Aunque en la actualidad se observa una tendencia al desuso de la categoría ‘niveles de asimilación del conocimiento’ y a su sustitución por la de ‘niveles de desempeño cognitivo’ [1, 2], la probada utilidad de aquella amerita, a mi juicio, su permanencia y perfeccionamiento.
Definido el nivel de asimilación como el ‘nivel de dominio del contenido que deberá tener el estudiante’ [ 3], este no solo es útil para la evaluación del aprendizaje, sino para la formulación misma de sus objetivos.
La epistemología identifica cuatro niveles de asimilación: familiarización, reproducción, aplicación (o nivel productivo) y creación [ 4]. Esta clasificación tiene como principal ventaja su sencillez, y como sus mayores inconvenientes, su imprecisión (aspecto negativo que no padecen los niveles de desempeño cognitivo) y su arraigo sancionado por el uso.
Para Rojas-Plasencia y Camejo-Puentes [ 2], el nivel reproductivo ‘se caracteriza por las actividades de reproducción del objeto del conocimiento, en base a la memoria, haya sido comprendido o no’. De lo expuesto se infiere la existencia, dentro de este nivel, de dos subniveles diametralmente diferentes. Por su parte, Álvarez de Zayas [ 3 ] reconoce el nivel de creación como ‘el nivel más alto de lo productivo’.
Teniendo en cuenta lo anterior, la presente carta propone modificar la clasificación de los niveles de asimilación del conocimiento como a continuación se expone: