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Revista Española de Enfermedades Digestivas

versión impresa ISSN 1130-0108

Rev. esp. enferm. dig. vol.109 no.8 Madrid ago. 2017

https://dx.doi.org/10.17235/reed.2017.4899/2017 

TRABAJOS ORIGINALES

 

Eficacia y seguridad a medio-largo plazo de tacrolimus oral en la colitis ulcerosa moderada-grave refractaria a esteroides

Medium to long-term efficacy and safety of oral tacrolimus in moderate to severe steroid refractory ulcerative colitis

 

 

Raúl Vicente Olmedo Martín, Víctor Amo Trillo, Rocío González Grande y Miguel Jiménez Pérez

Unidad de Gestión Clínica Aparato Digestivo. Hospital Regional Universitario de Málaga. Málaga

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Introducción y objetivo: tacrolimus oral es un fármaco efectivo en inducir la remisión clínica en colitis ulcerosa moderada-grave refractaria a esteroides. Sin embargo, los datos con respecto a su efectividad y seguridad a medio-largo plazo son escasos. El objetivo del estudio fue evaluar la efectividad y seguridad a largo plazo de tacrolimus oral en esta desafiante situación clínica.
Métodos: estudio observacional retrospectivo mediante revisión de los registros clínicos de 34 pacientes con colitis ulcerosa moderada-grave refractaria a esteroides tratados con tacrolimus oral en nuestro hospital (julio 2001-julio 2016). Se definieron como remisión un índice de Lichtiger < 3 y como respuesta una puntuación < 10 con una caída de al menos tres puntos con respecto al basal.
Resultados y conclusiones: siete pacientes (20,58%) fueron colectomizados durante el periodo de seguimiento (media 65 meses). Nueve pacientes hubieron de ser rescatados con infliximab (cuatro pacientes en los primeros seis meses de seguimiento y los cinco restantes más allá de los seis meses). La efectividad clínica a corto-medio plazo combinando remisión y respuesta clínicas fue del 82% a los seis meses. En el análisis de Kaplan-Meier el porcentaje total de pacientes libres de colectomía y terapia secuencial de rescate adicional fue de 75% a los 54 meses (mediana de seguimiento), sin que la introducción precoz de tiopurinas (< 2 meses desde el inicio de tacrolimus) mejorara significativamente el pronóstico (p = 0,72). Un 53% de pacientes experimentaron efectos adversos, ninguno de los cuales obligaron a suspender el tratamiento. No se documentaron infecciones graves durante el seguimiento.

Palabras clave: Colitis ulcerosa. tacrolimus.


ABSTRACT

Background and objective: Oral tacrolimus is an effective drug that induces clinical remission in patients with moderate to severe ulcerative colitis refractory to steroids. However, there is little data with regard to its medium to long-term efficacy and safety. The aim of this study was to assess the medium to long-term efficacy and safety of oral tacrolimus in this challenging clinical situation.
Methods: This was a retrospective observational review of the clinical charts of 34 patients with moderate to severe ulcerative colitis refractory to steroids treated with oral tacrolimus at our hospital (July 2001-July 2016). Remission was defined as a Lichtiger index score < 3 and response was defined as a score < 10 with a reduction of at least three points compared to the baseline score.
Results and conclusions: Seven patients (20.58%) required colectomy during the follow-up period (mean 65 months). Nine patients required rescue with infliximab (four patients during the first six months of follow-up and the other five after the first six months). The short to medium clinical efficacy combining both remission and clinical response was 82% at six months. Kaplan-Meier analysis showed that the percentage of patients free from colectomy and additional sequential rescue therapy was 75% at 54 months (median follow-up). The early introduction of thiopurines (< 2 months from start of tacrolimus) showed no significant improvement in prognosis (p = 0.72). Fifty-three per cent of patients experienced adverse effects, none of whom required treatment withdrawal. No severe infections were noted during the follow-up.

Key words: Ulcerative colitis. Tacrolimus.


