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Psicothema

versión On-line ISSN 1886-144Xversión impresa ISSN 0214-9915

Psicothema vol.35 no.2 Oviedo may. 2023  Epub 25-Dic-2023

 

Reseña de Libro

Gregorio Marañón y la Emoción. Un paseo por las entrañas del Miedo y el Amor

Helio Carpintero1 

1 Presidente de la Academia de Psicología de España

Gregorio Marañón y la emoción. Un paseo por las entrañas de miedo y el amor. ., Vila, Jaime. 2022. Editorial Sanz y Torres Colección: Clásicos de la Psicología Academia de Psicología de España,

Estamos a dos pasos de que se cumpla el primer centenario de una de las aportaciones más importantes hechas por un español a la psicología científica. Dejando a un lado la obra inmensa y hercúlea llevada a cabo por Santiago Ramón y Cajal en torno a la estructura y las funciones del sistema nervioso, no hay duda que la obra más citada de un autor español en el pasado siglo ha sido el artículo que Gregorio Marañón publicó en 1924, en una revista francesa (Revue française d'endocrinologie) y que sentó sobre bases nuevas y más fecundas el estudio de la emoción humana.

Al tiempo que se iban dando pasos para promover la psicología científica en la Universidad, y se creaba una cátedra en la Universidad Central de Madrid, hoy Universidad Complutense, que asumió por oposición Luis Simarro, también se hiceron importantes progresos en la psicología aplicada, entonces denominada generalmente psicotecnia, y se fueron organizando sendos grupos en Barcelona y en Madrid, que estudiaban la psicología de individuos que buscaban trabajo, o solicitaban un permiso de conducción de vehículos, o pedían consejo para volver al trabajo tras sufrir un accidente, que cambiaba sus posibilidades personales.

Pero además, los jóvenes de la generación europeista de 1886, en la que se cuentan figuras como José Ortega, Eugenio d'Ors, Gonzalo Rodriguez Lafora, J. M. Sacristán, Roberto Novoa Santos, o Gregorio Marañón, por citar algunos de sus nombres más ilustres, sintieron nacer en su espíritu un interés atrayente y poderoso, que les animaba a interesarse por los nuevos estudios sobre la mente y la conducta humanas, que en ciertas universidades europeas y americanas, iban cobrando prestigio y atractivo.

Estos hombres tenían treinta años en 1916. A esa edad, dijo Ortega, cuaja la vocación para hacer algo en el mundo. Por aquellas fechas, en varios de los países más avanzados había sido necesario enfrentar la I Guerra Mundial, un durísimo conflicto en el que la psicología había ayudado enormemente a la hora de seleccionar combatientes, y había hecho visible la potencialidad de sus técnicas para hacer frente a graves acontecimientos sociales donde era preciso seleccionar individuos apropiados para resolverlos.

El caso de Marañón lo prueba abundantemente. En 1939, hablando en Lima a los neuropsiquiatras reunidos en congreso, confesó que la vida, que le había llevado hacia la anatomía y la fisiología, lo había hecho …contrariando mi tendencia, tan remota como mi conciencia, a los estudios psicológicos. Creo que no se alejó tanto de aquella su primera vocación, como esas palabras harían pensar. Pues es el caso que su dedicación a la rama que entonces se iba configurando con resultados sorprendentes, la endocrinología, le mantuvo atento al tema amplísimo de la personalidad humana. Por un lado, el descubrimiento de las nuevas sustancias impulsoras de la acción, las hormonas, le llevaba a atender las formas diversas de la dinámica de la acción, y en especial, del mundo de las emociones. Esas nuevas sustancias impulsaban las acciones de los sujetos, y con singular acierto su descubridor, William Bayliss, recurrió al término griego hormáo (movilizar, impulsar), de donde hormonas para denominarlas. Pero también, advirtió Marañón, arrojan luz sobre “la base química de la constitución”, la herencia, y los modos de reacción fisiológica, y por ahí le permitieron acercarse a “las raíces más finas y expresivas de la personalidad” (Obras, III, 294-5). Los aspectos básicos del somatotipo o constitución, que tanto habían interesado a autores como Viola, Pende, o Kretschmer, estaban profundamente vinculados a la base hormonal, como lo estaba el sexo y los estados intersexuales, las fases de pubertad y climaterio del desarrollo, y las diferentes personalidades, tímidas, resentidas o violentas, que han ido modelando el curso de la historia.

Las páginas que siguen en este libro analizan de modo acabado y perfecto aquella aportación suya al estudio de la emoción, que a su vez es un capítulo central en la psicología humana. Se daba además la circunstancia de que el estudio científico de la emoción se inició con una tesis paradógica, la tesis de James-Lange, que William James formula con gran talento literario asegurando que ‘no lloro porque estoy triste, sino que estoy triste porque lloro'. La emoción segun esto sería ante todo un cambio orgánico resultante de cierta estimulación, el cual, una vez producido, llegaría a ser procesado conscientemente, y entonces, sobrevendría la afección sentimental. Aquella paradoja, que desafiaba al sentido común de las gentes, estimuló muchos estudios, entre ellos los muy rigurosos trabajos psicofisiológicos de Walter B. Cannon, y de muchos otros autores, y ya en 1962, se abrió paso la nueva concepción “cognitiva” de Stanley Schachter y Jerome E. Singer, que en muy gran medida desarrolló ideas que Marañón había formulado cuarenta años antes: la emoción incluiría la interpretación de las respuestas fisiológicas desencadenadas por cierto estímulo o suceso, junto con la evaluación cognitiva de la situación en la que aquellas respuestas se dieron; dos factores, y no uno solo, harían falta para lograr una explicación satisfactoria.

