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Revista Española de Enfermedades Digestivas

versión impresa ISSN 1130-0108

Resumen

FERNANDEZ-BLANCO HERNAIZ, J. I.  y  MONTURIOL JALON, J. M.. ¿Cuándo es demasiado pronto y cuándo demasiado tarde para la cirugía en la enfermedad de Crohn?. Rev. esp. enferm. dig. [online]. 2008, vol.100, n.1, pp.35-44. ISSN 1130-0108.

El abordaje quirúrgico de la enfermedad de Crohn (EC), entendido como último esfuerzo de tratamiento frente a modalidades en las que la terapia médica ha fracasado, supone una pérdida de perspectiva, que puede posponer el retraso en la recuperación del paciente y le retrae de una mejor calidad de su vida, cuando se considera que un 50% de los pacientes mantienen inactiva su enfermedad durante años tras procedimientos quirúrgicos seleccionados; unas tasas no alcanzadas por los tratamientos más eficaces. El riesgo de precisar algún procedimiento quirúrgico en el curso de la EC alcanza al 75% de sus portadores, más del 50% en el primer año desde el diagnóstico, y prácticamente el 100% de los pacientes en la evolución de su proceso cuando se contemplan lesiones de localización perianal. Es por eso que el gastroenterólogo debe estar entrenado en la selección de quién, cuándo y por qué debe ser operado. Retrasar la cirugía a fases de enfermedad avanzada incrementa la morbilidad y, si es cierto que las actuales terapias médicas permiten una mayor tasa de remisiones, también lo es que incrementar la duración del proceso y la edad de los pacientes contribuye a mayor riesgo quirúrgico y peor perspectiva en el tratamiento de complicaciones agudas y de manifestaciones crónicas de la EC, a menudo clínicamente desconsideradas, como la mesenteritis retráctil, los estados de hipercoagulabilidad y la aparición de fenómenos de malignización. Salvando las indicaciones absolutas de actuación quirúrgica inicial en el manejo de pacientes con EC, como sangrado intestinal masivo, desarrollo de megacolon tóxico o perforación libre; otros condicionantes para el tratamiento quirúrgico deben ser reevaluados a la luz de nuestros conocimientos actuales. La genotipación del paciente constituye un elemento clínico que contribuye a identificar riesgos específicos y facilita la selección terapéutica. Desgraciadamente, hasta que estos análisis puedan ser utilizados de manera rutinaria, el empleo precoz de la cirugía en EC deberá basarse en la consideración de datos clínicos. Diferenciar entre estenosis inflamatoria o fibrosa resulta crucial para la elección de su tratamiento, pues la cirugía supone aceptar su irreversibilidad y obliga a conjugar las manifestaciones clínicas de obstrucción crónica: dolor, distensión sobrecrecimiento bacteriano e hipoalbuminemia con la demostración de su carácter aperistáltico, hipovascularización local y/o muscularización submucosa en el seno de la estenosis. Por otra parte, el tratamiento médico de la participación fistulosa de la EC en los tramos proximales ofrece resultados no aceptables y esta condición debe ser asumida como indicación absoluta para el tratamiento quirúrgico. Además, los métodos diagnósticos de imagen no ofrecen una eficacia absoluta en la caracterización de ciertas modalidades penetrantes, en las cuales la eficacia de los nuevos biológicos resulta controvertida para recomendar su manejo terapéutico, por lo que la opción quirúrgica parece adquirir también una significación prioritaria en condiciones como fístulas entero-cólicas y vesicales. El examen quirúrgico practicado bajo anestesia, con caracterización anatómica de las lesiones de la enfermedad perineal, demanda una asistencia quirúrgica precozmente realizada y se constituye en el patrón oro de definición de la enfermedad, que puede ser complementada con técnicas de imagen. Tras esta caracterización, las manifestaciones perineales de la EC deben ser asistidas, considerando la presencia o ausencia de proctitis y el fenotipo de la enfermedad subyacente. Se ha propuesto estratificar los pacientes como: portadores de fístulas simples sin proctitis, afectos de fístulas simples con enfermedad rectal asociada o portadores de fístulas complejas. Los del primer grupo serán candidatos a una terapia antibiótica e inmunosupresora de inicio; el segundo grupo a protocolos de terapia biológica añadida al programa anterior; y el tercer grupo a exploración quirúrgica previa a cualquier actuación médica posterior. El riesgo relativo acumulado a los diez años desde el diagnóstico de la EC es relativamente bajo (3%) para el desarrollo de un cáncer colorrectal, pero asciende hasta el 33,2% (15,9-60,9) en el intestino delgado, con tasas no modificadas en los últimos 30 años, que acentúan la necesidad de programas de seguimiento o de indicación de cirugía ante su mera sospecha dado el pobre pronóstico posterior de estos pacientes.

Palabras clave : Enfermedad inflamatoria intestinal; Enfermedad de Crohn; Colitis ulcerosa; Cirugía.

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