Introducción
La alimentación no saludable y el exceso de peso, asociadas a un patrón alimentario alejado de la dieta mediterránea1, son dos factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas2-4. En este sentido, el Grupo Colaborativo de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC)5 recomienda de forma concisa que la alimentación incluya como bebida de referencia el agua, un consumo diario de frutas y verduras, semanal de legumbres, carnes blancas y pescado y, que solo de forma ocasional se consuman carnes procesadas, grasas para untar, productos azucarados y bebidas alcohólicas.
Se están adoptando distintas medidas para revertir esta situación. Entre ellas destaca el Plan de Colaboración para la Mejora de la Composición de los Alimentos y Bebidas y otras Medidas 20206, desarrollado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social junto con varios sectores de la alimentación. Entre sus objetivos destaca el compromiso de mejorar la comercialización de los productos frescos, de temporada y con formulación mejorada, y fomentar su promoción en la cartelería, redes sociales, web y demás canales físicos.
En España, así como en la mayoría de países desarrollados, los supermercados son los espacios comerciales preferidos para la compra de alimentos7; sirven de nexo de unión entre los consumidores y los productores y emplean diversas estrategias de mercadotecnia para la venta de sus productos2 8. Existe evidencia de la influencia que la publicidad y los medios de comunicación ejercen sobre los consumidores, principalmente la televisión, las revistas, los periódicos, los carteles situados en lugares públicos y la propaganda buzoneada en los hogares7. Este último elemento publicitario está poco estudiado en nuestro país desde el punto de vista de la salud8-9. La propaganda buzoneada es una herramienta que juega un papel destacado en la alimentación de la población ya que se utiliza para comunicar las promociones existentes y para atraer consumidores10, así como para informar de los precios de los productos, elemento que puede actuar como barrera a la hora de consumir alimentos saludables11-12.
Existen investigaciones previas que evalúan los alimentos promocionados en este tipo de propaganda en países como Nueva Zelanda2, India2, Estados Unidos8-9 o Suecia13. Sin embargo, no se ha encontrado ninguno realizado en España.
Ante esta situación, y teniendo en cuenta la potencial influencia que la publicidad buzoneada puede ejercer sobre el patrón alimentario de la población, se planteó el presente estudio con el objetivo general de analizar qué alimentos y bebidas, de los que se incluyen con más frecuencia en la publicidad buzoneada por los supermercados en el Principado de Asturias, pueden ser considerados prescindibles para el consumo de la población. Secundariamente, se evaluaron las diferencias de productos publicitados en función de la cadena comercial, así como el precio medio de los productos en función de si estos eran considerados esenciales o prescindibles.
Metodología
Estudio descriptivo transversal realizado entre julio y diciembre de 2018. Se analizaron los catálogos de propaganda de alimentación de supermercados recibidos en los buzones de siete domicilios de carácter urbano del Principado de Asturias (España): dos del área de Oviedo, dos del área de Gijón y tres del área de Avilés. Se seleccionaron tres ciudades y el número de domicilios indicado con el fin de conseguir la máxima representación posible de cadenas de supermercados. Además, se optó por extender la recogida durante un periodo de seis meses para tener una mayor representatividad de productos ligada a factores ambientales y sociales.
Se incluyeron los catálogos de las cadenas de supermercados que se recibían en todos los domicilios seleccionados, excluyendo por tanto los catálogos de cadenas que solo se recibían en alguno de ellos. Además, se excluyó la publicidad que no correspondía a supermercados como, por ejemplo, comercios locales o empresas de restauración, y se eliminaron los catálogos repetidos (cada catálogo fue contabilizado una sola vez).
De los catálogos incluidos, se contabilizaron y registraron los alimentos y bebidas de forma individual. Posteriormente, se agruparon en 28 categorías de acuerdo con las descritas o desarrolladas por Aranceta Bartrina y col5 y Ravensbergen y col10: pan; galletas y cereales de desayuno; alimentos ricos en hidratos (pasta, arroz, cereal en grano); fruta fresca; verduras y hortalizas frescas; frutos secos al natural; legumbres al natural; aceite de oliva; otros aceites; grasas para untar; carnes blancas; carnes rojas; carnes procesadas; pescados y mariscos; huevos; leche y derivados (quesos y yogures); aperitivos salados y sal; dulces, bollería, chocolates, azúcares y edulcorantes; chucherías; enlatados y embolsados (no naturales); precocinados; salsas y aderezos; preparados para bebé; bebidas azucaradas; bebidas cero o light; bebidas alcohólicas; café e infusiones; agua.
