Introducción
El empoderamiento femenino es una cuestión cada vez más relevante en el ámbito de la reproducción humana, y especialmente en el entorno de los cuidados perinatales.1,2 Muchas enfermeras y matronas consideran de gran relevancia introducir en sus cuidados una orientación que genere un aumento de la autonomía y de la capacidad de decisión de las mujeres a las que cuidan.3 No se trata de dejar solas a las gestantes ante la responsabilidad de la toma de decisiones sobre su proceso reproductivo, sino de ayudarlas a ejercer su libertad y su autonomía personal. Para ello es imprescindible un esfuerzo de formación durante todo el embarazo, para que cada mujer, junto con el profesional sanitario que la atiende, pueda elegir entre las opciones de las que dispone en cada caso.4
Uno de los aspectos en los que la ausencia de este empoderamiento parece más clara es la aparición de cualquier tipo de violencia. Resulta obvio que una situación en la que los profesionales sanitarios, o las instituciones a través de los mismos, ejercen violencia contra una mujer durante su proceso reproductivo, no es una situación en la que se estén respetando sus derechos ni mucho menos se esté desarrollando su autonomía personal.5
No obstante, las situaciones de violencia no siempre son fáciles de identificar. De ahí que en la literatura científica dedicada a estas cuestiones sea habitual encontrar propuestas de trabajo destinadas a conseguir una mayor visibilización de todo tipo de violencias. De entre las publicaciones destacadas en este sentido,6,7 este trabajo se centra en el texto "Visibilizar las violencias" incluido en el libro colectivo Feminismos,8 intentando interpretar sus aportaciones desde una perspectiva enfermera (en adelante se citará como F). Y es que, el feminismo en general y algunas de las teorías feministas en particular, pueden ayudar a la enfermería a tomar conciencia de aspectos hasta ahora poco atendidos dentro de su configuración disciplinar.9,10
En el caso de los cuidados perinatales, la violencia clave es la conocida como violencia obstétrica. Esta es definida como "todas y cada una de las acciones o procedimientos que se realicen sin el consentimiento de la mujer y no se basen en la evidencia científica vigente, ya sea física, psicológica, sexual, institucional, mediática y material".11
Durante mucho tiempo, este tipo de violencia no se ha considerado como tal, lo que ha propiciado que pasara desapercibida.12 Sin embargo, resulta interesante estudiar su relación con la profesión enfermera y, en concreto, con la labor profesional de enfermeras y matronas en el ámbito del cuidado perinatal. Es por eso que el objetivo principal de este trabajo es mostrar la relación entre la visibilización de la violencia contra la mujer y el papel de la enfermería en el empoderamiento femenino en el marco de los cuidados perinatales, a través del análisis reflexivo sobre la cuestión a raíz de la lectura crítica del citado texto "Visibilizar las Violencias".
La enfermería y la autonomía de las mujeres
Desde el surgimiento de la figura de Florence Nightingale, fundadora de la enfermería moderna, nuestra profesión está estrechamente relacionada con la lucha por la emancipación de la mujer. No solo por la época en que la británica desarrolló su labor profesional, en la que el movimiento feminista empezó a tomar una altura y amplitud desconocida hasta entonces. Sino también por lo que supuso su reivindicación del papel de la mujer como responsable de los cuidados de enfermería y la necesaria formación que, en su opinión, esta responsabilidad tenía aparejada.13,14 No es extraño entonces que, en parte gracias a su labor, en este tiempo "las mujeres se hayan hecho visibles en el espacio público y hayan ganado protagonismo social" (F, p. 110). Tanto es así, que actualmente la enfermería continúa siendo una profesión mayoritariamente femenina15 y que tiene como uno de sus ejes más fuertes, la prestación de cuidados hacia la mujer en el periodo perinatal y, en general, al autocuidado de las mujeres.16
Sin embargo, la relación que establecen las mujeres durante su proceso reproductivo con las enfermeras y matronas está influenciada por aspectos patriarcales de la estructura social y del sistema sanitario, lo que dificulta la realización de actividades participativas y colaborativas con las gestantes.17 Como ocurre con otros tipos de usuarios de este sistema, se restringe a menudo la libertad de acción y decisión de las mujeres, ya que, como afirma Ranea: "El cuerpo femenino significa territorio" (F, p. 109).
