiciones sangrientas" conocidas como señala Freud y que actuaban sobre individuos en situaciones de servidumbre y parecidas a las de los judíos en Egipto. Así, en la época del feudalismo la mayoría de los individuos eran siervos, sometidos al señor feudal. Este, dueño de las tierras que aquellos no debían abandonar, como tampoco los judíos podían abandonar Egipto, disponía de sus mujeres hasta legalmente, con derechos como el de per- nada, el "jus prima noctae". Solo los nobles eran hijos de mujer respetable y de padre conocido; tenían antecesores y escudos de armas, simbolizadores del órgano genital femenino, defendidos por animales heráldicos que simbolizaban hombres o genitales masculinos potentes. Eran "hidalgos", "hijos de algo". O sea que los demás eran hijos de nada, de gente despreciable, de prostitutas. Por lo tanto, para estos siervos del feudalismo no les debió ser difícil aceptar una religión, donde la madre, aunque prostituta, aparece como virginal y cuidando a su hijo de quien piensa que es Dios y donde este hijo, Cristo, que representa al siervo, como éste sufre en su heterosexualidad, vive y muere masoquísticamente y pasa por situaciones megalomaníacas. Fantasías religiosas que a los señores feudales, sometidos igualmente a sus reyes, les debían ser útil para mantener sometidos a sus siervos, obligándoles a sufrimientos y a renuncias genitales denigrantes, a cambio de pequeñas satisfacciones aparentes. Por eso la mujer cristiana, con la anuencia de su marido, es ante todo "la esposa de Dios", obligación que le hace sentir el sacerdote, representante actual de escriba y capataz de judíos sometidos a los egipcios.

 

Trascendencia de las identificaciones religiosas.

En su admirable estudio sobre Moisés y el monoteísmo, Freud demostró que Jehová y el Dios Padre del cristianismo representan a Amón o mejor a su derivado Atón, el dios supremo egipcio que tuvo que ser aceptado por los siervos judíos. Este dios supremo era el representante de los señores egipcios, en último término era el faraón, al que el pueblo egipcio y mucho más aun los judíos estaban sometidos. Por eso "faraón" aparece en la Biblia con mayúscula, como Jehová o los títulos divinos, lo que no ocurre con "rey" o títulos similares. Por eso Jehová en la Biblia es un Dios violento, como lo son los señores con sus siervos. Por eso también Jehová y el Dios Padre del cristianismo exigen obediencia ciega a sus fieles, los que a sí mismos se denominan "sus siervos".

Aparte de Jehová y de Dios Padre, Abraham, Sara e Isaac y su contraparte en la religión derivada, José, María y Jesús son los personajes más reverenciados por "judíos y cristianos". Para el cristiano el modelo máximo es Cristo y para cualquier familia religiosa judía son sus modelos Abraham, Sara e Isaac. Poder identificarse con ellos y no con Jehová o Dios Padre, porque el faraón, el señor o sus representantes divinos son inalcanzables, es la aspiración máxima de los judíos y cristianos religiosos.

¿Qué significa esto? Que judíos y cristianos buscan como modelos masculinos de identificación a padres psíquicamente castrados y que entregan sus esposas a otros hombres, a madres obligadas a prostituirse, a hijos mutilados genitalmente con la circuncisión y amenazados de muerte o muertos en obediencia a sus padres. En pocas palabras que el ideal masculino de judíos y cristianos religiosos es el de ser hijos de puta.

Son identificaciones religiosas de características masoquistas que llevan a renuncias instintivas vitales y a la búsqueda de sufrimientos. Por eso judíos o cristianos religiosos viven en "el muro de los lamentos" o en "un valle de lágrimas" y desean como supremo bienestar la muerte que les llevará "al seno de Abraham" o a contemplar en el cielo la gloria de Díos. Esto último significa que al siervo miserable se le va a acordar la gloria de contemplar el esplendor del faraón en su corte o de sus señores dominadores ulteriores.

Las creencias religiosas, verdaderas desde el punto de vista histórico, lo que significa que repiten el pasado en el presente, obligan a judíos y cristianos a repetir los sufrimientos pasados de la humanidad que condicionaron su religión. Les obliga a ser "siervos de Dios" o sea del faraón o sus sustitutos actuales, reales o internalizados psíquicamente y que sus esposas, como es el caso de la mujer cristiana, sea ante todo "la esposa de Dios", como Sara lo tuvo que ser la mayor amante del faraón y María de otros hombres.