Posteriormente, se realizó la clasificación de los productos según las categorías elaboradas por Charlton y col2, quienes clasificaron los alimentos y bebidas en dos grupos: discretionary o prescindibles (aquellos alimentos y bebidas no necesarios para proporcionar los nutrientes que el cuerpo necesita) y core o esenciales (aquellos que se recomienda incluir en el carro de la compra).
Se recogió información sobre las siguientes variables: la cadena comercial a la que correspondía la publicidad, anonimizada con un código alfanumérico (C1 a C4); el grupo (prescindible o esencial) en el que se clasificó al producto publicitado, y el precio medio de los productos según aparecía presentado en el folleto.
Las variables categóricas se describieron mediante frecuencias absolutas y porcentajes; las variables cuantitativas, una vez analizada la normalidad de la muestra mediante el test de Kolmogorov-Smirnov, se describieron con la mediana y el rango intercuartílico (RIC). Las diferencias entre variables categóricas se compararon con la prueba de Chi-cuadrado, mientras que la comparación de precios entre o dos o más grupos se realizó con las pruebas U de Mann-Whitney o Kruskal-Wallis, respectivamente. El análisis se realizó con el programa informático SPSS versión 24.0, considerando los resultados estadísticamente significativos si p <0,05.
Resultados
Se evaluaron un total de 84 catálogos buzoneados en domicilios por cuatro cadenas de supermercados. Se identificaron un total de 14.314 productos que se clasificaron en una de las 28 categorías consideradas5 10. Las más frecuentes fueron “dulces, bollería, chocolates, azúcares y edulcorantes” (15,3 %), seguido por “leche y derivados” (9,7 %), “carnes procesadas” y “bebidas alcohólicas” (8,9 % cada uno) y “precocinados” (8,4 %). Se observaron diferencias significativas en el porcentaje de productos publicitados de cada categoría en función de la cadena comercial (Tabla 1), excepto para “frutos secos al natural”, “grasas para untar” y “salsas y aderezos”. Se observó un predominio del grupo de alimentos prescindibles (61,9 %), independientemente de la cadena comercial. C4 fue la cadena que presentó un mayor porcentaje de productos prescindibles publicitados (64 %), seguida de C3 (62,4 %), C1 (62 %) y C2 (59 %) (p=0,009).
Categorías | Global(%) | Cadena comercial | pa | |||
---|---|---|---|---|---|---|
C1(%) | C2(%) | C3(%) | C4(%) | |||
Pan | 2,9 | 3,4* | 3,2 | 2,6 | 0,8 | <0,001 |
Galletas y cereales | 2,8 | 2,9 | 3,3* | 3,2 | 1,8 | 0,015 |
Alimentos ricos en hidratos | 2,1 | 2 | 3,3* | 1,9 | 1,2 | <0,001 |
Fruta fresca | 3,5 | 4,1* | 4 | 1,9 | 2,9 | <0,001 |
Verduras y hortalizas frescas | 2,6 | 2,7 | 3,5* | 2,7 | 1,4 | <0,001 |
Frutos secos al natural | 0,2 | 0,2 | 0,2 | 0,1 | 0,4* | 0,182 |
Legumbres al natural | 0,4 | 0,6* | 0,2 | 0,2 | 0,4 | 0,013 |
Aceite de oliva | 0,9 | 0,8 | 0,2 | 1,2 | 1,5* | <0,001 |
Otros aceites | 0,3 | 0,4* | 0 | 0,2 | 0 | 0,002 |
Grasas para untar | 0,4 | 0,3 | 0,3 | 0,5* | 0,5* | 0,567 |
Carnes blancas | 1,1 | 1 | 2,2* | 0,8 | 0,7 | <0,001 |
Carnes rojas | 2,8 | 2,8 | 1,9 | 2,6 | 4,0* | 0,001 |
Carnes procesadas | 8,9 | 9,1 | 6,7 | 8,2 | 11,1* | <0,001 |
Pescados y mariscos | 4,1 | 4,6* | 1,9 | 4,9 | 3,9 | <0,001 |
Huevos | 0,2 | 0,1 | 0,2 | 0,3 | 0,4* | 0,009 |
Leche y derivados | 9,7 | 8,9 | 11,8 | 12,6* | 7,4 | <0,001 |
Sal y snacks salados | 2,5 | 2,1 | 5,7* | 1,1 | 2,2 | <0,001 |
Dulces… | 15,3 | 14,3 | 17,2 | 18,1* | 13,7 | <0,001 |
Chucherías | 0,3 | 0,4 | 0,6* | 0,2 | 0 | 0,006 |
Enlatados y embolsados | 6,4 | 6,7 | 4,8 | 4,5 | 9,2* | <0,001 |
Precocinados | 8,4 | 7,3 | 10,2* | 9,4 | 9,5 | <0,001 |
Salsas y aderezos | 2,6 | 2,7 | 2,3 | 2,8* | 2,5 | 0,678 |
Preparados para bebé | 0,5 | 0,6 | 0,7* | 0 | 0,4 | 0,002 |
Bebidas azucaradas | 6,6 | 6,9* | 5,3 | 6,9* | 6,1 | 0,034 |
Bebidas cero o light | 2,3 | 2,7* | 0,6 | 2 | 2,6 | <0,001 |
Bebidas alcohólicas | 8,9 | 8,5 | 7,6 | 8 | 13,0* | <0,001 |
Café e infusiones | 2,4 | 2,9* | 1,6 | 2,1 | 1,6 | <0,001 |
Agua | 0,6 | 0,6 | 0,7 | 1,0* | 0,9 | 0,001 |
a: Chi-cuadrado; *: cadena comercial con mayor porcentaje de cada tipo de producto.