 

Introducción

El brote moderado-grave de colitis ulcerosa (CU) sigue constituyendo un desafío clínico de primer nivel. Si bien la introducción de esteroides en los años 50 del siglo pasado condicionó un descenso dramático de la mortalidad en esta situación (1), todavía en la actualidad un 20-30% de pacientes tratados con corticoides en este contexto acaban siendo colectomizados durante el primer año de enfermedad (2).

Por otra parte, las opciones terapéuticas médicas disponibles en el paciente con CU moderada-grave refractaria a esteroides son limitadas. Las guías de la European Crohn's and Colitis Organisation (ECCO) recomiendan el uso de inhibidores de la calcineurina (ciclosporina o tacrolimus) o agentes anti-TNFα (infliximab, adalimumab y golimumab) (3), siendo estos últimos los únicos aprobados por la European Medicines Agency (EMA) y la estadounidense Food and Drug Administration (FDA) con esta indicación. Las autoridades sanitarias japonesas autorizan el empleo de tacrolimus oral como tratamiento de inducción en el brote de CU moderado-grave refractario a esteroides durante un tiempo máximo de tres meses.

Algunos estudios no controlados retrospectivos, principalmente en Alemania, Reino Unido y Japón, han explorado el papel de tacrolimus como agente de acción rápida en el brote moderado-grave de CU (4,5). Globalmente sitúan en un 70-80% la respuesta a corto plazo (6-8). La positiva experiencia abierta condujo a la realización de dos ensayos clínicos aleatorizados japoneses que confirmaron cifras de respuesta similares a la experiencia abierta, aunque el tamaño muestral de pacientes corticorrefractarios fue reducido (9,10).

Sin embargo, disponemos de datos muy escasos acerca de la efectividad y seguridad a medio y largo plazo de la aproximación de tacrolimus oral como puente a tiopurinas, sobre todo en lo que respecta a la tasa de colectomía y necesidad de empleo de terapias de rescate como infliximab para mantener la respuesta clínica durante un tiempo prolongado.

Otro aspecto no aclarado por la escasez de estudios head to head entre los diferentes fármacos es la elección del tipo de agente a utilizar como rescate al fallo esteroideo. Un ensayo controlado no observó diferencias en la tasa de fracaso de tratamiento a los 98 días (objetivo principal) ni en la respuesta inmediata o tasa de colectomía a los tres meses entre infliximab y ciclosporina en pacientes refractarios a esteroides (11). Por otra parte, un estudio retrospectivo demostró una supervivencia libre de colectomía a los tres meses del 67% en el grupo de infliximab frente al 93% en el grupo de ciclosporina (12). Los trabajos que comparan la efectividad y seguridad de tacrolimus e infliximab (todos retrospectivos) muestran similares resultados de ambos agentes en la inducción de remisión a corto plazo y cierta superioridad de la estrategia de mantenimiento con infliximab frente a la del puente de tacrolimus hacia tiopurínicos (13).

Por tanto, y aunque parece que la eficacia a corto plazo de tacrolimus oral sería similar a la descrita para ciclosporina e infliximab, son necesarios más datos sobre su eficacia y seguridad tanto a corto como a medio-largo plazo.

Hace más de una década nuestra unidad comunicó la incipiente experiencia con tacrolimus en CU moderada-grave resistente a esteroides y en enfermedad de Crohn grave multirrefractaria (14).

Otro grupo español ha comunicado recientemente su experiencia con tacrolimus en colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn refractarias identificando como factores predictivos de respuesta al fármaco el descenso al mes de los niveles de proteína C-reactiva (PCR) y la ausencia de tratamiento previó con agentes anti-TNFα (15).

El objetivo de nuestro estudio ha sido analizar la efectividad y seguridad tanto a corto como a largo plazo de tacrolimus oral en el difícil escenario del brote de CU refractario a esteroides, tras una experiencia acumulada de más de 15 años con este fármaco.

 

Material y métodos

Este análisis retrospectivo de la eficacia y seguridad de tacrolimus oral en colitis ulcerosa moderada-grave corticorrefractaria fue llevado a cabo en la Unidad de Gestión Clínica de Aparato Digestivo del Hospital Regional de Málaga (julio 2001-julio 2016).