Además, como para el hombre religioso sus ideales son también convenientes a los otros y, por otra parte, tiene envidia a los que viven mejor y se considera con la obligación de imponerles lo que se impone a sí mismo, ya que si él está sometido, los demás según él, deben vivir del mismo modo sus identificaciones religiosas con personas que sufren le llevan también a buscar hacer sufrir a los demás.

Siguiendo su ideología religiosa el cristiano antijudío, haciendo sufrir al judío, cumple con el judío el precepto religioso de "ama a tu prójimo como a ti mismo". En otras palabras el cristiano antijudío a él mismo se ama mal, porque en su ideología religiosa busca todo lo contrario de disfrutar de sus instintos vitales en su familia bien constituida. Tiene que perseguirse y maltratarse autoengañándose con pensar de sí mismo que el sufrimiento y la renuncia le llevará a un futuro mejor. Entonces persigue y maltrata al judío, lo que es claramente amarle como a si mismo.

Amándole así, además, también según su ideología religiosa, el antijudío impulsa al judío a su bienestar, ya que le lleva a la muerte, al otro mundo, donde él cree que está la verdadera vida y bienestar. Por eso en nuestra grandiosa civilización cristiana, tanto en los siglos pasados como en el presente, con la bendición eclesiástica, se ha podido martirizar y matar a los judíos sin sentimiento de culpabilidad, sino "ad maiorem Diem gloria", para la mayor gloria de Dios.

El antijudaísmo del cristiano es un comportamiento castrador y sadomasoquista. Es un comportamiento regresivo, sustituto de comportamiento genital, porque la genitalidad está prohibida al antijudío por su religión contraria a sus instintos libidinosos, lo que hace de él un individuo psíquicamente castrado y masoquista. Por ser así, busca destruir a otros, sobre todo si son castrados y masoquistas como él mismo. Es el caso del judío religioso, por varios motivos, entre ellos por la aceptación sumisa del judío, de la circuncisión y por su placer en considerarse el preferido de un Díos sádico o sea de alguien que se complace en lo que le hace sufrir. Para cada judío religioso el primer judío es su propio padre que le impone la circuncisión, enseñándole además que por esto debe quererle y reverenciar. Lo que crea al judío situaciones de sumisión a otros perseguidores ulteriores, o sea algo nada conveniente para los judíos, ni tampoco para los demás individuos.

La religión cristiana es una religión castradora y masoquista aprendida de los judíos. Por lo tanto, el cristiano antijudío que sádica y psíquicamente casta a los judíos, cumple con los judíos los preceptores religiosos que los judíos le han enseñado y que estos aceptan sumisamente, ya que son circuncisos religiosos y defensores de la circuncisión. Por eso los judíos han opuesto tan escasa resistencia a los programas y a otras persecuciones antijudías, entre ellas la última de los nazis. La creación del estado de Israel parece ser un factor importante en modificar esta situación.

El cristiano antijudío busca ser más sádico y castrador con los judíos que consigo mismo, porque las partes sanas de su personalidad, es decir, lo que en él no es religioso, se oponen a un abandono de la genitalidad. Con los judíos, representantes de los que le enseñaron su religión, se puede comportar más religiosamente, lo que significa también de un modo más destructivo.

Como suele ocurrir en todas las neurosis individuales y colectivas, estos comportamientos regresivos pasan de unos objetos a otros, distintos de los originarios. Es decir, pasan de los judíos a otros individuos, como los negros, los rojos o los amarillo. También los sujetos pueden ser distintos. Así hay antijudíos no cristianos, lo que también está determinado por la similitud de contenidos destructivos existentes en las diferentes religiones.

Lo mismo que otros contenidos neuróticos, el antijudaísmo se incrementa o disminuye según las diversas circunstancias ambientales, como el bienestar o malestar social. En momentos de malestar, por lo menos en un comienzo, concurre más gente a iglesias y sinagogas. Se incrementa en estos momentos el sometimiento social y con él sometimiento religioso a Dios y con las persecuciones dentro de los grupos sociales. Dicho de otro modo el grupo social es como un conjunto de hermanos que internalizando el mayor malestar ambiental, se sadican más entre sí.

Como esto a su vez, incrementa aun más el malestar social, en una etapa ulterior puede haber regresiones más profundas, de mayor destructividad que también destruyen el superyó colectivo anterior o sea las mismas doctrinas religiosas, hasta entonces predominantes.

 

Génesis de algunos rasgos psíquicos reales o fantasías de judíos y cristianos.