El precio mediano de los productos publicitados fue de 1,99 € (1,09-3,95). Los productos esenciales fueron significativamente más económicos que los prescindibles (1,89 €, RIC: 1,00-3,99; vs 1,99 €, RIC: 1,19-3,95; p<0,001), y su precio varió significativamente entre cadenas comerciales, tanto para los productos esenciales (entre 0,99 y 2,99 €) como para los prescindibles (entre 1,39 y 3,29 €) (Tabla 2). En todas las cadenas comerciales los productos esenciales destacaron por ser más económicos que los prescindibles, diferencia que resultó significativa en la C2.
Tipo de producto | Cadenas comerciales | pa | |||
---|---|---|---|---|---|
C1 | C2 | C3 | C4 | ||
Me (RIC) | Me (RIC) | Me (RIC) | Me (RIC) | ||
Esenciales | 1,95 | 0,99 | 1,95 | 2,99 | <0,001 |
(1,09-4,75) | (0,69-1,69) | (1,09-4,99) | (1,76-7,48) | ||
Prescindibles | 1,99 | 1,39 | 1,99 | 3,29 | <0,001 |
(1,15-3,95) | (0,89-1,99) | (1,39-3,79) | (1,89-7,15) | ||
pb | 0,529 | <0,001 | 0,065 | 0,177 |
Me (RIC): mediana (rango intercuartílico); a: Kruskal-Wallis; b: U de Mann-Whitney.
Discusión
Los resultados del presente estudio muestran que, en los catálogos de propaganda buzoneados por varias cadenas de supermercados en hogares del Principado de Asturias, existe un predominio de productos que se pueden definir como prescindibles para la dieta de la población. Las dos categorías de alimentos más promocionados, “dulces, bollería, chocolates, azúcares y edulcorantes” y “carnes procesadas”, están situados en el vértice de la pirámide de alimentación saludable de la SENC5, lo que supone que su consumo ha de ser moderado y ocasional. Además, son categorizados como alimentos prescindibles en la clasificación de Charlton y col2.
La categoría de los dulces, a pesar de estar formada por productos muy heterogéneos, se caracteriza por un alto valor energético y elevada presencia de azúcar6. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS)14, niños y adultos deberían reducir el consumo de azúcares libres por debajo del 10 % de la ingesta calórica total, ya que el exceso de calorías procedentes de productos con elevado contenido en azúcares contribuye al sobrepeso y obesidad. Por otro lado, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación15, el consumo en España de bollería y pastelería aumentó durante el año 2018 con respecto a 2017, situándose en una media de 5,89 kilos/persona/año. Por su parte, el consumo de carne procesada, rica en grasas saturadas, colesterol y sodio, se ha relacionado con obesidad, elevación de la presión arterial y riesgo cardiovascular5. El consumo per cápita de carne procesada presentó igualmente un aumento de consumo de 2017 a 2018, situándose de media en 8,08 kilos/persona/año15. Por tanto, estos alimentos, que se podrían clasificar como no beneficiosos en términos de salud, parecen mostrar una aceptación más que considerable en la población española.
Según un estudio llevado a cabo en 195 países por Afshin y col16, mejorar la dieta puede prevenir potencialmente una de cada cinco muertes a nivel mundial. La OMS14 17 y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura18 recomiendan consumir al menos 400 g de fruta y verdura al día, preferiblemente frescas y de origen local. Por su parte, la guía alimentaria de la SENC recomienda el consumo diario de al menos tres raciones de fruta fresca y dos de verduras y hortalizas5. Paradójicamente, en el presente estudio se observa que el porcentaje de frutas y verduras promocionado es muy bajo, suponiendo únicamente el 3,5 % y el 2,6 %, respectivamente.
