INTRODUCCIÓN
Mantener una dieta equilibrada y un estilo de vida activo son aspectos clave para garantizar un correcto crecimiento y desarrollo, además de contribuir a prevenir la aparición de diversas enfermedades crónicas.
Sin embargo, en los últimos años, la sociedad ha presentado un empeoramiento en los hábitos alimentarios y un incremento del sedentarismo, que se ha traducido en un aumento del sobrepeso y/u obesidad, así como de otras enfermedades crónicas asociadas, convirtiéndose en un problema de salud pública global 1. Tal y como mostró el Estudio Aladino 2015, la prevalencia de sobrepeso en la población infantil española era del 23,2 % (22,4 % en niños y 23,9 % en niñas) y la de obesidad, del 18,1 % (20,4 % en niños y 15,8 % en niñas) 2.
Tener obesidad durante la niñez es un factor de riesgo para padecerla en la edad adulta, por lo que es necesario investigar sobre las causas de su aparición en edades tempranas, para diseñar estrategias de prevención y tratamiento. De esta forma, no solo se estará evitando la obesidad infantil, sino que también se estará previniendo en la edad adulta, juntamente con las comorbilidades asociadas. En 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe de la Comisión Ending Childhood Obesity 3, donde planteaban estrategias para frenar la obesidad infantil, cómo orientar a los cuidadores para que fomenten una alimentación equilibrada, el consumo de una amplia variedad de alimentos y un tamaño de porciones adecuado a la edad de los niños, etc.
Puesto que es durante la infancia cuando se establecen los hábitos alimentarios que perdurarán hasta la edad adulta 4, representa un momento óptimo para fomentar la alimentación saludable y promover la dieta mediterránea (DM), que ha demostrado tener un efecto protector sobre la aparición de enfermedades no transmisibles 5,6. En este sentido, como han planteado otros autores 7, es necesario desarrollar estrategias de educación nutricional para mejorar los hábitos alimentarios de la población infantil, enfocadas no solo a los niños sino también a su entorno.
Existen múltiples herramientas y/o métodos para dar a conocer en qué consiste una alimentación saludable que pueden usarse de forma complementaria, desde la pirámide alimentaria, hasta el método del plato, pasando por las guías de alimentación saludable específicas de cada población, tanto para adultos como para niños 8,9,10,11,12.
El Nutriplato(r) y la Guía Nutriplato(r) para la alimentación equilibrada de los niños (Fig. 1) pretenden ser una herramienta visual y didáctica, que se basa en el método de plato, adaptado a la promoción de la DM para la población española en edad escolar.
OBJETIVOS
El Programa Nutriplato(r) es un programa de educación nutricional para niños de 3 a 12 años que tiene como objetivos mejorar los hábitos alimentarios, potenciar la DM y prevenir y/o revertir la aparición de sobrepeso y obesidad en la población mencionada. Para ello, usa como herramienta principal el Nutriplato(r) y la Guía Nutriplato(r) para la alimentación equilibrada de los niños (Fig. 1).
MÉTODOS
El Programa Nutriplato(r) incluye de tres a cinco visitas presenciales con dietistas-nutricionistas, un control telefónico y un taller práctico. El seguimiento es de un año, con la posibilidad de alargarlo hasta los 18 meses.
En septiembre de 2017 se inició el reclutamiento de niños de entre 3 y 12 años, tanto pacientes del Hospital Sant Joan de Déu del Servicio de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica u otros servicios del hospital, como participantes externos, mediante consultas extrahospitalarias, charlas o sesiones formativas y habilitando una solicitud online. Se prevé incluir 1.000 participantes.
En las visitas se recogen datos antropométricos (peso, talla, perímetro de cintura, índice de masa corporal [IMC]), de composición corporal, mediante bioimpedanciometría y de hábitos alimentarios, a través del cuestionario Kidmed 13, unas preguntas anexas y un recordatorio de 24 horas.
La educación nutricional es realizada por dietistas-nutricionistas, usando como herramienta principal el Nutriplato(r) y la Guía Nutriplato(r) para la alimentación equilibrada de los niños (Fig. 1), que se entregan al inicio.
El Nutriplato(r) es un plato físico, de tamaño real, que muestra las proporciones de los grupos de alimentos que deben estar presentes en comida y cena (verduras y hortalizas, carnes, pescados, huevos y/o legumbres, y cereales integrales o tubérculos). Además, en el margen del plato se destacan cuatro hábitos a reforzar, como tener un estilo de vida activo, comer fruta, beber agua y usar aceite de oliva (preferiblemente virgen o virgen extra).
Además, va acompañado de la Guía Nutriplato(r) para la alimentación equilibrada de los niños, en la que, de manera didáctica, se ofrece información sobre cómo utilizar el Nutriplato(r), orientación de las raciones adecuadas a la edad, consejos de un estilo de vida saludable y recetas para trasladar a la práctica los consejos y recomendaciones. Para establecer las raciones de los diferentes grupos de alimentos se utilizaron el "Documento de Consenso sobre la Alimentación en los Centros Educativos" de AECOSAN 14 y el documento de "La alimentación saludable en la etapa escolar" de la Agencia de Salud Pública de Cataluña 15.
El análisis estadístico se llevó a cabo mediante SPSS Statistics 21(r). Las variables cuantitativas se expresaron mediante media y desviación estándar o mediana y rango intercuartílico (RIQ) y las categóricas, con n y/o porcentaje. La comparación de proporciones se realizó mediante el test de Chi-cuadrado (χ2) o el test exacto de Fisher y la de medias, a través del test t-Student. El cambio en las variables cuantitativas al seguimiento se estudió con el test Wilcoxon de datos apareados y en las variables categóricas, mediante la prueba de McNemar. Se consideró como estadísticamente significativo un valor p < 0,05.