Violencias ocultas
Se entiende por violencia de género, aquella que es ejercida por el género masculino sobre el femenino, por el simple hecho de ser mujer. Sin embargo, en el texto analizado podemos encontrar una definición que reúne todos los tipos de violencias ejercidos hacia la mujer, considerándose en este caso la violencia de género como "la violencia que sufren las mujeres, que tiene sus raíces en la discriminación histórica y la ausencia de derechos que estas han sufrido y continúan sufriendo en muchas partes del mundo y que se sustenta sobre una construcción cultural" (F, p. 113).
La autora, en este mismo sentido, considera que "en los últimos años están surgiendo nuevas formas de violencias" (F, p.112), lo que no implica que se estén creando nuevos tipos de violencias hacia la mujer, sino que se presta más atención a aquellas prácticas o actitudes que con anterioridad pasaban desapercibidas y que resultan irrespetuosas y/o perjudiciales para la salud de la mujer. Así, según Ranea, "las mujeres viven la violencia de manera cotidiana en diferentes formas y niveles" (F, p. 113). Por otra parte, siguen existiendo muchos mitos y estereotipos sociales asociados a la violencia hacia la mujer,18 que contribuyen a la normalización de esta violencia. De ahí que diferentes autores aboguen por una labor concientizadora y educativa muy general, que llegue a todos los rincones de la sociedad. Así, en palabras de Beatriz Ranea, "los esfuerzos feministas para poner fin a la violencia masculina contra las mujeres deben expandirse como movimiento para acabar con todas las formas de violencia" (F, p. 110).
Hacer visible la violencia obstétrica y sus consecuencias en el periodo perinatal no puede quedar entonces como un hecho aislado, al igual que "la lucha de las mujeres contra la violencia sexista a nivel individual no se puede separar de la lucha contra cualquier otra violencia del sistema" (F, p. 114). Dentro de este esfuerzo general para evitar la violencia contra la mujer, la identificación y erradicación de la violencia durante el embarazo puede afectar muy positivamente a la calidad de los cuidados que reciben las mujeres en este ámbito.19 No solo en lo que respecta al cuerpo, pues este tipo de violencia no solo tiene un impacto físico, sino también en la dimensión psicológica de la persona.20 Cuidar empoderando puede mejorar la relación de confianza entre matronas o enfermeras y pacientes, y producir, en general, unos mejores resultados en salud para las mujeres durante su proceso reproductivo. La figura de la enfermera21-25 toma protagonismo dentro del empoderamiento femenino como elemento para hacer frente a la erradicación de la violencia obstétrica y garantizar la humanización de los cuidados,26 la dignificación de las mujeres en tanto que usuarias del sistema sanitario.
La importancia de visibilizar
Debido a que "ser mujer es factor de riesgo" (F, p.113) parece ser que la orientación empoderadora en la atención perinatal es una de las vías más importantes para consolidar un estilo de cuidado que no permita caer en la violencia contra las mujeres. Así, en un entorno respetuoso con la mujer, gracias a las capacidades y las actitudes de los profesionales, la gestante puede conocer sus derechos en este periodo, y adquirir y utilizar las herramientas y conocimientos necesarios para tomar sus propias decisiones en base a sus necesidades, sus creencias y deseos.27,28
Esta lucha por la dignidad de la mujer en su proceso reproductivo29,30 permite que el empoderamiento actúe como elemento visibilizador de la violencia obstétrica. Tal y como han descrito algunos autores,31,32 una de las soluciones para dar a conocer los beneficios del empoderamiento femenino es la formación de los profesionales sanitarios en este tema, ya que ayuda al entendimiento de la violencia como un fenómeno multidimensional y a concienciar de la necesidad de eliminar este tipo de violencia en el periodo perinatal.33,34
De esta forma, no solo es importante empoderar a las pacientes, sino que también es necesario aportar conocimientos actualizados a los profesionales para que tengan las herramientas necesarias que les permitan identificar las situaciones en las que es susceptible de producirse la violencia obstétrica. La confirmación de que se está produciendo la inclusión del empoderamiento femenino en la formación de las futuras enfermeras y matronas nos permite confirmar las palabras de Ranea cuando dice que "se ha generado conciencia sobre la violencia de género y en algunos países se han aplicado políticas de igualdad" (F, p. 110-111). Sin embargo, sigue siendo necesario insistir en un cambio del sistema educativo que forma a los profesionales sanitarios, dando más importancia a la educación para la salud, a la formación en autocuidados de la población, a la valoración y aprecio de la dignidad de los usuarios y usuarias, y a la asistencia cualificada y humanizada.35
El papel de las instituciones
Visto lo anterior, sabemos: que existe un tipo de violencia que aparece con no poca frecuencia durante los cuidados recibidos por las mujeres a lo largo de su proceso reproductivo; que el movimiento feminista ha sido decisivo para la visibilización de la tecnificación del cuerpo de la mujer durante el parto; y que el empoderamiento femenino surge en este marco como un elemento de cambio fundamental.36 A partir de aquí subrayaré brevemente el papel que tiene la cultura organizacional de las instituciones sanitarias en la reproducción de esta violencia.
