INTRODUCCIÓN
A pesar de la importancia de sus decisiones, la psicología del deporte ha prestado poca atención a los árbitros y jueces deportivos. Uno de los temas tradicionalmente estudiados en este ámbito ha sido las fuentes de estrés que inciden en la labor arbitral y la manera de afrontarlo (véase por ejemplo Hill, Matthews, y Senior, 2016; Johansen y Haugen, 2013; Martin, 2009). Últimamente, los estudios se han focalizado en los aspectos que influyen en las decisiones arbitrales, tales como la presión del público (Di Corrado, Pellarin, y Agostini, 2011; Myers y Balmer, 2012; Unkelbach y Memmert, 2010), el proceso de toma de decisiones (Burnett, Bishop, Ashford, Williams, y Kinrade, 2017; Neville, Salmon y Read, 2017; Souchon et al., 2016) o la autoeficacia arbitral (Lirgg, Feltz, y Merrie, 2016; Myers, Feltz, Guillén, y Dithurbide, 2012).
Sin embargo, apenas hay investigaciones acerca de la personalidad de los agentes que toman estas decisiones, es decir, de los propios árbitros. La revisión de los pocos estudios publicados en esta materia nos indica que los resultados han sido poco concluyentes probablemente debido a las diferentes metodologías utilizadas y a los distintos instrumentos de evaluación. Así, en la década de los años 1970-80, para la evaluación de la personalidad, los estudios (véase por ejemplo, Alker, Straub, y Leary, 1973; Dale, 1976; Ittenbach y Eller, 1988; Sinclair, 1975) utilizaron mayoritariamente el Inventario Psicológico de California (CPI; Gough, 1964) y en menor cuantía (véase por ejemplo, Spurgeon, Blair, Keith, y McGinn, 1978) el Cuestionario Factorial de Personalidad (16 PF; Cattell, 1972). Los estudios acabados de mencionar indicarían que la Dominancia (CPI) o alguna de sus manifestaciones, tales como la Autosuficiencia o el Liderazgo, serían características definitorias de los árbitros de mayor nivel o experiencia profesional, y que los árbitros de fútbol americano con mayor experiencia comparados con los que están a prueba tenderían a puntuar más alto en Extraversión (16 PF).
Más recientemente, se han publicado estudios que han utilizado los cuestionarios desarrollados por Costa y McCrae (NEO PI-R y NEO-FFI; Costa y McCrae, 1992). Así, por ejemplo, Balch y Scott (2007) hallaron que los árbitros de voleibol, hockey y lucha puntuaban significativamente más alto que la muestra normativa en Extraversión (NEO-FFI); mientras que Winters (2010) concluyó que los árbitros de béisbol de una competición superior universitaria en comparación con los árbitros de competiciones inferiores mostraban niveles moderados de Fantasía y Modestia, y bajos de Gregarismo (NEO PI-R). Otros autores (Pla-Cortés, Gomà-i-Freixanet, y Avilés-Antón, 2015, utilizando el NEO PI-R y comparando los árbitros de baloncesto españoles con las puntuaciones normativas poblacionales, encontraron que los árbitros obtenían puntuaciones significativamente más altas en Neuroticismo, y más bajas en Apertura a la Experiencia, Amabilidad y Responsabilidad. Así pues, a partir de la revisión de la literatura acerca del perfil de personalidad de los árbitros evaluado mediante el CPI o el 16PF podemos concluir que cuando se comparan los árbitros, bien sean aspirantes o de categorías inferiores con aquellos que dirigen partidos de la élite profesional, las variables que se relacionan con la excelencia en el desempeño de la labor arbitral son la Dominancia y la Extraversión. Sin embargo, los resultados obtenidos a partir del NEO no permiten establecer conclusiones fehacientes ya que los estudios no son comparables entre sí.
Por otra parte, y como hemos mencionado anteriormente, debemos destacar que en el estudio del perfil de personalidad de los árbitros y jueces deportivos nos encontramos ante una consideración de tipo metodológico. Así, observamos que los estudios que comparan los árbitros de categorías superiores con los de categorías inferiores no toman en consideración que todos los árbitros empiezan arbitrando en las categorías de base, y que a lo largo de su práctica deportiva mejoran sus ejecuciones y progresan en su carrera arbitral, pudiendo llegar a la élite. A este fenómeno lo hemos denominado puerta abierta, ya que la composición no estanca de ambas categorías dificulta la interpretación de los resultados obtenidos.