Pacientes

Se incluyeron 34 pacientes con CU moderada-grave refractaria a esteroides. Todos los pacientes firmaron el consentimiento informado de utilización del fármaco como indicación fuera de ficha técnica, tras ser informados exhaustivamente sobre las características del tratamiento y de las otras opciones médicas y quirúrgicas disponibles. Los registros clínicos fueron revisados retrospectivamente desde el inicio del tratamiento hasta la fecha fin de estudio, colectomía, empleo de terapia de rescate adicional o pérdida de seguimiento. Todos los datos fueron compilados de forma anónima y codificados en una base de datos electrónica. El Comité Ético de nuestra institución aprobó el estudio.

El diagnóstico de CU se hizo en función de criterios clínicos, endoscópicos, radiológicos e histológicos estandarizados. Asimismo, la etiología infecciosa fue descartada por coprocultivos seriados, serología, inmunohistoquímica y/o determinación sanguínea de ADN de citomegalovirus. Todos los pacientes presentaban una CU moderada-grave refractaria a esteroides (1 mg/kg 6-metilprednisolona intravenoso durante una semana). Los corticoides sistémicos fueron reducidos progresiva e individualizadamente. En pacientes tratados previamente con azatioprina o 6-mercaptopurina (6-MP) se mantuvo el tratamiento a las dosis previas. En los pacientes naïve a azatioprina o 6-mercaptopurina (la mayoría de ellos), el tratamiento inmunosupresor se instauró en los primeros tres meses desde el inicio de tacrolimus según el criterio del médico responsable, previa determinación de dosificación de tiopurin-metiltransferasa a dosis de 2-2,5 mg/kg/día y 1-1,5 mg/kg respectivamente. En un paciente con intolerancia a azatioprina se utilizó metotrexato a dosis de 25 mg semana por vía subcutánea.

Administración de tratamiento y ajuste de dosis

Todos los pacientes estaban hospitalizados al inicio del tratamiento. Tacrolimus se administró por vía oral a todos los pacientes a dosis de 0,15-0,3 mg/kg/día, repartidas en dos tomas separadas dos horas de las comidas. Según el protocolo de nuestro servicio, se procedió a la monitorización diaria de niveles durante las dos primeras semanas, realizándose ajustes de la dosis diaria con el objetivo de alcanzar concentraciones de 5-10 ng/ml. Posteriormente, se determinaban niveles de tacrolimus cada dos semanas durante los tres primeros meses de tratamiento y luego mensualmente hasta finalizarlo.

Valoración de la eficacia a corto-medio y largo plazo

La eficacia a corto plazo se evaluó a las 12 semanas del inicio del tratamiento. Para ello utilizamos como índice de actividad el índice de Lichtiger (16). Se consideró remisión clínica un score < 3, y respuesta, la caída de la puntuación por debajo de 10 (con descenso de al menos tres puntos con respecto a la puntuación basal). Evaluamos la proporción de pacientes que consiguieron remisión y respuesta clínica a las 12 semanas, así como la proporción de pacientes libres de colectomía sin el empleo de una segunda terapia de rescate en esas 12 primeras semanas.

La eficacia a medio-largo plazo se evaluó mediante la supervivencia libre de colectomía sin necesidad del empleo de una segunda terapia de rescate.

Análisis de la seguridad

También se analizaron los efectos adversos. La disfunción renal se definió como un incremento del 30% respecto al basal en los niveles de creatinina sérica. Se definió un efecto adverso como grave si obligó a suspender la medicación.

Análisis estadístico

Las variables continuas se presentan en medianas junto a rango intercuartílico y las variables cualitativas, en frecuencias absolutas y porcentajes. El análisis de los factores predictivos de respuesta y remisión a corto plazo (seis meses desde el inicio de tratamiento) se llevó a cabo mediante la comparación de muestras independientes con el test U de Mann Whitney-Wilcoxon. La tasa de supervivencia libre de eventos en la población total (colectomía y/o empleo de terapia secuencial de rescate con infliximab) se evaluó usando el análisis de Kaplan-Meier. También se estratificó a los pacientes en dos grupos (inmunosupresión con tiopurinas precoz versus tardía) para evaluar diferencias pronósticas mediante log-rank test. El análisis fue realizado con el software estadístico R Project versión 3.2.2. La significación estadística se definió como un valor p < 0,05.

