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Clínica y Salud

versión On-line ISSN 2174-0550versión impresa ISSN 1130-5274

Clínica y Salud vol.17 no.3 Madrid ene./dic. 2006

 

EDITORIAL

 

Jesús Mª Carrillo1

María Prieto-Ursúa1

1Coordinadores del número monográfico de CLÍNICA Y SALUD de Psicología Positiva. Investigación y debate.

 

 

De un modo o de otro el ser humano busca algo de emoción, quiere entrar o salir de un estado emocional. A lo largo de nuestro desarrollo personal la vida nos ha ido enseñando un universo de conductas emocionales, positivas, negativas y neutras, hemos logrado estados emocionales correctos, agradables, saludables y compatibles con la existencia de los demás.

La oferta de una “escuela” o rama de la psicología dedicada exclusivamente al estudio y a la génesis de emociones positivas es cuestionable. Y ello por dos razones, una epistemológica y otra clínica. La epistemológica está relacionada con el camino hacia la integración que está recorriendo la psicología. El papel tan relevante que ocupan actualmente las emociones deriva en buena medida de las unificaciones que se han dado en campos como el del Aprendizaje y el de la Personalidad. El análisis de la función de las emociones, por ejemplo, en la enseñanza de la lectura o en diversas técnicas terapéuticas, ha sido posible gracias a la clarificación de las modalidades de condicionamiento clásico e instrumental, de una unificación en el ámbito del Aprendizaje. La psicología científica camina pues hacia la integración. Hablar de la “psicología positiva” como una nueva rama (separación) de la psicología, necesita justificarse epistemológicamente.

La razón clínica es que en el análisis y en la terapia las emociones positivas y negativas se entrecruzan, se combinan en una relación dialéctica. Desde algunos planteamientos podría pensarse en que la aspiración del ser humano es lograr un estado emocional positivo continuo sin llegar al cansancio del mismo. Sin embargo, es un planteamiento cuestionable. Quizá pudiera lograrse si el universo de conductas que tenemos aprendidas, parte fundamental de nuestra personalidad, estuviera formado sólo de conductas emocionales positivas. Pero esto no parece ser así; las diversas situaciones por las que pasa el ser humano se encargan de poner en evidencia que la historia emocional que ha definido y pulido su personalidad está llena de goodies y baddies, y que la vida diaria se encarga de muestrear ambos tipos de emociones. El psicólogo clínico tiene que trabajar tanto con las emociones positivas como con las negativas y las neutras. Todas forman parte de la experiencia vital de cualquier persona, y cada una de ellas tiene su función y su por qué. Instalar en el paciente la creencia de que su mundo debe ser emocionalmente positivo es contribuir a construirle un modelo no verídico de la realidad y esto puede llevarle a secuencias de razonamiento y de expresión emocional patológicas.

Desgajar las emociones positivas de las negativas es en nuestra opinión clínica y epistemológicamente complicado. En cualquier caso el tema es de tal relevancia que justifica la realización en Clínica y Salud de un número monográfico. En él discurren las aportaciones de especialistas destacados como, Jesús Mª Carrillo, Susana Collado, Alfredo Fierro, Carmen Luciano, María Luisa Martínez, María Prieto, Arthur. W. Staats, Nieves Rojo y Beatriz Vera, aportaciones que son presentadas y llevadas a contexto de la mano de María Dolores Avia.

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