A partir de la revisión de la literatura en el ámbito de la personalidad y del arbitraje deportivo, y de los problemas metodológicos descritos, el objetivo del presente estudio consiste en describir el perfil de personalidad de una muestra representativa de árbitros de la élite del baloncesto español que denominamos Grupo de Éxito y compararlo con una muestra de árbitros que nunca alcanzó las categorías altas y que denominamos Grupo de No-Éxito. A diferencia de los estudios mencionados anteriormente, la selección del Grupo de No-Éxito se realizó siguiendo unos criterios de inclusión según los cuales las posibilidades de alcanzar las máximas categorías eran prácticamente nulas. Asimismo, durante cinco temporadas hicimos un seguimiento de este grupo para asegurarnos que no habían progresado y que se mantenían en las categorías bajas. Dicha estrategia es una aportación importante de nuestro trabajo, ya que, según nuestro conocimiento, esta es la primera vez que se lleva a cabo un estudio con árbitros que cumplen criterios de impermeabilidad entre categorías.
A partir de la literatura consultada, hipotetizaríamos que los árbitros pertenecientes al Grupo de Éxito puntuarían más alto en Extraversión y Dominancia que los árbitros pertenecientes al Grupo de No-Éxito. Sin embargo, en nuestro estudio, al utilizar una metodología diferente para la categorización de los grupos a comparar, hipotetizaríamos además que el Grupo de Éxito mostrará unas características diferenciales de personalidad que le hará más apto para el arbitraje, tales como las relacionadas con el liderazgo y la autoconfianza en el terreno de juego.
MATERIAL Y MÉTODOS
Participantes
La muestra inicial estuvo compuesta por 418 árbitros varones que militaban en todas las categorías del baloncesto español, desde las más altas a las de base. Se excluyeron aquellos participantes que no cumplían los criterios de validez del NEO PI-R (n = 10; 2,39%) y aquellos que omitieron algún dato en el cuestionario sociodemográfico (n = 6; 1,43%). Finalmente, también se excluyeron aquellos que, tras el seguimiento de las cinco temporadas deportivas, no cumplían los criterios de inclusión para pertenecer a una de las dos categorías estudiadas: Éxito vs. No-Éxito (n = 255; 61%).
La muestra total final quedó constituida por 147 árbitros de baloncesto (M = 29,38 años; SD = 5,58; rango = 20-47). El Grupo de Éxito (n = 73) estuvo compuesto por los árbitros que habían conseguido las máximas categorías del baloncesto español, y el Grupo de No-Éxito (n = 74) por el resto de miembros que cumplían los criterios para pertenecer a dicha categoría (Figura 1).
Instrumentos
Para la evaluación de la personalidad administramos la versión española del Inventario de Personalidad NEO Revisado (NEO PI-R; Costa y McCrae, 1999), forma S (auto-informe). El cuestionario consta de 240 elementos que se contestan en una escala Likert de cinco opciones que va del totalmente de acuerdo (1) al totalmente en desacuerdo (5). Dicho test evalúa cinco dominios de personalidad: Neuroticismo (N), Extraversión (E), Apertura a la Experiencia (O), Amabilidad (A) y Responsabilidad (C), y cada uno de los dominios evalúa a su vez seis facetas.
La elección de dicho modelo de personalidad se basa, aparte de su robustez conceptual, en que nos permite un análisis muy pormenorizado del perfil diferencial de los árbitros al proporcionarnos un total de 35 puntuaciones diferentes.
Procedimiento
Administramos el NEO PI-R y un cuestionario demográfico diseñado para este estudio a un grupo representativo de árbitros españoles de baloncesto de todas las categorías. Una vez transcurridas las cinco temporadas deportivas desde la evaluación, los participantes fueron asignados a dos grupos: Grupo de Éxito, compuesto por aquellos árbitros que habían alcanzado las máximas categorías del baloncesto español; y Grupo de No-Éxito, compuesto por aquellos árbitros cuya posibilidad de alcanzar las máximas categorías era nula.
Los criterios de inclusión al Grupo de Éxito fueron: pertenecer a la máxima categoría del baloncesto español denominada Liga de la Asociación de Clubes de Baloncesto (Liga ACB), o a la categoría inmediatamente inferior a ésta, la Liga Española de Baloncesto (Liga LEB), que es la máxima competición organizada por la Federación Española de Baloncesto (FEB). Hemos considerado que los árbitros que llegan a una de estas dos categorías han alcanzado la excelencia en su carrera deportiva ya que los jugadores de las mismas son profesionales.