 

Resultados

Pacientes y características del tratamiento

Las características basales clinicodemográficas de los 34 pacientes incluidos en nuestro análisis se presentan en la tabla 1. Fueron incluidos 24 hombres (72,7%) y diez mujeres. La mediana de edad al diagnóstico fue de 31,5 años (23,25-39,75) y la mediana de edad a la que fue iniciado el tratamiento con tacrolimus fue de 37,5 meses (23,5-44,75). La duración media de la enfermedad previa al inicio del tratamiento fue de cuatro meses (0-37,5). Trece pacientes (38,23%) estaban ante el primer brote de su enfermedad. El índice de Lichtiger basal presentó una mediana de 14 (13-15). Un 94% de los pacientes presentaba una localización extensa (E3).

 

 

Tacrolimus se administró de forma oral en los 34 pacientes. La mediana de la dosis oral fue de 7,70 mg/d (6,07-9,92). Las medianas de los niveles de tacrolimus en sangre total en las cuatro primeras semanas y en la semana 12 fueron 8,35 (5,97-11,25) y 9,05 (7-9,6) ng/ml respectivamente. Todos los pacientes recibieron tratamiento intravenoso con esteroides con una dosis media de 50 mg de metilprednisolona. En 29 (85%) pacientes se utilizó tacrolimus como puente a inmunosupresores de inicio de acción lenta para mantener la remisión, mayoritariamente azatioprina (82%; dosis mediana 100-137,5). El periodo medio de latencia desde el inicio de tacrolimus hasta la introducción del inmunosupresor fue de 120 días (0-1.560) y se hizo a criterio de los clínicos responsables del seguimiento de los pacientes teniendo en cuenta las particularidades de cada caso. Los niveles basales de proteína C-reactiva fueron obtenidos en todos pacientes, con una mediana de 72,15 mg/l (21,5-144,65).

Eficacia de tacrolimus

Colectomía a corto y largo plazo

En total, siete pacientes (20,58%) fueron sometidos a colectomía durante el periodo de seguimiento, con una mediana de 54 meses. Solo un paciente (2,94%) fue colectomizado en los seis primeros meses. No obstante, cuatro pacientes hubieron de ser rescatados con infliximab como terapia secuencial para evitar la colectomía en ese primer semestre. El resto de pacientes fueron intervenidos más allá de los seis meses (18,18%), con una mediana de tiempo de 18,5 meses (9,75-39,75) tras el inicio de tacrolimus. Otros cinco pacientes hubieron de ser rescatados con infliximab más allá de los seis meses de seguimiento por reactivación de la enfermedad, evitando todos ellos la colectomía tardía. La supervivencia libre de colectomía y de terapia secuencial de rescate fue del 75% en la mediana de seguimiento (54 meses) (Fig. 1). Cuando el análisis de supervivencia sin ninguno de los eventos (colectomía y/o terapia de rescate) se realizó distinguiendo los grupos de inmunosupresión precoz (< 60 días) frente a inmunosupresión más tardía no se evidenciaron diferencias significativas (p = 0,72) (Fig. 2).

 

 

 

Remisión y respuesta clínicas

La mediana del índice de Lichtiger a las 12 y 24 semanas descendió hasta 3 (3-3,5) y 3 (3-3,25), respectivamente. Las medianas de los niveles de PCR descendieron a 3 (2,45-8,8) y 2,9 (2-4,8) a las 12 y 24 semanas, respectivamente. La remisión clínica fue alcanzada por 21 (61%) y 20 (58%) pacientes a las semanas 12 y 24, respectivamente. Siete (20%) y ocho pacientes (23,52%) más consiguieron respuesta clínica en las citadas semanas (Tabla 2).