RESULTADOS PRELIMINARES
Hasta el momento, se han incluido 622 participantes (51,6 % niños), con una mediana de edad de 8,5 años (RIQ: 6,3-10,8 años). El 46,1 % eran niños sanos. Los datos principales al inicio del programa se recogen en la Tabla 1.
IMC: índice de masa corporal; RIQ: rango intercuartílico. Valores expresados en n y/o porcentaje o en mediana y rango intercuartílico, según corresponda.
En la visita inicial, el 32,2 % presentaba sobrepeso u obesidad. En referencia a los hábitos alimentarios, según el cuestionario Kidmed, el 38,9 % seguía una DM óptima, del cual el 61,2 % consumía de forma regular más de una ración de verduras/día, mientras que solo el 11,2 % cumplía las recomendaciones de ingesta de fruta (tres raciones/día). No se encontraron diferencias en la valoración del cuestionario Kidmed en función del sexo (p = 0,214) ni del subgrupo de IMC (bajo peso, normopeso y sobrepeso u obesidad; p = 0,181). Sin embargo, se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre aquellos que tenían una DM óptima y los que no en la edad (8,1 años; RIQ 5,7-10,5 años vs. 8,7 años; RIQ: 6,5-10,9 años; p = 0,023) y el Z-score del IMC (-0,2; RIQ -0,7-1,1 vs. 0,1; RIQ: -0,6-2,1; p = 0,004); los que tenían una DM óptima presentaron valores ligeramente menores.
Hasta el momento, se ha realizado el control telefónico a 547 participantes, tras una media de 1,5 ± 0,9 meses desde la visita inicial. El 63,4 % presentó una DM óptima, con diferencias estadísticamente significativas en comparación con la visita inicial (39,5 % con DM óptima; p < 0,0001).
Del mismo modo, se ha realizado la visita de seguimiento de los seis meses (media 7,0 ± 2,0 meses) a 362 participantes, de los cuales el 61,6 % presentó una DM óptima, mostrando también diferencias en comparación con la visita inicial (43,9 % con DM óptima; p < 0,0001). En cuanto a la evaluación de los hábitos alimentarios en esta visita (Tabla 2), se encontraron diferencias estadísticamente significativas con la visita inicial en el porcentaje de participantes que consumían dos raciones/día de fruta (p < 0,0001) y tres raciones/día de fruta (p = 0,020), pero no en aquellos que consumían una ración/día de fruta (p = 0,141). En cuanto a la verdura, se identificaron diferencias en la ingesta de una y más de una ración/día de verdura regularmente (p < 0,0001, en ambos casos). También se encontraron diferencias en el consumo de pescado 2-3 veces/semana (p < 0,0001), de pescado azul al menos una vez/semana (p < 0,0001), de legumbres mínimo una vez/semana (p = 0,001) y de frutos secos 2-3 veces/semana (p < 0,0001). Por el contrario, no se encontraron cambios estadísticamente significativos en el Z-score del IMC.
Hasta la actualidad, la tasa de abandono ha sido del 7,4 %.
DISCUSIÓN
Los resultados preliminares ponen de manifiesto la necesidad de plantear programas de educación nutricional durante la infancia para reforzar hábitos de alimentación saludable, como han propuesto otros autores 7.
Según el cuestionario Kidmed, el 38,9 % de los participantes del programa presentaba una DM óptima al inicio. Sin embargo, una revisión sistemática sobre la adherencia a la DM en niños y adolescentes 16 reveló la existencia de una gran variabilidad en dichos resultados, debido a la alta heterogeneidad de los estudios analizados. Igualmente, en la mayoría de las publicaciones incluidas en la revisión utilizaron el cuestionario Kidmed para valorar la adherencia a la DM, aunque la metodología aplicada difería entre ellos 16.
En cuanto a la intervención realizada, los datos preliminares sugieren la efectividad del Programa Nutriplato(r) en la mejora de la adherencia a la DM y de los hábitos alimentarios. A su vez, presenta una buena adherencia al seguimiento, según muestra la tasa de abandono actual (7,4 %).
Mediante estrategias como la planteada, se podría conseguir incrementar el consumo diario de frutas y verduras, además del consumo semanal de pescado, tanto blanco como azul, frutos secos y legumbres, acercando así el patrón alimentario a la DM.
Los efectos positivos observados en este análisis preliminar podrían explicarse por el diseño del programa, ya que la educación nutricional se realiza mediante un material específicamente diseñado para dar a conocer a niños y progenitores o cuidadores los alimentos que incluye una alimentación saludable y orientar en proporciones y raciones adecuadas a la edad. Ya en 1998, Barlow y cols. 17 sugirieron la involucración de la familia, y específicamente de los padres, como un aspecto necesario para alcanzar el éxito en una intervención enfocada a modificar hábitos de vida. Revisiones sistemáticas recientes también apoyaron esta idea 18,19.
CONCLUSIONES
Los resultados preliminares muestran la necesidad de llevar a cabo estrategias de educación nutricional para mejorar los hábitos alimentarios de los niños y sugieren que el Programa Nutriplato(r) puede ser efectivo en la mejora de los mismos, promoviendo, además, una mayor adherencia a la DM.
Conclusiones más firmes se obtendrán al finalizar el reclutamiento y seguimiento, que permitirán, además, un análisis de los resultados por subgrupos.