Por otra parte, los criterios de inclusión para pertenecer al Grupo de No-Éxito fueron haber empezado a arbitrar con una edad ≤ 18 años y cumplir uno de los dos criterios: a) No haber alcanzado la Liga Española de Baloncesto Amateur (Liga EBA, la primera de las competiciones regulares de la FEB) a lo largo de 11 años de carrera arbitral; o b) Ser árbitro del Comité de Árbitros de la Federación Catalana de Baloncesto (CABQ) y haber descendido de cualquier categoría a lo largo de su carrera arbitral.
Para determinar los criterios de inclusión al Grupo de No-Éxito, establecimos como principio que sus miembros estuvieran totalmente estancados en su carrera arbitral, bien porque llevaran demasiado tiempo arbitrando en categorías inferiores o bien porque hubieran descendido de una categoría superior en la que estuviera arbitrando. Ambas situaciones serían indicadoras de escasas aptitudes arbitrales. Así pues, consideramos que quienes hubieran descendido de categoría o no hubieran alcanzado la Liga EBA tras 11 años de carrera en el CABQ, difícilmente lo conseguirían. Dicho criterio temporal de 11 años lo establecimos a partir de la media en temporadas que los árbitros pertenecientes al Grupo de Éxito tardaron en alcanzar dicha categoría. Por otro lado, el criterio de establecer un tope en la edad de inicio en el arbitraje nos aseguraba que los árbitros no tenían más limitaciones que las técnicas o personales ya que se considera que un inicio tardío en el arbitraje limita las posibilidades de proyección deportiva. Dicho criterio temporal lo establecimos también a partir de la media de edad de inicio en el arbitraje de los árbitros de la Liga ACB de nuestra muestra.
Para la realización de dicho estudio obtuvimos la aprobación del Comité y de la Escuela de Árbitros de la Federación Catalana de Baloncesto y de la Federación Española. Al ser un estudio anónimo, los participantes recibieron un código alfanumérico que permitía hacer el seguimiento transcurridas las cinco temporadas deportivas. Ambos cuestionarios fueron administrados en grupo durante las concentraciones de inicio de temporada. La participación fue voluntaria y todos firmaron el consentimiento informado. El estudio se realizó siguiendo las directrices de la Declaración de Helsinki (World Medical Association, 2013).
RESULTADOS
La muestra final quedó constituida por 147 árbitros: Grupo de Éxito (M = 32,60 años; SD = 5,01; rango = 25-47) y Grupo de No-Éxito (M = 26,20; SD = 4,12; rango = 20-39). La Tabla 1 muestra la distribución de los participantes según el grupo de pertenencia, el nivel de logro alcanzado y la categoría arbitral.
Nota. ACB = Asociación de Clubes de Baloncesto; LEB = Liga Española de Baloncesto; CABQ = Comité de Árbitros de la Federación Catalana de Baloncesto.
Ambos grupos se diferenciaron significativamente en edad (F = 71,62; p > ,001). En relación a las variables de personalidad del NEO PI-R (véase Tabla 2), ambos grupos no se diferenciaron significativamente en ninguno de los dominios. Sin embargo, sí se hallaron diferencias significativas en la faceta Competencia (C1) con un tamaño del efecto considerado de magnitud media.
DISCUSIÓN
Los resultados de nuestro estudio indican que ambos grupos de árbitros no se diferencian significativamente en ninguno de los dominios de personalidad evaluados por el NEO PI-R Sin embargo, sí que hallamos diferencias significativas en la faceta Competencia indicando que el perfil de personalidad de los árbitros que alcanzan el éxito, en comparación con los que no lo alcanzan nos indica que son personas que se sienten más preparadas, más seguras de sí mismas, eficientes y organizadas, así como dominantes y con dotes de liderazgo. Así, puntuaciones altas en dicha variable, que es una faceta del dominio que evalúa Responsabilidad, nos indicarían a su vez un tipo de persona prudente, eficaz, bien preparada y que confía en sus propias capacidades. Estas características de personalidad son cualidades que un árbitro de la máxima categoría debe poseer para lograr un excelente desempeño en su labor. Dicha confianza en sí mismo le capacita no solo para ser eficaz en su tarea, sino para soportar las críticas acerca de sus decisiones arbitrales tanto en el campo por parte de los jugadores y público, como por parte de los medios de comunicación una vez ha finalizado el partido. En definitiva, puntuaciones elevadas en Competencia indicarían que son personas que asumen sus propias decisiones arbitrales, tanto los aciertos como los errores. Dichos resultados van en la misma dirección que los obtenidos por Alker et al. (1973), Dale (1976) e Ittenbach y Eller (1988) utilizando el CPI, en el sentido de una mayor auto aceptación en los árbitros de mayor nivel o experiencia profesional.
Cabe destacar que la variable Asertividad, que es una faceta del dominio que evalúa Extraversión, llega casi a la significación estadística, siendo el grupo de éxito el que obtuvo puntaciones más elevadas. Esta mayor Asertividad de los árbitros de élite indicaría una mejor capacidad para desenvolverse adecuadamente en los conflictos interpersonales que puedan surgir en el terreno de juego. En la alta competición, las habilidades que poseen las personas asertivas como la persuasión, el tacto y una comunicación eficaz pueden ser determinantes para manejar situaciones conflictivas haciendo más eficaz la actividad arbitral. Pero la faceta Asertividad del NEO PI-R evalúa también la dominancia, rasgo que hallaron elevado estudios anteriores (Alker et al., 1973; Dale 1976; Fratzke, 1975), y que describieron una mayor dominancia en árbitros que dirigían competiciones de mayor nivel. En este mismo sentido, nuestros resultados avalan los obtenidos por Sinclair (1975), quien concluyó que los árbitros de mayor experiencia poseían una mayor capacidad de liderazgo y de persuasión. Aunque experiencia y éxito arbitral no son estrictamente equiparables, ya que en el grupo de árbitros que no han alcanzado el éxito los hay con mucha experiencia, sí que es cierto que los que alcanzan la élite lo hacen después de muchos años de dedicación y esfuerzo.
Finalmente, señalar que las facetas Confianza, Deliberación y Depresión también se aproximaron a la significación estadística con unos tamaños del efecto próximos a una magnitud media. Los árbitros de élite puntuaron más alto en confianza y deliberación, y más bajo en depresión, indicando que no se desaniman fácilmente, y que son prudentes a la hora de tomar decisiones transcendentes para el desarrollo del juego. Futuras investigaciones sobre el perfil de personalidad de dichos deportistas pueden arrojar luz sobre la importancia de dichas variables.
A tenor de los resultados obtenidos, podemos concluir que los árbitros que han alcanzado los máximos niveles competitivos se caracterizarían por tener una alta autoestima, ser más eficaces, asertivos, dominantes y con dotes de liderazgo, todo lo cual redunda en un mejor desempeño de la labor arbitral, y por ende facilita alcanzar la élite. Sin embargo, cabe destacar que la dominancia no debería entenderse como autoritarismo. Si bien es cierto que el perfil prototípico del árbitro de antaño era el de una persona punitiva, dominante, inflexible y autoritaria, en la actualidad se valora su tono conciliador, empático y con buena capacidad para la comunicación. Dichas características de personalidad proporcionan a los partidos el ritmo necesario para que se conserve el espectáculo deportivo y no se entre en una espiral de comportamientos antideportivos, sin olvidar que la dominancia extrema entra en conflicto con la vertiente pedagógica que exige el rol arbitral (Dosil, 2003; Guardo y Fleitas, 2004).
En relación a las limitaciones, cabe señalar que nuestro estudio adolece de una muestra de árbitros del género femenino, dada la escasa representación que había de mujeres árbitros, sobre todo en la élite. Esperemos que en un futuro se incremente la representación de dicho género en los niveles más altos del arbitraje de baloncesto español y que en estudios posteriores puedan realizarse las comparaciones oportunas para validar los resultados obtenidos en muestras masculinas.
Finalmente señalar que la incorporación de la evaluación de la personalidad en los estudios del ámbito del deporte en general aporta un valor añadido, ya que en el desempeño deportivo, no solo importa el “saber hacer” sino también el “saber estar”.
APLICACIONES PRÁCTICAS
A modo de conclusión, consideramos que los responsables de dirigir y organizar los planes de formación de los árbitros, independientemente de la disciplina a la cual pertenezcan, les demandan que exhiban una serie de competencias que no siempre ostentan. Así pues, para implementarlas en su práctica diaria sería muy deseable incluir en los programas formativos actividades que habilitaran en cuantas competencias psicológicas se requieran para el óptimo arbitraje. Dicha formación ya ha sido demandada por los propios árbitros (Guillén, Morán, y Castro, 1999), la cual les permitiría incrementar y mejorar sus habilidades a la vez que proyectarse a la elite en sus respectivas disciplinas.