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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.79 no.2  feb. 2004

 

SECCIÓN HISTÓRICA


LAS MANIFESTACIONES OCULARES DEL HISTERISMO
EN 1906

LÓPEZ DE LETONA C1

Entre los diversos síntomas que aparecen en el histerismo se citan de un modo especial los trastornos de la visión.

En 1906, en la Academia Médico Quirúrgico Madrileña, que tenía su sede en la capital de España y que venía a ser en cierto modo la réplica de la Real Academia de Medicina, el oftalmólogo Sinforiano García Mansilla pronunció el discurso de apertura que llevaba por título precisamente «Manifestaciones oculares del histerismo».

Pero antes de entrar en el análisis del mismo veamos cuál es la definición de histerismo que se apunta en el Diccionario terminológico de ciencias médicas. Dice así: Siconeurosis cuyos síntomas se fundan en la conversión y que se caracteriza por la pérdida de control sobre los actos y las emociones, ansiedad, exageración de los efectos de los impulsos sensoriales y simulación de varios trastornos. Los síntomas son hiperestesia, dolor en la región ovárica, anestesia, parálisis musculares, trastornos de la visión, espasmos tónicos, alucinaciones y catalepsia.

Define también el histerismo de conversión, es decir «Estado en el cual la energía síquica hacia una idea o complejo es convertida en estímulo nervioso que origina síntomas físicos».

Por su parte, el histerismo de fijación es la histeria en la que los síntomas se basan en una enfermedad orgánica.

En el discurso antes citado se va recogiendo de un modo casi canónico todos los aspectos de la enfermedad, desde la etiología hasta el tratamiento con una amplia referencia a la sintomatología.

Los factores etiológicos son numerosos, comenzando por los trastornos de la personalidad, pero teniendo en cuenta también de que aparezcan tras discusiones, trabajos exagerados de lectura, dibujos, bordados,... etc.; sobre todo si se efectuasen con escasa iluminación; incluso por una intoxicación, preferentemente etílica, sin olvidar los traumatismmos o tras unas afecciones microbianas como la fiebre tifoidea o la gripe.

En cuanto a las alteraciones fisiopatológicas señala el autor la total ausencia de las mismas en el aparato de la visión. Apunta (y tengamos presente que estamos hablando de 1906) la existencia de trastornos funcionales en la corteza cerebral que interrumpe la transmisión interneuronal.

Es claro que se trata de una afección más frecuente en mujeres que en hombres, recordemos que a fin de cuentas el término «Histero» significa en griego útero.

El principal síntoma viene a ser la falta de visión, es decir la ceguera histérica, pero García Mansilla analiza hasta cuatro grandes bloques de manifestaciones que resume así: Manifestaciones motoras, sensitivas, secretoras y alteraciones visuales.

En las primeras es muy frecuente el espasmo de todos los músculos oculares, pero sobre todo en el orbicular, elevador del párpado superior y en los rectos, no es rara la parálisis del recto externo y espasmo del interno.

Aparece también ptosis, estrabismo espástico, nistagmus y sólo en raras ocasiones trastornos en la acomodación.

Las alteraciones sensitivas suelen evidenciarse en forma de jaquecas oftálmicas, descritas ya por Babinsky, el cual las curaba mediante el hipnotismo.

También anestesias conjuntivales y corneales apareciendo incluso muchas veces escotomas centelleantes.

Para la descripción de las alteraciones coacreedoras cita la epífora, generalmente unilateral, ya que de ser bilateral sería más pronunciada en el ojo que presentase también hemianopsia. La intensidad del lagrimeo es variable, desde un pequeño pero fluido, hasta grandes crisis de dacriorrea.

Es muy poco frecuente la sequedad ocular, en todo caso durante las primeras fases del sueño.

Donde más se extendía el conferenciante era en las alteraciones visuales que a su vez subdivide en varios apartados: alteraciones visuales en el campo periférico de la visión, que suele estar reducido, aunque el histérico o la histérica no suele tener conciencia de su limitación visual.

En segundo lugar el sentido cromático que puede alterarse dejando de percibirse los colores por este orden: violeta, verde, amarillo, rojo y azul.

La agudeza visual presenta dos tipos de alteraciones: la ambliopía histérica, es decir la disminución visual y la amaurosis o supresión visual. Es más importante esta última, siendo su duración variable, desde minutos hasta horas.

Fue estudiada por Dielafoy, quien apuntaba tres aspectos de la misma: ceguera absoluta de comienzo brusco, conservación de los reflejos pupilares y fondo de ojo íntegro.

Apuntaba más adelante García Mansilla cómo las amaurosis histéricas habían comenzado a describirse ya en 1747.

También se refiere a las hiperestesias retinianas.

En cuanto al tratamiento, afirma que las alteraciones de la acomodación se corregirán con el uso de lentes convexas si fuesen pequeñas y con midriáticos si tuviesen mayor amplitud.

Si hubiese insuficiencia en las convergencias por insuficiencia de los rectos internos o por espasmo de los externos, podría ensayarse el uso de prismas de 2 ó 3 grados, de forma oval.

En las amaurosis histéricas, pequeñas inyecciones de estricnina, corrientes continuas o electro imanes.

Pero lo más efectivo del tratamiento era ganarse la confianza del paciente, mediante sugestiones o simplemente convencerle que se curará si realiza cualquier acto banal. No se descarta incluso el empleo de hipnotismo.


1 IOBA. Valladolid. España.

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