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Anales de Medicina Interna

versión impresa ISSN 0212-7199

An. Med. Interna (Madrid) vol.21 no.8  ago. 2004

 

Cartas al Director

Leucemia linfoide aguda tras cáncer de mama y fiebre Q

Sr. Director:

La leucemia linfoide aguda (LLA) en adultos que han sufrido una neoplasia previa es poco frecuente, y los factores de riesgo que contribuyen a la aparición de la LLA en estos pacientes no son bien conocidos (1). Se ha propuesto que el tratamiento mutagénico previo o una predisposición biológica al cáncer podrían desempeñar un papel en la aparición de la LLA en pacientes que han sufrido una neoplasia previa (1). Por otra parte, existen evidencias epidemiológicas que sugieren que las infecciones pueden estar implicadas en la etiología de algunos tipos de LLA (2,3). Presentamos el caso de una paciente previamente tratada por un cáncer de mama que sufrió una LLA tras una infección aguda por Coxiella burnetii.

Una mujer de 53 años acudió por presentar, desde 15 días antes, fiebre, cefalea y astenia. Cinco años antes había sido tratada con éxito por un cáncer de mama con cirugía, radioterapia y 6 ciclos de quimioterapia de tipo CMF (ciclofosfamida, metotrexate y 5-fluorouracilo). Dos meses antes, en una revisión, estaba libre de enfermedad y su hemograma y bioquímica sérica no mostraban alteraciones.

En la consulta actual su hemograma mostraba valores normales. La bioquímica sérica mostraba elevados los valores de LDH (620 U/L) y proteína C-reactiva (PCR: 29 mg/dL). Los estudios encaminados a la detección de agentes infecciosos, incluyendo la serología de fiebre Q, dieron resultados negativos. Dos semanas después los síntomas persistían y la paciente fue ingresada (día 0). Su hemograma mostraba 7.230 leucocitos/mL con un 40% de linfocitos (2.920 linfocitos/mL), 178.000 plaquetas/mL y una hemoglobina de 13,4 g/dL. La LDH era de 996 U/L y la PCR de 86 mg/dL. El día +1 todos los síntomas, excepto la fiebre, habían desaparecido. El día +8 la paciente seguía con fiebre y el estudio serológico puso de manifiesto un título de IgG frente a Coxiella burnetii (fase II) de 640, demostrando la existencia de una seroconversión indicativa de infección reciente por dicho agente. El hemograma del día +10 mostró 9.770 leucocitos/mL con 5.300 linfocitos/mL. El día +15 la paciente aún tenía fiebre y el estudio de la médula ósea reveló la presencia de un 69% de blastos con morfología L2. Estos blastos tenían un cariotipo normal y el siguiente inmunofenotipo: CD45+, CD34+, CD19+, CD10-, CD3-, MPO-, HLA-DR+, CD79a+, CD15+, correspondiente a una LLA-proB. El estudio de sangre periférica reveló la presencia de un 40% de blastos. El día +22 el hemograma mostraba 15.730 leucocitos/mL, 125.000 plaquetas/mL y una hemoglobina de 11,6 g/dL. La LDH era de 1.283 U/L. Se administró doxiciclina (desde el día +16) y terapia citotóxica (desde el día +22). La fiebre desapareció el día +23. Ocho semanas más tarde la paciente falleció debido a una sepsis durante el tratamiento de consolidación.

Nuestra paciente sufrió un síndrome febril asociado a una infección aguda por Coxiella burnetii seguido de una LLA. La asociación entre la LLA y la fiebre Q no ha sido comunicada previamente. En el caso presente la rápida sucesión de fiebre Q y LLA podría ser casual. No obstante, hay hipótesis que implican a las infecciones en la etiología de la LLA (2,3). Estas hipótesis proponen un modelo de dos pasos: 1º) una mutación o daño cromosómico generaría un clon celular preleucémico y 2º) la respuesta a una infección provocaría la expansión de dicho clon y la aparición de la LLA (2,4). Se ha propuesto que las exposiciones a agentes infecciosos son estímulos proliferativos para los linfocitos B, pudiendo conferir ventaja proliferativa a células mutadas (3,4) o promover las alteraciones genéticas adicionales necesarias para la aparición de la leucemia (2,4). En nuestro caso, la respuesta a la infección por Coxiella burnetii podría haber sido el desencadenante de la LLA en una paciente que era posiblemente susceptible a la leucemia debido al tratamiento genotóxico previo y/o a una predisposición biológica a la neoplasia (1). Creemos que, para contribuir a aclarar el hipotético papel de los agentes infecciosos en la etiología de la leucemia aguda, podría ser interesante investigar la existencia de infecciones recientes en pacientes con LLA.

J. Bartolomé Álvarez, J. R. Romero Macías1, S. Lorente Ortuño, A. Marín Ors, E. Heredero Gálvez

Laboratorio de Microbiología y 1Servicio de Hematología. Hospital General Universitario. Albacete

 

1. Pagano L, Pulsoni A, Mele L, Leone G. Clinical and epidemiological features of acute lymphoblastic leukemia following a previous malignancy. Leuk Lymphoma 2000; 39: 465-75.

2. Greaves M. Childhood leukaemia. BMJ 2002; 321: 283-7.

3. Vineis P, Miligi L, Crosignani P, Davico L, Fontana A, Masala G, et al. Delayed infection, late tonsillectomy or adenoidectomy and adult leukaemia: a case-control study. Br J Cancer 2003; 88: 47-9.

4. Greaves MF. Aetiology of acute leukaemia. Lancet 1997; 349: 344-9.

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