 

 

Suspensión de esteroides

La suspensión total de corticoides se consiguió en 25 pacientes (73.5%), siendo la mediana del tiempo de retirada 63,5 días (42,25-86). Dos de los cuatro pacientes en los que no se logró la suspensión de corticoides fueron colectomizados a los 11 y 57 meses de seguimiento, mientras que los dos restantes se rescataron con infliximab más allá de los seis meses desde el inicio de tacrolimus.

Factores predictivos de respuesta clínica a corto-medio plazo

Se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las medianas del índice de Lichtiger a los tres meses en función de la remisión a los seis meses (fueron 6 [4-7,5] para los que no remitieron frente a 3 [3-3] para los que sí lo hicieron, p < 0,001). Del mismo modo, se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas al analizarlas en función de la respuesta clínica a los seis meses (3 [3-3] en respondedores respecto a 6 [4-6,5] en no respondedores, p < 0,001). Al analizar el tiempo de evolución de la enfermedad, los valores de PCR y los niveles de tacrolimus no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en relación a la remisión o respuesta a corto plazo.

Monitorización de niveles de tacrolimus

La consecución de niveles terapéuticos de tacrolimus (5-10 ng/ml) durante la primera semana de tratamiento se consiguió en 26 pacientes (76,5%), siendo las medianas de los niveles de tacrolimus a las 2, 4 y 12 semanas de 7,50 (6-10,1), 8,35 (5,97-11,25) y 9,05 (7-9,6) ng/ml, respectivamente.

Efectos adversos

Ningún paciente sufrió una reacción adversa grave que obligara a la interrupción del tratamiento. Más de la mitad de los pacientes (53%) presentaron efectos adversos que fueron leves y transitorios. Se documentaron dos episodios de gastroenteritis infecciosas no enteroinvasivas. No se registraron otras infecciones oportunistas. Todos los pacientes recibieron profilaxis con cotrimoxazol en caso de triple inmunosupresión (corticoides en pauta descendente, azatioprina y tacrolimus) (Tabla 3).

 

 

Discusión

Han transcurrido casi dos décadas desde que se comunicó la primera serie de casos de utilización de tacrolimus en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (17). El primer ensayo clínico controlado aleatorizado del uso de tacrolimus oral en CU data de 2006. En él, 60 pacientes con CU moderada-grave corticorrefractaria se aleatorizaron a recibir tacrolimus con objetivo de niveles plasmáticos de 10-15 ng/ml (19 pacientes), tacrolimus con objetivo de niveles plasmáticos de 5-10 ng/ml (21 pacientes), o placebo (20 pacientes). Los porcentajes de respuesta a las dos semanas fueron de 68,4% y 38,1% en los grupos de niveles altos y bajos del fármaco respectivamente y de 10% en el grupo placebo. El mismo autor llevo a cabo un segundo ensayo clínico controlado por placebo con 62 pacientes con CU moderada-grave, si bien esta vez en el brazo de tratamiento el objetivo era el de niveles plasmáticos altos entre 10-15 ng/ml. Los resultados fueron similares, con un 50% de respuesta en el grupo de tacrolimus oral frente a un 13,3% en el grupo placebo. Hasta la fecha, estos han sido los dos únicos ensayos clínicos controlados por placebo sobre la eficacia de tacrolimus en la inducción de la remisión de CU moderada-grave refractaria a esteroides.

No obstante, se han publicado casi una veintena de estudios de cohortes retrospectivas en un escenario de práctica real. El más extenso evaluando la inducción de remisión incluye a 130 pacientes de tres centros de Alemania y reporta un porcentaje de remisión clínica a las 12 semanas del 72% con un 13,8% de pacientes colectomizados (8). En población pediátrica se comunican tasas de eficacia altas con porcentajes de evitación de colectomía a corto plazo de en torno al 90% (18). Si se consideran estos datos en conjunto, parece que tacrolimus es un tratamiento efectivo en la inducción de remisión de CU moderada-grave refractaria o dependiente de esteroides. En este sentido, las guías ECCO y del Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (Geteccu) consideran tacrolimus oral como una opción de rescate en brotes graves de CU refractarias a esteroides y en el paciente ambulatorio moderado corticorrefractario (19).