Cabe destacar también la elevada promoción de las bebidas alcohólicas. Según datos de la OMS19, anualmente y a nivel mundial tres millones de muertes y más de 200 enfermedades, así como otros eventos de carácter traumático, como accidentes de tráfico, se asocian a su consumo16.
Los resultados del presente trabajo muestran similitudes con los obtenidos en estudios realizados previamente en otros países. Por ejemplo, el estudio de Charlton y col2, en el que se analizó la publicidad de supermercados de doce países, describió un predominio de promoción de los alimentos prescindibles. Por su parte, el estudio de Ravensbergen y col10, desarrollado en Holanda, pone de manifiesto que sólo un 29,8 % de los productos promocionados podrían ser considerados como saludables, proporción similar a los productos clasificados como esenciales en el presente estudio.
Martin-Biggers y col9 concluyeron que en las zonas geográficas que dedican más espacio a la publicidad de dulces existe una ratio de obesidad mayor, en contraposición con las regiones con una ratio de obesidad menor, donde el mayor espacio es ocupado por fruta. Si bien en el presente estudio no se ha establecido relación entre los alimentos publicitados y los comprados y la obesidad de la población, no debería descartarse potenciar, en la publicidad buzoneada, los alimentos vegetales frente a los ricos en azúcares, lo que potencialmente podría contribuir a reducir el porcentaje de población con exceso de peso. Esta hipótesis se ve avalada por la evidencia que sugiere la existencia de relación entre la publicidad alimentaria, las preferencias alimentarias y las demandas de compra7 10.
Especial importancia cobran los datos referentes a la publicidad de bebidas alcohólicas. En Asturias la limitación a la publicidad de bebidas alcohólicas queda recogida en el artículo 21 de la Ley 4/2015, de 6 de marzo20, de atención integral en materia de drogas y bebidas alcohólicas. Concretamente, el apartado d dispone que “queda prohibida la difusión entre menores de edad, directamente o por cualquier medio, de propaganda de bebidas alcohólicas, marcas, empresas elaboradoras o locales de degustación de las mismas.” Desde un punto de vista ético, el código PAOS21 indica “la necesidad de adoptar especiales cautelas en la realización y difusión de la publicidad de alimentoso bebidas dirigida a menores de 12 años difundida en medios audiovisuales e impresos”.
Sin embargo, como se ha observado en el presente estudio, en la publicidad buzoneada en los hogares seleccionados, la cual está al alcance de todos los miembros de una familia incluidos los menores, se promociona una elevada cantidad de bebidas alcohólicas, lo cual parece ir en contra tanto de la regulación ética como legal. Adicionalmente, y al igual que ocurre con la población adulta, la exposición a través de la publicidad de bebidas podría fomentar su consumo entre los menores22.
Un aspecto positivo para destacar de los resultados obtenidos es que los productos esenciales presentan un precio menor, que contradice la percepción observada por poblaciones de estudios previos, quienes identificaron los alimentos saludables como la elección más cara10. Esto indica que el precio no supone una barrera a la hora seguir una alimentación saludable y que se debería hacer hincapié en dar a conocer esta realidad, lo cual contribuiría a su elección23. Existe evidencia que demuestra que la combinación de buen precio, información y fácil acceso a alimentos saludables fomentan su compra y consumo24.
Como limitación del presente estudio destaca la imposibilidad de establecer relación entre la zona de recogida de la publicidad y otras características poblacionales, como por ejemplo el porcentaje de población con obesidad y otros problemas de salud directamente relacionados con la alimentación. Por otro lado, la recogida se ha limitado únicamente al área central de Asturias. No obstante, creemos que los resultados no variarían significativamente al incluir las zonas periféricas ya que la información proviene de las mismas cadenas comerciales.
Los resultados del presente estudio permiten concluir que en los catálogos de propaganda buzoneados por los supermercados del Principado de Asturias destaca la presencia de un alto porcentaje de productos considerados como prescindibles en comparación con los considerados esenciales para proporcionar los nutrientes que el cuerpo necesita. Estos datos confrontan con las recomendaciones para una alimentación saludable establecidas por sociedades científicas, contribuyendo potencialmente a la creación de un ambiente obesogénico. En sentido positivo destaca que el precio de los productos esenciales, como por ejemplo frutas y verduras frescas, fue, de media, significativamente menor que el de los prescindibles. Por otro lado, dado que se trata de una publicidad de fácil acceso, han de considerarse los riesgos que supone que menores de edad puedan acceder a su contenido, ya que también destaca la presencia de bebidas alcohólicas.