Lo mismo que los sueños, las fantasías, un las de tipo colectivo se generan por fijaciones en situaciones traumáticas, se generan por fijaciones en situaciones traumáticas, sobre las que actúan tentativas de satisfacciones de deseos.

En la génesis de las fantasías que constituyen la religión judía, parece haber tenido importancia primordial las penalidades de las familias judías durante la época de servidumbre en Egipto. La familia de Abraham, a quien se describe hambrienta (Génesis 12.10 y 26,1) y obligada a intensas renuncias genitales (génesis 12.11 y 2 6,7) constituye como un paradigma de las vivencias traumáticas de aquellas familias de judíos en situaciones de miseria. A dichas vivencias traumáticas se añade una tentativa de satisfacción de deseos placenteros, consistente en que la traumática prostitución inevitable de la madre se realice con un señor grandioso, como el faraón, lo que proporciona grandes riquezas, en cuya descripción la Biblia se deleita.

Esta admirada familia del patriarca Abraham ha constituido para judíos y cristianos el prototipo de la familia judía, lo que excluiría algunas de las fantasías corrientes sobre los judíos.

Así se ha dicho del judío que no le interesa más que el dinero y que es capaz de cualquier engaño, aun del más tremendo, para conseguirlo. Tal fue el caso del gran patriarca Abraham, que engañó tremendamente con su mujer, cuando ocultó que era su esposa llevándola por lo menos en dos ocasiones a la prostitución, lo que le enriqueció.

También corrientemente se alude al judío como alguien sin patria además como "vende patrias". Abraham en Egipto no estaba en su patria. Por otra parte, la patria simboliza a la madre, o sea a la esposa que Abraham vendió a otros hombres. Tal vez se derive de esta situación la familia del judío errante. Sería este el que se ha quedado sin madre, lo que se ha ido en malos amores con otros hombres, y que, por lo tanto, queda él incapaz de encontrar un lugar donde descansar en la madre-tierra. Solo le queda la muerte o sea el aniquilamiento por la madre mala lo cual aparentemente toma aspectos de alguien compasivo.

La prostitución inevitable con los egipcios de las mujeres de los siervos judíos, lo que aparece ejemplificada en las narraciones de las familias de los patriarcas Abraham e Isaac, explicaría también varios comportamientos históricos judíos. Entre ellos el que los siervos judíos en Egipto hayan aceptado al egipcio Moisés y a su dios egipcio como dirigentes; se habrían comportado así por lo mismo que estaban obligados a aceptar los amantes egipcios de sus mujeres. Lo de considerarse el judío como pueblo elegido, aparte de su significado señalado por Freud, de que Moisés lo eligió, para imponerle la religión de Atón, podría provenir de que a una prostituta se la elige, sin preocuparse de su aceptación y también de que el faraón o los señores egipcios eligieron al pueblo judío para convertirlo en siervo. Dudas similares a si Moisés era judío o egipcio debieron ocurrir con cierta frecuencia con los hijos de los siervos judíos, o sea, dudas de si ellos eran hijos del padre judío o de un amante egipcio que pagaba a la madre y que algún caso, como pudo ser el de Moisés, adoptaba al hijo. Un determinante importante para la creencia en el monoteísmo: "Escucha Israel, el Señor es Dios y el Señor es uno" (Deut. 6,4), del pobre pueblo judío, que eran inconcebibles afanes reales de dominar y así unificar el mundo, podría ser su deseo de reconocer a un padre único, con lo que se negaría la prostitución materna; no habrá varios dioses o sea varios padres, es decir, varios hombres que cohabitan con la madre, sino uno solo.

Los mandatos religiosos judíos de no poder hacer imágenes del dios, ni poder pronunciar su nombre, serían expresiones del desconocimiento del aspecto y del padre egipcio, en el caso de una madre prostituida. Como ha demostrado Freud, aquellos dos mandatos religiosos obligan al judío a buscar lo espiritual en vez de lo material. Más en este tipo de reacción intervendría también que el que fecunda a una prostituta generalmente lo ignora y ni se ocupa de dar bienes materiales a su hijo, que entonces no tendría más remedio que orientarse hacia la espiritualidad. También el afán mesiánico o salvador del pueblo judío podría provenir de deseos de salvar a la madre de la prostitución.

Dejando de lado el tema de la prostitución materna, hay otros rasgos judíos que pueden ser comprendido suponiendo una fijación de pueblo judío en las vivencias traumáticas del largo período de servidumbre en Egipto. Entre ellos, los rasgos de que a pesar de grandes persecuciones y sufrimientos los judíos no hayan sido destruidos, sino que continúen persistiendo, el que los judíos se esfuercen tanto en mantener sus características propias, distintas de las de otros pueblos donde viven y el que insisten tanto en sus afanes culturales en medio de una civilización que a menudo los rechaza.