Y es que los profesionales desarrollan su labor en el marco de instituciones sanitarias que, de una forma u otra, condicionan notablemente el estilo de la prestación de sus cuidados. Este proceso afecta a aspectos como el tipo de servicios que se ofrecen, la accesibilidad a los mismos, o incluso el estilo comunicacional. En este sentido, existen hallazgos que demuestran que uno de los factores facilitadores de la violencia obstétrica es el establecimiento de un patrón comunicativo inadecuado entre la gestante y el profesional sanitario.37 Es un modo de cuidar violento el que puede estar siendo transmitido a los nuevos profesionales desde dentro mismo de la institución, facilitando que el profesional actúe como un medio que reproduce la afirmación: "Yo tomo todos los derechos sobre ti, te fuerzo a sentirte inferior, culpable y degradada" (F, p. 120). Este proceso lleva a una visión corporativa que normaliza el abuso sobre la mujer, despreciando sus derechos y facilitando "el uso y abuso del cuerpo del otro, sin que este participe con intención o voluntad comparables" (F, p. 120). Hablamos entonces de "violencia institucional" (F, p. 109) .38,39
Para prevenir la violencia a la gestante en el ámbito asistencial, es responsabilidad de gestores, sanitarios y pacientes la inclusión de políticas que se centren en la humanización del cuidado a la mujer en el periodo perinatal,40-42 cambiando el enfoque hacia la salutogénesis y la preservación de la fisiología, la dignidad y la autonomía de cada gestante, parturienta o puérpera, siendo la matrona el profesional que lidere el modelo de atención continuada a mujeres sanas.43
No se trata únicamente de continuar con la creación de leyes, políticas y protocolos que denuncien las situaciones en las que se reproduce la violencia obstétrica,44 sino de hacer más investigaciones acerca de este tema y de cuáles son las causas que favorecen este fenómeno45-47 para "oponerse al uso de la violencia como forma de control social en todas sus manifestaciones" (F, p. 110) y hacerla visible fuera del ámbito de los profesionales de sanidad.
Conclusiones
Al igual que otros tipos de violencia contra la mujer, la violencia obstétrica es un tema invisibilizado durante el periodo perinatal, teniendo un gran impacto en la salud física, psíquica y social de la mujer. El empoderamiento femenino en el ámbito perinatal puede actuar como factor positivo en la visibilización de la violencia obstétrica, puesto que aporta a las mujeres herramientas y conocimientos sobre su autonomía y derechos.
Enfermeras y matronas están entre los profesionales más adecuados para garantizar este empoderamiento femenino durante el periodo perinatal, gracias a la relación de confianza que se establece entre ellas y las gestantes. Por ello resulta esencial apostar por la formación de estos profesionales durante las etapas tempranas de su proceso educativo.
Asimismo, es perentorio avanzar en la erradicación de la violencia institucional, para lo que son imprescindibles nuevos protocolos, normas y políticas que hagan frente a estas situaciones de abuso contra la mujer. También es de principal relevancia continuar y ampliar las investigaciones sobre este tema, para conocer su verdadera magnitud y las causas que lo producen, abriendo así nuevos caminos para avanzar en el esfuerzo para hacer desaparecer esta lacra social.
Observación
Para la elaboración de este texto, se han tenido en cuenta las "Diez recomendaciones para un uso del lenguaje no sexista en escritos científicos, sin estropear la lengua" del Equipo Index de Enfermería, de la Fundación Índex.48