En nuestra serie, los porcentajes de éxito a corto plazo del tratamiento (remisión y respuesta) son superponibles a la mayoría de estudios de práctica clínica anteriormente comentados. La tasa tan exigua de colectomía en los seis primeros meses que reportamos está claramente condicionada por la utilización de una segunda terapia de rescate (infliximab) en cuatro de los pacientes, los cuales evitaron la colectomía a corto plazo. El único factor predictivo de respuesta y remisión a los seis meses que se mostró significativo en nuestro análisis fue la mediana del índice de Lichtiger a los tres meses de tratamiento. Ello coincide con otros trabajos como el de Miyoshi, con un diseño similar al nuestro y en el que fueron rescatados 11/13 pacientes (84,6%) con infliximab tras fallo de tacrolimus (20).

Otros dos trabajos han explorado la efectividad de infliximab como terapia de rescate en pacientes refractarios a tacrolimus con tasas de respuesta a corto plazo de 46,2% (6/13) y 50% (6/12) (21,22). Yamamoto describe tasas libres de colectomía del 53,8% a los 41,4 meses tras el empleo de infliximab en esta situación (23). La aproximación contraria, esto es, utilizar tacrolimus como rescate a un fracaso de infliximab, fue evaluada en 30 pacientes, con tasas de respuesta del 70% a las cuatro semanas de tratamiento del cual casi un 30% mantuvo la remisión al año (24). Tomando en conjunto estos datos parece que el cambio de un agente por otro puede ser una opción efectiva en pacientes seleccionados, aunque los datos de mantenimiento de la respuesta a largo plazo son escasos. La seguridad de esta estrategia es otra gran preocupación, sobre todo en lo que concierne al desarrollo de infecciones oportunistas y complicaciones perioperatorias en caso de colectomía.

Con respecto a la comparación directa entre agentes anti-TNFα y tacrolimus, la información también es limitada y de naturaleza retrospectiva. Recientemente, un estudio japonés analizó el pronóstico a corto plazo (12 semanas) de 100 pacientes con CU moderada-grave tratados con tacrolimus o agentes anti-TNF (50 pacientes en cada grupo) y no se observaron diferencias significativas en las variables principales (remisión, respuesta y tasa de colectomía) (25). Los autores interpelados en una carta al editor acerca del perfil idóneo de los pacientes en los que tacrolimus oral tendría mejor resultado se inclinan por el paciente moderadamente grave, mientras que descartan su empleo en el brote severo o colitis fulminante, donde quizá ciclosporina o infliximab tendrían más eficacia para evitar una ulterior colectomía (26).

A largo plazo, los datos con respecto a la eficacia de tacrolimus tras su utilización son igual de escasos. Yamamoto y cols. reportan supervivencias libres de colectomía de casi un 65% a los 65 meses, si bien no hacen referencia a la utilización secuencial de terapias biológicas en algún momento de la evolución (27). En otras cohortes retrospectivas se han descrito tasas de supervivencia libres de colectomía del 56,5% a los 43,8 meses (28), 59,3% a los dos años (29) y 62,3% a los 65 meses tras el tratamiento (30). Miyoshi y cols. comunican un porcentaje de pacientes libres de eventos (colectomía o rescate con otras terapias) del 50% al año y de casi un 40% a los dos años, al tiempo que atribuyen los porcentajes más bajos de recidiva con respecto a las otras series publicadas a la inclusión de pacientes más graves en su estudio. Sin embargo, al estratificar por la presencia de mejoría endoscópica (Mayo 0 y 1), la supervivencia libre de eventos se incrementó ostensiblemente (cifras de supervivencia de 69% al año y 61,3% a los dos años) (21).