El afán de sobrevivir de los judíos, aparte de sus naturales raíces biológicas, puede tener otra motivación importante en una fijación a su pasado egipcio. Los siervos, como los esclavos, han sido siempre perseguidos y atormentados. Pero también se le obliga a seguir sobreviviendo, conveniencia de sus señores, ya que eran posesiones valiosas que había que defender.

También sus señores debieron esforzarse en que conservasen sus características propias o sea que continuasen siendo siervos y esclavos, manteniendo las barreras sociales y sin asimilares. De cambiar y convertirse en hombres como los demás, emancipados y con mayor libertad, a sus señores les hubiesen sido de menor utilidad.

Entre las características propias que los judíos se esfuerzan en conservar se halla la de practicar la circuncisión. Freud señala que es una identificación con los egipcios que también se circuncidaban. Más es muy posible que la circuncisión judía signifique algo más, algo del tipo de la perforación obligatoria de las orejas de los esclavos romanos, hecha para que fuesen reconocidos. A favor de esta suposición hablaría el que los egipcios, si se conducían como los actuales o como otros pueblos semitas, debería hacerse la circuncisión en la pubertad y los judíos a los ocho días de nacer, es decir, cuando resulta mucho más traumática y trascendente para el desarrollo de la personalidad. Puede también haber ocurrido que la circuncisión fuese primeramente impuesta por los señores egipcios a los judíos y que posteriormente ella se haya extendido a los mismos egipcios, al ir incrementando el sometimiento de los egipcios al faraón que aumentó su poderío y centralizó su poder. La difusión de la circuncisión judía en los países cristianos y sobre todo en los Estados Unidos sería una repetición de este fenómeno, también por motivos de mayor sometimiento social a poderes más y más centralizados.

El Rasgo de la persistencia de los afanes culturales de los judíos en medio de una civilización que a menudo los rechaza, podría ser también una compulsión a la repetición de lo que les ocurría en el antiguo Egipto, donde los judíos despreciados estaban obligados a realizar obras culturales. Entre ellas la construcción de las pirámides y templos, de las que seguramente los judíos no eran solamente los fabricantes de ladrillos que menciona la Biblia, sino también sus arquitectos y artistas.

El cristianismo es la religión judía que se continúa con pocas modificaciones. Como se ha descrito, el comportamiento genial de la primera familia cristiana fantaseada parece repetir el de la primera familia judía. Además la circuncisión judía se está extendiendo cada vez más en el mundo cristiano. Y al lado del tipo del judío religioso, solamente interesado en el dinero y "vende patrias" tenemos como contraparte cristiana al tipo del capitalista, atesorador de riquezas, "chupador de sangre" de sus deudores -al igual que Shylock deseaba la sangre de Antonio- y al que tampoco le preocupan patrias o fronteras, pero no por eso deja de ser un fiel siervo de Dios.

 

La lucha contra el antijudaísmo

En los países civilizados actuales la separación entre judíos y cristianos proviene casi exclusivamente de la persistencia de religiones anacrónicas. Y "...tratando de mantener las actuales relaciones entre civilización y religión se crea para la primera mayores peligros que intentando destruirlas"(4). Para luchar eficazmente contra el antijudaísmo hay que alejarse de las creencias religiosas.

Los judíos alemanes muertos por los nazis en los campos de concentración, aparentemente estaban muy integrados con los demás alemanes. Pero consideraban como lo más valioso de su personalidad y cultura las enseñanzas de la sinagoga, mientras que los otros alemanes adoraban en las iglesias a un Cristo cruelmente sacrificado, al cual tenían como obligación suprema al parecerse por encima de todo y que, por lo tanto, lo empujaba al sacrificio propio y ajeno. Empezaron por el sacrificio ajeno, pero finalmente consiguieron también el propio.

No es posible oponerse a lo anterior, afirmando que los agentes de la policía rusa que compusieron "Los protocolos de los sabios de Sión" o los dirigentes nazis no eran religiosos, que el nazismo perseguía también a los cristianos y que trataba de resucitar un paganismo antiguo. En plena guerra mundial los soldados alemanes juraron fidelidad a Hitler con dos dedos levantados a modo cristiano. Y Hitler se consideraba como ungido por el Díos cristiano. Decía frases como: "Cumplo el mandato de la Providencia como un somnámbulo" y cuando entró en Viena: "Es el designio de Dios que alguien haya salido de aquí, He ido a Alemania para crear el III er Reich".