El análisis del profesor Vila descubre también con gran finura las circunstancias que, en la investigación contemporánea, han podido contribuir a una cierta marginación de los planteamientos e ideas del médico madrileño en relación con las lineas que han venido a ser dominantes en tiempos recientes. Así, las grandes esperanzas que él puso en el estudio de la endocrinología, habrían venido a encontrar su cumplimiento mediante trabajos llevados a cabo desde la fisiología y la patología experimentales, y sus ideas sobre constitución, tipología y personalidad han dejado paso a los planteamientos de la psicología experimental de la personalidad, ampliamente basada en trabajos psicofisiológicos. Pero su visión de un doble proceso de activación y de cognición en los procesos emotivos, se ha consolidado en múltiples estudios en animales y en humanos, como en estas páginas se dice. Y, muy oportunamente, el autor ha querido presentar los conocimientos actuales sobre la emoción negativa del miedo, y la positiva del amor, con los datos que hoy poseemos acerca de ellas, gracias a la imaginería cerebral, de un lado, y a lose studios experimentales que ha hecho posible la metodología de estimulación emotiva de Peter J. Lang, tan llena de posibilidades.

Este estudio completa y profundiza uno previo que sobre la obra de nuestro gran médico llevó a cabo hace ya casi cuarenta años Alejandra Ferrándiz, en una excelente tesis sobre la psicología de Marañón, que tuve la fortuna de dirigir. Allí se tenían en cuenta, junto a los estudios endocrinológicos, otros muchos que también dedicó a temas y cuestiones de personalidad y psicohistoria, así como sus reflexiones sobre la sociedad y la cultura españolas.

En su análisis, el autor de este nuevo estudio sobre la teoría de la emoción marañoniana no deja de preguntarse cómo una investigación de esta naturaleza vino a quedar al cabo reducida a breves citas de otros autores, sin ocupar el puesto señero que le correspondería. De este modo, su reflexión termina por inicidir en un problema más general, el del impacto de la ciencia española en la corriente científica general. Surgen inevitables preguntas: ¿Hubiera debido el artículo magistral de 1924 en la revista francesa de endocrinología haber sido publicado en inglés, y en una revista de psicología o psicobiología? Pensemos que el trabajo central de Schachter y Singer, en 1962, todavía consideraba oportuno ofrecer, en una nota a sus lectores, la posibilidad de obtener el artículo de Marañón en su versión inglesa, en un gesto de aprecio y estimación y con una conciencia muy clara del desconocimiento que sobre el mismo había entre el común de los investigadores anglosajones. ¿Hubiera sido posible, en aquella sociedad, una plena dedicación investigadora realizada al tiempo de las ‘otras vocaciones' (culturales, artísticas, historiográficas) que enriquecieron aquella personalidad tan vasta y enciclopédica? Quizá la amplitud de sus inquietudes y saberes, que le abrieron las puertas de cinco Reales Academias, acabó impidiendo que su honda preocupación antropológica, fuertemente impregnada a la vez de su condición de médico, alcanzara a construir una obra sistemática dedicada al hombre, sano o enfermo, y en la que los temas psicológicos , y en especial los de la vida emocional y afectiva, tuvieran plena consideracion y sistematismo.

Creo que este estudio invita a reflexionar sobre la ciencia española, y sobre los pros y los contras que nuestra Sociedad ofrece a quienes aspiran a lograr una especialización y un nivel de estudio que haga posible la innovación y el trabajo creativo.

Sea como fuere, con sus particularísimas atenciones e inclinaciones, Gregorio Marañón dejó utilísimas consideraciones de primera mano, sobre múltiples datos y problemas antropológicos, médicos, y psicológicos, que no parecen haber sido recogidos por las posteriores generaciones de estudiosos, como en su día ya notó Pedro Laín al hacer de aquel una excelente biografía en 1966, que acompaña a la edición de obras completas, donde brillan por su ausencia los estudios científicos.

En lo que se refiere al problema de la emoción, este libro, a mi juicio, da al estudio marañoniano el marco necesario y debido, y lo sitúa en el contexto científico dentro del cual adquiere su plena significación . Al cabo de tantos años, resulta ser aquella una doctrina novedosa y abierta al futuro. El conocimiento sistemático e histórico que el profesor Vila tiene de este campo temático le ha permitido lograr esta reconstrucción admirable de una pieza clave de la psicología Española, que a su vez es una pieza clave de la emocionalidad humana.

Nota. El texto corresponde al prólogo del libro, escrito por Helio Carpintero. Psicothema agradece a la Editorial y a Helio Carpintero su amable permiso para la reproducción.

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