Es de resaltar también que en este último estudio la mitad de los pacientes aproximadamente estaban ya con tiopurinas, lo que podría lastrar el mantenimiento de la remisión inducida por tacrolimus sin el concurso de otros agentes al venir de fallo previo al inmunosupresor. Ello contrasta con la tendencia en nuestra serie, donde la mayoría de pacientes eran naïve a inmunosupresores. Puede que ahí radique la diferencia a nuestro favor en la tasa de efectividad libre de eventos de tacrolimus a largo plazo de nuestra serie (75% en la mediana de seguimiento). De hecho, la introducción concomitante de inmunosupresores tiopurínicos fue el único factor predictivo de éxito a corto plazo en la mayor serie retrospectiva observacional de tacrolimus (8). Un aspecto interesante que intentamos aclarar en nuestro estudio es si el tiempo de introducción del inmunosupresor tiopurínico con respecto al inicio de tacrolimus como tratamiento de mantenimiento de la remisión tuvo influencia en una mayor supervivencia libre de colectomía o rescate con infliximab en el medio-largo plazo. En nuestro caso, cuando el análisis de supervivencia libre de eventos se estratificó según introducción precoz (antes de alcanzar los dos meses de tratamiento con tacrolimus) o tardía (más allá de los dos meses) no se evidenciaron diferencias estadísticamente significativas.

En Japón, la mayoría de los estudios publicados tras los ensayos clínicos de Ogata antes referenciados tienen como objetivo unos niveles plasmáticos de tacrolimus de 10-15 ng/ml durante las dos primeras semanas y un mantenimiento con 5-10 ng/ml. En Europa y en nuestra serie, desde el inicio se tiene como objetivo unos niveles de 5-10 ng/ml, sin que ello parezca tener repercusión en los porcentajes de respuesta inicial.

Con respecto a la seguridad, si bien es cierto que algo más de la mitad de los pacientes sufrieron efectos adversos relacionados con el tratamiento, en ningún caso fueron graves ni obligaron a la suspensión del fármaco. El perfil de efectos secundarios fue similar al de otras series con un periodo de seguimiento similar, destacando la neurotoxicidad en forma de temblor y la nefrotoxicidad como eventos más frecuentes (31). No se registraron infecciones oportunistas graves.

Nuestro estudio tiene varias limitaciones: la naturaleza retrospectiva del estudio y de la recogida de los datos, el reducido número de pacientes, la ausencia de datos endoscópicos en la evaluación de la efectividad (se ha mostrado un factor predictivo de mantenimiento de la respuesta tras la inducción) y su carácter unicéntrico.

Por otra parte, tiene algunas fortalezas, como su desarrollo en un escenario de práctica real con una mediana de seguimiento larga, la homogeneidad de los pacientes incluidos, la práctica uniformidad de la inmunosupresión concomitante y una experiencia acumulada de 15 años en el uso de tacrolimus oral en este contexto.

En conclusión, presentamos nuestra experiencia durante más de una década con tacrolimus oral en una cohorte española de pacientes con CU moderada-grave refractaria. Su efectividad en la inducción de la remisión parece aceptable y comparable a otros agentes utilizados en este contexto. A largo plazo, tras la utilización del fármaco como puente a inmunosupresores tiopurínicos, la supervivencia libre de colectomía o terapia de rescate fue también aceptable, sin influir aparentemente de forma significativa la precocidad en la introducción de la inmunosupresión en la eficacia a largo plazo. En general, el perfil de seguridad fue favorable, incluso en el grupo en el que se empleó infliximab secuencialmente, donde no se produjeron infecciones oportunistas graves.

Son necesarios más estudios prospectivos controlados que aclaren muchas de las incógnitas que restan sobre el empleo de este fármaco en el contexto del brote moderado-grave refractario a esteroides (niveles terapéuticos diana del fármaco, su potencial uso como terapia de mantenimiento e identificación de factores predictivos de respuesta).

 

Agradecimientos

Agradecemos a Rita Pérez González (IBIMA-FIMABIS) la asesoría en la metodología y análisis estadístico.

 

 

Dirección para correspondencia:
Raúl Vicente Olmedo Martín.
Unidad de Gestión Clínica Aparato Digestivo.
Hospital Regional Universitario de Málaga.
Av. del Arroyo de los Ángeles.
29011 Málaga
e-mail: romdig19776@gmail.com

Recibido: 13-02-2017
Aceptado: 21-03-2017

 

 

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