La negación del cristianismo por los nazis sanguinarios tiene el mismo significado psicológico que las orgías prostibularias de muchos individuos muy cristianos. Surge, porque el sometimiento a un superyó irracional muy dominante lleva a regresiones a etapas evolutivas previas, en las que el superyó reciente es parcialmente destruido y hay mayor difusión de instintos, lo que obliga al individuo a comportamientos perversos y destructivos.

En la unión soviética no hay religión y existe antijudaísmo. Lo primero está todavía muy distante de ser cierto. Pero además, es necesario que trascurra más tiempo para que transformaciones ideológicas impuestas por la fuerza, liberen de la situación anterior.

Más aun, como las masas religiosas judías o cristianas, a las que se les exige creencia sumisa, irracional, a las doctrinas de sus dirigentes eclesiásticos, los habitantes de la Unión Soviética sufren una dictadura. Su sometimiento penoso al gobierno tiene que crear escisiones dentro de sus grupos sociales y estas pueden manifestarse en persecuciones, como el antijudaísmo, que conservan los aspectos que tenían en los gobiernos religiosos anteriores. Es algo parecido a lo que ocurre en la génesis de los síntomas neuróticos o psicosomáticos, donde una situación traumática, por motivos de enmascaramiento, regresa y toma aspectos de otra anterior. Así los conflictos genitales de un neurótico obsesivo parecen analsádicos; igualmente, por conflictos genitales, alguien, fijado en la organización instintiva oraldigestiva, tiene síntomas digestivos, aunque en su situación actual, por prescripción médica que podría equipararse a mandatos gubernamentales, siga un régimen alimenticio totalmente perfecto.

"... hemos de suponer que el abandono de la religión se cumplirá con toda la inescrutable fatalidad de un proceso de crecimiento y que en la actualidad nos encontramos ya dentro de esa forma de evolución" (4). Lo que tendrá mejores consecuencias si es por un desarrollo de la personalidad, en vez de para sometimientos a imposiciones gubernamentales.

Eficaz contra el antijudaísmo sería realizar las enseñanzas de Freud que han dado a la humanidad muchas más posibilidades de placer, de realizaciones eficaces y de mejor conexión social entre los individuos (5). A Freud le "resultaba vergonzoso percibir cómo una gran mayoría de los vivientes que tienen que darse cuenta de que esta religión no puede mantenerse y que, sin embargo, buscan defenderla trozo a trozo en retirada lamentable"(6).

Freud tan alejado de la religión paterna, como de cualquier otra religión, escribía que "no debe participar en ideales nacionalistas, sin embargo, sin renegar nunca de la pertenencia a nuestro pueblo"(7). Según Freud, si escuchándole lo anterior, alguien le preguntaba ¿Pero que hay en ti de judío, si has renunciado a tantos elementos comunes con tu pueblo"?, él le respondería: "Todavía muchas cosas, todo lo principal." Siguiendo actitudes parecidas a estas Freud quedaría en los individuos esto "principal" o sea la compulsión a la repetición de los comportamientos vitales placenteros de los antepasados y no de los destructivos sadomasoquistas. La influencia través de la herencia y de identificaciones infalibles de los comportamientos placenteros ancestrales es hacia unirse los individuos provechosamente en niveles de igualdad y de valoración mutua, y sin obligarse a absurdas creencias sometidas, como son las creencias religiosas, sin crear distinciones anacrónicas lamentables en ellos, como es la de judíos y cristianos.

 

Notas

1) Freud, S. (1939) "Moses and Monotheism". New York, A. Knopf.         [ Links ]

2) Freud, S. (1910) Contributions to the Psychology of Love. A Special Type of Choice of Object Made by Men. London, The Hogarth Press, 1946.         [ Links ]

3) Freud, S. (1912) Contributions to the Psychology of Love. The most Prevalent Form of Degradation in Erotic Life. London, The Hogarth Press, 1946.         [ Links ]

4) Feud, S. (1927) The Future of an Ilusion. London, The Hogarth Press, 1943.         [ Links ]

5) Freud, S. Letter to James Putnam, 8th. Of July, 1915, 1915 in "Briefe 1873-1939" S. Fischer Verlag, Frankfurt, 1960.         [ Links ]

6) Freud, S. Civilisation & its Discontents. London, The Hogarth Press, 1946.         [ Links ]

7) Freud, S. Gesammette Schriften 1923-1928.         [ Links ]

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